Hasta el final
Los personajes no me pertenecen, son de la gran Rumiko Takahashi esto es sin fines de lucro solo diversión por y para los fans.
Esta obra se reserva en su totalidad los derechos de autor, prohibida su copia o uso.
Una historia AU (universo alterno) solo tomo prestado los personajes, no necesariamente deben apegarse a sus personalidades.
Advertencia: está clasificada para mayores de edad, puede contener violencia física o emocional así como escenas eróticas y lenguaje soez.
—O—
La casa Yamamoto se encontraba en un caos total, la gente estaba dividida al notar que dentro se encontraba una de las herederas del clan Tendo y por otro lado uno de sus miembros había recibido un merecido castigo que ponía en jaque al nuevo líder, Saotome. Para la mafia la traición es una acción que se castiga con la muerte, eso es ley. Sin embargo ¿por qué retenían a la mujer? Los rumores comenzaban a circular entre los pasillos y jardines de la casa y pronto llegarían a los oídos de Taro, quien no era partidario de tener a Akane allí. Es por ese motivo, además del hecho de que eran enemigos, que este le plantea a Ranma dejarla morir…
Lo que nadie sabía en ese momento eran los planes que Ranma tenía para la chica, bajo la atenta mirada de Kimura llevó a Akane entre sus brazos hasta llegar al carro que habían preparado, comenzaba la cuenta regresiva ya que debía llevarla al hospital más cercano para que pudiese sobrevivir.
Sobre sus piernas iba apoyada la cabeza húmeda de Akane, quien decaía con el pasar de los minutos, con una pequeña toalla húmeda limpió alrededor de su boca y la nariz los restos de sangre seca. Sus finas y delicadas facciones se veían marchitas ante su deplorable condición, esos bonitos labios de melocotón que vio aquella vez desde el bus estaban tan blancos como el papel, su trémulo cuerpo estaba tan frío que si no fuese porque su pecho aún subía al respirar la daba por muerta.
—¡Apresúrate! — exclamó al chofer que ya sobrepasaba los 90 kilómetros por hora.
Su mente divagaba entre el día que la conoció y su presente, aunque si hacía memoria tiempo atrás podía recordar a esa niña mimada que lo visitó en la cárcel en reiteradas ocasiones y que pese a su perseverancia nunca quiso acceder a verla. ¿Qué querías de mí? Se preguntó lleno de curiosidad, incluso puso en tela de juicio el haberle contado la verdad acerca de la muerte de su madre.
—¡Fui un puto cretino! — exclamó en voz alta, el chofer lo miraba por el retrovisor no entendiendo nada.
Sin embargo le molestaba sentir compasión por la hija del asesino de su madre, era una mezcla de sentimientos que lo estaban poniendo muy incómodo. Por lo pronto lo único que deseaba era que le salvaran la vida.
En cuanto llegaron al centro hospitalario un equipo médico los esperaba, eso se había logrado gracias a una llamada de Kimura quien era dueño precisamente de ese lugar. Ranma dejó a Akane sobre la camilla y los acompañó hasta donde pudo, una de las enfermeras lo detuvo y le pidió que esperara pacientemente.
Por un momento pensó en la remota posibilidad que pudo tener si hubiese traído a su madre a un hospital, sin embargo las circunstancias eran muy distintas. Apenas era un chiquillo, lleno de sueños pero sin dinero, sin un medio de trasporte que facilitara su traslado y por último, aunque su cuerpo seguía tibio su corazón ya había dejado de latir.
Sentado frente a esa puerta con una bombilla en color rojo, estuvo dos largas horas, esperando que alguien le dijera algo acerca de su condición.
—O—
Casa de Akane…
Nabiki no dejaba de marcarle, una y otra vez sin cesar con la esperanza de escuchar su voz.
—¡Por un demonio, por qué no contestas! — exclamó enojada.
—Ya casi llegamos— dijo Ryu acelerando aún más.
