Holas... Para los chilenos.. FELICES FIESTAS PATRIAAAAS! XD, Bueno lo prometido es deuda y les traigo un nuevo capitulo de Casi Perfecto... Recueren esto es un UA, mmmm buaaa extraño a mi novioooo TT.TT no hablo con el desde el sabado porke se jue pal campo con su mama y hayap no tiene internet u.u ... pero gueno es lo ke hay (por lo menos asi avance en este fics y en otro ke toy escribiendo por ahip) (Haber si termino pronto el oneshot grrr ke rabia ke ande otra vez con periodo de sequia mental XDD)

Bueno recuerden ke Rurouni Kenshin no me pertenece... Ademas de le esta es una adptacion de un libro de Liz Jarret XDD TErmine los avisos economicos.. pasemos a la tipica cosa esta...

Negrita y (): Mis comentarios.

cursiva: Dialogos.

"...": Pensamientos de los personajes.

-------- : cambio de escena...

Sin mas ke decir nos veremos al final.


Casi Perfecto

CAPITULO 2.

Kenshin aspiró profundamente e infló el globo número 24 de un paquete de 25 mientras profería un taco para sus adentro. Sólo le quedaban dos, dos globos más y habría cumplido. A través de la sala, lanzó una mirada a Kaoru, que estaba hablando con alguno de los ancianos y se dio cuenta de porqué le había puesto a cargo de la decoración de la sala, especialmente de la de los globos. Obviamente pensaba que la furia que sentía dentro le creaba aire caliente para dar y tomar.

- Tienes la cara casi tan roja como ese globo.

- –respondió Kenshin, mirando al anciano que tenía al lado-. Me temo que me va a estallar un pulmón.

- Yo soy el del cumpleaños, Hana Sakuragui, -dijo el hombre empujando algunos de los globos al suelo-. Globos... Es un detalle un poco raro. ¿Qué vas a hacer con ellos cuando hayas acabado?.

- ¿Es que no suelen tener globos en las fiestas de cumpleaños? –preguntó Kenshin, sintiendo que algo se paralizaba dentro de él.

- Bueno, no –respondio Hana, soltando una risita-. Ya somos algo viejos para eso, pero yo te lo agradezco de todas maneras.

Kenshin miraba el globo que tenía en las manos, mientras intentaba recordar la conversación que había tenido con Kaoru. Ella le había dicho que encontraría las cosas para la fiesta en el armario de la cocina. Y así había sido. En el estante superior, encontró vasos, platos, servilletas... y dos estantes más abajo, globos.

Al levantar la vista, vio que Kaoru estaba mirando en su dirección. Ella le había visto inflar todos aquellos globos mientras él se comportaba como un idiota delante de los ancianos. Debería haberse sentido furioso, enojado... pero no era así.

En vez de eso, se descubrió admirándola. A pesar de que ella se estaba convirtiendo en una pesadilla para él en la hora escasa que llevaba en el centro y de que ella ya le había dado una buena reprimenda dos veces. Las dos semanas siguientes prometían ser muy interesantes.

- Tienes que tener cuidado con las mujeres de por aquí –le recordó Hana-. Son muy listas, así que tú tienes que serlo más.

Con aquellas palabras, el hombre le golpeó amigablemente en el hombro y se dirigió a la mesa donde Kaoru estaba encendiendo las velas de un pastel. Cuando Kenshin terminó de inflar el último globo, se puso a contemplar la celebración. Todos los ancianos se lo estaban pasando estupendamente, lo mismo que Kaoru. Kenshin los contemplaba fascinado y se dio cuenta de que ella encajaba perfectamente en aquel ambiente. Sin embargo, no pudo dejar de preguntarse por qué Kaoru, no estaría en una gran empresa ganando mucho más dinero.

- ¿Te diviertes? –le preguntó ella por fin, cuando se dirigió hacia dónde él estaba.

- Sí, me ha gustado mucho tener que inflar todos esos globos. Gracias.

