Aviso legal: como todos saben Bill Weasley y el mundo mágico donde vive es de J.K. Rowling. El resto de los personajes, así como la historia fueron inventados por mí. También incluyo un poco de mitología y datos históricos, que supongo que no están patentados.
Y como aclaración, la historia trascurre entre el libro 3 y el 4 de Harry Potter.
BILL WEASLEY Y EL SECRETO DE HORUS
El sol ya estaba bajo en el horizonte, pero el calor resultaba apenas más soportable; su brillo se reflejaba en la arena transformando el desierto en un cegador mar incandescente. Un mar en el que los riscos de Gebel Nagara, como rojizos barcos a la deriva, ofrecían el único resguardo posible a quienes se aventuraban en el árido corazón del desierto. Porque sí, en medio de este inhóspito entorno, tres figuras esperaban la caída del sol.
-Recuérdame, por favor, por qué estamos a las puertas del infierno, cuando podría estar bebiendo té helado en El Cairo –una molesta voz de mujer surgió entre los ropajes que cubrían inclusive su rostro, al igual que sus dos acompañantes.
-Sarah, ya te dije todo lo que sé. Han sido especialmente parcos con la información en esta expedición. Absurdamente precavidos, debería añadir.- respondió una segunda voz, esta vez de varón.
-¡Absurdamente precavidos! Bill, un poco más de precaución y estaríamos dando un rodeo por Tumbuctú para no despertar sospechas.
-Recorrer la antigua ruta comercial entre Tumbuctú y Gebel Nagara sería fascinante. Los antiguos magos egipcios creían que... –respondió una tercera voz, también de hombre.
-¡Por las barbas de Merlín! Y como su fuera poco tenemos que soportar... –Sarah se levantó y caminó hasta el otro extremo de la estrecha garganta, mascullando en voz baja los maleficios que le gustaría practicar en su joven acompañante.
-Pero¿qué lo que le sucede?-el joven Stanley preguntó.
-Mujeres. Aprenderás a comprender los jeroglíficos antes que a una de ellas. No te preocupes, volverá. –Bill miró los kilómetros de desierto que lo rodeaban y añadió- No puede ir muy lejos.
Todo había empezado tres días atrás. Bill Weasley y su equipo de egiptólogos estaban en el Valle de los Reyes explorando la tumba recién encontrada de Mamosis IV, quien había sido un rico sumo sacerdote de la diosa Bastet cuya gran pasión en vida fueron los gatos. Ya habían encontrado 23 pequeños sepulcros de sus ronroneantes favoritos, un par de profandores de tumbas que pagaron su codicia resultando convertidos en hombres-rata y Frobenius Skempton, el experto en criaturas mágicas, había activado una trampa que lo dejó ensimismado. Al juzgar por su comportamiento parecía ser presa de una ilusión que le mostraba un tierno y juguetón minino que acaparaba toda su atención.
En fin, trabajo de rutina.
Por esto Bill no dejó de sorprenderse cuando un ibis (las lechuzas llaman mucho la atención en un lugar como Egipto) le dejó una citación urgente de parte del gerente regional de Gringotts. Al banco le importaba tan sólo los resultados de las misiones por lo que el método quedaba al criterio de los exploradores, siempre y cuando no se comprometiera la imagen del Gringotts ante la comunidad mágica. La última vez que Bill recibiera una citación fue porque una momia que no estaba tan dormida como debería, escapó de la exposición en la que era exhibida aterrorizando a cientos de muggles.
"¿Qué hicimos ahora?", pensó Bill, mientras se aparecía frente a la sucursal de Gringotts en El Cairo, un edificio bajo que bien podría haber sido la residencia de verano del Faraón. Estaba construido con piedra encalada, rodeado de palmeras datileras y fuentes de agua clara y cristalina. Al contrario de la sucursal de Londres, que es subterránea, la sede de El Cairo está al aire libre, en una zona protegida por encantamientos anti-muggles, por lo que los no magos evitan lo que parecen ser ruinas habitadas por demonios del desierto.
Entre las blancas columnas magos, duendes y otras criaturas mágicas se afanaban entre montones de papeles, oro y piedras preciosas. Bill se dirigió a unos de los guardias y le entregó la citación.
"¿Será por nuestro explorador atontado?"-pensó Bill, mientras seguía al duende a las oficinas privadas, fuera del sector de la atención del público.
-La oficina del Sr. Blackbeard es última puerta a la derecha. Lo están esperando –dijo el duende, retirándose de inmediato.
La oficina de Blackbeard era una habitación amplia e iluminada, con un gran escritorio de caoba cubierto de papiros, pergaminos, tinteros y una pequeña figurilla de arcilla. Sillas de varios tamaños se encontraban frente al escritorio según la raza para la cual habían sido diseñados: humanos, duendes o enanos; los visitantes del gerente de Gringotts eran variados. El duende era, como todos los duendes, moreno y con una barba negra y puntiaguda; y como todos los gerentes de banco, vestía impecablemente y parecía algo ansioso, como si su tiempo valiera oro. Frente al duende se encontraba un mago que Bill no conocía.
