SE ARRIENDA HABITACION
Por Inuhanya
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Capítulo 3
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"Lo estás haciendo muy bien, pero ponle especial atención a esta sombra de aquí." Le dijo suavemente Kagome a una de sus jóvenes estudiantes. "La ves?" La joven profesora le indicó con su dedo índice sobre el lienzo.
La joven estudiante levantó sus ojos para comparar su trabajo con el bodegón armado sobre la base ubicada en todo el centro del amplio salón de clase. Luego regresó su mirada hacia su trabajo un poco confundida.
"Fíjate bien. Si te das cuenta la sombra que está proyectando este jarrón sobre esta manzana es mucho más oscura de este lado y un poco más clara de este otro. Esas diferentes tonalidades de sombra es lo que nos da la profundidad y el volumen de los objetos que estamos dibujando." Kagome pasó un mechón rebelde detrás de su oreja. "Déjame mostrarte."
La profesora le pidió prestado con su mano su lápiz carboncillo para hacerle una pequeña demostración.
"Srta. Higurashi." La llamó otro joven estudiante desde el otro lado del salón. "Podría venir, por favor. Tengo una duda."
Kagome levantó la mirada en dirección de la voz que solicitaba su asistencia. "Enseguida voy, Shinji. Déjame terminar con Ami aquí y ya te atiendo." Le respondió ella antes de ocuparse con la corrección.
Ami fijó su mirada en el trabajo que estaba realizando su joven profesora y no pudo evitar sentir una gran admiración por ella. Era bastante talentosa en lo que hacía y era muy amable y dedicada en la forma de tratar y enseñar a sus jóvenes aprendices. Ojala algún día llegara a ser tan buena dibujante como ella.
"Qué tal, eh?" preguntó Kagome mientras se enderezaba un poco y apreciaba su trabajo a una leve distancia del caballete. "Ves la diferencia? Para que las sombras se vean lo más real posible y no se demarquen demasiado los grises, intenta difuminarlos de esta manera." Le explicó ella mientras volvía a acercarse al lienzo para mostrarle. "Muy bien… ahora continúalo tú con esta sombra que proyecta la manzana sobre la mesa. Luego vengo a revisarte, de acuerdo?" Ami asintió con una pequeña sonrisa y Kagome se dirigió a atender el llamado que tenía pendiente al otro lado del bodegón.
El día de hoy la clase se había enfocado en el manejo de luces y sombras y para ello Kagome les había pedido el favor de llevar cierto tipo de objetos y frutas para armar diferentes tipos de bodegones o naturalezas muertas. Y obviamente los implementos necesarios para dibujar como hojas de papel edad media y un lienzo no mayor a un cuarto de pliego, lápices de diferentes referencias y barras de carboncillo, borradores y difuminadores. Afortunadamente para ella, sus alumnos eran unos jóvenes muy aplicados en su clase y gracias a ello lograba ser una lección muy productiva.
Luego de asistir a Shinji, Kagome dio un breve recorrido por el salón para revisar el trabajo de cada uno de los estudiantes presentes pues ya llevaban dibujando aproximadamente veinte minutos y quería verificar en qué puntos de la obra había algún error por corregir o aspecto que mejorar.
Muy pacientemente, ella le dio a cada uno de ellos pequeñas indicaciones de cómo hacerlo mejor o de las cosas que nunca debían hacerse al momento de trabajar. Esto por supuesto le tomó varios minutos pues a algunos les explicó con más detalles ciertos puntos.
Finalmente y luego de darle una vuelta completa al lugar, Kagome regresó con Ami como se lo había dicho para revisar su dibujo. Para gran satisfacción de profesora y alumna, la joven corrigió muy bien su problema y ahora se le veía una notoria mejoría en su trabajo. Ami le sonrió nuevamente y le agradeció mucho su ayuda.
La clase del día tenía una duración de dos horas antes del almuerzo de los cuales ya habían transcurrido hora y media. Kagome miró su reloj y se dio cuenta que sólo contaba con media hora antes de que finalizara el tercer período.
