Bueno he de decir, que llegamos al final... sip aunque no lo crean este es el ultimo capitulo de Casi Perfecto... snif... quien lo diria, que al final terminaria akip...
quiero agradecer a tooodas (os) los que han seguido este fics dia tras dia, incluso cuando me he demorado mas de lo necesario en subir un capi... T.T
Pero bueno no las aburro con mi sentimentalismo malo y les dejo para que lean este capitulo...
ya saben too asi ke pa ke mas les repito too, ya saben rurouni kenshin no me pertenece snif...
nos vemos abajo
Casi Perfecto
CAPITULO 9.
Kaoru medio esperaba aquella llamada a la puerta aproximadamente media hora después de llegar a casa. Kenshin no le había dicho que fuera a pasarse a verla, pero no le sorprendió el hecho de que lo hiciera. Tenían que hablar, por mucho que ella temiera aquella conversación.
Al mirar a través de la mirilla, lo vio fuera y el estomago le dio un vuelco. Tras respirar profundamente, intento calmarse los nervios y abrió la puerta. ¿Por qué tenía que ser el amor tan complicado?. Por mucho que ella quisiera vivir con él, no estaba segura de que funcionara.
Al ver la expresión que Kenshin tenia en el rostro, su miedo se vio reemplazado por la ansiedad. Algo malo había ocurrido.
-¿Qué pasa? –preguntó ella, echándose a un lado para dejarlo pasar, pero él no se movió de la puerta.
-Tengo que marcharme de la ciudad durante un par de días –dijo él secamente.
-¿Cómo dices?. ¿Volverás a tiempo para la Gran Noche de Orquesta?.
-No. No te puedes imaginar lo mucho que lo siento. Quiero estar aquí mañana, pero nos ha surgido un problema en el trabajo y yo soy el único que puede resolverlo.
Kaoru sintió que se le hacía un nudo en la garganta. Después de todo lo que habían trabajado, los planes, él la dejaba plantada para irse en un viaje de negocios. Había oído muchas veces aquella historia cuando era niña.
-Entiendo.
No se le ocurrió otra cosa que decir. Se apoyó en la pared, buscando apoyo. ¿Cómo podía él hacerle aquello?. ¿Cómo había podido ella enamorarse de un adicto al trabajo?. No podía cambiar lo que él era.
-Kaoru, yo no quiero ir, pero tengo que hacerlo. Quiero estar aquí contigo, tu crees que soy como tu padre, pero he cambiado. Justo ahora, no quiero estar en ningún otro sitio que no sea contigo. Pero no puedo defraudar a los empleados de Ishin Shishi.
Kaoru notó que era sincero, sabía que Kenshin sentía que estaba cumpliendo con su deber al hacer aquel viaje. De verdad creía que lo estaba haciendo por los empleados. Kaoru había visto montones de veces cómo su madre se tragaba aquel cuento, año tras año. Ella no quería sufrir la misma soledad. No quería pasarse las noches sola mientras la empresa predominaba sobre ella.
Por mucho que amara a Kenshin, no podía pasarse la vida así con él. Si él se perdía la fiesta, sabiendo lo que significaba para ella, entonces estaban diciendo adiós a otros momentos que pudieran compartir juntos. Por mucho que le doliera, tenia que acabar con aquel sufrimiento.
-No creo que debamos volver a vernos –dijo ella, ignorando las protestas de Kenshin -. Tus prioridades son diferentes a las mías, así que creo que...
-Maldita sea Kaoru, no me hagas esto. No puedo decirte el porqué no puedo asistir a la fiesta- este viaje es confidencial, pero tienes que creerme cuando te digo que no quiero ir, es muy importante...
-La fiesta también es muy importante. Ahora, si me perdonas, no creo que tengamos nada más que decirnos.
-Kaoru, no...
Ella se limpio un par de lagrimas de las mejillas. ¿De donde le habían salido?. Ella nunca lloraba.
