Decisiones

Los personajes no me pertenecen, son de la gran Rumiko Takahashi esto es sin fines de lucro solo diversión por y para los fans.

Esta obra se reserva en su totalidad los derechos de autor, prohibida su copia o uso.

Una historia AU (universo alterno) solo tomo prestado los personajes, no necesariamente deben apegarse a sus personalidades.

Advertencia: está clasificada para mayores de edad, puede contener violencia física o emocional así como escenas eróticas y lenguaje soez.

O—

Casona Tendo…

Nuevamente encerrada entre esas cuatro paredes Nabiki se sentía muy irritada, con Ryu en el hospital y con un nuevo "casi novio" en la planta baja su humor decaía hasta el subsuelo. Lo único que la tranquilizaba era el mensaje de Akane, ella y Kasumi estarán bien mientras se encuentren lo más lejos de su padre.

Debía lidiar con sus emociones y últimamente eso era difícil, desde el tiroteo en la autopista que andaba muy saltona. Necesitaba serenarse para poder dar el siguiente paso.

Iría directo a la ducha a sacarse el hedor y el olor a sangre que no podía borrar de su nariz. Una vez desnuda y bajo el agua tibia sus pensamientos se despejaban, sus músculos se relajaban y menguaba el dolor de cabeza. Sin embargo no pudo evitar la angustia que le provocaba el estado de salud de Kumon, eso no la dejaría en paz. Decidida salió de la regadera y se vistió con uno de su mejore traje, acostumbrada y fiel a su estilo terminó de pintar sus labios y acomodar el juego de joyas que Ryu le obsequió en su cumpleaños anterior.

Abrió la puerta de su recamara y se encontró con dos guardias de frente, estos la observaron pero no le impidieron el paso. Aunque sí la seguían, bajó las escaleras y en cuanto llegó a la planta baja se fijó en un tipo nuevo, muy joven y al cual ella no había visto y mucho menos contratado, este se le acercó…

—Permítame acompañarla —mencionó muy cortés.

—¿Quién eres? —preguntó la castaña llena de desconfianza.

—Me llamo Ryoga Hibiki, soy el nuevo asistente de su padre —hizo una reverencia y sonrió mostrando su brillante colmillo.

—¡Qué! –exclamó sorprendida y enojada, ese puesto era de Kumon.

—Su padre quiere que cenen juntos —habló haciendo un ademan para que lo siguiera.

—Dile que no puedo —replicó Nabiki yendo hacia la puerta, pero este se interpuso.

—Lo siento, las órdenes de su padre se obedecen —masculló con voz grave.

—Quítate de en medio si no quieres morir —chilló furibunda.

—¡Déjala ir! Sé muy bien a dónde se dirige —gritó Soun apareciendo de pronto.

Nabiki empujó al nuevo asistente y salió sin siquiera mirarlo, no obstante escuchó claramente cuando su padre dio la orden de seguirla.

A tan solo dos metros más atrás iba Hibiki con dos de sus guardias, fastidiada volteó justo antes de entrar al garaje…

—¿Sabes conducir? —preguntó fuerte.

—Sí —respondió él.

—Llévame, pero sin ellos ¿de acuerdo? —el ojimiel la observó con desconfianza, pero igualmente les ordenó a sus hombres devolverse a la casa.

Nabiki subió a uno de los carros blindados como copiloto, el sujeto subió y mientras acomodaba el cinturón la castaña le puso su arma favorita en el cuello.

La tensión era protagonista, Hibiki se quedó tan quieto que parecía que no respiraba…

—Estoy acostumbrada a los perros falderos de mi padre, no te precipites conmigo porque no me tiembla la mano a la hora de disparar ¿oíste? —soltó llena de sorna.

—¿Por qué no me matas ahora mismo?

—Porque no tengo deseos de conducir —respondió rápidamente sacando el arma del cuello del hombre.

—¿A dónde vamos? —preguntó.

—Al Hospital —contestó.

Entonces Ryoga encendió el carro y aceleró, el nuevo asistente sabía muy bien cómo era la hija de Soun, había estudiado su perfil antes. La llevaría tal y como pidió, total el mismo Tendo se lo ordenó.

Casona Yamamoto…

Una discusión acalorada se llevaba dentro de la biblioteca personal de Kimura, Taro estaba echando fuego por la boca en contra de Ranma y la decisión de haber enviado a Ukío a ese lugar, específicamente con Tendo.

—Ella quiso ir, ya te lo dije como cien veces, además me disparó en la espalda ¿qué más quieres? —alegaba Ranma.

—Ukío era de nuestras más leales colaboradoras, ¿por qué te dispararía?

—Eso mismo quisiera saber, pero ya está muerta —replicó el azabache sacando de quicio a Taro quien lo tomó por el cuello para enfrentarlo.

—¿Qué te enoja más, que ella haya muerto o que la enviaran en pedazos? —escupió Akane fastidiada por la actitud del otro heredero…

Taro sin soltar a Ranma giró la mirada hacia su ahora casi "cuñada"

—Esto no tiene que ver contigo —contestó.

—Claro que sí, eres un perfecto idiota si no lo crees así… esas balas iban dirigidas a mí, no a Ranma — aseguró la única fémina del lugar— ¿Era tu amante, tu amiga, le quieres hacer justicia? —agregó.

