Capítulo 18: Orgullo versus Amor.

Brássica entró en la habitación privada de la reina. Se quitó la capucha y en ese momento...

- ¿Dónde estabas?. - Sono la voz fornida frente a ella mirándola penetrántemente, Sus ojos azul oscuro, siempre severos y duros se abrieron de par en par. La capa se desplomó en el suelo.

- Yo... - Los ojos del Rey se cernieron con extrañeza sobre el atuendo extraño que llevaba puesto, eran ropas dignas de una saiyajin de tercera claro, no de una Reina como ella.

- He salido del palacio para comprobar el sistema de seguridad que tenemos. Es realmente lamentable... He logrado salir y entrar con total impunidad y ninguno de los guardias se ha percatado de mi escapada a pesar de mi atuendo inapropiado. - Su expresión volvió a ser segura.

El Rey la miró perplejo por unos instantes. - ¿Es verdad lo que dices?. - Algo no le encajaba.

- Por supuesto, durante todos estos años me he acostumbrado a ser súmamente perfeccionista en todo lo que realizo, y concretamente el sistema de seguridad me ha parecido uno de los temas más interesantes a mejorar. Cualquiera podría entrar al Palacio con un mínimo de estrategia y quien sabe qué mal podría ocasionar. Podría incluso atacar o matar a alguno de nosotros mientras dormimos. Con los años me he vuelto muy desconfiada... - Brássica se sonrió internamente, cuando acabase con Pepper y Cucumber, podría incluso afianzar más su teoría acerca de las deficiencias del sistema de seguridad del Palacio.

Vegeta la miró perplejo durante unos instantes, aún sin creer lo que decía, pero finalmente asintió y sonrió un poco. - ¿Para que me buscabas compañero?. - El tono de la Reina se volvió más seductor, su mano acarició la barba de Vegeta. El cerró los ojos unos instantes gozando de su tacto delicado y lleno de energía. Entonces la estrechó entre sus brazos con su rudeza natural, abrió los ojos y la besó intensamente.

Se separaron unos instantes. - Los responsables de las deficiencias de seguridad serán castigados duramente. - Afirmó furioso.

- Si me permites, mi Rey, realmente no son deficiencias de los guardias sino del mismo sistema en sí, en mis viajes he perfeccionado un sistema mucho más seguro, permíteme que yo misma me encargue de implantar el nuevo sistema. - El Rey asintió y volvió a besarla.

De nuevo se separaron, el tomó su cara entre sus manos y la miró con ese amor inmenso, ella le acarició la cara y sus ojos se fundieron en un sueño que parecía imposible de sentir. - Después de tantos años. - Sus caras se rozaron y se arrullaron rozándose una contra la otra. - Te encontré, mi compañera, mi Reina, no soñé jamás poder ser tan feliz. - Aquella declaración tan hermosa se clavó como un puñal en el alma de Brássica. Cómo lamentaba haberle mentido... pero no podía hacer otra cosa, no podía...

- Ah, Vegeta, Vegeta... - Repitió abrazándosele como si fuera a la vida misma a la que se aferraba con su tacto fuerte y seguro. - Mi compañero... nunca pensé que podría sentir tanto por nadie. -

Las lágrimas surcaron sus mejillas. - ¿Por qué lloras?. - El Rey no comprendía...

- Vegeta... lloro... porque soy tan feliz... - Tan feliz que ahora no quería morir, no, no iba a cederles su vida así de sencillo, no, ella tenía que vivir, por su hijo, por su amor, por Vegetasei. Un plan se formó de repente en su mente, pero antes de eso, agotaría todas sus cartas...

Su cara se tornó a felicidad al notar que Vegeta la cargaba en sus brazos para llevarla a la cama. Y su mente se abandonó a los placeres del amor y la carne...

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Horas después...

- Tengo que asistir a una audiencia con un par de nobles, Brássica, espero encontrarte a la noche en nuestra habitación. - La reina sonrió y le despidió con un beso.