Apenas frenó Nabiki bajó corriendo del coche, Kumón la seguía de cerca y ambos quedaron paralizados al ver el lamentable estado de la casa.
—Saca tu arma Ryu, esto me huele muy mal— dijo ella abriendo su costosa bolsa de Gucci, dentro había una semi automática bien cargada que siempre llevaba consigo.
—Mejor espera aquí— dijo Kumon adelantándose pero ella no le hiso caso y lo siguió.
El corazón de Nabiki latía a mil por hora, no tenía idea de con qué se iba a encontrar. Sin noticias de su hermana menor el panorama no era nada alentador, la casa estaba llena de agujeros por las balas y dentro manchas de sangre fresca.
—¡Mierda! — exclamó Kumón al notar un buen charco cerca de una habitación.
—¿Qué viste? — preguntó la castaña quien pisaba con sumo cuidado sobre sus tacones de aguja de unos 12 centímetros.
—Hay demasiada sangre pero ningún cuerpo— respondió Ryu.
—No es de mi hermana, ella no dejaría que la maten así como así— contestó Tendo con las piernas temblorosas, si bien no creía que ella estuviera muerta nada le aseguraba que no estuviera gravemente herida.
—Debemos irnos, es obvio que se llevaron los cuerpos pero no limpiaron el lugar. Esto es un trabajo muy mal hecho, de un sucio principiante diría yo— recalcó Kumón tomando la mano de Nabiki para sacarla de allí, pero ella se detuvo al notar una maleta lista preparada a un costado de la puerta.
—Espera un momento— dijo inclinándose para abrirla, dentro había ropa y objetos personales de Akane y una fotografía que llamó mucho su atención.
Nabiki observó por un largo minuto a la bella dama sonriente que aparecía en esa fotografía, sabía quién era pero ¿por qué su hermanita llevaba eso consigo?
—Hey, ella no es…
—Sí lo es— contestó la castaña antes de que Ryu terminara la frase— óyeme bien, esto que acabas de ver te lo llevas a la tumba, no quiero que mi padre se entere que Akane tenía esto ¿comprendes?
—Sabes que jamás traicionaría tu confianza— contestó el hombre muy serio.
—Toma la maleta, algo me dice que Akane se iba de esta pocilga…
Ryu hiso tal cual le pidió su amiga, una vez guardó la fotografía salieron de la casa y subieron al coche. Nabiki se masajeaba la frente tratando de entender en dónde carajos podía estar su hermana, el dolor de cabeza aumentaba y el olor a sangre le revolvió el estómago.
Mientras, Kumón realizaba unas llamadas a su gente quienes estaban doblando la vigilancia en la casa Tendo. Todo esto no era una buena señal, si alguien quiso asesinar a Akane se desataría una guerra sin igual. Soun iría con todo en contra de quien haya osado tocar a su pequeña, pero peor aún, le preocupaba Nabiki ya que sabía que la mujer podía desatar un infierno si tocaban a cualquiera de sus dos hermanas.
—¿Qué tal si vamos a la estación de policía? — preguntó Ryu ante el largo silencio de su acompañante.
—No, sería ponerlos de sobre aviso— contestó tajante— esos malditos policías son unos putos corruptos, estoy segura que más de uno trabaja para Kimura o incluso para los Yoshida— aseveró mirando el frente.
—Bien, vamos a recorrer el vecindario— ella asintió aunque en el fondo sabía que era improbable que Akane siguiera allí.
Dos vueltas completas se dio Kumón y no había pistas de Akane, tampoco su carro y eso era como una luz al final de ese oscuro túnel para Nabiki, quien concluyó que pudo huir en este.
Ryu conducía de regreso a la casona Tendo, Nabiki miraba por la ventanilla intentando conservar la poca calma que le quedaba, sabía que se iría al carajo una vez llegara a casa. De pronto Ryu entró a una gasolinera para comprar, se bajó sin decir nada… entonces una llamada entraba al móvil de la castaña y desde un número privado que la alertó…
—Tendo— era la voz de un hombre joven al otro lado de la línea.