- Lo siento –dijo Kaoru entre carcajadas-, pero yo no te dije que lo hicieras. Utilizamos esos globos en nuestro puesto de la feria infantil del pasado septiembre. Nunca se me ocurrió que tú los sacarías hoy, pero he de reconocer que dan un aire de lo más festivo. Ahora ¿por qué no dejas de estar con cara larga y te diviertes con nosotros?. Nadie va a morderte.

- Yo no tengo miedo –dijo Kenshin, a pesar de que nunca se había sentido demasiado cómodo con la gente de más edad. Kogoro lo sabía y seguramente por eso le había asignado el centro de ancianos. Desde el punto de vista de Kogoro, sería muy divertido colocar a Kenshin donde menos encajara-. Entonces¿Hacen fiestas de cumpleaños para todos?.

- Sí. Es muy importante señalar los momentos más importantes de las vidas de las personas que aprecias.

Kenshin sintió que había algo más en todo aquello que lo que ella estaba diciendo, pero antes de que pudiera seguir con el tema, un estridente ruido dejó en silencio la sala. Todas las cabezas se volvieron hacia él. Kenshin gruñó y se desenganchó el busca del cinturón. Al mirarlo, vio que era un mensaje de Sano, pero cuando levantó la vista vio que Kaoru lo miraba con desaprobación.

- Necesito hacer una llamada de teléfono –dijo él.

- No es nada serio –afirmó ella, mirando al grupo-. Es que Kenshin tiene un trabajo de lo más ajetreado. Puedes hacer tu llamada –añadió luego, al ver que los ancianos proseguían con sus conversaciones-, pero la próxima vez que vengas aquí, espero que lo hagas sin ese busca.

- Mira, no estoy intentando...

- Deberías respetar a los ancianos lo suficiente como para darles tu más completa atención mientras estés aquí. Sin embargo, ustedes, los tiburones financieros no entienden eso¿verdad?. No pueden olvidarse del trabajo ni siquiera por unos minutos.

- Supongo que eso significa que no te caen bien los hombres de negocios.

- A mí me parece que hay algo más en la vida que el trabajo.

Kenshin había oído aquello antes, de un padre que no podía conseguir aparecer por su trabajo con la regularidad necesaria. Sin embargo, sabía que Kaoru no decía aquello para evitar el trabajo.

Él miró las caras divertidas de las personas que había sentadas alrededor suyo. Todas las personas que había en la habitación le estaban mirando. Cuando consiguió mirar de nuevo a Kaoru, dijo:

- Lo siento mucho.

Y así era. No quería desairarla ni molestar a los ancianos. Pero aquel mundo era extraño para él y costaría algún tiempo acostumbrarse.

Kaoru guardó silencio durante unos instantes. Por fin, hizo un gesto en dirección a su despacho.

- Ve a hacer tu llamada. Y después de eso, bien podrías quedarte allí y hacer las demás para conseguir donaciones para el centro.

Decidido a dejarlo estar, Kenshin asintió y se dirigió al despacho. Aquello era duro. No estaba acostumbrado a sentirse inseguro, pero era así como se sentía entre Kaoru y los ancianos. Algo dentro de él le dijo que las dos próximas semanas iban a ser de lo mas accidentadas.

Una hora más tarde, Kaoru seguía enojada. No dejaba de mirar al despacho y contemplar a Kenshin mientras él hablaba por teléfono.

Deseando posponer su charla con él, se dirigió a la cocina para contar los almuerzos calientes que acababan de ser entregados. Cuando el número le salió equivocado la primera vez, pensó que ella había cometido un error. Pero, cuando al contar de nuevo, le salió la misma cifra, se dispuso a echar chispas al servicio de entrega. Faltaban dos almuerzos.

El condado suministraba los almuerzos calientes todos los días mientras Kaoru les informara con 24 horas de antelación los que necesitaba. Durante las dos últimas semanas, se habían equivocado más veces de las que habían venido bien.

El día anterior, ella se había molestado en enviar el pedido por fax para evitar errores. Sin embargo, no había conseguido su propósito. ¿Es que no se daban cuenta de que para la mayoría de aquellos ancianos aquel almuerzo era a comida principal del día?. ¿Cómo podían equivocarse en el número?.

