Tu regreso
Los personajes no me pertenecen, son de la gran Rumiko Takahashi esto es sin fines de lucro solo diversión por y para los fans.
Esta obra se reserva en su totalidad los derechos de autor, prohibida su copia o uso.
Una historia AU (universo alterno) solo tomo prestado los personajes, no necesariamente deben apegarse a sus personalidades.
Advertencia: está clasificada para mayores de edad, puede contener violencia física o emocional así como escenas eróticas y lenguaje soez.
—O—
La casona Yamamoto había perdido su esencia, el silencio se marcaba en cada espacio y rincón de cada habitación, el rostro de los empleados expresaba profunda tristeza. Desde aquella enorme ventana en la alcoba de Ranma, Akane pasaba sus horas mirando y esperando que él apareciera. Apenas Kimura murió tanto el médico como ella hicieron lo posible por mantener el cuerpo inerte del hombre en "buen estado" la salida apresurada del ojiazul de la casa no dio tiempo de saber si querría un entierro clásico o una cremación. La menor de los Tendo no se atrevía a tomar semejante decisión y tal y como le pidió su apesadumbrado socio se quedó junto a su amigo esperando por él. Sin embargo el primer día pasó lento y angustiante, no hubo novedades y debido a la lógica descomposición del cuerpo el médico sugirió congelarlo un día más, Akane aceptó y rogó al cielo porque Ranma regresara pronto.
Al anochecer del primer día, se supone que ella debía irse, pero no lo hizo. Aunque su tiempo junto al líder de ese clan fue breve, Kimura supo ganarse su favor, Akane no era ciega ni mucho menos tonta, aunque fue muy hostil con él en un principio poco a poco se fue dando cuenta de que ese hombre amó con todo su ser a su querida madre. También se sentía de luto, sobre todo después de ver el desosiego de Ranma en sus ojos.
De pronto un desfile de flores comenzó a entrar por el portón principal, los clanes leales a la familia Yamamoto llegaban a ofrecer su respeto. Akane dejó sus cavilaciones de lado y pidió revisar exhaustivamente a cada persona ajena a la casa, muy en el fondo sentía temor de que aquellos hombres quisieran adueñarse de esta. Muchos pedían hablar con Saotome o con Taro pero ninguno de ellos estaba y se sorprendían al tener que tratar con la fémina sobre todo considerando que ella era una Tendo.
Esa misma noche cuando todos se iban, llegó el actual líder del clan Yoshida, Haru. Cuando sus ojos color miel chocaron con los enrojecidos ojos de Akane se preocupó.
—Lo siento tanto Akane —salió de sus labios en una respetuosa reverencia.
—Gracias por venir —respondió ella mecánicamente, para Haru era obvio que su bella Akane estaba mal, no era la misma mujer con la que compartió una copa en el Hotel Ritz.
—Esto es extraño, nadie lo sabía de pronto llegó un rumor y vine hasta aquí no muy convencido —mencionó un tanto confuso, por lo general la muerte de un líder de la mafia era un evento que se daba a conocer inmediatamente, pero él llegó allí sin creer que el rumor era cierto.
—Lo sé, es que no hemos querido que esto se haga público aún —contestó ella.
—¿Dónde está Saotome? —preguntó Haru a lo cual ella no pudo contestar, notó como se tragaba las lágrimas y se le nublaban los ojos, el joven miró alrededor y se atrevió a tomar la mano fría y temblorosa de Akane —¿Qué sucede? por favor confía en mí —pidió casi suplicando, todos sus sentidos se alertaron.
Akane se removió de su asiento y pidió a los guardias que la custodiaban que le dieran privacidad pero ellos no le hacían caso y es que Ranma les encargó que no la dejasen sola jamás. Al notar esto el joven líder habló a solas con dos de sus hombres de confianza, estaban en peligro así es que en cosa de minutos llegarían refuerzos.
—Me quedaré contigo esta noche, no tengas miedo he dispuesto de mi gente para tu protección, aunque la casa es un fuerte nada sucederá –se apresuró a decir con el fin de tranquilizarla.
—No es necesario —respondió ella intentando mantener la compostura.
—¿Hace cuánto que no duermes? —preguntó Haru preocupado.
—No lo sé, no puedo dormir —contestó.
—¿Quién hizo esto? —preguntó el chico a su amor no correspondido.
—Ranma lo va a solucionar, es mejor que te marches a tu casa —comentó evadiéndolo.
—Estás sola, ni siquiera está ese sujeto… —musitó por Taro.
Akane se contuvo con todas sus fuerzas no gritarle en la cara que el asesino de Kimura era su hermano, que el muy desgraciado se había marchado y que Ranma iba tras él. Pero Haru no tenía la culpa, él no era como el maldito que tenía por hermano, no, el joven Yoshida era sincero en sus deseos y eso la hacía sentirse muy podrida.
—Bien, no insistiré pero no me iré hasta que llegue Saotome —sentenció firme en sus palabras.
