Capítulo 4: Primavera
Las puertas se abrieron en silencio ante el enmudecido grupo.
Ante ellos se extendía una sala circular de unos 10 metros de diámetro, bien iluminada por arte de magia. Estaba completamente vacía exceptuando un gran disco en el centro que sobresalía del piso como una mesa o un altar; era de la mismo roca del suelo de la caverna y sido tallado en él.
Las paredes estaban decoradas con pinturas de vivos colores que mostraban antiguos magos y animales mágicos en distintas escenas: reunidos en torno al círculo de piedra o frente a una fuente de agua oscura que reflejaba las estrellas, convirtiendo el plomo en oro o dotando de vida estatuas de piedra, mientras la imagen del halcón sagrado se repetía una y otra vez.
Frente a ellos, en el extremo de la habitación opuesto al corredor de entrada, había cuatro puertas idénticas ubicadas a intervalos regulares. Sobre cada una de ellas había sido tallado un símbolo y cubierto con pan de oro.
Bill rompió el conjuro del silencio con un encantamiento no verbal, mientras se acercaba al disco, centro de la habitación. Tallado en relieve, el ojo herido de Horus, símbolo del dios, miraba hacia el techo de sala.
-Parece que este era el centro de reunión de los magos adeptos de Horus –Sarah observaba los murales. –Venían aquí cada cierto tiempo a compartir sus secretos, investigaciones y progresos en magia, a escondidas de sus rivales, los magos de Seth. Por lo que muestran las pinturas, entre otras cosas, sabían como producir la piedra filosofal.
-Y ahora todo el conocimiento se ha perdido –dijo Stan apenado y un poco decepcionado de haber encontrado tan sólo una habitación vacía.
-Quizás no del todo –el pelirrojo se detuvo frente a las puertas. -¿Hay alguna pista de lo que puede haber al otro lado?
-Los murales no mencionan nada acerca de las puertas, pero el símbolo que cada una tiene grabado en el dintel es el símbolo de una estación: primavera, verano, otoño e invierno.
-Vamos a ver que esconden entonces –Stan se acercó a Invierno y empujó. Sus compañeros contuvieron la respiración mientras lo miraban- ... cerrada ¿Qué pasa¿Por qué me miran?
-Estábamos esperando a que te convirtieras en escarabajo- dijo Sarah simulando decepción- Nunca abras una puerta en una ruina egipcia sin sacarle las maldiciones primero. Creo que deberíamos partir con Primavera, el comienzo de la vida según los egipcios.
-Primavera entonces –dijo Bill- conjurando a su sombra abre-puertas. La puerta cedió de inmediato mostrándoles un mural tallado con las siguientes palabras:
Soy el que derrota al mal oculto en el fragor de las aguas
Soy la llave de los secretos, la respuesta a todas preguntas
El que inicia el camino siempre recuerda
El río nunca vuelve sobre sus aguas
Sarah rozó los símbolos a medida que los traducía, pero no encontró roca sólida: sus dedos se sumergieron en el aparente muro.
-Creo que nos están invitando a pasar -dijo sonriendo.
-Entonces que estamos esperando.
El grupo dió un paso adelante al mismo tiempo, y lo que vieron en Primavera les quitó el habla.
Ante ellos no había un habitación, ni corredor, ni nada que hubieran podido esperar, si no que se encontraron en lo alto de una duna al aire libre, bajo un sol ardiente. Desde esa altura se veía el Nilo en todo su esplendor, cuando las inundaciones fecundaban el valle. El ancho río azul avanzaba lentamente dejando la capa de sedimento en las orillas que permitió Egipto a sobrevivir rodeado de desierto y, aún más, convertirse en un imperio y en una avanzada cultura. La ancha corriente era dividida por una isla plana, rodeada por algunos islotes de menor tamaño; la duna en la que se encontraban caía en forma abrupta en el río, por lo que la franja cubierta de lodo era estrecha; en cambio, al otro lado del río el terreno era prácticamente plano, por lo que la zona inundada cubría hasta donde alcanzaba la vista.
Sin embargo, el borde no se encontraba cubierto de plantaciones como lo estado desde el tiempo de los faraones hasta el día de hoy. Ningún signo ni sonido delataba la presencia humana en la zona. Lo único que podían escuchar era el silbido del viento y el lejano rumor de las aguas.
-¿Dónde estamos? -consiguió articular, Stan después de un tiempo.
-Puede ser cualquier lugar- contestó Bill, mirando con cautela alrededor. El viento levantó un poco de arena por toda respuesta. -Lo más simple sería que aún estemos dentro de la cueva y sea sólo una ilusión.
-Una ilusión muy convincente en todo caso -dijo Sarah con una nota de sarcasmo, dejando caer eran entre sus arena para probar que tan sólida era la ilusión. Aunque el problema no es saber donde estamos, sino como vamos a volver.
Tras ellos no había ni rastro de la puerta.
-El río nunca vuelve sobre sus aguas -dijo Bill retrocediendo unos pasos. En el lugar donde debería haber estado la sala circular sólo habían más arena y dunas sucediéndose una tras otra -Tenemos que tomar más en serio las advertencias de esta gente.
-Un poco tarde para ese consejo. La única forma de salir de aquí es vencer la prueba que nos tienen preparada: "el mal oculto en el fragor de las aguas".
-Un momento! Reconozco este lugar! -dijo Stan- Esa isla es Elefantina. Estamos en el sur, cerca de la primera catarata. En la actualidad hay un ciudad cerca, Asuán, que debería verse en la otra rivera. Es una ciudad antigua que en el tiempo de los faraones se llamaba Siena. Sus primeras ruinas datan incluso del 2500 a.C.
Bill pensó un momento.
-Por lo tanto no estamos en la actualidad, ni tampoco en el pasado, por lo menos no durante el imperio egipcio ¿Hay alguna leyenda que vincule a Horus con un ser maligno? Y que mencione Elefantina.
-Se habla de una antigua batalla, la clásica lucha entre el bien y el mal. Se dice que fue aquí donde Horus derrotó definitivamente a Seth, condenándolo a volver a su reino de oscuridad y permanecer en él.
-Se ajusta a los versos, pero no me gusta para nada. -Sarah miró a las aguas que se extendían tranquilas.
-Como tú dijiste, es la única salida. Vamos -dijo Bill mientras comenzaba a bajar la ladera hacia el río.
Bajar la colina fue fácil: la inundación no llegaba tan arriba por lo que el suelo era firme. Pero a medida que se hundían en el légamo su avance se hacía más lento.
-Espero que el mal no haya tomado forma de golem de lodo. O de Grindilow. No me gustaría que algo tomara mis tobillos sin que lo viera y me arrastrara por el barro.
-Err…- Stan palideció al recordar el resto de la leyenda -Lo veremos venir, si tomaron al pie de la letra el mito.
Bill se detuvo a mirarlo:
-¿Qué es exactamente lo que debemos esperar?
-Un hipopótamo… gigante… y de color rojo.
No estaba muerta, estaba… err estudiando y sacando la vuelta, es lo más probable. Además sufrí una escasez de inspiración para escribir aventuras y de narrar en 3ª persona. He descubierto que el monologo me sale mucho mas natural :)
Pero bueno, esta historia no ha sido abandonada ni lo será. Pero puede que entre en receso cada cierto tiempo, sobre todo ahora que ya empezaron las clases y la explotación.
Alguna sugerencia? Serán bienvenidos todos sus comentarios, sobre todo de cómo se les ocurre salvar a estos pobres muchachos del aprieto en que los metí. Bill se los agrdecera.
Saludos
Mircalla
