Capítulo 14: Compañeros.

La cena transcurrió tranquilamente, el Príncipe se había retirado a sus aposentos, dejando a solas a sus padres, después de más de 5 años sin verse.

- Levántate. - La voz imperativa impactó por su condescendencia inusual.

Brássica medio sonrió con esa expresión que su hijo heredó de ella y se levantó mirándole directamente a los ojos. El rey sonrió un poco y dio una vuelta a su alrededor que por alguna razón resultó bastante incómoda. - Ahora eres más mujer. - Pronunció con una sonrisa en sus labios. Esa observación sacó un leve 'ah' de los labios rojos de la reina, incapaz de decir o hacer nada más .

- Me has demostrado que acerté contigo al hacerte mi compañera y nombrarte Reina de Vegetasei. Estoy muy complacido con tus logros, te has convertido en una guerrera apasionada, tus méritos en las batallas han recorrido el universo al completo, y tu fama como gran estratega es tan bien conocida como tu temeridad en combate. -

- Veo que estás bien informado. - Sonrió un poco mirándole de reojo.

- Por supuesto, soy el Rey. - Sus miradas se cruzaron con intensidad y condescendencia en este punto. - El pueblo te respeta mucho más que a la anterior reina. - La sóla mención de aquella mujer revolvió el estómago de Brássica. ¿Tenía que mencionar a esa maldita?. Tenía que estropearlo todo...

- No me interesa nada acerca de lo que hiciera Onionte. - Su tono fue violento a pesar de tratar de contenerse.

Vegeta soltó una carcajada. - Ya somos dos. - Afirmó rozando con su pulgar el brazo de Brássica, justo donde había una fea cicatriz de batalla.

El tacto fue tan extraño que en un segundo la saiyajin se retiró y le miró turbada. Todos sus conocimientos no le estaban sirviendo de mucho en aquella situación. ¿Por qué su corazón latía a ese ritmo tan salvaje?. - Vegeta... - Susurró un tanto alarmada de sus sensaciones, aunque apenas audible, mientras le miraba con los ojos abiertos y desconcertados.

El rey de los saiyajins alargó una mano hacia ella. - Ven. -

Brássica asió su mano y se dejó llevar hasta el balcón. La humedad de la noche calaba sus ropas humedeciéndolas levemente, pero después de 5 años sin sentir el ambiente de Vegetasei, esa sensación parecía la más maravillosa del Universo.

Las imágenes de las naves espaciales que partían en unas direcciones y otras constantemente, hacían que el horizonte casi resultase hipnótico. - El Imperio Saiyajin se hace cada vez más poderoso. - Afirmó con orgullo el monarca.

Ella cabeceó orgullosa de eso también, pero en su interior, temió que ese crecimiento fuese demasiado evidente para Freezer. Si el malvado llegaba a percatarse de eso, estaría sentenciada su raza completa. ¿Por qué ella había tenido que ser así de visionaria?. ¿Por qué sabía con certeza lo que haría el enemigo?. Era una especie de maldición ser tan inteligente. Miraba al Rey y se sentía algo envidiosa de él. Parecía tan feliz recreándose en los entresijos de su reino maravilloso, perfecto y cada vez más poderoso... ¿pensaba acaso que Freezer estaría feliz de saber que hoy en día eran 3 veces más poderosos que hacía apenas unos años atrás?.

- ¿Sabe Freezer algo acerca de nuestra naturaleza 'altklat'? - Esa palabra en saiyain, altklat, hacía referencia a la capacidad que tiene su raza de hacerse más poderosos después de cada batalla difícil.

