Capítulo 15: Conspiración.

Sullión desapareció como una sombra por los pasillos del palacio. Brássica había sido informada de los nuevos peligros. Sabía que irían a por ella, había aceptado su destino, iba a morir de un modo o de otro, pero debía resistir el tiempo suficiente como para marcar a su hijo con sus enseñanzas.

- Vegeta. - Le llamó golpeando la puerta de su habitación. Era muy temprano, aún ni siquiera había amanecido, pero cuando escuchó su voz, el chibi se levantó a toda velocidad para ver a su querida y admirada madre.

Ella era todo lo que un niño saiyajin quisiera tener por madre. Una guerrera implacable, una mente prodigiosa, un espíritu férreo, un honor intachable, un corazón afectivo, una figura esbelta y bella, y un sentido del humor fino y locuaz. Todos en Vegetasei la respertaban tanto como al mismísimo Rey, era una heroina y sus hazañas en las batallas habían fraguado una rumorología casi épica en torno a su nombre. Era casi como tener una leyenda por madre.

- Buenos días, madre. - La saludó gentilmente. Pero algo en su mirada esa mañana le hizo sentir escalofríos. Era una mezcla extraña que se arremolinaba en sus pupilas enormes.

- Te esperaré en la biblioteca. Acude en 5 minutos. - Su tono era frío y cálido a la vez, como si dos fuerzas estuvieran luchando por asumir el control de su voz. Algo sucedía y no era bueno, pero su rostro no demostraba emociones alguna, como todo rostro de un gran estratega.

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- Siéntate. - Había estado listo en apenas 3 minutos, mucho menos de lo que su madre le había indicado, quería impresionarla pero ella no parecía haberse percatado de ese pequeño detalle. Su expresión era muy seria. El niño obedeció. - Vegeta. - Le tomó de los hombros arrodillándose delante de él para quedar a su misma altura. - No pienses que la vida es fácil y que ser Príncipe será sencillo. Tienes un potencial dentro de tí, que es inmenso, pero eso es algo que muchos temerán de tí. Debes procurar crecer silenciosamente hijo mío. Analiza al enemigo, acércate a él para averiguar sus puntos débiles, explora sus capacidades y sopesa los riesgos. No ataques hasta que estés seguro de obtener la victoria, o hasta que el resto de las opciones te indiquen que si no atacas serás derrotado. Y una vez que estés en la lucha, no sucumbas ante nada. Tú tienes que llegar a convertirte en el Super Saiyajin legendario, pero debes prepararte para eso, y el tiempo apremia demasiado. - Brássica le abrazó fuertemente. - Ah, no se si será suficiente tiempo. - Susurró ante el niño que la miraba con los ojos abiertos de par en par. - Vegeta. ¿Cómprendes lo que te digo?. -

La reina se separó y le miró detenidamente a los ojos. - Si, madre, claro que entiendo. tengo que ser el Super Saiyajin legendario. -

- No sólo eso... - El pequeño la interrumpió antes de que terminase la frase.

- Si, además tengo que aprender del enemigo, averiguar sus puntos débiles y atacarle cuando esté seguro de la victoria o cuando todo indique que no atacar suponga una derrota. - Su voz era orgullosa. El era un niño muy inteligente y recordaba cada palabra que su madre le había dicho.

- Eso es. - Una sonrisa genuina se asentó en los labios de Brássica admirando su precioso niño de cabellos puntiagudos y ceño paterno.

Luego siguieron estudiando durante un rato, diversas lecturas seleccionadas especialmente. Zorn entró en la biblioteca. - Veo que ha venido temprano hoy Príncipe. - El era su profesor y le extrañó verle media hora antes en ese lugar. Por regla general era más presto a acudir a sus lecciones de combate que a las de estudio. Enseguida miró a un lado y se percató de la causante del milagro. Allí estaba Brássica, rebuscando un libro en la parte alta de la biblioteca y refunfuñando maldiciones por lo bajo al no encontrarlo.

- ¿Puedo ayudarle alteza?. - Ofreció cortésmente volando hacia ella.

- Oh, Zorn. - Sonrió un poco. - Estaba buscando aquel libro que conservamos de los Tsufur... concretamente el.. -

- Me temo que fueron todos ellos retirados de la biblioteca y destruidos. - La interrumpió.

- ¿COMO?. - Gritó enojada.