—¿Quién eres? — preguntó molesta.
—Soy Taro, del clan Yamamoto— respondió.
—¡Por qué me llamas! — exclamó.
—Supongo que aún no encuentras a tu hermana— contestó poniéndola incómoda.
—Si acaso tú o cualquiera de tu clan osó tocarla, te juro que voy ahora mismo a ponerte una bala en la cabeza— respondió con fuerza y llena de decisión.
—Tranquilízate mujer, ¿todas ustedes son siempre agresivas?
—No estoy de humor para tus juegos Taro, dime lo que sabes o colgaré— respondió.
—Solo te enviaré una dirección, ella sigue viva— entonces colgó.
—Hey, Taro, Taro, maldito hijo de… — en ese momento llegaba Ryu con un par de bebidas energéticas.
—¿Alguna noticia? — preguntó curioso al verla un tanto alterada. Ella le mostró la dirección del hospital en donde se encontraba su hermana.
Con el pie en el acelerador Ryu dio la vuelta para regresar, el hospital se encontraba al otro lado de la ciudad y tardarían al menos una hora más en llegar hasta allí.
—O—
Mientras tanto en la casona Yamamoto…
Taro se encontraba en el despacho junto a Kimura.
—Está hecho— habló Taro una vez colgó la llamada.
—Avísale a Ranma— dijo Yamamoto.
—Creo que no estará de acuerdo con lo que hicimos— replicó Taro.
—Hijo, si nos callábamos tendríamos a Soun y su gente a la media noche en las afueras de mi casa. No es el momento aún para acabar con él, esta venganza es de los dos necesito a Ranma y él no está— argumentó.
—Pero Nabiki querrá llevársela y él tiene planes con esa mujer— dijo Taro fastidiado por la situación.
—Dejemos que Ranma lidie con la Tendo del medio, quizás pueda razonar con ella ¿no crees?
Con eso en mente Yamamoto esperaba que su querido heredero enfrentara con entereza la situación que se venía encima.
—O—
Hospital…
Ranma soltaba un gran suspiro de alivio, acababan de avisarle que habían podido estabilizar a la paciente y que la pasarían a una habitación para que pudiera descansar. La enfermera se iba cuando decidió sacar su móvil y avisar a Yamamoto de la buena nueva, entonces escuchó unas pisadas fuertes que se acercaban a él, era ese sonido característico de una mujer en un par de tacones. En cuanto alzó la vista vio a una mujer menuda que vestía elegantemente y con unas gafas de sol ocultaba sus ojos, su mente buscaba similitudes hasta que recordó quién era, Nabiki Tendo se plantó delante de él furiosa y no alcanzó a emitir palabra cuando esta le plantaba una bofetada magistral en la mejilla derecha, Saotome quedó viendo el lado opuesto y solo un segundo después ella lo tomó por la camisa con fuerza…
—¡Dime dónde tienes a mi hermana, si no te meto una bala! — exigió.
En ese instante Kumón estaba tan solo a un metro de ellos, claro está con su arma bien cargada entre sus manos.
—¿Quieres calmarte? — replicó Ranma viéndola a los ojos, ella retiró sus gafas y lo quedó viendo fijamente. Pudo notar que no solo estaba enojada, su mirada desprendía preocupación.
—Habla porque ya no tengo nada de paciencia— dijo la castaña.
—Tu hermana está internada, porque la encontré dentro de una bañera con el agua sobre la cabeza— sostuvo el ojiazul, Nabiki frunció el ceño y es que no podía darle crédito a sus palabras.
—Pero cómo, pensamos que había salido herida en el tiroteo— expresó Kumón mirando a Nabiki.
—¡Dónde está, dime dónde está! — volvió a exigir con urgencia.
—La enfermera acaba de avisarme que está estable, la pasarán a otra habitación pero no sé a cuál, hay que esperar— contestó Ranma tomando las manos de la histérica mujer, las tenía tan frías como Akane cuando llegó al hospital.