"Bueno, jóvenes, tienen quince minutos más para que terminen sus obras." Anunció la joven profesora. "Luego haremos unas correcciones generales y los dejaré salir antes de la campana pero después de que recojan todas sus cosas y acomoden todos los caballetes en aquella pared."
Todos ellos asintieron luego de haberla escuchado y antes de regresar a continuar con sus labores desviaron sus miradas hacia la puerta donde de repente alguien había comenzado a llamar con exagerada urgencia.
Kagome también volteó rápidamente su cabeza y levantó una ceja desconcertada al ver por el vidrio en la parte superior el rostro de su amiga y compañera Sango. Ella era la persona que estaba golpeando desesperadamente la puerta con una mano mientras que con la otra le hacía repetidas señas de que se acercara y saliera un momento.
Kagome suspiró interiormente antes de dirigirse a sus alumnos nuevamente. "Vamos, muchachos… a trabajar. No se distraigan."
Los estudiantes obedecieron las instrucciones de Kagome y regresaron todos su atención al lienzo. Al mismo tiempo, la joven se dirigía a atender a su repentina visitante.
"Sango, qué sucede? Aún no he terminado mi clase." Le dijo Kagome en un tono reprochante una vez fuera del salón y después de cerrar de nuevo la puerta. Sango inmediatamente la agarró del brazo y la retiró un poco de la puerta.
"Kagome, amiga… por qué demonios no me habías dicho que ya arrendaste la habitación!" Le gritó ahogadamente la joven de largo cabello castaño.
"Eh?" Kagome se mostró sorprendida. "Y tú cómo sabes eso? Además este no es el momento para hablar de eso. Estoy en medio de una clase!" le respondió Kagome en el mismo tono bajo de voz.
"Pues muy fácil, amiga. Esta mañana revisé el periódico y vi que tu anuncio ya no aparecía publicado. Es lógico pensar que ya no está disponible, o me equivoco?" Terminó Sango muy convencida de lo que había concluido esa mañana. "Y bien? Quién es? Es agradable?" preguntó Sango esbozando una amplia sonrisa.
Kagome parpadeó varias veces asombrada por la capacidad de deducción de su amiga pero luego de escuchar el bombardeo de preguntas que siguió ella volteó sus ojos irritada. "Ni me lo recuerdes."
"Eh? Qué pasó?" Quiso saber Sango borrando aquella sonrisa.
"En realidad… es una larga historia, Sango y este no es el momento ni el lugar para hablar de ello." Le respondió Kagome mientras pasaba una mano por los negros mechones que caían sobre su frente. Su amiga la miró aún más extrañada con la actitud. Acaso no era eso lo que quería en un principio? Arrendar esa habitación para poder cubrir ciertos gastos y tener algo de compañía al mismo tiempo?
La joven amiga no reaccionó sino hasta cuando vio que Kagome tenía toda la intención de regresar a su salón para continuar con sus actividades académicas dejándola ahí parada en el corredor. Sin embargo, antes de poder abrir la puerta, Sango alcanzó nuevamente su muñeca para detenerla.
"Ah no, Kagome. No vas a dejarme aquí sin decirme nada."
"Pero Sango…"
"Pero nada, Kagome. Soy tu amiga y… no deberías estar feliz? Solucionaste tus problemas." La dijo Sango recobrando su anterior entusiasmo. "O… no?"
Kagome miró por unos segundos el rostro de su amiga y no pudo evitar sentirse un poco mal, después de todo, Sango sólo estaba mostrándole el gran cariño que le tenía y lo preocupada que estaba al no verla como debería estarlo. La joven de cabello azabache suspiró.
"Sango, escucha. Mi clase termina en menos de veinte minutos. Necesito corregir unos trabajos y…" Kagome se detuvo al ver el cambio en el rostro de su amiga. "Déjame terminar y luego podrás hacerme todas las preguntas que quieras, qué te parece?"
