Ranma ½ no me pertenece.

Randuril sí me pertenece y yo me pertenezco a ella.

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Fantasy Fiction Estudios

presenta:

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Un fic escrito especialmente para Randuril

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JUSTICIA CIEGA

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Solía gustarle la lluvia.

Fuerte, ruidosa, constante, acompañada de una brisa fresca que enfriaba su rostro y aquietaba las pesadillas. Una lluvia como la que los envolvía en días en que no existía nada más que ellos dos en el mundo. Era una lluvia como esa, la que ocultaba el sonido de sus voces cuando se amaban en las penumbras, de un hogar que estaba lleno de su risa, de sus ojos canela, de sus caricias de niña tímida, de sus palabras provocadoras, de su sinceridad y belleza.

Era una lluvia como esa, la que ahora rebotaba con violencia en las piedras grises y formaba charcos en el césped. Fría, cruel, dolorosa, que lavaba la piedra de la lápida y arrastraba con su violencia los pétalos de las flores que había depositado delante de un nombre sagrado.

Se inclinó ante la lápida, no importando que su costoso traje negro se empapara al arrodillarse sobre el césped. Acarició con dedos fríos el hueco tallado que dejaban los caracteres en la piedra. Cerró los ojos. Por un momento pudo imaginar que la forma de los kanjis eran las curvas de sus caderas. Que la helada superficie era la cálida piel de su espalda. Detuvo los dedos temblorosos en el centro del nombre. El agua escurría entre sus dedos y mojaba la camisa y la manga de su chaqueta. Aquel punto exacto era el centro de los pequeños labios cerrados, curvados sensualmente, susurrando su nombre, prontos a besarlo.

—Jefe.

La voz ajena a la fantasía lo arrancó brutalmente de los recuerdos. Abrió los ojos y parpadeó confundido. Ya no estaba ella, tan solo una maldita lápida en su lugar y el dolor amenazó con hacerle explorar el pecho.

—Jefe... —insistió un poco nervioso el hombre, que además había traído un paraguas con que quiso cubrirlo.

Se levantó y no se negó a su asistencia. Pero tuvo dificultades para contener la rabia, que escapó de sus ojos cuando miró a su escolta. Pudo darse cuenta de lo que hizo cuando notó la manera como aquel hombre alto y experimentado en el combate temblaba de pies a cabeza.

—Jefe, los encontramos.

Lo dijo con prisa, como si esperara que la información que traía lo salvará de su ira. Y él, sabiendo que su ira estaba reservada para otros, contuvo su gesto, suavizó su semblante y asintió agradecido.

Dio la espalda a la tumba y caminó entre las lápidas, siempre escoltado por el guardaespaldas que sostenía el paraguas sobre su cabeza. Un automóvil negro lo aguardaba con la puerta abierta y el conductor de pie a un costado.

Dedicó una última mirada hacia la tumba antes de sentarse en el asiento trasero. El conductor cerró la puerta y ocupó su lugar. El guardaespaldas lo hizo en el puesto del copiloto. El vehículo avanzó lentamente hacia la entrada del cementerio.

Atrás quedó la solitaria tumba que un relámpago iluminó en la noche.

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AKANE SAOTOME

AMADA ESPOSA

FUISTE LA VERDADERA CURA DE MI MALDICIÓN

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Mañana 24 de agosto se celebra la que es para mí la fecha más importante de todas: el cumpleaños de mi autora favorita, editora estricta, compañera de aventuras y esposa amada.

A ella le dedico esta pequeña serie que iré publicando durante toda la semana, en un intento por acercarme, aunque sea un poco, a ese maravilloso género que ella tanto adora.

Espero que le guste a ella, que también les guste a ustedes y que me acompañen todos durante los siguientes días con una historia que sale de lo que comúnmente acostumbro a hacer.

Porque la gran artífice de nuestros sueños también merece tener sueños divertidos que leer.

Nos estamos leyendo.

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Noham Theonaus