Shadir, realmente tengo un problema con la letra 'j'. Parece que se encasquilla en mi teclado. Es terribleeeeee. Con la velocidad a la que escribo no puedo estar pensando que tengo que dar un golpe a esa tecla para que funcione. Terrible... ops. Ya revisé el capítulo, faltan un montón de J. Mmmmm. Paragus es un malvado terrible, espero que arda en el infierno.
Linna, lo de actualizar tan rápido es algo que va en mi temperamento, soy una persona con mucho nervio, muy activa, todo lo que hago lo hago con mucha pasión, de modo que comienzo a escribir y no paro. Además, tengo relativa facilidad para escribir rápido. Un capítulo de unas 2000 palabras puedo escribirlo en apenas una hora, y ese es un tiempo del cual ahora mismo puedo disponer en cualquier rato de ocio que me marco. Pero el secreto de actualizar rapido es escribir la historia cuando la tengas en tu cabeza perfilada completamente. Si te pones a escribir sin saber que va a pasar es imposible actualizar rápido. En cambio, cuando tienes la idea clara, puedes actualizar a velocidad de vértigo. Es sencillo, pruebalo y verás.
Shadow, ya ves que al final la historia ha dado un giro sorpresivo... con Sullian jejejeje. Oye, felicitaciones, así que casi te sacaste la nota máxima... eres buen estudiante según parece. Excelente. Sigue así.
Capítulo 10: Es bueno tener amigos hasta en el infierno.
Brássica entró en la sala del trono escoltada por sus hasta ahora inseparables guardaespaldas. Ya estaba de 7 meses de embarazo, duración máxima de la gestación de una hembra saiyain. Llegó hasta el Rey y realizó una reverencia con pose seria.
- Dejadnos sólos. - Convino Vegeta. Ella sonrió un poco cuando vió que se marcharon todos. Entonces corrió hasta él y se besaron largamente. El la separó un poco y la miró unos instantes. Realmente se sentía feliz con ella, aún sin comprender siquiera por qué se sentía así. Después de tantos años unido a Onionte, alguien que amargó su existencia profundamente con su caracter agrio y frío, sentir el calor del corazón de la joven que había elegido era reconfortante. Sin duda había hecho una gran elección. - Deberías descansar, ya casi estás cumplida. -
- Me siento muy bien... - Dijo ella sonriendo y abrazándose al fuerte cuerpo de Vegeta.
Pero entonces un pesar la sobrevino. Estaba embarazada, pero no habían unido. Había que remediar eso. Se sentó sobre las rodillas de Vegeta, que estaba sentado en el enorme trono. El la abrazó con una sonrisa pícara. Ella le besó y retiró su armadura por la parte del cuello. El Rey besó su cuello excitado por el momento, pero entonces recordó que no debía unir con ella hasta confirmar que le daría un heredero fuerte, así que la aleó de si un poco. - Será mejor que no continues incitándome, este no es el lugar ni el momento para hacer esto. - Diplomacia pura en alguien que de diplomacia tenía poca.
- ¿Por qué?. - Brássica frunció el ceño. El le estaba dando largas y aquello no era buena señal. No era la primera vez que había rechazado unirla, pero lo había dirigido todo sutilmente.
- ¿Es que no ves que estamos en la sala del trono? - Gruñó él.
- ¿Entonces eso quiere decir que esta noche uniremos por fin, ¿o tampoco será el momento, ¿o no será el lugar adecuado la cama que compartimos cada noche?. - Vegeta frunció el ceño ante sus insolentes comentarios.
- Modera tu lenguaje. - Gritó de nuevo.
- NO. No pienso moderar mi lenguaje, llevo a nuestro hijo dentro de mí y lo menos que merezco por tu parte es sinceridad. Pensé que un Rey no le tenía miedo a nada. ¿Acaso tienes miedo a serme sincero?. - Diablos, qué mujer tan testaruda podía resultar ser. Llevada a sus ideas, dulce y salvaje al mismo tiempo.
