UN CAFÉ A MEDIA TARDE

Por: Escarlata

Precure le pertenece a Toei, el plot es mío

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PARTE 2

Honoka y Shougo cenaban con la abuela Sanae. Luego de la cafetería, Shougo tuvo que atender una reunión con su equipo y Honoka fue directo a casa a platicar con su abuela. A pesar de los años que tenía de no verla más que en videollamadas, Honoka la veía igual y seguía tan fuerte y sana a como la recordaba. Decidió no dormir, se la pasó hablando con su abuela sobre el viaje de regreso, cómo estaban sus padres y dónde estuvo viviendo esas últimas semanas antes de volver a su natal Japón.

─¿Entonces comenzarás a trabajar en ese laboratorio, Honoka? ─preguntó la abuela con una sonrisa amplia. Le gustaba tener a su pequeña de regreso en casa. No se sentía sola gracias su nieto postizo, pero siempre echó de menos a su Honoka.

─Éste lunes precisamente, espero que para entonces mi cuerpo ya esté adaptado al horario ─respondió Honoka con alegría, estaba sentada junto a su abuela, se recargó cariñosamente en ella.

─No has dormido desde que llegaste, eso te ayudará a conciliar mejor el sueño ─la anciana le dio un cariño a su nieta antes de animarla a seguir con su cena.

Shougo sólo sonrió. ─¿Y qué se siente entrar a trabajar a un sitio así de grande siendo tan jóven, eh? ─preguntó el futbolista antes de llevarse un bocado a la boca─. Tú deberías estar en la universidad.

─No sé si sea trampa o no que me la pasara en escuelas privadas ─respondió Honoka. Su hermano tenía razón, a sus veinte años ella debería seguir cursando la universidad y por tradición conseguir un trabajo estable a los veintitres. En cambio, ya tenía un contrato para trabajar en un laboratorio de investigación en su ciudad natal. Entró reclutada por mérito propio, por cierto, y la suerte permitió que su trabajo estuviera cerca de su casa, así que mudarse con su abuela era la mejor opción. Podría haber pedido un piso propio pero no quiso, en serio quería estar con su abuela y su hermano postizo.

─No lo es, Honoka, has trabajado mucho, ¿o no? ─la abuela intervino con sus sabias palabras─. Aprovechaste todas las ventajas que te dieron tus padres, pero tu trabajo, todo tu esfuerzo, tus desvelos y tus conocimientos son sólo tuyos y de nadie más.

Honoka sonrió ampliamente. ─Cierto. Seguiré trabajando duro.

─Por fortuna no van a poder invitarte a esas fiestas de la compañía, no tienes edad legal para beber ─comentó Shougo de manera jocosa y provocó una risa en su hermana y en la abuela.

─Aprovecharé antes de que sea obligatorio que asista y beba alcohol ─dijo Honoka apenas se recuperó.

Siguieron platicando, terminaron de cenar y ni la abuela ni el futbolista dejaron que Honoka ayudara a limpiar al menos por esa noche, la mandaron directo a ducharse para que pudiera dormir mejor. Honoka no pudo hacer nada más que obedecer lo que le indicaron. Estaba agotada, lo admitía, además un tiempo privado y cómodo en un típico cuarto de baño japonés era un lujo que hacía años no se daba.

Se había acostumbrado tanto a las simples duchas bajo una regadera que por un momento se sintió perdida al ver la tina y la regadera de mano junto al banquillo de madera. Sacudió la cabeza y finalmente su cuerpo recordó cómo usar esa ducha por su cuenta. De niña solía bañarse con su abuela y eso la hizo sonreír.

Luego de lavar bien su cuerpo y su cabello, entró a la tina llena de agua caliente y soltó un largo suspiro lleno de alivio, seguido de un bostezo. Sí, el cansancio y el nuevo huso horario finalmente estaban haciendo mella en su cuerpo. Se recargó bien en el respaldo de la tina y se puso una toalla mojada en los ojos y la frente. Suspiró de nuevo.

