-Vigilantes de tumbas –dijo Bill en tono sombrío iluminando la estatua deforme que tenía más cerca. Los rasgos estaban toscamente tallados y los miembros eran desproporcionados, como si fuera una gárgola obligada a erguirse en un pedestal.
-Creí que se colocaban sólo en las tumbas –Stan se acercó al vigilante inmóvil con recelo.
-Hasta donde sabemos, así es –contestó Sarah, apartándose de la pared llena de jeroglíficos-. Para protegerlas de demonios necrófagos o saqueadores. La mayoría que hemos visto son rocas sin una pizca de magia, pero que funcionaban gracias a la leyenda que mantenía alejados a los curiosos.
-No creo estos sean falsos, Sarah –dijo el pelirrojo seriamente-. Los curiosos no llegan hasta aquí y definitivamente no son para decorar el ambiente.
El guardián tenía ojos pequeños, apenas delineados en la arcilla, una nariz grande y deforme, grandes orejas como alas de murciélago y una boca que se curvaba en una mueca que podría ser tanto de dolor como de amenaza. Era claro que su objetivo no era alegrar el ambiente, sino hacerlo más lúgubre.
-¿Puedes anular el encantamiento?
Bill estudió al guardián un momento antes de responder:
-Tal vez si supiera cuál el encantamiento que los crea, que es lo que son en realidad...
-¿Un golem, tal vez?
-¿Un gigante de arcilla animado por un brujo? Buena idea, Stan.
Bill retrocedió unos pasos y lanzó el contrahechizo contra el monstruo de arcilla¡Litteramortis! El rayo de luz dio en la frente de la estatua y desapareció sin dejar huella.
El pasillo quedó en silencio mientras Bill sentía el peso de las miradas de sus compañeros en él.
-¿Funcionó?
-Err... –Bill se acercó al guardián y revisó la frente sin el menor rasguño- No estoy seguro... Supongo que no puedo matarlo porque no está vivo, no en este momento, al menos.
-Quizás podamos destruir la arcilla... –Sarah apuntó a la estatua - ¡Reducto!
El vigilante recibió indiferente el nuevo rayo luminoso. Sarah se ruborizó.
-Por lo menos sabemos que no es una escultura normal...
-Quizás nos considera invitados y no intrusos-dijo Stan- Después de todo tenemos el papiro.
-Puede ser, pero no me gustaría que me persiguiera un monstruo de arcilla-dijo Bill probando otro contrahechizo sin ningún resultado aparente. Y otro. Y otro más...
-Vamos, Bill. –la chica trató de restarle importancia, pero su voz estaba lejos de sonar segura. - Los vigilantes son tan sólo una leyenda.
Finalmente el pelirrojo accedió de mala gana y el grupo siguió adelante por el corredor descendía flanqueado por los pares de vigilantes inmóviles e imperturbables. Los exploradores avanzaron lentamente, buscando cualquier signo que les delatara una posible trampa o que los golems habían despertado. Finalmente el corredor terminaba en unas puertas cerradas, sin ningún tipo de inscripción.
-Ninguna advertencia por aquí –dijo Sarah después de dar una mirada buscando jeroglíficos.
-Algo no me gusta. Con toda esas frases de bienvenida del comienzo, ya deberíamos haber encontrado por lo menos un par de maldiciones.
-¿Por qué te quejas de que por lo menos una vez sea fácil?
-Por este es el último lugar de Egipto en que esperaría llegar y salir como si nada. –Bill alzó la varita y dejó salir una sombra de ella, que adoptó la figura de una persona.
-¿Qué es eso?-preguntó Stan.
-A veces hay maldiciones por abrir puertas. Para que no caiga sobre ninguno de nosotros, hacemos que la sombra abra puerta.
La sombra empujó suavemente la puerta y no se movió ni un centímetro. Luego con un poco más de fuerza. Nada todavía. Finalmente apoyó un hombro contra la madera y empujó con todas sus fuerzas. La puerta se negó a abrirse. La sombra le dio un puntapié de rabia a la puerta y desapareció indignada.
-Sellada mágicamente. En fin, espero que no me crezca otra cabeza... ¡Alohomora!
La puerta absorbió la magia, dividiendo el rayo en ramificaciones brillantes a lo largo de las puertas. Los hilos de luz se concentraron en puntos en los bordes; por un momento fueron focos brillantes y al segundo siguiente eran disparados en rayos por el corredor.
