Tragedia

Los personajes no me pertenecen, son de la gran Rumiko Takahashi esto es sin fines de lucro solo diversión por y para los fans.

Esta obra se reserva en su totalidad los derechos de autor, prohibida su copia o uso.

Una historia AU (universo alterno) solo tomo prestado los personajes, no necesariamente deben apegarse a sus personalidades.

Advertencia: está clasificada para mayores de edad, puede contener violencia física o emocional así como escenas eróticas y lenguaje soez.

O—

Taro Yoshida había nacido dentro un núcleo familiar que lo esperaba con ansias, sus padres anhelaban un heredero que llevase su apellido y que por supuesto se hiciera cargo del negocio familiar. El señor Yoshida hacía su trabajo y se dedicaba con esmero a los campos de viñedos, esa era la fachada ideal para su real negocio, la empresa de vinos que había creado y en donde lavaba dinero, con ella hacía tratos con otros mafiosos de Japón y en consecuencia se hizo rico en muy poco tiempo.

Cuando terminó la dulce espera de la pareja estaban felices, el niño era saludable, poco a poco ese bebé fue creciendo y a los diez años pasó de ser hijo único a ser el mayor de un rechoncho bebé que dieron por nombre Haru. En un principio fue difícil para ese niño compartir la atención de sus padres con el nuevo integrante, poseedor de una personalidad fuerte Taro no compartía con su hermano menor más que la hora de cenar, sin embargo recién a la edad de cinco años el pequeño de la casa Haru lograba comunicarse con un adolescente Taro. La relación de los hermanos fue mejorando, su madre estaba dichosa de verles compartir y su padre pensaba que su adorado primogénito estaba madurando.

El tiempo transcurrió y los jóvenes herederos seguían creciendo, un día el más pequeño enfermó, su hígado no funcionaba bien y el padre hizo de todo para salvarle, incluso donó parte de su propio órgano para que su retoño sobreviviera, la operación había sido exitosa. Lenta pero segura la recuperación de ambos Yoshida iba mejorando, el pequeño cuerpo de Haru aceptaba el trasplante.

La familia se recuperaba de la preocupación por la salud de sus seres queridos, tan solo ocho meses después el patriarca debía emprender un viaje de negocios al norte de Japón, un nuevo clan se hacía paso por esos lados abarcando cada vez más territorio, Tendo se llamaba el hombre que firmaría un contrato millonario con los Yoshida.

Entusiasmado, el padre de Taro viajó junto a su esposa en un vuelo que el mismísimo Soun Tendo había planificado, esa tarde calurosa de verano fue la última vez que los hermanos Yoshida vieron a sus padres con vida, el avión caía al vasto mar a tan solo diez minutos de tocar tierra.

Taro con diecisiete años no aceptaba la pérdida, apenas lidiaba con su dolor y dejó de lado a su hermanito quien no comprendía el significado de la muerte.

Cuando llegó el día de la lectura del testamento, Taro se sorprendió al escuchar que no podría hacer uso de los negocios de la familia hasta que su hermano menor fuera mayor de edad. Su padre quería que ambos se hicieran cargo de todo y en caso de alguno abandonar al otro, el que quedara sería el nuevo jefe del clan. Con ese mente y muy enojado, un inmaduro Taro decidió irse del nido y con ello abandonar a la única familia que tenía.

Taro no demostraba ni un tipo de aprecio por su hermano menor, el mismo Haru intentó acercársele pero para entonces él ya era parte del clan Yamamoto.

Esa misma noche, en medio de la fiesta…

El hombre de ojos rasgados conducía como un maldito lunático por las calles apabulladas de Tokio, ver a su sangre le removía la poca conciencia que le quedaba. Y no era para bien, mientras que Haru esperaba encontrar un atisbo de esperanza en su hermano mayor, el otro solo pensaba en que muy pronto sería dueño de todo, del clan Yamamoto y reclamaría su parte como Yoshida, su sueño era ser el único amo y señor de la mafia japonesa y para ello eliminaría a un grande primero, con el poder de ambos clanes unidos podría derrocar al vejete de Tendo y al fin gozar de la posición que se le negó en su momento.

Puso el pie sobre el acelerador, nadie lo detendría, con Ranma fuera de juego tenía la pista libre para cometer su trazado plan.

O—

Hotel Ritz…

El ansiado encuentro entre Nabiki y Ryu se veía pospuesto ante la interrupción de Kodashi, la pareja de amantes había decidido separarse, Nabiki se dirigía al elevador regresando así a la fiesta y volvería a fingir lo feliz que la hacía el dichoso compromiso. Cuando la puerta de este se abrió, un enojado Tatewaki al fin la encontraba, ella dio un paso adentro y este la jaló brusco de su brazo.

