UN CAFÉ A MEDIA TARDE

Por: Escarlata

Precure le pertenece a Toei, el plot es mío

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PARTE 5

Ayudar en quehaceres de la casa era tan nuevo y a la vez tan relajante que nadie podía culpar a Honoka por disfrutarlos. Debía admitir que el mejor tiempo que pasó en el extranjero fueron esos diez meses en París. Sus padres alquilaron una pequeña casa por tiempo indeterminado porque no sabían cuánto tiempo se quedarían ahí, todo porque en una cena en Londres semanas antes, conocieron a un entusiasta grupo de jóvenes joyeros que querían iniciar su compañía.

Sus padres, siendo como eran, comenzaron a darles consejos, a platicarles de cómo ellos vivían ese negocio y, al descubrir las buenas ideas y sólidos cimientos de ese grupo joyero, decidieron hacerse sus socios. Quedaron ede verse en París y eso los llevó a la Ciudad Luz.

Gracias a ese viaje Honoka conoció a su primer amor y definió su propia sexualidad, también aprendió francés de manera fluida y pudo estar en una lista de alumnos al menos por un semestre y medio. No ordenaban su casa, por cierto, tenían contratado un servicio de limpieza y eso le quitó oportunidades a Honoka de aprender los quehaceres básicos; culpa propia también, todo el tiempo la pasaba estudiando afuera porque había sitios donde valía la pena leer y aprender y no encerrada en una casa.

Por suerte, lo mucho y lo poco que recordaba de quehaceres del hogar era suficiente para lavar platos sin romper ninguno en el intento. Justo ese sábado por la mañana Honoka ayudaba a limpiar la casa, sólo ella con su abuela, Shougo tuvo entrenamiento desde temprano y apenas si tuvo tiempo de desayunar algo ligero y salir corriendo para no llegar tarde.

Le deseó suerte a su hermana en su cita, por cierto.

─¿Así está bien, abuela? ─preguntó Honoka mientras tendía la ropa que recién había sacado de la vieja lavadora de la casa. Admitía haberse sorprendido un poco por no encontrar una secadora en el cuarto de lavado y quedó en comprarle una a su abuela, pero la mujer se negó, diciendo que prefería que la ropa se secara con sol y viento.

─Exacto, justo así ─dijo la dulce anciana mientras terminaba de regar las plantas a un par de metros de distancia de su nieta─. Bien estirada y asegurada para que el viento juguetón no se lo lleve consigo.

─¿Cómo esa vez que Shougo me contó que el viento se llevó sus sábanas a tres casas de distancia? ¿Y que sabían que eran suyas porque tenían estampado de balones de fútbol? ─preguntó entre risas, eso se lo contó su hermano hace bastante, pero era el tipo de cosas que no podía olvidar sin importar el tiempo.

─La vecina vino personalmente a entregarnos las sábanas ─agregó la abuela.

Muy a lo lejos, Fujimura estornudó.

─Ya casi termino y te ayudo a limpiar los pasillos.

─¿No se te hará tarde para salir con tu amiga? Yo puedo terminar la limpieza.

Honoka negó. ─Veré a Nagisa a la una, a esa hora sale de su trabajo, pasaré por ella al Tako Café y de ahí iremos a la plaza comercial ─explicó la joven, contenta. Se le notaba a leguas. Y lo que ella misma notó fue un gesto divertido de su abuela, estaba a punto de soltar una risa pequeña─. ¿Abuela, pasa algo?

─Estoy contenta de que tengas a alguien con quien te sientas bien, por un momento temí que no fueras a hacer amistades pronto, todos en tu trabajo son mayores que tú ─comentó la experimentada muje, había más cosas que quiso agregar pero lo guardaría para después, aún era pronto─. Me alegra que estés en buenos términos con alguien de tu edad.

La joven investigadora sonrió de manera visible mientras seguía tendiendo la ropa.

─Tiene un gran futuro como deportista y como maestra, le irá muy bien, lo sé ─comentó Honoka de manera gratuita.

─Eso he escuchado, parece una muchacha muy prometedora.

