SE ARRIENDA HABITACION
Por Inuhanya
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Capítulo 2
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"Demonios…"
Kagome enterró aún más su cabeza en la almohada a medida que el timbre de su apartamento incrementaba su intensidad en la puerta. Desde hacía unos segundos habían comenzado a timbrar pero fue lo suficiente molesto para despertarla con sobresalto de su profundo sueño.
Durante las últimas dos semanas se había dedicado a terminar de desempacar todas las cajas que le quedaban pendientes de su mudanza y a acomodar cada una de sus cosas en su sitio, eso sin contar con que las jornadas de trabajo en la academia habían sido ya lo suficientemente extenuantes para llegar a la casa al final del día y continuar con la labor alterna.
Por eso lo más lógico era que su cuerpo estuviera completa y positivamente agotado como para considerar aprovechar este fin de semana destinándolo a reponer nuevamente sus energías durmiendo hasta tarde y levantándose únicamente para ir al baño y comer.
Por consiguiente, ella no quería ver a nadie en su casa. Ni hablar con nadie por teléfono (por eso lo había desconectado la noche anterior después de hablar con su madre) y mucho menos quería levantarse a abrir la puerta a las… Kagome ladeó su cabeza hacia la mesita de noche donde mantenía encendido su reloj digital y no pudo evitar entrecerrar un poco sus ojos al encontrarse de frente con un fuerte y brillante rayo de luz solar que se filtraba entre las cortinas por una pequeña abertura que había quedado entre las telas. Aparentemente anoche no las había cerrado bien.
Con un pequeño gruñido la joven estiró su brazo para recoger el aparato y llevarlo hacia el otro lado donde el sol no le molestara la visibilidad. Mientras tanto, el timbre continuaba con su insistente llamado… o más bien la persona al otro lado de su puerta.
Ya un poco más despierta y despejada, Kagome le dio finalmente un vistazo a la pantalla del reloj para darse cuenta que apenas eran las…
"7:30 de la mañana!"
Gritó ella sorprendida dejando caer su cabeza sobre la almohada que le sirvió para amortiguar todo tipo de maldiciones y vulgaridades dirigidas, obviamente, a la persona que por alguna razón no se había dado cuenta de la hora ni del día antes de venir a interrumpir su muy merecido descanso.
"Pero a quién demonios se le ocurre venir a visitarme a esta hora de la mañana un día sábado?" se preguntó ella mientras se sentaba torpemente sobre la cama.
Un poco más resignada pero igual o más molesta que antes, la joven retiró la sábana blanca que la cubría para dejar al descubierto su escasa cantidad de ropa con la que se había acostado la noche anterior. Un pequeño y ajustado top de finas tirantas blanco cubría la parte superior de su cuerpo acompañado con un panty tipo bikini de algodón negro que no exponía mucho de su cuerpo. Solamente sus tersas piernas.
"Ya voy…" dijo ella con voz adormilada mientras apoyaba sus pies descalzos sobre el piso de madera de su habitación y salía de allí con rumbo a la puerta con paso arrastrado. "No puedo creerlo…" musitó ella al tiempo que colocaba su mano sobre su boca para mitigar un amplio bostezo que no pudo contener al tiempo que usaba la otra para frotar sus irritados ojos.
Afortunadamente para ella, su apartamento no contaba con mucho mobiliario ni muchos objetos decorativos porque con ese paso tambaleante que llevaba hubiera podido tropezarse con algo y ocasionar un pequeño accidente.
"Maldita sea…" dijo ella bajo su respiración frunciendo levemente el ceño al ver que la persona del otro lado de la puerta no se había dado por vencida y continuaba su incesante llamado. "Sólo espero que de verdad sea algo tan urgente como suena porque si no…"
La joven Higurashi dejó abierta la amenaza mientras retiraba la cadena y le daba un par de vueltas a la llave pegada a su dorada cerradura. Luego de unos segundos y sin preocuparse en lo más mínimo por su vestuario en el momento porque ya podía imaginar quién era la persona que esperaba al otro lado, agarró la chapa y con un rápido giro de su muñeca abrió la puerta de un solo tirón.
"Sango! Pero qué demonios crees que-"
La joven se calló abruptamente al encontrarse finalmente con su matutino visitante… era nada más ni nada menos que… un completo extraño!
