Hi!

No me pondré a pedir disculpas porque sé que ni con veinte hojas de pedir disculpas será suficiente, nueve meses (oh dios x.x) son bastantes. Solo les diré un lo siento muchísimo.

Como sabrán ya no se pueden contestar los reviews debido a que el servidor (fanfiction) no lo permite, pero como considero el hacerlo bastante importante y una forma de agradecerles su apoyo vayan a mi profile (click a mi nick), bajen hasta el final y ahí verán las respuestas.

Espero que este capítulo les guste.

"Yo seré tu luz"

By: Hikari Mitsune K.

Capítulo 5: Susurros del mar

-Dedicado a todas aquellas que me esperaron todo este tiempo-

Una luz cálida se colaba por entre las ventanas del edificio, los pájaros revoloteaban entre los árboles cantando una alegre melodía. Sora se movió en su cama con una sonrisa en su rostro, tanteó hasta encontrar la ventana y la abrió para escuchar mejor el trineo de los pajaritos y sentir aquella sensación cálida por la cual no podía más que sonreír.

-"Este será un buen día."- pensó, sin dejar de sonreír.

Se levantó de su cama con tranquilidad y se dirigió a su closet con naturalidad, sin ningún problema más que un ligero tropezón que dio con algo que casi la hace caer. Se arrodilló en el suelo y tanteó con sus manos hasta que sintió algo afelpado. Lo acarició hasta saber su forma, sintiendo cuatro patas y un par de largas orejas.

-"¿Un conejo de peluche?"- murmuró para si misma, preguntándose como habría podido llegar algo como eso ahí. Podría ser de su hermana y, aunque no recordaba que su hermana hubiera mencionado algún peluche (ya que ella les solía poner nombres y hablarles) mejor se lo preguntaría a Leon.

Dejó el conejo a un lado y terminó de dirigirse a su closet. Tanteó entre sus ropas buscando una ligera y nueva, usando su habitual método de tocar la tela y olerla con delicadeza a ver si tenía o no olor a nuevo. La sacó y se cambió, colocándose la prenda tan rápidamente como le fue posible. Llevaba puesto un sencillo, pero bonito vestido lila y salió ya cambiada al salón de clases para esperar a Leon y escuchar a donde irían hoy, ya que miércoles era día de paseo.

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Leon se levantó con pereza de su cama y vio la hora de soslayo en el reloj, eso bastó para que se levantara rápidamente. ¡Era tardísimo! No comprendía como se había podido quedar durmiendo hasta tan tarde. Se detuvo un momento, recordando lo que pasó la noche anterior, se había quedado hasta tarde hasta estar completamente seguro de que Sora dormía profunda y tranquilamente.

Se cambió con rapidez y salió apresuradamente de su cuarto, sin embargo una voz lo hizo detenerse.

-"Buenos tardes Leon."- saludó Sora, con ligera diversión en su voz.

-"Buenos días."- farfulló Leon de una forma extraña, algo entre enojado y avergonzado.

-"No te preocupes."- lo disculpó ella, quien comenzaba a entender su forma de disculparse. –"Por cierto."- agregó antes de que él pudiera contestar algo. –"Cuando vino mi hermana Yume ¿traía consigo un conejo de peluche?"

Leon lo pensó un momento, pero luego dijo:

-"No, no tenía ninguno. ¿Porqué?"

-"Porque encontré uno en mi cuarto y no se me ocurre que sea de alguien más que de ella. A menos que sea tuyo Leon."- dijo ella en son de broma, riendo ligeramente.

-"Por supuesto que no es mío."- alegó él, sonrojándose ligeramente de vergüenza, pero usando una voz más dura de la que quiso usar.

Sora se sorprendió por el tono de voz de Leon y este sintió el silencio tenso que se cernió sobre ellos.

-"Lo siento."- murmuró no lo suficientemente audible para una persona normal, pero sí lo suficientemente audible para una persona que a falta de un sentido desarrolló más los otros.

-"No te preocupes."- dijo Sora sonriendo.

Leon se quedó pensando un rato. ¿Por qué se había disculpado? Esa chica lo hacía comportarse de una forma extraña y eso no le agradaba nada. Negó con la cabeza.

-"Leon ¿te pasa algo?"- preguntó Sora con curiosidad al ver como que no respondía.

-"No, nada. Vamos al salón de clases."- dijo él, dándose la vuelta en dirección a este.

Sora lo siguió y Leon la miró por el rabillo del ojo para ver si lo seguía y no tenía ningún problema. En ese momento se dio cuenta de algo e hizo una de las preguntas que jamás habría hecho a otra persona que no fuera su hermana.

-"¿Y ese vestido?"

Cuando asimiló lo que había dicho se asustó. ¡¿Qué le estaba pasando!

