Sin esperanzas

Los personajes no me pertenecen, son de la gran Rumiko Takahashi esto es sin fines de lucro solo diversión por y para los fans.

Esta obra se reserva en su totalidad los derechos de autor, prohibida su copia o uso.

Una historia AU (universo alterno) solo tomo prestado los personajes, no necesariamente deben apegarse a sus personalidades.

Advertencia: está clasificada para mayores de edad, puede contener violencia física o emocional así como escenas eróticas y lenguaje soez.

O—

Casa de Akane, Tokio…

La programación habitual de su canal favorito era interrumpido por "noticias de último minuto" un gran incendio en una bodega de vinos estaba siendo controlado por personal de bomberos en el distrito de Koto, hasta ahora solo se sabe que el dueño se encontraba dentro preparando un evento. Los trabajadores no estaban en ese momento y se presume que el señor Suzuki Fujita no pudo escapar de las llamas.

—¡Pero qué desastre! — exclamó Akane al escuchar la noticia.

De pronto un mensaje entrante a su móvil el cual la distrajo de la pantalla de tv, lo tomó entre sus manos y rodó los ojos. Era la quinta notificación de ese mes, debía desocupar la vivienda y aún no tenía a dónde ir, se cruzó de brazos y un escalofrío la recorrió por completo, nada iba bien en su vida ultimadamente. La visita de su hermana la dejó muy preocupada y si a eso le suma las intenciones del clan Yamamoto en contra de su padre su mente se volvía un caos. Pensó en hacer una maleta e irse a algún motel, pero ya había pasado por eso hace mucho tiempo, le gustaba esa pequeña casa y le recordaba mucho esa calidez que solo Nodoka Saotome podía dar.

Se levantó a mirar una pequeña agenda con números telefónicos, esos que guardaba solo en caso de reales emergencias. Sabía que si hacía esa llamada, su carrera de policía terminaría y eso le socavaba el espíritu.

Hablar con su progenitor era enfrentarse a un muro de concreto, pedirle que le dijera la verdad era como apuñalarlo directo al corazón y es que se vería en tela de juicio su palabra y por sobre todo su honor. No estaba tranquila, pero cómo hacía para rebatirle a Ranma que su padre no tiene nada que ver con la muerte de Nodoka.

Martirizada y derrotada se puso de pie y fue hasta su alcoba, sacó la maleta de color marrón en la que echó sus recuerdos hace tanto tiempo atrás, poco a poco fue guardando su ropa y sus cosas más personales.

—Cómo quisiera poder charlar contigo otra vez…— señaló mirando una pequeña fotografía, un cuadro de no más de 10x15 que encontró en el fondo de un closet cuando recién llegó a vivir allí. Nodoka se veía radiante en medio de flores en plena primavera, Akane estaba casi segura de que le habían tomado esa fotografía en el mismo jardín de su casa.

Ensimismada en sus pensamientos no notó el lujoso coche que se estacionaba fuera, dentro iba el hombre que la llenaba de preocupación. Tan solo un minuto después el toque en la puerta principal hizo que fuera directo hasta ella, no sin antes guardar el retrato dentro de la maleta.

Cuando Akane abrió la puerta vio una mirada cegada de dolor, Ranma solo entró sin siquiera verle el rostro, era como si quisiera evitarla a toda costa. Por alguna razón todo ese mal presentimiento la azotó de golpe, el cuerpo tenso de Saotome y su postura pusieron en alerta todos sus sentidos. El único inconveniente era que había dejado su arma en la alcoba, pero no se intimidaría por él ni por nadie lucharía hasta el final de ser necesario.

—¿Qué haces aquí? — preguntó firme la todavía dueña de casa.

—Sabías que esta casa… — pausó su hablar por un momento— que en algún momento ¿fue mi hogar? — agregó dándole la espalda.

—Sí, lo sé— respondió ella mirando fijamente sus anchos hombros.

—Aquí pasé los mejores momentos de mi vida, junto a mi madre—dijo con la voz quebrada, Akane agachó la mirada con pesar pues ella también la extrañaba.

—Esta casa es confortable— agregó.

—Estás muy equivocada— replicó él en seco— lo fue, hace mucho tiempo… pero ¿cómo podría ser confortable luego de que se derramara sangre inocente? — en ese momento este giraba para encontrarse con sus marrones.

—Me aferré a este espacio por ella, no lo tomes a mal también la quise mucho y era muy joven cuando ella se fue— dijo Akane con tono desesperado.

—¡No puedo creerte! — Gritó Ranma tan grave que ella se estremeció— ¡escucha esto!— exclamó sacando su móvil del bolsillo, para que la cegada mujer oyera la declaración más horrible de toda su existencia.