-Se ha terminado Kenshin.
-No hagas esto –insistió él-. Ahora sé que te amo.
-Yo también te amo. Pero el amor no es suficiente. Me niego a estar enamorada de alguien que no esta a mi lado. Así que tiene que acabar ahora, lo siento. Ahora tengo que cerrar –añadió, disponiéndose a cerrar la puerta.
-No puedo enviar a otra persona –afirmó él, deteniendo la puerta con la palma de la mano-. Esta es mi responsabilidad.
-Entonces, ve. Haz lo que tienes que hacer.
Durante largos segundos, se quedaron contemplándose a través del umbral. Kaoru sabia lo mucho que le había costado a Kenshin admitir que la amaba y aquello le rompía aun mas el corazón. Él no quería hacerle daño, pero su trabajo siempre sería lo más importante.
En silencio, ella empujo la puerta. Aquella vez él no la detuvo. La soltó y la puerta se cerro. Al cerrarla, Kaoru se dio cuenta de que todo había terminado, sin embargo, debería haber sabido que no debía enamorarse de un hombre como Kenshin.
Estaba a punto de derramar más lagrimas, pero logró detenerlas. No iba a llorar, ella era fuerte, no quería llorar por un hombre. Pero cuando no pudo contener las lagrimas por más tiempo, supo que odiaría a Kenshin Himura durante el resto de su vida. Pero no podía dejar de amarlo.
Respirando profundamente, se dirigió al salón y tomo un puñado de pañuelos de papel antes de acurrucarse en el sofá.
Había hecho lo que debía. Algún día encontraría a otra persona. Tal vez no seria tan guapo como Kenshin, ni la haría reír como él le hacia. Pero seria un buen hombre y estaría a su lado y al de sus hijos.
Pero no seria Kenshin. Aquel pensamiento le rompió el corazón, pero logró contener la pena. Tenía que ser fuerte. Después de todo, nadie se moría de amor.
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-¿Le apetece algo de beber?.
Kenshin levantó la vista y vio a la azafata de vuelo.
-No gracias.
Cuando ella se hubo marchado, él se puso a mirar por la ventana. Normalmente, le encantaba viajar. Le gustaba pensar de que estaba tan lejos del suelo. Sin embargo, aquel día no se podía relajar. Todo lo que podía hacer era pensar en Kaoru y en lo que había pasado entre ellos.
Cuando finalmente había conseguido decir a una mujer que la quería, ella le había con la puerta en las narices. No es que la culpara, ella le había dejado muy en claro desde el principio lo importante que era para ella que él asistiera. Y a él también le hubiera gustado.
Sin embargo, aquella fusión era demasiado importante, nunca antes había odiado su trabajo hasta entonces. Le encantaba trabajar para Ishin Shishi, pero en aquellos momentos, daría cualquier cosa por estar en casa, con ella.
Pero había cuatrocientos empleos que dependían de él. No podía hacer que desaparecieran.
Aquellos trabajos representaban los sueños y las esperanzas de otras personas, que confiaban en él. Tenía que hacer lo que estuviera en su mano para salvar la planta.
Por mucho que quisiera pensar que Kaoru podría cambiar de opinión cuando él regresara, sabía que aquello era imposible. Su padre se había encargado de que odiara a los ejecutivos y él había redondeado el trabajo. Sabía que Kaoru era testaruda, era parte de lo que le gustaba de ella. Sin embargo, sabía que eso mismo le iba a costar la felicidad. Ella jamás cambiaria de opinión.
Kenshin no había conocido el amor antes. Era imposible que descubriera el amor a los treinta y cuatro y se le diera bien. Además, Kaoru tenia razón, aquel viaje no sería la ultima emergencia que tendría que enfrentar durante su carrera. Habría muchas más crisis, emergencias, oportunidades... él no podía pasarse la vida eligiendo entre su trabajo o entre no hacerle daño.
