Llevo conociendo a Mikasa desde nuestros diez años. Al darse a tan temprana edad el inicio de nuestra relación, cuando tanto su afecto como el mío traspasaron la línea de lo convencional, dejando de ser algo de 'niños', ni ella ni yo supimos manejarlo. O al menos eso quiero pensar. Ella no supo cómo darme sus sentimientos y yo no supe que hacer con ellos, o quizás sucedió al revés.
No creo que pueda responder a la pregunta de si la amo. Pero estoy seguro de que la quiero y de que ella me quiere a mí también. Son años de reír juntos, de llorar juntos, de irnos a la cama juntos... Más aun en esas risas, en esas lágrimas y en esos aposentos no he hallado justificación que valga el sacrifico de mi libertad. Así como he reído con ella, quiero gozar la libertad de poder reír con alguien más, así como he llorado con ella, quiero tener la libertad de poder llorar con alguien más, y así como me he acostado con ella, quiero tener la libertad de poder acostarme con alguien más.
Ella me quiere solo para ella y yo solo me quiero para mi mismo. Ella ha de saberlo, aunque se lo guarde en lo más profundo del corazón. Es como si, muy a pesar de querernos, tuviéramos la certeza de que no podemos amarnos. Me resulta difícil explicarlo incluso así, en palabras escritas, de manera que para no enredarme más lo dejaré hasta aquí.
