Chapter 3.

(Into the blue)

Sara observaba aquel espectáculo sin dar crédito de ello, la infraestructura empleada inevitablemente le recordaba a la de los congresos americanos en los que chamanes místicos (más bien charlatanes) fardaban de sus poderes y su conexión espiritual con entidades superiores. Para por medio de sus manos curar a personas que tenían problemas de salud mientras el resto de los presentes clamaban «¡hallelujah!».

Un escalofrió le recorrió de arriba abajo de solo imaginárselo.

La verdad era que Satanás se había venido muy arriba con todo aquello, pero tampoco era de extrañar, su trayectoria llevaba bastante tiempo estancada y una oportunidad así sólo se presentaba una vez en la vida. Por lo que tampoco le resultaba sorprendente que no hubiese planeado con anterioridad robarle el trabajo a Mark, que modestias a parte era la POLLA. Así, en mayúsculas. Sólo que su amigo andaba muy cegato sufriendo como para verlo.

Pero nada que no se solucionara con un buen polvo, cuando todo aquello se acabase se pondría manos a la obra para buscarle el mejor revolcón a su amigo. Aunque ahora se le generaba la duda de si este sería top o bottom. Sabía que Mark era muy reservado con todo lo que tenía que ver con su vida sexual y jamás le diría algo tan íntimo como podía ser si él mordía almohada o no. Y mira que había intentado sonsacárselo de múltiples maneras.

Aunque por las veces que habían tenido sexo y esa vena dominante, pero sensible que tenía, todo apuntaba a que Marksito disfrutaba con lo mejor de ambos mundos, lo cual facilitaría mucho más las cosas. Por lo que rápidamente sacó su móvil y apuntó en las notas «llamar a Jackson». Ya tenía parte del trabajo hecho, sólo le faltaba hallar otros datos como posturas favoritas, flexible o no, si le gustaban que le pegaran, duro o suave, fetiches a cumplir. Pequeñas cosillas que apuntó.

«¿A Mark le gustara que le caguen encima? ...» pensó esta mientras despegaba la cabeza del móvil. «Vamos a dejarlo como quizás»

Después de aquello guardó su móvil en el bolso y aliso la falda de su vestido, tal vez hubiese escogido un atuendo un tanto refinado para la ocasión, base de satén negro. Puede que aquello fuese más para un MET Gala que para un congreso de física. Pero tampoco tenía muchas ocasiones en la vida como para vestir así. La última había sido hace seis meses, en la boda de su madre con su nuevo padrastro en la cual acabó teniendo un encuentro erótico-festivo con un joven de su misma edad, de acanelada piel, vibrantes ojos castaños, esponjosos risos y facciones de un adonis. Con el que básicamente había acabado enrollándose y haciéndole una paja en un embarcadero, en pleno espacio abierto, con la celebración a espaldas de ambos. Más tarde descubrió que era su nuevo hermanastro.

Pero aquello era otra historia para otro momento.

Bufo ante el semejante muermo de ponencia que estaba haciendo «la beyonsebe», lo más divertido habían sido los visuales con el juego de luz y la voz en off. Al menos hasta que llegase la sorpresa que le había preparado. Pero el momento aun no llegaría, por lo que presintiendo el infumable rollo que se les venía iba a necesitar un poco de fuerzas, rápidamente jaló la falda para dejar al descubierto su pierna derecha y en concreto el arnés que llevaba escondido, a la altura de su muslo y del cual tomó su «fancy petaca».

Antes muerta a que alguien la viera embriagándose en un recipiente poco sofisticado.

Mientras empinaba el codo se percató por el rabillo de que alguien la estaba observando, así que despegando los labios del recipiente y limpiándoselos toscamente, se giró para ver al señor que la observaba ciertamente sorprendido. Sin más le acercó la petaca, ofreciéndole así el dulce néctar de los dioses.

—¿Quiere un poco? Compartir es vivir —sin embargo, este lo rechazo negando rápidamente.

Con un encogimiento de hombros se dispuso a retirar el recipiente, pero rápidamente le fue rebatado por la señora que había al lado, que con cara de mala follá dio un buen trago para así devolverle la petaca y acomodarse en su asiento a ver aquel bochornoso espectáculo. ¿Acaso esa no era la decana? Se veía que a ella también iba a necesitar fuerzas para superar eso. ¿La reconocería de los disturbios? Por su expresión, estaba claro que tenía cosas más importantes de las que preocuparse.

Bueno, como había dicho, compartir es vivir.

Sin más se acomodó en su asiento, ya con algo más de chispa en su cuerpo iba a poder sobrellevar todo.

{…}

Mentira, era una maldita y embustera mentirosa, el licor barato de hipermercado apenas había podido aguantar, aquella señora era tan pero tan insulsa que ni el alcohol podía remediarlo. No tenía chispa ni enganche alguno, con dar una rápida pasada se podía ver como el ambiente iba cayendo por momentos. Y aquellas bromas que hacía en momentos puntuales no ayudaban. Marksito lo hubiese hecho un millón de veces mejor.

Al final había acabado viendo videos de gatitos en YouTube con el señor de al lado.

Sin embargo, cuando vio como en la presentación aparecía la imagen de dos agujeros negros juntos absorbiendo la luz, los cuales casi parecían estar bailando, supo que era la hora. Por lo que rápidamente tomó su móvil y preparo la cámara, el momento de la verdad había llegado. Apuntó. Estaba sudando de la emoción, principalmente. Cuando la trasparencia cambiara Montserrat se iba a quedar pálida, podía ver como ese dedo arrugado y churruscado estaba a punto de pulsar el botón. «Vamos, sólo un poco más» pensó con las pulsaciones al máximo.

Sin embargo, aquel momento nunca llegó, de pronto todo comenzó a temblar fuertemente, Sara dejó su móvil para agarrarse rápidamente a los reposabrazos de su butaca dado la intensidad de las sacudidas. Pero tan rápido como surgieron desaparecieron. ¿Qué demonios habría sido eso?

—Parece que ya ha acabado —dijo Satanás—. Bueno como iba dicie…

Sus palabras nunca llegaron a terminar de escucharse que un poderoso estruendo lo puso todo patas arriba, era como si el edificio hubiese salido volando violentamente por los aires, las luces se apagaron, las paredes se escucharon como se agrietaron, escombros cayeron de todas partes, los gritos de las personas parecían haber pasado por una centrifugadora.

Rápidamente las luces de emergencia se encendieron.

Sara que hasta el momento no se había enterado de qué había pasado, ya que aquello parecía como si la hubiesen metido de lleno en un tornado, reaccionó cuando la iluminación regresó.

—¿Te encuentras bien? —escuchó como alguien le preguntaba, pero todo le daba vueltas.

Cuando las persona que tenía delante paso de ser cuatro a uno, supo que poco a poco se estaba recuperando, entonces se fijó que el joven que le había hablado también pertenecía a la facultad, quizás al departamento de cuántica. Tampoco lo tenía muy claro, lo había visto un par de veces.

—Sí, eso creo —mientras respondió se acomodó el pelo juguetonamente.

—Me alegro de ello —la respuesta no vino de él, sino de otra voz—. Ahora podría quitarse de encima de mí.

Sorprendida miró hacia abajo para ver que aquella sacudida la había hecho caer encima del señor de al lado.

—¡Oh dios mío lo siento! —se intentó levantar, pero aún seguía algo mareada, por lo que rápidamente fue ayudada por el otro chico—. Gracias —dijo con coquetería mientras se arreglaba el pelo. Nunca se sabía cuándo iba a ser el momento.

—No hay de que, deberíamos salir de aquí… cuanto antes —comentó viendo el deplorable estado de la infraestructura.

Sara asintió en respuesta, pero antes de que pudiesen salir con el resto de las personas que huían despavoridas escuchó como alguien la llamaba.