Se sentía bien estar en una sola casa y no pasársela de piso en piso y de hotel en hotel. El tiempo máximo que había pasado en una sola residencia había sido de casi diez meses en París, y el menor era de literalmente un fin de semana y ni siquiera recordaba dónde. Lo bueno de los viajes era que le permitían leer bastante y aprender por su cuenta en el camino, pero estaba perdiendo el sentido de pertenencia poco a poco. Sus padres ya no lo tenían, por eso no se hallaban en casa ni en su propia casa ahí en Japón. Por suerte, Honoka aún lo tenía y estaba feliz de compartir el mismo techo con su abuela y su hermano mayor una vez más. Encontraba más cómodo estudiar en un escritorio y no en el asiento de un avión o un taxi.

Tenía el fin de semana para ambientarse antes de comenzar a trabajar. Estaba emocionada por la idea, por cierto. Su entusiasmo se le notaba a leguas.

Y hablando de entusiasmo, no podía borrar de su cabeza esa sonrisa llena de energía de la chica del Tako Café.

Honoka se conocía, no era del tipo enamoradiza en lo absoluto. Tampoco que no estuviera interesada en los asuntos del corazón, pero era complicado llegar al suyo cuando no podía quedarse en un sólo sitio por mucho tiempo. Sumado a ello, su personalidad y el que estuviera ensimismada en sus estudios hacía complicado que pudiera socializar como era debido. Sabía hablar con la gente gracias a la elocuencia que venía programada de fábrica en su ADN, pero no sacó lo social de progenitores y fuera de los "negocios" rápidamente perdía interés si la conversación no la convencía. El mejor ejemplo de ello eran los pretendientes de los que su hermano hacía mofa, que no eran más que simples chicos que intentaron hablar con ella y fallaron, la mitad de ellos terminaron con la amenaza de una golpiza de parte de Honoka. Por esas mismas razones mejor se dedicaba a estudiar.

Aprender era su pasión, de manera casi literal.

Sólo un par de personas lograron tocar su corazón en algún momento. Una linda chica de nombre Yuriko que era precisamente una estudiante japonesa de intercambio en una escuela privada en París, ciudad donde Honoka residió por más tiempo. Hizo buenas migas con ella, estudiaban juntas, la pasaban bien y no le pasó desapercibido que la chica realmente tenía sentimientos por ella. El sentimiento fue mutuo y casi daban el siguiente paso luego de citas, besos y paseos (la experiencia la ayudó a definir su sexualidad, por cierto,) pero con Honoka a punto de viajar de nuevo, decidieron dejar el asunto por la paz y seguir sus caminos. Con el tiempo los mensajes de texto dejaron de llegar.

La segunda persona fue un agradable chico un año menor que ella. No hubo sentimientos románticos de por medio, simplemente esa sensación de comodidad donde Honoka sentía que ésta vez podía enseñarle a alguien que también tenía deseos de aprender. Lo vio como a un hermano menor pero no pudo mantener esa amistad precisamente por sus constantes viajes. Lo que la consolaba fue la promesa del chico de hacer uso de lo que aprendió de ella, de divertirse aprendiendo. Ahí también se perdió por completo la comunicación.

Y fuera de esas dos personas, todos los demás fueron rostros pasajeros de los que apenas si guardaba los datos básicos y la impresión, buena o mala, que dejaron en ella, todo en el caso que llegase a encontrar a esas personas una vez más. Era la primera vez que alguien le llamaba tanto la atención prácticamente de la nada, era la primera vez que sentía un golpe de ese tamaño en el pecho y lo que le apenaba más era que su hermano se dio cuenta de ello. No le gustaba ser tan obvia.

Tampoco necesitaba ayuda de ese tonto, se sabía perfectamente capaz de socializar con ella y al menos conocerla como era debido.

Luego de una merecida ducha, Honoka Yukishiro pasó una buena primera noche de descanso en su propia casa luego de ocho años de larga ausencia.

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Era cerca de la medianoche cuando Nagisa finalmente cerró su laptop de segunda mano y se tumbó en la cama. Con sus deberes escolares terminados por fin podía descansar. Ya estaba duchada y acomodada en su pequeño cuarto. "Cuarto" por llamarlo de alguna manera, en realidad era el cobertizo del techo de la casa de Akane Fujita, la dueña del Tako Café y prima mayor (además de tutora legal) de Hikari y Hikaru. Actualmente era imposible comprar una casa de ese tamaño en esa zona de la ciudad, básicamente era una herencia de cinco generaciones atrás y en algún momento pareció ser demasiado grande para una Akane soltera y sin hijos, pero con la llegada de sus primos todos los espacios vacíos se llenaron.