La cabeza estaba a punto de estallarle. Suavemente, se frotó las sienes y buscó un lugar en el que sentarse, pero no tenía demasiada elección.

La cocina era la peor parte del centro. Las encimeras estaban arqueadas, el linóleo (El piso o cerámica) estaba descolorido y había dos armarios que ya no podían abrirse.

Definitivamente, el centro necesitaba nuevas y modernas instalaciones. Y una vista, aunque esto último no era del todo necesario, había cambiado de opinión al ver la vieja mansión victoriana al borde del lago. Los ancianos podrían sentarse y contemplar los barcos de vela y disfrutar de la brisa de la primavera en los cuidados jardines. Incluso el ayuntamiento había estado de acuerdo que aquel era el lugar perfecto. A pesar de que los dueños habían recortado mucho los gastos, el precio seguía siendo demasiado alto. El ayuntamiento pagaría los 200 mil yenes que costaba la casa si Kaoru conseguía veinte mil yenes para sufragar las reformas. Aquello le pesaba tanto como si fuera un millón.

Kaoru se acercó a la puerta y miró hacia su oficina a través de la sala. Ya no veía a Kenshin pero sabía que seguía allí. Trabajando, haciendo sus llamadas en vez de las que necesitaba el centro. Realmente, él era lo que ella necesitaba, un ejecutivo de altos vuelos que pudiese atraer jugosas donaciones y mucho voluntarios.

Sin embargo, no le gustaba el hecho de necesitarle. Poco a poco, empezó a recordarlas imágenes de su padre. De las fiestas de cumpleaños perdidas, de los olvidados días de escuela, de la incesante retahíla de excusas, hasta que un día su padre dejó de explicar, o de preocuparse.

Kaoru miró de nuevo a la oficina. ¿Se preocuparía Kenshin Himura de algo?. ¿Les ayudaría o acaso sería como su padre, un hombre que había perdido el interés mucho tiempo atrás?.

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- ¿Por qué te estás escondiendo aquí?. – Kenshin levantó la mirada y vio dos mujeres en la puerta del despacho.

- No me estoy escondiendo. Estoy intentando conseguir dinero para el nuevo edificio.

Algo en su cerebro le recordó vagamente algo sobre el protocolo y se levantó. Él nunca se ponía de pie cuando una mujer entraba en la habitación. Si lo hubiera hecho, se habría pasado la mitad del día de pie. Más de la mitad de los empleados de la empresa eran mujeres, aunque no como las que le contemplaban desde la puerta, lo que le hacía sentirse incómodo.

- ¿Lo ves?. Ya te dije que no se estaba escondiendo –dijo una de las mujeres-. Soy Kaede Shinoka y está es Yumi Shishio (NA: Me ekivoke arriba cuando estaba ella hablando de su esposo Shishio se me había olvidado el nombre creo ke es Makoto no? O ese es el apellido? Alguien me corrige porfis...).- Ninguna de las dos mujeres hizo por estrecharle la mano, por lo que Kenshin mantuvo las manos en los bolsillos.

- Me alegro de conocerlas.

Desde que Kaoru le había dejado ir al despacho, había logrado recaudar cuatrocientos yenes. Desgraciadamente, las donaciones habían venido de su abogado y de su contable, que probablemente le cobrarían más la próxima vez que Kenshin requiriera de sus servicios.

Él no dijo nada más, principalmente porque no sabía qué decir. No quería ofender a aquellas mujeres porque parecían bastante agradables. Sin embargo, esperaba que ellas entendieran la indirecta y le dejaran solo. A decir verdad, ellas le ponían nervioso. Era raro que Kenshin pudiera dirigirse a un auditorio lleno de empleados, pero se quedara mudo cuando dos mujeres mayores se le acercaban.

- ¿Por qué no sales a conocer a alguno de nuestros compañeros?.- siguirió Yumi-. Todo el mundo está muy interesado en ti.

