UN CAFÉ A MEDIA TARDE
Por: Escarlata
Precure le pertenece a Toei, el plot es mío
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PARTE 1
Era complicado no esperar con la emoción a flor de piel y unas intensas ansias a que dieran las cinco de la tarde de cada jueves. Había una razón muy especial para marcar religiosamente ese día y esa hora: entre las cinco y las seis de la tarde siempre llegaba un apuesto chico de la universidad deportiva local. Shougo Fujimura. Nagisa admitía sin pena que solía escuchar las pláticas de ese chico con sus compañeros de equipo, así que sabía más de un dato básico al respecto gracias a su posición como mesera.
Era futbolista, los chicos con quienes solía salir eran sus compañeros de equipo, estudiaba para ser entrenador de fútbol y era un seleccionado del equipo de su universidad. Toda una figura dentro de la liga interuniversitaria de fútbol. Por comentarios de los otros chicos podía asegurar que se trataba de un estudiante muy aplicado, por cómo lo trataban sus amigos era fácil saber que gozaba de una gran popularidad por su amistosa personalidad.
Hablaba poco con él salvo esos momentos donde entregaba las órdenes al chico y a quienes fueran sus acompañantes del momento. Pocas veces iba por su cuenta, pero Nagisa no se animaba a hacerle plática por culpa de sus nervios y su timidez. Nagisa se conocía, no era tan valiente como para hacer una plática más informal con el joven y en cada ocasión se regañaba a sí misma por su propia cobardía.
¿Llegaría con sus amigos ésta vez? ¿Con su mejor amigo, ese chico Kimata? A veces llegaba con amigas y desde hacía un tiempo había dejado de sentir pánico al verlo con chicas, eran sus compañeras después de todo. También podía darse el caso y que esa tarde llegara con compañeras.
Esperar siempre era divertido.
Esperar por él siempre lo valía.
—¡La orden está lista! —anunció Akane desde la barra que conectaba la cocina con el comedor.
Nagisa fue corriendo por la comida para llevarla a los comensales. —¡Buen provecho! —dijo la joven con una sonrisa amplia y una buena actitud. Para ser un trabajo de medio tiempo no estaba mal. Además la misma Akane le rentaba un cuarto que cobraba directamente de su sueldo y eso le ayudaba mucho durante su segundo año en la universidad.
Tampoco quería restarse méritos, no cocinaba pero le era de mucha ayuda a Akane y a Hikari, que estaban en la cocina, y a Hikaru quien se dedicaba a las entregas a domicilio en su bicicleta. Ayudar a tan singular familia ponía muy feliz a Nagisa aunque su paga fuera más bien poca. Las ventajas era que comía en la cafetería.
Miró nuevamente a las grandes ventanas frontales por donde se veían a las personas pasar, no podía hacer más que sonreír mientras aguardaba, mientras esperaba con ansias y la emoción a flor de piel. Echó un vistazo de reojo al reloj del muro.
─Él no debería tardar en venir ─comentó Hikari mientras se recargaba en la barra y miraba a su amiga con visible dulzura.
─¡Eeek! ─la universitaria respingó de manera graciosa y negó firmemente─. Sólo estoy atenta a los clientes, es todo, estamos a la mitad de la capacidad y entre más clientes, mejor, ¿o no? ─dicho eso, rió de manera nerviosa y sonrojada mientras se llevaba una mano a la nuca.
─Sí, entre más clientes es mejor ─fue lo único que dijo la joven rubia antes de volver a la cocina a lavar los platos antes de que se acumularan, precisamente aprovechando el momento calmado de la tarde.
Nagisa volvió una vez más a su espera y sus ojos brillaron al ver al alto y varonil joven a través de los cristales de la fachada, llevaba su uniforme deportivo, en su espalda colgaba su mochila y su balón dentro de una red. Lo llamativo era que ésta vez venía sólo y con algo de prisa. ¿Sería su oportunidad de hablar con él? ¡Estaba solo! ¡No podría encontrar una mejor oportunidad!
Sonrió en automático cuando el chico entró.
─¡Bienvenido al Tako Café! ─dijo Nagisa con una sonrisa quebrada por culpa de los nervios.