Inmediatamente el rostro de Kagome se enrojeció fuertemente al asimilar por completo que un hombre que jamás había visto en su corta vida estaba del otro lado recorriendo con sus ojos en forma apreciativa, podría decirse, todo su cuerpo y bastante menos impactado que ella.
El contacto visual entre ambos fue cuestión de centésimas de segundos pero el tiempo fue suficiente para ella darse cuenta de la vergonzosa situación en la que se encontraba. Prácticamente estaba en ropa interior abriéndole la puerta a un desconocido! Sin embargo, la persona en frente se recuperó más rápidamente de la agradable sorpresa y decidió dar el primer paso.
"Buenos d-"
El joven aparecido no pudo terminar de hablar cuando se encontró nuevamente con la puerta peligrosamente cerca a su rostro mientras el fuerte sonido de la misma al cerrarse de golpe dejaba un tenue eco por el desierto corredor del edificio. Casi inmediatamente pudo distinguir los apresurados pasos de la joven alejándose de la puerta.
"Maldición…" dijo para sí el joven mientras fruncía el entrecejo. "Pero qué mujer más grosera. Ja! Ni crea que va a salirse con la suya."
Fue lo último que dijo antes de presionar nuevamente el botón en la pared. Sólo que esta vez no estaba impaciente… no… ahora estaba completamente enojado. Cómo se atrevía esa perra a tirarle la puerta en la cara!
La reacción de Kagome en ese momento había sido el de cerrar la puerta sin pensar en ningún momento en el ruido que podría perturbar el sueño de sus vecinos más cercanos o peor aún… en la posibilidad de que hubiera podido lastimar a esa persona. Pero lo hecho, hecho estaba y lo único que le quedaba era regresar a su habitación y hacer de cuenta que no había pasado nada. Así que inmediatamente salió corriendo para recuperarse del bochornoso incidente en los confines de su cama.
Nadie insistiría más después de un portazo como ese.
Después de todo lo merecía por atreverse a molestarla tan temprano.
Ya se cansaría y se regresaría por donde vino.
Bueno… eso era lo que ella creía…
No contaba con que la orgullosa personalidad de aquel hombre no le permitiría irse de ese lugar con la cabeza gacha totalmente derrotado.
Kagome se detuvo abruptamente en el umbral de su cuarto cuando nuevamente a sus oídos llegaron los molestos campanazos del timbre. Y esta vez podía ver que aquel hombre estaba bastante molesto.
"Pero qué atrevido… no le bastó con mirarme de esa manera tan irrespetuosa!" Kagome apretó sus puños a cada uno de sus lados y se dirigió a su guardarropa para sacar un pantalón de sudadera y un saco para cubrir su semi desnudo cuerpo. "Pero ya me va a escuchar… cómo se atreve a venir a esta hora y a despertarme así… no se lo voy a perdonar!" decía ella entre dientes mientras se subía el pantalón apresuradamente y salía de nuevo para darle su merecido.
Cuando el joven escuchó de nuevo los pasos de aquella mujer regresar a la puerta, dejó de oprimir el timbre y sonrió interiormente mientras esperaba a que le abriera por segunda vez.
"Se puede saber cuál es su problema!" gritó Kagome tan pronto como abrió la puerta sin darle tiempo al hombre de comenzar la discusión.
"Mi problema!" respondió él con el mismo tono de voz. "La única que obviamente tiene problemas aquí eres tú!"
Kagome abrió sus ojos ampliamente ante su respuesta.
"Pero cómo se atreve!" gritó ella indignada. "No sólo viene a molestar a MI casa a esta hora de la mañana, sino que tiene el valor de gritarme en mi cara y de tutearme como si me conociera de mucho tiempo!" El joven abrió su boca para contraatacar pero Kagome se le adelantó aún más molesta. "Eso sin contar con que tuvo el descaro de disfrutar verme casi sin ropa!"
Ante la mención de ese suceso el joven relajó visiblemente los tensionados músculos de su rostro y dejó ver una leve sonrisa burlona. "Tú crees que lo estaba disfrutando?" preguntó él dejando escapar una pequeña carcajada. Kagome se mordió el interior de su boca con fuerza al ver la actitud tan despreciable del sujeto frente a ella.