La mirada de Kenshin pasó de las mujeres a la sala que se abría detrás de ellas. Después de la fiesta, habían vuelto a colocar las mesas en su sitio. Aproximadamente unos veinte ancianos se sentaban en pequeños grupos. Algunos jugaban a las cartas, otras hacían punto. Todo el mundo parecía estar ocupado y nadie parecía tener un mínimo interés en él, a excepción de las dos mujeres que tenían delante de él.

- Yo... le prometí a Kaoru que haría unas cuantas llamadas telefónicas –dijo, tomando el auricular, con la esperanza de que las mujeres se marcharan, pero no lo hicieron.

- ¿Qué piensa tu mujer de que trabajes aquí?.- Fue Yumi la que había hecho aquella pregunta. Inmediatamente recibió un codazo y una mirada severa de Kaede.

- No tienes por qué contestar eso –dijo Kaede-. Esta Yumi es una cotilla.

- No me irás a decir ahora que a ti no te interesa¿verdad? –preguntó Yumi a su amiga-. Un hombre como tú tiene que estar casado –añadió, dirigiéndose a Kenshin antes de que Kaede pudiera contestar.

- No, no estoy casado –respondió él, levantando de nuevo el auricular.

- ¿De verdad?. No está casado –dijo Kaede, intercambiando una mirada de complicidad con su amiga, que Kenshin ni siquiera se atrevió a contestar-. Kaoru tampoco está casada. (NA: Porque me da la sensacion ke estas dos se las daran de casamentera)

Aquel comentario le dejó tan sorprendido que tuvo que sujetarse la mandíbula para evitar que se le abriera la boca. De nuevo, Kenshin miró hacia la sala, buscando a Kaoru, se apostaba lo que fuera a que Kaoru no sabía que aquellas dos señoras estaban intentando buscarle novio.

De repente, sintió mucha curiosidad sobre la directora del centro y dejó caer el auricular. Aquel río de información también podría beneficiarle a él. Tal vez pudiera encontrar lo que interesaba a Kaoru Kamiya, por su propia experiencia, las negociaciones eran más fáciles si se entendía al adversario, si él sabía lo que le importaba más a Kaoru sabría a que atenerse.

- Kaoru parece muy agradable –dijo él, observando cuidadosamente los rostros de las mujeres para ver su reacción. Tal y como esperaba, los rostros se le iluminaron y se inclinaron hacia delante, deseosas de compartir su información.

- Kaoru es una muñequita –dijo Yumi-. Simplemente una muñeca, pero no lo tomes por el lado equivocado. No es nada tonta y no le gustan las personas que intentan jugar con ella.

- Efectivamente. No hay que jugar con nuestra Kaoru –afirmó Kaede-. Ella se merece sólo lo mejor. Ahora, háblanos sobre ti.

Kenshin se quedó helado. ¡Dios mío!. ¿En qué se había metido?.

Kenshin finalmente consiguió escapar de la oficina y de interrogatorio al que las mujeres le estaban sometiendo afirmando que había prometido ayudar a Kaoru. De algún modo, aquella excusa era cierta. Dado que las mujeres le habían advertido de cómo era Kaoru, Kenshin decidió que era mejor allanar el camino con ella antes de que él creara más sentimiento de animadversión en ella. La vida le había enseñado a no convertir en enemigo un potencial aliado.

La encontró en la cocina, apilando platos y murmurando para sí misma. Incapaz de resistirse, se apoyó contra el marco de la puerta y la contempló trabajar. Kaoru Kamiya podría ser una espina para él durante las dos siguientes semanas, pero también era algo digno de ver. En especial, su hermosa y larga melena. Se dejaba caer como una cascada por la espalda, balanceándose con cada uno de sus movimientos. Sin saber de dónde le vino, sintió que el deseo lo atenazaba. Quería acercarse a ella, tomarla por la cintura y enterrar el rostro en aquel glorioso pelo e inhalar su aroma, el delicado perfume de jazmín que lo volvió loco desde el primer minuto en que lo olió. Podía verlo claramente en su imaginación. Ella se inclinaría sobre él, suspirando, con sus senos irguiéndose para encontrarse con las manos de él. Entonces ella se volvió y...