Taro soltó a Ranma y se acercó a ella con el fin de intimidarla…

—¡Tú y toda tu familia solo nos han traído desgracias! No sabes cuánto te detesto —soltó sin miramientos, con voz sombría.

—¡Pues si tanto me odias intenta deshacerte de mí! —Chilló con todas sus fuerzas Akane— vamos, termina lo que tu leal amiga no pudo —agregó muy alterada.

—Taro —era la voz de Kimura— comprendo que no sea de tu agrado Akane, pero Ranma está seguro de que Kuongi le disparó ¿acaso dudas de su palabra? —cuestionó el patriarca con toda seriedad.

—Creo que Ranma no nos está considerando en sus decisiones, eso es todo —respondió.

—Entonces enfría tu cabeza hijo, Ukío traicionó la confianza que le otorgamos y ahí está la consecuencia. Es más que evidente que Soun se dio cuenta ¿no crees?

En ese momento Taro apretó los puños enojado, salió como un torbellino de la habitación dejándolos en absoluto silencio.

—Debería hablar con él —repuso Ranma con el fin de seguirle.

—Espera, no es prudente todavía —replicó Kimura deteniéndolo.

—Quizás sea mejor que me lleve a Akane de aquí —mencionó el azabache un tanto agobiado por la actitud tan nefasta de Taro con su ahora socia.

—Eso sí que no, no lo permitiré —se apresuró a decir Yamamoto, se levantó de su asiento y fue hasta donde se encontraba Akane —ustedes decidieron estar juntos en esto, ya no hay vuelta atrás.

Ranma miró a Akane como buscando su aprobación, pero solo encontró una mirada fría y llena de resentimiento.

Ambos regresaron a la alcoba, ella se distanció optando por el silencio. Mientras que Ranma la observaba por el borde de su libro, se preguntaba si quizás ella aún buscaba la muerte… cuando Ukío disparó desde el carro, mencionó que había sido la oportunidad para deshacerse de ella. Luego, también se lo propuso a Taro.

—¿Qué tanto me ves? —preguntó Akane al notar la mirada profunda de Ranma sobre ella.

—¿Por qué quieres morir? —replicó él dejando su libro a un lado.

—Dudo que te interese mi sola existencia —respondió con sorna.

—¿Estás molesta conmigo?

—No

—¿Entonces?

—No soporto esta situación, todos los días nuestras vidas están en peligro. Ni siquiera sé si mañana estaré viva, quizás entre tu "hermano" y me ponga una bala en la cabeza…

—No seas ridícula, tú sabes defenderte y Taro no entrará aquí.

—Como sea, tengo muchos motivos para morir… en algún momento me tocará enfrentar la muerte y siento que eso está cada vez más cerca —sentenció.

—Son tantas las veces que he estado junto a ella que no temo morir en sí, temo no cumplir la promesa que le hice a mi madre —arremetió el azabache.

—Yo me aseguraré de que la cumplas, no te preocupes —aseguró su socia.

—¿Cómo?

—Pueden morirse todos aquí, excepto tú… tú me ayudarás a descansar en paz.

—Ah no, eso sí que no. Yo no te ayudaré a morir —dijo Ranma poniéndose de pie.

—No me refiero a eso —replicó ella, él la miró frunciendo el ceño— podré descansar cuando vea caer a mi padre —agregó muy decidida.

—No solo tú, todos… quiero ver el rostro de Kimura, cada día que pasa me es una necesidad cubrir aquello que me estruja el corazón.

—¿Puedo saber, qué harás después? -preguntó Akane curiosa.

Ranma comenzó a soltar el nudo de su corbata y a aflojar un par de botones de su camisa…

—No lo sé —respondió.

—¿Seguirás con el negocio de Yamamoto?

—Mejor deja las preguntas Akane y duérmete.

Ambos se recostaron uno al lado del otro, con sus manos sobre el vientre de cada quien miraban el cielo…

—¿Tuviste un sueño de joven? —preguntó Akane curiosa.

—Y quién no…

—Si no hubiese pasado… si Nodoka estuviera viva ¿quién serías hoy? —una breve pausa acompañado de un suspiro melancólico estremeció a la chica.

—Probablemente sería policía, como mi papá —respondió Ranma finalmente.

Akane se sorprendió de esa confesión, no esperaba esa respuesta, se sintió muy mal al notar que ella era todo cuanto él anheló en algún momento de su vida.

—¿Cómo se llamaba tu padre?

—Cómo para qué o qué quieres saber eso…

—Bueno, quizás lo conocí… en la estación de policías hay un mural dedicado a los buenos policías —respondió ella.

—No lo creo, mi padre falleció cuando yo era un niño.

—Ahora que lo mencionas, recuerdo haber escuchado a Nodoka hablar de su esposo.

—¿En serio? —preguntó curioso.

—Sí, en dos ocasiones… ella nos contó a mis hermanas y a mí que era viuda de un policía que murió en las calles de Tokio en pleno servicio.

—Así fue… tengo pocos recuerdos del viejo, pero fueron buenos.

—Al menos tienes eso, tus padres eran buenas personas y te amaban… en cambio yo, estoy muy lejos de aquello.

Ranma se giró hacia Akane y comenzó a cerrar los ojos….