La chica del servicio llegaba con una charola de té caliente para ellos dos, la muchacha preocupada había dejado un pequeño platillo lleno de galletas de limón, le dio una mirada al joven quien captó que Akane además de no dormir no había comido.
—Por favor, disfruta el té era el favorito de Kimura —mencionó ella tomando un buen sorbo, cerró sus ojos y cuando los abrió una lágrima corrió por su mejilla.
Haru lo probó y tomó un pañuelo de su bolsillo y secó la tímida lágrima que se resistía a seguir bajando por la fina piel de Akane.
—Es una delicia, a mi madre le encantaba este tipo de té verde ¿qué tal si comes una galleta? —Ofreció gentil pero ella negó— vamos, Saotome no querrá verte enferma cuando regrese, come un poco solo una -pidió tan amablemente que no pudo negarse, pero resulta que eran sus favoritas y luego de la primera se animó a comer dos más.
Haru acompañó a Akane en absoluto silencio, verla tan triste y angustiada le dolía. Pero al menos sentía que al estar a su lado podría asistirla si lo necesitase, hasta que llegara su novio claro está.
No supo si fue el té, las galletas o quizás el hecho de que él estaba allí, pero Akane cerró sus ojos muy agotada y sin previo aviso su cuerpo la desconectó de todo. Dormía profundamente, este se sacó su abrigo y la arropó acomodando su cabeza sobre un mullido cojín, inmediatamente después de eso sus hombres de confianza le daban cuenta de que la casa Yamamoto estaba completamente protegida. El joven Yoshida les ordenó estar alertas, los guardias se alineaban con la gente de Yamamoto y fue entonces que el muchacho se enteró de lo que sucedía…
"Kimura fue asesinado por Taro" esa frase lo dejó tan frío que no podía reaccionar, un hielo le subía por la espina hasta la nuca y entonces observó el dormir de su nueva amiga, solo allí comprendió por qué el nerviosismo de la mujer.
"Ranma fue tras él" al oírlo tuvo que sentarse, su mano derecha lo asistió al notar que Haru se derrumbaba sobre el sitial. Tomó su teléfono y sin pensarlo mucho le marcó, después de tanto tiempo, sin embargo nunca le contestó.
Los detalles de todo lo supo solo unos minutos después, la gente de Yamamoto se sentía apoyada por los Yoshida y al ser clanes amigos sintieron la libertad de contar la tragedia por la que pasaban. Haru se agarraba la cabeza y notó que su querida Akane sabía su verdad, no había otra explicación lógica para ocultársela. ¿Por qué la consideración? ¿En verdad quería ser su amiga? Él era el hermano del asesino de su líder, sin embargo nunca lo trató con desprecio.
Al igual que Akane la noche anterior, Haru pasó horas mortificándose por la acción tan desleal que su hermano mayor reparó contra quien fuese su tutor por tantos años.
—O—
Casona Tendo…
Desde aquella noche del compromiso que su padre no paraba su festejo, sí, todos a su alrededor celebraban el hecho de que Kimura estuviera muerto. Nabiki en tanto se mantenía al margen y esperando a que el carro que dispuso fuese a buscar a Kumon quien se había escapado del hospital solo por esas horas, Soun no cabía de tanta "felicidad" primero el compromiso de su querida hija, la muerte de su enemigo y la recuperación de Kumon, era todo perfecto, demasiado.
Harta de todo, Nabiki fue hasta la sala de tiro que tenía dentro de su casa. Mientras le daba al blanco su mente se detuvo en ese vívido pero breve momento a solas con él, sus besos, sus caricias…
—¡Ash! ¡Por un demonio! —disparó enojada tres veces seguidas al recordar la interrupción de esa entrometida.
Fastidiada dejó todo y se fue hasta el jardín, allí en medio de una fresca tarde se encontró con Kodashi.
—Cuñadita… que bueno que te encuentro, esta casa es enorme —vociferó escandalosamente.
—¿Qué haces en mi casa? ¿Acaso tú y tu hermano no tienen dónde vivir? —escupió molesta.
—Qué majadera eres, mi hermano te extraña y yo… pues quería verte y saludar a tu afable padre —respondió, la castaña arrugó los ojos y notó una mirada sucia que la incomodó profundamente.
—Te lo diré una sola vez, mi casa mis reglas, si pasas a llevar una te mueres ¿quedó claro? —la morena la vio con recelo.
—No entiendo qué le gustó de ti a mi hermano, eres muy grosera —respondió.
Nabiki no le hizo más caso y continuó su andar pero ella le seguía de cerca y comenzó a hablar de ropa y maquillaje, de algunos diseñadores y hasta del vestido de novia, su interés particular luego de que la tratara de zorra le molestó aún más.
