UN CAFÉ A MEDIA TARDE
Por: Escarlata
Precure le pertenece a Toei, el plot es mío
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PARTE 3
Había momentos difíciles en la vida, había experiencias complicadas que ayudaban a forjar el carácter como un trozo de metal al rojo vivo bajo el martillo del más fuerte de los herreros, había basura sobre la que uno tenía que caminar para llegar a donde quería llegar… Y luego estaba lo que Honoka debió soportar en su primer día de trabajo en el laboratorio.
Tan enfadada estaba que bien sabía que lo mejor era no volver a casa en esos momentos o llevaría su malhumor con su abuela y con su hermano, quienes le esperaban con ansias para preguntarle mil y un cosas sobre su primer día como parte de la fuerza laboral de su gran país.
Gran país, claro. Honoka en ese momento tenía una opinión bastante opuesta al respecto.
Había bajado del tren hacía unos minutos y caminaba en dirección a un sitio donde podría terminar de tranquilizarse antes de volver a casa. Debía enfriarse la cabeza y calmar sus ánimos y qué mejor que con un bocadillo.
Sin siquiera pensarlo, fue directo al Tako Café. La comida que servían era ligera y no tendría el estómago tan lleno para cuando llegara a casa y comiera el banquete que su abuela prometió preparar para celebrar su primer día. Definitivamente no podía llegar con los ánimos tan alborotados, no debía, era parte de la sabia enseñanza de sus padres trabajólicos: Debes dejar las cosas del trabajo en el trabajo.
Le estaba costando un poco dejarlas ir, así que un té y un bocadillo ligero ayudarían mucho a su humor. A propósito ignoró los mensajes de su hermano avisando que le esperaban en casa, ni siquiera los abrió para que no se marcaran como Leídos. No quería preocupar a su familia antes de tiempo, mucho menos hacer una tormenta en un vaso de agua.
Necesitaba respirar hondo, contar hasta cien de ser necesario y dejar que el enojo dejara sus nervios y dejara de apretarle los músculos de espalda. Eran cerca de las seis, la esperaban en casa a comer pasadas las ocho, tenía dos horas para quitarse el malhumor del cuerpo.
Abrió la puerta y la campanilla sonó, escuchó un "bienvenida" con un animado tono de voz que sin falta la hizo sonreír, aunque fuera débilmente. Suspiró de manera discreta y se sentó en la primera mesa junto a la puerta, era la que estaba desocupada en esos momentos, todas las demás estaban llenas.
─Hola, Honoka ─saludó Nagisa con una amplia sonrisa. Notó la ropa que su nueva amiga llevaba puesta y sonrió. Usaba un pantalón de vestir de color pardo oscuro, el color propio de una empresa, lo sabía porque su padre trabajaba en una agencia de publicidad y siempre usaba esos colores aburridos. Y curiosamente, el color le sentaba bastante bien a Honoka. Llevaba el saco abierto, una blusa de oficina y una corbata que incluso a esa hora estaba perfectamente ajustada. Discretamente notó que llevaba calzado de tacón bajo, pero no estaba segura de si usaría los mismos zapatos si trabajaba con maquinarias pesadas. Luego preguntaría. El último toque a su imagen corporativa era que aún colgaba su identificación del trabajo en el bolsillo derecho de su chaqueta.
Honoka levantó la mirada ante el saludo y su sonrisa se iluminó un 30% extra gracias al risueño gesto de la mesera. ─Hola, Nagisa. Veo que tienen casa llena.
─Sí, justo como le gusta a mi jefa ─dijo Nagisa con una risa pequeña, dejó el menú en la mesa frente a Honoka y le ofreció un vaso con agua de cortesía. Notó que ella se bebió el agua de inmediato.
─Ah, tiene un toque de limón ─comentó Honoka apenas sintió el efecto revitalizante del agua.
─Sí, precisamente es para darle un toque más refrescante al agua ─le sonrió con visible emoción─. ¿Qué tal tu primer día de trabajo?
Y Honoka se derrumbó. Se recargó por completo en la mesa mientras hacía un berrinche a falta de la oportunidad de una reacción más intensa. Tampoco quería hacer una escena a media cafetería y con la casa llena.
─Varios de mis colegas son unos idiotas y mi supervisor no me toma en serio ─dijo con un tono de voz tenso y cansado─. Me tratan peor que a una niña, a veces ignoraban mis opiniones sólo para ser ellos los que repitieran lo que yo había dicho. Y decían lo injusto que era que yo estuviera ahí cuando había jóvenes recién graduados con mucho potencial.