Él debería de haber hecho algún ruido porque ella, asustada, se volvió sobresaltada para mirarlo.

- ¡Que dia...!.

- Espero que no vayas a decir ningún taco –dijo Kenshin, despertando de su fantasía. Ella tenía aspecto agitado, con la mano izquierda descansándole encima del estómago, justo debajo de sus hermosos senos.

- Estaba a punto de decir "qué diantres" –replicó ella, reaccionando rápidamente a aquel comentario.

Kenshin asintió, sin dejar de mirarla. ¿Qué tenía aquella trabajadora social que volvía su libido loca?. Normalmente, él no hubiera mirado dos veces a una mujer como Kaoru. Ni siquiera era su tipo.

Tal vez aquél era el problema. Había estado trabajando tanto que llevaba mucho tiempo sin tener una cita. Para evitar tener ensoñaciones sobre aquella mujer, lo que debía hacer era llamar a una de las mujeres con las que salía habitualmente. Con Tomoe se lo pasaba siempre muy bien. O tal vez Kitara. Cualquiera menos la pelinegra que tenía frente de él.

- ¿Has acabado ya con tus llamadas? –preguntó ella.

- Ya he hecho unas cuentas. Te he conseguido 400 yenes.

- Eso está bien –dijo ella, esbozando una ligera sonrisa-. Te lo agradezco. –Él asintió mientras ella se volvía a sus tareas. Definitivamente, él no le caía bien a Kaoru. Y él que se había tomado tantas molestias.

- No es problema.- ella se apartó el pelo de la cara, mientras se volvía para mirarlo, con una expresión distraída.

- Lo siento¿qué me decías?.

- ¿Qué es lo que pasa con esos platos?.

- Nos faltan dos almuerzos –dijo ella-. Y no sé por qué esto ocurre con tanta frecuencia.

- ¿Por qué no llamas a quien los traiga y le pides que traiga más?.

- Hoy ya no van a volver. Estas comidas se tienen que encargar con 24 horas de antelación. Tendré que preparar algo yo misma. Por desgracia, nunca guardamos mucha comida aquí, pero sea lo que sea lo que pueda preparar, será mejor que decirle a dos de los ancianos que no tienen nada qué comer.

- Espera un momento –afirmó él, sintiendo que ella estaba en un territorio. Resolver problemas era la especialidad de Kenshin-. ¿Qué es lo que van a tomar todos los demás?.

- Carne, puré de papas, arvejas y pudding –respondió ella, sospechando algo.

- Si me dejas que vuelva a usar tu teléfono, te lo puedo solucionar.

- ¿Cómo?.

- Llamaré a la cafetería de Ishin Shishi y les diré que nos manden los almuerzos que faltan.

- ¿Y crees que lo harán?.

- Claro.

- Fenomenal. Entonces, hazlo. Y después de eso, me imagino que ya has cumplido tus dos horas aquí. Mañana me gustaría que me ayudaras con algunas reparaciones... Por cierto, gracias.

Con eso, ella pasó a su lado y salió de la cocina. Pero al salir él vio que Kaoru llevaba una expresión sorprendida en el rostro. No se le había ocurrido que él pudiera ayudar.

Sintiéndose muy a gusto consigo mismo, Kenshin se dirigió al despacho para llamar por teléfono. Aquella mujer lo dejaba perplejo, sin duda, le gustaba ayudar a los demás y quería a contribuir a que el mundo fuera mejor. ¿Sería aquella la razón por la que estaba allí?. Tenía que serlo, porque seguramente hubiera tenido mucho éxito trabajando en una empresa importante, como Ishin Shishi.

De repente, asimiló las palabras que ella le había dicho antes de marcharse. Al día siguiente quería que él hiciera algunas reparaciones. ¿Él¡Dios mío!.

Kenshin miró a su alrededor, pero no vio a Kaoru. Tendría que hablarlo con ella al día siguiente. Él era incapaz de reparar nada. Era un inepto para cosas de ese tipo.