"Lo prometes?"
Kagome asintió con firmeza. "Lo prometo."
"De acuerdo…" respondió Sango levemente decepcionada. "Pero ni se te ocurra evadirme porque te encontraría en cualquier rincón de esta Academia." Kagome sonrió ante la actitud de advertencia que tomó ella.
"No lo haré."
Sango la vio desaparecer por la puerta mientras movía lentamente su cabeza. Eso hasta que recordó algo muy importante que había dejado olvidado en su propio salón de clase. Un grupo de quince estudiantes de danza habían quedado ensayando una coreografía sin nadie que la supervisara. Ups…
Inmediatamente regresó corriendo por donde había llegado unos minutos atrás.
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"Bueno… ahora sí vas a decirme." Fue lo primero que dijo Sango cuando encontró a Kagome en su casillero guardando unas cuantas carpetas llenas de papeles antes de quitarse su bata blanca para guardarla en el mismo sitio. Su joven amiga se plantó a su lado con los brazos cruzados y una seria expresión en su rostro que le decía que esta vez no tenía escapatoria.
No la iba a dejar en paz si no le contaba de una vez por todas lo que quería saber con tanta insistencia. Como si no la conociera Kagome.
"Y bien?"
Kagome finalmente cerró su casillero y se dio la vuelta para encarar a su amiga y colega. Luego se recostó pesadamente sobre el mueble metálico.
"Tan mal es?" se aventuró a decir Sango dando por hecho que la habitación había sido arrendada. "O acaso… no conseguiste a nadie?" preguntó Sango con un poco de temor de que ese sea el verdadero motivo de su malestar.
"No es eso Sango. Una persona llegó el sábado en la mañana y tomó la habitación." Sango levantó una ceja ante el tono pesimista con que Kagome le habló.
"Y entonces… cuál es el problema?"
"El problema es…" Kagome levantó un poco su cabeza hacia el techo y cerró brevemente sus ojos. "Cielos… aún no puedo creer que esto me esté pasando a mi." Esto lo dijo ella más para si. "Sango… no vas a creerlo cuando te lo diga."
Sango relajó un poco su rígida posición y apoyó una mano en los casilleros a la altura del rostro de Kagome. "Por qué no me dejas decidir a mi si lo creo o no. Ahora habla! Me estás matando con tanto suspenso!"
"Eso lo dices tú porque no estás en mi lugar." Le respondió Kagome con el ceño levemente fruncido.
"Kagome…"
"De acuerdo…" Kagome bajó sus apagados ojos café al suelo. "El problema es que no era lo que yo esperaba."
"Qué quieres decir?"
"Es un hombre."
Un breve silencio siguió a esa confesión que pareció para ambas jóvenes el minuto de silencio más largo en toda la historia. Finalmente Sango bajó de golpe su cabeza y sus hombros comenzaron a temblar repetidamente sin dejar escapar ningún tipo de sonido.
Kagome se dio cuenta de inmediato y se separó del mueble para acercarse a su amiga. "Sango, qué sucede? Estás bien?" preguntó ella con preocupación. "Sango?"
La joven en cuestión no pudo resistirse más y así como dejó caer su cabeza, la echó hacia atrás con la misma fuerza dejando escapar una estruendosa carcajada como si le hubieran acabado de contar el mejor chiste del mundo. Esto por supuesto dejó completamente estupefacta a Kagome quien nunca se imaginó ese tipo de respuesta de parte de su mejor amiga ante algo tan serio como lo que estaba contándole.
Los demás ocupantes de la sala de profesores voltearon ante el fuerte sonido que llenaba el lugar y ocho pares de ojos se toparon con las jóvenes docentes. Kagome de inmediato se ruborizó avergonzada por la situación.
"Sango… basta! Nos están mirando!" le dijo Kagome entre dientes intentando recuperar un poco de dignidad. Sango se abrazó fuertemente a la altura del vientre luchando por todos los medios de calmarse.