El Rey la miró turbado por aquella pregunta repentina. - Supongo que si. - La respiración pesada de su compañera la inquietó levemente. Ella sabía algo, algo que no deseaba contarle, o quizás no se atrevía a decir. - ¿Qué te inquieta?. -

Ella le miró asombrada de repente. No imaginó que Vegeta fuera capaz de leer sus sentimientos con esa claridad. Sus ojos fijos en los suyos, se clavaban como dagas escudriñadoras de cuantas verdades ella escondía. ¿Sería prudente contarle sus miedos?. ¿De verdad él confiaba por fin en ella?. Y lo que era aún más importante, aún confiando en ella, y aún si se decidiera a contarle sus secretos, ¿sería capaz Vegeta de olvidar su orgullo y su temperamento impetuoso, y de dejarse aconsejar por su mujer, haciendo lo que ella le dijera?. Esa última reflexión era desoladora. No. El Rey Vegeta era demasiado orgulloso como para admitir que ella gobernase y tomase la linea de acción. Contarle todo sólo complicaría las cosas, porque él decidiría arreglar el asunto a su manera, y eso, sería un desastre. Esto era algo que no podía manejarse más que con la sutileza y la estrategia de alguien que había estudiado una biblioteca completa de libros. Vegeta era un buen rey, pero demasiado impetuoso, y honorable. Las tácticas que ella estaba dispuesta a emplear no eran demasiado 'honorables', pero si eran efectivas, valdría la pena haber mancillado su honor saiyajin. Su hijo lo valía, Vegetasei lo valía. Vegeta lo valía. El Rey no iría contra las propias leyes que defendía...

- BRASSICA. - Las características del Rey se endurecieron ante la ausencia de respuesta de su mujer, que parecía perdida en reflexiones profundas, en un mundo interior alejado a millones de kilómetros de donde estaba parada en esos instantes. La aludida despertó de sus divagaciones mirándole de repente con algo de confusión.

No podía contarle todo, pero si podría explicarle parte de sus preocupaciones, hacerle consciente de un peligro inminente que les acechaba. - ¿Cuál es la fuerza real de Freezer después de su última transformación?. -

Vegeta la miró incómodo por aquella pregunta. Ella era quien debía responder, y en cambio se atrevió a ignorar la pregunta que él hizo primero, además de formularle otra, como si él fuese su... ¿Pero dónde quería llegar?. ¿Qué era lo que le preocupaba?. Los engranajes en la cabeza del Rey estaban comenzando a girar en busca de una respuesta lógica. - Te hice una pregunta antes. -

Brássica respiró hondo antes de continuar su exposición. - Intento explicarte lo que me preocupa. -

- Pues dilo de una maldita vez. - Gruñó enojado.

Ella se contuvo el genio también, pero permaneció con pose orgullosa mirándole fíjamente mientras contestaba, haciéndole saber que no sentía ningún tipo de miedo hacia sus gritos y sus ceños fruncidos. Con una media sonrisa en sus labios y mojandolos levemente con la lengua, siguió su discurso. - He estado averiguando, y Freezer tiene apróximadamente 1.000.000 de unidades de poder en su última transformación, no son datos seguros, no obstante, sino estimaciones que... -

- ¿Un millón de unidades?. - Preguntó el Rey para comprobar si había escuchado bien.

Ella le miró con seriedad. - Si. -

- Prosigue... - Indicó intrigado, guardando una aparente calma.

- La población saiyajin asciende a 100.000 guerreros. Cuando Freezer firmó el acuerdo con nosotros hace años atrás, la media de poder de los saiyajins era de 100 unidades. Pero actualmente, la media ha subido 300 unidades de poder, contando, por supuesto, con que la mayoría de nuestros congéneres son terceras clases. Eso quiere decir, que en la actualidad, si todos nosotros le hiciésemos frente en batalla, uniendo nuestro poder al unísono, podríamos vencerle. - El Rey la escuchaba atentamente.

- ¿Estás sugiriendo que le ataquemos conjuntamente?. - Preguntó lentamente mirándola casi decepcionado.

