Aviso: a partir de aquí es posible que se hagan referencias al sexto libro, pero no estará basado en él, apareceran algunos personajes que salen en él, algunos hechizos o alguna referencia a hechos pasados (de los que no tienen ninguna importancia), no creo que puedan ser considerados Spoilers. Y recordar que esto es Slash.
Bien, en este capitulo ya se desarrolla el jueguecito que se traen Draco y Harry, y es algo especial, porque cumplo 20 años, y me ha apetecido colgarlo hoy.
Y soy consciente de que el capitulo es bastante corto.
4 - ABURRIMIENTO
Los besos son como confidencias, uno sigue a otro.
Denis Diderot
Harry llego algo temprano a la clase especial que tenía con Dumbledore, no era de extrañar ya que había tenido Herbologia con los Hufflepuffs, donde Hannah Abbott había rociado con ácido las plantas sensitivas que estaban estudiando.
Cuando la profesora las enseño, a Harry le gustaron, porque las acariciabas y cerraban sus hojas y sus flores con mucha gracia. Pero echarle ácido a una planta que siente no era lo más inteligente, las hojas se habían caído y sus ramas se habían convertido en unos terribles látigos de los que toda la clase tuvo que huir, y el ultimo comentario de la profesora Sprout había devaluado totalmente su opinión sobre estas plantas, que resultaron ser parientes cercanas del Sauce Boxeador.
El profesor Dumbledore no estaba en la oficina y Harry se dedico a curiosear. Siempre le habían gustado los extraños cachivaches de plata que soltaban humo, y siempre se había preguntado para que servían.
Habían unas estanterías llenas de libros sobretodas las materias, y algunos en idiomas indeterminados que eran claramente mágicos, aunque los de Transformaciones y Defensa Contra las Artes Oscuras eran los que más abundaban.
Se sorprendió al ver entre tanto libro serio una copia de "recopilación de leyendas" y se pregunto si Dumbledore creía en las leyendas que habían allí dentro, algunas eran muy fantasiosas, pero entonces Harry rió, y se pregunto si habría algo imposible para la magia, quien sabe, quizás algunas de las leyendas de allí eran realmente ciertas.
Luego recordó la monótona voz del profesor Binns "me ocupo de los hechos, señorita Granger, no de los mitos ni de las leyendas" y también a Hermione protestando "¿no tienen siempre las leyendas una base real?"
- ¿algo que te interese Harry? - y este salto, nunca entendería como podía Dumbledore moverse con tanto sigilo (y más a su edad)
- Lo siento, profesor, yo solo… eh… ¿las leyendas son ciertas? - y algo en los ojos de Dumbledore cambio, se torno nostálgico.
- Buena parte de ellas lo son. Antes de que se recopilasen en el siglo XVIII eran transmitidas oralmente, y a veces se solían exagerar, es por eso que hay tantas versiones de una misma leyenda.
- ¿Y la verdadera?
- En todas hay algo de verdadero, a veces se alteraba el principio, otras el final, así que pueden haber leyendas en que una buena parte sea cierta y otra no, y en otras era al revés, pero no se puede saber ciertamente que es lo que realmente paso, pero en los hechos en que todas coinciden…esos son casi seguros que pasaron.
- ¿incluso la parte en la que Arthur tuvo que sacar una espada clavada en una piedra?
- Si, incluso esa. Pero será mejor que nos pongamos a trabajar porque debes hacerte fuerte, muy fuerte para… mejor comencemos. Hoy te enseñare las variaciones del hechizo Protego: protexo, protegus, reflago.
Estaba aburrido, ni siquiera tenía ganas de subir a la escoba y dar una vuelta, era una de esas tardes tediosas en que la nieve cae lentamente, y el fuego de la Sala Común llameaba a más no poder.
Harry no sabia que hacer, estaba solo allí mientras escuchaba a medias las conversaciones de la gente.
Solo.
Hermione estaba con Ron y Neville en la biblioteca, y no tenia ningunas ganas de escuchar los continuaos flirteos de los dos chicos con la chica, ni sus eternas luchas entre ellos. Seamus estaría con Dean, quizás intentando que Slughorn se fijase en ellos. Aborrecia a Lavander y Parvati, con sus risitas tontas y su permanente sonrisa de que todo va bien. No tenia ganas de estar con Ginny que siempre estaba rodeada de chicos y menos con Colin, que últimamente no le dejaba ni a sol ni a sombra, siempre tan efusivo, tan pesado.
Los alumnos comenzaron a dejar la calida Sala Común para encaminarse a cenar, así que con hastío se levanto y se coló entre unos de primero para salir por el retrato de la Señora Gorda.