—¡Sara… Sarita! ¡ayúdame!

Al darse la vuelta, ambos vieron a Monserrat corriendo del escenario toda despelucada y con la ropa hecha girones, temblando hasta más no poder, jamás había visto aquellos ojos saltones tan saltones, valga la redundancia. Maldijo en aquel instante que su móvil hubiese salido volando en alguna dirección, porque aquella imagen SÍ que valía la pena.

—Voy —contesto con pesadez antes de suspirar para ir a ayudarla a bajar.

Sin embargo, eso no le impidió darlo todo por la performance, de un ágil movimiento rasgó todo un lateral de la falda dejando a la vista la pierna derecha con el arnés y la petaca. El chico no pudo evitar abrir la boca sorprendido ante la Femme Fatale que tenía delante. Esta le respondió guiñándole pícaramente el ojo antes de correr a ayudar a la desvalida que gritaba su nombre a sus espaldas. Pero antes de que Sara pudiese subirse completamente a el escenario algunos cables que sujetaban las vigas con los focos se soltaron para comenzar a descender en un vertiginoso ángulo que se llevó por delante a la señora. Sara pudo ver como Montserrat era tomada por la espalda por aquella gran viga luminosa y elevada por los cielos como una especia de Jesucristo crucificado, antes de ser lanzada varios metros de distancia contra las butacas.

Ambos se quedaron estupefactos, sin hacer más que seguir con la mirada aquella horrible escena.

—¡Dios seguro que está muerta! ¡Han matado a la directora de mí amigo! —exclamó llevándose las manos a la cabeza.

—¡Sigue viva! —le informó el chico que rápidamente había ido a ver si la doña seguía con vida.

—Mierda —maldijo por lo bajo.

Entonces se bajó del escenario para correr hacia ellos y una vez ahí posicionarse al lado del joven.

—¿Estás seguro de qué sigue con vida? —cuestionó arqueando una ceja, moviendo su cabeza en diferentes posiciones para ajustarla a la imagen que tenía delante.

—Sí, está inconsciente, pero aún respira.

—¿Pero una persona con el cuerpo en esa posición puede seguir estándolo?

Aún seguía mirando detenidamente los diversos ángulos en los que había quedado el cuerpo de la señora, incrustado en el espacio entre los asientos y respaldares. Ambos jóvenes se miraron para encogerse de hombros al no tener respuesta para aquello. Dejando las banalidades para otro momento se posicionaron manos a la obra, cada uno la tomó de un lado para levantarla, Sara no pudo evitar poner cara de pánico cuando escuchó que algo crujía. Una vez que la doña estaba con los brazos pasando sobre sus respectivos hombros y su cabeza caída para atrás con los ojos en blanco y la boca abierta, estos comenzaron a arrastrarla para salir del edificio. Ya en el exterior, fueron testigos de como la ciudad estaba completamente a oscuras, con un fuerte olor a quemado que lo impregnaba todo, así como una serie de misteriosos destellos que iluminaban el cielo, provenientes del otro extremo de la ciudad, de la parte costera. Sonidos de sirenas provenientes de los diferentes cuerpos de salvamento y seguridad, los cuales resonaban por todas partes. Nadie entendía que estaba pasando. De pronto Sara se fijó en que, a lo lejos, en el Tibidabo había un punto que ardía en su máximo esplendor, esta sintió como el cuerpo se le helaba, ya que se trataba del observatorio.

—Mark —susurró antes de echar a correr hacia donde estaba su amigo, dejando caer el cuerpo inerte de la mujer.

—¡Espera! —le llamó el joven intentado aguantar a la doña— ¡¿A dónde vas?!

—Mi amigo está en el observatorio —entonces el chico se fijó en lo que momentos antes esta había visualizado—. Tengo que ir.

—No sabemos qué ha pasado, la ciudad está completamente colapsada, dudo que las líneas de ferrocarril estén operativas…"

—¡Me da igual! ¡Mi amigo y yo tenemos una conexión, sé que está en peligro, no pienso dejar que se ase como un pollo! ¡Puedes decir lo que quieras, pero no permitiré que me detengas!"

—En realidad iba a decir antes de que me interrumpieses groseramente, que tengo el coche aparcado a unas cuadras de aquí, podemos meter a la señora en los asientos trasero e ir a buscar a tu amigo"

—Ah —respondió con cara de póker.

—Ah —le imitó él.

—¿Y has conseguido aparcar aquí cerca? ¿Gratis?

—Sí.

—¡Qué máquina!

—¿Vamos o qué?

—¡Sí, sí, sí! —rápidamente volvió colocarse a Montserrat.

Pero antes de que pudiesen ir hasta el coche, estos observaron como por la avenida principal del complejo decenas de personas corrían despavoridas hacia ellos.

—¡¿Y ahora qué?! —maldijo asustada.

Entonces estos pudieron ver como por las entradas de la Plaza España el agua del mar entraba tormentosamente para rápidamente inundarla y comenzar a arremolinarse en la entrada de la avenida y, así, lanzarse con todas sus fuerzas sobre ellos.

—¡Oh venga ya!

El dúo echo a correr velozmente en la dirección contraria, tenían que llegar cuantos antes a las escaleras para comenzar a subir y poder ponerse a buen recaudo, pero aquello era una tarea complicada al tener que llevar un peso muerto. Corrían lo máximo que podían, mientras que a sus espaldas el mar se les echaba encima con todas sus fuerzas, golpeando violentamente y llevándose por delante todo lo que encontraba a su paso. Milagrosamente lograron alcanzar el primer tramo de escaleras que subían a Montjuic, las cuales comenzaron a subir torpemente, hasta alcanzar el primer nivel, pero como aquello no les daba garantías rápidamente siguieron adelante. Subiendo así, junto con el resto de los ciudadanos los siguientes tramos de escaleras que daban al tercer nivel. Entonces sintieron como las cosas se calmaban, al darse la vuelta pudieron ver como finalmente el agua había cesado su curso, llegando a una altura suficiente como para cubrir la base de las cuatro columnas de la zona. La avenida había quedado completamente inundada.

—¡Mirad eso de ahí! —e escucho como gritaba alguien, seguido de más personas que emitían ruidos de expectación.

Entonces Sara dirigió su mirada hacia donde todo el mundo señalaba y pudo ver de nuevo el observatorio en llamas, pero esta vez había algo distinto y era que de entre estas había surgido un misterioso haz de energía, esmeralda, que se alzaba hasta llegar a los cielos y perderse entre las nubes donde derramaba su poder. Pero rápidamente dicho rayo de energía se esfumo en un estallido que desapareció elegantemente, llevándose consigo gran parte de las llamas del complejo. A Sara se le formo un nudo en la garganta, no entendía que estaba pasando, simplemente rezaba porque Mark estuviese bien.

(*****)

De nuevo volvía a estar en aquel lugar, los desgarradores llantos de aquel niño de espaldas a mí generaban una asfixiante presión en mí pecho, mientras que yo, otra vez, me hallaba a varios metros de distancia. Cada segundo que pasaba aquella sensación iba aumentando. Sin embargo, seguía siendo incapaz de hacer algo. Prefería quedarme ahí, ahogándome como el cobarde que era, al no tener las suficientes agallas de dar un paso al frente y encarar todo. No. Prefería retorcerme en mí dolor constante, ya que aquello era lo único seguro.

El viejo tablón de madera crujió ante mi peso, había dado un paso atrás, mi corazón comenzaba a acelerarse. Volví a retroceder. El llanto se había vuelto más intensó. Sentí como mis ojos se cristalizaban, las ganas de llorar aumentaban por minutos, por lo que finalmente acabé huyendo, alejándome lo suficiente como para que todo aquello que me estaba ahogando se esfumase. Inevitablemente rompí a llorar. ¿Por qué tenía que ser tan difícil? ¿Por qué todo tenía que ser siempre cuesta arriba? ¿Por qué simplemente no podía dejar de sentir? Que todo aquello se esfumase. Simplemente quedar vacío de sentimientos.