- Por supuesto que no. - Sugerir la utilización de algún tipo de tecnología para realizar semejante hazaña no sería bien visto por el Rey, así que prefirió no incurrir en ese error. El honor saiyajin les incitaba a la lucha honorable. ¿Por qué el rey era tan enojosamente honorable?. En algunas ocasiones importa más el fin, que los medios. Se trataba de eliminar a un tirano. - No soy una estúpida, ¿cómo iban a coordinarse 100.000 guerreros en un ataque conjunto?. - Respondió ocultando sus pensamientos interiores, e igualmente decepcionada al ver que no entendía donde quería llegar. Pero de nuevo se tranquilizó. - Pero si seguimos aumentando nuestro poder al ritmo en el que lo venimos haciendo... en unos años más, si trabajamos suficientemente duro, un ejército de élites, podría intentar la hazaña. No más de 10 de nosotros, ni menos de 5, a no ser, claro, que nuestro hijo logre transformarse en Legendario, en cuyo caso, la batalla estaría claramente entre ellos dos. -

Vegeta sonrió en la brillantez de la mente de su compañera. Había que reconocerlo, esa mujer era única entre todas las saiyajins. - Nuestro hijo será el Legendario. Tiene un talento increible. -

- Lo se, yo misma lo he comprobado. - Sonrió encajando su hombro medio dislocado después de retar al niño a un combate para apreciar sus progresos. - Es un fuera de serie a pesar de su corta edad. - Sin embargo esa última opción, por más que fuera el sueño del Rey, era la más peligrosa de todas las posibles. Sobre todo peligrosa para su propio hijo.

El Rey asintió. - No podía ser de otra manera. - La miró fíjamente, por un segundo emocionado de tener a su lado a una compañera tan hermosa, brillante y perfecta reina. Después de todos aquellos años que pasó enlazado a Onionte, debiendo eliminar aquellos niños débiles, soportando su caracter ágrio y enfermo, tener al lado a la joven Brássica, con esa forma de ser temperamental, pero equilibrada, y ese cuerpo... Cuando quiso acordar la había abrazado contra su pecho fírmemente.

Ella asintió levemente antes de que la besara con intensidad. Se separó unos instantes. - Vegeta... hay que ocultar la leyenda. -

- ¿Cómo dices?. - Se separó contrariado.

- Debemos ocultar la leyenda de Freezer. Si lo descubre, querrá dañar al Príncipe. -

- No creo que sea posible eso, está en nuestro libro sagrado. Cada saiyajin la aprende desde su misma infancia. -

- No me refiero a eso. Hay que evitar por todos los medios que se relacione la leyenda con nuestro hijo. Es mejor no alardear de su poder. -

- Somos Saiyajins, no ratas de alcantarilla. - Gritó enojado. - El Príncipe es poderoso, el guerrero más poderoso que ha visto la luz de Vegetasei, y cuando crezca, será invencible. -

- LO SE. - Gritó ella igualmente alterada. - Pero alardear de esa condición es avisar a nuestro enemigo de su perdición, sólo conseguiríamos darle tiempo para planificar una adecuada estrategia preventiva o incluso... ofensiva. -

Vegeta la fulminó con la mirada. Sus razonamientos eran correctos, pero su orgullo le impedía reconocerlo. - Somos poderosos, y cada día seremos más poderosos. El príncipe crecerá y demostrará al Universo lo que significa ser un Saiyajin. No hay más que hablar. -

Antes de que pudiera replicar algo más, le había vuelto a besar, y tomándola entre sus brazos, la condujo hasta sus habitaciones privadas para gozar de la renovación de su enlace.

Estaba cada vez más claro, que tendría que actuar sóla, aunque eso supusiera una presunta traición a su compañero y Rey, e incluso a las mismas leyes de Vegetasei. ¿Pero quién inventó esas leyes?. JA. Debería estudiar un poco para saberlo...