—Genma Saotome —soltó casi en susurro.

—¿Mmm?

—Así se llamaba, mi papá —finalizó Ranma quedando profundamente dormido.

Akane le siguió, estaba agotada y su mente se desmoronó ante el cansancio.

O—

Esa misma noche, Hospital…

Nabiki bajó del carro junto a Hibiki, su nuevo "perro guardián" título que ella misma le había otorgado, cuando entró al hall del hospital se dirigió hasta el mesón y preguntó por el paciente en cuestión, Kumon había sido trasladado a una habitación privada por orden del mismísimo Soun Tendo.

Hibiki la esperó en el pasillo, la castaña entró a la habitación y su corazón se estremeció al verlo tan frágil. Ryu dormía, tenía puesta una mascarilla que le proporcionaba oxígeno, un inmovilizador en su cuello, vendajes a la altura de sus costillas y un brazo también inmovilizado, sus piernas estaban bien, increíblemente.

El sonido característico de sus tacones sobre el suelo de la habitación inquietaron el espíritu de Kumon, no podía abrir sus ojos, se sentía en un profundo letargo sin embargo ese tac,tac,tac lo espabiló un poco de su ensoñación. Pronto ese perfume de dulce aroma a rosas con toque de chocolate blanco invadió sus fosas nasales y entonces reconoció quien era la fémina que le acompañaba…

—Abre tus ojos —pedía ella con voz temblorosa mientras acariciaba el dorso de su mano— tu querido Soun te puso en la mejor habitación del hospital, qué irónico ¿no? Luego de enviar ese maldito camión… está muy acongojado contigo aquí, quiere que te cases lo antes posible con mi hermana ¿puedes creerlo?... no deberías estar aquí.

El silencio volvió a protagonizar el ambiente, hasta que oyó un tímido sollozo… sí, su querida Nabiki lloraba.

—Cuando despiertes pagarás por esto, nadie me hace llorar maldito cretino —soltó enojada sin dejar de acariciarlo —intentaré venir cada día, la situación no está fácil… despierta porque solo tú podrás ayudarme a salir de este nuevo embrollo, te necesito Ryu.

Finalizó secando sus lágrimas, lo observó detenidamente y besó su frente al igual como él lo hacía con ella.

Sus pisadas se alejaron y el abrir y cerrar de la puerta, le dijeron que ella se había marchado. Nabiki no lo pasaba bien y se preguntó si era solo por el lastimoso estado en el que él se encontraba o si acaso Kasumi no pudo salir del país. Intentó con todas sus fuerzas abrir sus ojos pero no pudo, eso lo frustró mucho. Sin embargo debido a los analgésicos que administraban cada dos horas su cerebro se fue a dormir, evitando que le diera más vueltas al asunto.

O—

Al día siguiente…

Los primeros rayos de sol se colaban dentro de la habitación de Ranma, aún adormilado comenzó a moverse muy despacio, casi por instinto tocó tímidamente a su lado izquierdo encontrándose con un espacio vacío. Abrió los ojos de súbito cerciorándose de lo que sus sentidos le daban cuenta, se incorporó en la cama y echó un vistazo a su alrededor, su sentido auditivo le decía que ella no estaba en el baño y entonces se levantó cual resorte. La buscó por toda la habitación y a menos que Akane gustara jugar a las escondidas ella no se encontraba allí.

Tomó su móvil y le marcó, 1, 2, 3…

—¿Dónde estás? —fue lo primero que dijo apenas ella contestó.

—Tuve que salir, regresaré pronto —respondió ella con la voz un poco apagada.

—Eso no me agrada, sabes que tu padre anda tras de ti ¿qué sucede si te encuentra?

—No me hará nada, tranquilízate —replicó la mujer, pero sus respuestas solo lo ponían más ansioso.

—¡Dime dónde carajos estás! Iré a buscarte —exigía en tono de reproche Ranma.

—Si te lo digo… mi salida no habrá servido de nada.

—Akane escucha, ahora estás bajo mi protección, todo mundo sabe que la menor de los Tendo es mi futura esposa, no todos los clanes son amigos de Yamamoto. No solo Soun va por ti, sino un montón más… lo que viste anoche es un ápice de lo que la mafia está acostumbrada y créeme que no quiero tu cabeza dentro de una bolsa —aseguró muy serio.

Ella no decía nada ¿será que la hizo recapacitar?

—¿Puedes confiar en mí? —preguntó dejándolo estático.

No es que no lo hiciera, el punto es que hay muchos alrededor de ella y es en esos en quien no confiaba.

—Dame un punto medio, te esperaré allí —pronunció lleno de decisión.

Akane le dijo que lo esperara en una zona muy céntrica de la ciudad, Ranma se duchó de forma veloz y abrió esa parte del armario en donde guardaba sus mejores municiones, un regalo de Kimura cuando llegó a su casa. Su perfecto traje lo hacía ver muy elegante, cuando abrió la puerta de su habitación Taro lo esperaba de brazos cruzados apoyado en la pared.

—¿Vas tras ella cierto? —preguntó directo al grano el hombre de ojos rasgados.

—Sí, tengo cita con la novia… parece que fue a embellecerse —respondió ironizando Ranma.

—Akane será tu perdición, ya te enamoraste como un idiota de la Tendo ¿cómo crees que terminará todo esto?