—¡Puedes decirme dónde carajos estabas! —le gruñó cerca de la cara.

—¡Suéltame infeliz! —chilló ella pero él no hacía caso.

—Se me acabó la paciencia contigo, mi hermana me dijo que te revolcabas con un mesero, ¿en serio? Un sucio mesero te excita más que ¿yo? —reclamaba ofendido.

—Si ya le crees a tu hermana, qué objeto tiene responder esa pregunta —respondió ella desafiante.

La puerta del elevador se cerraba con ellos solos dentro, Ryu vio cómo el mal nacido la sostenía pero no la alcanzó, entonces bajó rápido por las escaleras del servicio, la idea era pasar desapercibido pero la situación no lo permitía.

—Nabiki Tendo serás mi esposa aunque no te guste, cada vez que me rechazas más te deseo —musitó asqueándola.

—Ya déjame en paz, ¿qué pretendes obligándome?

—Solo quiero que recuerdes esto, podrás revolcarte con quién se te dé la gana pero cuando seas mi esposa se te acabó tu juego de seducción.

—¡Muérete! —escupió ella y él la bofeteó tan fuerte que la castaña cayó al suelo aturdida.

Nabiki apretó fuerte sus manos en puño, estaba iracunda por el atrevimiento de tocarla, entonces la puerta del elevador se abrió, sí, al fin llegaba al primer piso y lo primero que vio Ryu fue a su querida castaña en el suelo y con su rostro enrojecido, Kuno cruzó miradas con Kumon.

—Tú… ¿no se supone estabas medio muerto en el hospital? —cuestionó Tatewaki.

—Nabiki sal de aquí —le dijo moviendo el cuello de un lado a otro.

—¿Qué, cómo te atreves? no te entrometas, ella es mi prometida —encaró sin un ápice de vergüenza.

—Solo vete Ryu —pidió Nabiki poniéndose de pie.

—Ya la oíste, no te necesita —soltó Kuno golpeando suavemente el hombro de Ryu.

—¿Sabes lo que les pasa a los cobardes que golpean a las mujeres? —preguntó Kumon.

—Por favor, ella me provocó tú debes entenderlo ¿no? —esbozó una cínica sonrisa.

Ryu lo tomó por la solapa de la elegante chaqueta y lo acercó a su rostro…

—No, no lo entiendo —respondió dándole un cabezazo que lo hizo perder el equilibrio, Kuno quiso arremeter con un golpe directo a su rostro pero este lo esquivó y terminó cayendo al suelo de bruces.

Justo en ese momento Akane junto a sus guardaespaldas pasaban por el hall, inmediatamente se acercó al notar que Ryu iba a torcerle el cuello.

—¡Pero qué carajos sucede! —exclamó la menor.

—Este infeliz golpeó a Nabiki —respondió enfurecido Ryu.

—Ayúdame, todo mundo se dará cuenta —suplicó la castaña a su hermana.

—¿En verdad te golpeó? —cuestionó Akane tomándolo por los hombros.

—Sí, iba darle su merecido pero Ryu no me dejó —bufó de brazos cruzados.

—Nabiki, tú no eres rival para ese hombre a no ser que andes armada.

—Yo mismo le despedazo el cuello Akane —masculló Ryu tomándolo desde el cabello.

—Espera —musitó la menor— llévalo al jardín posterior, vamos a enseñarle cómo se debe tratar a una dama —sentenció Akane.

Los mismos guardias que custodiaban a Akane ayudaron a levantar a Tatewaki, quien estaba mareado por los golpes que había recibido de Ryu, una vez afuera lo sentaron en una silla y bajo la atenta mirada de las Tendo, Kumon lo despertó arrojándole un vaso de agua en la cara.

—¡Pero qué mierda crees que haces! —exclamó apenas despertó.

Akane se paseó delante de él y pasó su brazo por alrededor de su cuello y comenzó hacer una ligera presión haciendo que con cada segundo el aire se escabullera…

—Ya nos presentamos, pero creo que es bueno aclarar ciertos aspectos —comenzó a decir la menor, Kuno llevó sus manos hacia el brazo que lo asfixiaba pero por más que intentaba zafarse nunca lo logró, Akane ejercía mucha fuerza y la llave lo bloqueaba— ¿Sientes cómo te falta el aire? —preguntó, Tatewaki solo movía su mano y es que no podía hablar —la próxima vez que intentes tocar a Nabiki, piénsalo, porque con este mismo brazo te haré pagar ¿entendido? —un ligero movimiento de cabeza asintiendo fue el pase para que ella lo soltase.