Es que Tendo es muy persuasivo, luego de pagarme dijo que no me fuera lejos por eso me asenté aquí, pero él quería más… yo no pude negarme y me dio la dirección de la otra mujer.

Sí, sí, sí, lo juro, le pedí que buscara a otro sicario que me había retirado pero él me pagó muy bien esta vez dobló la suma y soy débil, el dinero mueve montañas tú debes entender ¿verdad?

No, no sé nada más solo sé que él quería que ella sufriera, era distinto a la anterior. La primera vez era un ajuste de cuenta, venganza creo. Pero la segunda no, fui hasta su casa y la ataqué desprevenida.

Era una fiera, incluso después de varias puñaladas seguía tirando de mi ropa. Fui violento, porque así lo quería Soun lo juro. La casita quedaba en un sitio muy alejado, creo que nadie oiría sus gritos de dolor, me dijo que eliminara al hijo pero no estaba busqué por toda la maldita casa y no hallé al mocoso, eso es todo.

Conforme Akane oía, sus ojos se abrieron de par en par y llevó las manos a su boca con el fin de ahogar el grito que quería salir de su garganta. Negaba frenética mientras el cuerpo se le congelaba de súbito, tanto su mente como su corazón no querían creer que verdaderamente su padre había asesinado a su querida Nodoka, pero ¿por qué? ¿Por qué ella? Solo era la "niñera" la que hacía esas espléndidas cenas, la que llenó el jardín de flores como en los mejores años de Naoko…

—¡De dónde sacaste eso! — gritó dando un paso adelante, Ranma la miró lleno de rencor.

—Qué importa de dónde ¿acaso no crees en semejante confesión? Te dije que demostraría la culpabilidad de tu padre. Fue él quien mandó a asesinar a mi madre ¡aquí mismo! allí encontré su cuerpo sobre un charco de sangre ¡¿sabes acaso lo que significó para mí ver a tu única familia sin vida?! Y que luego te inculpen por un crimen tan aberrante como ese, todo por el mal nacido de tu padre, no, no lo sabes y no me mires así porque cada vez que te veo lo recuerdo, este es su fin.

—¡Noooo! — chilló Akane ahogada en tristeza.

—Se acabó tu tiempo Akane, hoy comenzó mi venganza— sentenció Ranma.

En ese momento solo se oía el noticiero que volvía a interrumpir, habían encontrado el cuerpo calcinado de un hombre y por las características físicas sería el dueño, un tal Suzuki Fujita.

—¿Fuiste tú? — preguntó Akane al notar cierto brillo de satisfacción en los azules de Ranma.

—¿Por qué, vas a esposarme? — la miró desafiante alzando sus manos a ella.

—La voz de esa confesión, es de ese hombre de ese tal Fujita ¡dímelo! — exigió.

—Así es, tuvimos un encuentro más temprano— respondió fríamente.

—Estás confesando un crimen a una policía ¿crees que me quedaré de brazos cruzados?

—¿Sí? Y dime, ¿qué harás con tu padre? Porque el autor intelectual de ese crimen fue él.

—Pagará, la justicia se hará cargo— se apresuró a decir intentando demostrar entereza pero la verdad era que una vez más su padre le había roto el corazón.

—¡Eso jamás! No seas ridícula— escupió lleno de sorna.

—Sé que te afecta, entiendo que…

—No, no lo entiendes pero quizás esto ayude… — replicó interrumpiéndola, volvió a tomar el móvil y lo alzó para que siguiera escuchando.

Quiero la verdad— dime ¿cuánto te pagó Soun Tendo por matar a su mujer?

—¡Qué! — gritó ella caminando directamente hacia Ranma quitándole el celular de las manos.

Escucha, yo solo era un peón y luego me pidió que la matara yo solo hice mi trabajo y no pensé que me llamaría otra vez, hace diez años que no sé nada de Soun te lo juro.

Soun me dijo que no importaba cómo, entonces en esos años yo conducía camiones. El me indicó el coche que debía embestir, yo no sabía que la mujer era su esposa y tiempo después me enteré que estaba embarazada eso aún me perturba.

Con esa última frase Akane quedó temblando, cayó de rodillas al suelo soltando el celular de sus manos, quería gritar más la voz no le salía. Era como si le hubiesen perforado un pulmón, sentía que el aire se iba de su interior y la garganta se cerraba lenta y dolorosamente. Llevó sus manos a su cuello aún en shock, Ranma la observaba con reticencia, era la hija de su enemigo, del asesino de su madre ¿por qué debería ayudarla? Pensó egoístamente, aunque bien sabía que Akane y él solo fueron víctimas de los planes perversos de Soun.

—Lo siento, creí que debías saberlo— agregó inclinándose hacia ella, en ese instante las lágrimas de Akane salían de sus ojos como un grifo abierto.