Cuando Akane supo que Nagisa estaba por pasar a su segundo año de universidad, y con ello ya no podría estar en los dormitorios del campus, le propuso vivir ahí y trabajar para ella. Conocía a la chica desde hacía años, sus primos la querían mucho y le gustaba mucho que luchara para salir adelante por su cuenta.

Nagisa aceptó sin dudarlo y ahora estaba en un cobertizo que sin duda era mejor que nada. Le iba bien en el equipo de atletismo pero tenía problemas en algunas materias, sobretodo en las que tenían qué ver con números, estadísticas, gráficas y similares. Los números nunca fueron lo suyo y cuando se anotó para cursar en la carrera de Orientación en Educación Física, nadie le dijo que una buena parte de sus materias tendrían que ver con números.

Tenía que esforzarse más en esas materias si quería tramitar una beca completa, no tenía en planes seguir viviendo de la caridad de Akane por mucho que le gustara vivir con ella y los chicos. Tampoco le gustaba que sus padres le mandaran dinero para completar sus gastos de fin de mes. ¡Quería hacer todas esas cosas por ella misma!

Las horas de estudio siempre le eran pesadas, pero al menos se esforzaba tanto como le era posible y eso debía contar, ¿verdad? No estaba muy segura de eso último, a final de cuentas lo que hablaba a todos de su esfuerzo eran sus notas en los exámenes. Faltaban unas semanas para la primera ronda de estos y no se tenía mucha confianza al respecto.

Dejando eso de lado, su mente volvió a lo sucedido durante su turno de la tarde en la cafetería. Ver a Fujimura siempre era lindo, pero…

Esa chica.

La hermana de Fujimura tenía un algo que hacía que no pudiera sacarla de su cabeza. No sabía qué era, pero algo en ella le llamaba fuertemente la atención. Según lo que llegó a escuchar, ella ya estaba en la ciudad y… Y entonces existía la posibilidad de verla al menos en el Café, ¿verdad? El sólo pensarlo hizo que su estómago se hiciera ovillo por un sentimiento que no sabía identificar.

Suspiró hondo y se envolvió en las mantas de su cama. Tenía tanto calefacción como aire acondicionado, bendita sea Akane. Las noches le eran cómodas y esperaba tener pronto esas mismas facilidades por cuenta propia.

Al día siguiente, Nagisa asistió a clases y a sus entrenamientos como de costumbre, la mañana pasó con la normalidad que conocía. Le gustaban su vida universitaria más que nada por los amigos y amigas que había hecho. Estudiaba con sus amigas cuando tenía la oportunidad y hasta que diese la hora de ir a trabajar al café. El tiempo lo tenía contado pero le gustaba su ritmo de vida, le gustaba su vida como la estaba viviendo en esos momentos.

─Debo irme, ¡nos vemos mañana! ─Nagisa se despidió de sus amistades apenas guardó todas sus cosas en su mochila. Ese día no tenía entrenamiento vespertino, lo que le dejaba un rato libre antes de ir a su turno en el Tako Café. Ganas no le faltaban de tumbarse en el parque que le quedaba de camino y echar una siesta, pero la culpa le picaba la nuca y sabía que debía estudiar.

No se sentía con ganas de repasar sus notas pero debía hacerlo si quería sufrir menos en los exámenes. Por otro lado, sabía que si se presionaba demasiado entonces no podría concentrarse y su hora de estudio no sólo se desperdiciaría por completo, sino que se estresaría mucho y le costaría mucho trabajo concentrarse después.

Se debatía mentalmente entre estudiar o relajarse mientras viajaba en el tren, se frotó el rostro, miró el cristal de la puerta y pronto notó algo. El cristal reflejaba a las demás personas dentro del vagón y uno de esos rostros le llamó la atención de inmediato. Se giró sólo para ver a Yukishiro Honoka en el lado opuesto del vagón. Vestía ropas muy casuales y lindas, llevaba un bolso cruzado color blanco y leía un libro, llevaba puestos unos auriculares. Era obvio que escuchaba música mientras leía.