—¿Eso es todo? —Preguntó Ryu muy ofuscado— a mí me partiste la cabeza dos veces y a este infeliz ¿lo asfixias? —cuestionó completamente insatisfecho.

—¿Qué le quieres hacer? —preguntó Akane rodando los ojos.

—Unos huesos rotos creo que estaría bien —respondió muy a la ligera Kumon y entonces el grito ensordecedor del hombre que tenían en la silla los trajo de regreso.

Nabiki lo había tirado al suelo aprovechando que recuperaba el aliento, pero no conforme con eso con una botella del mejor champagne le propinó un golpe en la entrepierna que lo dejó viendo doble. Envalentonada iba a darle con la misma botella en la cabeza pero su hermana la detuvo.

—Ya déjame Akane no eres policía, si no quieres ver esto vete —pidió Nabiki.

—No es el momento, todo está tirante dentro papá se descargará contigo —replicó la menor.

Con ayuda de los hombres que custodiaban a Akane lograron poner de pie y llevar a Tatewaki de regreso a la mesa, el hombre no podía caminar de dolor, Kodashi miraba con desconfianza a la castaña aunque no pasó desapercibido para Soun que ella tuviera el rostro enrojecido.

—¿Tu novio se propasó? —preguntó exasperándola.

—Con el golpe que le di en las bolas, no podrá caminar en dos días —escupió ella haciendo que Soun escupiera el sorbo de vino que llevaba a su boca.

—¡Qué hiciste qué! —exclamó mirándola muy serio y con reproche.

—Agradécele a tu querida Akane, sino estaría bien muerto —susurró en el oído de su padre.

Entonces apareció su mesero favorito, pero entre la conmoción de sus palabras el sonido de la música y el murmullo continuo de los asistentes nadie se dio cuenta de su identidad, Ryu había pasado a dejar una bolsa con hielo que el dolorido Kuno pidió, además de otra nota que ella supo guardar con mucha astucia.

Akane estaba preocupada, miraba cada tanto el elegante reloj que se encontraba en el salón de eventos, pero aprovecharía el espacio y caminó con mucha soltura y distinción entre los asistentes hasta llegar a la mesa de un acongojado Haru, algunas mujeres le coqueteaban sin miramientos. El muchacho era guapo, de cabello castaño cenizo con buen porte y por sobre todo una enorme fortuna a cuestas. El joven Yoshida miraba los camarones de su plato mientras una de las mujeres tocaba su muslo, la vio con notoria incomodidad pero en cuanto la menor de los Tendo se paró frente a él, este se puso de pie un poco sorprendido.

—¿Y tu novio? —preguntó con torpeza.

—Me ha dejado sola, ¿quieres hacerme compañía? —preguntó ella sin tapujos.

Era tan obvio que el chico había quedado prendado de Akane, asintió como si lo invitaran a un juego de futbol, se movió rápidamente dejando solas a las dos mujeres que lo acechaban quienes vieron a su rival con furia.

Haru sabía de buenos modales, le ofreció su brazo y ella lo tomó con naturalidad, caminaron de regreso a la mesa que estaba destinada para el clan Yamamoto.

—¿Cómo lo estás pasando? —preguntó Akane.

—Pues, estos eventos me aburren un poco pero debo venir por formalidad —respondió bajito.

—Te entiendo yo antes fui policía ¿sabes a cuántos "eventos" asistí por complacer a mi padre? — él se sorprendió, abrió sus ojos al escuchar esa palabra,

—No lo sé —contestó.

—A muchos, de hecho nunca debí hacerlo pero en ese entonces me importaba complacerlo.

—¿Y ahora no? —Preguntó curioso.

— No —contestó tajante.

—Tendo siempre se ufana de la relación de familia, yo envidio eso, no sé lo que es tener una —comentó Haru un poco pensativo, en su interior no comprendía ese tono apático de Akane para con su padre y claro él ignoraba las atrocidades que este último había cometido.

—Cuando te das cuenta de que tu padre es un monstruo, entonces no hay forma de que pueda volver atrás ¿comprendes?

—No, yo quedé huérfano muy pequeño y mi padre era todo para mí, gracias a él hoy sigo vivo —mencionó.

—Es que no todos los padres son iguales, pero que bueno que guardes gratos recuerdos de él, yo no podría enumerar siquiera uno —aseguró Akane bebiendo de su copa.

—¿Y qué hay de tus hermanas? —preguntó más curioso.

—Ellas son todo para mí —Akane pudo ver un brillo en los ojos de su acompañante el cual se opacó de súbito.

