holaaaaaaaaaaaas! como etsan toos, jajaja espero ke bien, yo akip subiendoles el capitulo 8, el cual lo tengo listo desde hace arto tiempo pero por ser malita no se los kice subir altiro... jajajaja
Bueno espero ke les haya gustado el otro fics que estoy empezando a publicar, "El Misterio del caballero Fenix" jajaja si me preguntan ke me fume, nada es solo ke derrepente me dan por soñar cosas raras y pos ke mejor ke plasmarlo en un fics no?
Bueno nos vemos abajo... y ya ke me han alegado tanto les tengo un regalito en el fics... siiii aunke uste no lo crea les pondre otro l... mejor me callo... jajajaja
bueno ya saben ke rurouni kenshin no me pertenece ni tampoco la idea original del fics asi ke no me aleguen ke no se los adverti...
el alcance con la realidad son solo coincidencias...
sin mas ke decir hasta abajo XDDDD
Casi Perfecto
CAPITULO 8.
El jueves por la tarde, Kenshin estaba mirando por la enorme ventana que había detrás de su escritorio. La Gran Noche de Orquesta era el sábado y todavía no le había dicho a Kaoru que después de aquel día, ya no volvería al centro.
Se sentía como un cobarde y tal vez era eso lo que era. Había querido decírselo, pero todo iba tan bien entre ellos que no había querido estropearlo todo y decirle a Kaoru que no iba a seguir trabajando en el centro después de conseguir los fondos lo hubiese estropeado todo. Así, marchándose, Kaoru se convencería que estaba adicto a su trabajo y que este era lo único que le importaba.
Sin embargo, aquello no era cierto. Kaoru le importaba también y no quería que su relación se terminara. Al menos no cuando las cosas entre ellos iban tan bien que a Kenshin le parecía una relación perfecta por primera vez en su vida. Era algo egoísta, pero no quería dejar de estar con Kaoru.
A pesar de todo, tenía que ser sincero con ella. Después de que hubieran conseguido los fondos, ya no podía pasarse ni un día más alejado de su trabajo. Volviéndose hacia el computador, él estudió los montones de papeles que tenía encima de la mesa. Tenía que estar loco para estar pensando en Kaoru en aquellos momentos. Su trabajo necesitaba toda su dedicación durante las próximas semanas, si no meses. Tenía que afrontar los hechos. No tenía tiempo para tener una relación, especialmente como aquella... Estar con Kaoru le distraía de sus obligaciones, tanto que podría costarle su ascenso a presidente de Ishin Shishi si no tenía cuidado. Necesitaba concentrarse en su trabajo al cien porciento.
Aquel puesto iba a estar disponible pronto. Katsura le había mencionado un par de días antes que planeaba retirarse una vez que la fusión fuera efectiva. Por eso, Kenshin no debía perder la concentración, no en aquellos momentos cuando estaba a punto de alcanzar todo lo que había deseado siempre. Si seguía con Kaoru, ella tendría que entender lo importante que era su trabajo.
Aquello significaba que tenía muchas posibilidades de que Kaoru le mandara de paseo. Sin embargo, tal vez pudieran llegar a algún acuerdo, los dos eran inteligentes y razonables, tal vez, a pesar de la manera en la que su padre la había tratado, ella comprendería que, durante los próximos dos meses no podría estar muy a menudo con ella. Cuando la fusión estuviera hecha, podrían pasar juntos más tiempo.
Kenshin suspiró, sabía que no le sería fácil convencer a Kaoru de aquello. Ella sabía que en su trabajo, siempre había un "algo más". La empresa y los empleados dependían de él para que la empresa siguiera a flote. Y sería aún más cierto si le nombraban presidente.
-¡Cáscaras!.- musitó él, sonriendo enseguida. Kaoru lo tenía bien entrenado, ya ni siquiera era capaz de soltar garabatos cuando estaba a solas.
Tenía que haber una solución a aquel problema. Él no quería dejar de ver a Kaoru, pero sabía que ella se merecía algo más que un hombre que se ocupara de ella solo cuando el trabajo se lo permitiera. Desgraciadamente, aquello era todo lo que él podía ofrecer. La única solución justa era dejar que Kaoru decidiera. Lo único que él podría hacer era aceptar las consecuencias.