—¿Por qué dices eso? Mis planes no han cambiado en absoluto y ella lo sabe, tiene muy claro que la vida de su padre terminará el día que le ponga las manos encima.

—No lo veo así… tu amor por esa mujer me provoca náuseas, la proteges demasiado y no merece nada de ti, nada de nosotros. Comienzo a dudar si tendrás el valor para cortarle el cuello delante de su hijita —masculló lleno de sorna Taro.

—No entiendo por qué te importa tanto mis sentimientos, no estoy enamorado de esa mujer, pero tampoco la detesto… ella tenía mi misma edad y sé que no es culpable de las fechorías de su padre. También sufre, quizás no de la forma que tú quisieras.

—Admítelo de una vez, hasta duermen juntos…

—Taro no sigas porque me estás colmando la paciencia —advirtió el azabache.

—Quiero que se vaya de esta casa, si no la amas, si no te importa, entonces no salgas ahora tras ella —arremetió su hermano, el ojiazul lo observó con profundidad.

—¿A dónde quieres llegar con todo esto?

—Se fue hace una hora, vi todos sus pasos, iba nerviosa pero logró salir gracias a que di la orden de que así fuera. Nadie se interpuso en su camino ¿comprendes?

—Ya se me hacía raro que pudiera salir así como así…

—Veamos si es tan confiable como tú crees que es, si no regresa… entonces nos traicionó.

—Bien, si en una hora ella no regresa seguiré adelante con mis planes como siempre.

—Ahora vamos a desayunar, Kimura nos espera…

—¿Él lo sabes?

—Sí

Ranma siguió a Taro escaleras abajo, el punto que este quería demostrar no era tan malo, pero su corazón estaba tan inquieto que no le permitió disfrutar de los manjares que se encontraban en la mesa.

O—

Casona Tendo…

Akane se encontraba parada frente al enorme portón de acero forjado de la casa de su padre, sabía que las cámaras de seguridad estaban sobre ella, necesitaba corroborar algo y solo Soun podía hacerlo.

Los guardias de la entrada corrieron a abrirle, era un regalo del cielo según ellos, la menor de los Tendo se presentaba a voluntad en la casa de su padre. La mujer caminó decidida y sin temores, si ese era su fin se encargaría de enviarle la verdad que fue a buscar a Ranma, ese sería su último cometido antes de morir.

En la entrada principal, un joven muy apuesto y que ella no reconoció la esperaba…

—Su padre está muy complacido —dijo haciendo una reverencia— soy Hibiki Ryoga la escoltaré —agregó invitándola a pasar.

Una vez dentro Akane fue directo a la sala principal, notó la falta de ciertos objetos de valor y se preguntó qué habría pasado con ellos…

—Tu hermana desató su furia hace días —era la voz de Soun, ella se estremeció, era insoportable escucharlo mucho menos verle pero debía enfrentar la situación con entereza.

—Nabiki debe odiarte mucho como para estropear tus más preciados tesoros —respondió sosteniéndole la mirada.

—Hija, ustedes tres son mis más grandes tesoros —replicó provocándole un escozor de proporciones.

—Tu cinismo me asquea —soltó irreverente.

—¡Akane! ¿Acaso dudas del amor de tu padre?

—Mandaste a asesinar a nuestra madre embarazada y hace días a Kasumi y su familia, ¡tú nieta se encontraba ahí! ¿Te dio morbo? Claro que no, te estorbaban que es muy diferente.

—Ese fue un mal entendido y no me nombres a tu madre que ese punto lo detesto —aseguró como si nada.

—Por favor… a mí ya no me engañas, nunca más —aseguró Akane.

—Solo discutes con tu padre, cada vez que me ves reprochas mis acciones… ¿tanto me odias hija? Todo lo que hice es por el amor que tengo por ti, Nabiki lo sabe pero ella tiene un carácter de los mil demonios. Cuando se enoja es igual a esa mujer… —soltó sin medidas.

—Esa mujer es quien nos trajo al mundo, tú la elegiste para casarte ¿no? Para qué carajos la sedujiste si ni siquiera la amabas… Kimura pudo hacerla feliz, pero le desgraciaste la vida con tu puto egoísmo —escupió Akane perdiendo el control.

—¡Cállate ya o te arrepentirás! —gritó iracundo, las venas del cuello se le marcaban y su mirada se volvió fría de un momento a otro.

—Vine aquí por una sola razón, sé muy bien que podría ser la última vez que estaré con vida así es que contéstame esta pregunta…

—¿Qué quieres saber?

—Genma Saotome ¿lo recuerdas? —los ojos oscuros de Soun se apagaron en cuanto lo oyeron, Akane lo sabía, el padre de su socio era conocido en el círculo y es por eso que se sentía tan inquieta anoche…

—Ese hombre está muerto, dime ¿por qué te interesa saber de él?

—Lo mataste tú ¿verdad? En alguno de tus "mandados"

—Cuál sería la diferencia… solo le ayudé a morir con dignidad —soltó de cuajo.

—¿Por qué? él era un policía, lo verifiqué… murió con honores.

—¡Ja! Pero qué tonta eres hijita… siempre viendo el vaso medio lleno, la versión de tu historia es la rosa ¿no? El buen hombre que murió en servicio, un mártir.