Cuando entraron a la casa, la cena estaba servida y su padre junto a su novio las esperaban, durante la comida Kodashi no hizo más que alabar cada barbaridad que salía de la boca de su padre mientras que Tatewaki secundaba en todo a su hermana, le llegaba a dar asco tanta complicidad.
Miró la hora en su reloj y se levantó rápidamente…
—¿No vas a comer postre cariño? —preguntó muy acomedido.
—No me gusta lo dulce —respondió tajante.
—Hija, ¿por qué no te quedas un poco más?
—Llegará Ryu papá, quiero que esté todo listo para su descanso ¿recuerdas?
—Ah… mi querido hijo, ya lo conocerás Tatewaki él ha sido muy leal desde joven —replicó Soun a su yerno quien detestaba la idea de que ese hombre viviera en la casa y tan cerca de su novia.
—¡A mí me encantaría conocerlo! —exclamó Kodashi entusiasmada.
—¿Por qué? —preguntó Nabiki seria.
—Mi querido Ryu será esposo de mi hija menor —respondió Soun con un evidente tono de advertencia, la mujer lo captó enseguida.
—¿Y usted? ¿No piensa rehacer su vida? —en ese momento el patriarca quedó en silencio, Nabiki se exasperó y sin más le lanzó uno de sus mejores misiles.
—¿Por qué preguntas eso, te interesa mi padre? –la morena hizo un mohín y la ignoró, luego puso su mano sobre la de Soun y con descaro le sonrió, le coqueteaba.
—Es que mi hermana siempre mira hombres maduros, su primer esposo era muy guapo como usted suegro —respondió el mayor de los Kuno.
—¡Eres viuda! Y tan joven ¿quién lo creería? —soltó Soun sin un ápice de vergüenza.
Nabiki se giró dejándolos solos, era intolerable verles haciéndose ojitos, pero ya tendría la oportunidad de sacarle hasta las pestañas a la morena y ya vería si le quedaban ganas de arrimársele a su padre.
La mujer subió las escaleras y fue directo a la alcoba de Ryu, verificó detalles que había pedido a la empleada mejorara, todo se veía en orden se acercó hasta la ventana y notó que aún seguía el coche de Kuno afuera, pero entonces el sonido de la puerta al abrirse la descolocó.
—Así que esta es su alcoba ¿no? —era Tatewaki.
—¡¿Qué haces aquí?! —exclamó molesta.
—Quería un rato a solas con mi prometida —respondió acercándose a ella con una sonrisa en los labios.
—Deja de actuar y vete, no olvides llevarte a tu hermana —mencionó la castaña yendo hacia la puerta pero este se interpuso en su camino.
—Nadie vendrá aquí, vamos a estar solos un rato —musitó asqueándola.
—En verdad eres imbécil, no me agradas, no quiero nada contigo este puto compromiso es una fachada ¿cuándo lo comprenderás? —le increpó.
-¡Nada de eso mi amor! Yo quiero ser tuyo para toda la vida.
—Oh por favor deja de romantizar esta situación, debí dispararte ese día —bufó cabreada.
—Escucha, no quiero pleitos. Cuando nos casemos lo tuyo será mío y viceversa, pero no deseo vivir aquí además mi hermana piensa que tu padre está muy solo, que sus hijas lo desprecian…
—Tu hermana es una zorra, solo quiere el dinero de mi padre —respondió sin titubeos.
—¡Hey, cuida lo que dices! —reclamó él.
—A mí nadie me dice lo que debo hacer, mucho menos en mi casa ¡lárgate! —señaló la puerta pero este no se movía ni un centímetro.
Este la acercó tomándola de su fina cintura y ella puso las manos en su pecho con el fin de alejarlo…
-¿Qué tal un beso de despedida? —susurró cerca de sus labios.
—¡Estás demente! —chilló frunciendo el ceño.
—Muero por besar esos labios —insistió.
—Y yo que te mueras —respondió arruinándole el ambiente, Kuno se puso serio.
—¡Es la segunda vez que lo dices! —gruñó sin soltarla.
—No te deseo, nunca lo haré —replicó Nabiki.
—Soy muy persuasivo —refutaba sin éxito.
Entonces la puerta se volvía a abrir, dos guardias que escoltaban a Ryu asomaron sin previo aviso…
—Suéltame —pidió, pero este no lo hizo.
—Vaya, pero no sabía que esta era tu alcoba —gritó exageradamente— con mi prometida buscábamos privacidad ¿no?
Ryu no le quitaba la vista de encima a Nabiki y a las sucias manos que la rodeaban.
—Ya basta —habló ella muy incómoda pero Kuno no desistía.
—No me agradan los intrusos en mi habitación, o te vas o sales con los pies por delante ¿cómo prefieres? —preguntó dedicándole una mirada cargada de desprecio.
—Claro que me voy, pero con mi novia —de forma poco delicada la hizo andar hasta cruzarse con Ryu quien puso su mano sobre el hombro de Kuno presionándole parte de la clavícula.