También esperaba que ella no le pidiera que le expusiera sus sentimientos con palabras porque no podría. ¿Sería aquello amor?. El no podía saberlo porque nunca había experimentado el amor. Tampoco había un cuestionario que le demostrara lo que sentía. ¿Sería aquello amor o deseo?. Kenshin no lo sabía, tolo que sabía era que quería seguir viéndola tanto como su trabajo se lo permitiera. Aquella noche, la llevaría a cenar a algún lugar romántico y le explicaría lo importante que ella era para él y luego intentaría alcanzar un acuerdo con ella. Después de eso, rezaría para que ella no le pidiera que se esfumara porque si aquello ocurría, él no sabría lo que hacer.
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-No voy a ser capaz de encontrar nada que ponerme.
Kaoru se paseaba arriba y debajo de su habitación, tirando vestido tras vestido encima de la cama. Se dijo que no había razón para que se encontrara tan nerviosa. Se habían pasado las tres últimas noches haciendo el amor en aquella cama. Sin embargo, desde que Kenshin le había pedido que fuera a cenar con él cuando estuvo en el centro, se había puesto muy intranquila. Le había parecido tan serio que tenía el presentimiento de que él quería hablar con ella y eso, para ellos, solo significaba problemas.
Tal vez había decidido que ya no quería volver a verla p que era una equivocación estar juntos, lo que era cierto. Los dos esperaban conseguir cosas de la vida y ninguno de los dos tenía tiempo para afrontar una relación.
Sin embargo, ella quería seguir con él. Estaba enamorada de Kenshin. ¿Cómo podía él no sentir lo mismo?. Si fuera una mujer valiente, le preguntaría lo que sentía hasta que él admitiera que la amaba. Pero ella sabía que no lo haría, era valiente en muchos sentidos pero no tanto como para eso.
Finalmente decidió ponerse un vestido corto de color negro. Tras colocarlo en la cama, se puso una gota de perfume entre los senos. Antes de que pudiera ponerse el vestido, alguien llamó a la puerta. Al mirar el reloj, vio que eran las siete. Era Kenshin.
Sintiéndose algo pícara, dejó el vestido donde estaba y se puso la bata. Al abrir la puerta y ver lo guapo que estaba Kenshin, se puso aún más nerviosa. No era valiente, pero sabía que él sentía la magia que había entre ellos. Podía notarlo en la manera en la que él la miraba.
-Hola –dijo él con la voz profunda-. Estás muy guapa.
-No, eres tú el que está muy guapo. Yo solo tengo puesta una bata.
-¿Necesitas ayuda para vestirte? –preguntó, mientras cerraba la puerta detrás de sí.
Al mirarlo Kaoru notó que se le hacía un nudo en la garganta por el amor que sentía por él. No podía preguntarle lo que él sentía por ella, pero sí podía demostrarle lo que ella sentía por él.
-Quedémonos aquí –sugirió ella.
-¿Aquí? –repitió él con voz ronca.
-Sí.
-¿Para hablar?.
-No.
De un tirón, ella deshizo el nudo de la bata. Los lados se separaron. Luego dejó que la bata se le deslizara por los hombros y que cayera al suelo, mostrándola solo con un sujetador sin breteles (NA: Por si acaso, los breteles son los tirantes de los sostenes) y unas braguitas.
El silencio se apoderó de la habitación, roto solo por el tic tac del reloj. Si no hubiera sido por la manera en la que Kenshin la miraba, Kaoru se habría sentido terriblemente avergonzada. El rostro de él reflejaba deseo, ella dio un paso hacia él y luego otro y otro, que le llevó directamente delante de él.
En aquel momento, mirando el hermoso rostro de él, Kaoru se sintió como si se estuviera ahogando. El amor que sentía por Kenshin la abrumaba, aunque fuera el hombre equivocado, ella no podía dejar de amarlo y ese amor la llenaba de felicidad.