—Entonces… dímela tú, cuéntame tu versión de la historia.

Soun caminó hacia su hija y frenó su andar justo a su lado…

—¿Estás segura? —Preguntó con voz lúgubre cerca de su oído— quizás sea una verdad que no puedas soportar, hay cosas que es mejor continúen bien enterradas -aseguró.

—Siempre tuve mis reservas contigo… eres un mafioso frío y déspota. No te importó separarnos de nuestra madre, tampoco quitarle la vida y dejarnos sin su cálida compañía, dices que todo lo haces por nosotras pero dime… ¿qué es? Porque no lo veo.

Soun volteó a verla y extendió sus brazos hacia el cielo…

—Todo esto, lo que pisas y lo que ves… lo obtuve de ese hombre, de ese bueno para nada— escupió con desprecio— Genma Saotome, era un japonés que conocí cuando era apenas un chiquillo, nos hicimos amigos pero él en su afán de ser rico, se fue a China. Allí consiguió lo impensado… se hizo amigo de un hombre muy poderoso y cuando este murió heredó todas sus riquezas, regresó a Japón en gloria y majestad.

Me ofreció empleo y accedí, quería mirar con mis propios ojos la vida llena de lujos que ese pobre miserable había obtenido. Una vida que yo merecía, entonces fue que llegó Nodoka a su vida, el muy idiota se enamoró y se casó.

—No puede ser… ¿qué le hiciste a esa familia?

—Lo que cualquier hombre con un mínimo de avaricia haría, despojarlo de todo por su futuro —respondió.

—¡Nodoka murió por tu causa y su hijo pasó diez años en prisión por un crimen que no cometió! ¡Cómo puedes decir eso! —gritó con los ojos nublados en lágrimas, Akane estaba deshecha.

De pronto un toque brusco a la puerta que daba a la sala principal los sacaba de su desastrosa conversación…

—¡Abre esa maldita puerta! —gritaba Nabiki histérica.

—¿Quieres seguir oyendo? —Akane negaba secándose las lágrimas que resbalaban por sus mejillas.

—No solo fui su mejor amigo, le ayudaba administrar su dinero, un día le dijo a su esposa que quería ser policía y el muy cretino se puso a estudiar y se convirtió en uno, así como tú… fue entonces que comencé a desviar ciertos pagos a mis cuentas bancarias. Poco a poco lo fui dejando en la ruina, hasta que un día tuvo que irse porque la hipoteca del banco le quitó la casa, Nodoka se puso muy triste pero apoyaba a su esposo y como buena mujer le siguió a esa casucha vieja en donde finalmente murió.

—¡Ya basta! No lo soporto…

—¡Pero tú querías oírlo! Ahora vas a escuchar hasta el final —gritó fuerte.

En ese instante un disparo fuerte se oyó sobresaltando a padre e hija…

Nabiki asomaba con una escopeta en el hombro dejando un hoyo en la que un día fue chapa de la puerta.

—¡Pero qué mierda haces aquí! —Gritó al ver a Akane— ¿Por qué carajos no abrían la puerta? ¡¿Qué le hiciste a mi hermana?! —exigía saber la castaña.

—Tu hermana vino a mí por respuestas y se las estoy dando… claramente no le agradan eso no es mi culpa Nabiki, baja ya esa maldita arma.

Nabiki abrazó a su hermana menor para consolarla, Akane estaba desarmada a punto de derrumbarse…

—Te dije que no vinieras, yo lidiaré con él —susurró en el oído de su hermana.

—Bien, prosigo… —dijo como si nada, no importándole el estado de su hija— en la pobreza pero feliz junto a su esposa, perdí contacto… mientras movía mis fichas logré entender que para ser un rey debo gobernar con sabiduría, en tan solo dos años era dueño de una parte importante de Japón, mi imperio y mi clan eran nombrados con temor por otros mafiosos incluyendo al mal nacido de Kimura. Genma se dedicó a salvar vidas y a esa mierda llamada "justicia" mientras que yo, adquiría más y más poder.

—¿De qué hablas? —cuestionó Nabiki.

—De Genma Saotome… gracias a él hoy soy el mejor y más codiciado mafioso de Japón ¿puedes creerlo hijita? —la castaña abrió los ojos impresionada, coincidencia o no, ese apellido era el mismo que llevaba Nodoka y por ende su hijo.

—Pasaron muchos años, Genma comenzó a mover hilos dentro de la policía para acabar con la mafia ¿pueden creerlo? El muy idiota pensó que podría conmigo… cuando se enteró de que yo era el jefe del clan que quería desbaratar descubrió la verdad, fui yo quien lo dejó en la calle y arruiné el futuro que tenía para su familia. En verdad pensé en ignorarlo… después de todo me había hecho un gran favor con sus millones. Pero el desgraciado arruinó un embarque que traía cosas muy valiosas para mí, fue entonces que di la orden, intentó salvar su pellejo pero mis hombres lo acribillaron y ni el chaleco anti balas lo salvó.

—¡Estás desquiciado! —gritó Akane.

—¡Por qué le dices eso, por qué! —Nabiki gritaba enojada, Akane temblaba bajo sus brazos.