—Ya quisiera haber tenido hermanas como las tuyas —respondió removiéndose de su asiento.

—Bueno, yo podría ser tu hermana —agregó Akane con una dulce sonrisa que lo hipnotizó.

—No podría verte como tal —respondió un poco avergonzado.

—¿Acaso me coqueteas porque mi novio me abandonó? —preguntó muy divertida Akane.

—Es el vino —respondió alzando la copa y ambos se echaron a reír.

La verdad es que el chico era muy encantador, Akane sentía un poco de pena por él, pero le agradaba platicar un poco quizás así podría saber algo más, solo si conseguía que Haru confiase más en ella.

Fue entonces que el anfitrión pidió bajar las luces, todo mundo miraba al frente y es que al fin la pareja haría paso a la postura de argolla. Nabiki le habló al oído a un dolorido Kuno y es que tuvo que dejar el hielo que calmaba la hinchazón sobre la mesa…

—Todavía puedes arrepentirte —musitó bajito, y este la vio serio.

Mientras el anfitrión parloteaba Kuno procedió a mostrarle la costosa sortija que ponía en su dedo, ella alzó la mano y todo mundo aplaudió excepto Akane y un hombre a final del salón, quien se arrepentía de no haberle torcido el pescuezo. Nabiki esbozó una escurridiza sonrisa y apenas pudo se deshizo de la mano de su ahora novio.

Haru notó el desapruebo en el rostro de Akane y dejó de aplaudir…

—¿Es por conveniencia? —preguntó a lo cual ella asintió.

—¿Te gustaría casarte? —cuestionó Akane.

—Sí, pero es difícil que alguien me ame —respondió serio.

—¿De qué hablas? Eres muy joven encontrarás el amor.

—Lo acabo de ver y ella tiene novio —musitó viéndola directamente a los ojos— eres la primera mujer que me busca para conversar y no por sexo o por mi dinero —agregó el joven hombre.

—Podemos seguir viéndonos cuando gustes, podemos ser amigos —contestó ella.

—Eso sonó a premio de consuelo, Akane no me tengas lástima por favor —mencionó él.

—Claro que no, lo digo en serio —aseveró ella dejándolo en ascuas.

—¿Qué pensará Saotome de esto? —preguntó curioso.

—Que piense lo que quiera, eso no cambiará mis sentimientos por él.

—Ah… ya veo, llegué tarde a tu vida se nota lo enamorada que estás —replicó Haru.

—¿Tan obvia soy? ¡Qué vergüenza! —chilló tocándose las mejillas que se le coloreaban.

—Que linda eres —dijo el joven Yoshida y entonces unos hombres mayores se acercaron a él, a ofrecerle a una de sus hijas.

Haru saludó cordial y miró con recelo cada una de sus propuestas, era detestable escuchar como vendían a sus hijas para que el joven soltero le diera atención, no les importaba el compromiso, con tal de que el chico embarazara a una entonces habría fusión de apellidos y por supuesto un heredero en camino.

—¡Son despreciables! —Escupió Akane poniéndose de pie ya que la ignoraban por completo, Haru la vio enojada y se maravilló —hasta la puta más cara de Japón se hace respetar mucho mejor que sus hijas —soltó mirando con repudio a las tres chicas que acompañaban a sus adinerados padres todos políticos corruptos de la elite.

Tendo se marchó dejando a los viejos sucios con la palabra en la boca, era hora de marcharse, Ranma no se comunicaba y el nudo en su vientre se iba haciendo más grande con el pasar de los minutos. Haru corrió tras ella y la alcanzó antes de que saliera del Ritz…

—En verdad me gustas —soltó de golpe frente a ella— ¿Puedo tener tu número? —preguntó, Akane lo miró divertida y casi como por inercia llevó su suave y pequeña mano al rostro perfecto del menor de los Yoshida quien se enchinó al contacto de su piel.

—Si me visitas una vez, entonces te daré mi teléfono —respondió dejándolo más prendado.

El muchacho asintió frenético y la dejó ir, se quedó viéndola hasta que el coche que la llevaba se alejó.

O—

Casona Yamamoto…

Taro llegaba a la residencia solo, los guardias al verlo lo dejaron pasar como siempre, como cada día, preguntó por Kimura y le dijeron que se encontraba en su habitación. Pero cuando se dirigía hacia su alcoba el mayor lo llamó desde la entrada de su biblioteca principal, apenas había dado el primer paso sobre el peldaño y sonrió al saber que estaba esperándolo.

—¿Y Ranma? —preguntó primeramente.

—Solo te interesa él ¿verdad? —cuestionó Taro una vez llegó a su lado.