Kenshin deslizó un fuerte brazo alrededor de la cintura de ella y la estrechó contra su cuerpo. Ella sintió cuánto la deseaba. Luego, él se inclinó sobre ella y la besó, aquella vez no lo hizo suavemente, sino como si sintiera hambre y necesidad de ella. Kaoru le rodeó el cuello con los brazos, contestándole con idéntico apasionamiento. Ella separó lo labios, permitiéndole que recorriera la húmeda y cálida cavidad de su boca, entonces, él intentó levantarla del suelo, pero ella le rodeó la cintura con las piernas y se apretó contra él.
-Peso demasiado –dijo ella, mirándolo a los ojos-. No quiero que te hagas daño.
Kenshin se echó a reír mientras la llevaba los pocos metros que les separaban del dormitorio sin hacer un esfuerzo aparente.
-Me da la sensación que, tras esa preocupación solo se esconden motivos personales.
Mientras andaba, Kenshin no le apartaba la mirada del rostro. Kaoru se sintió inundada de amor, como si fuera una catarata. No habían hablado del futuro, pero aquella noche le quería solo para ella. Tal vez también mañana. Tendría que conformarse con ella.
-Estaba pensando en seducirte, a menos que todavía quieras salir a cenar –bromeó ella, aferrándose con fuerza a él.
-Cariño, no me podrías echar de este dormitorio ni siquiera con bombas –susurró él para volver a besarla de nuevo.
------------------ATENCION LEMON---------------------
Cuando Kaoru despertó a la mañana siguiente, Kenshin salía del cuarto de baño, secándose el pelo con una toalla azul. Sin preocuparse por su desnudez, se acercó a la cama y besó dulcemente a Kaoru.
-¿Quieres desayunar conmigo?.
-Dame un minuto –replicó ella, a pesar de que le hubiera gustado que él volviera a la cama.
-Claro.
Ella se sentó y se estiró, disfrutando la mirada ardiente que él le dedicaba al contemplar sus senos desnudos. Con un gruñido, él se puso los pantalones.
-No puedo seguir aquí para que me tortures. Me voy a la cocina.
Kaoru lamentó de no volver a sentir la calidez del cuerpo de él, pero tuvo que admitir que la idea de tomar algo sonaba fantástica. Después de que él se marchara, se duchó rápidamente, se puso la bata y se dirigió a la cocina.
Cuando llegó allí, él la miró de un modo tan encendido que ella decidió que era mejor quedarse al otro lado de la mesa mientras él servía el café y ponía unas rebanadas de pan en el tostador.
-¿Por qué no vienes aquí? –preguntó él, cuando ella se le escurrió de las manos.
-Me dijiste que querías desayunar. Yo tengo hambre y cuando estoy cerca de ti, parece que los dos tenemos problemas para controlar las manos.
-A mi no me importa.
-Porque eres un buen chico.
Él iba a decir algo, pero en aquel momento el pan saltó del tostador, rápidamente él lo untó con mantequilla y le dio un trozo a ella.
-Aquí está la comida, como te prometí –dijo él, empezando a comer el trozo de pan.
-¿Es que no le vas a poner mantequilla?.
-No, tengo un poco de prisa para terminar del desayuno.
-¿Por qué?.
-¿Es que no has comido ya lo suficiente?.- preguntó él, sin responder lo que ella le había preguntado. Lentamente, él se levantó con una maravillosa sonrisa.
Al llegar a su lado, él la levantó y la sentó en el borde de la mesa. Ella le tomó por los hombros y empezó a protestar, pero antes de que ella pudiera decir nada, él le había separado los muslos y se había metido entre ellos. El deseo la encendió como una brasa, le rodeó los hombros con los brazos y las caderas con las piernas.
-Todavía no hemos probado el número 72 –musitó él antes de besarla apasionadamente.
Entonces, apartó la bata, sacándole los senos para luego juguetear con los pezones. Ella gimió y le llevó las manos desde el torso a los pantalones. Sin éxito, intento abrirle el cierre.
-¿Cómo se abre esto?.- susurró ella, sin apartar los labios de él.
-¿Qué estas buscando?.-preguntó él bromeando.