─Vaya ─Nagisa sonrió de manera amable. Si Honoka estuvo en el extranjero tantos años, era natural que le cayera como martillazo la cultura machista de su país natal, normal que estuviera enfadada─. ¿Té verde y takoyaki?
─Que sea té negro, por favor.
─A la orden ─Nagisa tomó el menú de regreso y fue a dictar la orden.
Akane estaba atenta a todo a pesar de que tenía ambas manos llenas en la parrilla. Ella prácticamente se encargaba del takoyaki mientras Hikari preparaba el resto de los bocadillos y postres que se ofrecían en el menú. Hikaru en ese momento no hacía entregas, así que se encargaba de servir las bebidas.
─¡Té negro y una orden de takoyaki!
─Enseguida salen ─respondió Akane con voz fuerte y una sonrisa─. Parece que tu nueva amiga tuvo un mal día, ¿verdad?
─¿Cómo lo sabes? ─preguntó Nagisa, francamente sorprendida.
─Lo he vivido, me pasó en mi primer trabajo luego de graduarme. Todos me querían tener como la chica de los cafés y me mandaban a quehaceres que nadie más quería hacer ─tan sólo recordar esos días la hizo reír. Ya había superado esas experiencias desde hacía mucho─. Y siendo ella alguien que ni siquiera tiene edad de beber, es normal que algunos sujetos se sientan amedrentados por la juventud y el talento de las nuevas generaciones.
─Ya veo ─Nagisa sonrió con cierta pena. Honoka estaba tan emocionada por su trabajo la vez que se lo contó. Seguramente fue duro.
─Algo dulce podría ayudarle ─comentó Hikari mientras preparaba una orden de sándwiches de lechuga y queso.
─Sí, una buena comida siempre ayuda ─agregó Akane y entregó las ordenes que ya estaban listas a Nagisa─. En un momento más sale lo de tu amiga. Lleva esto primero.
─¡A la orden!
Una alegre Nagisa fue a servir las órdenes que tenía en fila y no sabía que le observaban. Honoka no la perdía de vista y era imposible no sonreír al verla, quizá era un síntoma más del crush instantáneo en el que cayó, pero en serio era complicado no sentirse bien al verla moverse con toda esa energía y con su rostro iluminado.
─Si necesitan algo más, estoy a sus órdenes ─dijo Nagisa al cliente en turno─. Buen provecho ─y fue a la siguiente mesa. Con el tiempo aprendió a moverse mejor y entregar varias órdenes sin confundirlas.
Honoka sonrió un poco más y pudo incorporarse bien. Había sido un día complicado, bastante, pero fuera de tener que tratar con un montón de hombres adultos portándose como idiotas, la parte práctica del trabajo le gustó. Ver en vivo y en directo la maravillosa tecnología de su país la hizo sentir una emoción como nunca antes, fuera de sus compañeros y jefe inmediato, todo lo demás era mejor a como lo había imaginado.
Diez minutos después Nagisa llegó con su orden. Pero había un extra que no había pedido. Un flan pequeño adornado con fruta y crema batida.
─No pedí postre ─dijo Honoka de inmediato pensando que era un error, pero… La sonrisa de Nagisa la calló por completo. Una linda y brillante sonrisa.
Nagisa se inclinó un poco para hablarle casi al oído, bastante cerca. ─Cortesía de la casa, nada mejor que un dulce para mejorar el día ─enseguida la encaró y le guiñó un ojo.
Ese gesto fue un potente golpe para Honoka. Incluso se le olvidó que estaba enfadada. Se sonrojó de manera ligera antes de mirar su comida en un afán de escapar de los ojos de la mesera. A Nagisa, por cierto, no se le escapó el sonrojo ajeno y eso la hizo sonrojar a su vez a ella. Se rascó una mejilla de manera nerviosa, un veloz gesto antes de aclarar su garganta y volver a poner la distancia debida entre ambas.
─Mu-Muchas gracias ─respondió Honoka con apenas algo de voz. Normalmente no la derribaban tan fácil, pero Nagisa lo hizo.
─Si fue un día duro, entonces come bien, el takoyaki de Akane siempre llena de energía y… Ah, el flan es casero, lo hizo Hikari. Son perfectos para levantar el ánimo. Come.