—El único intruso aquí, eres tú — mencionó viéndolo fijamente, Kuno hizo una expresión de dolor y soltó a Nabiki de inmediato, el hombre se marchó enfurecido.
Los guardias cerraron la puerta dejándolos solos dentro…
—¡Qué mierda hacías con él! —gruñó viéndola molesto.
—Vino sin ser invitado, solo quiere provocarte no me hizo nada —respondió ella.
—Te tocó, ¿te parece poco? —cuestionó indignado.
—¿Estás celoso? Por favor ni que hubiese estado en el clímax del sexo —vociferó ella muy divertida y este la abrazó cortando la risotada que salía de su garganta.
—No lo quiero cerca de ti, te golpeó una vez, lo hará cada vez que pueda —musitó cerca de su oído.
—Puedo defenderme, no estoy sola has regresado —respondió correspondiendo el abrazo, ambos se extrañaron aunque mucho más ella considerando los días de inconciencia de este en el hospital.
—O—
Al día siguiente, casona Yamamoto…
Akane todavía dormía cuando los primeros rayos del sol comenzaban a colarse por la ventana, los ojos pesaban pero igualmente pudo abrirlos, lo primero que vio fue a Haru quien la veía con suma ternura, ella se incorporó y miró a su alrededor avergonzándose de haber perdido la noción del tiempo, se dio cuenta de que el abrigo grueso de su acompañante le brindaba calor.
—¿Qué hora es? —salió de sus labios.
—Las siete de la mañana —respondió.
—No debiste quedarte, mira esos ojos ¿no dormiste nada?
—No pude —respondió cabizbajo— ¿puedo hacerte una pregunta? —agregó de pronto, pero entonces unos pasos se acercaban hacia ellos, los guardias asomaron y Akane prestó atención encontrándose con él…
Ranma venía junto a un grupo de sus hombres con muy mal aspecto, Akane nerviosa y emocionada se levantó cual resorte corrió hasta él y en una acción no premeditada saltó a su encuentro, lo abrazó tan fuerte que el azabache solo reaccionó a su aroma, era cálido, era el mismo que dejaba sobre sus sábanas cada mañana.
—¡Al fin llegas! —chilló en su oído.
—Sí —respondió —estoy en casa— agregó.
Haru se sintió incómodo y se alejó un poco, era como un mal tercio quitándoles privacidad después de todo ellos eran pareja. Sin embargo Ranma notó su presencia y la de su gente invadiendo hasta los jardines.
—Espera —ordenó serio, Akane se separó un poco de él y notó una mirada tan oscura que la remeció por completo.
Ranma venía con la misma ropa que salió hace dos días, no estaba aseado, su cabello se veía un poco grasoso y las ojeras estaban estampadas bajo sus dos luceros, su piel no tenía brillo y los labios estaban deshidratados. Él no sabía que se veía deplorable e ignoraba esos marrones que lo veían tan adorable pero llena de preocupación.
—Ranma, vine a presentar mis condolencias anoche sin embargo, Akane se encontraba sola y temerosa es por ello que llamé a mi gente para protegerla —respondió rápidamente.
—Gracias —contestó el ojiazul.
—Ni lo digas, siento mucho tu pérdida —hizo una reverencia.
Akane continuó observando a Ranma y notó que sus manos estaban manchadas de sangre seca, tenía los nudillos inflamados y rotos. Sus pantalones estaban sucios y salpicados de barro y sangre. La menor de los Tendo sintió un deseo enorme de llorar, lo compadecía, podía ver la enorme herida en su corazón y todavía su alma llena de una venganza que aún no podía concretar.
—¿Dónde está Kimura? —preguntó Ranma al fin viéndola a los ojos.
—El doctor tiene todo listo, hoy se debe hacer su funeral… ¿quieres algo tradicional o cremación? —preguntó ella con sumo cuidado, pero este apretó los puños fuertemente.
—Cremación, pero dile que espere una hora —ella asintió y este se volteó para subir por las escaleras, Akane olvidó a Haru y se apresuró a seguirlo.
—¿Qué haces aquí? —preguntó él mientras caminaba por el pasillo hasta su alcoba.
—Esperándote —respondió.
—Dije que te fueras, que esperaras un día y te encuentro aquí todavía.
Akane lo alcanzó justo al cruzar la puerta…
—Dime ¿qué sucedió? ¿Lo encontraste? —Ranma la miró una vez y luego el suelo.
—No, se ha escondido como una vil rata. Incluso pudo haber salido del país, pero lo encontraré —respondió escuetamente.
—Te ayudaré…
—No —masculló tajante.
—Ranma, vienes en muy mal estado, no entiendo por qué quieres que me vaya de tu lado. Dime a dónde iré, no tengo hogar, mi padre quiere casarme con un hombre que no amo ¿no te importa siquiera? Se supone teníamos un plan para hacerlo pagar ¿ya no soy parte de ello?