Entonces, metió una mano entre los muslos de ella y le acarició su tierna feminidad, donde le introdujo un dedo. Inmediatamente la besó, ahogando los gemidos de placer de ella. Lentamente, la acarició, estimulándola hasta que ella cabalgó sobre la oleada de placer que él había creado para ella. Cuando alcanzó el clímax, Kenshin le libero los labios y la contempló.
Cuando aquellas deliciosas sacudidas terminaron ella se sonrojó.
-Kenshin –murmuró ella, avergonzada de lo que había ocurrido-. Crees que eres tan listo...
-El cerebro no tuvo nada que ver con ello.
-Ha sido muy divertido... Pero no ha sido el numero 72 –susurro ella, cubriéndole la cara de besos.
-¿Por qué no me enseñas que fue? –sugirió él.
-De acuerdo.
Ella empezó a besarlo, delineándole los labios con la lengua. Él la correspondió, tomándola por el pelo y besándola con idéntico apasionamiento. Ella pudo sentir que él se reía cuando consiguió abrirle el cierre de los pantalones, liberándolo. Kaoru llevaba todavía puesta la bata y rebuscó en un bolsillo un preservativo. Cuando se lo hubo puesto, él la tumbó en la mesa y la penetró de un solo intento.
Luego, sus movimientos se suavizaron. La besó con tanta dulzura que ella casi se echó a llorar. Él la hacía sentirse tan deseada y amada al mismo tiempo...
Cuando la acariciaba, las manos eran igualmente dulces. Tocaban y palpaban sus curvas, cubriéndole los senos hasta que ella se arqueaba bajo su tacto, los pezones se le erguían bajo las caricias de sus pulgares. Ella, atravesada por la pasión, le besaba el cabello y lo llamaba por su nombre hasta que él volvía a besarla.
De repente los movimientos se hicieron más urgentes, casi frenéticos. Él se movía dentro de ella, como si estuviera intentando poseerla completamente. Ella igualaba los rápidos movimientos de él hasta que estos se hicieron tan rápidos que ella tuvo que soltarle la boca. La tensión creció dentro de ella hasta que con un gemido, Kaoru se aferró a los hombros de él y alcanzó el placer de nuevo. Él lo hizo poco después que ella.
Durante un momento, se quedaron abrazados el uno al otro, con la respiración entrecortada. Ella le frotó la espalda, sintiendo que, poco a poco, la tensión que tenía en los músculos iba desapareciendo. Cuando él levantó la cabeza, la beso, para luego cerrarle la bata y ayudarla a bajar de la mesa.
-Vaya –dijo ella, sin estar segura de que las piernas fueran a sostenerla-. Dos veces, vaya.
Kenshin sonrió, mirándola con intensidad. Entonces, Kaoru sintió que se le formaba un nudo en la garganta. Estaba segura de que él iba a decirle algo.
-Kaoru... tu significas mucho para mi...
-Si, yo siento lo mismo...-respondió ella, pensado que aquello o presagiaba nada bueno.
-Me siento un hombre entero cuando estoy contigo...
-¿Pero? –preguntó ella, presintiendo que había más.
Kenshin apartó la mirada. Kaoru contuvo el aliento, deseando que él fuera a decirle que la amaba, que estaría con ella para siempre, que la pondría delante de su trabajo... Pero aquello era pedir demasiado.
-Tan pronto como terminemos de recaudar los fondos –explicó él, después de lo que pareció una eternidad-, tengo que dedicarme al trabajo en cuerpo y alma.
Kaoru dio muchas vueltas a aquellas palabras. Kenshin ya no sería voluntario después de eso, pero no le sorprendió. Ella sabía que iba a ocurrir. Kenshin deseaba volver a sus días laborales de catorce horas, a vivir y a respirar por su trabajo.
-Lo entiendo –dijo ella, apartándose de él para llevar el plato al fregadero. Y así era, él quería pasarse la vida en su trabajo, lo que suponía el fin de su relación.
-No, no lo entiendes –dijo Kenshin. Ella se volvió para mirarlo, intentando conseguir que el aire le entrara en los pulmones.
-¿Qué es lo que estas intentando decirme?.
-Creo que deberíamos vivir juntos.