Honoka asintió, dio gracias por la comida y primero comió el takoyaki. Sabía igual de bien que la primera vez que lo probó, pero ésta vez la sensación que le estaba dejando no sólo en la boca si no en el cuerpo era de calma. Sí, una extraña calma. ¿El toque casero quizá? Era posible. Justo como le dijo Nagisa, se estaba llenando de una energía que no la estaba obligando a saltar o salir corriendo, era más bien una energía que devolvía el vigor al cuerpo. Sólo así se lo podía explicar.
─Está delicioso, muchas gracias ─dijo una Honoka más calmada.
─Buen provecho. Si necesitas algo más, llámame.
─De acuerdo, gracias de nuevo.
Nagisa fue a seguir con su trabajo y Honoka se dedicó a disfrutar de esa comida con calma. Tan en calma que justo cuando terminaba su postre, la mitad de clientes que estaban cuando ella llegó, ya se habían marchado. Lo notó y por un momento se sobresaltó. Miró la hora en el reloj del muro. Llevaba poco más de media hora ahí y se le hizo larga pero relajante a la vez. Eso era todo lo contrario al clásico "cuando uno se divierte, el tiempo pasa más rápido." No era el caso y lo agradecía, podría estar un rato más antes de volver a casa.
Por su lado, Nagisa siguió trabajando y despidió a los clientes con una sonrisa animada. Normalmente, para esa hora de la tarde estaba un poco más sobrepasada por el agotamiento. Los lunes tenía entrenamiento intensivo saliendo de clases y se estaba preparando para una competencia distrital dentro de un par de semanas, su entrenadora la estaba presionando y llevaba su cuerpo a sus propios límites, buscando sobrepasarlos.
Nagisa y su habilidad atlética estaban cumpliendo con todas las expectativas, incluso le dijeron que sería una buena candidata para las competencias estatales si lo hacía bien en sus siguientes carreras. Le emocionaba la idea y por eso se estaba esforzando mucho.
Y por esa misma razón, los lunes solían ser agotadores para ella cuando su turno iba por la mitad.
Pero ésta vez no y ya se daba una buena idea del por qué. Miraba constantemente a Honoka, quería asegurarse de que su ceño se relajara y sus hombros dejaran de estar tensos, se le notaba lo estresada a kilómetros, una fortuna que sus estudios del cuerpo humano le estaban afilando el ojo para ese tipo de detalles.
Aprovechando uno de sus momentos libres, volvió al lado de Honoka, ya se había terminado su postre.
─¿Mejor?
─Mucho mejor, gracias ─respondió Honoka con una sonrisa más tranquila.
─Sé que quizá no sea lo mismo, pero ─comenzó a levantar platos y vasos de la mesa de Honoka para poner todo en la bandeja que siempre cargaba─… Si te vas a ver la cara con esos tipos, no puedes dejar que vean que te han derrotado.
─¿Derrotado? ─ahora Honoka estaba intrigada.
─Sí. Verás, cuando recién entré a la universidad, las mayores solían hacerme trampas y escondían mi uniforme, me hacían limpiar la sala de entrenamiento y cuando no estaban los profesores, me hacían correr con el resto del equipo de recién ingreso ─dijo. Ya a esas alturas no le enfadaba recordarlo, demostró con hechos que ella podía más que sus mayores que se gobernaban por los celos─. Claro que estaba enfadada, así como tú en estos momentos.
─Tuviste un inicio complicado, ¿verdad? ─preguntó Honoka de manera dulce.
Nagisa asintió. ─Pero en lugar de enfadarme, lo que hice fue correr más rápido, demostrarles que podía seguir aunque mi cuerpo me pidiera parar, y que sin importar lo que hicieran, no podrían derrotarme ─le sonrió a su nueva amiga de manera fiera─. ¿Dejarás que te derroten?
Honoka frunció el ceño con una furia que en ese momento no era de enojo, si no de esos deseos de pelea que por alguna razón se revolvían en sus entrañas. Negó con la cabeza de manera firme. ─No, no me han derrotado, no podrán hacerlo. Amo lo que hago y demostraré lo que puedo hacer.
─¡Ese es el espíritu! ─exclamó la atleta con tono animado. Sin pensarlo siquiera, estiró su puño hacia su amiga─. Dales una lección a esos cretinos.
La joven científica miró el puño y su cuerpo actuó en automático. Chocó el puño con ella y sonrió. ─Te traeré buenas noticias mañana.