-"¿Te gusta?"

-"¿Te gusta?"

-"¿Sophie?"- pensó Leon.

-"¡Leon! ¿Y ese silencio repentino?"- preguntó Sora al no escuchar respuesta.

Él sacudió su cabeza.

-"Lo siento. ¿Me decías algo?"

-"Sí, te preguntaba si te gustaba este vestido."

-"Creo que combina con tu pelo."- dijo Leon dándose la vuelta para evitar mirarla a la cara.

-"¿Combina con mi pelo?"- pensó Sora en voz alta. –"¿Dé que color es el vestido?"

Leon volteó algo extrañado.

-"Lila. ¿Por qué?"

-"¿Y mi cabello?"

Leon se sorprendió ante la pregunta, ¿acaso no recordaba el color de su cabello?

-"Es lavanda. ¿Porqué?"

-"¿Lavanda? Yo creí que era morado, pero me gusta esa palabra."- Sora soltó una risita y comenzó a caminar en dirección al salón de clases.

Leon estaba confundido ante sus palabras y ante esa risa y agradeció el que Sora no pudiera ver su expresión.

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En el salón de clases todos ya estaban sentados, menos Layla que estaba ocupada en otros asuntos, y conversaban animadamente sobre el paseo, ninguno (mas que Yuri) sabía a donde iban a ir y este se negaba a decírselo a Mia.

-"Vamos Yuri."- insistía ella. –"No me puedes dejar con la curiosidad."

Yuri solo formaba una sonrisa entre sus labios, como la que formaría un niño que acaba de hacer una travesura.

-"Ya te lo dije lo descubrirás a su debido tiempo, te gustará."

Mientras Mia seguía tratando de convencerlo y Yuri se negaba a responder llegaron Leon y Sora y se sentaron en sus respectivos sitios.

-"¿Pasa hoy algo especial?"- preguntó Leon al ver a la gente conversar tan animada.

-"Sí, todos los miércoles es día de paseo y siempre salimos a algún sitio."

Leon se limitó a hacer un sonido de asentimiento.

Después de un tiempo llegó Layla colocándose al frente de la clase.

-"Siento mucho la demora, pero hacía los últimos arreglos para el paseo de hoy."

Ante sus palabras todos comenzaron a murmuran entusiasmados.

-"Silencio por favor."- pidió Layla y el murmullo paró instantáneamente. –"Me imagino que todos estarán muy interesados por saber a donde iremos esta vez y como creo que les he dejado la curiosidad por bastante tiempo se los diré de una vez: nos vamos a la playa."

El murmullo está vez fue más incesante y los comentarios de alegría y las caras sonrientes se veían por todos lados, pero la cara de Sora parecía iluminada y una fuerte luz de alegría bailaba entre sus ojos un tanto opacos. Leon lo notó, pero se resignó a no preguntar nada.

Una vez Layla logró calmar el ánimo de todos continuó con lo que tenía que decir.

-"Como les iba diciendo nos vamos a la playa así que deben alistar sus cosas, quien desee bañarse sabe que lo tendrá que hacer con cuidado y acompañada con uno de nosotros. Tienen una hora para alistar sus cosas nos encontraremos aquí para salir."

Dicho esto todos salieron, menos Mei que esperó a Layla para salir con ella.

Mientras tanto Leon acompañaba a Sora hasta su cuarto preguntándose del porque esa expresión, pero temiendo de que se disipará decidió no preguntarle nada.

Una vez llegaron al cuarto Sora le indicó a Leon que abriera un cajón en la parte de abajo que él no recordaba haber abierto anteriormente y le dijo que sacara todo lo que encontrara ahí y lo pusiera dentro de su bolso.

Leon abrió el cajón y se encontró con dos ropas de baño una en blanco con flor azul a un lado y otra azul con dos líneas moradas a cada lado; una toalla lila con flores blancas que se veía antigua pero bien cuidada; un sombrero castaño y una pequeña cajita azul marino con una flor de cerezo (extrañamente morada) en la tapa. Todo esto tenía aspecto de antiguo, pero sin embargo se veía bien cuidado y colocado con delicadeza.

Leon miró la cajita con curiosidad, preguntándose si debía meterla en el bolso también, hasta que decidió que era mejor preguntar.

-"Sora, la cajita…"

Pero Sora no lo dejó terminar.

-"Todo."- respondió simplemente.

Él estaba aun indeciso, pero le hizo caso guardando todo dentro del bolso con cuidado y un tanto de delicadeza. Se sorprendió ante sus gestos, pero sentía que no podía evitarlo, era como si las cosas lo obligaran a tratarlas como al mejor tesoro del mundo y como si fueran de cristal.

Leon negó ligeramente con la cabeza. ¿Las cosas obligarlo a hacer algo? Definitivamente se estaba volviendo loco.