"L-lo siento." Logró decir Sango antes de dejar escapar carcajadas más discretas mientras se secaba con su dedo índice las lágrimas que habían logrado brotar inconscientemente de sus ojos.
"Sango, de qué demonios te ríes! No le veo lo gracioso por ningún lado!" Kagome continuaba reprimiéndola en voz baja para que los demás no pudieran escucharla.
"Bromeas? Es lo mejor que he escuchado en toda mi vida." Sonrió Sango divertida luego de haber recuperado la cordura. "Tanto misterio para decirme eso? Tenías razón amiga." Kagome la miró con extrañeza. "No puedo creerlo!"
"No lo entiendes, verdad?" Kagome le preguntó un poco dolida. "Sango… estamos hablando de que voy a compartir MI departamento con un hombre." Kagome usó su tono de voz más bajo.
"Y?" Sango levantó su hombro despreocupadamente como si eso fuera lo más natural del mundo.
"Y!" repitió Kagome indignada.
"Sí… Y?" Sango se volteó para enfrentar los casilleros y abrió el suyo que justo quedaba al lado del de Kagome para sacar un espejo. Kagome la miró boquiabierta.
"Acaso no te das cuenta?"
"Cuenta de qué?" Sango continuó buscando entre sus cosas. "Pero dónde está ese maldito espejo?" Ahora fue el turno de Kagome de mostrarse molesta ante la actitud tan fresca de Sango. Era como si no le estuviera dando la importancia que merecía la situación de su amiga.
"Sango!"
"Qué!"
Sango le dio una mirada al rostro de su amiga y pareció entender por fin lo que la estaba preocupando.
"Oye… no me digas que es un viejo verde solterón porque ahí sí estarías en serios problemas."
"Eh?"
"Oye Kagome, no tendrás por ahí un espejo que me prestes. No logro encontrar el mío."
"No Sango, no tengo un maldito espejo y no es un viejo." En ese momento a la mente de Kagome llegó la imagen del rostro de aquel joven y ella sacudió su cabeza tratando de desvanecerla de su memoria. "Es un muchacho."
"Mayor o menor que tú?"
"Creo que mayor… Sango! Eso qué importa!" Sango hizo un suave sonido con su boca.
"Entonces no es tan grave." Dijo ella mientras cerraba su casillero y se daba la vuelta para recoger unas faldas que había depositado en un sofá antes de enfrentar a Kagome.
"Que no es grave?" Repitió Kagome totalmente indignada. "Sango, un hombre es un hombre sin importar la edad. No está bien que una joven como yo viva sola con un hombre. Moralmente no es correcto."
"Ah… entonces es eso lo que te preocupa." Sango sonrió pícaramente. "Que la gente piense que tú y él viven juntos y… hacen cosas juntos… sin estar casados."
"Exacto."
Sango levantó las faldas del sofá para luego sentarse y poder comenzar a doblarlas para guardarlas en el armario donde almacenaban una parte del vestuario que utilizaban en las clases de artes escénicas. Kagome la siguió y tomó asiento a su lado dejándose caer pesadamente.
"Sabes Kagome?"
"Mm?"
"Creo que deberías verle el lado amable y positivo a la situación." Comenzó Sango mientras le pasaba la primera falda doblaba a Kagome.
"A qué te refieres?" preguntó ella colocando la prenda sobre sus muslos.
"Bueno…" Sango sonrió traviesa lo cual no le agradó a Kagome en lo más mínimo. "No te has puesto a pensar que posiblemente un hombre sea lo que necesites. Tal vez esta sea la única oportunidad que tengas para… tu sabes… perder tu virginidad." La joven de lisa cabellera castaña sonrió victoriosa al haber logrado su objetivo. Kagome estaba más roja que un tomate.
"SANGO!"
"Oye… baja la voz. Nos van a escuchar."
"Cómo puedes decir eso!" Kagome prácticamente le arrebató la otra falda de sus manos. "Sabes bien lo que pienso de... Cómo se te ocurre que yo vaya a… a… y con un aparecido!"