─Hecho.
Compartieron una sonrisa y Nagisa fue a dejar los platos sucios a la cocina. Honoka definitivamente se sentía mejor y se lo debía a esa chica y a la comida del local. Suspiró hondo. Lo mejor era partir a casa, si iba caminando le ayudaría a bajar lo que consumió ahí.
No que quisiera despedirse tan pronto pero tampoco le quería quitar el tiempo a Nagisa en su horario de trabajo. Suficiente estaba haciendo prestándole más atención que a los demás.
Sólo había una solución a su dilema.
Espero a que Nagisa saliera de la cocina y sirviera las otras órdenes pendientes. Levantó su mano para llamar su atención y Nagisa acudió corriendo.
─¿Necesitas algo más? ─preguntó una entusiasta Nagisa.
─Dos cosas. La primera, la cuenta ─respondió con una sonrisa amplia. Estaba graciosamente nerviosa por su segunda petición.
─Un momento, por favor ─dijo con su mejor tono profesional y sacó su libreta de notas. Le dejó la cuenta sobre la mesa─. ¿Y la segunda?
─Tu número telefónico.
La veloz y casi seca respuesta hizo enrojecer a Nagisa de manera instantánea. Al ver el sonrojo ajeno, Honoka también se sonrojó. Lo mejor era componer en asunto antes de quedar totalmente en evidencia.
─So-Somos amigas, es normal que te pida el número de teléfono, ¿verdad? ─explicó Honoka, aunque parecía que buscaba convencerse a sí misma y no tanto a su interlocutora.
─Sí, es lo normal, somos amigas, podemos intercambiar número de teléfono ─respondió Nagisa con graciosos nervios. Hikari les veía desde lejos, por cierto, y se tuvo que cubrir la boca para reír en volumen bajo─. Puedes enviarme mensajes, puedo revisarlos entre clases y por las noches ─dijo, sacando su teléfono de su pantalón.
─Lo-Lo mismo digo, puedes mandarme mensajes cuando quieras, los puedo revisar en mi hora de descanso y también por las noches ─respondió mientras también sacaba su teléfono.
Como pudieron anotaron el número de la otra y fue Honoka la que envió primero un mensaje de saludo. Nagisa sonrió al recibirlo. Y ahora que habían dado ese paso, a la mesera se le ocurrió la mejor manera de terminar de hundir a ambas en el abismo.
─¿Nos tomamos una foto? ─preguntó con prisa pero no la dejó responder─. La necesito para ponerla en tu perfil y saber cuando los mensajes sean tuyos cuando no pueda revisar bien.
─Suena sensato, tomemos una foto ─Honoka asintió mientras tenía el ceño fruncido, más para mantener su propia seguridad que por otra cosa.
Y se tomaron una foto juntas. No muy cerca la una de la otra, pero sí salieron en una pose muy decente y con gestos más compuestos. Ya con el protocolo finalizado, Honoka dejó el pago exacto sobre la nota y se puso de pie. A momentos olvidaba que en Japón no se acostumbraba la propina, se contuvo a tiempo.
─Debo volver a casa. Gracias por la comida y por los ánimos, me siento mucho mejor. Gracias, Nagisa.
La aludida sonrió de manera amplia. ─No tienes nada qué agradecer, Honoka. Fue un día duro pero ya terminó, descansa y mañana ve directo a patearles al trasero.
─Ten por seguro que lo haré ─respondió con una risa pequeña─. Me retiro, hasta mañana. Suerte en tu trabajo.
─Y tú ve con cuidado a casa.
Se despidieron con un gesto y Nagisa suspiró luego de que Honoka saliera del establecimiento, dejando tras de sí el dulce y fresco aroma de su perfume y el sonido de la campanilla de la puerta.
─No puedo creerlo ─murmuró para sí misma mientras sentía las mejillas rojas de nuevo.
Se suponía que esos nervios sólo se los provocaba (sin querer) Fujimura Shougo, pero ahí estaba, suspirando por la hermana menor de éste y ni siquiera le molestaba la idea, al contrario. Que Honoka de alguna manera pareciera interesada (no) le ayudaba a organizar mejor sus ideas.
El intenso latido de su corazón, que en la nariz aún tuviera pegado el aroma de su perfume y que antes de darse cuenta, estaba contemplando la foto que se tomaron, le estaban dando todas las señales que necesitaba… ¡Pero era muy pronto! ¡No podía creerlo!
