El Gato ladrón y el Cachorro policía

Yu-Gi-Oh ... Seto x Joey

By Kaede Sakuragi

Capitulo 08

Entraron lentamente aquel Invernadero. Joey observo fascinado aquellas flores tropicales, y plantas de diversos colores, que jamás había visto. Yami lo distrajo, al hacerle señas, desde el fondo de aquel lugar. Los ojos del rubio se abrieron al ver dentro de aquel cuarto oculto.

Que demonios? – estupefacto, se acerco a una fuente de mármol negro, donde en el centro de uno de sus agujeros, salía una corriente de agua cristalina, la cual bañaba una estatua - Oye... Ese no es la estatua que se robaron esta semana? ES EL OJIAZUL DE CRISTAL... ! Seto Kaiba es el maldito GATO!

Porque no lo gritas mas fuerte... Todos en la casa no te llegaron a escuchar – Yami hizo un gesto como si estuviera sordo

Pero ... Como quieres que no lo grite ... Debemos llamar al capitán he informarle de esto ... – el rubio busco su teléfono entre las ropas, pero Mokuba, que estaba en sus brazos, lo rasguño. Logrando que lo soltara, para luego ubicarse en una de las rocas que estaban en la fuente. Sus ojos azules centellaron con furia. Los dos policías se quedaron sorprendidos. El pequeño gato negro parecía como si estuviera por decir algo, moviendo su pequeña boca, pronunciando apenas algo.

Mi ...

Mokuba! – el grito detrás de ellos, los asusto, haciéndolos voltear.

TU! – Joey grito – Tu robaste la estatua del museo ... Tu ... eres El Gato Ladrón ... Tu ... – quedo en silencio por un momento, casi perdiéndose en sus pupilas azules, que lo miraban disgustado. Cayo cuenta, que aquel hombre, el responsable de cada poema, y flor que encontraba en su poder. Retrocedió un poco, con temor, y casi con desilusión.

En primer lugar, esta zona de la residencia, esta prohibido para cualquiera de mis empleados. Segundo, no sé de que esta hablando Detective, pero no soy un ladrón y mucho menos aquel famoso que robo en el museo de la cuidad – su voz era ruda, y con enojo.

Entonces explique que hace esa estatua allí ... – fue el turno de hablar de Yami, quien señalo la figura de cristal.

Señor Kaiba! – unos guardias, que no habían visto los detectives, entraron al invernadero. Eran un poco mas grandes del los que cuidaban la entrada a la mansión. Parecían tener hasta tatuajes en sus rostro – Amo Kaiba ...! Lamentamos esta impertinencia ...

Sáquenlos de aquí ... – murmuro despacio, enojado.

Oye ricachon ...! No nos echaras luego de que te descubrimos ...! Nosotros estamos aquí ... para ... – el rubio fue sujetado por aquellos hombres, para luego ser arrastrado de allí. Yami, por su parte, hizo el gesto de salir por su cuenta, mientras miraba seriamente al CEO.

El desayuno había sido, esquicito. No solo por las cosas que su estomago, pudo comer, si no que también la compañía y que algún otra mirada casi provocativa, lo había no solo poniéndolo nervioso, sino que también cautivándolo.

Estabas aun en la cocina. Duke, observaba al mayordomo, como lavaba las cosas que habían utilizado. Sus ojos, recorrieron su espalda, llegando a su cintura, angosta, donde terminaba en unos glúteos bien formados. Sus mejillas automáticamente, se sintieron calientes, para luego tomar un gran vaso con agua, para calmar aquel calor.

Los gritos en el pasillo, a ambos los hicieron mirarse curiosos, para luego ir donde provenían. El detective vio como sus compañeros, eran prácticamente arrastrados, hasta el final de este, donde la biblioteca se encontraba.

Que sucede? Joey ... Yami ...! – su compañero los seguía con pasos ligeros, tratando de alcanzarlos, mientras prestaba atención a los gritos del rubio.

Duke... llama al capitán ... debe venir de inmediato ...!

Pero que ... – No pudo decir mas, ya que otro hombre, lo sujeto del brazo – Oye ... Suéltame grandulon ... no sabes quien soy ...

Orión! Que esta pasando? ... Orión! – Tristan iba detrás de ellos.

Las puertas de la biblioteca, se abrieron abruptamente, para luego, de la misma forma, los tres detectives fueron lanzados a un gran sofá, quedando sentados. Cuando intentaron levantarse, los guardias desenvainaron espadas curvas. Posándolas en sus cuellos.