Los tres exploradores eludieron fácilmente los rayos, pero no tuvieron tiempo para cantar victoria: unos golpes sordos en el corredor, de cuerpos pesados al caer, les comunicaron que ya no estaban solos.
Los oyeron antes de verlos, ocultos por la inclinación del camino. Pasos lentos, pesados, que se arrastraban por el suelo. Ecos resonando por el corredor como si un ejército completo se acercara.
Lentamente.
"Puedo oírte"El grupo levantó las varitas con la vista fija en el camino.
-¡Felicitaciones! Aún tienes una sola cabeza.
Los primeros vigilantes aparecieron en el camino.
-¡Litteramortis!-dijo Bill atacando al más cercano. La mole de arcilla siguió caminando.
-¡Impedimenta!-gritaron casi al unísono Sarah y Stan. El vigilante no dio señales de haber recibido el ataque. ¡Reducto!
"Escucho tu respiración".
-No... no funciona. –la voz de Stan temblaba al hablar.
-¡Parietis! –dijo Sarah, creando una barrera mágica en el corredor. El primer golem chocó contra la barrera y se detuvo. –Eso los demorará un poco.
-¡A la puerta! –gritó Bill, mientras los vigilantes se juntaban frente a la barrera. Los tres empujaron las puertas pero no se abrieron.
-Hay que tratar de nuevo. ¡Alohomora! –la puerta concentró de nuevo la energía y al dirigió a lo vigilantes que ahora trataban de atravesar la barrera quienes crecieron un poco.
-¡Absorben magia!
"Escucho tu corazón, tu sangre que corre... Te escucho criatura viva"
El grupo se dio cuenta con horror que la barrera empezaba a desaparecer y los vigilantes crecían a medida que captaban la magia con que estaba hecha.
-¡Hay que destruirlos sin magia!
Stan materializó una roca sobre el grupo de vigilantes y la dejó caer. Una estatua de arcilla quedó destruida en el suelo. El resto siguió su ejemplo y cayeron algunos más. Pero la barrera se disolvió y el resto siguió avanzando.
-¡Son demasiados!- gritó Sarah, mientras destruía uno más. Los golems alertados por su voz se dirigieron hacia ella, extendiendo sus brazos deformes.
La chica no pudo reprimir un grito y retrocedió chocando contra la pared de roca, al ver que los vigilantes se acercaban.
-¡Silencio! –dijo Bill dirigiendo el encantamiento hacia Sarah; su grito terminó abruptamente.
Los golems se detuvieron un momento, confundidos al perder su objetivo, pero se redirigieron a los otros dos. Bill repitió el hechizo sobre Stan y finalmente sobre sí mismo.
A pesar de que sabían que eran insonoros, el grupo se quedó quieto sin atreverse siquiera a respirar. Los vigilantes movieron sus cabezas tratando de encontrar su presa, pero al no oír nada se fueron por el corredor a sus puestos de guardia.
Cuando el último guardián regresó a su sitio, la puerta se abrió.
Había pasado la primera prueba.
OK. No me demoré tanto en escribir este capítulo. :)
Me tomé la libertad de incluir golems aunque no recuerdo en que mitología surgieron, pero estoy segura que no la egipcia. Los golems eran gigantes de barro que vivía porque el brujo escribía la palabra vida en su frente; para destruirlos había que escribir muerte que fue lo que trató de hacer Bill, pero falló porque lo trató de escribir en latín y no en egipcio ;) La leyenda dice que crecían continuamente, así que me aproveché de eso e hice que crecieran gracias a la magia que absorbían.
Revitaa Locatis Potter: ¡Gracias por tu review! Tomé en cuenta lo que dijiste para este capítulo porque me pareció que tenían demasiado "aplomo", como me estaban quedando parecía que andaban caminando por el campo más que en un túnel bajo tierra, posiblemente encantado. Así que les tocó asustarse un poquito. :) (muajajaja que mala soy!).
La trilogía de Wilbur Smith son novelas ambientadas en el antiguo Egipto. Yo las encontré entretenidas, aunque tienen unas escenas un poco crudas (creo que no son para personas sensibles) y unos atentados a la lógica que te dan ganas de golpearte contra la pared. Son más históricas que mitológicas en todo caso pero incluyen alusiones a dioses y mitos y un hechicero que hace magia de verdad.
Saludos