─Nagisa, cuando dejes de suspirar por ella, trabaja ─le llamó Akane y Nagisa respingó. Que Hikari y Hikaru escucharan el regaño y se echaran a reír tampoco le ayudaba.
─¡Déjame en paz! ─reclamó la atleta y mejor se puso a limpiar la mesa para el próximo cliente.
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Honoka no podía dejar de sonreír, se sentía como tonta pero tampoco peleaba por quitarse cualquiera fuera el gesto que tenía en la cara. Suspiró. Gracias a Nagisa se había olvidado por completo de lo tenso del día. Sí, esos sujetos eran unos idiotas y ganas no le habían faltado de partirles una silla en la cabeza a cada uno de ellos, pero se comportó como la profesional que sus padres le enseñaron a ser. Y ahora gracias a Nagisa y a la deliciosa comida del Tako Café, entendió que ese tipo de experiencias no tenían por qué amargarle el día.
No debía dejar que la derrotaran, era un gran consejo.
Sonrió.
La caminata terminó por calmarla y para cuando llegó a casa, Honoka era el ente de paz y control de costumbre. Su hermano ya estaba en casa, podía oler la comida y con una sonrisa enorme fue directo al comedor donde sabía que le esperaban.
Les platicó del primero de los proyectos donde iba a trabajar, les dijo que el café no sabía muy bien pero que podría sobrevivir con ese, les dijo que tenía alrededor de treinta minutos para comer, que sus compañeros estaban hechos a la vieja usanza pero que sabría lidiar con ellos.
En ningún momento mostró ningún gesto de disgusto o de enfado al mencionar sobre su jornada y sobretodo a sus compañeros de trabajo. Lo que sí dio a entender fue que su primer día le cayó con fuerza, pero ahí estaba y de pie.
─Conforme pasen los días, te sentirás cada vez más ambientada, Honoka ─dijo la abuela mientras le servía más té a su nieta.
─Lo estaré abuela, ya verás.
─Demuéstrales de lo que eres capaz, Honoka, antes de darte cuenta, todo te será más cómodo ─comentó Fujimura mientras se terminaba su propio té. Había sido una buena cena, como que él mismo ayudó porque llegó temprano. Eso y que le sorprendía que su hermana no estuviera de mal humor considerando que Honoka no toleraba las injusticias, seguro que se contuvo mucho y en serio no sabía cómo era que había vuelto tan tranquila.
─Mañana es otro día y seguiré trabajando y dando lo mejor de mi, si los demás tienen problema con eso… Bueno, eso dice mucho de sus personas ─asintió con firmeza. Enseguida miró a su abuela─. Gracias por la comida. Deja te ayudo a limpiar la mesa ─y se antes de que abuela diera respuesta alguna, de inmediato comenzó a llevar los tratos sucios al fregadero de la cocina para lavarlos.
Fujimura de inmediato se prestó a ayudarle y Sanae tuvo que conformarse con limpiar la mesa. Sí, todos en esa casa eran gente que gustaba de quedarse de brazos cruzados mientras los demás hacían algo.
Luego de limpiar todo, la abuela fue a dormir temprano y Shougo fue primero a tomar una ducha. Muy pronto sería su siguiente partido y necesitaba estar bien descansado para el día siguiente y rendir en el entrenamiento. Por mientras, Honoka leía en la parte de afuera de su cuarto. Habían puesto un foco en el pasillo, la noche estaba hermosa como para no aprovechar el fresco viento nocturno y mirar las estrellas entre página y página.
Fujimura salió de su ducha, vestía su pijama y llevaba una toalla en la cabeza, sonrió al ver a su hermana y se sentó a su lado.
─Buen trabajo, Honoka ─dijo, dándole un cariño en el cabello─. Soportaste mucho en tu primer día. Los demás serán mejores, ya verás.
Honoka sonrió. Su hermano la conocía bien, su abuela también, por cierto, pero seguro que prefirió no comentar nada al respecto para no estresarla. Amaba a su familia.
─Lo será, todo depende de mi y cómo no trate de partirles la cara.
Fujimura se echó a reír. ─Hablando en serio, ¿cómo es que no llegaste a casa echando fuego por la boca, eh?
Honoka se sonrojó mientras miraba su libro de nuevo. No lo leía, sólo no quería que su hermano le viera la cara
─No podía llegar a casa con mi malhumor, mis padres me enseñaron que uno nunca debe llevar los enojos del trabajo a la casa ─respondió con un gracioso tono enfadado.