Estaba pálida y estática de rodillas sobre el suelo…

—Escucha Akane, tu padre es un monstruo. Primero tu madre y luego…

—¡Nooo! Por favor, no lo digas— dijo casi en súplica. Ranma la tomó de los hombros y la movió para hacerla reaccionar.

—No puedes cegarte ante lo evidente, sabes bien que tu padre no solo es un mafioso es un asesino— esa palabra retumbaba fuertemente dentro de la mente de Akane.

—Mi mamá— dijo estallando en dolor— ella estaba embarazada ¿cómo pudo hacerle eso? — dijo aferrándose a la costosa chaqueta que llevaba puesta y solo entonces notó que las manos de Ranma estaban sucias con sangre.

—Eso tendrás que preguntárselo a él, pero no sé si podrás hacerlo— respondió él con la mirada ensombrecida.

—Necesito aire— rogó cayendo sobre su pecho, Ranma quedó paralizado.

—Hey, Akane— dijo este moviéndola, pero ella no respondía estaba perdida. La tomó entre sus brazos y la llevó hasta el sofá, lo mejor era irse sin embargo los fríos dedos de Akane se aferraron a su mano ensangrentada, algo quería decir pero no podía expresarlo.

Ranma se inclinó y los labios de la menor de los Tendo rosaron con la piel de su oreja, ella susurró apenas "bolsa" y este miró para ver si la encontraba, la halló colgada en un perchero y la abrió delante de sus ojos, un frasco sin etiqueta alzó y ella solo asintió. Le entregó una capsula con un poco de agua y le ayudó a beberla. Podía notar como el cuerpo menudo de Akane tiritaba por completo, alzó la manta que estaba sobre un sillón y la cubrió. No pudo irse, se sentó a su lado a esperar… y una hora después ella se tranquilizaba.

—Gracias por esto— dijo ella llamando su atención.

—Es hora de irme— replicó él poniéndose de pie, Akane le siguió con dificultad.

Su mente y su cuerpo seguían impactados por la brutalidad de aquella confesión. Apenas daba pasos y no sabía cuánto duraría pues le temblequeaban las piernas, no era solo la muerte de Nodoka, también había estado involucrada su madre años antes, el mismo asesino para las dos mujeres que más había querido en su vida.

—Ranma— dijo casi en un hilo de voz, este giró a verla— yo… lo siento tanto— habló con la voz temblorosa y los ojos sin un ápice de esperanza.

Por un momento pensó ¿realmente somos enemigos? ¿También ha sido víctima de las fechorías de su padre? Después de todo también perdió a su madre, también era muy joven e inexperta. Sin embargo, no fue incriminada, no pasó diez largos años en la cárcel. Su mente, su corazón estaban cegados de dolor y odio, simplemente no podía ver con claridad. Él tampoco se recuperaba de lo que Fujita confesó en la bodega de vinos, inclusive no entendía de dónde sacaba fuerzas para ir con ella.

—No digas más, no quiero nada contigo ni con tu familia me desgraciaron la vida— dijo con una punzada en el corazón, se dio cuenta de que Akane sufría tanto o igual que él pues esa mirada solo la ha visto en su propio reflejo.

Ella bajó la mirada muy acongojada, este puso su mano sobre el pomo de la puerta. Sería la última vez que pondría los pies en ese lugar. Tenía el estómago revuelto y es que la imagen del cuerpo de su madre inerte no podía sacarla de su cabeza, era como una película de terror de nunca acabar. De pronto notó que el coche junto al chofer no se encontraba fuera, frunció el ceño anticipando lo que venía. Un bus escolar asomaba casi en cámara lenta, por cada ventanilla un rifle. Ranma giró cerrando la puerta dejando a Akane atrapada entre su pecho y la pared, la seguidilla de disparos atravesaron los muros de aquella casa vieja de madera, las astillas volaban en el aire mientras las pequeñas manos de su adversario se aferraron a su pecho.

Los vidrios estallaban y los disparos no cesaban, esto estaba planeado y no tenían más opción que esperar a que terminara. De pronto un silencio de dos micro segundos le daba el chance de moverse, casi por instinto ambos cayeron al suelo pero volvieron a oírse los disparos, una tras otro Ranma pensó que eran ametralladoras. En ese momento dos impactos de bala dieron contra su espalda, un quejido salió de su garganta justo en el oído de Akane pues estaba sobre ella a ras de piso.

Con la adrenalina a mil y la sangre fluyendo a toda velocidad por sus cuerpos, Tendo salió de su letargo de dolor. Tomó la cabeza de Ranma y la aferró a su cuello como queriéndolo proteger, completamente inmóviles esos cuatro minutos se hicieron eternos. Cuando el ataque cesó, ella lo movió con fuerza pero él se quejaba…

—¡Levántate! — pidió ella llena de angustia.