-"¿Ya está?"- preguntó Sora al no sentir ya el sonido de las cosas moviéndose y eso que Leon casi no había hecho sonar nada.

-"Sí."- respondió él colgándose la mochila al hombro.

-"Leon ¿me pasas el sombrero?"

Él asintió pasándoselo, esa era la única cosa que no había metido. Sora se lo puso en la cabeza y con un gesto le indicó a Leon que tomara su mano para ir hacia el salón de clases donde los esperaban. Leon la siguió.

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En el salón de clases todos ya estaban listos aunque extrañamente en silencio, la emoción por salir era tanta que ninguno tenía muchas ganas de hablar, sentían de alguna manera que mientras menos ruido hicieran, más rápido irían a la playa.

Layla, por fin, entró al salón de clases con un polo blanco y una falda larga y de color azul. Si bien la ropa no era formal, no parecía muy adecuada para ir a la playa; lo único que podría realmente ser considerado para ir a la playa era el sombrero de paja que llevaba en una mano.

-"Ya que todos estamos aquí, por favor vayan hasta la puerta, ahí se encuentra el autobús que nos llevará a la playa."

Sin hacérselo repetir dos veces todos salieron del salón. Layla y Yuri se quedaron un poco atrás, si bien cerca de Mei y Mia estaban a una cierta distancia.

-"Veo que te has equivocado Layla."- dijo Yuri en un tono de voz un tanto juguetón.

-"¿Por qué?"- preguntó ella, sin poder evitar colocarle un poco de molestia a su voz.

-"Porque no vamos a ninguna junta, nos vamos a la playa."- respondió. –"Está es ropa para ir a la playa la tuya no."- dijo señalando su ropa de baño negra y su playera azul claro.

Layla se sonrojó ligeramente un tanto indignada.

-"¿Qué insinúas con eso?"- preguntó ella suspicazmente.

-"¿Yo? Nada."- dijo Yuri haciendo un gesto de inocencia. –"Tu cree lo que quieras creer."- y ensayó una sonrisa de inocencia que solo logró perturbar más a Layla.

-"¿Te gusta confundirme cierto?"- murmuró Layla, más para si misma que para él.

-"No es algo que hagas muy a menudo."- respondió Yuri, colocándole un ligero dejo de coquetería que le quitaba todo aspecto ingenuo a su frase. –"Ahora vamos donde están Mei y Mia, nos hemos quedado atrás."- y sin decir nada más aceleró su paso.

Layla se limitó a tomar una gran bocanada de aire y fue hacia Mei.

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Ya todos estaban afuera de la institución, frente a un autobús que se veía tal vez algo viejo, pero seguro. Era de color blanco y líneas rojas y azules, los colores se veían un poco gastados, pero limpios y si no concentrabas mucho tu vista aún podías contemplarlo en su antiguo esplendor.

Pero todo eso a las chicas no les importaba en lo absoluto, los colores eran algo que habían desaparecido de su visión hace mucho tiempo para todas (unas más que otras). Ellas solo sentían el ligero chirriar de las llantas y el olor a gasolina.

La puerta del autobús se abrió dejando entrever a un hombrecillo de edad un tanto avanzada (60 años más o menos) con el pelo canoso, un bigote recortado graciosamente y ojos vivarachos de color verde agua que parecían guardar un pedazo de su juventud.

-"Buenos días mon chéries."- saludó este amablemente con un acento francés mal disimulado, no porque no pudiera si no porque no quisiera.

-"Buenos días señor Proust."- contestaron todas en unísono, menos Rosetta quien se quedó callada al no conocer al señor.

-"Veo que hoy tenemos una cara nueva. ¿Quién es la pequeña?"- preguntó el señor Proust refiriéndose a Rosetta.

-"Mi nombre es Rosetta Passel, gusto en conocerlo señor Proust."- saludó ella cordialmente.

-"Oh mon chérie veo que sabes pronunciar mi nombre perfectamente."- dijo él con una sonrisa de complacencia. –"¿Sabes hablar francés?"

-"Oui."- asintió ella, sonriendo.

-"Que bueno. Ahora mon chéries, suban todas que nos vamos a la playa."

Todos se subieron al autobús y tomaron sus respectivos asientos, Rosetta y Ken se sentaron en la parte de atrás.

-"Ahora sí, partimos."- dijo el señor Proust encendiendo el motor del auto y arrancando.

-"Señor Proust."- dijo Mia. –"¿Podría contarnos una de sus historias por favor?"

-"Oh una historia. Oui, oui. ¿Cuál historia les contaré hoy? Déjenme pensar."- después de un rato exclamó. –"Voilà! Tengo la historia perfecta. Ya que nos vamos a la playa les contaré una historia que le pasó a mi antepasado: Gabriel Proust, porque fue por él que me dieron este nombre."