Cabía mencionar que Honoka hablaba mucho de Nagisa cuando volvía a casa. Sí, hablaba de su trabajo hasta donde su contrato se lo permitía, pero luego de eso el asunto se volvía monotemático. Fujimura sólo sonreía. La abuela también. No detenían a la más joven de la familia de hablar de lo que más le gustaba de la ciudad.

─Trataré de no llegar muy tarde, abuela.

─Oh, cariño, puedes tomar tu tiempo, los fines de semana son tuyos y eres casi una adulta, puedes hacer lo que desees con tu tiempo ─dijo Sanae de inmediato y pronto se le ocurrió algo─. Puedes traer de visita a tu amiga si es que pretendes llegar temprano a casa, creo recordar que dijiste que no vive muy lejos de aquí, ¿verdad?

─No sé exactamente dónde vive pero ella me ha mencionado que es cerca.

─Entonces invítala a cenar ─propuso.

Honoka ni siquiera lo pensó, se le notaba entusiasmada por la idea. ─¡Lo haré! No sé si tenga otros planes para hoy luego de la película, pero al menos le haré saber que es bienvenida aquí.

Sanae asintió. Su pequeña nieta seguía teniendo la misma sonrisa de siempre, la que dibujaba en sus labios cuando algo entraba en su corazón. Alguien lo hizo sin esforzarse mucho, eso era seguro.

Luego de los quehaceres y dejar la casa libre de polvo, Honoka se duchó, se arregló, tomó su bolso y los boletos y se despidió de su abuela. Iba con buen tiempo de sobra pero por alguna razón no quería llegar tarde, de hecho quería llegar antes pero no tanto para no presionar a Nagisa. Cinco minutos antes estaba bien, eso aprendió de sus padres.

Por cierto, que a estos ya les había platicado de su nueva amiga y la pareja estaba contenta de saber que su hija estaba haciendo amistades de su edad. Trabajar con gente mayor a ella era bueno para su crecimiento profesional y sus conocimientos en general, pero en un ámbito más personal, lo mejor era que anduviera con gente de su edad.

Usando un lindo vestido a las rodillas, zapatos de tacón bajo a juego con su bolso y una chaqueta, Honoka Yukishiro fue camino al Tako Café por su cita de ese día.

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Nagisa estaba arreglada, peinada y lista para salir, incluso en ese momento llevaba ropa que podía ensuciar, en la trastienda dejó su cambio de ropa para esa tarde y se cambiaría apenas Akane le marcara su salida. Atendía con una sonrisa inmensa, con la energía de siempre, pero los clientes habituales notaron que estaba mucho más animada que de costumbre.

Se le notaba muy contenta.

─¡Tres órdenes de takoyaki! ─gritó Akane y dejó la comida en el mostrador, Hikari dejó a un lado las correspondientes bebidas y Nagisa rápidamente fue a acomodarlas en su bandeja. Hikaru en ese momento hacía una entrega.

Todos trabajaban de manera eficiente gracias a su severa pero justa jefa.

─¡Gracias! ─Nagisa se llevó la orden y fue a servirla. Constantemente miraba el reloj en el muro del comedor, para luego ver el de la cocina para confirmar si ya casi era la una. No que tuviera prisa por irse ya, pero ya quería que fuera la una de la tarde.

─Sólo pasó un minuto desde que miraste el reloj ─comentó Akane con gracia mientras limpiaba los restos de takoyaki de las parrillas. Tener todo limpio era importante en su negocio.

─¡Oye! ─la chica se sonrojó─. Sólo quería asegurarme que los dos estuvieran a la hora ─fue su mejor excusa, muy mala por cierto.

Hikari rió. ─Ella es puntual, puede que llegue poco antes de la una ─dijo con su dulce sonrisa de costumbre.

Nagisa se sonrojó más mientras Akane soltaba una risotada. Nagisa estaba desde la mañana comiéndose la cabeza con lo de su cita que temió que su propia torpeza ensuciara su ropa.

─Todo estará bien, ve y diviértete ─aconsejó la mayor─, pero si lo que tienes en planes es "otra cosa" entonces mejor piénsalo bien ─eso sí fue una provocación, sonrisa malvada incluida.