─Un consejo muy sensato, sí… ¿Y qué más? ─porque su hermana mágicamente no se quitaba los enojos, la conocía.
─Pasé al Tako Café y ahí me calmé ─agregó sin añadir detalle alguno.
No hubo necesidad de que dijera más, Shougo sonrió de manera amplia. Le dio un brusco cariño en la cabeza y se levantó para ir a dormir. Hizo su tarea por la tarde y saldría temprano por la mañana, necesitaba dormir ya. ─Ve a tomar una ducha, anda.
─Ya voy ─murmuró Honoka y suspiró hondo.
Gracias a Nagisa se sentía bien.
Justo tenía su teléfono a un lado. Dejó su libro un momento y tomó su teléfono.
===o===
Nagisa ya estaba duchada y terminaba su tarea. Gracias a las explicaciones de Honoka podía hacer esa condenada tarea de estadística sin sentir deseos de lanzar su libro por la ventana. Algunos de esos problemas eran complicados, pero eventualmente encontraba la solución. Sólo debía seguir las fórmulas como Honoka se las explicó.
Incluso sus compañeras de clase estaban sorprendidas de que ésta vez Nagisa sacara puros aciertos en su tarea de viernes para ese lunes. Graciosamente, a Nagisa se le complicaba explicar de la misma manera que Honoka, así que prefería volver a hacer el problema y explicar de manera escueta lo que había hecho.
Su método funcionó, lo explicaba tan simple como le era posible y sus amigas le habían entendido.
─Gracias, Honoka ─dijo Nagisa en voz baja mientras cerraba su cuaderno de tareas y lo besaba en señal de contento. Ya no le faltaba ninguna tarea, no tenía ganas de estar frente a su laptop, así que se conformó con encender el televisor. A Nagisa no le molestaba ver los mediocres programas de entretenimiento y concursos que tanto abundaban en los canales locales.
Eran tan tontos y ella era de risa tan fácil, que solía relajarse mucho viéndolos. En su cuarto tenía una parrilla eléctrica donde solía calentar agua para sus fideos instantáneos y para té, comería unos fideos. Hacer la tarea le quitaba bastante energía y siempre terminaba con hambre a pesar de haber cenado hacía un par de horas.
Puso agua a calentar mientras elegía un sabor distinto del que había comido el día anterior. Estaba en ello cuando sonó la alarma de su teléfono. Quizá algún mensaje de sus amigas, pero no…
Su corazón saltó cuando vio que la pantalla mostraba la imagen de Honoka. Sí, tomaron la foto con ambas juntas, pero Nagisa había seleccionado sólo el rostro de su amiga para ponerla en su perfil de contacto. La cara se le calentó, el mensaje era un sencillo "Hola. ¿Ya cenaste?"
Las manos le temblaron un poco, casi se le caía el teléfono, pero pudo responder como una persona civilizada.
[Cenada y duchada, ya hice mi tarea :)]
Confesar que estaba por comer fideos la hizo sentir un poco de vergüenza, no quería quedar como una glotona. La respuesta a su mensaje vino casi de inmediato, una sonrisa se dibujó en el rostro de Nagisa.
[Me alegra. Yo también ya cené y estoy por ducharme.]
[Por cierto. Gracias de nuevo por lo de la tarde.]
Nagisa tragó saliva y respondió.
[Para eso somos amigas. Puedes ir al Tako Café cuando quieras]
[O podemos ir al otro Café al que te invité]
[Las donas me gustaron. De acuerdo, iremos después a ese otro café. Me toca invitarte ;)]
Nagisa sonrió como tonta. Los siguientes mensajes, aunque simples, no fallaban en hacerla sonreír cada vez más y con más alegría, con ese cosquilleo en el estómago que le agradaba.
Se mandaron unos diez mensajes más cada una antes de que Honoka se despidiera para darse un baño. Y aún después de eso, llegó un último mensaje, el último del día.
[Buenas noches, Nagisa, dulces sueños.]
Mensaje acompañado de una selfie de Honoka en su cama lista para dormir, vestida con una linda pijama blanca.
A Nagisa apenas si le funcionaron los dedos para responderle, pero logró y también se tomó una foto para enviarla.
Ambas durmieron con una sonrisa en sus bocas y los deseos de un siguiente día para poder volver a verse.
CONTINUARÁ…