¿Por qué era tan cobarde?

De nuevo volví a posar mi vista en aquel desdichado pequeñín «aún no soy lo suficientemente fuerte como para poder ayudarte» pensé mientras apretaba dolorosamente mis puños y las lágrimas continuaban derramándose por mi rostro.

Miré por un momento aquel lugar, para preguntarme cuándo aquel bonito y tranquilo lago se había convertido en aquel triste y gris espacio, donde hace mucho que las nubes impedían que el sol se mostrase, en el que los bosques se habían tornado hostiles y aterradores. En el que las cristalinas aguas se habían vuelto tan oscuras y turbias que amenazaban con atraparte y hundirte hasta unas profundidades infinitas. La luz hacía mucho tiempo que había abandonado aquellas tierras, dejando a su paso una estela de melancolía.

—Interesante —escuché como dijo una voz femenina

De pronto me percaté de que los llantos de dolor habían cesado, al mirar hacia delante vi que el niño había desapareció y solo estaba yo en aquel largo embarcadero. Miré de un lado a otro buscando la dueña de aquella voz, pero no había rastro alguno.

—¿Hola? —alcé la voz, pero la única respuesta que obtuve fue mi propio eco.

No tenía muy claro que estaba ocurriendo, a pesar de no poder ver a nadie, sabía que la persona que había dicho aquello estaba ahí, observándome, la podía sentir; de pronto densas nubes de niebla comenzaron a envolverlo todo hasta que finalmente me era imposible ver más allá de dos palmos.

—Por aquí —me indico a lo lejos.

Con cierta duda, comencé a avanzar siguiendo la voz de aquella misteriosa presencia, la cual me guiaba a través de la niebla. Mis pasos resonaban en los astillados y viejos tablones, mi respiración comenzaba a agitarse, el no poder ver ni saber que estaba pasando a mi alrededor me estaba poniendo nervioso, odiaba sentir aquella indefensión.

—Vamos sólo un poco más cerca Mark.

—¿Co-Cómo sabes mi nombre? —pregunté intentando hacer que la voz no me temblara.

Pude escuchar como esta se rio

—Porque te conozco —se limitó a decir—. Ya casi lo tienes, un par de pasos más y lo conseguirás. ¡Venga!

Finalmente acabé llegando al final del embarcadero, jamás había avanzad tanto en las repetidas ocasiones que visitaba este triste lugar.

—Va-Vale ya estoy aquí. ¡Muéstrate! —ordené temblando como un flan.

—Me temo que todavía no.

—¡Qué! Pero si he hecho lo que me pediste —comencé a mirar de un lado a otro ya que podía escuchar como algo se acercaba a mí, pero no sabía de dónde.

—Primero debo enseñarte una cosa.

Entonces pude sentir un par de manos que me empujaron por la espalda. Grité al sentir como caía del embarcadero a las profundas aguas, cubriéndome el rostro para protegerme del impacto. Sin embargo, nunca choqué contra el agua sino contra piedra.

—¿Qué cojones?

No entendía que estaba pasando. Observé la piedra blanquecina con extraños gravados que tenía frente a mí para ponerme de rodillas y entonces ahí fue cuando de verdad alucine, ya no estaba en el lago sino en un kilométrico puente de piedra que se levantaba varios metros de distancia y atravesaba un extenso valle rodeado de montañas. En medio de dichas tierras había una colosal estructura de piedra, de una arquitectura particular. Parecía algún tipo de catedral. En aquellos misteriosos páramos reinaba algo que costaba definir con palabras, era como si el dolor y la rabia lo consumieran todo, una presente opresión, que se extendía a todos que conformaba aquel lugar. Las plantas lucían apagadas, no se escuchaba rastro alguno de animales por la zona, el cielo era gris y estaba espesamente cubierto de nubes negras, el aire que respiraba era denso. Incluso la luz parecía huir de la melancolía de aquellas tierras, algunos escasos rayos se atrevían a iluminar tímidamente, luchando con las inmensas sombras que lo impregnaban todo. Otra particularidad era que todo aquel sitio era como si se desasiera, esfumase, algún tipo de recuerdo que poco a poco se iba disolviendo como la pintura en el agua.

No tenía muy claro que estaba pasando, quién era la chica que me había traído hasta ahí o dónde me encontraba. Me levanté y miré de un lado a otro, sin tener muy claro a dónde ir. A mis espaldas había una abertura en la roca, un pasaje que me permitía salir de aquí «¿tal vez podría atravesarlo?» pero tampoco tenía muy claro qué hacer una vez que saliera de este sitio o que tan seguro era el exterior.

No quería arriesgarme zambulléndome de cabeza a lo desconocido.

Me di media vuelta para mirar de nuevo aquel misterioso templo, sinceramente no me daba para nada buena espina, sin embargo, había algo; una fuerza inexplicable que me atraía hacia este. Respiré profundamente y tomando valor comencé a recorrer aquel colosal puente. A medida que iba caminando me daba cuenta de que aquella particular tierra era cuanto menos peculiar, poseía varios tipos de territorios: un vástago desierto en su primera parte, pero a través de las montañas que lo formaban, más allá podía ver diferentes paisajes. Seguí mi recorrido hasta que al cabo de un tiempo llegué a un punto intermedio.

—Fascinante —dije mientras miraba de un extremo a otro la colosal falla que partía la tierra a la mitad, por la que se colaba el mar dado el olor a sal que podía percibir, y por la que se colaban diferentes afluentes de agua procedentes de lagos y ríos que daban lugar a una gran catarata. Al otro extremo, en la plataforma en cuyo centro se encontraba el templo, el terreno se hallaba cubierto por extensas praderas, así como una formación montañosa a lo lejos, que terminaba de cerrar el valle.

Aquel sitio era realmente hermoso, a pesar de estar todo cubierto por aquel velo de melancolía.

De pronto escuché algo que irrumpió completamente el sepulcral silencio que reinaba. Eran gritos de dolor. Miré fijamente de nuevo al tenebroso e imponente templo, lugar del que provenían aquellos profundos y desgarradores quejidos, podía jurar que se trataba de algún chico joven. Sin saber muy bien por qué, eché a correr hacia el templo, aun me faltaban varios kilómetros de distancia por recorrer.

Con cada metro que recorría los gritos se volvían más fuertes, más dolorosos, hasta el punto sentirlos en tus propias carnes. Pero aquello no era lo único. A medida que la distancia iba disminuyendo, los páramos se alteraban, la tierra se sacudía casi como si estuviera rugiendo, las nubes se arremolinaban alrededor del templo; descargando sobre el territorio una torrencial lluvia. Fuertes vientos se levantaron, haciendo volar por los aires todo aquello que no aguantaba su paso, inmensos rayos comenzaron a surcar los cielos, iluminándolo todo con una fantasmal luz azul, a la vez que poderosas explosiones retumbaban de un extremo a otro.

—¡Mierda! —a causa de la lluvia resbale y entonces fui empujado por un vendaval, haciendo que retrocediese rodando varios metros de distancia.

Otra vez de rodillas me limpie la cara, intentado ver algo, pero la lluvia me lo complicaba bastante. De pronto percibí como el templo se movía, como cuando dejabas caer una piedra en un estanque en calma y se formaban ondas que surcaban su superficie. «¿Acaso era una deformación del continuo espacio tiempo?»

—¡¿Qué demonios está pasando en este lugar?!