—Mi espalda— dijo dolorido.

—Lo sé, pero deben venir hacia acá no estoy armada somos un blanco fácil— chilló Akane desesperada pues el peso del cuerpo de Saotome caía sobre ella.

Ranma puso las rodillas sobre el suelo y la miró con profundidad…

—Mi único objetivo es destruir a tu padre, no permitiré que esas escorias me maten— se puso de pie ofreciéndole la mano, ella la tomó sin dudar y se movieron rápido hasta la alcoba principal.

—Salgamos por aquí, tengo mi coche una cuadra más allá— dijo Akane abriendo la ventana, en ese momento la puerta principal caía.

Se vieron con urgencia y ella se apresuró a salir, tomó su arma de servicio dejando todo, sus recuerdos, sus penas, y la dolorosa confesión atrás…

—¡Vete! — gritó Ranma empujándola, Akane cayó de rodillas sobre el césped y en cuanto se levantó vio como este disparaba directo a la frente de un hombre a rostro descubierto.

Entonces se echó a correr tan rápido como sus piernas se lo permitieron, podía oír los disparos. Subió a su carro y condujo de regreso, no podía dejarlo allí… cuando venía acercándose vio a Ranma correr hacia la calle, ella frenó de golpe y este subió por la parte trasera casi de un salto.

—¡Arranca, arranca! — gritó. Detrás, unos cinco hombres disparaban al vehículo en movimiento, despedazando el vidrio trasero lograron arrancar por poco…

Mientras Akane aceleraba su teléfono no paraba de sonar, ignorando la llamada se concentró en el camino hasta que escuchó a Ranma contestar su teléfono…

—¡Cómo mierda voy a saber quién fue! Claro que pude escapar, el maldito que conducía mi coche se largó me oyes, me dejó allí nada más. Protege a Kimura, llegaré pronto, no. No quiero que vengas por mí, Taro eres en el único en quien confío en estos momentos. Solo quédate allí dile que estoy bien.

En completo silencio y uno que otro quejido de Ranma, Akane condujo a toda velocidad. La casa Yamamoto quedaba un tanto alejada de la ciudad, en cuanto pasó los primeros cuatro kilómetros tres coches comenzaron a escoltarla, estaba con los nervios destrozados y sacó su arma como señal de protección.

—Este es mi territorio, baja esa cosa, esos hombres vienen a buscarme— señaló Ranma dolorido.

En cuanto llegaron el enorme portón se abrió de par en par. El coche avanzó más despacio hasta la entrada principal de la casa, allí Taro lo esperaba junto a una veintena de hombres y el médico de la familia. Akane detuvo el coche y bajó para ayudar a Ranma, sin embargo los hombres del clan se adelantaron…

—¡Por un demonio mujer, cada que le pasa algo a Ranma estás tú metida en medio! — escupió Taro enojado.

—¡Cállate la boca idiota, no tienes idea por lo que pasamos! — respondió ella dando un paso adelante, en ese momento sintió un gran ardor en un costado de su vientre llevó su mano hasta el molesto dolor y notó que sangraba, un buen trozo de vidrio tenía clavado allí.

—Diles que la casa Yamamoto se cierra como un bunker— ordenó Ranma, Taro lo miró con ojos saltones— ¡Ahora ya! — gritó al tiempo que se volvía a quejar.

-¡Cierren todo, se acabaron las visitas! — gritó Taro.

—Espera un momento, necesito irme— señaló Akane mirando el ir y venir de los hombres.

—¿A dónde irás? — preguntó Ranma cansado, mientras uno de sus guardias lo sostenía.

—Eso…no lo sé, pero— Akane no pudo seguir.

—Estás herida, revísala a ella primero— ordenó al médico que intentaba verle la espalda.

Todos los presentes entraron a la casona, Kimura casi corrió al ver a Ranma y lo estrechó entre sus brazos preocupado.

Solo eso pudo ver Akane, el médico la llevó a una alcoba y revisó su cuerpo. Extrajo el trozo de vidrio de su carne y suturó cinco puntos. Le dejó unos analgésicos y la recomendación era no mojar el parche que tenía puesto. En cuanto el galeno se fue ella se derrumbó sobre la cama, no tenía nada, apenas su arma y el celular. Y lo peor de todo es que no sabía cómo iba a salir de allí.

O—

Mientras tanto en la planta baja…

Kimura se paseaba de un lugar a otro mientras el medico revisaba la espalda de Ranma, dos buenos moretones le dejaría los dos proyectiles que dieron de lleno con su chaleco anti balas.

—¿Ya terminaste? — preguntó Yamamoto con urgencia al galeno que guardaba sus objetos en su bolso.