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En un laboratorio subterráneo, atado con cadenas pesadas, se encontraba el último de los Tsufurs. - Ya está listo, señor, pero sería conveniente probar sus efectos en alguna hembra antes. -

- Ni hablar, no dejaré que ningún otro pueda... -

- Luego podríamos administrarle una solución que eliminase los efectos de la primera toma. -

- Está bien, pero si fallas, te aseguro que no tendré problemas con matarte. -

- No fallaré señor, odio a Vegeta tanto o más que usted. - Aseguró el tsufur.

- Bien Myu, pero te advierto... -

- Todo saldrá como teníamos planeado, mi señor... -

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Los días transcurrían en palacio con una tranquilidad aparente. La reina pasaba un tiempo precioso con su hijo, adiestrándolo en los conocimientos de la estrategia avanzada que sólo ella podía saber. El niño la escuchaba bebiendo cada palabra. Eran momentos felices para ella, sólo saber que aunque su compañero no parecía atender a sus enseñanzas, su hijo si lo hacía. Si jugaba bien sus cartas, lograría que el futuro de Vegetasei fuese halagüeño, después de todo.

Sullión le hizo un gesto con la mirada desde la puerta de la biblioteca. - Vegeta, hijo, quiero que estudies este capítulo, cuando vuelva veré si has sido capaz de superar mis expectativas. - Su tono de voz fue firme y severo.

El niño se atiesó. - Por supuesto que lo haré. - Contestó frunciendo el ceño ante la aparente falta de confianza de su madre en sus capacidades.

- Habla. - Susurró mirando de reojo a su hijo y comprobando que no la estaba observando, sino estudiando con ahinco lo que le había ordenado.

- Mañana vendrán a palacio dos de ellos. Tienen una audiencia con el Rey para solventar una discusión acerca de unas tierras en el sur del planeta. -

- Sus nombres. -

- Pepper y Cukumber. - Sullión la miró muy serio. - Alteza, sois consciente de que estamos... -

- ¿Infringiendo las leyes de Vegetasei?. - Preguntó con un toque de ironía.

- Si. -

- ¿Se te ocurre un modo mejor de combatirles?. -

Negó con la cabeza. - Si nos descubriesen... -

- No debes preocuparte, si eso sucediera, yo asumiría toda la culpabilidad, no en vano te estoy obligando a servirme. Tengo mi honor Sullión, aunque lo que me dispongo a hacer no sea demasiado honorable. -

- No podría permitir que corrieseis con toda la culpabilidad, yo soy... -

-Tu sólo me obedeces. Y no puedo prescindir de alguien que está infiltrado entre ellos, eres demasiado valioso, no obstante...si algo me sucediera, deberás seguir en esta misma linea de actuación y sobre todo, realizar cuentas acciones sean necesarias para asegurar la protección del príncipe. - Sullión desvió la mirada de repente hasta Zorn, que apareció en su ángulo de visión al fondo del pasillo.

- Vete. - El saiyajin obedeció y partió en la dirección opuesta sin mirar atrás.

Brássica esperó su llegada recordando brevemente aquellos años en los que ella era una niña obstinada que ocupaba la biblioteca para sorpresa de Zorn.

- Creo que debo felicitarte, ha llegado a mis oidos que tu compañera ha tenido otro hijo. -

- Si. - El saiyajin sonrió orgulloso. - Es un muchacho fuerte. - Luego endureció su expresión.

- No he podido dejar de fijarme en que estabais hablando con Sullión. -

Brássica se puso seria también. - Si, le comentaba los grandes progresos del Príncipe. -

- Ya. - La miró fíjamente furioso en el fondo por saber que mentía, e impotente al percatarse de que no parecía dispuesta a decirle la verdad.

- No puedo creer que hayan pasado 5 años, alteza. -

- No me llames así, sabes bien que nos conocemos desde hace demasiados años, eres mi mejor amigo. No me trates como si fuese una extraña. -

- Sois la reina y debo respetaros, y espero que Sullión también lo haga. - Escupió las palabras con un poquito más de ira de la que quiso haber demostrado.