De nuevo me volví a poner de pie, a pesar del caos que había, los gritos seguían siendo nítidos y la tormenta respondía a estos, volviéndose más poderosa, más violenta, más destructiva. Los rayos habían comenzado a caer más cerca de la estructura, por lo que tenía que darme prisa. En mi carrera contra reloj vi como varios de aquellas lenguas de electricidad impactaban sin compasión alguna contra la construcción, no entendía qué era todo aquello, solo que quien fuese que estuviese ahí dentro estuviera bien. O que aguantara el tiempo suficiente para que llegara.

Un poderoso temblor hizo que cayese contra el suelo y mientras me incorporaba nuevamente, puede apreciar por el reflejo en los charcos de agua como del ojo de la tormenta comenzaba a brotar una misteriosa luz. Sin darme tiempo a reaccionar esta se hizo más potente, emitiendo así un poderoso resplandor que me cegó en el acto. Poco a poco mis ojos fueron acostumbrándose a la repentina intensidad, para que una vez que volvía a apreciar mi alrededor nuevamente me quedé alucinado. En los cielos, justo encima de la edificación, había aparecido un misterioso símbolo, de un brillante esmeralda, tenía unas intrincadas formas y su interior estaba cubierto por unos extraños gravados. De repente un nuevo grito se escuchó, capaz de helarte la sangre, como un puñal directo al corazón, era el último de todos, aquella persona finalmente se había dado por vencida. Un poderoso haz de energía oscura, formada por cientos de miles de pequeños tentáculos, surgió de las entrañas del templo, para salir disparado a los cielos destrozando, en el proceso, parte de la estructura e impactar así contra aquel símbolo.

Toda aquella materia oscura se congrego en el interior, ocasionado que las escrituras brillasen con aún más intensidad y la misteriosa representación mutase, de sus laterales surgieron una serie de agujas. Veinticuatro en total. A las cuales comenzó a ser drenado toda aquella misteriosa energía, que parecía tener vida propia, conglomerándose en las puntas de las flechas, para así salir disparadas como estrellas fugases a diferentes partes del valle, perdiéndose a la vista. Solo para al cabo de unos instantes resurgir en un estallido de luz que se elevó hasta los cielos, emitiendo al conjunto un sonido gutural, que disperso en su totalidad la tormenta.

De nuevo todo volvía a estar en la más profunda calma, yo no daba crédito a todo lo que había ocurrido momentos antes, sin embargo, no tuve tiempo de asimilarlo ya que en cuestión de segundos todo a mi alrededor finalmente se disolvió.

(*****)

Abrí mis ojos a la vez que me incorporaba rápidamente sobre la cama, sentía como si el corazón se me fuese a salir, tuve que sujetarme con más fuerza dado el repentino mareo que tuve. Cuando mi cabeza dejo de dar vueltas y mis pulsaciones se normalizaron, pude observar que no me encontraba en el observatorio, miré de un lado a otro, paredes blancas, tenía varios cables y viales conectados, un poderoso olor a desinfectante lo impregnaba todo. Estaba en un hospital.

Estar en aquel repentino lugar trajo consigo un breve flash, pero a pesar de ser escueto estaba tan cargado de dolorosos recuerdos que me vi obligado a cerrar los ojos y respirar profundamente. «Ahora no Mark… no ahora, aguanta… respira» Cuando aquello paso, me dejé caer en mi cama, mirando fijamente el desagradable techo blanco, me llevé las manos a la cabeza revolviendo mi pelo.

—Es de locos.

Todavía intentaba comprender cómo seguía vivo, rememorando los momentos previos a perder el conocimiento, por mucho que lo deseara aquello no había sido un sueño. Todavía podía sentir el gélido acero de aquella clase de espada y aún más su poder. Un escalofrío me recorrió al recordarlo, aquella sensación era tan increíble, imposible de describir. Para entenderla era necesario vivirlo, sentirlo.

—Es una puta locura.

Mi cerebro intentaba buscarle un sentido lógico a todo aquello, pero por desgracia no había respuesta alguna que pudiese explicar todo aquello y tampoco tuve oportunidad de poder darle más vueltas porque una voz se escuchó en mi habitación.

—Sí que la hay.

Habitación en la que supuestamente estaba yo solo. Sentí un sudor frío por toda mi espalda.

—¡¿Quién es?! —rápidamente me incorporé en la cama mirando de un lado a otro del lugar, pero no había rastro alguno. Entonces me di cuenta de cierto detalle que nublo el hecho de que había escuchado una voz—. ¡Eres la maldita zorra que me empujo del embarcadero! ¡Da la cara ahora si eres tan valiente! —demandé—. Te parecerá bonito, ir defenestrando a la gente por ahí"

Puede escuchar como tenía los santísimos ovarios de reírse, lo cual me enfureció más.

—No creo que esa sea la palabra correcta.

—¡Yo uso el vocabulario como a mí me sale del escroto! —ladré a todo pulmón. Como se nota que odio que me corrijan.

—¡Ja, ja, ja! Menudo genio tenemos. Más adelante te daré respuestas, lo principal ahora es que descanses.

—¡Qué!... No puedes irte, así como así, necesito… —no sabía qué necesitaba exactamente, lo cual me molestaba, pero más aún era que aquella tía se hubiese ido y me dejase a medias. Para nada me gustaba que me dejarán a medias—. Sabes qué… ¡Qué te follen a ti ya tus putas respuestas! —grité para tírame contra la cama y cruzarme de brazos mientras seguía maldiciendo cual niño con pataleta

La verdad era que a mis veinticuatro años era algo bastante patético. Después me quejaba porque me dijesen niño rico mimado.

De pronto pude escuchar voces al otro lado, dos personas venían discutiendo por el pasillo, aquello hizo que me incorporase nuevamente para poder escuchar mejor.

—Señorita, como la vuelva a pillar intentado colarse en el ala de hospitalización me veré en la obligación de tener que llamar a seguridad. Ya le hemos dicho que su amigo se encuentra estable, cuando despierte será la primera a la que informaremos —respondió un señor mayor.

«Creo que me hago una idea de quién se trata»

—Doctor usted es incapaz de comprender la importancia de que yo esté aquí, Mark lo primero que tiene que ver al despertar es mi cara, necesita de un rostro conocido que lo ayude a superar el shock tan grande que será despertar después de lo que ha pasado.

«Ay Sara que haría yo sin ti»

—Ni que fuéramos Chip y Chop —preferí responder, sabiendo que me habían escuchado perfectamente.

La puerta corredera se abrió al instante, frente a mis ojos estaba mi amiga vestida con el uniforme para cirugías que a saber de dónde lo habría robado y junto a ella el señor que supongo era el doctor que se encargaba de mí.

—¡Ferguson maldito hijo de la gran puta desagradecido! Si lo sé dejo que te pudras aquí.

—Vamos, sabes que me echarías de menos —conteste con cierta sorna.

—¡Siií!

Ambos guardamos silencio por un momento. Entonces yo abrí mis brazos invitándola a un abrazo.

—¡Mark! —gritó compungida como una niña pequeña mientras corría hacia mí y se me abalanzaba, para comenzar a llorar. Yo la abrace con todas mis fuerzas, mentiría si dijese que no me emocione—. Que alivio saber que estás bien, todo pasó demasiado rápido. Intenté ir a rescatarte, de verás que lo intenté, pero todo estaba hecho un caos.

—Shhh… no te sigas lamentando por ello, sé que lo intentaste, ahora lo importante es que ambos estamos sanos y salvos —separe su rostro de mi pecho para limpiarle las lágrimas.

Esta asintió en respuesta para separase y dejarme algo de espacio, pero aun así yo no la deje irse muy lejos, en el fondo los recuerdos aún eran frescos y el miedo seguía presente. Entonces ambos pudimos ver como el doctor se acercaba.