"Kagome, cálmate. No lo decía en serio." Sango le alcanzó otra prenda. "También cabe la posibilidad de que sea gay."
Cada minuto que pasaba se estaba volviendo más difícil hablar con Sango. "Uy… por supuesto que no es gay!"
"Ah… entonces ya lo detallaste bien." Sango dejó una falda a medias mientras se acomodaba mejor en el sofá para hablarle a su amiga mirándola a los ojos. Esto se estaba poniendo interesante. "Es guapo?"
"Y cómo voy a saberlo! Es un engreído que se cree dueño del mundo! Es irrespetuoso, arrogante, grosero, maleducado, atrevido… juro que me provoca tenerlo en frente de nuevo para decirle todo esto en su cara!" Sango sonrió al escuchar ese último calificativo.
"Qué tan atrevido?"
"Sango…" Kagome pasó su mano sobre su rostro. "Qué tal si resulta ser un delincuente, un violador de jovencitas, un convicto, un… un prófugo de la justicia! Sango, casos de esos se han visto. He visto películas donde---"
"Kagome no exageres. Tú nunca le arrendarías esa habitación a alguien con esos antecedentes." Le respondió la profesora de danza con un tono tranquilizante. "Es obvio que le pediste referencias, te dijo dónde trabaja, qué hace, de dónde viene, ya sabes, todo ese tipo de cosas… de lo contrario no lo hubieras aceptado." El mentón de Kagome se desplomó visiblemente. "Lo hiciste… verdad?" Terminó Sango temerosa.
Kagome movió lentamente su cabeza como clara señal de una respuesta negativa. Sango de inmediato abrió sus ojos y al joven Higurashi se abrazó interiormente. Sabía que aquí venía el regaño de su amiga.
"Kagome… cómo es que---"
"Cómo demonios iba a saberlo, Sango! Nunca había hecho esto! Además fue tu idea!"
"Pero amiga, es obvio que---"
"Sango, todo fue tan rápido que no sé en qué momento pasó… tendrías que verlo para darte cuenta." Kagome se detuvo un momento para tomar aire y componerse. "Ese joven llegó y sin ver la habitación me dijo que la tomaba. Luego me ofreció mucho dinero por ella, más de lo que estaba pidiendo y… y… me pagó dos meses! Fue tan extraño y sorpresivo que no pude hacer nada."
"Vaya…" Sango se calmó un poco. "Bueno, al menos tiene con qué pagarte. No debe ser tan malo después de todo." La joven bailarina se tomó unos segundos para inspeccionar las puntas de un mechón al azar que tomó entre sus dedos. "Al menos se te ocurrió preguntarle su nombre?" le preguntó su amiga sarcásticamente.
"Si no hubiera sido porque él me lo dijo, creo que ni eso…" Kagome se sintió en esos momentos como la persona más tonta e irresponsable del mundo. Y aún así quería vivir independiente?
Sango simplemente volteó sus ojos con una pequeña e imperceptible sonrisa. Luego reanudó su tarea y las dos jóvenes permanecieron en silencio hasta que terminaron ahí para ir a la cafetería por algo de comer. Afortunadamente contaban con dos horas libres después de la hora de almuerzo hasta que comenzara la clase siguiente.
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"Inuyasha?"
"Mm?" respondió él mientras movía distraídamente su tenedor en la pasta.
"No está bueno el almuerzo? Sé que no cocino como un chef profesional pero-" preguntó Miroku viendo el desgano con que estaba comiendo su amigo.
"No es eso Miroku. Es…" Inuyasha finalmente soltó su cubierto sobre el plato y desvió su dorada mirada hacia un lado.
"Desde que llegaste a mi casa no has salido de aquí." Miroku hizo una pausa para tomar otro bocado de pan con salsa boloñesa. "No vas a ir tras la pista? Pensé que saldrías corriendo tan pronto como te dijera lo que sabía." Le preguntó el joven de ojos azules mientras masticaba.