-"¿Una historia?"- se preguntó Rosetta en voz alta.

-"Sí."- les respondió Sarah, que iba sentada junto con Anna adelante suyo. –"El señor Proust siempre nos lleva y nos cuenta historias hermosas que siempre involucran a un antepasado suyo con su mismo nombre y a la chica de quien estaba enamorado. Ya verás."

Rosetta asintió con la cabeza y comenzó a escuchar el relato que comenzó más o menos así:

Hace mucho tiempo, en la época en la que existían los grandes señores y los piratas, existió un antepasado mío cuyo nombre era Gabriel Proust. Él era un hombre joven y apuesto de ojos verdes y pelo castaño, descendía de familia noble, pero como de niño fue raptado por los piratas con ellos se crió…

Todos escuchaban la historia atentamente, menos Sora que en realidad parecía un poco distante.

En uno de los saqueos se encontró con una hermosa joven de piel muy blanca, pelo negro y ojos lila cuyo nombre era Katherine, se enamoró perdidamente de ella y decidió conquistarla…

Leon por su parte no le prestaba mucha atención a la historia, aunque como buen actor reconocía que ese era un buen guión, su mente estaba perdida pensando en la cajita que había metido en el bolso de Sora.

Sólo una simple mirada, que sintió que abrasaba la piel le hizo comprender que ella también lo amaba…

No era solo la simple razón de que la cajita estuviera bien guardada, si no también el color morado de la flor de cerezo en vez de rosado, el llevársela a la playa y la cerradura que parecía no haber sido abierta hace un buen tiempo.

Necesitaban encontrar el tesoro que se creía perdido, pero para eso necesitaban conseguir el mapa que estaba escondido cerca del barco de los piratas. El plan ya estaba urdido solo necesitaban ponerlo en acción…

Todas estas preguntas rondaban por su cabeza y el ver a Sora algo distraída solo le hacía suponer una cosa, algo pasaba que la ponía de muy buen humor. Pero ¿qué?

-"¡El tesoro!"- exclamó ella, emocionada.

-"Al fin lo encontramos."- corroboró él, sorprendido y emocionado envolvió a Katherine entre sus brazos. Todos los problemas ya se habían terminado.

Fin

-"Y esa fue la historia de hoy. ¿Qué les pareció mon chéries?"

Los "hermosa" "muy interesante" "me encantó" y similares no dejaban de oírse por todos lados.

-"Señor Proust no sé de donde saca tantas historias."- dijo Mia embelesada.

-"Ya se lo he dicho mon chérie son historias de mis antepasados."

Mia solo sonrió ante ese comentario.

-"Ya llegamos mon chéries."- dijo el señor Proust mientras estacionaba el autobús cerca de la playa.

Layla se paró de su sitio y se colocó al lado del señor Proust.

-"Quiero que todos bajen en orden para entrar a la playa, luego podremos dispersarnos."

Todos le hicieron caso y bajaron del autobús no sin que antes se despidieran del señor Proust (especialmente las chicas), a lo que él les respondió sonriendo:

-"Au revoir et bon chance mon chéries."

Todos entraron a la playa cuyo cartel rezaba: "Las Cuevas". La playa era bastante amplia, habían un montón de cuevas a ambos lados de esta, las cuevas se encontraban juntas y si no las conocías lo suficiente era bastante sencillo perderse entre ese laberinto de piedra; había tiendas distribuidas a lo largo de la playa y escalinatas a ambos lados y al centro. La playa estaba casi vacía, había un sol esplendoroso y una brisa marina refrescante.

Bajaron la escalinata lentamente para no tener ningún accidente hasta llegar a la playa.

Leon ayudaba a Sora a bajar la escalinata sujetándola de la mano y cuando ella tuvo ambos pies en la arena Leon sintió como temblaba. La vio, un tanto preocupado, tratando de que eso no se reflejara en su rostro, pero solo vio una sonrisa brillante.

Luego de que todos se colocaron en el lugar que decidido Layla volvió a tomar la palabra:

-"Todos tienen derecho a hacer lo que quieran, tienen dos horas para pasear o hacer lo que deseen. Las chicas deben estar acompañadas con uno de los encargados y regresar a este mismo lugar."

Un "sí" en coro fue la respuesta, para que después comenzaran a pensar en que hacer.

-"¿Ken me acompañarías a buscar conchitas de mar?"- le preguntó Rosetta.

-"Sí claro."

-"Rosetta, Ken ¿los puedo acompañar?"- preguntó Mia, quien había escuchado la conversación.

-"Por supuesto."- respondió Rosetta.

-"Yuri, voy a ir a buscar conchitas de mar junto con Rosetta y Ken."- le dijo Mia a un tanto desconcertado Yuri.

