Linna, realmente este fic tiene una parte de tristeza, Brássica es una visionaria, pero se encuentra rodeada de un mundo de personajes enfangados en su propio orgullo, en las convicciones de una sociedad injusta, y por supuesto, manipulados por personajes que sólo aspiran a su propio bienestar por encima de todo. Bueno, un abrazo.

Shadir, se te está pegando... ¿'compación'?. ¿Es una fusión de Compás y acción?. jajajaja, se te ha caido el avión nuevamente... lo siento, no pude resistirme... WoW. No es común pillarte tres veces seguidas en estas cosas jajaaa. Tienes razón con lo de Sailor Moon, aunque a mi nunca me agradó esa relación rara que tenían Haruka y Michiru, pero bueno, que lesbis eran seguro... seguro... A mi me gustaba esa serie, lo que no me gustaba eran las posturitas, leñes, ¿eran necesarias?. Bueno, se que el Rey te caerá mal por siempre, a mi me inspira lástima porque fue un 'pringao' toda su vida. Sólo el último día de su vida hizo algo medio bien. En fin... lástima. Chaito.

Darth Maferius, realmente no es el meor modo de llegar a ser reina y madre, pero lo que cuenta es que llegó a serlo, y que gracias a ella, mi Vegeta de mis amores nació, jiiiii. Bueno, nuestro Vegeta.

Shadowhao, espero que terminases tu trabajo de una vez, que lata, 30 páginas, y sobre todo que te pongan un sobresaliente, que te lo mereces, campeón. Animo. Se despide de tí el canal de Historia Vegetaseiana. chaooooooo.

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Capítulo 8: Promesa de lealtad.

Atardecía. Tenía que darse prisa si quería tener audiencia con el Rey. Por suerte, ya había recibido a todos los que lo solicitaron esa tarde. Sus dos guardaespaldas la seguían por los amplios pasillos sin mediar palabra. Era odioso ser seguida a todas partes por ellos. Dos guardias custodiaban las puertas de entrada a la Sala del trono.

- Comunique al Rey que la Guerrera Brássica desea tener audiencia con él. - Pronunció ella con voz autoritaria y firme.

Ambos se miraron sorprendidos y consultaron la lista de audiencias. - Lo lamentamos, pero su audiencia no está inscrita en la lista de esta tarde, tendrá que esperar a la próxima semana. - Contestaron implacablemente.

- Si no quieres acabar carbonizado te sugiero que entres a preguntarle al Rey si es posible que reciba esta audiencia... - El guardia Real la miró con rabia. ¿Qué parte no había entendido aquella muchacha?. Pero de pronto se percató de que estaba siendo escoltada por dos de sus mejores compañeros, ambos pertenecientes a la Guardia Real. Trató de preguntarles con la mirada qué estaba pasando, y ellos asintieron levemente indicándole que no estaba delante de una saiyajin normal y corriente.

Aquel cruce de miradas turbó un poco a los guardianes que decidieron salir de dudas para no meter la pata. - Está bien, lo consultaré. Aguarde un instante. -Uno de ellos entró en la sala, al paso de un minuto las puertas se abrieron, deando ver al Rey y sus dos hombres de confianza, cada uno a un lado: Sullión y Zorn.

Brássica caminó por la sala con decisión. Sus pasos retumbaban en toda la sala. Llegó a la altura del Rey y se arrodilló junto con sus dos guardaespaldas. Aún de rodillas alzó la mirada hacia Vegeta. Frialdad. Eso era lo que delataban sus ojos. Le había dolido seguramente que ella le rechazara, que prefiriese luchar contra él, que no se sintiera atraida siquiera por llegar a tener el puesto de mayor honor en todo Vegetasei. Reina, madre, esposa del guerrero más fuerte. Estaba decepcionado, dolido en su orgullo masculino por haber tenido que vencerla en lucha sagrada para que ella accediera. ¿Qué pasaba con aquella hembra?. Cuando él pasaba por los pasillos de la Corte, todas las saiyains en edad casadera se sonrojaban, muchas de ellas utilizaban miles de argucias para llamar su atención. Vegeta era el amor platónico de buena parte de las mujeres de la Corte. Más de una hembra se le había declarado suspirándo por gozar de uno de sus besos, que jamás obtuvieron. ¿Por qué ella le rechazó cuando la besó?. Debería haber caido rendida ante él. Sin embargo se enfureció. ¿Por qué?. ¿Acaso amaba a otro?. Vegeta frunció el ceño divagando en miles de posibilidades. ¿Y ahora qué estaría pensando viniendo a pedirle audiencia de esa manera?. Si le faltaba el respeto nuevamente lo iba a lamentar.