También sabia que no era justo esperar que alguien le dejara siempre marchar. Aquello no era amor, ni parecía vida. Kaoru se merecía mucho más de lo que él podía ofrecerle.
Era mucho mejor que sus vidas se separaran allí, probablemente le dolería durante un tiempo, lo mismo que a ella, pero al cabo de los años, los dos estarían mejor así. Él habría conseguido el ascenso y todo por lo que había trabajado toda su vida. Kaoru tendría el centro y probablemente habría encontrado otro hombre que estuviera siempre a su lado.
Con aquel pensamiento, Kenshin sintió que el mundo se hundía bajo sus pies. Otro hombre con Kaoru. Abrazándola, amándola, teniendo hijos con ella...
En aquel momento, sintió un odio infinito por su trabajo, casi igual al que sentía por si mismo.
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-¡Vaya!. Este lugar parece de cuento de hadas –exclamó Yumi, entrando en la cafetería-., Ishin Shishi sabe cómo dar una fiesta.
Al mirar alrededor, Kaoru tuvo que estar de acuerdo con ella. La sala parecía un palacio, con las paredes cubiertas de adornos blancos y plateados y cascadas de luces. Cada una de las mesas tenia un mantel de lino de color crema, con un maravilloso centro de flores con una vela en el centro.
Aquello era mucho más de lo que ella había esperado. Al acercarse allí aquella mañana, se había encontrado con un equipo de profesionales trabajando. El jefe le había explicado que Ishin Shishi daba a menudo grandes recepciones en aquella sala y se disponía de todo lo necesario. Cuando Kaoru viera a Katsura, le daría las gracias por su generosidad.
-Tiene un aspecto fenomenal –asintió Kaoru-. Además, menos mal que tenemos una sala tan grande. Katsura y Kenshin han invitado a todas las personas que conocen.
-¿Y yo que? –protestó Yumi, poniendo las manos en la cadera-. He conseguido que vengan algunas personas utilizando un pequeño chantaje familiar. Después de esto, no me van a regalar nada para Navidad.
-Agradezco mucho tus sacrificios. –dijo Kaoru, riendo.
-No importa. Por cierto, siento mucho lo de Kenshin. ¿Te encuentras bien?.
-Claro. Me lo voy a pasar estupendamente. ¿Por qué no te vas a saludar a los invitados?.
-¿Estas segura?. No me importa quedarme contigo si...
-No, vete. Me encuentro bien.
Después de que Yumi se hubiera marchado, Kaoru se frotó una mano en la falda del vestido. Prepararse para la fiesta, había sido una pesadilla, había roto dos pares de medias, se había estropeado el maquillaje y le había resultado imposible recogerse el pelo. Finalmente, se había puesto las ultimas medias que le quedaban, se había quitado el delineador de ojos y había decidido dejarse el pelo suelto. Aquella noche, no estaba de humor para nada.
Al mirar a su alrededor, se había dado cuenta de que las parejas estaban empezando a acudir, así que fue a saludarles. Todo el mundo tenia un aspecto fenomenal, los ancianos especialmente, se habían puesto de lo más elegantes. Vio a Hanna y Okina, los dos de esmoquin y a varias de las mujeres con largos y brillantes vestidos.
Mientras la cena se servía, Kaoru se sintió demasiado nerviosa par sentarse, recorrió la sala, asegurándose que todo estuviera perfecto. Finalmente, después de que se retiraran los platos, la orquesta llegó y empezaron a tocar sus canciones. Había sonrisas en todas las caras, Kaoru sabia que ella también debía sonreír, pero le costaba mucho pretender que era feliz, echaba de menos a Kenshin.
Por undécima vez, se recordó que no debería haberse enamorado de él. Ella lo debería haber sabido mejor que nadie.
-Me parece que esta fiesta debería traer buenos ingresos –le dijo Katsura.
Kaoru se volvió y le estrechó la mano. Kaede estaba a su lado, con la mano descansándole en el brazo. Aparentemente, su romance estaba progresando mucho mejor que el de ella y Kenshin.