-"Está bien."- fue lo único que dijo él. –"No quieres que…"- pero no terminó la oración porque Ken, Mia y Rosetta ya se habían ido.

Por su parte Anna y Sarah iban haciendo otros planes.

-"¿Qué te parece si vamos a investigar?"- le preguntó Anna.

-"Sí, es una excelente idea."- respondió Sarah.

-"¿Puedo ir a investigar con ustedes?"- preguntó Mei, entrando en la conversación.

-"Esta bien."- accedió Anna.

-"Layla me voy a explorar junto con Anna y Sarah. Volvemos dentro de dos horas."- le dijo Mei.

-"¿Mei no quieres que mejor las acompañe?"- preguntó Layla.

-"No gracias, así esta bien."- respondió la peliazul yéndose antes de que Layla tuviera tiempo a refutar.

Así solo quedaron Layla y Yuri ya que Sora había comenzado a caminar hacia alguna dirección y Leon la había seguido. Yuri extendió su toalla al costado de Layla, quien ya la había extendido y había comenzado a leer un libro.

-"Veo que nos quedamos solos."- dijo Yuri, ya echado en su toalla y mirando al cielo.

Layla asintió ligeramente como única respuesta sin apartar la vista de su libro.

Yuri recostó su peso en su mano mirando el libro receloso, pero luego una sonrisa traviesa surcó sus labios, se acercó a Layla y le quitó el libro.

-"¡Yuri!"- le reclamó ella. –"Devuélvemelo."

-"Te lo ganas por ignorarme."- terció él.

-"Pareces un niño pequeño, devuélveme ese libro."- ordenó Layla enojada.

Yuri estaba sentado a su lado con el libro en una mano, lo alzó.

-"Si lo quieres cógelo."

Layla estiró una mano, tratando de coger el libro inútilmente. En uno de sus intentos, por un ligero despiste de Yuri logró coger el libro, pero lo hizo con tanta fuerza que al jalarlo cayó recostada y jaló a Yuri junto con el libro, quien apoyó sus antebrazos para no recostar su peso sobre ella. Una sonrisa coqueta y complacida surcó los labios de Yuri.

-"No me digas que planeaste todo esto."- dijo él.

Layla se sonrojó más, tiñendo de carmín sus mejillas normalmente pálidas, trató de abrir la boca para negar lo que dijo, pero no pudo.

Yuri acarició lentamente su mejilla con una mano haciendo que ella temblara ligeramente.

¿Qué le pasaba? A ella, a Layla, una mujer por naturaleza algo fría y dedicada completamente a su trabajo temblaba ante la simple caricia de Yuri. Esto no podía estar pasando.

Yuri acercó lentamente su rostro al de Layla, decidido. Ella lo miró sorprendida, sentía que su cuerpo no podía moverse, pero su orgullo no le permitía quedarse quieta. ¿Orgullo o sentimientos? ¿Sentimientos? No, no era hora de pensar en eso. El orgullo prevaleció y con la mano que sujetaba el libro hizo que este tapara sus labios.

Yuri arqueó una ceja para luego mirar el libro divertido.

-"Estoy comenzando a odiar ese libro."- dijo él, cogiendo el libro y quitándoselo en un rápido movimiento, para luego atrapar sus labios entre los suyos.

Layla abrió los ojos ampliamente y sintió descargas eléctricas recorrer todo su cuerpo. Una extraña, pero agradable sensación invadía todo su cuerpo. Sus ojos se cerraron como por inercia. Su orgullo no era tan grande como para poder contra ese sublime contacto.

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Ken, Rosetta y Mia estaban buscando conchitas de mar. Ken cogía las que encontraba y se las pasaba a ambas, quienes iban caminando despacio para no tropezarse.

Hubo un momento en el que Mia se agachó a coger algo y Ken lo notó.

-"¿Qué haces Mia?"- preguntó él con curiosidad.

-"Recogo una conchita de mar."- respondió Mia enseñándosela.

-"¿Cómo hiciste para cogerla tu sola?"- preguntó Rosetta intrigada.

-"Es simple, pisas suavemente y cada vez que sientes una te agachas y la recoges."- respondió ella mientras hacía cada acción al hablar.

Rosetta siguió sus instrucciones tomando una conchita de mar entre sus manos, no sin cierta preocupación por parte de Ken. Complacida ante el resultado decidió seguir haciéndolo junto con Mia y Ken dijo que mejor iría atrás de ellas por si acaso.

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Sarah, Anna y Mei iban caminando por las cuevas pero sin adentrarse mucho en ellas. Mei y Anna palpaban la roca y sentían el aire húmedo que había en la cueva. Hasta que la mano de Mei pareció tocar algo blando y más húmedo que las rocas.