Nabiki se sentó en una de las sillas y llevó sus manos a su rostro, estaba afectada pero no podía demostrar flaqueza, no ahora que estaba frente al heredero de su clan enemigo.
—Ella… es fuerte, creo que saldrá de esto— dijo Ranma llamando la atención de Nabiki.
—¿Quién mierda eres tú para hablar con tanta confianza de mi hermana? — Lo increpó poniéndose de pie— ¿cómo es que sabes lo que le sucedió, acaso estaba contigo? — continuó señalándolo con el dedo, este dio dos pasos hacia atrás para mantener distancia pero la castaña más se le acercaba.
—Hey, baja tus defensas que fui yo quien la trajo aquí— replicó.
—¡Entonces explícate! — exclamó Ryu.
—Bueno… en el tiroteo Akane salió herida, ella me ayudó a regresar a mi casa y como no me gusta deber favores la ayudé— dijo simple y llanamente, Nabiki lo miró incrédula y se alejó de él.
—Voy a corroborar lo que dices, créeme que si me entero que mientes pagarás con sangre— sentenció ella sin dejar de verle fijamente.
En ese momento la enfermera se acercaba a decir el número de habitación, los tres se dirigieron en el elevador hasta el piso cinco, frente a la puerta número doce la castaña se encargó de dejar a los dos hombres afuera.
—¡Nadie entra antes que yo! — chilló cerrándoles la puerta en la cara.
Ambos se cruzaron de brazos a esperar cada uno a un costado de la puerta.
Dentro de la habitación y sobre la cama se encontraba una Akane con semblante pálido, sus brazos estaban vendados y una bolsa de suero estaba conectada a uno de ellos. Nabiki apretó la mandíbula al ver a su hermana menor en ese estado, puso su mano sobre su frente y la acarició como cuando ella enfermaba de pequeña. Se sentía muy frustrada y culpable de todo, no le salía el habla pero por dentro se le quemaba la garganta por las ganas de echar a llorar.
¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué estabas con él? ¿Qué la llevó a tomar una decisión tan radical? Eran las preguntas que invadían su mente, de todas las posibilidades jamás pensó que ella sería capaz de hacerse daño, tomó la mano de su hermana menor entre las de ella y las acarició con dulzura…
—Si Kasumi se entera… se muere— dijo en voz alta con voz acongojada.
Y como si la hubiese llamado de forma mental, su teléfono móvil anunciaba una llamada entrante precisamente de Kasumi…
—Dime que ya sabes en dónde está— fue lo primero que dijo la mayor de las Tendo. Nabiki suspiró pesadamente...
—Sí, la encontré— contestó.
—Vine a ver a papá, me llamó histérico me preocupé tanto tú sabes que si algo le pasa a Akane se muere— agregó muy afligida.
—No me lo recuerdes, ¿aún estás con él?
—Sí, pero debo irme por la niña— respondió.
—¿Dónde la dejaste?
—Con Tofu, ya sabes que no se siente cómoda aquí… mi papá hace como si no existiera y mi esposo no lo soporta.
—Lo siento tanto Kasumi…
—No te preocupes, sé muy bien la clase de padre que tengo. Si no fuera por ti quizás todavía no me dejaría venir a casa.
—Akane… no está bien, necesito esperar a que despierte puedes por favor decirle que la encontré que se encuentra bien.
—Pero no quedará conforme con eso— replicó Kasumi.
—Lo sé, no te preocupes lo solucionaré como siempre— contestó agotada mentalmente.
—Eso es lo que me inquieta profundamente— dijo Kasumi con voz angustiada— ¿Hasta cuándo sigues solucionándolo todo? dime ¿hasta cuándo aguantarás esta vida?
