Otra Oportunidad
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Los personajes no son míos, historia sin fines de lucro...
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Sentía que los pulmones le quemaban y que las piernas dejarían de funcionarle en cualquier momento, el dolor de su cuerpo por momentos parecía quererla detener de esa ardua carrera, sin embargo, el estallido al fondo del paisaje hizo que con terror acelerara el paso, pero incluso, aunque no lo hubiese hecho, su acompañante quien era el que la guiaba la hubiera seguido jalando a un ritmo mayor.
Se internaron en el bosque con la esperanza de dejar atrás toda la destrucción propia de la guerra, tratando de no pensar en todo lo que estaban dejando en ese lugar donde habían pasado la mayor parte de sus vidas y siguieron corriendo por un rato más, luego bajaron el paso y al final del día, casi a rastras llegaron al próximo pueblo, donde estaba instalado un refugio provisional para los sobrevivientes de los conflictos armados.
- Estás sangrando mucho - ella intentó tocar con cuidado su costilla, pero él, amablemente, alejó su mano y negó con la cabeza con una sonrisa afectada, la joven detuvo el paso y por ende a él también - espera aquí, iré por la ayuda.
- No, no pienso dejarte sola - declaró sin soltarle la mano que se entrelazaba con la suya
- El refugio no debe de estar muy lejos, iré...
- No, una mujer sola en estos tiempos puede pasarla muy mal - él siguió caminando a paso lento, acentuando que estarían juntos.
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- Apellidos - el hombre uniformado pidió en la entrada del refugio que en otros tiempos hubiese sido una bodega arrocera, antes de que ella contestara, él declaró
- Shiroma - dijo con seguridad el apellido de su familia dándole una mirada a ella de que debía permanecer callada.
- ¿Y el de ella? - despectivo alzó la carpeta apuntándola y mirándola de forma lasciva de arriba a abajo, antes de que le tocara el rostro con el indumento, él alejó a la chica y se puso frente a ella.
- Es mi esposa, lleva mi apellido - enojado contestó, el soldado los miró con suspicacia
- ¿Casados? - preguntó casi en burla.
- Nos casamos hace poco
- Documentos - contratacó
- Venimos huyendo del ataque extranjero, ¿cree que nos íbamos a preocupar por tomar documentos cuando nuestra vida estaba en peligro?
- Ya, déjalos Yagura - intervino otro soldado que también registraba personas - nadie trae papeles y hay mucha fila, haz que avancen de una vez - el hombre de mala gana continuó
- Nombres
- Shiroma Hide y Kotone - el hombre anotó y los dejó pasar
- Solo una manta - indicó al cabo detrás de él que entregaba indumentos - No les importará compartir, ¿verdad? - dijo con una sonrisa
Tomaron lo que les ofrecían sin decir una sola palabra.
- Desgraciado - masculló Hide luego de encontrar un lugar donde posicionarse en una de las esquinas, apenas tenían un espacio para poder recostarse por la cantidad de gente en el refugio, ella suspiró, no tenía caso quejarse
- Al parecer no hay médico, pero conseguiré agua y al menos limpiaremos esa herida.
- Estoy bien mujer - le sostuvo la mano para que no se alejara
- Regresaré rápido - dijo antes de alejarse y perderse entre las personas.
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Hide tocó sus costillas mallugadas por una bala perdida, aun le punzaba la herida ahora medianamente limpia, pero era una suerte que no hubiera sido grave, sin embargo, tan solo ver el rostro pacifico de su "esposa" al dormir le daba un alivio casi instantáneo, eso era lo más cerca que había estado de ella en toda su vida, nunca siquiera había podido agarrar su mano y ahora la tenía dormida abrazada a él con la cabeza en su hombro.
El silencio de la madrugada se vio interrumpido por el quejido de ella y por más que el trató de relajarla acariciando su pelo ella despertó
- ¿Todo bien? - preguntó en susurro al verla respirar con cierta irregularidad
- Tuve una pesadilla - dijo abrazándolo más - ¿Crees que estén bien? – refiriéndose a sus familias, preguntó en un volumen que solo él podía escuchar por la cercanía
- Claro que si - dijo con firmeza al instante, aunque ambos sabían que era una mentira, ella decidió cambiar el tema.
- Sabes, no era así como planeaba comenzar nuestra vida de casados - se separó de él para sonreírle burlona
- ¿Qué esperabas que hiciera? Si hubiera dicho la verdad te hubieran separado de mi - el susurro se desvaneció cuando él señaló con la mirada la parte izquierda de aquel lugar, donde dormía un grupo de mujeres que habían llegado sin compañía, algunas ancianas, viudas y sobre todo jovencitas solteras, al parecer a los soldados les interesaba tenerlas bien identificadas.
- Lo hubiera hecho sin dudarlo - dijo quedo - me hubiera casado contigo si hubiéramos tenido oportunidad - con seriedad tomó el masculino rostro entre sus manos - prometo que de ahora en adelante será como si lo estuviéramos.