De ningún modo se iba a poner él a reparar nada. De ningún modo.

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Si aquel no era el peor día de la vida de Kaoru, tenía que ser de los peores. Había tenido ocasiones peores, pero aquel día se llevaba la palma. Le dolían los pies, la cabeza y quería que Kenshin saliera de su vida.

Muy lentamente, subió las escaleras que llevaban a su pequeño departamento, con las bolsas de la compra a punto de estallar. Con mucho esfuerzo, abrió la puerta de su piso y se dirigió a la cocina.

Había algunas cosas que la dejaban atónita sobre él. ¿Cómo podía vivir de aquella manera, solo preocupándose de ascensos y aumentos de sueldo?. ¿Cómo podía sentirse realizado por un trabajo que no servía para ayudar a las personas?.

El padre de Kaoru, solía decir que la mejor manera de ayudar a los demás era ayudarse a uno mismo. Sin embargo, Kaoru no compartía esta teoría. Ella no podía trabajar en una causa en la que no creyera. Los ancianos del centro le hacían sentirse querida y aceptada, cada vez que mejoraba el programa, había consecuencias positivas y, en lo que a ella se refería, era lo que importaba en la vida.

Lo único que ella quería era tener recuerdos, de sonrisas, de abrazos y de besos, como decía en el bordado que su madre tenia en el salón.

Después de guardar la ultima lata de sopa de pollo con fideos, guardó la bolsa de la compra y se sentó a la mesa de la cocina.

¿Cómo diablos iba a conseguir 20 mil yenes en unas pocas semanas?. Sin embargo, tenía que hacerlo. Los ancianos dependían de ella.

De repente, se le ocurrió una idea. Haría algo para recaudar fondos. Tenía que hacerlo, ya que solo le quedaban 26 días para conseguir el dinero.

El centro invitaría a los ciudadanos de Kyoto y los ancianos decidirían qué harían para recaudar los fondos. Entonces ella movería cielo y tierra para conseguir el dinero.

Kaoru sonrió. Aquello era algo con lo que Kenshin podría ayudar. Trabajando en una gran empresa le habrían enseñado a organizar grandes proyectos, también podría invitar a todos sus colegas y empleados de Ishin Shishi. Tal vez pudieran recaudar los fondos solo con la gente que él conocía.

De repente, Kaoru se sintió muy satisfecha consigo misma. Su padre siempre le había dicho que no tenia mentalidad de negocios. ¡Que equivocado estaba!. Estaba a punto de demostrar que era todo lo contrario.

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- Kogoro, te necesito –dijo Kenshin, entrando en el despacho del presidente, cuyo suelo estaba cubierto por bolas de golf, actividad que Kogoro Katsura, practicaba habitualmente a las 10 de la mañana desde que había tenido un ataque al corazón.

- ¡Dios mío¡Que bueno soy! –exclamó el hombre, metiendo una bola en un vaso de plástico, que había tumbado de lado en el suelo-. Deberías practicar el golf, Kenshin. Aclara la mente y te ayuda a solucionar muchos problemas.

- No, gracias. Yo ya tengo la mente lo suficientemente clara.

- Lo que tú quieras. Pero si quieres hacerte cargo de una empresa tan grande como Ishin Shishi, tienes que cuidar primero de ti mismo.

- Hago pesas y practico Kendo. Eso me mantiene en forma –dijo Kenshin, sentándose en uno de los sillones de cuero.

- En forma físicamente, pero no en mente.

El hombre se apoyó sobre su palo de golf y estudió su tiro. Aunque tenia casi 65 años, Kogoro no parecía un anciano. Tenia el pelo blanco, pero no estaba calvo. Medía casi un metro ochenta y mantenía el cuerpo muy erguido y estaba tan en forma como cualquiera de ellos. Bueno, al menos hasta que, dos meses atrás, había sufrido un ataque al corazón. Sin embargo, ni siquiera eso le había detenido durante mucho tiempo, había vuelto a trabajar dos semanas después. Y le había dado por salvar al mundo, lo que estaba alterando por completo la vida de Kenshin.