—Sí— respondió.

—¿Seguro que no necesita un análisis más exhaustivo? — insistió.

—Tranquilo, el hombre es joven y aunque le dolerá unos días con estos analgésicos estará bien— finalizó el médico, Taro lo escoltó afuera y entonces…

—¡Pero qué carajos sucedió! Estaba feliz, en verdad estaba muy contento cuando Taro me dijo que el perro de Fujita había muerto, pero luego me avisa que no te puede ubicar.

—Tenía que ir con esa mujer— respondió Ranma.

—Esa mujer, esa muchacha no debería estar en mi casa Ranma ¿cómo se te ocurre traerla contigo? — cuestionó Kimura agarrándose la cabeza.

—¡Por un demonio! — Exclamó Ranma incorporándose— estaba a punto de irme cuando el coche no estaba, dime Taro ¿dónde se metió ese puto traidor?

—Nuestra gente lo está buscando, solo espera a que le ponga las manos encima— gruñó molesto el chico de los ojos rasgados.

—Casi nos matan si no fuera porque reaccioné rápido, luego solo ella pudo escapar, pudo irse Kimura y dejarme a merced de esos vándalos asesinos pero regresó a buscarme y fue ella quien me trajo hasta aquí porque yo se lo pedí ¿comprendes?

—¿Eso quiere decir que ahora le debemos un gran favor a esa mujer? ¡¿Debo protegerla en mi casa aun cuando es hija del asesino de mi familia?! Dile a mis hombres que abran la puerta y la dejen salir— ordenó Kimura, Ranma lo miró furioso y se puso de pie.

—¡No hagas nada! — gritó a viva voz, tanto Taro como Kimura lo quedaron viendo impresionados —¡La casa es un puto bunker hasta que yo lo diga! — Exclamó enojado— sabes que te respeto muchísimo pero estás mal, muy mal. Ella no es nuestro enemigo en estos momentos y lo sabes, puedo estar seguro de que el asalto en su casa era para matarnos a los dos.

—¡Ranma! — alzó la voz Kimura.

—Comprende, alguien más quiere sacarnos del tablero. Su jugada pudo ser muy buena pero el desgraciado falló, ambos estamos vivos. Solo piensa un poco Kimura, ella es la heredera de su clan y yo del tuyo entonces ¿por qué querían la cabeza de ambos?

—Para enfrentarlos— respondió Taro.

—¡¿Quién se atrevería a esto?! Tengo control de la mitad de todo Japón, pobre miserable si pensó que podía con Yamamoto Kimura, lo aplastaré como a una cucaracha— gritaba muy exaltado el dueño de casa.

—Pero Tendo se enterará muy pronto si es que ya no lo sabe— concluyó Ranma.

—¡Maldita sea, Tendo vendrá a buscar a su hija! — gritó Kimura enfurecido.

—Cálmense los dos, si Tendo viene hasta aquí estará jugando con fuego. Aunque ella sea su niña consentida está en nuestro poder, debemos pensar bien el siguiente paso.

Los tres hombres se veían muy serios, Ranma tenía mucha razón pero no dejaba de ser importante el hecho de que lo intentaron asesinar. Un tercer protagonista tomaba vuelo y hasta ahora nadie sabía quién podría ser.

—Confía en mí, puedo con esto— decía Ranma muy seguro de sí mismo.

—Esto es una locura Saotome, bien sabes que Tendo puede venir con un ejército a buscarla ¿por qué exponernos? —argumentaba Taro.

—Porque Akane acababa de enterarse de la clase de escoria que es su querido padre— respondió.

—¡Qué dices! — gritó Kimura.

—Ya lo sabe, sabe que su madre encontró la muerte gracias a él y lo que es peor. Que Naoko llevaba un hijo…

—¿Qué dijo? — preguntó lleno de curiosidad Yamamoto.

—Pues… — de solo recordarlo se me revuelve el estómago— ella está mal, hasta me pidió perdón por la fechoría de Soun en contra de mi madre, sin embargo se desmoronó por completo al enterarse la forma tan vil y cruel en la que su progenitora dejó de respirar. Ha de estar en shock, seguramente aún no asimila nada.

—¿Debemos compadecernos de su dolor? — preguntó Tato con mirada fría.

—Tú puedes hacer lo que se te dé la gana, no me vengas con esas preguntas de mierda— contestó Ranma fastidiado.

—¡Óyeme! — gritó Taro cabreado.

—Ya basta los dos— dijo Kimura llamando la atención de ambos.

—Si quieres dejar libre a Akane, hazlo, pero entonces no me consideres en nada porque tengo planes y no permitiré que tu eterno amor por Naoko arruine mi venganza— escupió Saotome dejando boquiabierto a los presentes.