Sujetó las correas de su mochila con un poco más de fuerza. ¿Vivía cerca o estaba dando una vuelta? Tenía los deseos pero no el valor de acercarse un poco más a iniciar una conversación. Normalmente no era tan tímida para conocer nuevas amigas, pero esa chica imponía y no de mala manera. Observarla era una buena opción aunque no se acercara, el sólo contemplarla era cómodo.

Al menos lo fue hasta que Yukishiro Honoka levantó la vista y se topó con los ojos de Nagisa.

La atleta respingó antes de dibujar una sonrisa tonta y nerviosa en su rostro. Saludó torpemente con una mano y se puso tensa al ver que la hermana de su crush se quitaba los auriculares y movía algo en su teléfono, seguramente quitaba la música o lo que fuera que estuviera escuchando.

Nagisa no estaba tan equivocada, Honoka gustaba de escuchar música mientras leía, por costumbre más que nada, a veces no ponía atención a la letra, la melodía era lo que más le ayudaba. Estaba dando una vuelta por la línea para familiarizarse con ella cuando se sintió observada. La sensación no le era nueva, chicos y chicas por igual solían verla por sus propias razones, a veces las miradas se sentían incómodas según las intenciones de las personas.

Era perceptiva de muchas maneras y esas cosas las podía sentir.

Pero la mirada que la sacó de su trance de lectura no era incómoda. Era insistente pero no molesta ni pesada. Y grande fue su sorpresa al toparse con la mesera del Café, con Misumi Nagisa. Sí, recordaba bien el dato, no que se presentaran debidamente la una con la otra el día anterior. Fue su tonto hermano quien le dio ese dato.

Notó su nerviosismo y fue lindo verle esos gestos. ¿Estaría mal acercarse? No en realidad, no era como si buscara algo más que sólo socializar, ¿verdad?

¿Verdad?

Tomó aire de manera discreta y se acercó a la chica. ─Hey.

─Hola ─saludó Nagisa de manera nerviosa. No entendía por qué la chica se le había acercado. No le molestaba pero tampoco lo esperaba y detestaba sentirse así. Verla de frente era una sensación distinta.

─Lamento si no me presenté bien el día anterior, mi nombre es Yukishiro Honoka, un gusto ─se presentó Honoka con un gesto suave y amable, como solía ser en general, vaya.

Nagisa poco a poco se fue relajando. Incluso para ella misma su propio comportamiento era demasiado exagerado. ¡Sabía hacer amistades, diablos! Podía socializar como Dios manda, no era como si esa chica la fuera a golpear o algo así. Sus hombros finalmente se relajaron y le sonrió. Hizo una leve inclinación, menos formal a comparación de su educada interlocutora.

─Misumi Nagisa. Un gusto conocerte también, Yukishiro-san ─dijo con una sonrisa más amplia─. ¿De paseo?

─Más o menos. Tengo que familiarizarme con la línea de trenes si no me quiero perder por la ciudad ─respondió con una risa pequeña, linda.

Nagisa se sintió sonreír más al ver ese gesto. ─Es un poco complicado, sobretodo si llevas mucho tiempo fuera y… Ah ─se llevó una mano a la nuca, apenada─. Escuché un poco de tu plática con Fujimura-san, lamento eso, pero parece que llevabas mucho tiempo fuera del país, ¿verdad?

─Poco más de ocho años, sí. Me fui de aquí antes de siquiera aprender a moverme por mi cuenta ─explicó con una sonrisa pequeña.

─Estarás bien, no son demasiadas líneas a comparación de Tokio, pero sí debes poner atención o se te puede pasar una estación. Regresar suele ser tardado ─Nagisa continuó con la plática. Hablar con ella no era complicado. Notó que estaba usando el mismo perfume que el día anterior. Olía bien. Se aclaró la garganta─. Podría darte un tour por la ciudad cuando gustes ─propuso a manera de broma. Después de todo, Yukishiro tenía a Fujimura, ¿o no? Él podría darle ese tour.