Inuyasha frunció su ceño mientras dejaba caer su espalda contra la silla perdiendo completamente el apetito. Ya había pasado casi una semana y él aún no se había atrevido a poner un pie en la calle. Luego cruzó sus brazos contra su pecho mientras veía a su amigo devorar su plato sin siquiera detenerse a tomar aire.
"Oye…" Miroku tragó fuertemente. "No vas a comerte eso?"
"Adelante. Es todo tuyo."
Miroku alcanzó su vaso de limonada para darle un pequeño sorbo mientras veía a su amigo por encima del borde con ojos preocupados. Luego aclaró su atragantada garganta. "Pensé que te serviría de algo. No estaba muy seguro al principio porque sólo la he visto un par de veces pero…"
"Ya te dije que eso es mejor que nada. Es sólo que…" Inuyasha se apoyó nuevamente en la mesa. "No he dormido de sólo pensar en cómo reaccionará cuando me vea. Ha pasado tanto tiempo. Demonios! No es que no esté seguro, es… Quisiera esperar un poco más para hacerlo. Mañana llegan mis cosas y quiero reportarme el lunes en el trabajo…" El joven de dorada mirada se detuvo para beber un poco de su bebida. "Cuando todo eso pase y esté mejor instalado… me tomaré el tiempo para comenzar a buscar hasta encontrarla."
Miroku sonrió levemente.
"Por cierto…" Miroku decidió cambiar el tema para subirle un poco los ánimos a su mejor amigo. "No está bien que un hombre digas estas cosas pero… te voy a extrañar cuando te vayas."
Inuyasha levantó una ceja incrédulo.
"En serio. Hacía mucho tiempo que no tenía compañía."
Inuyasha siguió sin cambiar su expresión.
"Qué? Qué dije?" Miroku bajó el bocado que iba a medio camino hacia su boca.
"Tú… sin compañía? El más grande Don Juan de todo Tokio?" Inuyasha se mofó. "Eso sí no lo creo. Desde que te conozco siempre ha habido una mujer a tu lado o debajo tuyo." El joven de cabellera plateada hizo un esfuerzo por recordar e hizo una sutil mueca de disgusto. "Una diferente cada día si mal no recuerdo."
Miroku se encogió de hombros. "Qué puedo decir? En la variedad está el placer." El joven de coleta sonrió ampliamente al ver el rostro de su amigo después de escuchar sus palabras.
"Qué desagradable eres Miroku. Pero no sé por qué me extraña, siempre has sido así."
"Es cierto… pero qué me dices de ti? No me vengas con el cuento de que en diez años no has salido con otras mujeres por serle fiel a una sola mujer." Miroku apoyó ambos codos sobre la mesa y descansó su mentón sobre sus dedos entrelazados. No estaba dispuesto a convertirse en el tema de conversación.
Inuyasha frunció sus ojos y Miroku sonrió victorioso. Había logrado su objetivo.
"Eso no es asunto tuyo." Siseó Inuyasha en tono amenazador. "Yo no soy como tú. Tú eres el pervertido y el mañoso." Un breve silencio se formó entre ellos y Miroku soltó aire sutilmente.
"Es verdad… pero eso fue hace mucho tiempo. Ahora veo las cosas muy diferentes." Inuyasha levantó una ceja ante el cambio de semblante que mostraba Miroku.
"Ja!... Eso no te lo crees ni tú mismo."
El joven de coleta sonrió levemente antes de tomar una servilleta cercana para limpiarse un poco de salsa de sus labios. Luego aclaró un poco su garganta mientras su rostro se tornaba serio.
"Nuevamente tienes razón." Respondió él. "No voy a decir que me arrepiento de esa vida porque no es así y estaría negando algo que forma parte de mi pero…" Miroku fijó su mirada azul en la dorada de Inuyasha. "Cuando un hombre llega a los treinta años y se ve solo como yo me veo ahora… piensa que tal vez nada bueno le haya dejado esas experiencias. Pero lo viviste. Lo disfrutaste. Ahora puedes pensar tranquilamente en sentar cabeza."