─Muchas gracias, Misumi-san ─saludó el futbolista con su gesto (a ojos de Nagisa) galante de costumbre. Se dirigió a la mesa de siempre y acomodó sus cosas donde no estorbaran. Revisó la hora en el reloj del muro y finalmente se sentó.
Nagisa se acercó al joven con el menú en manos. ─¿Listo para ordenar, Fujimura-san? ─preguntó con un tono bastante profesional, era la frase de siempre y podía decirlo sin tartamudear demasiado.
El futbolista nuevamente revisó la hora antes de negar. ─Espero a alguien y no debe tardar, ¿podrías traerme un vaso con agua por mientras?
La (en ese momento) mesera asintió aunque no pudo ocultar cierto gesto de interés. Se animó a darle rienda suelta a su curiosidad. Se aclaró la garganta y tomó una tonelada de valor. ─¿Esperas a un amigo?
Pero Fujimura no tuvo tiempo de responder, su mirada pareció brillar cuando vio a alguien entrar al café. Nagisa miró a la entrada en automático al escuchar la campanilla de la puerta para dar la bienvenida de cortesía, pero se quedó muda, boquiabierta, sinceramente sorprendida ante la chica que acababa de entrar. Era linda, era ridículamente guapa. Tenía cabello largo y liso hasta la cintura de un color oscuro como la noche. Su piel era clara, sus ojos azules como la noche, llevaba ropa bastante elegante, jalaba una valija mediana e igualmente sonrió al ver al joven.
Nagisa no pudo decir nada, ellos hablaron primero.
─¡Shougo!
─¡Honoka!
Ambos se abrazaron y ella besó ambas mejillas del chico, ahí, justo en medio de la cafetería. Luego compartieron un apretado abrazo antes de que él la invitara a sentarse frente suyo.
─Justo a tiempo, veo que tu sentido del tiempo está tan afilado como siempre ─dijo Fujimura con un animado gesto. Enseguida miró a Nagisa─. ¿Nos dejas un menú, por favor? El agua ya no será necesaria, pediremos completo.
Nagisa estaba congelada en su sitio. No podía perder de vista a la chica que abrazó y besó en las mejillas al chico que le gustaba, ¡incluso se llamaron por sus nombres de pila! ¡Y sin honoríficos! En medio de su pánico, respingó cuando la chica giró el rostro y le miró. Abrió un poco la boca y fue la voz del futbolista lo que la regresó al mundo real.
─¿Estás bien? ─preguntó Fujimura mientras movía el brazo tratando de llamar la atención de la agradable mesera. Al menos a él le agradaba aunque hablara apenas lo necesario con ella y sólo supiera su nombre.
─¡Sí, lo siento! ─exclamó con un tono torpe de voz y rió de manera nerviosa antes de dejar un par de menús en la mesa─. Cuando estén listos para ordenar, llámenme ─dijo de manera apurada antes de caminar con prisa de regreso a la barra.
Barra desde donde Hikari fue testigo de la escena, por cierto. La rubia estaba igualmente sorprendida por la llegada de un rostro nuevo a la cafetería. Hikari conocía a todos los clientes habituales e incluso estaba familiarizada con las personas que pasaban a diario al frente del café, fueran clientes o no. Pero ese rostro, muy lindo por cierto, no lo conocía. E igualmente se sorprendió por la manera tan física en la que saludó al futbolista, ¿su novia acaso? El sólo pensar en la respuesta hizo que mirara hacia Nagisa con cierto apuro.
─Nagisa-san...
─Es… Ella es bastante linda, ¿verdad? ─comentó Nagisa con una voz que en serio luchaba por salir de su garganta. Además no estaba mintiendo, ¡esa chica era preciosa! ¡Juraría que sintió las mejillas calientes cuando la vio! Era la primera vez que se sentía sobrepasada por algo así y no estaba segura de si era culpa de saberla cercana al chico que admiraba. Quería pensar que esa era la razón.
─Sí, lo es ─fue lo único que pudo responder Hikari.
Mientras, en la mesa, el par compartía sonrisas y la plática comenzó de inmediato.