Brássica le miró por unos instantes algo perdida. ¿Qué estaba pasando por su cabeza?. - Zorn, ¿por qué tienes ese recelo de Sullión, es un fiel servidor de Vegetasei. -

El saiyajin mordió su lengua para no hablar de más. - Mis disculpas, alteza. -

- Te ordeno que me llames por mi nombre. - Respondió furiosa.

- No puedo hacer tal cosa sin faltar mi propio honor. - De nuevo ese maldito honor saiyajin.

- Bien. - Brassica aclaró su voz dispuesta a volver con su hijo. - Puedes retirarte. -

- Alteza. - Ella se volvió a mirarle deseosa no obstante de terminar la conversación que se le estaba atragantando.

- ¿Si?. - Contestó implacablemente fría.

- Antes de luchar contra Paragus, me encomendasteis el cuidado del Príncipe. - Ella abrió los ojos asombrada, casi había olvidado lo que le dijo en esa ocasión. - Me dijisteis que su vida corría peligro y que intentarían matarle... -

- Si. - Reconoció calmándose.

- ¿Quiénes?. -

- No es momento ahora para tener esta conversación. Mi hijo me reclama, si me perdonas. - Zorn miró de reojo dentro de la biblioteca, al pequeño que aún estudiaba ajeno a su charla.

- Por supuesto. - Se inclinó antes de despedirse, con un terrón de amargura en su pecho. ¿Es que ya no confiaba en él?. Ni siquiera se había despedido cuando se marchó hacía 5 años atrás. Ella era todo para él entonces. Ni siquiera marcó la unión con su compañera hasta no cerciorarse de que el Rey la había marcado definitivamente. Nunca perdió la esperanza de que un día pudiera ser suya. Pero su honor y su lealtad al Rey y a Vegetasei iban primero, y ahora él había unido con la mujer que le había dado dos hijos fuertes que eran su orgullo. Ya no había cabida para el amor en su corazón, más que para su compañera, pero es posible sentir otro tipo de amor por alguien que se ha querido tanto. Un amor casi fraternal y casto, pero intenso. Ella era su mejor amiga. - Brássica... - La conocía mejor que el Rey mismo, y sólo esperaba que lo que fuera que le estuviera ocultando, no la perjudicase en modo alguno, ni a ella, ni a la familia real, de la cual él era el mayor protector.

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- Con la reina de vuelta, la situación es vuelve complicada. Ella sabe de nuestra existencia, eso está claro. -

Otro saiyajin se encrespó en la oscuridad de la sala. - Hay que acabar con ella antes de que influya en el Príncipe. -

- Si. - Aclamó otro más.

Sullión permanecía inamovible en su sitio escuchando atentamente los derroteros de la situación, y sabiendo perfectamente que no podría intervenir sin levantar sospechas.

- Debe hacerlo Sullión. - Convino uno de ellos haciendo que él se levantase de repente.

- No. - Calmó su impetú tempestuodo. - Yo estoy en una situación delicada. Sería demasiado comprometedor para mi hacer eso. Es mucho mejor que se ocupe Pepper. -

- Ah, el ojito izquierdo del Rey tiene miedo... - Se burló uno de ellos.

- Basta. - Gritó el más viejo. - Es suficiente. Convino en lo que dice Sullión. Se encargará el trabajo a Pepper. Pasará más inadvertido. Sullión cubre una misión importante que requiere total atención. -

La reunión se disolvió poco a poco en las sombras de la noche.

- Maldita sea, todo va más rápido de lo que esperábamos. -

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Shadir, más que guerra fría es una lucha de poderes en la sombra.

Enzi, por supuesto que va a nacer Broly u Goku, y de hecho, se va a descubrir algo sumamente importante con referencia a ellos. También se va a descubrir que es lo que hizo que Broly fuese tan loco. Los siguientes capítulos son mis preferidos.