"Obviamente." Respondió ella cruzándose de brazos.
"Bueno… lamento haberte dado la impresión equivocada."
Kagome lo miró aún con desconfianza. "Ah sí?"
El joven mantuvo su burlesca expresión. "Tú crees que iba a disfrutar ver a una mocosa como tú semi desnuda? Por favor! Por quién me tomas? He visto mujeres de verdad desnudas más atractivas y deseables que tú." Dijo él mientras apoyaba su brazo contra el marco de la puerta a la altura de su cabeza y fijaba su dorada mirada en el rostro de la joven. En el fondo se moría de ganas por ver la respuesta de la joven ante lo que acababa de decir.
No había ningún insulto en el mundo que pudiera superar el ego herido de una mujer.
Contrario a lo que él pensaba, a la joven se le subieron los colores al rostro de la ira y sin abrir la boca para gritarle ni detenerse a pensarlo nuevamente, Kagome colocó su mano en la puerta con toda la intención de tirarla por segunda vez y lo hubiera logrado de no ser por la rápida respuesta del joven quien la detuvo a medio camino con su mano libre.
"Pero que-" no pudo terminar de decir la joven cuando sintió una fuerte resistencia del otro lado de la puerta. "Será mejor que se vaya en este instante si no quiere que comience a gritar!" decía Kagome mientras apoyaba todo su peso contra la puerta en un intento por evitar que aquel desconocido lograra su objetivo. Esta situación la había tomado completamente por sorpresa y ya estaba comenzando a ponerla demasiado nerviosa.
Esta situación se estaba saliendo de control.
En ese instante la única explicación que halló su alterada mente era que aquel sujeto definitivamente era un delincuente que intentaba irrumpir en su departamento para hacerle quién sabe qué cosas. Pero por qué demonios nadie salía en su ayuda? Estaba completamente segura que semejante escándalo no podía pasar desapercibido para los demás habitantes del piso.
"Quieres tranquilizarte de una vez!" gritó él comenzando a perder la paciencia con este ridículo jueguito.
"Si no se va…" comenzó la joven mientras reunía todas sus fuerzas para impedirle el paso a ese sujeto. "Juro que llamaré a la policía!" Gritó Kagome en medio del forcejeo como una rápida medida por espantar al hombre.
Tan pronto como sus palabras llegaron a sus oídos, el muchacho dejó escapar un pequeño suspiro sin mucho esfuerzo. La verdad era que no estaba haciendo el mínimo esfuerzo en poner resistencia muy al contrario de ella que estaba poniendo toda la fuerza que sabía no poseía en defenderse. El joven movió levemente su cabeza entre divertido y resignado.
La verdad era que nunca en su vida le pasó por la cabeza que se encontraría en una situación tan absurda como esta.
"Escucha…"
"NO! VÁYASE!"
"Oye… quieres dejar de comportante como una chiquilla y escucharme!" Le respondió él sin perder la paciencia en ningún momento. "Lo siento…"
De inmediato la joven dejó de chocar su cuerpo contra la puerta de madera lisa pero sin bajar la guardia. "Qué dice?"
"Dije que lo siento." Repitió él un poco más fuerte para que pudiera escucharlo mejor. "No fue mi intención asustarte."
"Y quién dijo que estaba asustada? Soy lo suficientemente capaz de defenderme, sabe?" Dijo Kagome con falsa valentía. La verdad era que las piernas le estaban temblando como gelatina y sentía el corazón latiendo en su pecho a mil por hora.
De no ser porque tenía todo su cuerpo apoyado contra la puerta, ya hacía mucho tiempo que hubiera caído al suelo por la imposibilidad de sus piernas para sostener su peso.
"Eso no lo dudo. Sólo quiero hablar civilizadamente."
"Hablar?" preguntó ella desconcertada. "Yo no tengo nada que hablar con un desconocido como usted. Y por si no lo ha notado… estas no son horas de hablar." Replicó Kagome aún sin cambiar su posición.
Pero qué mujer más testaruda… pensó él mientras soltaba otro suspiro pero esta vez más audible que el anterior. "De acuerdo… sólo vengo por el anuncio en el periódico, contenta?" Le respondió él completamente derrotado.