—Eres terca Akane, ya no quiero tocar ese tema ahora, necesito despedirme de mi amigo –respondió lleno de dolor, sus ojos se enrojecieron y fue directo al baño cerró la puerta y ella quedó muy desanimada.
La mujer caminó hasta el closet de Ranma tomó dos toallas y caminó descalzas hasta el baño, entró sin siquiera preguntar, quedó viendo la silueta desnuda del hombre que hacía palpitar su corazón de manera desbocada. Sus anchos hombros, su espalda marcada de cicatrices, ese tatuaje que llevaba con orgullo, sus poderosas caderas, el agua de la llave corría por su cuerpo y abajo en sus pies, se iba la sangre de quienes se opusieron a ayudarle. El azabache miraba el cielo y pasaba sus manos por su larga melena, el vapor hacía lo suyo y empañaba el shower door evitando poder ver mucho más.
Akane se acercó lento como si de un imán se tratase, estaba solo centímetros de la puerta cuando este la vio allí, parada frente a él. Deslizó la corredera y sus ojos volvieron a chocar…
—¿Qué haces aquí? —Akane no habló y alzó las toallas en su mano levemente — ¿Me escuchas? Ante la nula respuesta de ella quiso tomar las toallas pero ella no se las entregó, Ranma jaló suave y la volvió a mirar.
—Estás mal herido… —susurró al ver un golpe feo cerca de su hombro, estaba muy enrojecido casi cambiando de color, podía ver como el agua se teñía a sus pies.
Ranma se miró la herida y ella dio un paso adelante mojándose, tocó alrededor y lo volvió a mirar a los ojos perdiéndose en ellos.
—No me iré de esta casa —aseguró ella, acorralándolo en su propia ducha, Ranma retrocedía un paso y el agua caía sobre ambos, la blusa que llevaba Akane estaba empapada y pegada a su menudo cuerpo.
—Está bien —contestó.
—Quiero saber, si dentro de todo tu dolor, tu venganza y tus ansias de matar… hay un espacio para mí —musitó posando sus pequeñas manos sobre el pecho de él.
—Volví a casa pensando que no estarías, me volvía loco la sola idea, no deberías estar aquí —mencionó al momento de sentir la pared del shower chocar contras sus nalgas.
—Entonces por qué me desprecias, por qué quieres que me vaya —replicó Akane rosando su cuerpo a su desnudez.
—Porque aún deseo proteger tu moral, no quiero que veas lo sádico que puedo ser —respondió.
—No me importa, ya no quiero dormir una noche más sin ti incluso si cada día tienes que sacarte la sangre de otros del cuerpo —refutó llena de convicción.
Ranma tomó su rostro entre sus manos…
—Esto puede ser muy peligroso —comentó casi rosando sus labios entre sí, ella pasó sus manos por su cuello, se inclinó levemente hacia arriba puesto que él era mucho más alto.
El beso que profundizaron estaba cargado de necesidad, sus lenguas se juntaron en un baile casi sincronizado, ya se habían besado antes pero nunca sin mesura, las pequeñas y delicadas manos de Akane bajaron por su cuello hasta su espalda, siempre había querido acariciarla, este se estremecía con cada rose y es que no conocía esa sensación, pero le gustaba, porque todo lo que venía de ella lo amaba.
Fue así que él pasó sus brazos por alrededor de ella, al fin la abrazaba y era como una especie de reclamo para sí, pasó sus heridas y callosas manos por debajo de la blusa palpando su piel su cintura, esa suavidad que desconocía y que moría por recorrer, por conocer.
—Deberíamos parar —musitó Ranma entre cándidos besos, ella no lo permitiría y tomó sus labios para sí, degustando cada rincón de su boca.
Saotome sentía como sus bajos instintos despertaban, su deseo sexual por ella lo había sabido manejar bien hasta ahora pero la mujer no daba tregua y cómo detener el dolorcito en la punta de su virilidad. Sin siquiera contenerse la despojó de la tela que cubría su torso, los botones de aquella blusa salieron disparados por doquier y sus labios se fueron a su cuello, a ese cremoso lugar en donde quiso perderse tantas noches. Lento pero seguro Akane se giró solo un poco mientras las grandes manos del ojiazul pasaban por debajo del brasier negro y lleno de encaje, sus redondos y duros pechos eran perfectos, los amansaba con suavidad como acunándolos hasta que sus dedos notaron sus erguidos pezones, los tomó entre sus dedos y el jadeo que salía de la boca de ella provocó que su erección hiciera un respingo.