Era el momento de actuar. Los muy bellacos pretendían matarla mientras que tenían la audiencia con el Rey, era la perfecta coartada, jamás sospecharían de ellos, claro está, si no hubiera sido porque ella se había adelantado a sus planes. ¿Cómo iban a hacerlo?. Eso era algo que no sabía. Sólo sabía la estrategia que pretendían seguir, por un comentario que Sullión les escuchó decir en la reunión, pero no sabía más. Ahora tendría que tener los ojos bien abiertos, y sobre todo, actuar normalmente, como siempre hacía, siguiendo su rutina diaria, y eso incluía que ahora, era la hora de la cena.

Cenaría con su hijo, como siempre. - Hola madre. - El pequeño la saludó en el salón ya preparado con una mesa deliciosamente decorada, aunque austera y algo minimalística.

- Hola Vegeta. - Sonrió con dulzura y luego frunció el ceño. - Espero que hayas hecho los deberes. - Su tono se hizo más duro.

- P...por supuesto... - Mintió. Pero si le decía que la había seguido seguro que se llevaba una regañina de las peores. Glup. Ahora tenía en su contra no haber hecho los deberes, la cosa se ponía fea.

Brássica sonrió. - Bien, mañana me los enseñarás, esta noche estoy ocupada con otros asuntos. - Vegeta respiró tranquilo, al menos podría hacerlos antes de acostarse.

La criada caminó sonriente a la mesa y sirvió la comida. - Le he hecho esto especialmente, mi Reina. - Aseguró con un gesto encantador.

- Gracias. - Añadió cortesmente la reina complacida de su trato agradable.

- Por favor, cómaselo todo, es una receta muy especial. - Añadió nuevamente con impaciencia.

Brássica le sonrió con dulzura aun sin perded su tono severo en la mirada, tomó el tenedor, pinchó un poco de la carne, olía realmente bien. La sirvienta sonreía con deleite a su lado, Brássica miró al pequeño frente a ella, su niño, tan hermoso... era una situación agradable compartir momentos así con su hijo.

- Hmp. ¿Por qué a mi no me han servido eso mismo, parece delicioso?. - Se quejó el chibi.

Entonces Brássica frenó el tenedor justo antes de que la porción de carne entrara en su boca. Apenas rozó sus labios. La criada parecía nerviosa ahora. - ¿Algo mal?. He pasado cocinando toda la tarde alteza. -

La reina bajó el tenedor. La sirvienta parecía a punto de llorar. - Vegeta. - El niño paró también antes de comer su bocado.

- ¿Si madre?. -

- Quiero que te dirijas ahora mismo a tu habitación y me traigas los deberes, he cambiado de opinión, voy a comprobarlos ahora mismo. - Su tono severo envió a Vegeta una sacudida de terror.

- Es que... yo... yo... - Brássica le miró crúdamente. - No los hice. - Reconoció. - Lo siento, madre. -

- Márchate ahora mismo a tu habitación, esta noche no vas a cenar por haberte atrevido a mentirme, fuera de mi vista en estos instantes. Mañana hablaremos detenidamente. - El niño puso cara compungida, castigar sin comer era uno de los peores castigos que se puede aplicar a un niño saiyajin. Pero aún así, no se atrevió a desafiar la autoridad de su madre, y la obedeció sin rechistar, aunque bastante apenado. Brássica le observó marcharse contrariado. Le dió pena castigarlo, sólo quería alejarle unos minutos para solucionar la cuestión, pero una mentira era inconcebible.

En cuando vió que su hijo se había marchado, la reina se levantó y acorraló en la pared a la criada. La miró fíjamente a los ojos. - Tus pupilas están dilatadas... "Debí haberlo imaginado... qué idiota he sido... esto podría haberme costado caro, me desconcentré con mi sesión de esta tarde con mi compañero... y ahora con mi hijo... no puede volver a sucederme, tengo que mantener la mente fría..." - Se recriminó mentalmente.

La doncella no se atrevía ni a respirar. Con un chasquido de dedos frente a sus ojos, y un dedo pulsado sobre la frente de la muchacha, Brássica asumió el control de su mente aún bajo efectos de la hipnosis reciente. - La reina se ha comido todo, estaba riquísimo. - Dijo con voz controladamente lenta.

- Ah, estoy tan contenta. - La sirvienta se relajó al escuchar aquello.