—Ranma me ofendes, sabes bien que amé con mi vida a esa mujer y que tu venganza es mía también. No vuelvas a decir eso nunca más, eres el hijo que no pude conocer y mi familia es muy grande, nunca te daría la espalda.

—Tú no, pero el maldito que me dejó tirado en esa casa sí. Hay que hacer una limpieza de personal urgentemente, temo que estén espiándonos— replicó Ranma.

—También le sugerí eso Kimura, creo que con esto ya es el momento. No podemos dejarlo así como así— decía Taro.

En ese instante tocaban a la puerta de forma urgente, era uno de los guardias…

—¡Lo encontramos! — exclamó fuerte y claro.

—¿Lo encerramos? — dijo Kimura alzando una ceja.

—No— respondí — llévalo atrás, esto será un show y quiero a todos a excepción de quienes resguardan la casa reunidos en cinco minutos afuera.

Unos minutos después…

El clan Yamamoto junto a sus líderes se encontraba de pie frente al hombre que los traicionó, llevaba ocho largos años sirviéndole a la familia y hoy estaba al otro lado del tablero, sí, su traición le costaría la vida.

—¡Miren todos, presten atención! — gritó Ranma parándose frente al sujeto quien tenía unos cuarenta años— hace unas horas me llevaste hasta Koto y fuiste testigo de las llamas que consumieron a Fujita y su bodega ¿qué pasó? ¿Quién te llamó para que dejaras a tu jefe solo?

—No diré nada, solo mátame— escupió el sujeto que se movía brusco para que los dos guardias que lo sujetaban por los brazos lo soltaran.

—¡Por supuesto que vas a morir, nosotros no perdonamos a ratas como tú! — escupió Taro abofeteándolo fuerte.

—Éramos familia ¿cuánto te pagaron para traicionarme? — preguntó Kimura.

—Se supone que me protegerían— dijo el hombre en cuestión, en ese momento desde lo alto de una ventana, un par de ojos marrones veían lo que sucedía.

—Eres un idiota que no usó el cerebro— dijo Ranma sacándose el costoso reloj de la muñeca, luego le entregó el abrigo a uno de sus hombres— habla ahora ¿quién te contrató? — preguntó mientras sacaba el arma de su parte trasera.

—Igualmente esta estúpida guerra se acabará pronto, ustedes estarán todos muertos— escupió lleno de sorna el traidor.

En ese momento Ranma le apuntó a la pierna derecha y disparó sin titubear, el hombre gritó de dolor más no decía nada.

—Entérate que la guerra recién comienza, llevo diez largos años preparándome para esto y los destruiré a todos— dijo muy cerca de su oído mientras enterraba la punta de la pistola en la herida.

—¡Detente! — Gritó de pronto lleno de dolor— ya estoy más que jodido… — agregó— solo sé que ambos clanes están en la mira de un grande, morirán te lo aseguro— habló lleno de convencimiento.

—Pues entonces espérame en el infierno— sentenció disparándole en la sien.

El cuerpo del hombre cayó muerto al instante, en absoluto silencio la gente lo miraba con temor y respeto.

—Escuchen todos, este pobre infeliz quiso pasarse de listo. La traición es un pecado imperdonable para la familia Yamamoto, considérenlo antes de dar el paso equivocado— aseveró Ranma.

—El que no esté de acuerdo con nuestras reglas se va, pero con los pies por delante — agregó Taro.

Ellos lo tenían muy en claro, una vez que entras a ese mundo no hay boleto de regreso a no ser que estés bien muerto. Sin embargo era obvio que dentro de esas filas, existía traición… pronto descubrirían a los solapados y pagarían con sus vidas por desmerecer el apellido Yamamoto.

Desde el segundo piso de la casa, Akane se hacía un ovillo en una esquina de la habitación. Estaba desolada y a la vez atrapada, había llorado tanto desde que se fue el doctor que le ardían los ojos. Quiso abrir la puerta pero se encontraba bien cerrada, luego de ver como despechaban a un hombre en el jardín, sintió que su vida no tenía sentido alguno…

Sus hermanas hacían su vida, mientras su padre vivía muy despreocupado y todavía era capaz de verla a los ojos y reclamarle su decisión de abandonar la familia. ¿Cómo es posible tanto descaro? ¿Cómo puede decir que me ama si mandó asesinar a mi madre embarazada? ¿En qué momento Soun se convirtió en un cruel verdugo?

De pronto el celular sobre su cama encendía sus luces, era Nabiki quien llevaba dos horas tratando de ubicarla, estaba desesperada.

O—

Mientras tanto al otro lado de la ciudad, casona Tendo…

La única hija de Tendo que atendía sus negocios se encontraba en un estado de histeria cuando supo del ataque a la casa en donde vive su hermana menor, desde su escritorio realizaba llamadas intentando ubicar a su familia, pero nadie sabía nada. El asunto era, que en cualquier momento entraría Soun por esa puerta y desataría su ira al saber la mala noticia.