- Fueron órdenes de los ancianos. Lamento no haber podido hacer nada para evitarlo. -

- No creo que lo lamentes lo suficiente Zorn. Así, con acciones como esa, es como se pierde la libertad. No podemos depender del criterio retrógrado de un grupo de saiyajins seniles. - Volvió a gritar.

- Alteza, no deberíais hablar tan abiertamente de ellos. Es el segundo poder de Vegetasei. -

- ¿Por qué el Rey no hizo nada para evitarlo?. -

Zorn estaba entre la espada y la pared, cualquier respuesta era inadecuada en este punto. - Lo lamento de corazón, pero ya no se puede cambiar lo que pasó. -

- No, Zorn, para tí nunca se pueden cambiar las cosas, las cosas son como son, ¿verdad?. No es necesario luchar, no es necesario denunciar lo que es incorrecto, ¿VERDAD?. - Estaba furiosa con él. Siempre era tan correcto en todo, tan políticamente correcto que le daba rabia. ella era más mecha. Quizás, no, seguro que eso era una cosa negativa. Debería ser alguien con un caracter más templado, por no podía serlo, la sangre le hervía con las injusticias de un modo que la superaba. - No te importa Vegetasei, ni su gente, ni nuestro futuro.. -

- No he dicho tal cosa. - Corrigió rabioso por dentro pero demostrando un autocontrol tremendo. Aquellas acusaciones le escocían realmente el alma.

- No, siempre eres tan sutil... siempre tienes las palabras mejores, pero no actúas nunca Zorn, a veces pienso que sólo vives para dar justificaciones a las acciones incorrectas de los superiores. -

- NO. - Gritó.

- Mide tus palabras, te estás dirigiendo a la Reina. - Advirtió el niño metiendose inesperadamente en la conversación.

- Lo lamento, no ha sido mi intención faltar el respeto, pero no puedo aceptar semejantes acusaciones. Moriría antes que permitir una acción incorrecta que causara el más mínimo daño a Vegetasei o a la familia real. - Su puño se afirmaba en el lado izquierdo de su pecho, junto a su corazón, dando solemnidad de juramento a sus afirmaciones.

- Espero que recuerdes tus palabras viejo amigo, quizás algún día debas aplicarlas. Ahora, Vegeta, atiende sus explicaciones... - Con esta frase y una mirada de reojo con media sonrisa, se alejó de su hijo para dejarlo en manos de su profesor. La réplica de esa misma sonrisa torcida se dibujó en la cara del chibi, que volvió a sus estudios con ese entusiasmo que sólo un niño puede tener.

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En otro lugar de palacio, la conspiración se fraguaba contra ella, pero no obstante, se encontrarían con un resultado inesperado.

Aún así, la angustia la consumía por dentro, una angustia terrible de no saber cuánto más tiempo le quedaría de vida para realizar su plan magistral... De un modo u otro, aunque la matasen, ella ganaría esta batalla. Pero necesitaba más tiempo, y su vieja identidad, Carrotte, debería actuar nuevamente si quería obrar el pequeño milagro. Aún cuando fuera tremendamente peligroso hacer tal cosa.

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- Este feto tiene el mismo tiempo de gestación que mi hijo. - Pronunció Páragus depositando a una hermosa hembra sobre la camilla del laboratorio secreto. Sus cabellos eran largos hasta las rodillas, encrespados, salvajes y negros. Sus facciones eran finas y su cuerpo alto y estilizado.

La mayoría de hembras saiyajins preferían ver crecer a sus bebes en la sala médica de gestación. En esa enorme habitación, había un gran número de probetas con líquido azulado, y en ellas, se dejaban ver la nueva generación de pequeños saiyajins. Por razones prácticas, las hembras que estaban en servicio de combate activo, rechazaban parir a sus hijos de modo natural, así que les portaban durante un tiempo prudencial y después les depositaban en cápsulas de gestación donde crecerían hasta terminar su completo desarrollo. Algunas mujeres saiyajins sin embargo, optaban por el método tradicional, las menos de ellas, puesto que los partos solían ser bastante complicados. La reina había optado en su día por un parto natural, en las condiciones en las que lo hizo, para poder proteger a su bebé. Estando con ella, nadie podría dañarlo. La compañera de Paragús, había optado por esa opción con tal de evitar suspicacias y preguntas acerca del paradero de su compañero, ahora en paradero desconocido tras su fuga pasada. En cuanto a la compañera de Bardok, era una mujer de caracter fuerte y decidida, a pesar de los riesgos que un parto natural conllevaba, a parir todos sus hijos del modo tradicional.