ORION! Detente...! – Tristan grito, mientras trataba de sujetar uno de sus brazos. Aquel hombre, moreno, de tatuajes en su lado izquierdo de su rostro, lo miro a los ojos.

Infieles ... Entraron a la cámara de la estatua ...! – el mayordomo, abrió sus ojos en forma de susto.

De que están hablando? Nosotros no hicimos nada ... Ustedes son los malos, robaron la estatua Ojiazul... Ustedes ...

SILENCIO! – Todos giraron hacia la entrada – Tristan ... llévate a Mokuba ... – El CEO entro, con el gato en brazos.

Pero ...

No quiero repetir las cosas...! – las palabras sonaron tan frías y furiosas. Lo cual, el castaño no tuvo mas remedio que hacerle caso.

El muchacho salió cerrando las puertas detrás de él, con un gran miedo en su interior. Las empleadas que habían estado cerca de allí, cuando vieron a los guardaespaldas privados, se asustaron. Tristan les hizo el gesto de que todo saldría bien, y que siguieran con sus cosas.

Dentro de la biblioteca. El aire era denso y muy incomodo.

El rubio quiso levantarse, pero una de las espadas rozo su cuello hasta casi haciéndolo sangrar.

Que sucede Kaiba...? Explique todo esto? – Duke era el que preguntaba, mientras trataba que Joey no cometiera una locura.

El es el ladrón ... – le dijo – él es El Gato...

Como? ... Pero ...

Silencio ... - Seto Kaiba, poseía su paciencia en cero. Los observaba detrás de aquel escritorio, donde estaban varios papeles en él. Fijo la vista en uno, para luego tomarlo y arrojárselos a los detectives. Yami fue quien lo tomo – Hay tres Ojiazul, en el mundo – el CEO empezó hablar, luego de tomar un respiro – Uno fue robado del museo la semana pasada. El otro, esta en poder de la familia Ishtar, y el tercero. Ha sido heredado de mi padre, Gozaburo Kaiba – los tres muchachos lo miraban sorprendidos – Ahora, Detective Wheeler – el castaño, miro fijamente al rubio, quien no pudo contener su sonrojo, ante tal mirada tan penetrante - Ante su acusación, debo decirle que esta muy equivocado. Sus insultos, y sus agresivos comentarios, debería por lo menos despedirlo, de por vida, no solo de mi cuerpo de seguridad, si no de toda la cuidad Domino – el rubio, no supo que contestar. Estaba avergonzado, pero a la vez furioso.

Bueno ... pero porque no nos aviso de eso ... Eh! – intento levantarse, pero nuevamente esas espadas lo impidieron.

No tengo la necesidad de informarles de ciertos objetos en mi poder ... – se levanto, acercándose a ellos – Ustedes no tienen tampoco el derecho de hacer lo que se les de la gana en mi Mansión ... Ese lugar esta prohibido para cualquiera en esta casa ...

Ah si ... si lo hubieran cerrado bien ... ninguno lo hubiera descubierto ... que clase de guardianes tiene ... Estos grandulones, pintados y de extrañas espadas ... Acaso son legales? O simples matones que se creen buenos?

Joey! Cállate! – Duke trato de taparle la boca, el rubio no se daba cuenta que aquellos hombres eran capas de matarlos sin importarles quienes eran.

Saldré en este momento ... – Kaiba hablo mientras se dirigía a la puerta – Cuando regrese de mis negocios, espero que ustedes hallan salido de esta residencia – se giro, mirándolos furioso – Nunca mas trabajaran en esta cuidad ... Se los aseguro – Al salir, fue seguido por los cinco guardaespaldas. Cada uno guardo sus espadas, para luego cubrir sus rostros, con unas capuchas.

Los tres detectives quedaron recostados en el sillón, hasta se podían sentir sus respiraciones agitadas.

Demonios ... Joey, esta vez si la hiciste! – Yami fue el primero en reclamarle

Oye, tu tienes la culpa de llevarme hasta allí ... Yo que sabia que la maldita estatua era de su propiedad.

Pero tú lo acusaste ...! Lo insultaste! – ambos empezaron a reñir como niños.

BASTA! – el de ojos verdes, se llevo su mano hacia su frente – Como demonios le explicaremos esto al capitán? – los tres se quedaron en silencio.

Demonios – los tres susurraron lastimosamente, estaban en problemas.