-Bienvenido Sr. Weasley –dijo el duende-. Lo esperábamos. Permítame que le presente al señor Stanley Spencer, quien se une a nuestro equipo.
-Mucho gusto, Stanley –dijo Bill, al tiempo que estrechaba la mano del nervioso joven Spencer, quien parecía estar apunto de estallar de emoción. Stanley no aparentaba más de dieciocho años en parte por su desordenado pelo rubio y en parte por el entusiasmo de sus inocentes ojos azules, que le hacían parecer un niño pequeño en una juguetería.
-El señor Spencer acaba de salir de Hogwarts con un desempeño brillante y se incorpora como Experto en Historia y Mitología Egipcia. Nos parece conveniente que trabajen juntos, ya que la siguiente misión requiere de la combinación de sus capacidades.
-Si, la tumba de Mamosis IV nos está presentando algunas dificultades...
-¡No! No me refiero al adorador de gatos, que por cierto ya debería haber sido finalizado, sino a una misión especial.
El duende apartó unos libros de su mesa enseñando un papiro cubierto por una fina escritura.
-Este invaluable documento fue recientemente facilitado por sir Patrick Spencer, abuelo del señor Spencer aquí presente, para resguardo y estudio del secreto que encierra. La familia Spencer está de acuerdo en emprender una expedición en conjunto con el equipo especializado de Gringotts con el fin de develar lo que sea que oculta, para beneficio de la comunidad mágica.
Bill se concentró en la escritura de extraños símbolos, trazados con líneas tan finas que este solo hecho garantizaba su origen mágico: ningún aparato muggle podría lograr tal precisión. Confirmando esta idea, la escritura fluyó en el papel trazando palabras en español:
El hijo de Isis es el guardián del secreto,
Que se revela sólo a quienes ganan el reto,
Su brillante ojo deja el camino marcado,
El ocaso antes de quedar cegado.
En esta peligrosa hora busca el dedo
Del guardián que no conoce el miedo
Rozará suavemente el sagrado nido
La puerta, donde aguarda tu sino.
-Como puede ver -continuó Blackbeard-, este documento es un acertijo. Creemos que sirvió como mapa para los antiguos magos egipcios. El señor Spencer puede ilustrarnos más al respecto.
-Este papiro fue encontrado por mi abuelo en 1924, cuando estudiaba la tumba del mago Nekheny III y ha permanecido en mi familia desde entonces. Sin embargo, creemos que la comunidad mágica tiene el derecho de conocer la sabiduría o riqueza depositada en él, por lo que lo revelaremos a la luz pública en cuento, bueno, descubramos lo que encierra.
Bill se sintió más relajado. Después de todo, no lo habían citado por algún demonio liberado por accidente, sino tan sólo para una nueva misión.
-Entonces lo que debemos hacer es sencillamente descifrar el enigma, encontrar lo que señala el mapa y traerlo acá, sea lo que sea. –dijo Bill.
Stanley pareció un poco más nervioso y el duende carraspeó incómodo.
-Eso es, en esencia, el trabajo –dijo el duende-. Pero existen unos inconvenientes. Al parecer alguien más está interesado en encontrar el tesoro. Hubo un par de intentos de robo, frustrados eso sí, pero no conseguimos capturar a los culpables. Por esto, la misión debe desarrollarse en el más estricto secreto.
-En el más estricto secreto- masculló Bill con ironía mientras ajustaba la montura de su camello. El condenado duende había exigido que no utilizaran magia para que no pudieran ser rastreados por algún otro mago. Así, lo que hubiera sido un trámite de unas décimas de segundo se transformó en una travesía de tres días de duración a través del desierto. "Si los muggles pueden hacerlo, ustedes también", había dicho el descriteriado duende.
Tampoco había permitido que el equipo completo de Bill participara. Tan sólo después de un largo debate logró que incluyera a Sarah Lennox en la expedición, porque sin nadie que interpretara los jeroglíficos, sería prácticamente imposible llevar a cabo el trabajo. Después tres días de escuchar a Sarah quejarse de absolutamente todo, Bill hubiera preferido deambular al azar a través de los corredores encantados de las tumbas, pero ya era demasiado tarde para cambiar su decisión.
Hola!
Aquí termina el primer capítulo. ¿Te gustó¿No te gustó? Por favor, deja un review y dime que te pareció.
Saludos,
Mircalla Karnstein
Dato freak:
Bastet o Bast es la diosa-gato egipcia. Su principal templo estaba en Bubastis, donde habitaban un gran número de gatos sagrados, cuidados por los sacerdotes. Cuando un gato moría en Egipto, era generalmente llevado a Bubastis para ser cremado o momificado.
En 1888, en el templo de Bastet, se descubrió una tumba con más de 19 toneladas! de momias de animales, en su mayor parte de gatos. El granjero que lo descubrió vendió la mayor parte como fertilizante, pero se rescató una parte para la ciencia.