Las preguntas que su hermana mayor hacía no era la primera vez que las escuchaba, no era un reproche ni mucho menos, más bien era un llamado de emergencia. Kasumi sabía que todo ser humano tenía límites y esos Nabiki ya los había sobre pasado. Con pesar suspiró nuevamente, tomó la mano de Akane y luego de tomar una gran bocanada de aire dijo…
—Debo solucionar esto, ayúdame con eso ¿sí? Y dile a la niña que… que su tía le llevará un regalo pronto— y con eso cortó la llamada.
Sentía que las lágrimas estaban a punto de estallar, la mandíbula le temblaba y necesita tomar entereza… siempre que hablaba con Kasumi era como escuchar la voz de su madre, eso la ponía muy mal.
Miró alrededor y notó que la habitación no estaba tan mal, pensaba en llevársela pero al verla tan lastimada prefería mantenerla allí con atención médica oportuna. Se puso de pie y sobre la mesa que estaba al final de la cama había una carpeta, la abrió sin perjuicio y leyó el informe médico, las frases "corte en sus brazos" "arma corto punzante" "asfixia por inmersión" la sacudió por completo, no tenía los detalles pero sí confirmaba lo que Saotome le había dicho hace un rato.
Caminó sobre sus tacones de aguja hasta el ventanal, dejó escapar una lágrima solitaria que bajó lentamente desde sus orbes hasta el borde de sus labios color vino. Por su mente pasaban un sinfín de escenas vividas y vistas desde lejos, quizá sería bueno que Akane se vaya con ese hombre, pensó. Aunque tenía muy claro que si hacía un pie al costado la ira de su padre se desataría…
De pronto sintió que la puerta se abría y sacó su arma de la fina bolsa Gucci que traía, en la entrada una enfermera la miró aterrada.
—Solo haz lo tuyo— dijo ella guardándola nuevamente.
La mujer caminó temerosa y revisó a Akane y luego le cambió la bolsa de suero, de pronto tomó una jeringa y ella se adelantó a detenerla…
—¿Qué es eso? — preguntó desconfiada.
—Es solo un analgésico— dijo la chica asustada.
—¿Estás segura de ello? — cuestionó, la enfermera solo asintió de forma frenética.
En ese momento asomaba Ryu junto a Ranma, el primero se apresuró a sacarla de allí.
—Deja que haga su trabajo Nabiki— dijo él tomando su mano libre.
Ranma los miraba con mucha atención, era evidente que el hombre ponía especial cuidado para con la Tendo del medio.
—Necesito hablar con el médico que la ve— dijo Nabiki exigente como siempre.
—El doctor se encuentra en una cirugía en estos momentos, pero de seguro vendrá a verla antes de que acabe su turno— comentó al enfermera.
Entonces la castaña caminó pasando por el lado de Ranma, no sin antes dedicarle una mirada fatal.
Cuando Nabiki Tendo puso un pie fuera de esa habitación, Kumón notó que sus piernas temblaban. Ella apoyó su espalda sobre la pared a un lado de la puerta y se derrumbó cayendo al suelo, su amigo se inclinó preocupado y la miró a los ojos… solo una vez había visto esa mirada vacía, eso fue cuando se enteró de que Naoko su madre estaba muerta.
No quiso preguntar qué le sucedía, sabía que Nabiki no le diría absolutamente nada. La estrechó entre sus brazos y el rostro de ella se hundió debajo de su cuello… fue un abrazo cargado de cariño, más allá de las diferencias que ambos podrían tener. Simplemente quería trasmitirle que él estaba allí para sostenerla.
No obstante, aunque el silencio era el protagonista en ese momento y de sus ojos no salía una sola lágrima. Su corazón lloraba a mares… su hermanita había intentado quitarse la vida y ella no estuvo ni cerca para auxiliarla.
Mientras su espíritu se debilitaba se prometía así misma no bajar la guardia, no permitiría que nada ni nadie le hiciera más daño a lo único que la motivaba a vivir, su familia. Y eso incluía a su progenitor.