—Porque vino por la verdad, ya no es una niña y no olvido que quiso irse con Yamamoto igual como lo hizo la zorra de Naoko hace años…

En ese momento Nabiki se puso de pie soltando a Akane…

—Repítelo —dijo con los ojos inyectados en sangre.

—¿Qué?

—¡Repite lo que dijiste de mi madre! —gritó histérica, tomó la escopeta y le apuntó por primera vez en su vida. Soun estaba quieto, la miraba con aires de superioridad muy en el fondo sabía que su hija no sería capaz.

—¡Cómo te atreves! —gritó él muy iracundo, en ese instante cinco hombres entraron a protegerlo cual escudo incluyendo al nuevo.

Nabiki disparó sin titubear al hombre que se encontraba a su izquierda, Soun tembló ante el ruido que el misil hizo al atravesarle la cabeza, la sangre salpicó en su rostro dejándolo estático. Los hombres alzaron sus armas en contra de las dos herederas, al tiempo que el hombre caía desplomado sobre el suelo.

—¡Si vuelves a pronunciar el nombre de mi madre, te llevaré al infierno! —gritó Nabiki.

—No lo hagas —pidió Akane— no es el momento todavía —agregó poniendo su mano sobre la escopeta, lentamente obligó a que su hermana bajara el arma.

—¡Largo de aquí! —ordenó en un grito ensordecedor, los hombres se movieron de inmediato.

Nabiki caminó con la escopeta en su mano derecha directo hacia su padre, la arrastraba por el suelo provocando un sonido molesto, se paró frente a él y le entregó el arma bruscamente en medio de su pecho obligándolo a tomarla.

—Puedes matarme ahora mismo, si no lo haces te arrepentirás…

—¡Nabiki! —gritó Akane.

Ella giró para darle la espalda a su padre y caminó de regreso hasta donde estaba su hermana menor.

—No vuelvas nunca más, incluso si muero, no quiero verte cerca de él ¿comprendes? —dijo cerca de su oído.

—¡A donde crees que vas Akane! —gritó Soun.

—Ya tuve suficiente, no deseo seguir aquí —respondió.

—No importa cuánto te ocultes, te encontraré, tu prometido se encuentra enfermo pero sé que es fuerte y cuando despierte iré por ti ¿comprendes?

—No me casaré con Ryu, te lo he dicho mil veces.

—Eso ya lo veremos hijita… en unas semanas será la postura de tu hermana.

—¿Qué? —frunció el ceño Akane al oírlo.

—Será una ocasión especial, no faltes —mencionó.

¿Acaso estaba loco? ¿Cómo podía pensar en boda después de confesar semejante aberración? Nabiki estuvo a punto de dispararle y él actúa como si nada.

Cuando Akane junto a su hermana estaban a punto de salir de allí este volvió a gritar…

—¡La historia no acabó allí! —Exclamó provocando que Akane se detuviera— esta hermosa casa en donde te criaste, perteneció al difunto Saotome —masculló con burla.

Akane ni siquiera volteó a verle, a pasos agigantados salió de allí. Nabiki la escoltaba hasta la salida acompañada de Hibiki.

—Trae un carro —solicitó y este fue por uno— ¿Akane no ves el peligro? —cuestionó.

—¿En serio le ibas a disparar? —arremetió la menor.

—No es la primera ni la última vez que estoy a esto de meterle una bala —contestó.

—Lo odias, eso lo puedo ver en tus ojos.

—¿Acaso tú no?

—Con todas mis fuerzas y duele…

—Es un hombre que no tiene límites, ni siquiera nosotras lo somos —replicó la castaña.

—Nabiki, cuídate porque Ranma vendrá por su cabeza más pronto de lo que crees.

—Estaré esperándolo, no me perderé ese momento.

—¿Cómo está Ryu? —preguntó Akane.

—Tu prometido está grave pero estable, te enviaré la dirección del hospital pero te advierto que los hombres de papá están allí.

—No digas eso… sabes que no pienso casarme con él.

—Me salvó la vida, es por mi culpa que se encuentra allí —comentó con voz apagada.

—Ryu lo haría por ti mil veces, no te sientas culpable porque si lo hizo es porque te quiere mucho.

—Debió salvar su pellejo y hacerme un favor.

—¡No digas eso! Que ya tengo suficiente con la partida de Kasumi.

—Ellos estarán bien, me encargué personalmente de que no les faltara nada.

—¿Crees que podamos reunirnos alguna vez? —preguntó Akane con la esperanza de un "sí"

—Qué más quisiera… poder abrazarla y ver crecer a mi pequeña Naoko — dijo Nabiki con la mirada perdida— lo que sea que nos depare el destino me doy por pagada al saber que mi hermana y su familia no estarán aquí para ver tanta calamidad.

En ese momento llegaba Hibiki con el carro…

—¿Puedes conducir? —preguntó Nabiki a su hermana menor.

—No, no me siento bien…

—¡Ash, maldita sea de nuevo estás con esas crisis! —Akane solo asintió— Tú, lleva a mi hermana a donde ella te lo pida si algo le sucede en el camino…

—Lo sé, lo sé estaré muerto —se apresuró a decir antes de que ella terminara la frase.

—¿Estarás bien? —preguntó Akane con el vidrio abajo.

—Dijo que me quiere ver comprometida, seguramente no me a disparar todavía…

—No me digas eso que más me angustio —recriminó la menor.