La joven no tenía intenciones de abrirle la puerta.
Kagome cerró su boca antes de pronunciar una serie de insultos cuando sus oídos asimilaron sus palabras y su cerebro codificó su significado.
"Anuncio?" Repitió ella aliviando un poco la presión contra la puerta. Con mucha cautela, ella asomó su rostro por el pequeño espacio de la abertura y por segunda vez fijó sus sorprendidos ojos café en unos de un muy intenso color dorado.
Acaso se refería al anuncio en el periódico donde arrendaba una habitación?
El rostro de Kagome se relajó un poco pero más pronto de lo predecible volvió a endurecerse y con renovadas fuerzas hizo nuevamente presión en la puerta.
"Pensé que ya habíamos superado esa etapa." Kagome lo escuchó decir del otro lado con el mismo tono de voz. "Si así es como vas a recibir a todos los potenciales inquilinos no es de extrañar que a estas alturas aún no hayas conseguido ocupar esa habitación." El joven decidió detenerse ahí para darle tiempo de pronunciar algo en respuesta pero viendo que no lograría sacarle palabra alguna, optó por continuar. "Aunque pensándolo bien… quién querría compartir un apartamento con una loca histérica como tú."
En seguida, la puerta se abrió totalmente revelando por tercera vez la figura de aquella joven. "Cómo demonios sabe la dirección? En ninguna parte del aviso aparece publicada." Preguntó ella inquisidora. Él joven no pudo evitar sonreír al haber logrado su objetivo y al ver el rostro de enojo de la mujer frente a él.
"Fácil… tengo una cita con la arrendadora." Respondió él encogiendo un hombro victorioso. "Ahora sí puedo pasar?" La joven nuevamente fue tomada por sorpresa pero cuando fue a responderle, el joven la interrumpió mientras se tomaba el atrevimiento de seguir sin su autorización. "Gracias."
Kagome quedó perpleja ante la osadía del hombre y segundos después de salir de ese estado sacudió fuertemente su cabeza y cerró la puerta con un moderado tirón.
"Lo siento pero obviamente aquí hay un error." Declaró ella mientras seguía con la mirada al hombre que libremente se paseaba por el salón-comedor. "Que yo recuerde… en ningún momento hablé con usted para acordar una cita."
"Eso lo sé." El joven hizo una pausa en su respuesta para apreciar un poco más el lugar. "Lindo apartamento."
La joven de cabello negro deslizó una mano por su rostro sin poder creer lo que le estaba pasando. Finalmente y luego de componerse, Kagome se interpuso en el camino del hombre obstruyendo su paso para captar totalmente su atención.
"Momento…" dijo ella levantando sus dos palmas para prevenirlo de continuar su recorrido. "Le repito que aquí hay un error. No sé cómo consiguió esta dirección pero la persona que yo estoy esperando me dijo que posiblemente vendría la semana que viene. Además por obvias razones no voy a arrendarle la habitación a un hombre. Estoy buscado una compañera." La joven enfatizó la palabra 'una' para hacerle saber que se refería a una mujer. El joven aparecido sólo se limitó a sonreír divertido con la situación.
"Creo que la única confundida aquí eres tú."
"Qué? Pero qué-"
"En primer lugar," el hombre buscó en el bolsillo interno de su chaqueta un trozo de papel que, por el color, podía asegurar que era un trozo de periódico. "Aquí dice que se busca persona soltera." Señaló él acercando el recorte a su rostro. "Por ningún lado especifica hombre o mujer, por lo tanto… ambos géneros entran en el perfil." Kagome abrió su boca para refutar pero él la interrumpió de nuevo. "En segundo lugar, la mujer que te llamó habló en mi nombre. Yo soy el verdadero interesado en tomar esta habitación. Así que… no hay ningún error." Terminó él mientras guardaba el trozo de periódico. "Ahora… serías tan amable de mostrarme la habitación?" preguntó él mientras desviaba su curso hacia el otro extremo del salón.
Kagome definitivamente no podía creer lo que le estaba sucediendo en su propia cara.