─¡No estoy pensando en nada pervertido! ─Nagisa se defendió de inmediato. Y lo más atrevido que le pasaba por la cabeza era un beso, lo admitía, pero ese escenario estaba al final de otra larga serie de escenarios donde todo salía extrañamente bien y las dos resultaban tener el mismo deseo. Antes de eso, tomarla de la mano era una buena opción, pero tampoco debía volverse loca por anticipado.

─Lo sé ─murmuró Akane, divertida─. Pero es en serio, diviértete. Conocemos tu estado de pánico y estoy segura de que no quieres quedar en ridículo ante ella.

Nagisa no podía negar eso. Estaba por decir algo a su favor, pero alguien más saltó en su defensa. Su dulce Hikari, ¡cómo quería a esa chica!

─¿Saben? No creo que Honoka-san sea del tipo que se burle si a Nagisa-san le pasa algo ─por culpa de su torpeza, pero eso nunca lo diría en voz alta.

─Cierto, tienes razón, Nagisa ha tenido pequeños accidentes cuando Honoka está aquí ─Akane podía llamar por su nombre a quien quisiera, con ese derecho se sentía siendo la chica amiga de su protegida─, y en ningún momento se ha reído, una vez incluso le ayudó.

Hikari asintió varias veces y Nagisa volvió a enrojecer. ─Gracias por la ayuda ─masculló, para luego darse cuenta que era cierto. Honoka nunca se había burlado, nunca se había reído de ella.

No habían salido juntas desde esa vez que la invitó a tomar café en el parque, ambas estaban ocupadas y debían seguir con sus asuntos de escuela y trabajo. Quería saber qué sería diferente en ésta ocasión. Ahora que estaba plenamente consciente de que Honoka le gustaba, ¿qué sería distinto? ¿Qué cambiaría? Ni siquiera podía imaginarse ese mismo escenario en caso de ser Fujimura el segundo en cuestión y no su hermana.

Ni siquiera el llamado de cliente pidiendo la cuenta y otro par que quería un par de órdenes más de takoyaki la sacaron de sus pensamientos, como si su cuerpo trabajara en automático. Pensaba en Honoka, en que pronto llegaría y que…

─¡Honoka-san, bienvenida! ─fue el alegre saludo de Hikari.

Nagisa respingó y volteó de inmediato, ¡Honoka estaba ahí! Sintió que su cuerpo se volvía de piedra. Y fue el momento en que Honoka le dirigió la mirada que todo volvió a su sitio. Estaba nerviosa, sí. ¿Emocionada? ¡Mucho! ¿Ansiosa? No tanto en realidad, más bien… Expectante.

¿Qué esperaba?

Nada.

Luego de la sonrisa que Honoka le dirigió sólo a ella y a nadie más, sentía que sólo necesitaba esa sonrisa, esos ojos profundos, ese gesto suave. Suspiró mientras ella misma sonreía. Miró el reloj apenas salió de su ataque de nervios, faltaban cinco minutos para la una de la tarde.

─Buenas tardes, espero no haber llegado demasiado temprano ─dijo Honoka, visiblemente emocionada.

─Para nada, estás justo a tiempo. Dame un momento ─Nagisa llevó el dinero de las cuentas pagadas a Akane y miró a su jefa con gesto de cachorro abandonado.

La mayor suspiró antes de reír. ─Anda, ve a cambiarte, sal y diviértete, ¿de acuerdo? ─cinco minutos antes de su salida no hacía daño a nadie, se lo merecía. Y Nagisa trabajaba en sábado porque ella misma lo decidió.

Nagisa avisó a Honoka que estaría con ella pronto. Hikari, siendo la buena anfitriona que Akane le enseñó ser, le dio un vaso lleno de agua fresca a la recién llegada, Honoka agradeció con una sonrisa y con confianza se acercó un poco más a la zona de cocina a saludar a la dueña.

─Akane-san, buenas tardes ─luego miró a la rubia─, y gracias, Hikari-san, tenía sed, hoy hace un buen clima, se siente cálido.