—¡Maldita sea mi suerte! — gritó Nabiki lanzando el vaso de agua al suelo.

En ese instante Kumon cruzaba la puerta…

—¿Qué sucede? Hasta afuera se escuchan tus gritos— dijo Ryu.

—Anda a cuidar a mi padre, no te metas en esto porque lo soluciono sola como siempre— contestó.

—Nabiki sabes que puedes confiar en mí ¿acaso esto tiene que ver con alguna de tus hermanas? — ella evitó mirarlo a los ojos, Ryu la conocía sabía que ellas eran su talón de Aquiles y que solo por ellas se pondría así de mal.

—No puedo encontrar a Akane— soltó apoyándose sobre el escritorio.

—¿Y el GPS? — preguntó acercándose a ella.

—No funciona ¿crees que no lo verifiqué? No soy tan inepta ¿sabes?

—Jamás quise decir eso, baja la guardia conmigo solo quiero ayudar.

—No me ayudes, no te me acerques más— sentenció ella empujándolo para pasar.

En ese momento este se cabreó de su mala actitud y la tomó por un brazo…

—¡Qué mierda te pasa conmigo!

—No tengo tiempo para susceptibilidades, mi hermana está desaparecida— dijo en seco, este abrió los ojos.

—¡Nabiki! — la voz de Soun irrumpiendo en su oficina le decía que era tarde.

—Papá— respondió zafándose de su agarre.

—¿Cómo es eso de que tu hermana fue atacada? ¡Dime dónde está Akane!

El patriarca estaba enojado pero más exigente que nunca, algo en la mirada de Soun le revelaba a Nabiki una inverosímil sospecha.

—No logro ubicarla— respondió para ver su reacción.

—No me des esa respuesta sabes que si algo le pasa a tu hermana…

—¿Qué pasaría? — preguntó Nabiki yendo más lejos, Ryu frunció el ceño ante su osadía y se puso en alerta pues sabía que Soun podía reaccionar muy mal.

—¡Nunca más! — La golpeó con una bofetada en su mejilla derecha, Nabiki no esperaba menos, esta era la segunda vez en su vida que su padre le levantaba la mano.

—¡Padre cálmate! — exclamó Ryu poniéndose entre los dos. Soun no apartaba la vista de su hija.

—Ni siquiera deberías pensarlo, qué mierda te sucede, estos días andan en las nubes, no estás haciendo bien tu trabajo. Te doy tres horas para que encuentres a tu hermana, ya lo sabes— sentenció lleno de furia.

—¡Tendo! — Gritó iracunda desde su lugar, su padre se detuvo ipso facto al oírla y es que nunca lo había llamado por su apellido, eso le recordó a Naoko sin duda alguna, ella caminó con todo el estilo que la caracterizaba hasta llegar a su lado, su padre la miró de soslayo— encontraré a mi hermana, pero si descubro que detrás de lo sucedido está tu mano… entonces prepárate.

—¡Qué dices niña tonta! — escupió alzando su mano esta vez ella lo detuvo usando toda su fuerza.

—Esta niña tonta lo dejó de ser el día que mi madre murió— soltó de cuajo, Ryu observaba impresionado por los cojones que demostraba Nabiki para hablarle así a su padre— soy una mujer dispuesta a todo, recuerda que aprendí de ti— escupió soltando su mano.

Soun quedó estático, hace días que Nabiki no era tan manejable como antes… la notaba sensible e irritada, pero jamás pensó que sospecharía de él. Pese al enojo por su atrevimiento, su alma perversa se sonreía así mismo por el pequeño monstruo que veía crecer en los ojos de su pequeña, después de todo Nabiki sería la heredera en caso de que su plan no funcionara.

Ryu corrió tras ella, quien salió echa un demonio por los pasillos hasta llegar al enorme garaje en donde una veintena de vehículos estaban a su disposición.

—Nabiki espera— dijo interponiéndose en su camino.

—Dije que no te quería cerca de mí, anda a lamerle las botas a mi padre— soltó fastidiada.

—Iré contigo, te ayudaré a buscarla— dijo decidido.

Ella solo rodó los ojos y subió como copiloto, Kumón condujo muy rápido hasta la casita de Akane, o lo que quedaba de ella…

O—

Casona Yamamoto, atardecer…

Ranma se encontraba planificando su próximo paso, los ánimos en la casa no eran los mejores. Kimura estaba incómodo con la presencia de Tendo mientras que Taro sentía que debía sacarla de allí. Sin embargo, el propio Yamamoto dijo que se respetaría la decisión de su heredero, Saotome no veían con malos ojos tenerla cerca.