Primero, se aparecía este hombre a tempranas horas de la mañana a tocar el timbre como un desesperado, la veía en paños menores, se atrevía a hacer semejante escándalo en el corredor del edificio, la gritaba en la puerta de su casa, la insultaba, la trataba de histérica y ahora se paseaba libremente por su departamento sin siquiera pedirle permiso.
Este hombre sí que tenía agallas.
Pero esto iba a terminarse en ese mismo instante.
Con firme resolución, Kagome aclaró su garganta y se dio la vuelta para seguir los movimientos del hombre.
"Escuche… amigo." Lo llamó ella en un falso intento por sonar cortés. El joven se detuvo en la puerta de la cocina para dirigirle una mirada sobre su hombro.
"Inuyasha."
"Eh?" preguntó ella confundida.
"El nombre es Inuyasha." Repitió el joven sin retirar su dorada mirada de la de ella.
Y fue en ese preciso momento que la joven se dio cuenta del poder de cautivación que tenían esos brillantes y penetrantes ojos color miel. En un principio no se había percatado de aquello cegada por la rabia y el desconcierto pero ahora era de cierto modo diferente. El color de sus ojos y la intensidad de aquella mirada que le dirigió al momento de pronunciar su nombre la habían bloqueado mentalmente haciéndola olvidar lo que estaba por decirle.
"Inu… In… ya…" la joven entró de repente en un estado de torpeza tal que no fue capaz de pronunciar aquel nombre.
Realmente no sabía explicar el por qué pero no sólo sus ojos tuvieron ese efecto en ella ahora que lo veía con más detenimiento. Era todo el conjunto. Largo cabello plateado bajaba por toda su espalda hasta más abajo de su cintura… era alto… aparentemente con un cuerpo bien formado por la forma en cómo se ajustaba su ropa a él y la forma de desenvolverse dentro de su casa… su forma de caminar… incluso la gorra que llevaba en su cabeza… era todo él…
"I-NU-YA-SHA."
Kagome parpadeó varias veces despertando de su letargo cuando lo escuchó deletreando su nombre a unos pocos centímetros de su rostro con una voz llena de gentileza pero dando la impresión de estar hablándole a una pequeña que no entendía lo que estaba escuchando.
Esto la hizo agregar otro elemento a su previa lista…
Su voz…
La joven reaccionó enseguida y retrocedió unos cuantos pasos hasta cuando sintió que había recuperado algo de su 'violado' espacio personal. Al mismo tiempo frunció levemente su ceño molesta consigo misma por haberse dejado atrapar en semejante estado.
"No es tan difícil, o si?" preguntó él mientras se enderezaba y esbozaba una pequeña sonrisa. La única respuesta de Kagome fue voltear rápidamente su rostro para esquivar esa mirada ámbar que destellaban con burla.
Obviamente se estaba burlando de ella.
Inuyasha simplemente volteó sus ojos ante el comportamiento un tanto infantil por parte de la joven. Y ahora que podía verla mejor sin que ella se diera cuenta, ciertamente tenía la apariencia de una jovencita bastante menor a lo que él esperaba. Una vez que recibió los datos del lugar de parte de la mujer encargada en buscarle un sitio para instalarse, tuvo en su mente la imagen de una mujer más madura que lo recibiría completamente diferente a lo que experimentaba el día de hoy.
Con la misma expresión en su rostro y después de unos segundos de silencio, el joven de plateada cabellera le hizo saber su precipitada decisión.
"Sabes qué… no es necesario que me muestres nada." Comenzó él.
Al escuchar esto, la joven de cabello negro sintió un poco de alivio interior. Parecía que al fin este hombre había entendido y se iría en este momento.
"La tomo."
Los ojos café de Kagome se abrieron de tal forma que casi se le salen de sus órbitas ante la declaración del joven. Con la misma expresión de asombro, ella dirigió finalmente su mirada hacia él.
"Qué dijo!" preguntó ella con obvia irritación en su voz.
"Dije que voy a tomar la habitación. Cuánto pides por ella?" El joven apoyó su mano en uno de los espaldares de las sillas del comedor.
"Lo siento pero no hay trato. Ya le dije que estoy buscando una chica. Lo siento."
"Sí?... Y cuántas candidatas hay en la fila?"
"Eh?" La joven titubeó. "Eso no es asunto suyo."