—Pensé que regresarías con él —respondió Kimura girando y yendo hasta el fondo justo frente a su escritorio.

—Lo dudo —respondió su hijo putativo— ¿Quisiera saber por qué finges conmigo cuando lo sabes todo? —preguntó el más joven.

—Porque quiero creer que tu lealtad será más fuerte, pero creo que me equivoqué —respondió Kimura enfrentándolo.

—¿Desde cuándo lo sabes? —preguntó Taro.

—Hace poco aunque no tiene relevancia.

—Claro que sí, dejaste que siguiera en esta casa a tu lado compartiendo mesa cuando te he traicionado.

—Ser un Yoshida no es traición, renegar de tu apellido sí, pero eso se lo debes a tu hermano no a mí —respondió Kimura.

—No te entiendo, en verdad pensé que me matarías pero me estás esperando como un padre amoroso.

—Te considero mi hijo aunque no lleves mi sangre Taro, te di techo, comida y cuanto lujo quisiste… pero desde que llegó Ranma te has vuelto insoportable.

—Solo éramos los dos, pero tú quisiste traer a ese ex convicto a esta mansión ¿qué esperabas?

—Sabes bien que Ranma no hizo la atrocidad por la cual fue inculpado —replicó Yamamoto.

—No me importa, si asesinó o no a su madre y su papel de víctima… también soy huérfano y no ando llorando por los rincones —escupió lleno de envidia mal sana.

—Ranma jamás ha hecho eso, pensé que lo apreciabas —musitó el patriarca.

—¿Yo? ¿Apreciar a ese bueno para nada? ¿Dime qué ha hecho Ranma por ti? Lleva unos cuantos meses a tu lado y lo nombraste heredero de tu clan ¡estás demente!

—Basta —sentenció Kimura.

—No, nunca más me dirás qué hacer… eres patético Kimura ¿sabes por qué? —se tomó treinta segundos y continuó— han pasado tantos años y aunque antes no sabías quien era el asesino de tu familia estoy seguro de que intuías que el vejete de Soun era el culpable, sin embargo no haces nada, esperas aquí a que los demás hagan el trabajo sucio ¿qué te diferencia de ese desgraciado?

—¡Estás equivocado! —Exclamó furioso— tú no tienes idea del tormento por el cual vivo, mi mujer y mi hijo no descansan en paz porque su asesino anda suelto haciendo lo que se le place.

—Pudiste matarlo incluso hoy, pero esa ridícula venganza que tú y ese imbécil de Saotome quieren llevar a cabo no servirá de nada porque hoy acabaré con todo —en ese momento Kimura frunció el ceño.

—¡Guardias! —gritó a viva voz, pero nadie entró.

—¿Sabes cuánto tiempo me llevó convencerlos de que no te asistieran?

—¿Qué dices?

—Un buen fajo de yenes y una posición en lo que será mi nuevo negocio los convenció.

—¿Ese es tu propósito?

—La verdad, esto no estaba planificado para esta noche pero Soun me amenazó —aseguró él dando pasos cortos hacia Kimura.

—Taro, eres imprudente y ambicioso tanto que no ves la verdad frente a tus ojos ¿crees que aun después de quitarme la vida me olvidarás fácilmente?

—Yo en verdad te apreciaba Kimura, pero escogiste a otro por sobre mí y negocios son negocios —insistió el más joven acercándose sigilosamente.

—Hace diez años que llegaste a esta casa, te sigo viendo como ese jovencito temeroso y quisquilloso que con el tiempo fue adquiriendo la confianza para ser mi mano derecha, toma tus cosas y vete pero no regreses porque te daré una sola oportunidad y es ahora —aseguró Kimura sin moverse de su lugar.

Taro rodó los ojos ante la insistencia del jefe del clan, él, quien no comprende el concepto de familia aunque la tuvo por muchos años, sus deseos egoístas son más grandes que el poco cariño que le pueda tener al hombre que lo acogió en su casa, Kimura era un gran obstáculo y el hecho de atribuirse su muerte sería objeto de respeto para otros clanes porque solo un grande sería capaz semejante hazaña.

—¡Guardias! —gritó Kimura otra vez, pero nadie entraba por esa puerta. Una ligera punzada en su pecho le recordó que no tendría la fuerza suficiente para defenderse.

—Ya no gastes saliva —musitó Taro llegando frente a frente.

Alzó su mano derecha sacando una cuchilla de su manga de unos veinte centímetros, Yamamoto vio la afilada punta y detuvo su impulso antes de que se la clavara en el cuello.

—Deja ya de resistirte, no está Ranma y los guardias no vendrán por ti —musitó con tono irónico sin dejar de empujar.