-Tengo los dedos cruzados. Tu y Kenshin convencieron a mucha gente para que viniera. Solo con la venta anticipada de billetes teníamos ya casi suficiente dinero. Además, ha habido personas que se han animado en ultimo momento, así que no deberíamos tener ningún problema. Estas guapísima esta noche –añadió Kaoru, refiriéndose a Kaede.
La mujer relucía de felicidad. Llevaba puesto un vestido largo, de terciopelo color violeta y estaba muy elegante.
-Gracias, Kaoru. Me lo estoy pasando estupendamente. ¿Donde esta Kenshin?.
-Ha tenido que marcharse en un viaje de negocios –dijo Katsura, antes de que pudiera responder.
-¿Has sido capaz de enviarlo de viaje en una noche como esta, Kogoro? –le preguntó Kaede.
-Yo no lo envié. Él tomó la decisión, pero era muy importante que lo hiciera –replicó Katsura, llevándose a Kaede a la pista de baile.
Kaoru resistió el impulso de preguntarle a Katsura qué era tan importante que ni podía esperar veinticuatro horas. Kenshin podría haber tomado un avión después de la fiesta si hubiera querido. Era fin de semana. ¿Quién, aparte de un tiburón de las finanzas, trabajaba en fin de semana?.
Al mirar a la pista de baile, contempló a Katsura y a Kaede. La pareja bailaba como si llevaran haciéndolo años. A pesar de estar sola, Kaoru se alegró por ellos y se sintió triste por ella. Katsura no se había tenido que marchar de viaje.
Le hubiera encantado que Kenshin bailara de aquella manera con ella. Sintió que los ojos se le nublaban por las lagrimas, pero luchó por mantener el control. No lloraría más.
Decidida a secarse las lágrimas antes de que cayeran, se dirigió rápidamente al baño esperando que nadie la viera. No arruinaría aquella noche, pasara lo que pasara con Kenshin.
Aquella noche era demasiado importante.
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Iba a llegar tarde. Kenshin reprimió un garabato y corrió todo lo que pudo a través del aeropuerto. Hasta aquel momento, había pensado que estaba en buena forma, pero tendría ocasión de comprobarlo corriendo a toda velocidad para tomar un avión.
Al llegar a la puerta, ya la estaban cerrando, así les gritó para que esperaran y le entregó su billete a la azafata.
-Llega muy justo –le dijo la mujer, dándole su tarjeta de embarque.
-No lo sabe bien.
Kenshin corrió todo lo que pudo por el pasillo del puente para llegar al avión.
-Me alegro de que no nos hayamos marchado sin usted –le dijo la azafata, ya en el avión-. Déjeme que le acompañe a su asiento.
Tras echarle un vistazo a la tarjeta de embarque de Kenshin, la mujer lo acompañó hasta el único asiento de primera clase que quedaba vacío. Kenshin metió el maletín en el compartimiento superior y se sentó. Lo había conseguido. No había pensado que tuviera posibilidad alguna cuando había tomado un taxi para el aeropuerto media hora antes. Pero la suerte le había acompañado, quedaba un sitio en primera clase, así que Kenshin lo había tomado a pesar del precio.
Sonrió, si los vientos le favorecían, volvería a tiempo para participar en algo de la fiesta. Al vez incluso podría convencer a Kaoru para que bailara con él.
Aquello era si a ella no le importara bailar con un hombre que acababa de tirar por la borda la posibilidad de conseguir un ascenso. Efectivamente, había hecho su trabajo, había tenido la primera reunión a las seis de la mañana y no había parado hasta que había alcanzado el acuerdo, poco menos de una hora antes. Una vez que se había asegurado de que el contrato se llevaría a cabo, se lo había pasado a Sano. Probablemente él se llevaría todo el crédito de la operación al ponerle la guinda y Katsura lo elegiría como su sustituto.