─Me sería de mucha ayuda si no estás ocupada ─respondió Honoka de inmediato. Ni siquiera lo pensó y eso mismo la sorprendió, pero hizo de lado ese sentimiento para simplemente dejarse llevar. ¿Cómo no querer ir con alguien que tenía una mirada y una sonrisa tan lindas como esas, verdad? No tenía empacho en admitir, incluso en voz alta, que Misumi Nagisa era atractiva en serio. Usaba ropa linda y cómoda, muy femenina que mostraban sus brazos y piernas fuertes. ¿Una deportista? Era posible. Su cabello era lindo también, sus ojos eran expresivos y esa sonrisa nunca la había visto antes en ninguna otra persona.

Por su lado, Nagisa respingó cuando vio que ella se tomó en serio su propuesta. Se echó a reír mientras se llevaba una mano a la nuca. ─Dije eso y apenas si tengo tiempo libre, lo lamento.

─¿Vas al Tako Café?

─No, aún no, hoy no tuve entrenamiento y estaba pensando si debo estudiar o relajarme un poco antes de mi turno en el Café ─suspiró─. Tengo exámenes el mes que viene y… Bueno, es complicado.

─Comprendo ─la chica sonrió─. De todos modos tomo tu oferta para cuando tengas oportunidad y… A cambio puede invitarte un té o ayudarte a estudiar o ambas cosas ─dijo en un arranque de total atrevimiento, ¡ni siquiera sabía qué estudiaba Misumi! Sus propias palabras la sorprendieron.

Y a Nagisa también.

─Ah, bueno… Eso ─la atleta se aclaró la garganta─. No es mala idea, me vendría bien una mano pero no sé si sepas de esto ─de su mochila sacó uno de sus libros, "Principios de la Biomecánica II", y se lo extendió.

Honoka tomó el libro y tan sólo desde el título se le dibujó una sonrisa en la boca. ─Sé sobre el tema ─dijo, hojeando un poco el libro para confirmar su propia respuesta. Asintió─. Shougo también tiene éste libro y he estudiado con él ─por videollamada, pero eso no lo agregó.

─¿Estudiaste sobre el cuerpo o deportes? ─preguntó Nagisa. Escuchó que ella iba a trabajar, o algo así recordaba─. Creí escuchar que ibas a trabajar ─no estaba de más mencionarlo.

Honoka soltó una linda y corta risa. ─Sí, comienzo éste lunes, por eso me familiarizo con la línea de trenes. Y sí, he estudiado sobre el cuerpo humano. No es mi especialidad pero sé del tema, me tengo la confianza de al menos brindarte un poco de ayuda.

Nagisa se cruzó de brazos, confundida. ─Te ves de mi edad, ¿no deberías estar en la universidad como yo?

─No la cursé estrictamente hablando, pero completé mis estudios en escuelas privadas y con tutores particulares mientras viajaba. También trabajé en varios sitios como interna y reuní suficientes créditos para pedir certificación en varias escuelas ─sonrió─. No quiero sonar presumida ─le guiñó un ojo y le lanzó una linda sonrisa─, pero sé sobre varios temas, puedo darte tutorías si las necesitas.

Ese gesto. Ese simple gesto incendió por completo a Nagisa. La pobre respingó antes de cubrirse parcialmente la cara con una mano, sentía las mejillas al rojo vivo.

─Eso… Ah… Eso sería de… De mucha ayuda, gracias, Yukishiro-san ─pudo decir Nagisa en un intento de salvaguardar su dignidad.

Honoka por supuesto que fue consciente de todo lo que le provocó a su interlocutora y… Le gustó. Le gustó mucho verla reaccionar así. Supo que no la puso incómoda, simplemente la apenó. Quizá no estaba de más confirmar al menos lo primero.

─Lo lamento, no quería molestarte.

─¡No, no, para nada! ─la atleta se aclaró la garganta─. Me tomaste por sorpresa ─suspiró─. Si me lo preguntas, creo que eres un poco atrevida ─reprochó con las mejillas rojas aún.

Honoka soltó una linda risa. Estaba por decir algo, pero sonó la señal de que estaban por llegar a la siguiente estación.

─Ah, debo bajar en ésta ─dijo Nagisa. A pesar del letal ataque de Yukishiro, no era como si quisiera que esa plática acabara tan pronto.

Honoka sentía más o menos lo mismo, así que sonrió. ─Si no es problema… ¿Puedo acompañarte? ─preguntó─. Me sigo familiarizando con la ciudad también.