Honoka miró de reojo y de manera bastante discreta a la graciosa mesera que en ese momento estaba en la barra con otra persona. Sonrió por lo bajo antes de volver su atención a su acompañante.
─Estás mucho más grande en vivo que por video llamada ─comentó Honoka con tono jocoso, estaba realmente contenta de ver al chico.
─Y tú te ves mucho más bonita en vivo que por video llamada ─dijo de inmediato el futbolista de manera alegre─. ¿Te siguen lloviendo pretendientes?
─No tanto como a ti, estoy casi segura de ello, mi querido hermano.
─Tendrías más si no asustaras a tus pretendientes ni los amenazaras con tirarles los dientes ─el chico suspiró, su acompañante sin duda tenía una apariencia dulce y en general era dulce y muy agradable, pero bajo esa linda portada había una fiera de mecha corta sin miedo a nada. Nadie en su sano juicio debía torearla.
─No es culpa mía que varios de mis pretendientes sean unos idiotas que quieran tocar más de lo que deben ─dijo Honoka de manera defensiva y con un gesto lleno de propiedad, incluso tenía el ceño fruncido. Sus cejas pobladas le daban una apariencia increíblemente linda cuando se enojaba de esa manera. De la manera tranquila, por supuesto, no en serio.
─Eso no te lo niego ─el futbolista finalmente abrió el menú. No tenía ninguna comida predilecta así que solía variar según su antojo del día─. Te recomiendo el takoyaki, sabe muy bien. Y mira que lo he probado en otros lados y no se compara al que venden aquí.
─De acuerdo, será takoyaki ─de todos modos le echó un vistazo al menú. Tenían takoyaki como platillo principal, que por algo el sitio se llamaba "Tako Café", vaya, pero también tenían una buena variedad cafés, postres, otras bebidas típicas de esos establecimientos y helados. Tenían emparedados y otra comida ligera─. Será lo primero japonés que pruebe en años.
─¿No pasabas a restaurantes japoneses en Europa?
─Sólo una vez cuando recién me fui con mis padres y aún me arrepiento de eso. Buscaba la sazón de mi abuela y me llevé una gran decepción. A mis padres les tomó días consolarme ─comentó con un tono serio que iba en serio pero que pronto cambió a una sonrisa cuando su acompañante se echó a reír.
─En cambio, yo como lo de la abuela todo el tiempo.
─Y yo también la comeré a partir de hoy, así que sólo pediré una orden de takoyaki para no llenarme demasiado ─dijo con una sonrisa.
─Suena justo. Por cierto, ¿sólo traes esa maleta?
─Pedí que enviaran el resto a casa por paquetería, no quieres saber todo lo que mis padres tuvieron que pagar por el equipaje extra ─explicó con un suspiro cansino.
─Me doy la idea ─dijo el chico de manera nerviosa y enseguida levantó la mano para llamar a la sonriente mesera.
Y hablando de la mesera, Nagisa siguió con su buena costumbre de prestar su oído a las conversaciones ajenas. No, no era correcto pero en serio estaba curiosa sobre esa chica recién llegada y su relación con el guapo futbolista. Y también era imposible NO escuchar las conversaciones, el local no era enorme así que se enteraba de todo, quisiera o no. Su pánico se convirtió en alivio cuando escuchó que se referían entre sí como hermanos y que hablaban de una abuela en común. ¡Esos dos no tenían ningún parecido físico! Era obvio que no eran hermanos de sangre. Por otro lado, no sabía nada sobre la familia del futbolista, sólo conocía de vista a los chicos del equipo y a Kimata.
¿Alguno sería adoptado? Quizá se criaron juntos porque al menos Fujimura mencionó la comida de la abuela, lo que quería decir que vivió o quizá vivía con dicha abuela y… ¡En serio no sabía nada más de ese chico que tanto le gustaba!
Y el saber que ella estuvo en Europa le dio a entender que por eso había saludado a Fujimura con un beso en las mejillas. Según lo aprendido en películas extranjeras y en la televisión, en Europa solían saludarse así, ¿verdad? Ahora que miraba a la recién llegada y al menos sabía un poco más sobre la relación que ambos tenían, podía mirarla con menos recelo.