—O—
Al día siguiente, Hospital…
Cuando Akane abrió los ojos esa mañana, era como si un tractor le hubiese pasado por encima. Sentía el cuerpo entumecido, con deseos de moverse pero las piernas pesaban e incluso sus parpados. Lo primero que vio fue a su hermana Nabiki quien estaba parada en la ventana echando humo con su cigarrillo característico, quedó viéndola por unos largos minutos… pudo notar por las ojeras que traía no había dormido.
—Hermana— fue lo primero que salió de su boca, la aludida se volteó de inmediato apagó su cigarro y caminó a toda prisa hasta ella.
—Al fin has despertado— dijo acariciando su cabeza.
—¿Cuánto tiempo, cómo llegué aquí? — preguntó Akane llena de curiosidad.
—Desde ayer y estás aquí gracias a Saotome— respondió indicándole donde estaba, sentado aparentemente durmiendo.
La menor de las Tendo rodó los ojos, era obvio que su plan había fracasado y ahora tocaba lidiar con su hermana mayor y muy probablemente con su padre.
—Estaré bien— habló en un absurdo intento por evitar lo que se venía.
—¡Estás loca! — exclamó Nabiki enojada.
—Cálmate ¿quieres?
—Ni siquiera sabes por todo lo que pasé para encontrarte, te creía muerta Akane. No me contestabas las llamadas y la casucha esa, era un desastre… en verdad casi pierdo la esperanza— decía Nabiki un tanto ahogada por reclamarle a su hermana.
—No deseo hablar, no ahora— respondió Akane incorporándose con dificultad.
—¿Sabes una cosa? — Akane la vio fijamente— necesito muchas respuestas, iré por un café y cuando regrese me cuentas todo.
—Pero…
—Nada Akane, tengo a papá llamándome cada una hora para saber de tu paradero. ¿Quieres que le diga que estabas con el clan Yamamoto? O pero aún… ¡lo que te hiciste! —exclamó señalando sus brazos vendados.
—Tienes razón… pero no sé si sea capaz de hablar— soltó Akane tapándose la cara, en ese momento Nabiki comprendió que sea lo que sea que tuviese que decir, era algo muy malo.
—Pues necesito respuestas, así es que hazte el ánimo— dijo yendo en dirección a la puerta.
Una vez salió Ranma abrió los ojos, sí, se hacía el dormido para no lidiar con la Tendo del medio. Akane lo miró un tanto impresionada ya que estaba en un rincón de la habitación sentado en un sillón.
—Tu hermana tiene un carácter del demonio— dijo él incorporándose.
—¿Qué haces aquí? — preguntó fastidiada.
—Qué forma más linda tienes de agradecerme, fui yo quien te trajo aquí— dijo tocando su pecho.
—Yo no pedí ayuda…
—Pues pareciera que sí lo hacías— dijo acercándose hasta ella— la verdad no creí que fueses capaz de eso— concluyó.
—A ti que te importa mi vida, además me tenían vigilada creo que era peor que la casa de mi— en ese momento se detuvo, recordar a su padre dolía demasiado. Su cabeza dio vueltas y una punzada en la boca del estómago la hizo recostarse.
—Tómalo con calma— se apresuró a decir Ranma— ¿duele mucho? — preguntó mirando hacia otro lado, Akane lo vio un tanto sorprendida ¿acaso estaba preocupado por la hija de un asesino?
—No tanto como mi corazón— respondió con un suspiro.
—Bueno, sigues viva dime ¿qué pretendes hacer?
—No quiero pensar, no quiero nada ahora— dijo con los ojos cansados y a punto de llorar.
—Tu hermana va a aparecer por esa puerta en cualquier momento, creo que deberías saberlo.
—Deja de hablar, quiero dormir… ojalá no despertar más— finalizó cerrando los ojos.
—Escucha Akane, no estaré aquí para cuando Nabiki se entere de la verdad. Pero te diré una cosa, puedes ayudar en mi venganza— soltó de cuajo, ella frunció el ceño ante su brutal propuesta.