"Ya veo… ninguna." Se aventuró a afirmar él con plena seguridad. Obviamente la joven no sabía mentir por la forma en la que no podía mantener contacto visual con su mirada y la forma como sus mejillas comenzaron a enrojecerse. "Como ves… soy tu único candidato así que tendrás que aceptarme."
"Pero quién se cree que es para tomar decisiones que sólo a mí me corresponden. Yo decido quién se queda con esa habitación y quién no." La joven se detuvo un momento para recuperar el aliento. "Y usted, por obvias razones, está fuera." Terminó ella colocando ambas manos en sus caderas.
"De acuerdo…" el joven se enderezó y con la mano que tenía apoyada en la silla buscó en uno de los bolsillos internos de su chaqueta negra sin desviar en ningún momento su mirada de los ojos Kagome. Luego de unos segundos, Inuyasha sacó su mano y depositó despreocupadamente sobre la mesa lo que había estado buscando. Las cejas de Kagome se levantaron sutilmente.
"Qué es eso?"
"Estoy dispuesto a pagarte el doble de lo que pides por esa habitación y dos meses por anticipado." Efectivamente sobre la mesa había una gran cantidad de billetes que superaba a simple vista y con creces el monto que pedía por aquel cuarto. "Me gusta el lugar y el vecindario es tranquilo. Justo lo que estaba buscando."
Kagome no podía encontrar su voz para darle una respuesta.
"Sé que necesitas el dinero de otra forma no estarías buscando un inquilino." Continuó él con una voz más conciliatoria. No había rastro de su anterior arrogancia. "Acéptalo." Insistió Inuyasha mientras continuaba buscando algún cambio en la expresión de la joven. "Nadie más va a ofrecerte esa cantidad de dinero por una habitación," dijo él moviendo su cabeza en dirección de la superficie de la mesa.
Kagome se mordió mentalmente su labio al escuchar lo que él le estaba diciendo. Era verdad… nadie estaría dispuesto a hacerle una oferta como esa, es más, podía contar con los dedos de su mano la cantidad de personas que la habían llamado interesadas en adquirir el cuarto y por más que quisiera alterar el resultado, el número total siempre daría cero.
Nada. Nadie.
Ya habían pasado dos semanas desde que publicó el aviso y la única persona que se había comunicado había sido aquella mujer y ni siquiera era ella la interesada sino que estaba actuando como intermediaria y nada menos que para un hombre. Para este sujeto.
Podría ser peor su suerte?
Tal vez.
En unos días tenía que pagar la renta y apenas tenía reunida la mitad del pago pero…
Un hombre!
"Y bien?" Retomó de nuevo la palabra en vista de que ella no pronunciaba ninguna. "Oye… no tengo todo el día."
Kagome exhaló un gran y largo suspiro apesadumbrado. Por más que se esforzó en encontrar alguna solución o excusa para rechazar su ofrecimiento no halló ninguna. Y esto la hacía sentir completamente débil y vencida.
"De acuerdo." Respondió al fin Kagome débilmente pero de inmediato recuperó su semblante fuerte y decidido. "Pero que quede claro que sólo lo hago por el dinero porque si fuera por mi, usted no tendría la más mínima oportunidad."
"Tranquila… el sentimiento es mutuo." Respondió él simplemente.
"Pero le advierto… hay ciertas condiciones. Una sola falla y no dudaré en sacarlo de mi casa." Sentenció Kagome con severidad.
"Y esas serían…?" Inuyasha cruzó sus brazos divertido en anticipación a lo que estaba por salir de su boca.
"Número uno," Kagome levantó enfática su dedo índice. "Nada de traer mujeres aquí, esta es una casa decente. Para eso hay lugares. Número dos," ella sumó el siguiente dedo. "Cero alcohol, cero cigarrillo y cero drogas."
Inuyasha sólo se limitó a mover afirmativamente su cabeza cada vez que ella enumeraba cada una de sus 'condiciones.'
"Número tres," otro dedo apareció. "Nada de fiestas, nada de visitas hasta tarde y nada de espectáculos indecentes. Tiene a su disposición todo el apartamento menos mi habitación y mi baño. Deberá encargarse de su comida, su lavandería y el aseo de su cuarto y baño." Kagome hizo una pequeña pausa con la esperanza de hacerlo cambiar de idea. Después de todo… a quién le gustaría vivir en un sitio donde le imponían condiciones tan exageradas como esas.