De hecho hasta podía darse el gusto de admirarla.
Su lindo cabello oscuro que brillaba bastante, su piel clara, incluso dejó su aroma a perfume en el camino. Su sonrisa era linda también, debía admitirlo. No supo en qué momento se quedó mirando más a la nueva chica que al chico de siempre. Sacudió su cabeza y justo en ese momento le llamaron, fue de inmediato a la mesa a tomar su orden y de paso a mirar más de cerca a la joven.
Olía mucho mejor a corta distancia.
─¿Listos para ordenar?
─Tráeme dos emparedados del especial del día y una soda ─respondió el chico mientras dejaba el menú a un lado, su acompañante hizo lo mismo.
─Yo quiero una orden de takoyaki y también una soda ─dijo Honoka y también aprovechó la cercanía para mirar a la mesera que había estado mirándola con curiosidad desde que entró. Sonrió de manera suave. Era linda, era alta también y podía notar tan sólo en sus brazos lo bien definidos que estaban. Se trataba de una persona fuerte sin duda. Y esos gestos eran lindos de muchas maneras. Sonrió─. Shougo me dijo que es el mejor takoyaki que ha comido.
Nagisa sonrió en automático sin darse cuenta, una sonrisa amplia y brillante. ─Es el mejor de toda la ciudad, créeme, te va a encantar ─tomó ambos menús─. Enseguida les traigo sus órdenes, permiso.
Rápidamente se retiró a la barra a dictar los pedidos pero no pudo evitar echar una mirada por encima de su hombro. Notó que la chica le miraba y rápidamente giró el rostro al frente. Por alguna razón sentía las mejillas calientes.
Shougo no pudo evitar una pequeña sonrisa al ver la escena. Fue discreta a su modo porque nadie más lo notó excepto él… Y quizá la agradable rubia en la barra. Sabía lo suficiente de Honoka para que sus siguientes palabras sonaran a una ligera provocación fraternal. Procuró hablar en baja voz.
─¿Es en serio? ─preguntó el chico con tono jocoso─. ¿Acaso…?
─Ni se te ocurra decir una palabra más ─Honoka no lo dejó elaborar más, sabía perfectamente lo que iba a decirle─. Tengo derecho a admirar a quien quiera, conozca a la persona o no.
El chico se cruzó de brazos. ─Sí, tienes todo el derecho, no te lo niego ─miró distraídamente al techo─. Misumi Nagisa, así se llama.
Honoka frunció el ceño y miró el salero a manera de distracción.
─Trabaja aquí por las tardes de lunes a viernes, los sábados la encuentras en el turno de la mañana ─comentó el joven con toda la casualidad el mundo.
─Gracias por el dato ─respondió Honoka de manera graciosamente seca, se notaba enfadada porque estaba un poco apenada de que ese tonto supiera leerla sin siquiera esforzarse.
─Te queda en horario, ¿verdad? Me comentaste por mensaje que entrarías a trabajar la semana siguiente.
Y el discreto cambio de tema nuevamente hizo sonreír a la chica. Mientras le daba los pormenores a Shougo sobre sus planes ahora que volvía a su ciudad natal, Nagisa estaba en la barra con Hikari. Ponía atención a los clientes para estar al pendiente si alguien necesitaba algo, pero por suerte todo coincidió para que pudiera tomar un respiro. Esa linda chica le estuvo mirando, ¿tanta curiosidad le despertó o era por otra cosa? No estaba muy segura, tampoco el por qué se sentía ligeramente nerviosa, pero al menos podía afirmar que no estaba tan incómoda con la situación.
También, pensó, se debía a que esa chica no era pareja romántica del futbolista, sino una hermana. Quizá algún día sabría la naturaleza de dicha relación, quizá no.
─Es bonita ─comentó Hikari mientras servía la soda de la máquina dispensadora.
─Sí, lo es ─respondió Nagisa en automático para inmediatamente después percatar sus propias palabras. Respingó, balbuceó un poco antes de aclarar su garganta con toda la dignidad que pudo reunir─. Lo es, es bonita.