Nagisa sonrió en automático. ─Vamos. Ya sé a dónde llevarte.

El par bajó en la estación desde donde Nagisa podía llegar al Tako Café caminando. Eran alrededor de veinte minutos, una caminata ligera para una atleta profesional como ella. La casa de Akane y los chicos estaba a un par de calles de distancia desde el Café, así que Nagisa estaba muy cómoda con esa distancia. Si llegaba a conseguir un piso propio, le gustaría que fuera por la misma zona.

─¿Vives lejos? ─preguntó Nagisa mientras se dirigía al parque que estaba a medio camino al Tako Café.

─No. De hecho vivo en esa dirección ─señaló hacia el norte─. Ya había dado la vuelta a la línea para cuando te vi en el vagón ─informó─. Desde aquí, a pie, son quince minutos a casa con mi abuela y mi hermano ─agregó.

Los ojos de Nagisa se abrieron más al saber eso. ¿Tan cerca vivía de Fujimura y de Yukishiro? ¡Nunca lo habría adivinado! De querer podría ir a su casa a pie. Tal descubrimiento la hizo sonreír al menos por dentro. Por supuesto, esa idea sólo sería posible de ser amiga de alguno de los dos. Al ver a Yukishiro por un momento pensó que, quizá, sería posible llegar a ser amiga de Fujimura. De ambos.

Seguir la conversación no era complicado.

─Entonces… ¿Pronto comienzas a trabajar? ─continuó como mejor pudo la conversación que quedó pendiente en el tren. Lo mejor era dejar un poco de lado el letal ataque de Yukishiro, por su propio bien.

─El lunes entro a un laboratorio de investigación, ya sé en qué estación bajar y ya tengo la distancia calculada ─respondió Honoka, tratando igualmente de contener algún otro impulso suyo. Su propia coquetería la sorprendía y no quería meter la pata con ésta nueva conocida.

─Vaya, eso suena bastante importante ─la verdad no tenía idea de qué cosas iba a investigar en ese laboratorio, así que─. ¿Y qué se supone que harás ahí?

Honoka sonrió. Ya sabía cómo explicarle su trabajo gracias a que así se lo explicaba a su hermano. ─Construir y mejorar, por ejemplo, nuevos equipos de medicina para doctores y hospitales, también a crear nuevos modelos de maquinaria industrial, incluso en artículos para el hogar. Estoy más del lado de la tecnología y la programación en estos momentos.

Definitivamente eso era importante, Nagisa sonrió, esa chica era lista en serio. Honoka volvió a tomar la palabra.

─¿Y tú estudias algo sobre deporte, verdad? ─era obvio por el libro─. ¿Alguna especialidad?

─La verdad ─Nagisa se sentía un poco apenada de hablar cuando estaba junto a alguien que podía construir un avión de sólo quererlo─… Yo estoy en la universidad deportiva local, participo en competencias de atletismo y estoy estudiando para ser maestra de educación física cuando me retire ─sonaba tan pobre a comparación de lo que acababan de contarle que…

─¡Eso es fantástico! ─exclamó Honoka con genuina emoción.

Nagisa se sorprendió por la reacción de la chica. ─¿En serio?

─Ser maestra es muy, muy importante, porque un buen maestro hace mucho bien a los niño a futuro. Los niños llegan a ser lo que desean de adultos cuando tienen buenos maestros ─dijo Honoka con emoción, con vehemencia y total sinceridad en su voz.

La atleta se sonrojó sin querer y se llevó una mano a la nuca mientras reía de manera torpe. Nunca había recibido una respuesta tan entusiasta con respecto a sus planes a futuro. Se sintió muy contenta.

─Lo que no esperaba era que se trabajaran tantísimos números y eso me tiene bastante perdida ─dijo, pensando en esos exámenes que le aguardaban en cuestión de algunas semanas. Suspiró de anticipado cansancio.

─¿Puedo echarle un vistazo a tus libretas con esos números? ─consultó Honoka, tampoco quería parecer tan pesada, pero su curiosidad era sincera y más fuerte que ella misma. Además sabía del tema gracias a su hermano.

─¿Uh? De acuerdo ─Nagisa sacó sus notas y se las extendió a Yukishiro.