La menor de los Tendo no pudo contestar, Nabiki regresaba con el vaso de café en su mano. Los quedó viendo seria y avanzó pisando fuerte sobre sus tacones, miró a Ranma de soslayo y le entregó un café…
—No tiene veneno ¿verdad? — escupió sin más, ella alzó la mano golpeándolo en la nuca.
—Idiota— respondió ignorándolo para acomodarse a un lado de su hermana.
Si bien Ranma no la conocía, entendió que esa era la forma de agradecerle por no dejar sola a su familia. Nabiki demostraba ser muy fría y dura, pero con esto comprendió que su talón de Aquiles era Akane y muy probablemente la otra hermana, la mayor Kasumi.
—¿A mí no me traes café? — preguntó Akane haciendo un mohín.
—El médico lo prohibió por el momento— respondió su hermana— hay que esperar la visita del médico, no tienes indicación de comer por ahora— agregó abriéndole la botella de agua que tenía a su lado, Akane la recibió de mala gana y bebió casi toda de un solo tirón.
Ranma se puso de pie y se retiró en silencio, Nabiki no dejaba de acariciar la mano de su hermana menor.
—No lo vuelvas hacer, nunca más Akane— suplicó a penas Saotome se fue.
—Nabiki… lo siento tanto— soltó la peli azul con lágrimas en sus ojos.
—Si algo te molesta solo dímelo, iré personalmente a solucionarlo pero por favor no me des otro susto como este— solicitaba la castaña.
Las hermanas se abrazaron como no lo hacían hace muchos años, Akane necesitaba ese calor fraternal que solo su familia podía otorgar. Entre ásperas lágrimas recordó que el último contacto estrecho con Nabiki fue cuando murió Naoko, nunca podría olvidar que la castaña no lloró a su madre, por lo menos no delante de ella. Como si de una roca se tratara, desde ese día dejó de sonreír como antes… la menor pensó que cada quién vivía su luto a su manera y respetó el de su hermana. Sin embargo hasta el día de hoy que no veía esos ojos llenos de preocupación, siempre displicente y fría Nabiki Tendo se refugió en el sarcasmo y la riqueza.
Por otro lado, Nabiki acariciaba la melena de su hermana igual que cuando era pequeña. Aunque Akane no lo sabía, su fría y calculadora hermana tenía a su gente en las calles buscando al culpable del ataque de la humilde casa.
—Necesito saber qué sucede— dijo Nabiki alejando a su hermana para ver sus ojos.
Akane parpadea varias veces antes de hablar…
—Esto no es fácil…
—Habla ya, me pones nerviosa— pidió la castaña de forma autoritaria.
—Antes de que atacaran la casa, Ranma fue a verme…
—¿Son novios? — preguntó ella de cuajo descolocando a la menor.
—Claro que no— respondió.
—Ay por todos los cielos, creí que estabas saliendo con él…
—Él vino porque… quería revelarme una verdad. Me mostró un audio en donde un hombre confesaba haber sido el asesino de mamá— soltó dejándola estática.
—¿De qué hablas? Ella murió en un accidente— replicó Nabiki.
—Lo sé, pero la voz de ese hombre en mi cabeza— decía tomándola almohada entre sus manos y con la mirada perdida.
—¡Por un demonio Akane reacciona! — chilló ella.
—Ranma tiene esa grabación, un tal Fujita fue el sicario que embistió el coche que manejaba mamá ese día y no solo eso, años después fue el mismo hombre quien asesinó a la madre de Ranma.
—¡Espera un momento, quién rayos es la madre de Ranma!
—Nodoka, la amable mujer que nos cuidaba…
Los ojos de Nabiki se abrieron de par en par, ahora comprendía por qué la mirada de Ranma le era tan familiar.
—¿Cómo puedes estar tan segura? Además, si fuera así papá…
—No lo nombres, no lo soporto— gritó histérica.