Hikari sonrió y asintió, se le notaba divertida. Siempre era divertido ver las reacciones de Nagisa. A esas alturas del partido y ya a esa edad era capaz de percatar más las cosas, pero decidió no decir nada por el bienestar mental de Nagisa.
Ambas trabajadoras sentían curiosidad sobre esa nueva chica, en serio resaltaba a su manera y no solamente por estar con el chico más apuesto de la zona. Para suerte suya, el más joven trabajador del establecimiento llegó de hacer una entrega de takoyaki para diez personas a unas oficinas a un par de calles de distancia. Dejó la bicicleta en la entrada y fue a dejar el recibo firmado del cliente y el dinero en la barra. Hikari se encargó de inmediato de guardar el dinero y el recibo.
─¡Entrega lista! ─anunció un alegre Hikaru. Tenía quince años solamente y pese a ello era más alto que su hermana mayor. Casi tan alto como la misma Nagisa y seguían bromeando al respecto de cuánto más podría crecer.
─¡Buen trabajo! ─respondió Akane desde el interior de la cocina─. ¡Toma un respiro y luego me ayudas a acomodar unas cosas!
─¡De acuerdo!
El adolescente echó un buen vistazo al interior y notó con alegría al universitario. A comparación de lo tímida que era Nagisa para tratar de socializar un poco más con el chico, Hikaru no tenía empacho en acercarse y platicar. Lo admiraba desde hacía un par de años cuando sus equipos se juntaron en una actividad local en el Centro Deportivo Municipal. También le gustaba el fútbol, estaba siguiendo sus pasos y lo tenía como una figura inspiradora a imitar.
─¡Fujimura-san! ─Hikaru fue de inmediato con él. Su interrupción fue un poco brusca, lo notó y de inmediato se disculpó por ello. Miró a la chica que acompañaba al futbolista─. Lamento la interrupción ─se inclinó de manera un poco exagerada, pero su intensidad era la apropiada para alguien que se dedicaba al deporte─. Kujou Hikaru, trabajo aquí con mi hermana y mi prima mayor y admiro a Fujimura-san.
Honoka parpadeó un par de veces antes de sonreír de manera suave, bastante dulce de hecho. El chico era alto, rubio y espigado, tenía buen porte y mucha energía. A Fujimura le agradaba mucho el chico y le dio un brusco cariño en el cabello apenas éste levantó la cabeza.
─Juega fútbol con un equipo de su vecindario ─agregó Fujimura.
─Yukishiro Honoka. Mucho gusto en conocerte ─se inclinó tanto como su posición se lo permitió.
─Yukishiro-san, ¿eres novia de Fujimura-san? ─preguntó Hikaru que para nada escondía que estaba admirando a la joven. Calculó que era de la misma edad que Nagisa.
Nagisa casi se iba de espaldas y Hikari casi se soltaba a reír al escuchar al atrevido adolescente hacer las preguntas que ninguna de ellas se había animado siquiera a mencionar en voz alta. No sabían si agradecer o no que a veces al chico le faltaran modales.
Honoka sonrió, divertida, y Shougo no se guardó la carcajada.
La joven negó con la cabeza sólo una vez. ─No, soy su hermana menor ─y por supuesto que sus apellidos no coincidían. No era como si alguno de los dos debiera ocultar lo que estaba a punto de contarle al muchacho. No era un íntimo secreto de familia y mucho menos algo de qué avergonzarse─. Somos hermanos de crianza, nos conocemos desde niños.
─¡Genial! ─exclamó Hikaru y miró a ambos antes de fijar su atención completa en la acompañante del futbolista─. No te había visto por aquí antes, Yukishiro-san.
─Estuve en Europa unos años con mis padres, literalmente bajé del avión hace treinta minutos ─informó de manera divertida. El chico le agradaba, sobretodo porque Fujimura lo miraba con el cariño propio de un hermano mayor. Si Fujimura estaba bien con alguien, ella automáticamente lo estaría también.
─¿Vendrás seguido?
─Oh, eso depende enteramente de la comida ─respondió con gesto dulce.