Sin embargo, a Kenshin ya no le importaba. Al sentarse en aquella reunión, se había dado cuenta de que no quería ser presidente de Ishin Shishi si no podía tener a Kaoru.
El sentimiento era tan fuerte que él no había podido ignorarlo. Durante años, había trabajado en la empresa sin descanso, había tenido éxito, pero no tenia nada más que una jugosa cuenta bancaria y una vida vacía.
Hasta que había conocido a Kaoru. En aquel momento, deseaba darle un nuevo giro a su vida, que incluyera a Kaoru, y algún día, hijos. La primera noche que habían hecho el amor, ella le había dicho que estaba orgullosa de él. Aquel día, cuando se había marchado de la reunión para ir a buscar a Kaoru, él se había sentido orgullosos de si mismo. Todo lo que tenia que hacer era convencer a Kaoru que le diera otra oportunidad. Pero aquella vez no iba a pedirle que solo vivieran juntos.
Le iba a pedir que se casara con él.
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-A Katsura le gustaría bailar contigo –le dijo Kaede, entrando en el cuarto de baño.
Kaoru se estaba secando las mejillas con un pañuelo. Al mirarse en el espejo, se dio cuenta de que todavía tenia los ojos rojos, pero no podía hacer nada al respecto. Con suerte la sala estaría lo suficientemente oscura como para que nadie se diera cuenta.
-No llores, las cosas saldrán bien...
-Yo no estoy...
-Si lo estas –afirmó Kaede, tomándole de la mano-. Estas llorando por Kenshin¿verdad?. Los hombres son como el papel para cazar moscas. Una vez que te has pegado es difícil soltarse.
-Me imagino que soy una tonta¿verdad?. –dijo Kaoru, sonriendo débilmente.
-No, solo eres una mujer enamorada. Ahora, sal de aquí y ve a bailar con Katsura. Quiere bailar contigo.
Kaoru siguió a Kaede a la pista de baile y se dirigieron donde estaba Katsura.
-Venga, vamos a bailar –le dijo él.
-Yo no quiero interrumpir –respondió Kaoru mirando a Kaede.
-No te preocupes por mi. Me gustaría sentarme un rato a hablar con Yumi. Vamos a hacer nuestro repaso a todos los vestidos. Ven a buscarme antes de que subasten el auto.-le dijo a Katsura.
-No me olvidare.-prometió él.
La mirada que los dos compartieron le hizo a Kaoru estar segura dé que los dos acabarían juntos. Compartían la química de los enamorados.
Katsura, tomó de la mano a Kaoru y la llevó a la pista de baile. Muchas más personas habían llegado en los últimos minutos.
-La fiesta va a conseguir dinero más que de sobra para las reformas –dijo Katsura, sonriendo-. Mientras ustedes fueron al baño, yo fui a comprobar los totales. Esta fiesta ha sido un éxito.
-Es fantástico –respondió Kaoru, con una sonrisa, dándose cuenta de que el centro estaba cada vez más a su alcance.
-Y ni siquiera han subastado el auto. Eso traerá aun más dinero.
-Eso espero –dijo Kaoru.
Kenshin había hecho que tasaran el coche y todos los ancianos habían accedido a pagarle a Kaede una generosa cantidad por el coche de su marido.
-Así que, tu fiesta es un gran éxito, pero tu tienes un aspecto verdaderamente triste, como si tu mejor amiga te hubiera traicionado. ¿Qué te pasa?.
-No estoy triste –mintió Kaoru.
-Entonces ahora es de día. Kaede lo notó enseguida e incluso una vieja mula como yo, lo podía ver desde un kilómetro. No dejas de sonreír, pero no es de verdad. Yo lo sé muy bien, como jefe, consigo miles de sonrisas todos los días, pero la mayoría son falsas. ¿Qué te pasa?. Kaede cree que estas triste por Kenshin¿es eso cierto?.
-Si, después de todo lo que ha hecho por esta fiesta, me hubiera gustado que estuviera aquí.