La empleada de servicio tocaba a su puerta y este contestó…

—Pase— la mujer dejó un platillo con comida en absoluto silencio y cuando estaba a punto de irse, este la llamó— ¡espera! Ella… ¿comió?

—No señor, ni siquiera agua. Todo lo que llevé lo dejó intacto— recalcó la mujer.

—Gracias, puedes irte— replicó.

Miró el plato de estofado humeante y de buen aroma, se puso de pie y lo llevó hasta a la alcoba en donde estaba retenida. Cruzó prácticamente toda la casa para llegar a ella, el guardia en la puerta se movió en cuanto lo vio, no obstante en cuanto Ranma puso un pie dentro ella no se encontraba, dejó la charola con comida sobre una mesa y caminó lentamente, el ruido de la llave corriendo en el baño llamó su atención.

—Akane, soy Ranma ¿puedes salir? — Preguntó tocando la puerta pero no obtuvo respuesta— imagino que no tienes hambre, pero te aseguro que la comida no está envenenada— insistió.

Ante el silencio giró la manecilla de la puerta, sobre el lavabo vio unas gotas de sangre y cuando giró hacia la bañera notó que el agua corría sin cesar.

Su corazón se aceleró ante la adrenalina, se asustó de lo que podía encontrar y cuando asomó a ver, Akane estaba sumergida dentro y el agua estaba mezclada con su sangre. Inmediatamente sumergió sus largos y fuertes brazos, la levantó y ella estaba aturdida pero no inconsciente del todo. Esos bonitos ojos marrones que vio un día estaban tan apagados como su alma, enrojecidos de tanto llorar y con los parpados sumamente hinchados, por la comisura de su labio corría un hilo de sangre que a su vez salía de su nariz. Y sus brazos, estaban cortados y manchados de rojo…

De un momento a otro sintió su corazón estremecer, la mujer estaba muriendo desangrada. La misma que vio llorar al lado de su padre, la misma que le disparó momentos después, la misma mujer que regresó por él hace unas horas, sí, Akane definitivamente no era común. Y le dolió pensar que su vida se escabullía tristemente entre sus brazos.

—¡Akane despierta! — Exclamó — no puedes rendirte así, no lo hagas— dijo casi en suplica.

Ella abrió sus ojos un tanto entumecidos, con su pequeña mano tocó su mejilla izquierda y cansada de seguir respirando dijo…

—Te felicito, un día nos volveremos a ver— susurró casi imperceptible más este la escuchó tan claramente que se puso de pie con ella entre sus brazos.

Caminó con ella hasta la cama y cubrió su cuerpo desnudo en una manta…

—¡Llama al médico ahora mismo! — gritó al guardia y casi enseguida este regresaba con el galeno y con Taro.

—Perdió mucha sangre, debe ser internada o morirá— dijo el doctor al verificar rápidamente sus heridas además de la bañera.

—Prepara un coche, no, que sean tres, quiero a tres coches escoltándome hasta el servicio de urgencia más próximo ¿me oyes? — le dijo a Taro.

—¿Por qué no la dejas morir? — cuestionó Taro.

—Porque ella me ayudará en mi venganza— sentenció Ranma justo en el momento en que Kimura cruzaba el marco de la puerta.

Taro no comprendía esa "sobre protección" con la menor de los Tendo, sin embargo Kimura pudo dilucidar un cuadro perfecto en su mente. Nunca estuvo equivocado de elegirlo como su descendencia, Ranma no solo le demostraba lealtad, sino que al fin trazaba esa delgada línea que tanto esperó ver, sin esperanza tanto Saotome como él solo tenían un objetivo en mente destruir a Soun al precio que sea necesario incluyéndola a ella.

Continuará…

Estimado lector, este capítulo tuvo mucha acción y tristezas. Akane sabe la verdad, pero "alguien" los quiso eliminar ¿quién quiere a los dos herederos muertos?

Además el traidor pagó con su vida su actuar, dejando como lección para el resto que a Yamamoto Kimura nadie se le escapa.

También pudimos ver en breve a Nabiki, quien ciertamente no confía en su padre. Estaba histérica por no saber nada de su hermana que hasta sospechó de Soun ¿qué tal su osadía? ¿Podrá dominar a su maestro?

Y finalmente mi hermosa Akane, está destrozada… tanto así que llamó a la muerte.

¿Podrá Ranma salvarla? ¿Cómo será ese plan que la incluye a ella?

Eso y mucho más, cada sábado (mientras la salud lo permita)

Si te gustó, déjame tu preciado review amo leerlos.

Gracias por continuar leyendo esta emocionante historia, saludos a todos.

Desde Chile una fanática más de Ranma ½

Sweetsimphony._