- Esta bien. - Brássica permaneció de pié delante de él esperando la explicación. El le dedicó una mirada extraña. - Cuando accediste a ser mi compañera, no accediste a serlo de cualquier saiyajin. Yo soy el Rey de todos los Saiyajins y me debo a mi reino. Debo dar a Vegetasei un heredero digno de serlo. El más fuerte jamás nacido. Ese debe ser el Príncipe. Onionte no pudo darme hijos fuertes, sin embargo espero de tí que el hijo que llevas cumpla las espectativas previstas. No obstante, lamento decirte que no podemos unir hasta que haya nacido el heredero. Cuando se compruebe su fuerza, se celebrará también nuestra unión y la coronación tuya como Reina de Vegetasei. - Brássica hizo una pausa tratando de codificar lo que le estaba diciendo.
- Entonces... ¿yo sólo soy un ensayo?. ¿Qué pasa si el bebé que nace no cumple las espectativas previstas?. - Vegeta la miró con frialdad y rabia.
- Tendrá que cumplirse con las leyes sagradas, y será eliminado. - Brássica quiso partir en dos allí mismo el trono, pero se contuvo, tenía que actuar con más inteligencia.
- Por eso todo es tan secreto y todo ha debido llevarse con tanta... discrepción... ¿no?. -
- Exacto, y espero que lo comprendas. -
- Si, lo comprendo perfectamente, pero quiero tu compromiso de que si el hijo que llevo dentro no cumple las espectativas, nos dearás marchar a ambos lejos de este planeta. -
- Brássica, sabes muy bien que eso que estás pidiendo es imposible. Sólo puede haber un heredero, sería un deshonor dejar que un hijo mío vagara por el Universo demostrando ser un débil y patético insecto. - Ella contuvo su rabia interior. Durante estos meses había logrado influir en el Rey haciendo que surgieran algunas reformas importantes. No había logrado tanto como ella quería, pero si seguía así, en apenas unos 10 años más habrá logrado muchos de los obetivos previstos. Además, aún cuando el Rey no le dejara continuar mucho más allá de lo que ella había previsto, Brássica se encargaría de educar a su hijo convenientemente para que él mismo obrase aquellos cambios necesarios. Así pues tenía que ser astuta y no dejarse llevar por sus sentimientos si quería salirse con la suya.
- Está bien, se que eres un buen Rey, y se que harás lo mejor para Vegetasei, yo sólo aspiro a ser tan buena reina como lo eres tú. - Dijo ella con firmeza y suavidad. - Será un niño fuerte, lo siento dentro de mi pateándome cada noche. Casi no puedo dormir con tantos golpes que me da. - Vegeta sonrió levemente al escuchar aquellas grandes noticias. - Siente. - Ella se acercó y volvió a sentarse en sus rodillas. Cogió la gran mano del Rey y la colocó en su vientre abultado. Vegeta se sentía reacio a aquellas acciones, pero la curiosidad le podía en comprobar si era cierto que su hijo era fuerte. Después de unos segundos de dilación posó su mano y notó aquellos fuertes movimientos. Realmente Onionte nunca le había realizado una observación similar. Durante sus embarazos se limitaba a quejarse de su penoso estado y de no poder combatir, que era lo único que ella deseaba hacer.
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Brássica se alejó topándose con Sullian de pronto. - Debo hablar contigo a solas... - Dijo él en tono serio conduciéndola a una habitación solitaria mientras que ordenaba a los escoltas esperar a las puertas de la misma.
- ¿Qué sucede? - Preguntó ella con algo de suspicacia por la extraña situación.
Los ojos de Sullian eran poco expresivos. No había manera de adivinar qué podía estar pensando. - Debe saber que corren un gran peligro, usted y el hijo del Rey. - Brássica cruzó sus brazos y frunció el ceño. Le iba a descubrir lo que era un Tsufur. ¿Cómo podía ser tan idiota?. Ella ya sabía eso. Si el niño nacía débil tendría que huir lejos de allí para proteger a su hijo.
- ¿Ah si, ¿y eso por qué?. - Preguntó tratando de fingir candidez.