-¿Es que no te explico Kenshin que tenia que marcharse?. Ya sabes que él quería estar aquí esta noche.
-No puedo dejar de pensar que, si realmente hubiera querido venir, estaría aquí –dijo ella, esperando que Katsura dejara el tema. Después de todo, estaba criticando a Kenshin delante de su jefe.
-Tu no sabes nada del mundo de los negocios.
-Tal vez no, pero conozco a las personas. Kenshin ha hecho su elección. Quería impresionarte para conseguir un ascenso, que significaba más para él, que yo.
Katsura dejo de bailar. Sin prestar atención a las parejas que no dejaban de dar vueltas a su alrededor, se quedo quieto mirando a Kaoru.
-Perdóname, Kaoru. Te aprecio mucho y espero que tomes esto con la atención que te lo digo. No sabes nada de este tema.
Kaoru parpadeo, debería haberse dado cuenta antes de que otro tiburón de las finanzas no iban a entender tampoco su postura.
-Pues a mi me parece que si –replicó ella-. Kenshin quería irse de viaje de negocios mucho más de lo que quería estar aquí.
-¿No te dijo por que tenia que marcharse?.
-Dijo que era muy importante... para él.
-Para él no, pero efectivamente es muy importante para otras cuatrocientas personas que perderán sus empleos si Kenshin no consigue lo que ha ido a buscar.
-¿Cómo dices?. –preguntó Kaoru aturdida.
-Kaoru, Kenshin se marchó porque era lo que tenia que hacer. El muchacho estaba en una situación delicada, entre la espada y ... tu. Pero al final se fue porque tenia que hacerlo. Por supuesto que a ti te hubiera gustado que él estuviera aquí esta noche, pero esos empleados necesitaban que él fuera a esas reuniones. ¿No le habrás hecho para un mal momento antes de que se marchara?.
-Rompí con él.
-Diablos –murmuró Katsura, tomándole de nuevo la mano para bailar-. Pensé que estabas enamorada de Kenshin.
-Y lo estoy. Bueno lo estaba.
-¿Lo estabas?. ¿En pasado?.
-De acuerdo –admitió ella-., todavía lo estoy. Sigo enamorada de él.
-Entonces, deberías sentirte muy orgullosa de él. Ha tomado una decisión muy difícil, pero al fin y al cabo la correcta. Todos esos empleados tienen familias. Muchas personas dependen de él. Kenshin ha cambiado mucho estas ultimas semanas, Kaoru. –añadió, con una sonrisa.
En aquel momentos, ella se dio cuenta de que Kenshin no era como su padre. Su padre había trabajado duro porque quería conseguir un ascenso para él mismo. Kenshin se había marchado porque tenia que hacerlo.
-Pero si tiene éxito en esas reuniones¿no conseguirá que le ascendas?.
-Eres una mujer dura. Tal vez. Eso depende de mi, su llego a la conclusión de que Kenshin tiene lo necesario para dirigir Ishin Shishi, entonces le daré mi trabajo cuando llegue la hora. Pero para dirigir una empresa hacen falta muchas cosas más que echar horas. Tienes que tener corazón.
Kaoru se mordió el labio. No sabia que pensar. ¿Había ido Kenshin a ese viaje para salvar todos esos puestos de trabajo o porque quería conseguir un ascenso?. Jamás lo sabría si no se lo preguntaba a Kenshin.
-¿Tienes un numero de teléfono donde pueda hablar con él? –preguntó ella.
-No. Kenshin tiene una lista interminable de reuniones este fin de semana. Tendrás que esperar hasta que vuelva.
Con eso, Katsura dio por terminado el baile y la acompaño a la mesa donde estaba sentada Kaede. Después de besarla en la mejilla, Katsura pregunto.
-Bueno señoras¿Están listas para realizar esta subasta?.