- Majestad. Disculpad mi atrevimiento solicitando audiencia tan de repente. Querría sin embargo, solicitadle hablar a solas. - El Rey se sorprendió con aquella petición. ¿Es que acaso no se había percatado aquella mujer de que la puerta de su habitación conducía a la habitación del Rey?. Aquella puerta estaba abierta cada noche. Si lo que quería era hablar a sólas con él sólo tenía que cruzarla. Sin embargo la curiosidad le pudo, y despidió a los guerreros escolta y consejeros.

Brássica se levantó. Su porte era elegante, majestuoso. Le miró profundamente a los ojos. La frialdad seguía instalada allí, pero un pequeño brillo de extrañeza se leía en aquellas pupilas oscuras. - Majestad, lamento en extremo mi comportamiento del anterior día. Como ha podido averiguar, yo no soy una saiyajin como cualquier otra. Durante años me había negado a unir con ningún macho. He luchado contra la mitad de la Corte, quizás porque soy obstinada y joven, o quizás porque tengo una forma de pensar superior a la de cuantos me habían propuesto hasta el momento. Pero se que no podría aspirar a tener un compañero mejor que usted en todo sentido. Me venció en la lucha sagrada, pero ese no es el motivo por el que he venido aquí. Y se que se preguntará por qué vine a la audiencia y no a su alcoba por la noche. Y la razón es que yo no me entrego a usted como si fuera una mujerzuela, de noche, en una alcoba, sino que me entrego como compañera prometiéndole lealtad, amistad, y una vida de unión. Quiero que confíe en mi. Soy contestona, soy tenaz y llevada a mis ideas, pero mi alma es transparente y pura, y todas estas palabras son verdaderas. - Los ojos del Rey habían dejado de ser fríos en este punto y la escuchaban con atención, sin querer interrumpirla. - Se que me ha elegido porque soy la mejor. Mi mente y mi cuerpo son superiores, soy consciente de estas cualidades, y haré de ellas buen uso. Me prepararé para ser la mejor Reina que jamás haya tenido Vegetasei. Le daré el heredero más fuerte e inteligente. Y permaneceré siempre a su lado, toda mi vida, siendo su compañera. - Unos minutos de silencio eterno y miradas profundas se instalaron en aquella sala iluminada por el rojo fuego del último rayo de sol.

El Rey se levantó de su asiento. - ¿Me prometes lealtad de por vida?. - Brássica contestó con firmeza, con su mano derecha en el corazón, sin dejar de sostenerle la mirada. - SI. - Vegeta extendió una mano invitándola a subir las escaleras que ascendían al trono. Ella avanzó sin dilación.