—Es un alivio ver que estas bien muchacho, cuando los servicios de emergencia te encontraron estabas inconsciente, habías inalado demasiado humo y tus pulsaciones eran casi inexistentes. Pensábamos que estabas muerto, pero aun así tu cuerpo seguía luchando. Jamás había visto una persona en un estado como ese casi parecía…

—Como si me hubiesen drenado toda la vida —respondí a lo que este asintió, recordé como aquel poderoso estallido me consumía por un momento. Tuve un nuevo escalofrió.

—Por eso te hemos tenido aquí en observación durante estos cuatro días.

—¡¿Cuatro días?! Llevo cuatro días durmiendo.

—Sí, dado tu delicado estado pensábamos que tardarías más tiempo en recuperarte y por tanto en despertar, pero ya ves que no.

—Se lo dije —comentó Sara toda orgullosa—. Mi Marksito es todo un luchador.

—No me llames así.

—¿Por qué no? Si eres como un bebé —comenzó a pellizcarme las mejillas.

—Quita coño —le di un manotazo para que quitara sus manos de encima de mío obstinado.

—Un bebé muy malhumorado —añadió mientras se sobaba.

Un carraspeo nos devolvió de nuevo a la realidad y ambos miramos al doctor.

—Si es tan amable.

—Sí, por supuesto —me acerqué para que este me hiciera un chequeó rápido.

—Todo parece en orden —comentó una vez que apartó la luz de la linterna de mis ojos—. ¿Has tenido algún tipo de dolor en la cabeza o alucinación?"

«¿Por alucinación cuenta lo de aquella espada o lo de la voz femenina que se comunica conmigo?» rápidamente negué en respuesta. Lo menos que necesito ahora es un billete al ala de psiquiatría, no cuando ni yo mismo sé discernir qué es real y qué no lo es. Antes de hablar primero tenía que ser capaz de entender que estaba pasando.

—Todavía es pronto para decirlo, en cualquier caso, simplemente se trataría de un simple efecto secundario —efecto secundario, eso me gusta, suena coherente—. Aun así, te mandare a hacer un par de pruebas más y si los resultados son buenos esta misma tarde tendrás el alta.

Después de aquello ambos nos despedimos del doctor que sigo con su ronda, la habitación se envolvió en un silencio en el que ninguno sabía qué decir.

—Sabes que eso de ver tu vida pasar ante tus ojos es una completa farsa, yo lo estuve y no vi nada —dejé caer.

—Mark por el amor de Jesucristo ¿Cuándo ligas con alguien, así es como rompes el hielo?

—En realidad suelo decir que soy un huérfano coreano adoptado por millonarios escoceses con títulos nobiliarios —rectifiqué mientas me recostaba—. Es mucho más atractivo.

Después de aquello ambos nos quedamos mirando para al cabo de unos segundos comenzar a reír.

—Pero ahora enserio, la verdad es que tuve bastante miedo, aún sigo teniéndolo, no sé… todo ocurrió tan rápido y a la vez tan lento que era capaz de verlo todo nítidamente, pero apenas podía procesarlo.

—Para mí también, todo fue tan repentino, estaba escuchando el muermo de ponencia de Montserrat cuando… —paró al ver mi cara de emoción—. No Marki, el asteroide impacto justo cuando iba a comenzar lo bueno —rápidamente mi cara de expectación se volvió lánguida.

—Tiene suerte hasta para eso la muy maldita.

Entonces pude ver como Sara guardaba silencio.

—Hablando de suerte… vístete que tengo que enseñarte una cosa.

—¿Qué cosa?

—Es sorpresa —se limitó a decirme.

Por lo que sin más le hice caso.

—Anda ven aquí que te ato la bata, no querrás ir por todo el hospital haciendo un «Marilyn».

{…}

—Vaya —fue lo único que atine decir.

—Impresionante ¿verdad? —comentó con cierta admiración.

—¿Cómo es que sigue viva?

—Nadie se lo explica. Ni en el más allá la quieren.

—No sabía que un cuerpo pudiese adoptar esa postura… pensaba que esto solo ocurría en los dibujos animados —comenté viendo los ángulos y cantidad de yeso que cubría su cuerpo.

Sara me había contado todo lo que había pasado en especial la parte en la que Satanás fue ascendida hasta los cielos y así poder estar en la gloria del señor. Mentiría si dijese que no me reí cuando me lo conto, en realidad casi, dado que supe aguantar la carcajada cuando esta llego al «highlight» del momento. No está bien reírse de las desgracias ajenas… aunque en el fondo te alegres.

¿A quién quiero engallar? Por supuesto que lo he disfrutado y me reservo las risas para cuando salga de aquí acompañado de una botella de vino para brindar. ¿Quién ríe ahora hija de la gran puta? Al final sí que dejaste el listón bastante alto, altísimo. Esto es lo que pasa cuando te apropias del trabajo del otro, el karma no perdona.

—La pobre está tan hasta arriba de analgésicos para el dolor que es incapaz de saber que ocurre a su alrededor, mira —entonces se puso a estrujarle la cara para hacer muecas a la vez que ponía diferentes voces.

—Sara para ya —le ordené, no porque estuviese mal sino porque nos habíamos colado en una habitación y lo que menos necesitábamos es que apareciera alguien del personal.

—El Karma es glorioso ¿no crees Mark? —me dijo una vez que salimos de la habitación—. Al final le acaba ajustando las cuentas a todos.

—¿Para ajustar las cuentas estrella un asteroide contra la ciudad?

—Más o menos, todo en su justa medida.

—El Karma es la polla,

—Lo es Marksito mío.

—No me llames así".

Después de aquello le pedí que me acompañase a las máquinas a por algo de comer, después de estar cuatro días sobando necesitaba meter un poco de combustible al cuerpo.

—¡Dios que bueno está esto! —en mi vida un sándwich de pollo de una máquina expendedora de a saber cuánto tiempo me había sabido tan bien. Aquella cosa tan cutre había despertado una sinfonía en mis papilas que nunca antes había sentido. Si sólo tuviese un matcha para acompañar.

—Por cierto, tú hermana estuvo aquí.

—¿Qu-qué? —casi me atraganto—. ¿Cómo que Kat estuvo aquí?

—Fue hospitalizarte y a las pocas horas ya había puesto un pie en el aeropuerto. Vino a verte y estuvo contigo los tres primeros días, se encargó de tranquilizar a tu padre porque me dijo que lo que menos hacía falta era que el viniera.

—Es lo mejor, todavía lo de mamá es reciente y no se ha recuperado del todo, no necesita de otro susto.

—Siguiendo con tu hermana, tuvo que irse ayer por temas del trabajo que no tenía manera alguna de postergar, me dijo que se iba a pedir una excedencia para volver. Deberías darle la sorpresa y llamarla.

—Lo haré.

No pude evitar sonreír, de pronto el miedo y angustia que me habían acompañado desde que desperté desaparecieron cuando supe que Kat me había estado a mi lado todo ese tiempo. De pronto me sentía arropado.

Una vez que había repuesto fuerzas ambos seguimos caminando por el pasillo, no tenía ganas de regresar a la habitación, por lo que me deje arrastrar por Sara y su gran sentido de la orientación. En nuestro recorrido por los corredores del hospital ella me iba poniendo al día de todo lo que había pasado, el impacto había afectado principalmente a toda la costa de la ciudad, pero que en cierta forma había servido de escudo para el resto. Sin embargo, todo lo que era el centro de la ciudad había quedado cerrado hasta que los operativos terminasen de limpiar la zona. A pesar de todo, la ciudad se estaba recomponiendo.