- Bien, manos a la obra. - El doctor Myu, alumbrado por un ecógrafo de alta definición, tomó una jeringuilla e insertó la aguja en la barriga de la hembra. El bebé abrió los ojos en ese momento y miró el objeto extraño con rareza e inocencia, pero de pronto, la aguja se clavó en su cuerpo insertando un líquido anaranjado en él. El dolor, era insoportable y el feto casi murió retorciéndose en el vientre de su madre por la energía tremenda que comenzaba a desatarse en su genética, ahora modificada.

- El super saiyajin legendario tiene una genética distinta al resto de los saiyajins. Gracias a esta fórmula que he ideado, el potencial máximo podrá desarrollarse sin problemas. -Explicó el médico comprobando con una medición rutinaria el poder real del pequeño Kakarotto después de la aplicación del suero mutágeno, que había ascendido desorbitadamente.

- Invierte el proceso. - Pidió el celoso Páragus. Ningún otro bebé sería más poderoso que su hijo.

- Por supuesto. - Tomando una nueva jeringuilla, el doctor Myu aventó al indefenso bebé otra carga de alteración genética que rebajó su nivel de energía a tan sólo 1 unidad de combate. algo ridículo, incluso para un saiyajin.

La compañera de Paragus, satisfecha con los resultados y sin querer esperar un sólo segundo más, solicitó que el suero se le fuera inyectado, y así fue, que se tendió en la camilla con una sonrisa en los labios para que su pequeño Broly fuera el que derrotaría el clan de los Vegeta, instaurando un nuevo orden en Vegetasei, de la mano de su estirpe.

Por su parte, Paragus devolvió a la compañera de Bardok a su cabaña, procurando borrar todo rastro de sospecha, y difuminando en el ambiente un aerosol que neutralizaba su olor dentro de la casa. Apenas una hora después, Raditz, apenas un adolescente, acudió a almorzar encontrando que su madre llacía dormida en la cama en un sueño, del cual jamás volvió a despertar.

Ni ella, ni la compañera de Paragus sobrevivieron al trance. La compañera de Bardok, fue trasladada por Raditz hasta el centro médico. Sus ojos se llenaron de lágrimas cuando la vió exhalar su último aliento dando a luz a un bebe que metieron de inmediato en una cápsula de gestación hasta que terminase de desarrollarse adecuadamente. Fue un gran golpe en la familia cuando supieron, que había muerto, y además, por dar a luz a un bebé con tal fuerza de combate ridícula, que era la verguenza de Vegetasei.

Por su parte, la compañera de Paragus fue trasladada también al centro médico un día más tarde, resistiendo lo que pudo gracias a las atenciones de Myu, el cual hubo de recomendar su traslado para asegurar la vida de madre e hijo. Paragus arriesgó todo por su familia, llevando a su compañera hasta el ala médica en brazos. Por suerte, y utilizando algunos sobornos, logró que el bebé fuera inscrito con otro nombre dentro de la sala de gestación. Lloró también la muerte de su esposa, pero se regocijó, porque su hijo, Broly, sería el Super Saiyajin Legendario. Había merecido la pena el sacrificio. Ahora... sólo tendría que ingeniárselas para camuflar su ki. No, aún no mataría a Myu, le necesitaba para proteger al bebé hasta que definitivamente naciera. Pero después le mataría, él fue el culpable de la muerte de su compañera, y un saiyajin, no perdona...

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- Lord Freezer, un saiyajin que dice llamarse Turles solicita su audiencia. Afirma tener informaciones interesantes para su imperio. -

- Hazle pasar Zarbón... y más le vale que sus informaciones sean interesantes, o encontraré 'interesante' ver como se pudre un mono lentamente. -

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Enzi, seguro que no te esperabas el desenlace de estos acontecimientos, jejeje, ¿que tal?.

Shadir, es algo así como "la avaricia rompe el saco"...

Karo, y añadimos más y más nudos a esta historia, aunque como ves os voy soltando algún nudito. Ahora sabeis por qué Goku odia las agujas... jeje.

Kawai, seguro que la última escena fue tu preferida. No se que tienes con ese Freezer, yo creo que es algún tipo de amor platónico ajajjaja