Cuando estuvieron frente a frente se miraron un buen rato a los ojos. Ella se sonrojó al notar como la cola del Rey la había asido por la cintura abrazándola contra él fuertemente. Sin embargo él no hacía nada, no la forzaba a nada, se limitaba a mirarla fíjamente. Era un juego provocativo, no la iba a besar de nuevo, la última vez que la besó ella le rechazó. Una media sonrisa se dibujó en el rostro de Vegeta al verla tan roja y avergonzada. Su cola la apretó más fuerte contra él. Brássica apartó la mirada de sus ojos incapaz de sostenérsela por más tiempo, apoyó sus manos contra el fuerte pecho del rey. Pasados unos minutos se tranquilizó, viendo que él no la forzaba a nada. Su naturaleza curiosa la invitó a explorar el cuerpo de quien habría de ser su compañero. Su mano derecha rozó levemente el musculoso cuello. Luego rozó su perilla, entreteniéndose con los pelos gruesos que la conformaban, divertida por la textura extraña, y aún turbada porque estaba en brazos de quien uniría con ella para siempre. Él no se movió un ápice, dejándola continuar con su recorrido, pero Brássica sintió un leve estremecimiento en él cuando rozó con sus dedos los labios. Comprobó sus ojos rápidamente. Ella misma sintió un estremecimiento al ver su mirada, despojada totalmente de frialdad, ahora cálida. Nunca nadie debió haberle rozado con esa sutileza, jamás debió haber sentido esa forma de actuar tan genuina, tan extraña para su raza, tan transparente e ingenua al mismo tiempo. Ella sonrió y le abrazó del cuello dulcemente sin saber muy bien qué sensación les estaba embargando a ambos haciendo que sus corazones latieran rápido y su piel se encrespara con escalofríos y calor. Y por fin ella le besó. Fue un beso rápido, apenas un piquito en los labios totalmente ingenuo... después de besarle tragó saliba, apartó la mirada e hizo ademán de soltarse de su abrazo. Se sentía totalmente avergonzada, tanto, que su cara era roja por completo. Vegeta rió sonoramente. Ella era tan refrescante, tan sincera y genuina en todo lo que hacía. No la dejó escapar de su asimiento, la rodeó con sus brazos. Brássica se quedó parada, congelada, deseando permanecer así siempre, deseando que no la soltara nunca más. Se armó de valor para volver a mirarle a los ojos, y allí estaba él, con su media sonrisa, observándola divertido y dedicándole una mirada cálida que jamás había visto nadie. Con una mano la tomó de la cintura, elevándola hasta que sus rostros quedasen a la misma altura. Con otra mano acarició su cara acercándo sus labios a los de ella. Al principio Brássica permaneció incapaz de reaccionar, sólo juntando sus labios a los de él sin saber muy bien qué hacer. Era una sensación tan extraña... Pronto, los labios expertos de Vegeta la conducieron, enseñándole un mundo de sensaciones desconocidas para ella. Permanecieron así mucho rato, besándose sin querer separarse jamás, ideando mil formas de probar sus bocas. Ella se dejó guiar imitando sus movimientos lentos y sensuales. Cuando se separaron, se miraron a los ojos y sonrieron al mismo tiempo, aunque la sonrisa de él era más seria.

- Te espero en mi alcoba dentro de dos horas. - Susurró Vegeta en su oido antes de marcharse de la Sala.

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Fueron dos horas laaaaargas. Brássica estaba tan nerviosa. ¿Qué le iba a decir?. ¿Qué tenía que hacer?. Tantos libros había leído y ninguno le indicaba qué debía hacer una hembra el día de su unión. Sabía que el ritual de morder el cuello era el que determinaba el compromiso de por vida. Sabía que esa noche cambiaría todo lo que había vivido hasta ahora. Ella pasaría a ser la compañera del Rey, y pronto sería coronada Reina de Vegetasei. ¿Cómo se las iba a ingeniar para organizar todo?. ¿Qué iba a hacer con Bardok y sus queridos amigos?. No podría salir por las noches como venía haciendo... tendría que planear todo muy bien. ¿Cómo lidiaría con Paragus y la Secta secreta?. ¿Cómo haría para ganarse la confianza del Rey y para influir en él?. ¿Cómo podría efectuar ese cambio que Vegetasei necesitaba?. Todo era muy complicado, pero ahora lo más complicado era lo que iba a pasar en apenas un rato más.

Al paso de una algo más de una hora y media escuchó ruidos de la habitación de al lado. Vegeta había llegado. Ella se sentó en su cama. Se había duchado y aseado nuevamente, se había cambiado de ropa y llevaba unas mallas blancas y una camisola roja. Botas y guantes blancos. ¿Qué estaría haciendo el Rey?. ¿Se estaría desnudando?. Brássica se sonrojó imaginando cómo sería desnudo. Repasó mentalmente los libros en los que se narraban detalles de la reproducción saiyain. Podría dar una conferencia al respecto, y no sabía qué hacer. Era desesperante.

Mientras tanto, en la otra habitación, el Rey tomaba una larga ducha.