Kaede sonrió y se puso de pie. Kaoru se dirigió a la banda y luego hacia los invitados. Entonces Okina, que solía trabajar en el mundo de las subastas, se subió al estrado, contó unos cuantos chistes sobre el auto mágico y empezó la subasta. Las apuestas empezaron lentamente y durante, un momento, Kaoru pensó que no conseguirían el dinero que el centro había prometido a Kaede.
Entonces, de repente, el publico se animo. Tres hombres estaban compitiendo animadamente, cada uno de ellos subiendo la cantidad en carios cientos de yenes en cada apuesta. Finalmente, quedaron solo dos y al final, estuvo claro que uno de ellos ganaría. La suma final no era todo lo que Kaoru había pensado, pero serviría.
Okina levantó el martillo para dar por cerrada la subasta cuando, desde la parte de atrás de la sala, la voz de un hombre dijo.
-Cincuenta mil yenes.
Los murmullos recorrieron la sala. Pero Kaoru había reconocido aquella voz, o al menos, eso le parecía. Recorrió con la mirada por encima de los asistentes, buscando al benefactor. Finalmente, los invitados dejaron paso a Kenshin, que se acercaba al estrado.
-¿Estas seguro? –le preguntó, quitándole el micrófono a Okina. Sintió que el amor se apoderaba de ella.
-Por supuesto –gritó él, para que Kaoru lo oyera. Okina se echó a reír y golpeo el martillo en la tarima.
-A mi me parece estupendamente. Yo doy por cerrada esta subasta antes que ese hombre cambie de opinión.
Muy asombrada, Kaoru se bajo de la plataforma y cruzo la habitación. Al llegar al lado de Kenshin, le dijo.
-No sabia que te gustaran los autos antiguos.
-Y no me gustaban –respondió él sonriendo-. Hasta hace poco. Pero me he convertido en un firme creyente en la magia de ese auto.
El baile empezó de nuevo, así que los invitados empezaron a bailar mientras Kaoru no dejaba de mirar a Kenshin.
-Me parece que la velada ha sido un gran éxito –dijo Kenshin.
-Si, hemos conseguido dinero más que suficiente. –afirmó ella, sin poder creer que él hubiera regresado.
-Kaoru, quiero...
Incapaz de soportarlo más ella se puso de puntillas y lo beso en los labios. Al principio al notar que él no le devolvía el beso, ella pensó que él estaba muy sorprendido, por lo que intento de nuevo.. aquella vez Kenshin la estrecho entre sus brazos, inclino la cabeza y la beso apasionadamente.
Había regresado. Había dejado la reunión y había vuelto con ella. De repente se dio cuenta de lo que eso significaba.
-La reunión, los trabajos –susurro ella.
-He metido prisa al asunto, pero lo dejé suficientemente atado como para poder marcharme. Tenia que ir –añadió él tomándole el rostro entre las manos-. No quería pero...
-Lo sé –dijo ella, poniéndole un dedo encima de los labios-. Tomaste la decisión correcta.
Antes de que ella pudiera apartar el dedo, él se lo mordisqueó, haciéndola reír.
-Te amo Kaoru Kamiya –declaró él, tomándole la mano-. Seria capaz de hacer cualquier cosa por ti.
-Yo también te amo –dijo ella, mirándolo a los ojos.
-Sin embargo –afirmó él, después de besarla de nuevo-, quiero que sepas que he decidido que no quiero que vivamos juntos.
-Si no estas preparado para ello –aceptó Kaoru algo triste.
-Quiero que nos cacemos. Quiero pasar el resto de mi vida junto a ti. Dime que te casaras conmigo. Te prometo que no permitiré que mi carrera venga antes que lo que es realmente lo más importante para mi vida... tu.
-¿Cómo podría yo resistirme a una promesa como esa?. Si, claro que me casaré contigo –musitó ella, contra los labios de él. Mientras la besaba de nuevo.