Sullian la miró con expresión contrariada por su contestación tan poco preocupada. Después de unos instantes en los cuales dudó si hablar o no... - Escuche bien, llevo meses protegiéndola aunque usted no es consciente de ello. Existe una secta secreta que domina Vegetasei. - Ahora si que captó total atención en Brássica. - Me ordenaron darle un veneno para que su hijo naciera débil, de modo que el Rey les eliminase a ambos al nacer, yo aseguré que se lo había dado, pero no lo hice, por supuesto. Estoy infiltrado en su Logia. Pero cuando nazca el niño y comprueben que no es débil intentarán matarlo. Debía avisarla. Ya no puedo protegerla más que esto, sería peligroso si nos vieran hablar en estos momentos. -
- ¿Por qué no delatas quienes son?. Yo te ayudaré. Hablaremos con el Rey, el confía en tí, Zorn también te apoyaría y... - Sullian parecía nervioso.
- Déjeme hacer a mi. De momento lo que importa es la seguridad del Príncipe. Sólo eso. Tenga cuidado. Estoy reuniendo pruebas contra los implicados, aún no puedo desvelar todo esto, sólo conseguiría que sucediera una masacre silenciosa, ellos no uegan limpio, no tienen honor, no luchan como saiyains, utilizan pociones y venenos para lograr sus obetivos, se mueven en las sombras, invaden todos los ámbitos con sus influencias, y tu eres su obstáculo principal, aunque aún no se el motivo. Supongo que tienen miedo de que influyas con tus ideas sobre el Rey opacando las suyas. No podemos seguir hablando. -
- ¿Y mi guardia personal?. ¿No hablarán?. -
- No, yo mismo les seleccioné, se bien que no están metidos en la Logia y me son leales tanto como lo son al Rey. Tenga cuidado con los médicos, tengo sospecha de que puedan intentar hacerle algo al niño o a usted. - Dijo saliendo de la habitación apresuradamente.
- Ya hablaremos tú y yo Sullión... Me vienes llovido del cielo, juntos acabaremos con esa maldita Logia del mal. - Musitó para sí Brássica llena de rabia.
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Esa misma tarde comenzó a sentirse agotada. Caminó hasta su habitación y los dolores de parto empezaron rápidamente. Sin embargo no quiso avisar a nadie, daría a luz sóla, así, si no era suficientemente fuerte huiría con su hijo, no permitiría que lo matasen. Sabía muy bien qué tenía que hacer. Sacó de la mesita de noche un cuchillo y mordió el mango de madera apretando los dientes para soportar el dolor sin emitir sonido alguno. Después de una hora, sangre, sudor y lágrimas, vino al mundo un pequeño bebé. Su pelo era puntiagudo, castaño y su ceño similar al de Vegeta, sólo que con las facciones algo más finas heredadas de su madre. Brássica cortó el cordón umbilical con el cuchillo, que previamente cauterizó con un rayo de ki de su mano. El niño comenzó a llorar y ella lo abrazó para evitar que fuera escuchado. Sintió un golpe en su puerta. - Quiero estar sola, no deseo ser molestada en estos instantes. - Dijo con el tono de voz más despreocupado que pudo. El manillar de la puerta fue dejado nuevamente en su posición. Rapidamente dirigió al bebé para amamantarlo calmando sus llantos en ese instante. Se levantó aún casi sin fuerzas para asearlo un poco. Cuando estaba listo tomó su scuter aún con las manos temblorosas temiendo que no fuera tan fuerte como se esperaba y midió su fuerza. - Imposible... -
La puerta de la habitación se abrió rápidamente dejando ver la figura del Rey bastante enojado, seguido de Sullian y Zorn. Los primeros llantos del bebé fueron escuchados por el fino oido saiyajin de uno de los guardaespaldas, y había avisado corriendo. De hecho el Rey esperaba algo así de parte de Brássica y había alertado a los guardias de avisarle inmediatamente si escuchaban algo extraño. Ella le recibió con una sonrisa. el Rey supo que eso sólo podía significar una cosa.
Zorn sonrió también. - Majestad, su hijo supera con creces las espectativas previstas. - Sullian miró a Brássica y asintió levemente como queriendo felicitarla por haber llevado el parto con ese secreto y valentía. La sala médica estaba comprada al completo por la Logia.
Vegeta y Brássica quedaron sólos con el niño. El Rey tomó el scuter de ella y comprobó el mismo que era cierto. Su hijo tenía un poder increiblemente alto, más de lo que podía haber esperado jamás.
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