-"¡Ah!"- gritó Mei, alejando su mano rápidamente y retrocediendo un paso.

-"¿Qué pasa Mei?"- le preguntó Sarah, quien se había acercado más a ella al escuchar su grito.

-"Hay… hay algo delante mío."- respondió ella, señalando a donde creía que se encontraba lo que había tocado.

Sarah miró al frente y vio una estrella de mar que se había enganchado a las rocas y sonrió divertida.

-"Calma Mei es solo una estrella de mar."- le explicó, haciendo que Anna se riera.

-"¡No es gracioso!"- replicó Mei, enojada.

-"Bien chicas no peleen."- dijo Sarah. –"Mejor sigamos investigando. ¿Qué les parece?"

Ambas hicieron caso, aunque no sin cierto recelo, y siguieron investigando la cueva.

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Sora y Leon eran los únicos que se habían ido en pareja. Sora había comenzado a caminar hacia algún lugar y Leon la había seguido. Al acercarse bastante al mar se detuvo, se quitó las sandalias; cerró sus ojos, aunque sin necesidad, tal vez por simple costumbre, para escuchar el sonido que hacían las olas del mar. Su música, el olor a sal y la suavidad de la arena bajo sus pies no hacían más que recordarle hermosos momentos de su infancia.

-.-.-.-.-.-.-.Flash Back.-.-.-.-.-.-.-

Una pequeña Sora de no más de seis años estaba echada en la misma toalla que guardó por muchos años, se encontraba al lado de su mamá quien tenía ligeros signos de embarazo.

-"Mami me gusta mucho la playa, la arena, el mar, las conchitas de mar. ¡Todo!"- dijo con una brillante sonrisa.

-"Que bueno que te guste tanto mi pequeña."- le dijo su madre revolviendo sus cabellos.

-"Mami, mami y cuando mi hermanita nazca ¿podrá venir con nosotros a la playa?"- preguntó la pequeña Sora, ilusionada.

-"Claro que sí."-respondió ella con una cándida sonrisa. –"Solo que tendrá que crecer un poco para que la podamos traer o le podría hacer daño."

La pequeña suspiró desilusionada, lo que su madre notó.

-"No te preocupes Sora, no es mucho tiempo."

-"Está bien mami. Esperaré pacientemente, pero dile que por favor no se demore mucho."

Su mamá se rió ante el comentario.

-"Esta bien hija, se lo diré."- dijo ella colocando una mano en la cabeza de su pequeña.

Sora sonrió complacida.

-.-.-.-.-.-.-.Fin del Flash Back.-.-.-.-.-.-.-

Una sonrisa sencilla, pero radiante iluminó el rostro de Sora ante esos recuerdos. Leon seguía mirándola, la brisa marina mecía su cabello y su vestido, le pareció ver a un ángel. No sabía exactamente porqué, pero esa era la impresión que le daba.

Sora abrió los ojos y recogió las sandalias para después ponérselas, interrumpiendo los pensamientos de Leon.

-"¿Por favor podrías tomar mi mano?"- le pidió ella.

Leon se sorprendió un poco, pero acercó su mano titubeando ligeramente, Sora la tomó con delicadeza y sonrió.

-"¿A dónde vamos?"- preguntó Leon intrigado.

-"Ya verás."- fue su única respuesta mientras cerraba los ojos para cerciorarse cual camino era el que debía tomar.

Él se dejó guiar por Sora mientras ella le iba preguntando posiciones de las cosas para poder saber si iban por el camino correcto.

-"¿Cómo podrá recordar todas las cosas?"- se preguntó, mientras seguían avanzando.

-"He venido aquí muy a menudo hace mucho tiempo."- dijo Sora, como respondiendo a sus pensamientos. –"Es solo que quiero mostrarte algo."

Sora y Leon comenzaban a acercarse más a la parte de las cuevas, para después entrar en ellas, comenzaron a adentrarse cada vez más mientras Sora le seguía haciendo preguntas referenciales. Leon se comenzó a preocupar un poco porque recordó haber oído decir a Layla que esas cuevas eran como un laberinto.

Leon iba a preguntarle a Sora si estaba segura de lo que estaba haciendo, pero al ver la determinación en su rostro no le dijo nada.

Al doblar, Leon no pudo creer lo que veían sus ojos, habían un montón de conchitas de mar con colores tan brillantes que resaltaban en la oscuridad, un pozo que habría pasado por lago si no fuera por las pequeñas olas y un poco de musgo a su alrededor, además la luz pasaba por un hueco en la pared de la cueva dándole un aspecto ligeramente mágico junto con el sonido de las olas que retumbaba ligeramente en las paredes.

-"¿Es hermoso no es cierto?"- preguntó Sora, pero sin esperar respuesta continuó. –"Era mi lugar secreto, o tal vez aún lo es."