Como en cualquier catástrofe había habido víctimas mortales, para que engañarnos, el mundo nunca va a ser un lugar tan bonito como lo imaginamos y por muchas esperanzas que tengamos de que las cosas no sean así la realidad siempre dictara lo contrario. Aun así, habían sido muy inferiores a lo que se esperaba, por lo visto un alivio según los medios. No pude evitar pensar en aquel guardia de seguridad del observatorio, ojalá hubiese sido un poco más simpático con él.

Después de aquello ambos continuamos con nuestra ruta por el hospital, charlando ahora de temas poco relevantes sin embargo en un momento dado pude notar a alguien por el rabillo de ojo y curioso me giré, había un largo pasillo a mi derecha, completamente vació. Me quedé un momento observando, sabía que había alguien hay, lo podía sentir. Entonces en un momento dado, pude ver como de una de las esquinas sobresalía escasamente un rostro.

Lo sabía.

Eche a andar a paso rápido, cuando la persona que estaba al otro lado noto que venía rápidamente se apartó.

—¡Espera! —grité mientras corría ahora. Recorrí velozmente el pasillo y tras dar un giro veloz tuve al frente otro corredor completamente vació. «No puede ser» no había rastro de nadie—. Me estoy volviendo loco"

De pronto sentí como alguien me tomaba del hombro haciendo que me sobresaltara a la vez que emitía un vergonzoso chillido de pánico, me giré para verme a Sara.

—Puta —dije llevándome una mano al pecho, tenía el corazón a mil.

—Que sensible eres —se quejó esta—. A este ritmo no llegas a los treinta… ¿Qué se supone que estabas haciendo aquí? Cuando me vine a dar cuenta me habías dejado completamente sola. ¿Tú sabes todos los metros que recorrí hablando a la nada?"

—Es terapéutico —me limité a decirle mientras caminaba lejos de ahí.

—¿Entonces? ¿No me vas a responder?

—Pensé que había visto a alguien. Ya está.

El tiempo transcurrió sin más sorpresas después de aquel extraño suceso, volvimos a la habitación y al poco vinieron a buscarme para hacerme las pruebas que el doctor me había comentado. Así que tras una analítica y una resonancia magnética los resultados confirmaron lo que el doctor ya me había dicho, todo estaba bien. Físicamente hablando, ya que aun existían ciertas cuestiones a las que no podía dar respuesta, aquella espada, la energía que brotaba de ella, todavía seguía sin creerme lo que supuestamente había pasado. Quería pensar lo contrario, que a causa del humo había perdido el conocimiento y todo lo que vi en realidad fue cosa de mi imaginación, deseaba hacerlo. Sin embargo, muy en el fondo sabía que no era así. Pero aun así me negaba a creer que todo fuese cosa de magia. Tonterías. La magia es la respuesta que se da cuando eres incapaz de poder explicar algo.

Me encontraba en la entrada del hospital, Sara había ido a buscar el coche, balanceaba mis rodillas mientras veía pasar a la gente, haciendo tiempo en lo que mi amiga tardaba en buscar el coche cuando de pronto mi móvil comenzó a sonar. Al mirar el identificador no pude evitar paralizarme por unos segundos.

Mi hermana me estaba llamando. Parece que ya se había enterado de que estaba despierto, seguro fue el personal del hospital porque Sara con lo abuelita que era al volante no se iba a atrever a despegar la cara de la carretera para mandar un mensaje.

Respiré hondo antes de descolgar, de pronto me había puesto nervioso.

—Hola Kat.

Al instante la escuche respirar fuego por el otro lado.

—¡¿Cómo que hola Kat?! Un asteroide impacta contra la ciudad que vives, casi te asas como un cochinillo, pasas cuatro días en coma y lo mejor que tienes para decir es «¿Hola Kat?» Serás imbécil.

—Primero, impactó contra el mar, segundo, no me ase simplemente inhale mucho humo y tercero, no estaba en coma sólo inconsciente.

Resopló ante mi respuesta.

—Eres insufrible.

—Y tú toda una joyita de hermana mayor.

Hubo un silencio.

—Que te follen.

—¡¿Cómo?! ¡Qué te follen a ti!

—¡Pero habrase visto! Maldito desagradecido. Veo las noticias del desastre que hubo y a los pocos minutos suena el móvil para decirme que estás hospitalizado, me dejo la pasta en un avión privado para llegar, me líe a hostias con un guardia del aeropuerto. A pesar de estar todo colapsado consigo llegar al hospital para encontrarte vegetal y me pego tres días. Encima aguantando a la loca de tu amiga con sus movidas mentales —uf, ya con eso tenía el cielo ganado—. Ojalá te hubiesen dejado en el contenedor del que te recogieron.

—Al menos yo tengo claro que soy adoptado, lo mismo no podemos decir de ti guapa.

—Capullo.

—Mal follada,

—¡Pero serás…!

—Pero serás —repetí con una voz más aguda.

—Casi con veinticinco años y sigues siendo igual de inmaduro.

—¡¿Inmaduro yo!? ¿Quién empezó con lo de que te follen? Anda Katherine, si la cosa va por edades te recuerdo quién va este año a alcanzar la treintena —toma golpe bajo.

—Touché.

Después de aquello ambos guardamos silencio para al poco comenzar a reírnos a más no poder.

—Ahora enserio no sabes lo que me alivia saber que estás bien. Los médicos me han llamado y me han puesto al tanto.

—Muchas gracias a ti por estar estos días conmigo, Sara me lo ha contado.

—Eres mi hermanito —fue la respuesta que me dio, pero no como una obligación autoimpuesta.

—Gracias Kat. ¡Por cierto!… ¿cómo fue lo del guardia?

—Nunca lo sabrás.

—¡Oh! Vamos.

—Que no.

—Da igual, en algún momento lo descubriré.

—Adelante. Aunque no me sorprende que le des más importancia a descubrir mi pelea que al asteroide del tamaño del Celtic que casi te mata.

—Ya sabes, tengo mis prioridades claras. Otra cosa, Sara me dijo que te encargaste de papá, ¿cómo lo hiciste?

—Sabes que sé lidiar con él. No le mentí, bueno no del todo. Le dije lo justo y necesario para bajar su umbral de preocupación. Aun así, llámalo que lo aliviara bastante y de paso le alegrara oír tu voz, hace mucho que no hablamos contigo.

—Sí, desde que tenga un momento lo llamo.

"Bien, bien… Por cierto, no tuve oportunidad de dar una vuelta por tu piso —ni con un pie en la tumba deja juzgar mis hábitos de vida—. ¿Cómo está todo? ¿Te encuentras bien? ¿Comes sano? ¿Has reducido la ingesta de alcohol?"

—Kat por favor, que llevo ya bastante tiempo independizado, se valerme por mi solito.

—Sí claro... recuerda lo que te dije, no te avisare cuando vaya y como te encuentre como la última vez, arrastrare tu culo plano de vuelta a Escocia —Cierto, me había dado un ultimátum, mi cabeza lo había eliminado, sólo se había quedado con lo de robarme a la gata.

—Mi culo no es plano, hago muchas sentadillas para tenerlo respingón.

—Mark para… Me acabo de imaginar cosas que a una hermana mayor no debería sobre su hermano pequeño —el disgusto que puede apreciar por la línea me hizo sonreír con diversión.

De pronto pude escuchar un chillido, una especie de grito indescriptible de fondo, al instante a Kat suspiro abatida mientras que a mí se me iluminaron los ojos.

—¡No! No te voy a abrir el balcón, lo único que haces es salir para maullarle a la gente de esa manera tan horrible, pareces un alma en pena.

Se volvieron a escuchar gritos, quejidos guturales.

—Maldita la hora en la que me traje a este animal.

—¡Eogwin! —grité de emoción—. ¡Katherine Ferguson! Ponme ahora mismo a mi gata.

—¡¿Qué?! No.