- Yo creo que también tengo el alma en buena forma –dijo Kenshin algo impaciente, mientras Kogoro tiraba dos veces más y metía la bola en el vaso.

- ¡Soy magnifico! –exclamó Kogoro, sonriendo-. Bueno ¿qué puedo hacer por ti?.

- Kogoro, este trabajo de voluntario es imposible. Todos los ejecutivos trabajaron dos horas en obras benéficas ayer por la tarde y Ishin Shishi se volvió loca. Sano y yo estuvimos aquí hasta después de medianoche. No podemos permitirnos perder tanto tiempo de trabajo.

Cuando terminó de hablar, Kenshin se reclinó en el sillón. Se sentía desesperado por hacerle cambiar la opinión a Katsura. Por mucho que Kenshin hubiera visto por sí mismo que todos aquellos voluntariados eran buenas causas, Kogoro tendría que admitir que aquello era una locura.

La forma en que Katsura lo miró, no le dio muchas esperanzas. El anciano lo miró resignado.

- Kenshin, sé que parece que te estoy pidiendo mucho, pero a la larga ayudar a otros le ayuda a uno mismo.

- En este mercado tan competitivo, Ishin Shishi necesita maximizar todos sus recursos –argumento Kenshin-. Necesitamos a todos los empleados trabajando constantemente al máximo.

- Los estudios de mercado han demostrado que las empresas que mantienen lazos estrechos con la comunidad, progresan mucho más.

Kenshin sintió que la tensión lo atenazaba. ¿Cómo podía Katsura, que era un hombre inteligente, no darse cuenta de que aquella manera podría arruinar la empresa?. Tenía que encontrar algún modo de hacerlo razonar.

- ¿Por qué no nos limitamos a hacer jugosas donaciones a estas mismas organizaciones benéficas?. Yo creo que el dinero los ayudaría más. Por ejemplo, el centro de ancianos al que tú me asignaste necesita dinero para un nuevo edificio. Puedo garantizarte que la directora preferiría que le dieras un buen cheque mejor que tenerme que soportar allí todos los días, yo la molesto y no le gusta.

- Me alegra saber que te va tan bien –respondió Kogoro con una enorme sonrisa que no aplacó los nervios de Kenshin-. Cuando me dieron la lista de organizaciones que necesitaban voluntarios, supe que el hogar de la tercera edad era el mejor sitio para ti.

- ¿Por qué Katsura?.

- Oh, por esto y por aquello –respondió el hombre, evitando la mirada de Kenshin. En silencio, Kenshin contó hasta diez, luego hasta veinte, luego se dio por vencido. Una mirada a la cara de satisfacción de Kogoro le dijo que estaba perdiendo el tiempo.

- ¿Estás dispuesto a reconsiderar el tema? –preguntó Kenshin, sabiendo de antemano la respuesta.

- Haré un trato contigo –dijo Katsura-. No puedo esperar que todo el mundo pase 10 horas de voluntario a la semana, pero quiero que mi equipo de directivo lo haga al menos durante un par de meses. Al cabo de ese tiempo, ya hablaremos.

Por primera vez desde que el informe llegó a su mesa. Kenshin vio un atisbo de esperanza. Se puso de pie y se metió las manos en los bolsillos.

- De acuerdo.

- Y si ese centro necesita dinero –sugirió Katsura, mientras estudiaba un nuevo golpe-, espero que los ayudes a conseguirlo.

- ¿Por qué no...?

- Ayúdalos Kenshin. No se los des. Esas personas necesitan mas tu tiempo que tu dinero. No olvides nunca eso hijo, no lo olvides.

CONTINUARA.

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Bueno, espero ke les haya gustado este nuevo capitulo... Como saben en este fics tratare de ir actualizando a medida que vaya termiandno de escribir los capitulos asi ke hare todo mi esfuerzo de tenerles un capitulo semanal...

Ya saben me encantan sus comentarios asi ke dejen reviews porfiiiis... XDDD

Bueno nos taremos viendo... cuidense todos

beshitos

matta ne...