Okay, no pretendía seguir escribiendo, en la página anterior incluso he recapitulado mis intenciones de no convertir esto en un diario personal porque, a fin de cuentas, nadie va a leerme. Sin embargo, ese argumento me ha resultado igual de atractivo para motivarme a continuar. Si nadie me lee, menos importancia tienen las letras y, por extraño que parezca, se vuelven más fáciles a la escritura.
La importancia suele medirse con base al peligro de la consecuencia, pero no creo que tenga que afrontar alguna de difícil solución con liberar el almacenaje de mis pensamientos con la técnica de reciclaje a través de las letras.
El aburrimiento ha sido la letra capital, pero, a decir verdad, mientras escribo tengo la sensación de no guiarme por el mismo sentimiento. Es como si, de repente, me sintiera escuchado, y a su vez imperara la necesidad de serlo. Solía conformarme con escuchar mi propia voz en mi cabeza diciéndome las cosas, recitándome lo que pienso, de tal modo que, con la ayuda de mi imaginación, le puse voz también a mi soledad. Esta vez, en cambio, no es otra voz que escucho, sino una que es a mí a quien escucha.
Ellas, las letras, no dejan de ser una voz, porque cuando le puse punto final al párrafo de la página anterior, pensé que allí había terminado todo, pero hoy, en cuanto lo he leído de nuevo, sentí que, contrario a marcar el final, era un punto de inicio. Cómo si ellas me hubieran dicho: "puedes continuar, aquí estamos gustosas de seguir escribiendo tu historia". Y así es como una letra se multiplica en palabras, las palabras en oraciones y las oraciones en párrafos.
En fin, no sé, quizás es esta repentina necesidad de sentirse escuchado sin esperar un reproche, un juicio o aun alguna aprobación, sea la razón por la cual se tenga un diario personal. O porque uno se sienta solo.
¿Acaso yo me siento solo? ¿Es eso y no el aburrimiento lo que añade pintura y trazo a estas palabras?
No. Yo estoy acostumbrado a mi soledad. No quiero entrar en el campo de la filosofía, demasiado tuve con la universidad. Uff, no quiero ni acordarme de eso, así que la conclusión final radica en que voy a escribir lo que me salga, solo porque sí, sin ningún drama filosófico o crisis existencial. Hasta aquí está bien por hoy.