—Eres una vergüenza para tus padres, que lástima sería que vieran en la calaña que te has convertido —comentó Kimura sosteniendo el puñal con sus propias manos, la sangre del profundo corte que provocó la cuchilla en su piel bajaba por sus mangas y goteaba el suelo.

—¡No nombres a mis padres, fueron unos malditos egoístas! Yo soy el verdadero dueño del clan Yoshida, ese niñato pronto será mi sombra —escupió con la mandíbula apretada, las venas de su cuello se marcaban por la fuerza que ejercía con su mano derecha.

Entonces Kimura arremetió con todo empujándolo con todas sus fuerzas hacia atrás, Taro lo miró y quiso acercarse pero él lo bofeteó en el rostro dejando marcada su mano junto a su propia sangre.

—Esta será la última vez que te lo digo, ¡vete! —gritó Yamamoto.

Taro bajó la vista hasta el suelo y comenzó a reírse como un lunático, mientras que Kimura se apoyaba en el escritorio por el dolor en su pecho que le dificultaba respirar.

—Te haré un favor, pronto estarás con tu amada —esbozó con una frialdad que al propio Yamamoto le recordó al desgraciado de Soun.

Taro soltó el arma corto punzante se le acercó y lo abrazó como despidiéndose, el patriarca lo miró estupefacto.

—Salúdame a mis padres —susurró cerca de su oído al tiempo que clavaba otra cuchilla en el vientre de Kimura en la parte baja, el quejido sutil que salía de la boca de su padre adoptivo lo envalentonó, y en cuanto sacó la cuchilla volvió a clavarla tres veces más sin dejar de abrazarlo y de mirarlo a los ojos.

Se alejó lentamente viendo los ojos enrojecidos de Kimura y un tanto nublados, la traición de quien consideraba su hijo le dolió mucho más que las cuatro estocadas que recibió en su cuerpo.

—Ran… ma —musitó al caer de rodillas al suelo.

—¿Qué dices? No puedo creerlo, incluso en tu último aliento lo ¿nombras? — enfurecido este se agachó y le cortó el cuello, Kimura quedó con sus ojos puestos en el cuadro que había puesto esa mañana en la pared, su Naoko embarazada, porque Akane le dijo que debía tenerla en todas partes y así lo hizo.

Mientras su vida se escurría, su último pensamiento fue reencontrarse con su familia.

Taro se miró las manos en cuanto notó que su cometido había sido un éxito. Tenía su piel manchadas de la sangre del hombre que lo trató como a un hijo, salió de la biblioteca y los hombres lo vieron haciendo una reverencia ¿acaso él era el nuevo líder?

—Me iré por un par de días, quiero que saquen el cuerpo y lo desaparezcan ustedes ya saben cómo hacerlo ¿no? —ordenó aunque las piernas le temblequeaban.

Subió por las escaleras y fue directo a su alcoba por su maleta, pero antes fue hasta al lavabo a sacarse la sangre, de forma frenética frotaba sus manos y sentía que el olor no salía de su piel, entonces vio su reflejo en el espejo, su mirada oscura se disipaba, pudo ver el golpe que había recibido en el rostro, le dolía todavía, tenía la mejilla hinchada y marcada con la sangre de Kimura.

Se apresuró a salir y bajó junto a su maleta, en la entrada un coche lo esperaba. Tomó su móvil y realizó una última llamada antes de deshacerse de ese teléfono…

—¿Qué quieres? —preguntó Tendo quien acababa de subirse a la limosina que lo llevaría a su casa.

—¡Está hecho! —exclamó, no pudo verlo pero el rostro de Soun se transformó.

Nabiki iba a su lado y aunque no podía oír la llamada captó que le daban una buena noticia.

—Es maravilloso, no solo mi hija se compromete hoy, al fin podré celebrar como corresponde —finalizó cortando la llamada.

Taro Yoshida salió raudo de la casona Yamamoto cruzándose a las afueras con el vehículo que traía a Ranma, el portón no alcanzaba a cerrarse cuando este notó algo extraño.

—¡Acelera por un demonio! —exclamó.

Apenas el coche frenó, los hombres que lo acompañaban bajaron junto a él y entraron a la casa, todo se veía normal.

—¿Dónde está Kimura? —preguntó Saotome al ver dos hombres instalados en la puerta de la biblioteca de su padre.

—Durmiendo —respondieron mintiendo.

—¿Así? y ¿quién mierda iba saliendo de la casa a estas horas? , el portón estaba abierto —agregó el azabache.

Los hombres se vieron entre sí y respondieron…

—Era el señor Taro.