- Si. - Brássica sonrió torcidamente. - Y ahora, vas a llevarle estos platos extra que has cocinado, a Pepper y Cucumber, que estarán a punto de salir de su audiencia con el Rey. Enviarás a otra doncella para servirles, y le encargarás que les digan que es cortesía del servicio del Palacio esta cena suculenta que les servirán. -

- Si. - Repitió con la misma sonrisa extraña. - No recordarás nada de lo que te acabo de decir cuando despiertes, pero harás lo que te dije. -

- No recordaré nada, haré todo lo que me dijo. -

Charqueando de nuevo los dedos, la muchacha se despertó aturdida y confusa, recogió los platos de la mesa y se los llevó tal y como los había traido.

- Interesante cuestión... los cazadores cazados por su propia trampa... - La reina se sentó junto al fuego y se rió entre dientes mientra esperaba la llegada de su compañero, seguramente después de una cena con el Rey de un planeta de suministros con el que habían firmado recientemente una alianza.

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Sin darse cuenta se quedó dormida frente al fuego. Los labios extráñamente sutile del Rey la despertaron de su sueño transportándola a un nuevo estado de ensoñación. Su olor tan intenso la volvía loca. - Vegeta... - Susurró deslizándose con él hasta la alfombra de pieles de animales bajo sus pies.

Después de dos horas, se sentaron junto al fuego aun desnudos. - ¿Cómo haido todo?. -

- Todo bien, aunque ha sucedido algo inesperado. -

- Ah ¿si?. ¿Qué?. - Brássica esperaba escuchar las noticias de las muertes de sus verdugos pero lo que escuchó la horrorizó por completo.

- Parece que Freezer vendrá de visita. -

- ¿Qué?. -

- Será la semana que viene, aunque han comunicado el motivo de su visita. -

Brássica tenía los ojos abiertos de par en par. Aquello no podía ser bueno, pero tendría que lidiar con eso. Lo más importante era que Vegeta no comenzara a presumir de los poderes del niño. Si Freezer se enteraba de las grandes capacidades del chibi, seguramente querría eliminarlo, o quizás... algo mucho peor.

- Vegeta. -

- ¿Qué pasa?. - Frunció el ceño.

- No debes presumir ante él de los avances reales de nuestro hijo, aún no está preparado, tiene mucho que... -

- Pensé que habíamos hablado ya de ese tema, Brássica. somos saiyajins. -

- MALDITA SEA. - Gritó frustrada por la cabezonería dle Rey.

- MIDE TU LENGUA. -

Cerró los ojos y trató de calmarse. - ¿Quieres que acabe con nuestro hijo antes de que pueda alcanzar el estado de Super Saiyajin?. ¿Eso quieres?. Entonces presume de sus poderes. -

- MUJER. - Gritó. - Tú no eres quien para darme órdenes ni decirme lo que debo o no hacer. -

- Vegeta, te lo ruego... -

- No me ruegues, eres una saiyajin y eres una reina, no debes rogar a nadie por tu honor. -

- MALDITO HONOR. Mi hijo me importa más que el honor y el orgullo. Sólo espero que nuestro hijo que herede el orgullo que tiene su padre, porque es una herencia condenadamente estúpida. -

- ¿Cómo te atreves a insultarme?. - Vegeta la acorraló con sus brazos estampándola contra la alfombra.

Brássica le mantuvo la mirada sin amilanarse. - Suéltame. -

El Rey sintió una punzada en el corazón, el la amaba pero no podía hechar abajo su orgullo. - Fuera de mi vista mujer insolente y estúpida. - No podía dañarla, pero no podía consentir sus palabras y trato.

Brássica se levantó y con altivez salió de la habitación. - Maldita sea. Esto es malo... "Hijo mío, ¿cómo puedo salvarte de las consecuencias que el orgullo de tu propio padre pueden acarrearte?". -

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Hola, os he regalado este otro capitulito porque ya quiero terminar este Fic, le queda muy poquito ya, es la parte más triste, pero es inevitable...

Shadir, gracias por tus comentarios, siempre estás ahí, por cierto, ya estoy casi bien de aquello que te dije, mi marido me ha ayudado mucho y la verdad que yo no se como podía estar pensando tan idiota. Besos.