Akane anhelaba el encuentro y en cuanto Ranma bajó una de sus manos por su vientre ella lo dirigió sutilmente hasta el inicio del área del bikini, se volvían a besar y parecía que el agua caliente subía su temperatura cuando en realidad eran ellos ardiendo bajo sus propios deseos. El brasier estorbaba y cuando Ranma lo soltó no pudo evitar besar la fina línea de su espalda, la falda también cayó y lo único que impedía más rose era la diminuta braga que ella llevaba puesta. Akane alzó sus brazos pegándolos a la pared del shower door mientras que sus senos disfrutaban de las caricias que él no dejaba de reparar, pronto su firme y engrosada virilidad dio de lleno contra la retaguardia de su amante cosa que lo estremecía a ambos. Este tomó sus manos y pasó la yema de sus dedos por todo el largo de sus delgados brazos y le susurró al oído…
—No podré detenerme —entonces la giró pegando su espalda a la mojada pared, ella se perdía en esos ojos oscuros que estilaban llamas, la respiración de él era agitada y es que seguía conteniéndose aun en esa situación en donde ya se habían visto mucho más que la conciencia.
—No quiero que lo hagas —respondió ella con la intención de besarlo.
—No debiste venir a mí, no así Akane —replicó escondiendo su rostro en el cuello de ella al tiempo que destrozaba la braguita.
—Ámame —exigió ella y este la subió sobre sus caderas, la punta de su virilidad chocaba contra sus nalgas, se quedaron viendo justo cuando este la dejaba caer sobre su carne expuesta penetrándola sin delicadeza.
La invasión de su miembro desgarraba todo a su paso y aunque dolía un poco ya que había pasado un tiempo desde su último encuentro íntimo el placer de sentirlo dentro era lo máximo. Sus labios se encontraron y se devoraron con cada embestida, perfecta y liviana su menudo cuerpo se acoplaba a él. Los hermosos pechos redondos de Akane subían y bajaban con bravura con cada estocada, Ranma sentía que perdía los estribos y es que el placer de su estrechez hacía que su cándido miembro rebosara de puro goce con cada penetración, ella era su primera mujer, incluso le había robado su primer beso y ahora estaba envuelto en un frenesí excitante que no tenía vuelta atrás.
—Ah, ah, ah —gemía ella disfrutando del momento. Sus senos rebotaban en el rostro de Ranma quien perdía la cordura con cada rose.
Debajo de la lluvia de la ducha, con sus cuerpos mojados y excitados, frotándose entre sí, sintiéndose profundamente uno dentro del otro, la pareja de socios dejaba de lado sus planes vengativos para terminar con aquella tensión sexual que los envolvía. Ambos con distintas heridas en sus corazones pero con un solo objetivo comenzaban a compartir un cariño sin precedentes el uno por el otro, siempre al borde del abismo esta vez decidían saltar juntos y gozar de cada segundo porque ninguno de los dos sabía con exactitud si esta maravillosa tentación se volvería a repetir.
—¡Ran…ma! Ah, ah, me correré –musitó, él no se detenía y aumentó el frenesí provocándole un orgasmo delicioso, pudo sentir sus jugos empapar su glande y se detuvo por instinto aunque él no había llegado a la cúspide.
Cerró la llave y salió de su cuerpo sin bajarla de su cintura, tal cual estaban, empapados la llevó hasta la cama y la depositó con cuidado. Akane se deleitaba en la vista y es que Ranma seguía muy animado, era tal su erección que su miembro rosaba sobre el hueso de la pelvis…
—Te deseo, no imaginas cuanto —comentó posando sus rodillas alrededor de sus piernas.
Akane vio como sus labios tomaban cada uno de sus pechos para sí, no había tiempo para titubeos y aunque apenas se recuperaba de los espasmos en su centro la sola idea de hacerlo otra vez, de ser suya la excitaba por completo, en esa misma cama, en donde pasaron largas noches juntos pero sin amarse, sin siquiera tocarse ahora sería testigo de las danzas del amor, de un par de corazones que anhelaban amar y ser amados porque la vida solo los golpeaba y esto era una especie de recreo, o quizás un pedazo de paraíso en medio del infiero en el cual vivían.
Los brillantes ojos de Ranma contemplaban la hermosa desnudez de Akane, pronto se hizo espacio entre sus largas y torneadas piernas friccionando sus sexos y dejándose llevar por la pasión entre besos llenos de miel, su miembro buscaba cabida y claro que la encontró, solo que esta vez lo hizo lento y sensual, quería grabar cada sensación, cada jadeo, cada reacción de ella en su mente. Las paredes tibias y húmedas de Akane estaban ligeramente dilatadas por el sexo anterior sin embargo eso no le quitaba el deleite de volver a explorarla sino todo lo contrario, era otra posición y muy cómoda.
Su glande profundizaba y la expresión de Akane mordiéndose el labio inferior lo provocó aún más, alzó una de sus piernas y su pelvis estaba pegada a su zona erógena lo que en consecuencia hacía una penetración más certera, más honda y solo allí comenzó a moverse como en círculos. Las uñas de su amada se clavaban en sus brazos al tiempo que este cambiaba el ritmo de su embestida entrando y saliendo oyendo sus gemidos y el golpeteo de sus cuerpos al chocar, el frenesí aumentaba en velocidad y con ello Akane se aferraba a la colcha con ambas manos, Ranma se inclinó sobre su vientre haciendo un camino con su lengua hasta llegar a uno de sus rosados pezones el cual disfrutó a complacencia.