—¡Quítense! —gritó Ranma y los dos hombres no se movían, sacó su arma y les disparó en la cabeza uno tras otro los sujetos se desplomaron.

Cuando Ranma abrió la puerta tres sujetos miraban al suelo…

—¡Qué mierda hacen allí! — Exclamó— los tres guardias voltearon y Ranma vio a su querido Kimura en el suelo.

Una escena similar vio hace tantos años atrás, la mujer más importante de su vida se encontraba en el suelo de su casa muerta sobre un charco de sangre, palideció, un escalofrío le subía por la columna y le costaba respirar.

—¿Señor? —preguntó uno de sus guardias al verlo tan impactado.

—¡Mátenlos a todos! —Gritó enfurecido, los hombres dieron muerte a los tres hombres y los sacaron de allí — ¡quiero que busquen por toda la casa a Taro y que liquiden a todos los guardias que se encontraban aquí, solo necesito a uno vivo! —ordenó Ranma.

Rápidamente los hombres salieron de la biblioteca, se podían oír balazos por toda la casona mientras que Ranma se acercaba a ver el estado de su querido amigo y padre, con las rodillas en el suelo tomó la cabeza de Kimura y cerró sus ojos que habían quedado abiertos, sus manos temblaban de rabia y de tristeza, lágrimas corrían por sus mejillas intentando entender el empecinamiento cruel y la forma en la que lo había dejado.

Notó las heridas en el vientre de Yamamoto además del evidente corte en su cuello. Aun su cuerpo estaba tibio y el charco de sangre bajo su cabeza empapaba sus rodillas, lo abrazó lleno de dolor, estaba desconsolado, no pudo ayudarlo, no logró llegar a tiempo y nadie hizo nada para detener al traidor.

Unos cuantos minutos después uno de sus hombres más leales llegó junto a él, se inclinó en una reverencia y luego se puso de rodillas sobre el suelo.

—¿No hay nada que podamos hacer? —preguntó el sujeto afectado con la muerte de su líder.

Ranma alzó los ojos y lo quedó viendo fijamente…

—Se ha ido… Kimura nos dejó —musitó apenas.

—Hicimos tal y como nos pidió, habían treinta hombres repartidos en toda la casa, dejamos uno vivo —se apresuró a decir.

—Tráelo ante mí —ordenó Ranma.

Tan solo cinco minutos después todos los guardias que lo acompañaban llegaron a la biblioteca junto a uno de los que traicionó su confianza.

—Dime —dijo Ranma de pie— ¿Cuánto te ofreció Taro por hacer esto? —preguntó firme.

—Nosotros solo seguimos instrucciones, debe creerme —respondió casi lloriqueando, Saotome caminó hacia él quien estaba de rodillas al suelo y sujetado por cada brazo, lo golpeó fuerte con sus puños en la boca.

—¡Habla! —gritó.

—Nos dijo que no entráramos que si Kimura nos llamaba hiciéramos oídos sordos, cuando él salió de la biblioteca el señor Yamamoto estaba muerto —confesó al tiempo que Ranma le metía una bala en la frente sin siquiera mirarlo.

—Saquen esas mierdas de aquí, no quiero rastros, sean rápidos y sigilosos ¿me oyeron?

Entonces los hombres se fueron dejándolo solo, fue en ese momento que se derrumbó, se dejó caer al suelo y apoyó sus manos sobre la afelpada alfombra. Intentaba encontrar claridad en sus pensamientos, pero la tristeza lo embargaba. ¿Dónde estará? Se preguntaba una y otra vez con la firme intención de ir a buscarlo, pero no podía dejar el cuerpo inerte de su mentor allí, tirado… Kimura merecía mucho más.

Fue entonces que oyó un correteo de uno tacones acercarse a la biblioteca, la puerta se abrió y vio a una impactada Akane llevándose las manos a la boca…

—¡¿Pero cómo, qué sucedió?! —exclamó luego de un rato.

Ranma no respondía, estaba como ido. Akane se acercó y lo tomó por los hombros, pudo ver que su ropa estaba manchada de sangre que no era de él.

—Ranma…

—Lo asesinó, a sangre fría y no pude hacer nada —respondió sin mirarla.

Ella lo abrazó casi instintivamente, le dolía el alma verle así de roto, otra vez. Pudo oír el sollozo del ojiazul sobre su hombro y sin poder evitarlo se quebró, Akane dejaba escapar lágrimas calientes que le ardían como el mismísimo infierno.

Era media noche en la casona Yamamoto, nada volvería a ser como antes, el líder del clan estaba muerto y su asesino suelto.