─Sí, hoy es un buen día para salir ─dijo Hikari alegremente.

─Exacto, se lo merecen, trabajan mucho, en especial tú ─intervino Akane y le dio a la chica una orden de takoyaki para llevar. No la dejó decir nada─. Para que la compartan el camino, esa glotona sólo desayuno y, créeme, no se llenará con bocadillos de cine.

Honoka rió de manera dulce y aceptó de buena gana la comida. ─Lo tendré anotado, gracias.

─¿Y cómo ha ido tu trabajo? ─preguntó Hikari.

─Vamos bien, estoy trabajando en un proyecto que me encomendaron y me gustaría darles detalles, pero mi contrato me lo impide ─comentó casualmente, haciendo reír al par.

Mientras Honoka socializaba, Nagisa se revisaba el cabello por tercera vez, se olía a sí misma para confirmar que no tenía aroma a comida y se puso un ligero labial rosa en los labios, muy natural. Akane le regaló ese labial esa misma mañana. Se miró al espejo y ella misma comenzó a darse ánimos. No estaban de más.

─Muy bien, Nagisa, vas a salir con Honoka y te vas a divertir, ¿entendido? Y nada de portarte raro ─se dijo a sí misma, firme.

No percató que alguien la miraba y ese alguien se echó a reír, era Hikaru.

─Yo creo que lo harás bien en tu cita con Honoka-san ─dijo el alegre muchacho.

Nagisa se sonrojó tanto y se apenó tanto que lanzó un gracioso grito de frustración y de vergüenza que se escuchó hasta la cocina. Luego de ello, Akane, Hikari y Honoka vieron que Hikaru salía corriendo de la trastienda. Nagisa no lo vio por estar distraída contemplando el reloj, pero Hikaru llegó de entregar su pedido, justo a tiempo para cubrir el espacio de Nagisa.

Nagisa salió también, estaba roja y su gesto era tal, que Akane se echó a reír, Hikari sonrió nerviosamente mientras Hikaru se escondía tras su hermana y terminaba de ajustarse su mandil de mesero nuevo con el logotipo que Akane mandó a coser.

Al ver a Nagisa, Honoka se sonrojó también, pero al menos supo mantener la compostura. Se acercó a su acompañante de esa tarde y le ofreció la mano por mero instinto. ─¿Nos vamos?

─¡Vamos! ─respondió Nagisa casi gritando, aún roja y tomando la mano ajena sin darse cuenta. En ese momento quería escapar y fue ella quien prácticamente jaló a Honoka consigo─. ¡Los veo al rato!

─¡Diviértete! ─respondió la familia al mismo tiempo y siguió con su trabajo.

Ya afuera, el aire fresco de la tarde ayudó a Nagisa a recuperar todos sus sentidos, pero lo que sintió fue la suave sonrisa de Honoka encima, y la mano de ésta en la suya. Lanzó un lindo grito de pánico y estuvo a nada de recoger su mano, pero Honoka se lo impidió. No lo forzó, simplemente quería ayudar a Nagisa no caer en pánico por… Por lo que fuera que le había pasado en la trastienda. Había notado, durante esos días, que Hikaru y Akane gustaban de provocar a Nagisa, mientras que Hikari era la que más trataba de ayudarla. Sin mucho resultado en más de una ocasión.

Honoka sujetó la mano ajena con firmeza pero con suavidad, todo en un afán de calmarla.

Lo logró.

Nagisa suspiró hondo y correspondió el toque de su cita de esa tarde. ─Gracias.

─¿Mejor? ¿Nos vamos?

─Sí, me siento mejor. Vamos.

Compartieron una sonrisa y finalmente iniciaron su camino hacia la plaza comercial más grande la ciudad. Honoka recordaba poco y nada de ese sitio, Nagisa lo acostumbraba más porque solía comprar ropa constantemente, así como calzado deportivo y útiles escolares. También para salir con sus amigas de la escuela o con Hikari y las amigas de ésta de vez en cuando, en calidad de chaperón en el segundo caso.