Pronto se correría, el azabache lo presentía y es que la sangre dentro de su virilidad corría a toda velocidad, deseoso de llegar a ese punto sin retorno aumentó sus embestidas, eran bruscas pero ella gozaba con cada una de ellas y entonces dejó salir todo su néctar dentro de ella, su miembro hacía leves espasmos que lo llenaban de placer. Su cuerpo mojado cayó a un lado de Akane, muy natural ambos se abrazaron como queriendo aferrarse a ese momento, a la calidez, a la cantidad de endorfinas liberadas con cada orgasmo, al calor de sus cuerpos, a sus sexos hinchados por cada acción, a esos besos desvergonzados, al amor que ambos se profesaban pero que no pudieron decir con palabras sino que con hechos.
—O—
Una hora después…
El heredero al clan Yamamoto salía de su habitación no siendo el mismo que llegó, Akane le seguía de cerca y en silencio. Luego de hacer el amor ninguno dijo nada, ¿todo seguiría igual entre ellos? Claro que no, mientras ella se prometió disfrutar de cada instante a su lado él intentaría no estar de nuevo con ella a solas, no estaba arrepentido, claro que no. No obstante tenerla a su lado era ponerla en peligro y su vida valía demasiado como para perderla junto a un hombre sin futuro sin nada.
Cuando Ranma llegó abajo sus hombres lo esperaban, lo escoltaron a la habitación que se había dispuesto para tener el cuerpo de Kimura. El médico le explicó brevemente que ya era hora de despedirse, a lo cual este asintió.
Ese mismo día por la tarde, a las 15 horas en punto, los restos de Kimura Yamamoto eran cremados y luego entregados a su única familia, Ranma.
Durante el trayecto en coche al cementerio, Akane no habló absolutamente nada. Ranma iba sumergido en sus pensamientos y entre sus manos la hermosa urna en donde yacía su querido amigo.
Al funeral solo asistieron sus hombres leales, Haru y sus guardaespaldas y por supuesto Akane. Saotome no quería a nadie más allí, fue muy íntimo y privado. Una vez dejó acomodada la urna en su lugar Ranma se puso de rodillas por largos minutos, Haru miraba a Akane con pesar mientras que ella se preguntaba ¡¿qué carajos había hecho Ranma esos dos días fuera?!
El funeral no acababa cuando escucharon ruido, risas y muchas pisadas se acercaban, Haru miró alrededor y pudo ver a los hombres de la familia Tendo acercándose.
—¡Ranma, esto no tiene buena pinta! Exclamó fuerte.
El aludido se puso de pie y entonces vio a Soun, ese viejo miserable osaba acercarse a la tumba de su querido amigo.
—Si esto se pone peligroso, llévate a Akane de aquí —le ordenó al mismísimo Haru quien asintió.
—Nada de eso, le diré que se vaya ¡esto es una falta de respeto! —chilló, pero su padre no venía solo, lo acompañaba el nuevo "yerno" Tatewaki y alguien más…
Cuando Akane vio esos ojos rasgados se le fue todo el aire de los pulmones, solo vio a Ranma adelantársele y quedar frente a frente con el asesino de Kimura.
El azabache lo tomó por el cuello con una sola mano tan rápido que Taro no tuvo oportunidad de nada. Todas las armas apuntaban su cabeza pero eso no le importaba, él quería torcerle el pescuezo y sin clemencia.
—¡Cómo osas venir aquí luego de lo que hiciste! —le gritó fuerte.
—Suéltalo Saotome —pidió Soun muy serio, mis hombres te dispararán —masculló muy divertido pero a su hija no le gustó.
Akane sacó el arma que portaba desde su pierna y le apuntó directo a la cabeza, sí, a su padre.
—¡Diles que bajen las armas, quiero que te largues de este lugar porque a los muertos se les respeta!
—¡Hija cómo te atreves! ¿En verdad serías capaz de hacerlo? —cuestionó con pose de víctima.
—Asesinaste a mi madre a sangre fría ¿qué te hace pensar que no puedo?
Tendo abrió los ojos como plato, Haru tocaba el brazo de Akane para que bajara los ánimos todos allí estaban armados hasta los dientes, sería una ola de disparos sin reparos y en medio de un funeral, de una lamentable y triste pérdida.
Mientras, esa "amistosa plática" se desarrollaba Taro quedaba sin aire, sus labios se amorataban cuando Soun pidió bajar sus armas.
—Taro es buen aliado, estamos aquí para despedir a uno de mis enemigos nada más —adujo Soun.
—Es un funeral privado Tendo, debería irse —solicitó Haru.
—Mocoso, tú qué sabes… entre Kimura y yo había una gran historia, pero oí que la familia lo cremó.