"No tengo problema con eso." Respondió Inuyasha levantando despreocupado su hombro derecho.
Kagome no pudo evitar una fugaz mueca de fracaso en su rostro. Pero logró recuperarse rápidamente para continuar.
"Y por último…" resaltó ella con un dejo de advertencia en su voz. "Espero que mantenga su distancia de mí. Nada de espiarme ni de intentar sobrepasarse conmigo porque si no…"
Inuyasha volteó sus ojos. "Ya te dije que yo no…" el joven se detuvo al ver la enojada expresión en su rostro. "Eso es todo?" preguntó él cambiando el tema.
Kagome simplemente asintió antes de desviar su mirada hacia un lado. "Es todo."
"Bueno, en ese caso…" comenzó Inuyasha mientras se dirigía hacia la puerta. "Mis cosas llegarán en una semana así que nos veremos hasta entonces. Espero que para ese día me tengas un juego de llaves." El joven tomó en su mano la perilla y la giró para abrir pero antes de salir del apartamento se detuvo y se dio la vuelta para encarar a la joven. "Casi lo olvido… procura estar vestida cuando venga, sí? Evítame repetir el mal momento de esta mañana."
Y con eso dicho y un pequeño guiño pícaro, Inuyasha salió y cerró la puerta tras de sí dejando a una Kagome con el mentón desplomado, el rostro completamente rojo de la rabia y los puños fuertemente apretados a cada lado de su cuerpo.
Después de un momento su rígida posición se aflojó viendo que no le había quedado otra opción sino aceptar.
Era eso o… arriesgarse a peder su recién lograda independencia.
"Dios mío…" suspiró Kagome abatida. "En qué demonios me he metido?"
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"Hola Miroku." Saludó Inuyasha tan pronto como sintió que levantaban la bocina del otro lado de la línea. Luego de salir del edificio, el joven de ojos dorados había sacado el celular de su chaqueta para hacer la llamada.
"Inuyasha?"
"El mismo." Respondió él mientras se detenía en un semáforo que aún se encontraba en luz roja para los peatones.
"Qué sorpresa… cuándo llegaste?"
"Esta mañana. El avión aterrizó a las 5:30." Los ojos del joven recorrían levemente sus alrededores. Finalmente la luz roja cambió a verde permitiéndole cruzar la calle.
"Y hasta ahora me llamas? Dónde estás? En el aeropuerto?"
"No. Estaba viendo una habitación en Shiba. Pero luego te cuento. Será que puedo ir a tu casa? Mis cosas llegarán en una semana más y no tengo donde quedarme hasta entonces." Preguntó el joven mientras caminaba por una de las tantas aceras del vecindario que hasta ahora era que comenzaba a mostrar signos de vida.
El joven del otro lado rió levemente. "Pero por supuesto, amigo. Quieres que te recoja?"
"No es necesario. Aún recuerdo el camino." Inuyasha sonrió levemente mientras metía su mano libre en el bolsillo de sus desgastados jeans. El viejo Miroku no había cambiado en nada. Después de todos estos años seguía siendo el mismo. Siempre el buen amigo. "Además aún tengo una parada que hacer antes de desviarme a tu casa."
"Está bien… cielos… no puedo creer que lograras escaparte." Comentó Miroku mientras colocaba una mano sobre su rostro divertido.
"Así es. Te dije que volvería." Respondió Inuyasha mientras esquivaba a una anciana que iba caminando muy despacio. "Oye Miroku…"
"Sí?"
Inuyasha esperó unos segundos mientras aclaraba levemente su garganta. "Me conseguiste algo? Tienes lo que te pedí?" preguntó él un poco ansioso. Claramente podía imaginarse la cara de suspicacia que tendría Miroku en ese momento.
"Así que viniste detrás de eso." Miroku sonrió malicioso.
"Lo tienes o no!" gritó Inuyasha olvidando por un momento que iba por una vía pública. Luego volteó sus ojos cuando no escuchó una respuesta inmediata… bueno, ni tan buen amigo después de todo. Con un gruñido de fastidio, el joven agachó levemente su cabeza para lograr ocultar su rostro con ayuda de la gorra que cubría su cabeza ese momento puesto que, gracias al grito que había dejado escapar, había conseguido llamar la atención de las personas que lo rodeaban en ese momento.