- Lo sé, lo sé muy bien, nunca dudaste de escapar conmigo, incluso sin haber hablado demasiado antes, sin saber qué clase de futuro te daría, aceptaste dejar todo por mí - El joven restregó su mejilla en sus suaves manos, nada comparadas con las manos de un simple campesino que labraba la tierra como él.
- A veces, me gusta imaginar que tu padre te dio permiso para cortejarme y que el mío te dio mi mano en matrimonio, que nos apoyaban... tal vez, ahora estaríamos casados de verdad.
- Si... pero... - él se acercó más a su rostro - piensa que, si no hubiéramos decidido escapar, los ataques nos habrían alcanzado y... - dejó la frase en el aire, ambos sabían lo que habría pasado, la suerte, de una forma retorcida, había estado de su lado.
El silencio se hizo largo, ambos mirándose a los ojos, el frio dejaron de sentirlo a pesar de estar compartiendo una escueta manta; se olvidaron de todas las personas que dormían a su alrededor y de que probablemente su familia estaba muerta y ahora no tenían más que el uno al otro, todo como si el tiempo se hubiera detenido.
- De verdad estoy esperando que me beses - confesó ella
- He querido hacerlo desde que te conocí - por fin la besó y sus labios sabían dulce a pesar de todo lo que habían pasado, incluso, seguía teniendo esa suave fragancia digna de la hija de un terrateniente.
Ella no estaba siendo ciertamente recatada, todo movimiento que él ejecutaba era correspondido con igual medida, cada beso, cada caricia, toda la intensidad del joven de 17 años era correspondida, sin embargo, sintió un súbito de vergüenza cuando ella lo detuvo en seco y pensó en haberla ofendido con su arrebatada pasión.
- Es... es que... - susurró ella
- No te preocupes - se quitó de encima de su cuerpo - yo sé que es muy...- sus palabras cesaron cuando ella puso un dedo sobre sus labios
- Estamos rodeados de gente - dijo simplemente en un susurro, el sonrojo que se lograba apreciar a la luz de la luna en su angelical rostro era adorable y él tenía dos opciones: o esperaba otra ocasión, o buscaba en ese momento un poco de privacidad para poder consumar su "matrimonio".
Se levantó lo más rápido que pudo, sin recordar siquiera su herida, extendió la mano a la chica y le hizo la seña de que guardara silencio y de que fuera con cuidado, además de la gente dormida por todos lados, los soldados hacían rondines cada cierto tiempo.
Caminaron entre los cuerpos entumecidos de decenas de personas, muchos heridos, la mayoría con hambre y sucios, la cara más obscura de la guerra se reflejaba en esos sobrevivientes, y, aun así, el latir de los corazones de los dos jóvenes no bajaban su velocidad, sabían que era un pésimo momento para ponerse románticos, pero también estaban conscientes de que no había ninguna garantía de nada para el mañana.
Llegaron a una pequeña puerta, el seguro estaba roto, dentro solo habían vestigios de costales viejos. El muchacho dejó pasar a su futura mujer, cerró la puerta tras de sí, y deshilachando un costal consiguió un mecate que utilizó para asegurar provisionalmente la madera vieja de la entrada; la mayoría del pequeño sitio, no más grande de 1x2 metros, estaba cubierto con polvo y apresurado tomó algunos costales, los sacudió y acomodó sobre el suelo de tierra.
- Amm... bueno... yo... - nervioso se rascó la nuca mirando su obra, sin saber que hacer o decir, de pronto, ella por sí misma, se sentó en el suelo con una sonrisa en el rostro y le extendió la mano para que se uniera al humilde lecho.
- Te amo - le dijo sin adornos cuando él llegó a su lado - y siempre te voy a amar, hasta el final de mis días y más allá, incluso si hay una siguiente vida después de la muerte mi alma seguirá amándote, te lo prometo - le acarició el rostro, luego, tomó las callosas manos entre las suyas y las llevó hacia el lugar donde latía su corazón, el hombre supo que, a pesar de todo, ese era el momento más feliz de su vida.
- Yo no sé hablar tan bonito... pero también siento lo mismo- sintió las pequeñas palmas posarse sobre su propio corazón - lo juro - acercó su rostro al de ella y comenzó a besarla.
A penas algunos segundos después él estaba sobre ella, quien ahora exhibía su cuerpo gracias a su yukata abierto sin restricciones, de pronto un sonido intenso llenó el lugar, el piso retumbó con aquella fuerza y los gritos de las personas no se hicieron esperar.
A toda prisa él se encargó de acomodar la ropa femenina y la sacó del estrecho lugar, la gente corría tratando de escapar mientras los militares gritaban instrucciones que prácticamente nadie escuchaba.
La zona derecha del refugio se caía a pedazos recubiertos de fuego y todos buscaban salir.
Hide jaló a su esposa hacía la salida, donde toda la gente se aglomeraba, pero de pronto un segundo estallido hizo retumbar el lugar. La gente más cercana a la puerta había muerto al instante, la contigua a ellas moría calcinada. El se levantó con dificultad del suelo, la fuerza de aquello lo había enviado metros hacia atrás.