—Solo vete, no vuelvas Akane. No sé si podré ayudarte una próxima vez.

Ambas hermanas se dedicaron miradas de afecto, parecía una despedida.

—Cuando te bajes, dile al chofer que te entregue lo que puse en el maletero —Akane asintió.

Entonces se fue, el coche salió veloz desde la casona hasta la calle. Nabiki entró nuevamente a la casa, encontrándose con un su padre quien se limpiaba con un pañuelo blanco la sangre salpicada del hombre que ella misma asesinó a sangre fría.

—¿Qué harás? —preguntó Soun.

—Iré a la oficina a trabajar, tengo mucho que hacer ¿quieres otro round? —respondió desafiante.

—Necesito que atiendas a Kuno, tienen que planificar el compromiso y además quiero que me traigas a tu hermana de regreso.

—Lo del compromiso lo haré, lo de Akane puedes ir tú mismo por ella —replicó Nabiki dejándolo solo.

Ni mil pañuelos quitarían toda la sangre que ha derramado de sus manos, pensó.

O—

Durante el trayecto…

Hibiki miraba por el retrovisor a la menor de los Tendo, la mujer se veía pálida y con un ligero brillo perlado en su frente, no sabía qué tenía pero entendía que la situación en la casa de su padre la había alterado demasiado.

Cuando Akane le dijo a donde iban, el sujeto se incomodó, no era su plan encontrarse con él todavía.

Una hora tardó en llegar a la casona que jamás imaginó ver… la placa en letras doradas decía claramente "Yamamoto"

Akane bajó el vidrio y asomó su rostro descompuesto, los guardias la reconocieron y avisaron que la chica no venía sola…

Más de dos horas tardó Akane en regresar considerando el tiempo que se supone concertarían la cita, Ranma estaba enojado y desilusionado. Taro celebraba y Kimura como siempre observaba en silencio el actuar de sus dos hijos putativos… pero cuando el guardia dio aviso de que un coche traía a la Tendo menor, el corazón del azabache dio un vuelco.

—Dile que puede entrar —dijo Kimura.

El coche avanzó una vez las puertas se abrieron, lento recorrió el sendero hasta la entrada principal de la casa, allí estaba el gran Kimura Yamamoto, acompañado de Taro y de su preferido.

Ranma se acercó al coche y asomó a ver a Akane quien no bajaba…

—Creí que me habías cambiado…

—Lo siento, tardó un poco —respondió ella apenas, este abrió la puerta y sostuvo su mano.

—Estás tan fría —dijo él ignorando al muchacho que conducía— ¿Puedes caminar? —preguntó ayudándola, pero la verdad es que esta vez Akane apenas le miraba la cara, no era solo el hecho de que se sintiera mal, algo más había.

Ranma la tomó entre sus brazos y pasó por delante de Taro quien veía la escena en completo disgusto.

—Calma tus ansias hijo, la mujer regresó —sentenció Kimura.

Akane estaba muy hiperventilada, Ranma lo sentía en su respirar… ella se aferraba a su cuello como si quisiera esconder su rostro de él. Cuando llegaron a la habitación este la dejó sobre la cama con sumo cuidado…

—Ya regreso —dijo él a paso presuroso saliendo nuevamente.

Unos quince minutos después un médico entraba a atenderla, Ranma observaba todo lo que hacía el galeno, desde la toma de presión hasta una muestra de sangre que le sacó por insistencia de él mismo.

—El medicamento que le di, la mantendrá tranquila —dijo el médico antes de irse.

—¿Y nada más? —cuestionó el azabache.

—Estas crisis de pánico debe aprender a controlarlas, ella mencionó que las sufre hace años…

—Sí, pero cada vez es más seguido.

—Es porque algo le está haciendo mal, necesita paz ¿comprende?

Solo entonces el médico se fue, como era de esperar Ranma se sentía muy disconforme. Cuando volteó a verla ella estaba con los ojos cerrados, se acercó a verla y la cubrió bien con una manta.

—No hagas esto —pidió ella sujetando dos de sus dedos.

—¿De qué hablas? —cuestionó.

—Tengo que decirte algo y no tengo cara para mirarte a los ojos —mencionó muy acongojada.

—¿Por eso te fuiste en la mañana? Lo que fuiste a buscar te dejó ¿así? —pronunció serio.

Akane solo asintió, no podía verle pero tampoco quería soltar sus dedos…

-¿Hiciste algo que no me agradará? ¿Tiene que ver contigo?

—No… en realidad contigo —aseguró.

—Creo que ya tenemos la suficiente confianza como para decirnos lo que sea, solo dilo de una vez— insistió Ranma inclinándose hacia ella tomando su mentón con la mano que tenía libre, obligándola a verle los ojos.

—Creo que me odiarás y no te culpo —mencionó Akane con los ojos enrojecidos.

—Me pones ansioso —respondió él.

—Anoche me quedé pensando en el nombre de tu padre… —comenzó a decir— sabía que lo había oído antes, no solo en la estación de policías, en casa de mi padre —aseguró sorprendiendo a Ranma.

—¿Qué me quieres decir?

—Tenía dudas y apenas desperté fui a verle para aclararlas.