Ahora iban de la mano y para los cinco minutos Nagisa parecía disfrutar el cálido tacto de Honoka. Miró sus manos unidas de reojo y luego a su acompañante. Olía bien pero no era el aroma de siempre, no pudo callarlo.

─¿Hoy te pusiste otro perfume? ─preguntó de pronto.

─¿Uh? ─Honoka sonrió─. Sí. Suelo usar una esencia de flores de río, pero ésta vez me probé uno que mis padres ya me habían comprado, apenas lo saqué de la caja ─buscó el perfume en su bolso y se lo mostró.

Tan sólo desde la botella era muy elegante. Nagisa sonrió mientras tomaba la pequeña botella con su mano, miró la etiqueta y se echó a reír.

─No entiendo qué dice.

L´Air du Temps, es el nombre del perfume. Es un aroma muy floral y dulce, ¿verdad?

─Sí, huele bien, pero si me preguntas, creo que el otro te queda mejor, tiene un aroma más fresco y… Ah ─se sonrojó─. Creo que te pega más ese aroma que este otro.

Honoka se sonrojó ligeramente. Sonrió más, no tan enorme, pero sí se notaba más contenta. ─Sí, éste huele bien, pero me gusta más el otro. ¿Quieres quedarte con éste? Un regalo de mi parte directo de París. Está nuevo, apenas lo usé hoy.

Nagisa sonrió bastante. Le gustaban mucho los regalos. Luego pensó en lo caro que parecía ser y su animada afirmación de cabeza se convirtió en desesperada negación. ─Me gusta cómo huele, pero te lo mandaron tus padres y…

─Y creo que te quedará más a ti que a mi. Te lo regalo ─insistió con dulzura y Nagisa inmediatamente se rindió, lo supo al ver que guardaba la botella en su mochila cruzada.

─Gracias, lo usaré diario ─dijo Nagisa con una tímida voz que trataba de sonar dura. Lo lograba a medias.

Honoka sonrió, los gestos de Nagisa cuando estaba apenada eran lindísimos. Suspiró. ─Por cierto, puedes usarlo para entrenar, mantendrá el aroma aunque sudes.

─¡¿Eh?! ¿Acaso estás diciendo que apesto? ─ese gracioso enfado fue suficiente para que ambas caminaran con un paso relajado y más cómodo. No se soltaban la mano mientras Nagisa reclamaba en broma y Honoka se disculpaba entre pequeñas risas. Al notar un ligero y dulce apretón, Nagisa miró sus manos unidas una vez más. Suspiró tan discreta como le fue posible─. ¿En París las chicas pueden caminar así?

Honoka le miró un poco antes de sonreír. ─Depende completamente del nivel de confianza, pero no es raro. Ésta posición es más común ─la soltó y le ofreció el brazo.

Nagisa sintió que la cabeza se le incendiaba. ─¿¡Así?! Ah, eso… Yo ─miró a sus alrededores, había muchas personas y entre éstas un puñado de parejas. Los chicos iban del brazo con sus chicas─. Pero esa posición es… Ah…

─¿Prefieres ésta? ─preguntó Honoka, ofreciéndole su mano de nuevo.

A Nagisa se le trabaron las palabras en la boca, sintió un mareo y se recargó en el muro del local de ropa que estaba sobre la acera. ─Bueno, no que me molesten, pero eso del brazo sólo lo hacen los… Ah…

Honoka sonrió ampliamente, volvió a acercarse a Nagisa, no tan cerca, pero sí quedó a dos pasos de ella. Ese gesto, esos gestos en la cara de Nagisa la estaban matando de buena manera. Quería ver más de esos gestos, pero… ¿Estaría bien provocarla un poco más? Nagisa no parecía molesta, sólo apenada. Analizó su gesto un poco más, pero el que le mirara de manera tan concentrada sonrojó más a Nagisa.

─Bueno, lo del brazo… Lo mejor es que sea la persona más alta la que lo ofrezca ─se paró derecha y con su mano izquierda comenzó a comparar sus estaturas─. Creo que soy más alta que tú ─declaró con una sonrisa alegre.