—Oh vamos, por favor, me arrebataste a mi bebé de mis brazos, seguro que me echa de menos…

—¡Qué te va a echar de menos la mierda esa!

—¡Calla y pásamela!"

—Mark esa gata tuya no puede ser normal, no maúlla, literalmente chilla. Además la hija puta es una bipolar caprichosa, que te mira de una forma que no me gusta un pelo, parece como si supiese todos tus pecados y te juzgase"

—Lo sé, ¿por qué crees que la adopte? Es perfecta, un claro reflejo de mi alma.

De pronto se escucharon maullidos de lamento, como si la estuviesen matando.

—¡Calla ya! Que los vecinos van a llamar de nuevo a la policía pensando que te estoy maltratando y a ver cómo le explico a los agentes que no soy yo sino tú que eres una maldita desequilibrada"

—Anda Kat, porfis —supliqué.

—¡Ahrg! Está bien… Estás en altavoz.

—¡Eogwin bebé!

Al instante recibí un chillido como respuesta.

—Ay señor de la cañita —bufó mi hermana.

(*****)

Estuve como cinco minutos haciéndole mimos a la gata mientras chillaba y mi hermana se quejaba de fondo, hasta que finalmente tuve que colgar cuando vi a Sara aproximarse. Una vez en el coche ambos íbamos en silencio, yo apoyado a la ventana con mi vista perdida en los edificios de la Diagonal mientras seguía dándole vueltas a todo el asunto. Si quería dejar de pensar que estaba loco, primero necesitaba hallar respuestas.

—¿Sigues pensando en eso?

Yo asentí en respuesta, para luego hablar

—Lo pienso y aún sigo sin creerme todo lo que ocurrió, pasaron tantas cosas que no sabría decirte qué es real y qué no lo es… es curioso como el cerebro organiza la información.

—Lo es… ¿Y no recuerdas nada en especial? Algo que se saliera de lo normal aquella fatídica noche.

No pude evitar tensarme por lo que me dijo «¿Acaso ella había visto…? No, no podía»

—¿A qué te refieres?" —le pregunté haciéndole ver que no entendía qué quería decirme.

—Tú sabes, algo fuera de lo común.

—¿Más fuera de lo común de que un asteroide pasé por encima de tu cabeza? —cuestioné mientras me carcajeaba levemente, a medida que iba pasando el tiempo me ponía más nervioso.

—Sí tienes razón, más fuera de lo común que eso no puede haber nada.

Aquello me produjo un vuelco al estómago, Sara lo había visto, no había duda de ello y si ella lo diviso cuántos más lo habrían hecho. Después de esa pequeña conversación ninguno volvió a comentar nada, por lo que aproveché para tomar el móvil y comenzar a averiguar qué ponían las diversas fuentes de información acerca de aquel incidente. En mi búsqueda pude descubrir que prácticamente todas trataban sobre el mismo tema, el impacto del cometa y las consecutivas consecuencias que aquello había tenido para la ciudad, pero nunca nada acerca de lo ocurrido en el observatorio. Sí el colapso de las máquinas que ocasionó el incendio, pero nunca nada acerca de un misterioso rayo de energía. Pude respirar aliviado, lo menos que necesitaba ahora eran fisgones preguntándose qué demonios había ocurrido cuando yo, que lo vive, no lo tenía nada claro.

Entonces mi vista se fijó en una cosa.

—¿Qué hacemos bajando por el Eixample? —una de las calles principales de la ciudad, que daba directamente al centro—. Pensé que iríamos a tu casa.

—Primero quiero enseñarte una cosa.

—¿Qué es?

—Ya lo verás.

Al poco tiempo fuimos a caer al centro y entonces supe a qué se refería Sara, esta me estaba llevando a la zona cero, por así decirlo. Me eché adelante todo lo que pude, quería ver lo máximo posible. Jamás el centro había estado tan vació, había un gran despliegue de operarios que iban de aquí para allá. Sara dio un rodeo a la plaza mostrándome los cordones que impedían el acceso tanto a la Rambla como Portal de l'Àngel, las dos vías principales desde ahí para acceder al distrito del Gòtic, el corazón de la ciudad.

—Todo el barrio está completamente sellado, fue el que se llevó la peor parte y por eso todo el despliegue, todo el mundo está trabajando lo máximo posible para reconstruirlo.

—Comprendo —intentaba seguir observando, ver qué pasaba más allá de vallas, pero nuestra posición no nos lo permitía.

Después de aquello tomó la dirección a Plaza España y en el camino me pude fijar que la vía también estaba en muy mal.

—¿Aquí que ha pasado?

—Toda el agua que desplazo el impacto vino directa hasta aquí y se concentró en toda la plaza

—¡Qué!

—Sí Marksito, además lo viví en primera persona, cuando salimos del reciento el mar ya se nos estaba echando encima.

—Otra vez ¡Qué! ¡¿Y cómo es que no me lo constates?!

—¿No te lo conté?

—No —confirmé —me dijiste que el chico de cuántica y tú una vez que salisteis con Satanás a vuestras espaldas corristeis hasta Montjuic porque debido al caos era lo más seguro… se te olvido mencionar que un puto océano venía contra vosotros"

—Upsi se me fue.

—No me digas… un momento ¿la sorpresa no será que me he quedado sin piso? Dime que no Sara, porque me tiro ahora mismo del coche, que me mato.

—No tonto tu piso está bien, el otro día me fui a quedar ahí.

—Esa llave que te di era para emergencias.

—Era una emergencia, me entraron ganas de cagar y era lo más cercano que tenía a mano.

Le habría echado la bronca, pero la verdad era que su respuesta no me la esperaba y por consiguiente no pude evitar reírme hasta el punto de que yo casi me lo hago en el coche.

Plaza España estaba mal, pero ni mucho menos como lo que acaba de ver, aun si se notaba que había recibido lo suyo, por otra parte, me permití respirar aliviado al ver que la calle donde vivía estaba bien dentro de lo que cabía. Cuando regresé de aquel pequeño lapsus pude cerciorarme de que mi amiga había tomado la vía que llevaba hasta la montaña, aquello me genero cierta sospecha, ya que si lo que quería enseñarme no eran las zonas afectadas ¿entonces qué? Comenzamos a recorrer las diversas instalaciones que albergaba la zona, yo miraba de un lado a otro, así como a Sara de vez en cuando sin tener muy claro a dónde nos estábamos dirigiendo, subíamos y subíamos sin intención de detenernos. Pasado un tiempo acabamos llegando al punto más alto de todo. El Castell de Montjuïc, una antigua fortificación militar que se extendía por gran parte de la cumbre de la montaña.

—¿Aquí me has traído? ¿Para qué? Si no es domingo, hoy no es gratis y te gusta más lo gratis que respirar.

—Cierto, pero no, ya verás.

—¿Cruissing? Sabes que eso no me va.

—¿No? Buah lo que te estás perdiendo. El otro día…

—Calla y sigue andando.

Ambos echamos a caminar en silencio, rodeando poco a poco la construcción, mis ganas por saber qué se estaba trayendo Sara entre manos no hacía más y más que aumentar. Finalmente pude descubrirlo cuando accedimos a la otra cara del castillo.

—Dios mío… —jade estupefacto mientras me acercaba más al borde del acantilado.

Ante nuestros ojos teníamos una amplia panorámica de la parte costera de la ciudad, tuve que pellizcarme al ser incapaz de creerme que las zonas por las que había paseado tantas veces atrás se hubiesen visto reducido a la nada. La destrucción se extendía ante mis ojos kilómetros y kilómetros, las imágenes que tenía en mi cabeza intentaban encajar con el panorama actual, pero les era completamente imposible. Aquello no se podía describir con palabras, jamás en mi vida había presenciado algo como aquello, todo prácticamente reducido a ruinas y escombros. Un profundo sentimiento de tristeza me inundo. Pero la cosa no terminaba ahí, millas más allá se observaba un colosal montículo de piedra negra del que brotaban grandes columnas de humo blanco, mi mandíbula se desencajó cuando me percate de su presencia.