Llegaron a un parque y ambas tomaron asiento en una zona con buena sombra. Había niños con sus padres pasándola bien, pareja que iban de pasen de la mano y alguno que otro solitario que estaba ahí para relajarse un poco. Un rápido vistazo y Honoka sonrió al ver las últimas notas, su tarea.

─Este problema está mal ─en realidad varios lo estaban pero no quería sonar brusca.

─¿Qué? ─Nagisa de inmediato se asomó a ver lo que ella señalaba. Puso una graciosa cara de fastidio─. Tendré que rehacerla.

─Ibas bastante bien hasta ésta parte de la fórmula, mira…

Y antes de darse cuenta, Honoka le estaba dando clases de Estadística a Nagisa. Por primera vez en años, Nagisa ponía sincera atención a lo que le explicaban. No era como con su profesor, juraría que el tipo hablaba en chino porque no le entendía, pero era fácil entender a Yukishiro. Algo en su voz, algo en las palabras que elegía, algo en la paciencia que mostraba cuando se perdía en algún paso del ejercicio...

Sí, a eso se refería la chica, a que un buen maestro era la diferencia.

Veinte minutos después, la tarea de Nagisa estaba corregida y POR FIN había entendido las fórmulas que usaban (y seguirían usando) en esa unidad. Nagisa estaba tan contenta que no podía dejar de sonreír.

Y esa sonrisa de inmediato hizo sonreír a Honoka. No mentía, estaba fascinada viéndola, sus gestos eran lindos. Misumi Nagisa era linda en general y no había necesidad de mentirse, se sintió atraída de inmediato. Decir que era atracción a primera vista sería demasiado cliché, pero no podía hablar más en serio. Honoka misma sabía que no debía apresurarse, primero lo primero: ser amigas. ¿Estaría bien ponerle dos pizcas del tradicional cortejo y coquetería? Sí, porque así sus intenciones quedarían claras desde el principio y ya podría ver y saber si la chica se sentía cómoda con sus acercamientos.

Por su lado, Nagisa estaba tan contenta que tomó a su acompañante de la mano para llevarla a un nuevo sitio.

─Ven, por aquí, tengo que agradecerte por esto.

Honoka asintió y se dejó llevar sin oponer resistencia. De hecho la tomó bien de la mano y sintió cuando su acompañante correspondió debidamente el toque. Honoka se sonrojó pero Misumi no la vio porque iba al frente. Nagisa se sonrojó pero Yukishiro no la vio porque iba detrás de ella. Ninguna dijo nada hasta llegar a su destino:

Un minúsculo kiosko de café y donas. Sólo eso y nada más. Era uno de sus sitios favoritos. No que a Nagisa no le gustara pasar tiempo en el Tako Café ni apoyar a la competencia, pero ese café sabía bien, las donas eran geniales y tenían forma de estrella al centro. Además, estando en el Tako Café en sus descansos, su cuerpo automáticamente buscaba ayudar y terminaba trabajando. Por su propio bienestar, Akane le dijo que en sus días libres no la quería ver en el local. Nagisa aceptó.

Nagisa pidió un par de cafés, uno con leche para ella y uno americano para su acompañante. A Nagisa le gustaba dulce, Honoka lo tomaba sin azúcar. Ambas notaron esas diferencias y sonrieron para sus adentros.

─Las donas saben geniales, van por mi cuenta ─dijo Nagisa.

─Muchas gracias, Misumi. La próxima deja que yo invite, ¿de acuerdo?

─No diré que no, vivo de media beca deportiva.

Honoka se echó a reír por el cómico gesto que hizo Misumi al decir eso. Nagisa también rió. Algo no terminaba de cuadrarle a la atleta y decidió mencionarlo apenas supo qué era.

─Sólo dime Nagisa. ¿Puedo llamarte por tu nombre? ─preguntó una envalentonada Nagisa.

─¿Uh? ─Honoka se sonrojó un poco antes de asentir con una sonrisa─. De acuerdo, dejemos los apellidos de lado. A decir verdad perdí la costumbre de usarlos, pero mis padres me dejaron en claro que aquí uno debe llamar por su apellido a personas nuevas o con las que aún no forja un lazo de confianza.

─¿Y qué tal a una amiga? ─preguntó Nagisa.

Honoka sonrió.

CONTINUARÁ…