Las dos horas habían pasado y Brássica, que era muy puntual, decidió entrar en la habitación. Cerró la puerta detrás de sí y revisó por todas partes, pero Vegeta no estaba. Por un momento sintió ganas de volverse a su habitación, pero en esos instantes la puerta del baño se abrió y de ella salió el Rey, con una bata de cuerpo completo abrigando su cuerpo mojado después de la ducha.

El sonrió levemente al verla y se paró observándola detenidamente. Ella no sabía bien qué decir o hacer. Si debía inclinarse, o debía permanecer de pié. Sólo hizo una leve reverencia como saludo de respeto, con la mano derecha en el corazón.

- Ven. - Brássica sintió que el corazón le iba a estallar dentro de pecho al escuchar su invitación. Se acercó. - Te has cambiado de ropa. - Rió él rozando con la parte posterior de su mano el torso de ella. - Desvístete. - Ella abrió los ojos sonrojándose de nuevo. Se quitó la ropa lentamente, comenzando por las botas y guantes, luego las mallas, la capa... Ya sólo quedaba la camisola roja, y realmente no se atrevía a quitársela. Vegeta estaba sumamente excitado mirándola todo el rato, imaginando su cuerpo bajo la ropa, desvelando las formas que imaginaba. Ella se quedó parada y le miró con expresión confusa aún sin atreverse a quitarse la camisola. El se despojó de la bata, quedando desnudo por completo para demostrarle que no había problema con que se desnudase. Brássica miró a un lado totalmente avergonzada. - Mírame. - Ella le miró de reojo fiándose en su cuerpo en ese breve instante para volver a mirarle a los ojos. Realmente era muy atractivo. Su cuerpo tan musculoso y fuerte, tan bien formado, y esa mirada tan seductora y penetrante... - Quítate la camisola. - Ella le hizo caso. El vestido se desplomó en el suelo junto con la otra ropa. Brássica permaneció mirando la ropa que antes llevaba puesta con tal de no mirarle ahora que estaban ambos desnudos. Imperceptiblemente cubrió con sus manos su cuerpo desnudo. Sus formas eran femeninas, bien proporcionadas, su pose delicada y nerviosa excitaba aún más a Vegeta, que hacía años que no tomaba a una mujer. El Rey se acercó y la besó de un modo apasionado, permanecieron toda la noche haciendo el amor, y a partir de ese día, las siguientes dos semanas, compartieron la misma cama, y permanecieron mucho tiempo juntos, aunque, a decir verdad, no hablaban demasiado... Sin embargo, Vegeta aún no la había mordido, no habían unido aún cuando Brássica comenzaba a sentir ciertos síntomas delatores de su estado. Durante estas semanas, Zorn fue encargado de enseñarla cuestiones protocolarias importantes que debería acatar una vez ocupase su puesto como Reina.

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- Majestad. Los análisis confirman que está embarazada. - Informó Zorn.

La mirada del Rey se iluminó con las noticias. Lamentaba profundamente no haber unido con ella, hacerla pasar la verguenza de estar embarazada sin haber unido, pero nadie tenía que saber ese detalle, él debía asegurarse antes de hacerla su compañera de que le daría hijos fuertes. Así, si le proporcionaba un hijo débil, no tendría problemas en matarla y buscar una compañera adecuada. Interiormente, no obstante, rezaba para que ese momento no se presentase. Ahora todo debía ser llevado en extremo secreto. Sólo Zorn y Sullión debían saber que ella estaba embarazada, nadie más. Una vez naciera el pequeño, si era realmente fuerte como se esperaba, anunciarían al mismo tiempo el nacimiento del heredero y la coronación de la nueva Reina. No era el procedimiento más honesto, pero tenía que asegurarse de que todo iría bien.

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Mientras tanto, Sullión se reunía con Paragus, informándole de las nuevas noticias.

- Debes darle a beber esto. - Dijo el más viejo entregando una poción al consejero del Rey.

- Así lo haré. - Sullión hizo una reverencia y se alejó llevando consigo el veneno. Se trataba de un líquido que no originaría la muerte de Brássica, pero si debilitaría al niño que llevaba dentro, haciendo que naciera con una fuerza escasa. Paragús había utilizado esa misma poción con su propia hermana, la difunta Onionte. Por suerte, ahora contaba con la ayuda de Sullión para cumplir sus deseos.

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