Capítulo 13: El regreso.
Brássica respiró el perfume de su planeta natal, después de 5 largos años en el frente de batalla, había vuelto. Logró muchos avances con los tercera clase y su relación fue más estrecha con Bardok y su grupo. Si pensaban que enviándola lejos lograrían que ella fuera menos peligrosa para la Logia estaban equivocados. Había ganado la confianza, el respeto y la lealtad de todos los saiyajins de tercera clase. Tanto era así, que Bardok afirmaba, que el día que naciera otro hijo suyo, el le llamaría sin lugar a dudas Kakarotto, que es el nombre masculino de Carrotte, en honor a la identidad secreta que la Reina de Vegetasei había guardado en el pasado para lograr que prevaleciera una sociedad llena de valores preciosos. Sin embargo, y a pesar de haber consegudo esos grandes logros, las esperanzas de Brássica estaban depositadas en su hijo. Todo lo estaba construyendo para él, debía ser un engranaje perfecto. Su madre tenía que ser respetada y amada por el pueblo, lo cual estaba logrado. Su padre debía ser temido, lo cual era sobradamente conseguido. Había que actuar creciendo poco a poco...
Afirmó su paso hacia la sala del trono. Sonrió hacia su compañero, el Rey Vegeta y aún sus ojos se clavaron en el pequeño niño que permanecía a su lado. Su interior le gritó para correr a abrazarlo, sus ojos gritaron emocionarse, pero no, no debía mostrar esos sentimientos en público, estaría demasiado más visto, y conociendo el protocolo, decidió esperar a la privacidad para demostrar ese tipo de afecto. Ahora comenzaba la segunda fase de su plan magistral, y este era conquistar el alma del Rey Vegeta y...
- Bienvenida a Vegetasei, Reina Brássica. Tus logros han sido loados grandemente, has demostrado ser digna merecedora del título. - Chibi Vegeta la miró emocionado, se leía en su rostro admiración por su recien conocida madre, y a la vez respeto. Una leve sonrisa surgió en la comisura de su labio. Ella le miró con expresión suave aunque firme.
Ahora que había vuelto, seguramente querrían matarla... pero era un riesgo que debía correr y aún asumir. Si, su hijo tenía 5 años, su alma era moldeable aún, antes de que le inculcasen ideas estúpidas. Ahora no podía alejarse de él, tendría que sobrevivir el tiempo necesario para asegurarse de que el pequeño asimilaba las ideas avanzadas que un día llevaría a cabo.
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- Si... - Brássica y su hijo dieron un paseo a sólas por los jardines del palacio para conocerse mejor. - No importan las clases hijo mío, sino el corazón de los guerreros. - El niño la miraba con extrañeza y asimilaba las palabras con algo de asombro. - Tú serás un día el Super Saiyajin legendario, y cumplirás la profecía, librándonos del tirano... -
- ¿El tirano? -
- Por sus acciones le conocerás hijo mío... - El niño reflexionó un segundo y pretendió que le aclarase más explícitamente a quién se refería. Pero enseguida se sintió orgulloso de lo que le dijo, él sería el Super Saiyajin legendario. - Si, yo seré el Super Saiyajin de leyenda, lo prometo, madre. -
- Oh, las promesas no deben hacerse a la ligera, porque deberás cumplirla. - Ella le miró fíjamente.
- La cumpliré. - Replicó entusiasmado sosteniendole la mirada.
- Para eso tendrás que entrenar y estudiar el triple que los demás saiyajins. Si ellos entrenan 1 hora, tu deberás entrenar 3. Si ellos estudian 1 hora, tu deberás estudiar 3 horas. Tendrás que prepararte, deberás aprender, leer libros, tienes que leer todos los libros de la gran biblioteca. -
- ¿Todos?. - Preguntó el niño. - Pero... -
- Un guerrero necesita desarrollar su fuerza y su inteligencia, pero un Principe, necesita desarrollar su inteligencia y hacer muestra de ella, mucho más que de su fuerza inclusive. - El niño asintió levemente.
- Hijo mío, tenemos tan poco tiempo y a la vez tanto que hacer... - Brássica le abrazó dejándole estupefacto. Era la primera vez que alguien le abrazaba. El pequeño se sonrojó un poco.