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Kenshin no había pretendido decir aquellas palabras. Maldita sea, aquello era lo que Kaoru hacía con él. Hacia que hiciera cosas que no iban con su modo de ser. Sin embargo, al oír las palabras que le habían salido de la boca, supo que iban en serio. Quería vivir con Kaoru para, al menos, poder verla todas las noches.
-Estas bromeando –dijo Kaoru, mirándolo como si estuviera poseído por un demonio.
-No –respondió él, acercándose a ella para tomarle una mano entre las suyas-. Me imagino que sabes que una vez que vuela a trabajar, tendré que hacerlo durante muchas horas. Igualmente, tú tendrás que pasarte muchas horas en el nuevo centro.
-Kenshin, no...-empezó Kaoru, sentándose en uno de los taburetes de la cocina.
-¿Qué es lo que te preocupa.
-Todo.
-¿Cómo que? –insistió él, sentándose a su lado. Tenía que mantener la calma, quería que aceptara.
-¿Lo has pensado bien?
Kenshin no lo había pensado en absoluto, pero no estaba dispuesto a admitirlo. Tras haber sugerido la idea, estaba convenido de que funcionaría.
-Estoy seguro.
-A mí me parece que es solo el sexo...
-Esto no tiene que ver nada con el sexo, Kaoru. Tiene que ver con...
-¿Con que?. –preguntó ella.
-Con cuidarnos el uno al otro. Me gusta estar contigo –contestó él, lo mejor que pudo. No sabia si se trataba de amor.
-No creo que funcione –insistió Kaoru, poco impresionada por lo que él había dicho.
-¿Qué es lo que tu sientes por mi?.
-Estoy enamorada de ti –respondió sin vacilar.
Kenshin nunca habría esperado aquella respuesta. Se sintió invadido por la felicidad y la estrechó entre sus brazos para demostrárselo.
-Entonces no me digas que no. Podemos hacer que funcione.
-Kenshin, los dos somos muy diferentes. Tu trabajo lo es todo para ti y yo necesito un hombre que este a mi lado cuando lo necesite.
-Mi trabajo no lo es todo –respondió él besándola dulcemente en los labios-. Por supuesto que me encanta mi trabajo, pero estoy dispuesto a que lo nuestro funcione. Te lo prometo. Haré todo lo que pueda.
Kenshin la beso de nuevo antes de que ella pudiera protestar. Como siempre, ella se deshizo cuando él la tocó. De algún modo, Kenshin estaba seguro de poder cumplir su promesa.
-Solo te pido que lo pienses –insistió él, apoyando la frente con la de ella-. Por favor, piénsalo.
Él contuvo el aliento hasta que ella asintió, entonces supo que todo saldría bien, todo.
------------------Fin del lemon----------- &&&&&&&-------------------
Kaoru acabó de pulir el capó del viejo Mercury y dio un paso atrás para admirar su trabajo. Pensó que, si ella pudiera permitírselo, compraría aquella maravillad de coche sin pensarlo.
-Hola Kaoru –dijo Kaede, acercándose a ella-. Hoy pareces estar muy contenta.
Kaoru no estaba segura de que fuera así como se sentía. Efectivamente los planes para la Gran Noche de Orquesta iban saliendo a pedir de boca. Todo el mundo estaba muy animado y Kaoru estaban muy emocionada por los ancianos. Por fin parecía que aquella fiesta iba a salir bien.
Pero¿estaba ella feliz?. Era una pregunta difícil porque todavía no había decidido cómo responder a Kenshin.
-Estoy bien –respondió ella por fin.
-Lo entiendo –asintió Kaede, dándole una palmadita en el brazo-. Querida, los hombres son como los zapatos. Lleva un tiempo darles forma.
-¿Ahora son zapatos? –preguntó Kaoru riendo.
-Creo que Kenshin viene a ayudarte –añadió la anciana tras mirar hacia atrás. Entonces, le guiñó un ojo-. Creo que... me voy a... echarle un vistazo a mi tabla de surf –añadió, inventándose una excusa cualquiera-. Que se diviertan.
