Adrien Agreste jamás fue supersticioso pero una noche las cosas cambiaron.

Lila Rossi claramente intentaba arruinar su relación con su novia, por lo que jamás le creyó cuando insinuaba insistentemente que Marinette le era infiel con Luka Couffaine, el hermano de su compañera de hermandad, Juleka. Un chico que trabaja como guitarrista en un bar de la ciudad cerca a la universidad, ese al que Marinette siempre va los fines de semana.

Adrien en verdad no creía que Marinette podría serle infiel, porque aparte de lo honesta, dulce y de firmes principios que sabe que ella es, él también sabía con mucha seguridad de que ella lo amaba tanto como él la ama, con una intensidad y pasión que él dudaba que ella pudiera sentir por y tener con alguien en toda su vida.

Pero... Tenía que admitir que su novia tenía ciertas costumbres extrañas y había momentos en los que actuaba sospechoso.

Adrien solo quería callar las dudas de los otros, él le creía ciegamente pero le gustaría tener fundamentos para que dejen de molestarlo y callarles la boca a gusto.

Así que la siguió, siguió a su novia y la descubrió bailando con una corona de rosas alrededor de un fuego rosado que obviamente no normal junto a un montón de chicas que identificó como las demás miembros de su hermandad, sus compañeras de casa. No obstante, hasta ese momento pensó "quizás es un efecto de la luz. Esa teoría se derrumbó cuando ella comenzó a levitar mientras una luminocidad comenzaba a envolverla al tiempo en el que ella hacía un hipnótico y tan aterrador como precioso canto.

— ¡¿Adrien?!

Sintió un nudo en la garganta y que estaba inmovilizado cuando se dio cuenta de que las chicas habían dejado de bailar y lo observaban con atención.

La música también se había detenido, la orquesta espectral de enmascarados ahora lo miraban y Adrien sintió que se le helaba el cuerpo.

— Ad-Adrien...

La voz temerosa de su amada novia llamó su atención y lentamente se volvió hacia de donde provenía.

Marinette había dejado de levitar para acercarse a él temerosamente, con esos hermosos ojos azules que lo enamoraron locamente a punto de derramar lágrimas, claramente suplicándole que no llegue a alguna conclusión antes de que ella le explique lo que por todo lo que había pasado claramente no necesitaba explicación.

Siempre pensó que eran tonterías aquellos rumores de que la hermandad Leveque pertenecía a brujas, pensó que era una machista y despectiva leyenda que surgió por el hecho de que aquella fue la primera hermandad creada para las primeras estudiantes mujeres de la universidad.

Ahora no sabía qué pensar, qué sentir ni mucho menos qué hacer, su instinto actuó y antes de que se diera cuenta ya estaba corriendo de vuelta a la mansión de su fraternidad, como si su vida dependiera de ello.

Escuchó a Marinette llamarlo a la distancia, no quiso voltear, no pudo tampoco, solo corrió y se derrumbó en el suelo ni bien cerró de golpe la puerta de la casa.

— ¿Entonces? —pregunta Nino preocupado— No... No te engaña con Luka, ¿cierto? —Adrien apenas y le escuchaba tratando de recuperar la respiración— ¿Hermano? —se acerca preocupado.

— Es una... Bruja...

— ¿Qué?

— ¡Es una bruja! —suelta desconcertado, sin pensar y sin haber notado aún la presencia de Nino— ¡Mi novia es una bruja!

— ¡Demonios! —Nino bajó la cabeza con tristeza— No puedo creer que Marinette haya hecho esto contigo —chistó los dientes y lo miró con pesar—... Lo lamento, lo lamento mucho...

Adrien estaba perdido por completo en lo que había descubierto, era imposible pero eso había pasado.

Marinette era una bruja.

Su novia era una bruja.

Félix tenía razón.