Por un largo rato Ranma dejó salir la tristeza de su corazón, Akane se aferraba a él porque sentía que si lo soltaba nunca más se podría volver a poner de pie.

Una hora más tarde, llegaba personal médico de la misma familia a constatar la muerte de Kimura. Ranma se puso de pie bajo la atenta mirada de su socia, le ordenó al médico preparar el cuerpo de Kimura para su funeral.

—¿A dónde vas? —preguntó ella al verlo salir, pero este no le contestó. Lo siguió escaleras arriba y lo detuvo tomando su mano.

—No te interpongas Akane.

—No lo haré, pero dime qué harás, no puedes salir así es decir esto es un desastre, tus hombres no acaban de sacar a los muertos de la casa, y Kimura…

—Este no es un lugar seguro para ti, no pude protegerlo ¿cómo crees que podré hacerlo contigo?

—¿Qué me quieres decir? —preguntó desesperada.

—Vete de aquí hasta que pueda solucionar todo.

—¡Estás loco! ¡No te dejaré solo! ¿Quieres venganza? Vamos por él, yo conduciré y luego lo matas, haz lo que quieras pero no me dejes sola.

—¡Haré cosas terribles Akane, no quiero que me veas! —gritó fuerte dejándola fría.

Vio al hombre alejarse de ella, unos lagrimones escaparon de sus ojos otra vez esa noche. No podía dejarlo ir así ¿cómo lo consolaba? ¿Cómo lo ayudaba a no sentirse culpable?

Se sacó los tacos y caminó por el pasillo hasta verlo desde el marco de la puerta, ya estaba cambiado de ropa, usaba algo mucho más cómodo y a su lado un bolso negro no muy grande pero imaginaba las cosas que llevaba allí.

—Volveré por la mañana, entenderé si no estás aquí cuando regrese —mencionó pero ella estaba con su mente dispersa— ¿Akane? ¿Me oyes? —insistió.

—¿Cómo te puedo ayudar? —preguntó viéndolo fijamente.

—Acompaña a Kimura solo hasta mañana, si no regreso vete de aquí porque no estarás segura —aseveró firme.

Ranma pasó por su lado con el espíritu apagado, era como si estuviese muerto en vida y se preguntó si fue así como vivió esos diez años encarcelado.

Akane apoyó su espalda en la pared y se dejó caer lentamente, aunque no quisiera aceptarlo su socio tenía razón. La casona Yamamoto no era segura para ella sin él allí, inclusive Taro podría regresar y si eso sucedía… nada aseguraba su bien estar.

Afuera en la entrada principal de la casa, una camioneta de vidrios polarizados esperaba a Ranma junto a un grupo de sus guardias, la muerte de Kimura había sido un golpe realmente bajo para el clan, pronto la fatídica noticia se esparciría y debía actuar rápido.

Yamamoto Kimura tenía muchos aliados, así como gente leal que llegó a la casona a servirle esa misma noche, bajo las instrucciones de Ranma todos debían proteger la residencia y estaba prohibida la entrada de Taro. El azabache no estaba tranquilo, su pesadilla recién comenzaba pero de algo estaba seguro, encontraría al mayor de los Yoshida cueste lo que le cueste.

Continuará…

Nota del autor

Estimado lector, tal y como lo dice el título de este capítulo todo terminó en tragedia. Ranma no pudo llegar a tiempo y en la casona los guardias traicionaron a su líder sin remordimientos. Se derramó mucha sangre esa noche y lo peor es que el espíritu de Ranma se vio una vez más roto por terceros.

Taro es otro antagonista más que le dará dolores de cabeza a mi querido trenzudo. La fiesta fue un dimes y diretes pero finalmente Nabiki se comprometió, y Soun obtuvo lo que esperó por tantos años.

La muerte de Kimura ¿será el fin de su clan? ¿Ranma podrá vengarlo? Y más importante aún ¿Qué sucederá ahora que Akane quedó sola en esa inmensa casa?

Todo eso y más en la próxima actualización, cada sábado.

Gracias por sus lecturas y comentarios, si te gustó te invito a dejarme un review, amo leerlos.

Desde Chile una fanática más de Ranma.

Sweetsimphony._

Pd: el sábado anterior la plataforma de fanfiction no notificó a mis lectores, de hecho tampoco me llegaban los correos con sus review, esto es debido a una falla de la misma. Esta historia la publico y actualizo sin falta una vez por semana, a menos que la salud no me lo permita se dará aviso por watpadd a través de anuncio y además en el grupo de Ranma por Facebook llamado "fans de Ranma ½" o en la página Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma la cual postea sin demora mis actualizaciones.

¡Gracias por su apoyo!