Eso bastó para que a Nagisa le cambiara todo el gesto. ─¡Eso no es posible! ─aunque seguía roja, le ganó más su instinto competitivo que la pena de saberse acorralada por tan bella chica. Igualmente tomó una posición firme y también comenzó a medirse con ella. Frunció el ceño. ─Somos casi del mismo tamaño, pareces más alta, pero ─miró hacia abajo─. ¡Ah! ¡Tienes tacones!

─Ah, lo había olvidado ─Honoka notó el calzado de ambas. Sí, usaba sus tacones bajos favoritos y Nagisa llevaba zapatillas deportivas─. Incluso si soy un poco más baja que tú sin calzado, en éste momento lo llevo puesto y sigo siendo más alta, así que me toca ofrecerte el brazo para que no tropieces ─le guiñó el ojo.

Nagisa se sonrojó tanto de enojo como de pena. Negó furiosamente. Hasta ese momento notó que la chica la estaba provocando a propósito. Ya sabía que uno nunca debía fiarse de las primeras impresiones, pero descubrir ese particular humor suyo le pegó. No de mala manera, por cierto.

─¡Ah, no, eso no! ─se mantuvo firme─. Soy Misumi Nagisa, futura atleta profesional, debo ser yo quien ayude a andar a una señorita de laboratorio ─dicho eso, le ofreció el brazo.

Honoka no pudo hacer otra cosa que sonreír. Las mejillas las tenía calientes, sabía que se había sonrojado, Nagisa estaba igual o peor. Suspiró. Esa chica era preciosa de muchas maneras. Sin pensarlo siquiera, se sujetó de su brazo. Abrió un poco más los ojos. ─Wow, te sientes fuerte en serio.

─Porque lo soy ─presumió la deportista mientras animaba a ambas a retomar la marcha─. Vamos o llegaremos tarde a la función.

─Vamos a tiempo, no te preocupes. Akane-san me dio takoyaki para el camino, tenemos tiempo de comerlo antes de la función. Sigue caliente ─de no tener la otra mano ocupada, iría sujeta de Nagisa a dos manos.

─¡Genial! Justo necesito un bocadillo, no quiero sonar pesada, pero no me lleno con palomitas de maíz ─comentó la deportista, ligeramente ruborizada aún.

─Eso me comentaron ─dijo Honoka con una risa pequeña.

Su plática de camino a la plaza comercial siguió. Hablaban, reían y no se soltaban. Nagisa sólo suspiró de manera pesada al darse cuenta de la sucesión de cosas que pasaron para que ahora fuera ella la que llevase a su acompañante colgando de su brazo. El ya haber llegado a la conclusión de que Honoka le gustaba definitivamente no quería decir que se lo diría todo de buenas a primeras. ¡Era muy pronto! Y sin embargo, el caminar así se sentía tan bien. Podía sentir su nuevo perfume, la calidez de su cuerpo, cómo sus pasos iban a la par sin importar si ella misma aceleraba o no el paso.

Notar eso le pareció interesante. A Honoka también, estaba demasiado contenta en ese momento.

Llegaron al área de comedor de la plaza y aprovecharon para comer el takoyaki que Akane les puso. Estaban sentadas una frente a la otra y se notaban bastante divertidas, a momentos ruborizadas, pero divertidas.

─Entonces hablas… Veamos… ¿Inglés, francés, alemán e italiano? ─preguntó Nagisa. Hacían tiempo mientras comenzaba la película. Ya se habían acabado el takoyaki y quedaron en comprar cosas de la dulcería diez minutos antes de entrar.

─Sí, mis padres hablan esos idiomas, así que no fue muy complicado aprenderlos. Bueno, ellos hablan algunos más, como chino y hasta ruso ─respondió Honoka, sonriendo. La verdad estaba muy orgullosa de su familia.

─¡Genial! Yo estoy cursando inglés porque es materia obligatoria ─suspiró─. No se me da bien.

─Puedo darte tutorías de inglés cuando gustes.

─No quiero que parezca que abuso de tu confianza, suficiente haces con ayudarme con mis otras tareas.