El frío calaba hasta los huesos incluso en el interior de Hogwarts, y pero Harry no tenia ganas de caminar más rápidamente, así que mientras algunos chicos corrían para llegar antes a comer él se quedo solo en el pasadizo.
De pronto vio algo que le hizo olvidar el estado de animo en que estaba, su mente se conecto y se concentro en ello, el aburrimiento se desvanecía.
Una maravillosa distracción venia hacia él.
Un rubio caminaba despreocupadamente por el pasillo, un halo blanco salía de su boca al respirar, la misma boca que le había besado.
El interés hervía en su estomago, y el furor de un nuevo enfrentamiento se hizo presente cuando Draco alzo los ojos y le sonrió sabiendo que dominaba la partida.
Pero estaba equivocado.
Harry le cogió de la corbata y lo aplasto contra la pared.
- ¿Eres violento Po…
Pero no pudo acabar la pregunta porque Harry aplasto sus labios contra los de él, besándolo torpemente. Le gustaba el sabor de los labios de Draco, a cerezas y a esas maravillas.
Draco abrió los ojos sorprendido¡Potter le estaba besando habiendo tomado él la iniciativa! Nunca dejaba de sorprenderle las reacciones de Potter, era incitante nunca saber como iba a responder a sus provocaciones, a veces se ponía tan furioso que llegaban a las varitas, otras le respondía de tal manera que parecía un Slytherin.
Draco ondulo su cuerpo para acercarlo más a Potter, y vio como este solo lo apresaba mas contra la pared, había esperado que se retirara avergonzado ¡pero si besaba como un primerizo! Estaba seguro que no había tenido más acción que con la aprovechada de Chang y los besos que Draco le había dado,
Draco paso los brazos por la estrecha cintura de Potter y se pego totalmente a él, era provocador lo mal que besaba Potter, pero con algunos besos más y seria delicioso.
Era la hora de dormir, y aquel pequeño niño rubio corría escaleras arriba compitiendo con su hermano para ver quien llegaba antes a la habitación.
Las escaleras crujían, como toda la casa, que era muy, muy vieja, como aquella familia, su linaje se registraba hasta el Renacimiento, y ellos estaban muy orgullosos de ello.
- No corráis niños - decía su madre al verlos pasar por su lado, era bastante hermosa, con su cabello dorado recogido en un severo moño, y su blanca piel destacaba con las negras vestiduras que debía llevar debido al luto que guardaba por su marido muerto tres años antes. Su cara estaba envejecida prematuramente y no solía reír, habían sido unos años duros para ella al tener que criar a los dos pequeños.
El pasadizo de madera también crujía, y parecía que se iba a romper en cualquier momento, pero solo lo parecía porque en aquella casa vivían unos magos, unos de muy ricos, sangrepuras además, y el cabeza de familia era el Ministro del recién creado Ministerio de Magia.
Los magos se habían revuelto contra su rey, y habían negado la monarquía y por ello se creo el Ministerio, aunque seguía siendo lo mismo, los ricos y sangrepuras gobernaban, tenían los más altos cargos, mientras que los nacidos de muggles tenían pequeños trabajos en lo más bajo de la escala jerárquica.
Que su abuelo fuera el Primer Ministro de la historia hacia que esos niños estuvieran muy orgullosos de ser quien eran, pero no era solo por eso, la mano de hierro que dirigía actualmente a los magos se transformaba al llegar a su casa.
Adoraba a sus dos nietos, pero sobretodo a su heredero, el más grande, de gran agudeza mental y piadosa moralidad. El pequeño, de apenas cinco años, no tenia la mente todo lo clara que quería su abuelo, y solía mezclar ingredientes de cocina con los de Pociones a pesar de la vigilancia constante que tenia la institutriz.
Le gustaba contarles historias antes de dormir, leyendas, para que algún día fueran tan grandes magos como lo fueron aquellos de la antigüedad, y les transmitía toda esa pasión, sobretodo al grande que amaba al igual que él esas leyendas.
- Yo llegue primero, Aber - dijo el más grande.
- No es verdad Albus.
Pero sin más discusiones se cambiaron y se pusieron el pijama mientras su abuelo entraba ya con el libro de leyendas bajo el brazo, y se acomodaba en su butaca carmesí.
Y comenzó la leyenda donde la había dejado el día anterior, mientras Aberforth Dumbledore cerraba los ojos dispuesto a dormir y Albus Dumbledore se acomodaba en su mullida cama para escuchar atentamente como Arthur se enfrentaba a su hijo Mordred.