Personas que lo miraron con reproche y extrañeza.
Inuyasha escuchó claramente un pequeño suspiro que salió de Miroku. Lo sabía. Eso significaba un claro 'no.'
"Lo siento, amigo." Miroku hizo una pausa prudencial con una exagerada mueca en su rostro esperando por el estallido de insultos que sabía que se había ganado. Pero luego suavizó los músculos de su cara. Éstos nunca llegaron. Lo cual aprovechó él para continuar. "No logré averiguar lo que me pediste, pero…"
Inuyasha intervino finalmente. "Pero…?"
"Te tengo un dato que puede serte de mucha utilidad. Si… te interesa, claro." Terminó Miroku mientras se veía las uñas de su mano derecha.
"Por supuesto que me interesa, tonto." Respondió Inuyasha ásperamente a lo que Miroku sonrió aún más. "A eso vine."
"Y… crees que después de tantos años… digo… con el tiempo las cosas cambian."
"Lo sé." Contestó Inuyasha con pesar. "Pero debo intentarlo."
"Bueno… entonces aquí te espero."
"Ahí estaré." Inuyasha cerró fuertemente su celular para terminar la comunicación y lo guardó nuevamente en el bolsillo interno de su chaqueta.
Al cabo de unos minutos más de caminar en silencio, levantó la vista para apreciar mejor sus alrededores. Ya se había alejado bastante de Shiba después de haber tomado la dirección hacia el centro para llegar al mismo lugar donde había dejado la mochila con su ropa antes de seguir para visitar el apartamento donde arrendaban esa dichosa habitación.
Afortunadamente, la mujer encargada de esa labor le había tenido todos los datos listos con anticipación. Aún cuando ella esperaba su llegada cualquier día de la semana que estaba por comenzar.
Ciertamente la ciudad había cambiado un poco durante sus años de ausencia. Sólo esperaba que no hubiera sucedido lo mismo con el objetivo principal de su viaje.
Sí… esta vez todo iba a ser diferente y él iba a hacer hasta lo imposible porque las cosas continuaran tal y como las había dejado antes de partir.
Inuyasha ajustó su gorra con decisión antes de apresurar su paso hacia el enorme edificio que sobresalía de entre tantos a unas cuantas cuadras más adelante. Ahora que había hablado con Miroku y que él le había informado de algo que podía servirle no quería perder un segundo más paseando por estas calles.
Además, llevaba muchas horas de vuelo, durmiendo incómodamente en una silla de avión o en el suelo de los aeropuertos donde debía esperar por los aviones que harían la conexión hacia Japón.
Y si a eso le sumaba el pequeño e insignificante incidente que tuvo con aquella joven arrendadora… Inuyasha frunció levemente sus ojos ante el recuerdo. Realmente estaba cansado y anhelaba con todas sus fuerzas poder tenderse por fin en una cómoda cama, luego de darse un reconfortante baño y comer algo decente.
Al llegar por fin a su destino, el joven se detuvo en las amplias puertas de vidrio de la entrada y echó su cabeza hacia atrás para poder apreciar la extensión e imponencia que se levantaba ante él. Con una pequeña sonrisa, Inuyasha levantó su mano para proteger sus sensibles ojos del fuerte sol ya que su gorra no le era suficiente protección por el ángulo de su cabeza.
"Es bueno estar en Tokio…" dijo él complacido antes de perderse de vista por las pesadas puertas de vidrio oscuro.
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Continuará…
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Nota de Inu: Hola!... antes que nada es un honor para mí el saber la buena acogida que tuvo esta historia… de todo corazón les agradezco mucho el interés y por supuesto, todos sus mensajes llenos de apoyo y ánimo… je je… de verdad, me alegra que les haya gustado y aquí estaré para continuar y complacerlos a todos con próximos capítulos… …
A mis amigas, un montón de besos y abrazos por sus porras… espero que se sigan divirtiendo tanto o más que yo al escribir esta locura…
Se me cuidan todos y nos veremos en una próxima entrega… … Chiaus!