—¿Eso no es todo? — preguntó llena de temor, Nabiki se puso de pie y fue directo a su bolsa. Con las manos temblorosas buscó la pequeña caja metálica en donde guardaba sus mejores cigarrillos, pero no fue capaz de encenderlo.
—Fue él— dijo Akane.
Nabiki soltó la caja de sus manos, todos los cigarrillos cayeron al suelo y giró lentamente aún con las piernas temblorosas…
—¡¿Qué dices?! — gritó.
Para ese momento Ranma estaba apoyado en la puerta escuchando toda la conversación, tomó el último sorbo de ese café que le supo tan amargo que creyó no sacarse el sabor nunca más de la boca.
—El hombre menciona su nombre varias veces, dice que Soun Tendo mando asesinar a nuestra madre y también a Nodoka— Nabiki palideció, cayó sentada en el sillón en donde había dejado su bolsa, comenzó a respirar de forma hiperventilada.
Akane se levantó con dificultad para auxiliarla, pero no llegó muy lejos, a medio camino Nabiki se puso de pie y con los ojos enrojecidos la miró…
—Si esto es una calumnia, yo misma iré a cortarle el cuello a ese tal Saotome.
—¡No lo es Nabiki! No soporté tanta desgracia, por eso quería morir ¿no entiendes?
—¡Iré a enfrentarlo, quiero oírlo de su boca!
—No por favor, no lo hagas— pidió Akane acelerando sus pasos más su hermana iba a toda prisa hasta afuera, apenas abrió la puerta se encontró con Ranma…
—¡Dame las malditas pruebas! — exigió tirándolo de la corbata.
Ranma ni siquiera dudó, ya tenía una copia en su mano. La pequeña memoria era puesta en la palma de Nabiki, lo soltó de inmediato y giró rápido para salir disparada por el pasillo.
Akane gritaba su nombre pero ella nunca volteó, cuando Saotome la vio a su lado notó que Akane sangraba de sus brazos, se había sacado la vía que tenía y el vendaje estaba manchado.
—¡Detenla por favor! — gritó perdiendo el equilibrio. Ranma la sujetó con audacia y ella sollozaba histérica…— Anda por ella, no permitas que vaya a verlo— suplicaba.
—Akane es demasiado tarde para eso— la tomó entre sus brazos y la regresó a la cama.
—No lo entiendes, nadie nunca entenderá— decía tapándose los ojos.
—Ella debe saber la verdad al igual que tú ¿o preferías seguir en ignorancia?
—Llévame a la casa de mi padre— pidió.
Pero Ranma negó con la cabeza rotundamente, no era el momento aún…
En ese instante llegó la enfermera, ella se resistía a ser revisada por lo que tuvieron que aplicar un calmante el cual la sedó dejándola dormida.
Era claro que la bomba estaba a punto de explotar, sin embargo Ranma presentía que el desgraciado de Soun no le haría daño a su hija, al menos no todavía.
Continuará…
Estimado lector, muchos sentimientos expuestos… no es fácil enterarse que tu propio padre asesinó a tu madre y todavía embarazada, detalle que Akane no alcanzó a decirle a Nabiki. Las hermanas Tendo han sufrido mucho a causa de la vida que Soun les dio, al parecer la que lleva la mayor carga es Nabiki. La misma Kasumi la cuestionó diciéndole que hasta cuándo soportaba esto…
Se vienen muchas más sorpresas, la venganza en un plato que se sirve frío y Ranma ya comenzó a mover sus fichas.
¿Qué hará Nabiki? ¿Qué dirá Soun?
Todo eso y más en el próximo capítulo, si te gustó déjame tu preciado review amo leerlos.
Pd: ¡Gracias a todos quienes fueron a leer mi nueva historia, titulada Dulce y Embustero Amor. Es muy gratificante leer sus comentarios y sus fallow con tan solo un día de publicada!
Además una querida lectora ha dibujado una hermosa portada para este fic, Shai Os gracias totales por tu talento y dedicación.
Desde Chile una fanática más de Ranma ½
Sweetsimphony