Leon seguía contemplando el lugar, este tenía algo de mágico que lo hacia hermoso, su mente de actor le decía que ese lugar era perfecto para una escena romántica. Pero no le gustaba el curso que iban tomando sus ideas así que escuchó a Sora que comenzó a relatar.

-"Me acuerdo que cuando era pequeña venía aquí a menudo, era mi lugar secreto, nadie más que yo lo conocía. Bueno yo y ahora tú."- dijo ella sonriendo, con aquella sonrisa de quien le pide a alguien guardar un importante secreto.

Él trató de no mirar esa sonrisa.

-"¿Cómo es que encontraste este lugar?"

-"Verás un día estaba jugando a las escondidas en estas cuevas, pero en el juego me perdí. Me sentía sola y con frío, todo estaba muy oscuro, pero sabía que no me podía quedar ahí. Así que me puse a buscar algún lugar al menos con algo de luz y encontré este, me pareció tan hermoso que lo elegí como mi lugar secreto. Cuando decidí que era mejor buscar la salida me di cuenta de algo, si habían olas en mi lugar secreto significaba que estaba cerca del mar y la arena por lo tanto había una salida y esa salida estaba cerca del pozo. Me acerqué y cavé, creando un hueco por donde logré salir. Tiempo después entré con una madeja de hilo, la fui desenrollando para dejar una pista y seguí el camino por donde recordaba haber ido la otra vez y guiándome por las formas de las piedras llegué. También hice un plano, aunque creo que no fue necesario."- finalizó Sora su relato soltando una risita.

-"Creo que será mejor volver."- sugirió Leon, luego de haber escuchado atentamente el relato de Sora.

-"Sí tienes razón, se nos va a hacer tarde."- accedió Sora. dándose la vuelta y caminando hacía donde había oído la voz de Leon, pero trastabilló con una piedra y Leon logró cogerla antes de que cayera. Sora levantó la cabeza.

-"Gracias."- murmuró ella, sin saber porque sentía que no podía hablar más fuerte. Leon aún la tenía entre sus brazos.

-"No hay de que."- dijo él, haciendo un esfuerzo sobre humano para que su voz no le temblara. Tenía a Sora tan cerca y… ¡Demonios! ¿Qué le pasaba? Su cabeza daba vueltas, sentía una sensación agradable, pero desconcertante, su cuerpo quería hacer algo, su corazón lo mismo, su cabeza simplemente no la sentía. Se separó de ella.

-"¿Puedo preguntarte algo?"- preguntó Leon, aún un tanto desconcertado y ligeramente sonrojado.

-"Claro."- respondió ella con algo de dificultad, por un momento sintió que se le había ido el aliento.

-"La cajita con una flor de cerezo morada que guardé ¿que es?"

-"Ah eso."- dijo Sora, una vez recuperada. –"Te lo contaré mientras regresamos."

Sora le extendió su mano y Leon la cogió no sin titubear, pero decidido a no tomarle importancia a eso por ahora.

A Leon le pareció ver un punto de luz verde, parecía una luciérnaga, pero en la playa no había luciérnagas. Seguramente era solo su imaginación de nuevo, porque desapareció al instante.

Una vez comenzaron a caminar Sora comenzó su relato:

-"Verás…"

-.-.-.-.-.-.-.Flash Back.-.-.-.-.-.-.-

Una pequeña Sora estaba sentada al lado de su mamá quien pintaba una cajita de madera.

-"Mami ¿eso va a ser para mi?"

-"Sí mi pequeña. ¿Qué dibujo quieres que le ponga?"

-"Mmm."- titubeó la pequeña. -"Ya sé, quiero una flor de cerezo."

-"¿Una flor de cerezo?"

-"Aja, pero quiero que sea morada."

-"¿Una flor de cerezo morada?"- preguntó su mamá divertida.

-"Sí morada, me gusta ese color y además es el color de mi cabello."

-"Está bien. ¿Y para que la usarás?"

-"Ahh."- dijo la pequeña, para después suspirar. –"No sé."

-"¿Qué te parece si le ponemos frasquitos adentro y como te gusta tanto la playa guardarás en cada uno de ellos un poco de arena de cada playa a la que vayamos y las conchitas de mar que más te gusten?"

-"Gracias mami. Eso haré."- accedió Sora con una gran sonrisa.

-.-.-.-.-.-.-.Fin del Flash Back.-.-.-.-.-.-.-

-"En realidad después no pude ir a muchas playas y hay pocos frasquitos, unas conchitas de mar y el mapa que te dije que hice."- finalizó Sora, no sin cortar el relato a veces para darle indicaciones para orientarse a Leon.

Cuando lo terminó salieron de la cueva y Leon la ayudó a poner sus pies en la arena.