-Una cosa más –dijo él, al terminar de besarla-. Espero que no te hayas hecho ilusiones con lo que me vayan a ascender a presidente. Por dejar la reunión antes de tiempo, probablemente me quedaré con las ganas. De hecho, tendré suerte si no me rebajan el puesto.
-No me importa –le aseguró Kaoru-. Pero sé lo mucho que esto significa para ti –añadió acariciándole el rostro. Sin embargo él no parecía triste. Parecía estar en éxtasis.
-Ya no, nunca más. Por supuesto que quiero tener un buen trabajo pero es más importante tener una vida de la que tu seas parte. Se acabaron los días de trabajar como loco para mi.
-Kenshin, con el nuevo centro, tal vez yo sea la que tenga que trabajar muchas horas.
-De acuerdo. Trabajare hasta tarde cuando tu lo hagas. Entonces nos reuniremos en casa y veremos si podemos tener problemas el uno con el otro.
-¿Por qué vamos a tener problemas solo cuando los dos trabajemos hasta tarde?.
Kenshin se había inclinado sobre la oreja de Kaoru para decirle una picardía al oído, pero antes de que pudiera hacerlo, se acerco Katsura.
-Hola, Kenshin, hola Kaoru.
-Supongo que Sano, te habrá dicho ya que decidí marcharme después de haber conseguido un principio de acuerdo –le dijo Kenshin a su jefe-. Y me reafirmo en mi decisión, Katsura, aunque ya sé el efecto que tendrá esto en mi carrera. Ya sabes que era muy importante para mi estar aquí esta noche. Estoy seguro de que Sano hará un trabajo estupendo cerrando el trato.
-Eso no me preocupa. A mi me parece muy bien lo de delegar en los demás –replico Katsura-. Soy un firme creyente en que hay que compartir el trabajo para que uno no acabe haciéndolo todo.
Entonces, tomó a Kaede por la cintura para luego volver a concentrarse en Kenshin. Kaoru pudo darse cuenta de que la madura pareja irradiaba amor.
-Ciertamente –añadió Katsura-. Llevo queriendo retirarme hace mucho tiempo, pero no estaba seguro de a quien podría reemplazarme. Tú tenias el cerebro y el talento, pero con franqueza, te faltaba corazón. Ahora, veo que ya tienes eso también. El trabajo de presidente es tuyo.
Kaoru sintió que Kenshin estaba rígido.
-Katsura, ya no puedo trabajar todas esas horas.
-Pues no lo hagas. Delega en otras personas. Contrata uno o dos ayudantes si es necesario. No tienes que hacer todo el trabajo personalmente. También tienes que vivir al mismo tiempo, hijo. Solo se vive una vez.
Con eso, Katsura le dio una palmada en la espalda y volvió a la pista de baile con Kaede. Aturdida, Kaoru miro a Kenshin y sonrió al ver la expresión de asombro que él tenia en el rostro.
-Tengo que estar de acuerdo con él. Realmente tienes corazón. –dijo ella.
-Ahora lo sé. Gracias a ti. –replicó él abrazándola.
-Eres el hombre más perfecto del mundo.
-¿Yo¿Perfecto?.
-Bueno, casi –susurró ella, poniéndose de puntillas para besarlo en los labios-. Casi perfecto.
FIN.
Bueno que les puedo decir mis niñas (os), aki esta el ultimo capitulo... en realidad fue un placer para mi escribir este fics, y ke les haya gustado... me da penita terminarlo, pero tengo muchos proyectos en mente y espero ke tambien los lean y se diviertan con ellos...
por mientras tengo un nuevo fics, que es el misterio del caballero del fenix, asi ke vayan a leerlo sino no les subo otro fics XDDDD
bueno espero verlas para la proxima
beshos
matta ne
Este ultimo capi va dedicado a todas las kazukos rk, y para las 3D y VG Muhas gracias por su apoyo mis cauras se los agradesco de corazon
las kero mucho amigas...
bueno me despido
hasta la proxima
no se olviden de dejar reviews
ja ne