Honoka negó. ─¿Sabes? Me gusta ayudarte… Es… Es como vivir la vida de escuela que no pude ─dijo con una sonrisa pequeña─. Lo más que pasé en un sitio fueron nueve meses en París. Estuve en una escuela privada y ahí pude vivir una vida de escuela un poco más normal.

Nagisa sonrió al escuchar eso. ─¿Hiciste amigos?

─Una amiga, Yuriko, una estudiante de intercambio japonesa. Incluso teníamos la misma edad ─contó Honoka con una sonrisa nostálgica.

─Ya veo ─Nagisa no podía evitar sentir un poco de pena por la vida tan extraña que tuvo que llevar Honoka desde niña, pero tampoco que pudiera hacer más al respecto que… Que darle la oportunidad de hacer lo que le quedó pendiente años atrás─. ¿Aún hablas con ella?

─No, perdimos la comunicación. La conocí hace cinco años. Yo debía seguir los viajes con mis padres, así que la comunicación eventualmente se perdió ─y también otra cosa, pero la conversación no apuntaba a asuntos más románticos como para mencionar a la chica como su única ex.

─Comprendo, es normal, yo ya no hablo con amistades que conocí en preparatoria, menos de secundaria o antes de eso ─comentó Nagisa mientras se llevaba ambas manos a la nuca. Pronto tuvo otra pregunta curiosa─. ¿Y tuviste algún novio en París? Digo, estuviste ahí bastante tiempo.

O quizá la conversación sí se fue en esa dirección. Su sonrojo de inmediato la delató y Nagisa sonrió de manera amplia, más que nada por curiosidad, por la juvenil emoción. A Nagisa le pasó por la cabeza el fugaz pensamiento de que a Honoka quizá podrían gustarle también las chicas, como ella.

Honoka ni siquiera lo pensó, se lo diría. No era algo de lo cuál avergonzarse, al menos no hasta donde ella había aprendido. Que su hermoso Japón fuera más cerrado en ese tipo de pensamientos era asunto aparte, pero tampoco tenía que anunciar sus intimidades a los cuatro vientos. Con contárselo a Nagisa estaba bien. Que supiera que prefería a las chicas sería un buen paso.

─Puedes decirme, no diré nada si no quieres ─comentó Nagisa, no quería que su acompañante se sintiera demasiado avergonzada y prefiriera callar.

─Sí, tuve una relación romántica en París ─respondió Honoka con todo y sus mejillas rojas, con una sonrisa linda y un toque de pena. Pese a que no duró mucho, atesoraba lo suyo con Yuriko en su corazón.

─¿Por algo la llaman la Ciudad del Amor, verdad? ─preguntó Nagisa con tono juguetón.

La sonrisa de Honoka se amplió. ─Eso mismo decía Yuriko cada que teníamos una cita, siempre fue muy romántica y le encantaba ir a los Cafés y pedir siempre la misma bebida.

─Sí, eso suena bastante román- ¿Eh? ─las palabras de Nagisa parecieron sufrir un accidente, miró a Honoka con las mejillas rojas y los ojos bien abiertos. El rostro en serio le estaba ardiendo─. Ah…

─Sí, esa amiga que hice en París fue la misma con la que salí. Fue lindo mientras duró ─dijo con un suspiro nostálgico mientras miraba el altísimo techo de la zona, luego miró a Nagisa─. Sí, soy gay, me gustan las chicas.

Nagisa se aclaró la garganta. Eso explicaba muchas cosas. Sonrió sin darse cuenta, culpa de sus propios nervios y de la sorpresa. ─Eso es genial.

─¿En serio? ─preguntó Honoka, contenta por la reacción de Nagisa.

─Sí, lo es, porque también me gustas.

Lo dijo.

Lo dijo sin siquiera pensarlo.

Al darse cuenta de sus propias palabras, Nagisa se tapó la boca con ambas manos mientras Honoka enrojecía tanto como nunca antes. Nagisa también parecía un tomate en ese momento.

Inesperado, no planeado, pero se lo dijo. Sólo se quedaron mirando la una a la otra.

CONTINUARÁ…