Mientras Kaede se marchaba precipitadamente, Kaoru oyó que Kenshin se le acercaba por detrás. Reuniendo todo el valor del que disponía, ella se volvió a mirarlo. Desde que se habían convertido en amantes, habían dejado su relación personal fuera del centro. Sin embargo, a juzgar por las palabras de Kaede, todos los ancianos lo sabían.
-Hola.
-Hola –dijo ella, limpiándose las manos en los pantalones-. Creo que el coche está listo ara mañana por la noche.
-Ya veo –afirmó él examinando el auto-. ¿Puedo hacer algo para ayudar?.
"Enamórate de mi". Deliberadamente, ella se apartó de él. Nunca había considerado vivir con un hombre por muchas razones, la principal de las cuales es que nunca había estado enamorada antes.
Sin embargo, en aquellos momentos lo estaba y, lo mismo que Kenshin, quería pasar todo el tiempo que fuera posible con él. ¿Era aquello construir un futuro o aplazar lo inevitable?. Cuando llegara el momento ¿elegiría el trabajo por encima de ella¿Acabaría ella com osu madre, amargada por todos los días y noches que pasaba sola?. Kaoru no podía permitir que aquello le ocurriera.
-¿Te puedo ayudar en algo? –repitió Kenshin.
-Okina y Hanna están acabando con los preparativos para la subasta. Tal vez les puedas ayudar a ellos.
Cuando ella echó a andar, intentando dejarle atrás, él le cortó el paso. Le puso una mano en el hombro, provocando que la calidez de su tacto tuviera el habitual efecto en las hormonas de Kaoru.
-¿Has pensado en lo que te sugerí esta mañana?.
-Si.
-¿Y?.
-No creo que sea una buena idea –admitió ella, de mala gana. Se sentía entre la espada y la pared.
-¿Por qué no?. Me dijiste que me amabas.
-Y así es. Pero también te dije que éramos demasiado diferentes.
-Estoy seguro de que podemos solucionar nuestros problemas –insistió él, acercándose a ella-. Si queremos hacerlo...
Ella miró por encima del hombro de él. Varios de los ancianos habían aparecido en la puerta y Okina se dirigía hacia ellos.
-¿Me amas? –susurró ella.
-Yo te tengo cariño...
-Es no es lo mismo. ¿Me amas?.
El silencio que se produjo a continuación contestó más o menos aquella pregunta. Por fin, él confesó.
-No creo que sepa cómo amar.
Aquella no era la respuesta que ella quería. El mundo pareció hundírsele bajo los pies, pero no podía flaquear.
-Entonces tendrás que aprender antes de que tu y yo podamos compartir un futuro.
-Kaoru no me hagas esto. Solo necesito tiempo para analizar lo que siento. Lo único que sé es que eres demasiado valiosa para que yo quiera perderte.
-¿Podemos hablar de esto en otra ocasión? –preguntó ella, algo nerviosa por hablar de aquello en el centro.
-De acuerdo. Más tarde –replicó él, que parecía no notar la presencia de los ancianos-. Solo dime una cosa¿por qué no quieres vivir conmigo si me amas?.
Kenshin se lo estaba poniendo difícil. Ella prefería verse en cualquier situación que confesarle a Kenshin la verdad, pero no podía mentirle.
-No quiero vivir contigo, porque no puedo estar segura de que estés a mi lado cuando te necesite.
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De camino a su oficina, Kenshin admitió que estaba furioso consigo mismo. Debería haber sido capaz de decirle que la amaba, de prometerle que siempre que lo necesitara estaría a su lado... Pero no estaba seguro de que aquello fuera cierto. Sentía mucho cariño por Kaoru, pero no podría estar seguro que sentía amor.
¿Es que no sabía ella que el hecho de que le estuviera pidiendo que viviera con él era un paso muy importante?. Nunca antes había considerado la posibilidad de tener una relación estable, pero en aquellos momentos estaba dispuesto.
Todavía enojado, Kenshin encontró a Katsura paseando por su oficina. Una mirada le bastó a Kenshin para convencerle de que algo iba mal.
-La fusión se está yendo a la punta del cerro –dijo Katsura.