—No esperaba que el asteroide se conservara después del impacto —lo observaba detenidamente, este seguía de una sola pieza, no presentaba ningún tipo de fisura o desmoronamiento—. Increíble.

Entonces me percaté de otro detalle, varios barcos lo rodeaban, supongo que eran las autoridades pertinentes, sin embargo, había algo que resaltaba, una inmensa plataforma era arrastrada por otras embarcaciones hacía la colosal roca.

—Dado el excelente estado en el que se encuentra toda la comunidad se ha movido y se ha designado que la universidad junto a otras tantas coopere en el estudio del asteroide, pero todas bajo la dirección de la nuestra.

—Pero Sara eso significa…

—Sí Mark, todo mi departamento va a ser trasladado a esa plataforma, nos van a tener hay trabajando en el estudio de esa roca grande.

—¡Sara eso es alucinante! —la felicité mientras saltaba de la emoción—. Al final Satanás iba a tener razón y era una oportunidad irremplazable. Aunque casi nos mata o sea que vas a poder trabajar directamente con algo venido del espacio… joder tía que pasada.

—Sí lo es… —por la cara que me puso, supe que algo no andaba bien.

—¿Ocurre algo?

—Aish es que no sé.

—Sé que tiene que ser algo bastante heavy y que da respeto, pero Sara es la hostia, seguro que lo bordas, eres la mejor del departamento.

—No Mark no es eso, o sea, modestia aparte ya sé que soy la puta ama y claro que lo voy a bordar, no es necesario que resaltes lo obvio… aunque tampoco pares —sonreí ante lo dicho—. Sólo que me da mal yuyo"

Al instante mi cara se arrugo. Aquello no podía ser verdad.

—¡No me mires así! Tú no lo entiendes estás demasiado metido en el plano de la realidad como para sentir todo lo qué está pasando, si visitases más como yo el de la fantasía, transmutarías tu cuerpo y mente serías capaz de ello. Podrías ser caz de ver con tu tercer ojo como esa cosa que ahí no es algo azaroso, hay algo más Mark, lo puedo sentir. Algo que no es precisamente bueno. Siento como todo está comenzado a tambalearse, las energías están vibrando de una forma no armoniosa, hay algo perturbador y…. ¿Tú me estás escuchando?"

—No —respondí con tranquilidad—. Fue escuchar plano de la fantasía y acabé desconectando.

Esta suspiró.

—Ay Mark, cuándo será el día que despiertes y veas que hay mucho más de lo que realmente hay.

—Sí eso está muy bien, pero entonces no me termina de quedar claro ¿no estás del todo convencida con el trabajo por…?

—Hay algo oscuro en todo esto.

—Tonterías, eso son los nervios, seguro que haces un gran trabajo —resté importancia al asunto.

Sara se rio.

—Algún día verás las cosas con otra perspectiva Marksito.

—Eso está muy bien… ¿Quieres cervezas?

—Hombre, por su puesto, ¿cuándo no quiero yo?

(*****)

Sin embargo, aquel día distaba mucho de finalizar ya que contra todo pronóstico no acabé visitando mi lugar particular de ensueño como venía siendo habitual.

No sabía exactamente donde me hallaba y en sí todo lo veía borroso, cubierto bajo un velo de colores amarillentos que lo hacían lucir enfermizo. Caminaba por una extensa caverna sin llevar un rumbo fijo, debía de estar aluciando, pero juraba ser capaz de oír el mar por encima de mi cabeza. Con cada golpe de las olas el lugar cambiaba, seguía estando en la cueva, pero era incapaz de saber hacía qué punto iba o si estaba avanzado o retrocediendo. Las escenas iban y venían sin orden aparente, hasta que finalmente tras varios saltos acabé llegando a un nuevo espacio.

Era un gran habitáculo, todo lleno de intrincadas escrituras que nunca había visto y en centro había un colosal monumento de piedra, parecía dos cuernos alargados que se iban entrelazando cuya superficie estaba plagada de aquellas mismas escrituras. Entonces me di cuenta de que no estaba solo, había alguien frente al monolito observándolo, pero debido a la bizarra iluminación de tonos negros y amarillos sólo era capaz de discernir una sombra.

Para mi sorpresa cuando aquella sombra se dio la vuelta y me encaró, mi cuerpo comenzó a moverse por sí solo. Yo ya no tenía el control, me había transformado en un simple espectador que veía como me acercaba de forma decidida hacia aquel extraño, para que una vez que lo tuve delante todo volverse borroso. Nuevas escenas regresaban, difusas e inconexas, pero a la vez tan palpables: él arriba, yo debajo, mi piel ardiendo ante el tacto de aquellas delicadas, pero a la vez poderosas manos que exploraban mi cuerpo sin tapujo alguno con necesidad. El roce de nuestros labios, su salvaje y violento movimiento que me robaba el aliento, haciéndome rogar por más. Los suspiros que me era inevitable retener ante aquellos toques de midas.

Estaba bajo un hechizo del que me era imposible escapar y del cual tampoco quería hacerlo.

Ambos éramos como dos supernovas con las caricias que nos propiciábamos, brillantes como el oro, cada una a punto de colisionar con la otra para generar así un estallido que lo consumiría todo. Pude sentir como este introducía su pulgar lentamente en mi boca para acariciar con suma delicadeza mi lengua, haciendo que mi vista se nublara más que nunca a la vez que con su otra mano jugaba con mi pene, generando poderosas sensaciones que me llevarían al colapso. Y en aquel nubarrón de emociones pude escuchar su voz. Sumamente grave, capaz de hacer que me erizara.

—Ya falta poco para que nos encontremos mi elegido —me susurró antes de clavar sus dientes en mi cuello, acto que hizo inevitable que gimiera —. Y una vez que estemos juntos… ambos haremos que la vida renazca.

Con la última de sus palabras yo acabe estallando en aquella mágica supernova.

{…}

Desperté agitado, completamente bañado en sudor, me incorporé en mi cama mientras dejaba que mi cuerpo se recuperara de aquel poderoso huracán del cual aún seguía habiendo llamas mientras que mi visión poco a poco se iba estabilizando. Miré al techo completamente ido mientras pasaba una mano por mis cabellos, era como si estuviese flotando en una nube de la que no quería bajar. Aquel había sido el sueño más raro y a la vez excitante que nunca antes había tenido.

Cuando finalmente conseguí recomponerme de aquel colocón sentí como algo se estaba escurriendo, bajé mi vista a la vez que me levantaba el bóxer.

—Mierda —mascullé, necesitaba una ducha.

Una vez que había terminado de vestirme mire el reloj, ya había amanecido e hipotéticamente tendría que estar en un ferrocarril de camino al curro, pero lo había dejado, aquella mierda se había acabado. Como decía Sara, había cerrado el ciclo. De pronto me sentía de muy buen humor, tenía la sensación de que iba a ser un día estupendo, el primero en mucho tiempo, que quería empezarlo por todo lo alto para ello con un buen desayuno por lo que rápidamente me encaminé a la cocina.

Y nada más abrir la puerta me topé con una chica joven, la cual apenas habría alcanzado la veintena, de estatura pequeña, tez morena, facciones delicadas, con un corto pero abundante pelo rizado que lucía sedoso. Estaba en medio del salón con un rostro que denotaba una emoción exuberante.

—¡Hola Mark! —me saludo—. ¡Soy Eileen!

El día acababa de irse a la mierda.

{the monster has loved you for longer than anyone else}