- ¿Te marcharás de misión acaso?. -
- No, me quedaré por un tiempo. - Ella lo seraró y le sonrió un poco. - Oh, hijo mío, eres un pequeño hombrecito. -
- Soy un guerrero muy poderoso, he batido todos los records de Vegetasei. -
- Lo se, y estoy orgullosa de tí. Debes seguir en esa línea, pero debes aprender cosas muy importantes. Procura que los halagos no te hagan enturbiar tus objetivos. Muchas personas se dedican a halagar a quienes son poderosos para lograr influir en ellos, si dejas que influyan en tí, estarás permitiendo que alguien asuma el control de lo que tú estás gobernando. Por eso, cuando alguien te halague en exceso, debes frenar sus palabras y mantener la mente fría. -
- Nappa siempre me halaga cuando entrenamos. - El niño estrechó los ojos.
- Sólo dile que se deje de halagos, y haz como si los comentarios no te calasen en absoluto. Es importante que aprendas a disimular, que tu rostro sea indescifrable y nadie pueda adivinar siquiera lo que estás pensando por tus gestos. Bueno, supongo que en eso te habrá adiestrado tu padre, a él se le da muy bien. -
- Ma... Madre. - Qué extraño resultaba decir aquella palabra. - ¿Es verdad que eres la guerrera más poderosa de Vegetasei?. -
- No sólo eso. Soy la guerrera más poderosa, además de la más inteligente. He estudiado mucho, mi pequeño Vegeta. Y tú tendrás que estudiar más aún que yo. Deberás superarnos a tu padre y a mí si quieres ser un día el futuro Rey de Vegetasei y quién sabe qué más... -
Brássica detectó una sombra cercana. Alguien les estaba siguiendo. - ¿Quién está ahí?. - Gritó. - Sal ahora mismo. -
- Lo lamento magestad. - Sullión apareció andando hacia ellos calmadamente. - La presencia del Príncipe es reclamada en la arena de entrenamiento. -
- Madre, ¿vendrás a verme entrenar?. - Preguntó con algo de dificultad y lamentando haber sido tan impetuoso.
- Por supuesto. -
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Mientras el niño luchaba, Sullión aprovechó la oportunidad de hablar con la Reina.
- ¿Cuándo partís para la próxima misión alteza?. -
- Nunca. -
- ¿Cómo?. Sabeis bien que eso significaría... -
- Asumo el riesgo que conlleva, pero no les será tan sencillo acabar conmigo, y además, espero de tu parte que me digas los nombres de mis enemigos para poder acabar con ellos personalmente. -
- N.. no puedo... -
- ¿Por qué?. -
- Freezer está detrás de ellos, les apoya, y si desvelase sus identidades, acabaría por desatar su ira, y ¿quien sabe lo que podría suceder?. -
- Sullión... lo haremos todo de un modo tan sutil que nadie se dará cuenta... ellos utilizan venenos y muertes 'accidentadas'. Nosotros también podremos hacer lo mismo. Estoy segura de que durante estos 5 años has podido recabar información suficiente para llevar a cabo mi plan. Mi querido amigo... necesito tu ayuda ahora. - Los ojos de Brássica se clavaron en los del guerrero.
El saiyajin asintió levemente antes de retirarse. - ¿Has visto madre?. ¿Yo sólo he derrotado a 5 saibamen?. -
- No está mal, veo que tus progresos son interesantes, pero... veamos como han entrenado esto... - Señaló con su dedo su cabeza y luego pasó su mano dulcemente por su pelo puntiagudo haciendo que el niño se volviera a sonrojar.
- Madre... -
- ¿Si?. -
- No debes hacer eso públicamente... soy el Príncipe. - Replicó aún avergonzado mirándo de reojo por si alguien le estaba observando.
- Y yo soy la Reina. - Respondió divertida. - Sígueme. - Madre e hijo fueron a la biblioteca.
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La cena fue algo tan feliz, Chibi Vegeta no podía dejar de sentirse emocionado, aún cuando tratase de no demostrarlo exteriormente, al ver a sus dos papás junto a él, y más aún, viendo como por primera vez en mucho tiempo, su padre y él almorzaban juntos.
El Rey siempre estaba demasiado ocupado de los asuntos de Estado, quería controlar todo, quería ser implacable, era meticuloso, detallista, perfeccionista, difícil de contentar y terriblemente sencillo de enojar, pero hoy parecía tener una actitud condescendiente e incluso amena, aún cuando no hablase y se limitase a intercambiar miradas con su compañera, la reina.
Ahora comenzaría la siguiente punta de lanza del plan. Ya había conquistado el corazón del pueblo, ahora tenía que conquistar el corazón del Rey, influir en él lo suficiente, y esperar vivir para contarlo.
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