—¡Qué! Fuiste con tu padre, ¿cómo es que permitió que regresaras? — cuestionó Ranma impresionado, ahora comprendía un poco su lastimoso estado.

—Tuve ayuda, mi hermana me envió en un carro contigo…

—Akane, solo mírate ¡qué carajos pudo decirte para que te sientas tan mal! —reclamaba el ojiazul.

—Mi padre conocía al tuyo mucho antes de que nosotros naciéramos, no me interrumpas porque no sé cómo decirte esto —se apresuró a decir ante la sorpresa en los ojos de su socio —tu padre fue muy rico antes de ser policía ¿lo sabías?

—¡Por supuesto que no! Mi familia siempre fue humilde pero de mucho esfuerzo.

—Genma y Soun se conocieron muy jóvenes, por vueltas del destino tu padre se hizo rico en China y regresó para asentarse en Japón…

—¿Cómo sabes eso? Parece un cuento y no es divertido, mi madre jamás lo mencionó.

—Porque te quería proteger —replicó Akane.

—Nunca tuvimos enemigos, ¿de qué hablas?

—Soun le robó a tu padre toda su fortuna, lo dejó en la calle… tu padre se fue a esa casita en donde viviste toda tu vida, lo más grave de todo esto es que no se conformó con despojarlo de sus bienes…

Ranma estaba como ido… cada palabra que salía de la boca de Akane era abrir esa herida en su corazón, la falta de una figura paterna era algo con lo le costó lidiar toda su vida y presentía que algo muy malo le iba a decir.

—¿Ranma?

—¡Solo acaba ya! —exigió.

—Una vez tu padre se convirtió en policía, se abocó a desbaratar bandas controlada por narcotraficantes, entre ellos mi padre. Genma arruinó una carga que venía por barco para Soun y este último… dio la orden para quitarle la vida.

En ese preciso instante Ranma soltó la mano de Akane, se incorporó y soltó el nudo de su corbata, giró y caminó hacia el gran espejo para golpearlo con todas sus fuerzas haciéndolo trizas. Los ojos almendrados de quien le daba aquella terrible noticia se estremecieron al verlo no solo enfurecido, sino dolido…

—O sea que la muerte de mi madre no fue una puta coincidencia… no solo me quitó a mi única familia, también me dejó sin padre y hasta me quitó el patrimonio que él obtuvo en vida.

—Sí —soltó ella apenas.

—¡Nunca podrás imaginar cuánto desprecio a tu padre, si antes estaba decidido a acabarlo ahora es mucho peor!

Akane se levantó con dificultad y fue hasta él…

—No puedo ni tengo derecho a nada… desquítate conmigo —suplicó posando sus pequeñas y delicadas manos sobre el agitado pecho de este.

—¡Lo haré sufrir como no imaginas!

—Llévame con él… supongo que sirvo más muerta que viva —soltó Akane dejándolo estupefacto ¿acaso le pedía que le quitase la vida?

—¡Eso no sucederá! — gritó él sacando sus manos de encima.

Ranma se dirigió hasta la puerta y la abrió bruscamente, Akane le seguía de cerca y gritaba su nombre desesperada. Todo mundo en la casa Yamamoto salió a ver qué sucedía ante el griterío estrepitoso de la novia.

Justo al llegar al borde de la escalera Akane logró alcanzarle…

—¡No vayas así!

—¡Qué me queda Akane! mírame, soy un maldito huérfano con sed de venganza.

—¡Pero qué mierda sucede aquí! —aparecía Taro reclamando ante el escándalo.

—Lo sé, pero estás muy alterado solo medítalo un poco por favor —suplicaba su socia.

—Lo siento…

—¡No! ¡Ranma no vayas, te matará! —gritó cuando Taro la sujetaba por un brazo deteniéndola.

—¡Mujer! Déjalo ya…

—¡Suéltame infeliz! —chilló ella justo cuando Ranma llegaba al final de la escalera.

Kimura se acercaba a verle para saber qué estaba pasando, entonces un grito de dolor proveniente de Akane los sacudió a ambos. Ranma vio como ella caía escaleras abajo, su menudo cuerpo rodaba sin parar tan rápidamente que no le dio tiempo de nada.

¡Está muerta! Chillaba una empleada de servicio muy horrorizada, Ranma se acercó temeroso, el rostro de Akane estaba manchado por una fina línea de sangre que corría desde su cabeza y bajaba hasta su mentón.

Con temblores por todo su cuerpo tomó su mano, Kimura se acercó a tomarle el pulso posando dos de sus dedos en el cuello de Akane. Ranma lo vio esperando una respuesta, este negó con seriedad.

Un suspiro cargado de calamidad salió desde la boca de Ranma, alzó la vista con mirada asesina a Taro quien se encontraba arriba, justamente desde donde cayó Akane.

Continuará…

Nota del autor

Estimado lector, como cada sábado espero les haya gustado esta actualización. Aunque con un final muy dramático, Ranma se entera por boca de la misma Akane de una verdad muy trágica y que suma a su venganza.

Soun le desgració la vida en toda la extensión de la palabra a Ranma ¿Creen que hay algo más por descubrir?

Me encantaría saber sus opiniones, si te gustó te invito a dejar tu review, amo leerlos.

Desde Chile una fanática más de Ranma ½

Sweetsimphony._