Muy bien… ahora sí que Inuyasha estaba preocupado por no decir espantado. Desde cuándo Miroku le daba tanta importancia al futuro cuando lo importante para él siempre había sido vivir el presente al extremo. Tal vez se había intoxicado con tanta pasta y había comenzado a delirar…
"Miroku… en verdad estás asustándome."
El joven al otro lado de la mesa dejó escapar una leve carcajada. "Cuando entras a los treinta tus deseos son otros. Ya no piensas en satisfacer tus necesidades básicas llevadas por tus hormonas. Ahora deseas encontrar a una persona con quien compartir tu vida y formar una familia porque es el momento." Miroku hizo una pausa mientras se levantaba de su silla para recoger la mesa. "Puede que tú y yo seamos diferentes pero muy en el fondo tenemos metas en común. La única diferencia es que tú maduraste más rápido y desde muy joven ya sabías qué era lo que querías. En vez de disfrutar tu juventud para luego llegar a este mismo punto donde estamos ahora los dos."
Inuyasha lo siguió con la mirada mientras se retiraba del pequeño comedor y entraba a la aún más pequeña cocina. Luego fijó su mirada en un punto sobre la mesa intentando analizar las palabras de su amigo.
"En pocas palabras… lo que estás diciéndome es que el idiota soy yo por haber estado con una sola mujer. Piensas que he desperdiciado mi vida?" Preguntó Inuyasha.
Miroku se asomó por la puerta de la cocina para responderle. "Así es. Pero es de admirar, sabes. Tal vez si una mujer así de hechicera se hubiera cruzado en mi camino las cosas hubieran sido muy diferentes para mí. Pero no fue así. Y ya te lo dije… no me arrepiento." El joven de coleta entró nuevamente y segundos después se escuchó el agua caer de la llave. Miroku se había puesto en la tarea de lavar los platos.
Inuyasha se levantó finalmente y recogió su vaso sobre la mesa para llevarlo a su lugar. Cuando Miroku lo sintió entrar aprovechó para terminar lo que quería decirle ahora que sabía que podía escucharlo bien. "Viví lo que tenía que vivir… ahora puedo amarrarme a una sola mujer."
"Tonterías." Espetó Inuyasha mientras le tiraba bruscamente el vaso en el lavaplatos. Sin más, el joven de ojos dorados se dispuso a salir pero Miroku lo detuvo con su voz.
"Inuyasha… no quisiera decirte esto pero…" Miroku cerró momentáneamente la llave. "Te has puesto a pensar que pasaría si ella ya no quisiera nada contigo? Cuando te fuiste no lo tomó muy bien que digamos."
Inuyasha volteó sus ojos mientras apoyaba un brazo en el marco. Odiaba cuando Miroku hablaba con supuesta sabiduría y se sentía con derecho para entrometerse en asuntos ajenos.
"No, porque eso no va a pasar." Fue su única respuesta antes de retirarse definitivamente.
Miroku suspiró inaudiblemente y reanudó sus quehaceres deseando fuertemente por que las cosas fueran así. Conocía muy bien a Inuyasha y sabía que un duro golpe como ese acabaría por destrozarlo completamente. Y ya tenía suficiente con la vida que llevaba gracias a su familia.
Gracias a ser quien era…
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Continuará…
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Nota de Inu: Aquí estoy nuevamente y creo que nunca me voy a cansar de agradecerles a todos sus mensajes. Gracias a ellos, estoy aquí sentada actualizando… je je… me alegra mucho que les haya divertido hasta el momento y espero continuar contando con su apoyo… Como les dije antes mi cabeza puede desvariar en ocasiones así que no me hago responsable por los daños que esta historia pueda causar… MUAJAJAJAJAJAJAJA!... Ahém…
Eso es todo por el momento, nos veremos en una próxima oportunidad… Cuídense y besos para todos!...