—Ya todos aquí sabemos de tus alianzas con ese maldito traidor —mencionó Akane— además de que lo usaste para asesinar a un gran hombre.
—¡Cállate insolente! — gruñó alzando su mano y Ranma la detuvo ipso facto.
—Tengo unos deseos enormes de matarlos en estos momentos, alrededor del cementerio hay unos cien hombres esperando por mí, venir aquí en estos momentos es muy ruin y bajo pero qué podía esperar de un monstruo miserable como usted, me asquea pero no tanto como para verle desangrar hasta morir —finalizó Ranma.
—Estamos aquí porque debes desalojar la casa —dijo Taro entrometiéndose.
—¿De qué hablas? —preguntó Akane.
—Soy el heredero por derecho, el clan Yamamoto es mío —aseguró sacándolo de quicio, Ranma lo golpeó dos veces en el rostro y nadie se entrometió.
—Escúchame bien escoria hoy dejarás de serlo… —entonces le quitó a tirones la ropa de la parte superior, Taro intentaba defenderse pero no podía porque toda la ira de Ranma pesaba como un yunque.
—Haru no mires —pidió Akane, pero este la ignoró.
—¡Qué haces! —gritó Ranma, miró a Soun quien se alejó un poco ya sabía lo que el ojiazul haría.
—No eres digno de llevar el sello de la familia de Kimura, asesino y traidor te mataré pero antes haré lo mismo que le hice a todos quienes te protegían dentro del clan — argumentó Ranma sacando una cuchilla de su bolsillo, lo puso boca abajo y con su pie sobre la cabeza y el brazo torcido hacia atrás le rebanó la piel cual trozo de mantequilla.
El grito ensordecedor de Taro abarcó todo el lugar, desde el codo hasta la muñeca y cual lonja le quitó el tatuaje de la familia Yamamoto dejándolo al rojo vivo y sangrando de dolor.
—Akane, mira nada más las cosas que tienes que ver hija, quiero que vengas conmigo ya nada tienes que hacer en esa casa —mencionó Soun.
—Ranma es mi prometido y lo apoyaré hasta las últimas consecuencias —respondió firme.
—Deja de decir tonterías —replicó su padre.
Akane quiso acercarse a Ranma pero la mano temblorosa de Haru quien veía a su hermano mayor gritando por ayuda la detuvo, el chico estaba paralizado.
—No puedo ver esto — susurró apenas.
—Deja ya el lloriqueo —gritó Soun al ver como se quejaba Taro de dolor.
—¡Maldito seas! —escupió Taro a Ranma y este lo pateó en el rostro dejándolo en silencio.
Entonces un hombre bastante mayor se acercó a los presentes, Ranma recordó verlo antes, pero se veía diferente, usaba traje y unas gafas, llevaba en su mano un sobre y en la otra un maletín de cuero, de pronto lo recordó, era el viejito del cementerio.
—¿Señor Saotome? —preguntó.
Ranma lo miró con cierta desconfianza, uno de sus guardias le sostuvo el cuchillo y le entregó un pañuelo con el que se limpió las manos.
El hombre le entregó un sobre, con desconfianza este lo tomó…
—Disculpe, pero quién es usted —mencionó Akane.
—Solo un viejo amigo de Kimura —respondió al tiempo que Ranma leía el documento que se encontraba dentro.
El viejito se retiraba, pero Ranma lo llamó…
—¿Es esto cierto? Es decir, ¿es real? —preguntó a su espalda.
—Fue su voluntad —respondió y se retiró.
Ranma estaba estático, no lo podía creer y cuando los demás se enteraran quedarían asombrados o quizás se echarían más enemigos encima.
Por esa razón comenzaba a sentir que su regreso no era tan amargo como lo esperaba, cumpliría su promesa y su amigo le ayudaría incluso después de muerto.
Continuará…
Nota el autor
Estimado lector, gracias por esperar la actualización de esta historia. Aunque aún no sabemos lo que Ranma hizo durante esos dos días, podemos estar seguros de que a su regreso dejó liberar todas sus pasiones. La pareja principal sucumbió ante la tentación y es que ya no se podía alargar más.
En cuanto a Nabiki, pues Kuno no es un hombre de fiar. Kumon regresó y él estará atento a sus jugadas, tiene temor de que su amada castaña salga herida y la verdad es que todo se puede esperar de ese lunático. ¿Y qué hay de su hermana? ¿Creen que de verdad le coquetea a Soun?
Y el triste Haru, quien se enfrenta a sus peores temores. Taro es un descarado y creyó que bajo el ala protectora de Soun estaría a salvo y no fue así. Ranma arrancó el sello de la familia que lo acogió dejándole la carne expuesta y a rojo vivo.
¿Qué dirá el papel que le entregó el viejito a Ranma?
Pronto lo sabrán, si les gustó déjenme su preciado review, amo leerlos.
Desde Chile una fanática más de Ranma ½
Sweetsimphony._