Y hablando de la comida, precisamente Akane estaba terminando la orden del par. Se asomó y con sólo un vistazo se dio una idea de lo que pasaba, la mayor sonrió. ─Hey, ustedes dos, si tanto quieren saber de ellos, sólo pregunten ─les dijo a Nagisa y a Hikari─, mejor aún si lo hacen mientras trabajan ─le dio los platos a Hikari, quien de inmediato los acomodó en las charolas con sus respectivas sodas.
─¡De acuerdo! ─respondió Hikari, divertida.
Nagisa enrojeció ligeramente antes de poner un gracioso gesto de enfado. ─No sé de qué hablas.
Akane sólo rió de manera ruidosa antes de volver a la cocina. Nagisa tomó ambas charolas y fue donde estaba sucediendo toda la acción. Hikaru seguía con una sonrisa en la cara mientras se hacía a un lado para no estorbar.
─Te va a encantar la comida, Yukishiro-san ─dijo el chico con bastante ánimo, luego se inclinó todo ante el futbolista─. Me retiro, debo trabajar ─y fue corriendo con Akane a ver en qué podía ser útil.
─Gracias por su paciencia, aquí están sus órdenes ─dijo Nagisa con su tono profesional y sirvió los platos─. Takoyaki, sándwiches del especial del día y dos sodas. Si necesitan algo más, sólo avísenme.
─Muchas gracias ─dijeron ambos a la vez.
─Buen provecho.
El par dio gracias por la comida pero Fujimura dejó que Honoka probara primero, quería asegurarse que le gustara el takoyaki. Y sí, el gesto de su hermana lo dijo todo, hasta la mirada le brilló al momento de comer su bocado. Luego de eso pudo comer su propio sándwich. Delicioso como de costumbre.
─Sabe muy bien ─dijo Honoka con un gesto francamente sorprendido y satisfecho.
─Te lo dije ─el futbolista sonrió mientras seguía comiendo lo suyo─. ¿Quieres que ir a casa luego de comer? Debes venir cansada. Yo tengo qué hacer algunas cosas.
─Tú ve a lo que debas hacer, yo me adelanto a casa. Mi cuerpo se va a tomar su tiempo para adaptarse a la hora local, no sé exactamente cuánto tiempo llevo sin dormir. Justo ahora no tengo sueño, pero estoy casi segura que me dormiré ni bien toque una almohada ─dicho eso, dio un trago a su soda antes de volver a su comida─. En una semana estaré ambientada.
─Gajes de tanto viaje, ¿verdad?
─Ni que lo menciones, mis padres son máquinas de trabajar, duermen sólo cuando se sienten cansados, sea de día o de noche.
─Por suerte ya estarás en un sitio fijo, debes descansar como es debido, Honoka.
Y mientras el par de hermanos tenía su agradable plática con su deliciosa comida, Nagisa tuvo que atender un par de mesas que pedían la cuenta. Era la hora baja después de todo, cuando se metiera el sol vendría toda la gente que buscaba una comida rápida y económica luego de una larga jornada de trabajo.
No perdía de vista al par. Gracias a Hikaru supo lo que necesitaba saber en ese momento. Sí, eran hermanos, hermanos de crianza. No la había visto antes porque ella estuvo en el extranjero. Con esos datos le bastaban a Nagisa para que volviera a su modo normal y animado de costumbre. Atendía a los clientes con la sonrisa de siempre y seguía sintiendo que las mejillas le quemaban cuando miraba a Fujimura con gestos nuevos en su galante rostro.
Pero Fujimura no era el único galante ahí. Esa chica, Yukishiro Honoka, también le estaba llamando poderosamente la atención. No sabía explicar la razón, pero a momentos la miraba sin ser completamente consciente de ello.
El resto de la tarde se le pasó con relativa calma, con el trabajo al que ya estaba acostumbrada y con nueva información no sólo del joven que le gustaba, si no de esa chica guapa que le llamaba poderosamente la atención. ¿La razón? Ya para la hora de cerrar le daba igual, no estaba del todo segura, pero que la joven se despidiera de ella con una sonrisa la puso tonta un rato. Mucho más que de costumbre.
CONTINUARÁ…