-"Leon ¿tienes un reloj?"- preguntó Sora.

-"Sí, ¿por qué?"

-"¿Cuánto tiempo nos queda de las dos horas?"

Él vio el reloj y dijo que les quedaban quince minutos.

-"Entonces sentémonos a esperar aquí un rato más."- dijo Sora.

Leon accedió y ayudó a sentarse a Sora para luego hacerlo él.

-"Leon."

-"¿Sí?"

Sora se guió por la voz de Leon y extendió su mano hacía donde suponía estaba el rostro de él acertando al colocar su mano justo en su mejilla. Él la miro sorprendido y ella movió su mano a través de su rostro palpándolo ligeramente. Él no pudo evitar cerrar los ojos.

-"¿Sabes? Desde hace tiempo me pregunto como eres."

Él guardó silencio.

-"Aún más desde ayer que vino Yume, recuerdo haberla oído decir que tenías el pelo gris, pero solo eso sé."

Sora pasó su mano a través del cabello de Leon, acompañando sus gestos con sus palabras.

-"¿Dé que color son tus ojos?"

-"¿Para quieres saber eso?"

-"Ya te lo dije, quiero saber como eres."- respondió ella sonriendo ingenuamente.

-"Son lilas, un tanto grises, no lo sé exactamente."

Sora retiró su mano.

-"Me gustaría poder verte algún día."- la sonrisa no desaparecía de su rostro.

-"¡Leon! ¡Sora!"- los llamó Sarah corriendo desde lejos, hasta llegar donde estaban ellos. –"Los estamos esperando."

-"Sí Sarah, ya vamos."- dijo Sora. Leon la ayudó a pararse y luego siguieron a Sarah.

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Todos estaban ya de regreso a la institución dentro del mismo autobús, la mayoría estaba tan cansada que se había quedado dormido, entre ellos Sora. Esta tenía su cabeza recostada en la ventanilla, pero un giro del autobús hizo que Sora recostará su cabeza en el hombro de Leon. Él la miró, sonrojándose ligeramente. Se preguntaba si estaría soñando en algo bonito, pues había una sonrisa de paz y tranquilidad en su rostro. Después de un rato Leon también se quedó dormido.

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El autobús llegó a su destino despertándolo, quien movió despacio a Sora para despertarla.

-"¿Qué paso Leon?"- preguntó ella un tanto adormilada.

-"Ya llegamos."- respondió él, para luego ayudarla a pararse y bajar.

Una vez todos estuvieron abajo y se despidieron del señor Proust quien se despidió con su característico "Au revoir mon chéries.", Layla se dirigió a todos con su característica voz de mando.

-"Quiero que todos se acuesten temprano hoy día, mañana haremos una obra y deben estar bien descansados."

-"Sí directora."- fue el coro de respuesta.

Pero Sora había abierto los ojos en grata sorpresa, parecía como si todo le fuera yendo bien. Todo. Además había una agradable sensación que invadía todo su cuerpo últimamente, no sabía lo que era, pero sabía que lo averiguaría algún día. Y lo más importante:

¡Harían una obra!

Continuará...

"Yo sólo quiero hacerte saber

amiga estés donde estés,

que si te falta el aliento yo te lo daré,

si te sientes sola, háblame

que te estaré escuchando aunque no te pueda ver,

aunque no te pueda ver."

(Canción: Aunque no te pueda ver - Autor: Alex Ubago)

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Este capítulo tuvo mucho más de SoraxLeon y de YurixLayla. Si se preguntan el porque en realidad hubo "más romance" (por así decirlo) de YurixLayla tomen en cuenta que ellos se conocen desde hace más tiempo que Sora y Leon. Igual espero que les haya gustado .

Tengo dos cosas que aclarar:

-Si se fijan en el capítulo anterior vieron que las niñas llamaron a Fool: Niji y yo le puse un asterisco y un uno es porque quería poner el significado pero se me olvidó. El significado era "arco iris" y lo llamaron así por sus diversos colores. (Bueno tienen seis años XD.)

-En este capítulo el chofer del autobús, el señor Proust, dijo unas palabras en francés aquí su significado:

-:-Mon chérie(s): mi querida, mis queridas.

-:-Oui: sí.

-:-Voilà: es una expresión, como decir "¡Ya lo tengo!".

-:-Au revoir est bon chance mon chéries: Adiós y buena suerte mis queridas.

Por supuesto que esto es traducido literalmente y en realidad más que "mi(s) querida(s)" es "querida(s) mía(s)".

Esta vez no prometeré nada en lo que respecta a cuando avance, lo que sí les digo es que pondré mi esfuerzo en hacerlo o al menos no volver a demorarme nueve meses u.uU.

Dejen reviews! n.n

Dewa matta!