- ¡Kotone! ¡Kotone! - su esposa no estaba; gritó desesperado, su voz no salía con el volumen que debía y su visión se apañaba de rojo, tanto así que tenía que pasar su mano constantemente por su frente para que la sangre no le estorbara la visión - ¡KOTONE!
Algo se colgó de su tobillo.
- Hi... Hid... - intentó decir
- ¡Oh por Dios! - exclamó dejándose caer al lado del cuerpo de ella que era atravesado por un gran pedazo de madera, probablemente proveniente del techo que colapsaba por secciones - so... solo espera... en un segundo te sacaré esto...- el terror era palpable en su voz.
Empuñó la larga madera, dispuesto a tirar de ella, cuando las manos suaves se posaron sobre las suyas.
- No olvides... - pronunció con dificultad - lo... mucho que... te amo... mi pro...mesa... si... siemp... - su voz se diluyó.
La tomó en brazos, sin resignarse a lo que pasaba, miró hacia el cielo que se teñía con chispas naranjas por doquier y deseó con todas sus fuerzas ser capaz de cargarla, dar un salto por ese hoyo que crecía cada vez más y sacarla de ahí, pero esa solo era una fantasía.
Lo siguiente fue como en cámara lenta: la bomba que se dirigía justo hacia donde estaba él desde el cielo, su mirada cayendo sobre el cuerpo inerte de ella y el sabor amargo de la pólvora en ese último beso.
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Abrió los ojos apesumbrado por la cantidad de sentimientos que le recorrían el cuerpo, se levantó de un salto tambaleándose pues aún no coordinaba sus movimientos, comenzó a correr, abrió la puerta de su habitación dejando que la mampara se azotara, corrió algunos pasos más cuando otro cuerpo que venía con probablemente la misma desesperación chocó contra él.
Desde su posición en el suelo pudo ver como Akane había caído frente a él, su rostro estaba cubierto de lágrimas e incluso parecía tener dificultad para respirar.
- Ra... Ranma - balbuceó y a tropezones se movió por el suelo hasta llegar con él, abrazando su cuello con tormento mientras lloraba aún más fuerte. Al instante él joven la abrazó con fuerza, sintiendo como el alma le regresaba al cuerpo.
- Akane - pronunció contra su oreja
- Dijiste - sorbió por la nariz - que no pasaría nada - se quejó sollozando- qué era una tontería - lloriqueó mientras se acomodaba de tal manera que sus piernas se enroscaban sin dificultad en la cintura masculina - ¡dijiste que no existían las vidas pasadas!
- Lo siento - se disculpó sincero acariciando su espalda, él mismo recriminándose por haber aspirado ese estúpido incienso - lo siento tanto.
- Dijiste que era un juego tonto, que no pasaría nada - dijo más quedo hundiendo su cara en el cuello de Ranma, sintiendo como él hacía lo mismo y percibía humedad en él.
Sin siquiera pensar en lo que hacía, Ranma besó el cuello que tenía a disposición y a Akane pareció no importarle, al contrario, luego de un suspiro, se separó y le acarició la cara.
- Eso fue horrible - susurró aun con lágrimas en los ojos
- Lo sé - de alguna forma el magnetismo hacia sus labios fue imposible de repeler.
Al separarse se miraron con vergüenza, pero no se separaron; Ranma encontró por fin la fuerza para levantarlos del suelo y caminar con ella hacía su habitación. Ya habían desperdiciado suficiente tiempo. Ahora era que se daba cuenta de la suerte que tenía de lidiar con las situaciones actuales de su vida: la amistad de sus padres, el compromiso "forzado", vivir en una época pacífica incluso con todos los locos rondando; vivir bajo el mismo techo que ella, incluso, ser lo suficientemente fuerte para ella.
La recostó en la cama y se dejó ir junto a la chica, como si no fuera la primera vez que lo hiciera.
- Todo va a cambiar ¿cierto? - preguntó entre besos la joven
- Puedes apostarlo - él no iba a desperdiciar esta oportunidad.
FIN
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N/A
04 de Diciembre. Hola s todos, algo corto para hoy. La verdad, creo que para este Diciembre se vienen historias un poco más intensas de lo que los tengo acostumbrados, pero bueno, iremos viendo.
Gracias a todos por apoyarme, especialmente a:
-. Benani0125
- kariiim
- Carol FVargas
- Psicggg
- Kris de Andromeda
- Arianne Luna
- kioh
- Bats
- Juany Nodoka
- saotomedgo, Muchas felicidades, espero la hayas pasado muy bonito.
- Guest
- Bealtr
- Vero,Guti
- Yuki05
- Felicius, Si, la verdad es que me encanta la idea de un solo universo, ️
- Vane
Gracias de nuevo, un abrazo para todos, de este lado del ciber mundo, AkaneMiiya.