Kenshin puso el maletín encima de la mesa lleno de temor. Desde el principio, había sabido que no debería haberse pasado tanto tiempo lejos de la oficina, si hubiera estado trabajando, lo habría evitado.
-¿Qué ha ocurrido?.
-Han retirado la oferta. Supongo que te das cuenta de lo que esto significa¿Verdad?. Si esta fusión fracasa, tendremos que cerrar la planta de Kyoto. Eso significa una perdida de cuatrocientos puestos de trabajo.
Kenshin se apoyó en el escritorio, buscando desesperadamente ante una solución. Ishin Shishi necesitaba esa fusión como un moribundo una transfusión de sangre.
-Tenemos que hacer lo que sea para salvar el trato.
-¿Cómo? –preguntó Katsura-. Han cancelado las negociaciones.
Aquello era una pesadilla para Kenshin. Sabía cómo resolver el problema y aquello lo destrozaba. ¿Por qué tenía que ser la vida tan dura con él?.
-Creo que me escucharían si vuelo allí esta noche e intento arreglarlo.
-¿No es la fiesta para los fondos del centro mañana?. Pensé que tenías que estar presente.
Kenshin se sintió como se le hubieran vertido alcohol en una herida en el corazón. No había manera en la que pudiera salvar la fusión y volver a tiempo para la fiesta, Kaoru nunca comprendería que se hubiera pedido la gran noche. Además, le habría gustado mucho estar allí, no solo por ella, sino también por los ancianos. A lo largo de las semanas, aquellas personas habían empezado a significar mucho para él.
Al mirar a Katsura, se dio cuenta de que no tenía elección, aquellos empleados le necesitaban, si no volaba allí e intentaba solucionar el problema, se quedarían sin trabajo en cuestión de semanas.
-Es más importante que intente salvar la fusión –dijo Kenshin-. No es necesario que yo este en el baile.
-Pero Kaoru...
-Estará bien sin mi –mintió él. Sabía que Kaoru nunca le perdonaría-. Me imagino que puedo explicarle lo que esta pasando...
-No, a menos que quieras meternos en un lío. Si anuncias antes de lo debido esta fusión, tendremos serios problemas legales.
-Kaoru no se lo dirá a nadie...
-Eso no importa. No se te permite que se lo digas a nadie.
Kenshin asintió, sabiendo que su jefe tenía razón, no podía explicarle a ella lo que estaba pasando. ¿Podría acaso empeorar más la situación?. Kaoru iba a odiarle.
-Solo dile que se trata de algo muy importante –sugirió Katsura, apiadándose de él-. Estoy seguro que lo entenderá.
-Lo dudo.
-Estoy seguro de que será así. Ella te aprecia mucho y yo sé que ella significa mucho para ti. Si no, no te preocuparías de lo que ella pensara.
-Katsura, esta mañana le pedí a Kaoru que viviéramos juntos.
-¿De verdad? –preguntó Katsura, sorprendido-. Bien hecho, bueno, entonces hay más motivos para que a ella no le importe si faltes para la fiesta. Si ella está dispuesta a vivir contigo, sabe lo importante que tu trabajo es para ti.
-Se quedara destrozada –afirmó Kenshin, sabiendo lo que el día siguiente significaba para Kaoru. ¿Cómo podría él faltar a una de las noches más importantes de su vida?.
-Tal vez podríamos hacer que Sano...
-No, esto es asunto mío. Así que yo me encargare.
Katsura asintió y se dirigió a la puerta. Justo antes de marcharse, se volvió hacia Kenshin y le dijo:
-Estoy orgulloso de ti Kenshin. Has hecho la elección correcta.
-Lo sé.
Era la elección correcta. Sin embargo, mientras contemplaba cómo Katsura se marchaba, supo que no habría manera de que Kaoru entendiera. Ella pensaría que había elegido su trabajo por encima de ella y no lo entendería.
Estaba tan seguro de aquello como de su nombre.
Bueno mis niños, espero que les haya gustado el capitulo miren ke se los hice con mucho cariño
mmmm ando con poca inspiracion jajajaja
buuuaaa regreso a clases snif...
cuidense todos
besos
dejen reviews!
matta ne
