Capítulo 19: La tragedia de las almas.
Por la mañana, todos fueron puestos en alerta acerca de la muerte repentina de Pepper y Cucumber. Parada cardiaca simultanea, era algo increible. Las muestras de los análisis forenses no demostraron presencia de veneno ninguno, ni tampoco de intoxicación, enfermedad, o algo similar. Era algo inexplicable y la situación no podía ser más increible al ser coincidente en ambos. Algunas doncellas de palacio comenzaron a divulgar la historia de que el espíritu terrible del Super Saiyajin Legendario estaba rondando el castillo y que esos dos saiyajins habían fallecido de miedo al verle. Como toda leyenda de fantasmas, esta se extendió a la velocidad del rayo, de modo que todo el ambiente estaba enrarecido y más de un valeroso guardián andaba mirando en todas direcciones con recelo, no sea que el espíritu de Super Saiyajin Legendario estuviera de verdad rondando el palacio y fuera capaz de paralizar el corazón de aquellos que lo mirasen.
Brássica tomó una nota mental. Esa noche iría a ver al grupo de Bardok y tendría que burlar la guardia. La historia del fantasma iba a ser su mejor aliada. Hay varias maneras de vencer un ejército, y una de ellas consiste en mermar sus mentes... las leyendas han sido efectivas a lo largo de la historia en cualquier parte del Universo conocido y esa noche... el espíritu del Super Saiyajin Legendario vagaría por el Palacio... Jajajaja. No pudo evitar reirse entre dientes. ¿Quién dijo que tendría que cumplir su misión sin un poco de diversión extra?.
- Madre. - La reina se volvió y frunció el ceño. - Ya hice mis deberes. - El niño parecía triste de haberla decepcionado.
- Biblioteca, AHORA. - Brássica sonrió viendolo caminar a paso acelerado hasta la biblioteca, era un buen chico, un poco obstinado, algo engreido en el trato con los guardias y el personal de palacio, un poco orgulloso pero... Orgulloso... Brássica suspiró. - "Ojalá no seas tan orgulloso como tu padre, mi querido niño". - Aunque una parte de ella le decía que esa era una variable imposible de eliminar de la ecuación.
Pero ese día la lección sería un tanto distinta a las demás.
- Vegeta, hemos hablado muchos temas, has aprendido numerosas estrategias mentales, físicas, psicológicas, etc. Sin embargo, hay algo importante que debes saber. Si se quiere derrotar a un enemigo, es importante no mostrarle todas tus plenas capacidades. - El niño la miró extrañado. - Si le enseñas al enemigo todo tu potencial, este podría anticiparte y hacer trampas para prevenir que le derrotes. Lo mejor es enfrentarse con el enemigo una vez se tenga claro que se está en condiciones de derrotarlo. Presumir de fuerza, ir mostrando músculos, ir aparentando ser un gran guerrero es estratégicamente nefasto. Si algún enemigo intenta averiguar tus límites, lo mejor es sonreir enigmáticamente y dejar que lo averigue el solito. Nunca sueltes tu lengua, tu orgullo interior intacto vale más que un orgullo derrotado en una batalla. Es por eso que cuando venga Freezer, quiero que seas prudente... -
- Pero madre, Freezer no es nuestro enemigo... -
- Escúchame bien, jamás confies en más aliado que tu inteligencia. ¿Queda claro?. Debes ser prudente, pero si observas con atención, te darás cuenta de que no es de fiar. Es nuestro aliado en estos momentos, y nosotros debemos servirle convenientemente entre tanto reunamos fuerzas para acabar con él. Entonces, hijo mío, cuando seamos lo suficientemente poderosos, le destruiremos. -
- Si, madre, yo seré quien le destruya. -
- Nunca vendas la piel del oso antes de haberle cazado, hijo mío. Además, debes comprender por qué es tan importante que le destruyamos, y tu corazón no debe moverse por el honor y el poder, sino por sentimientos de justicia y de amor hacia tu pueblo. Tienes que... -
- Alteza... - Zorn apareció en la biblioteca y se arqueó frente a ellos.
Brássica saludó con la cabeza. - En otra ocasión seguiré explicándote Vegeta, ahora te dejaré con tu profesor. -
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La noche se cernió sobre el palacio, y aprovechando la oscuridad del momento, Brássica salió vestida con una capa larga y negra que arrrastraba en sus pies. Alzó el vuelo, aparentando medir al menos 3 metros de altura. En sus hombros había colocado unas hombreras anchas que le daban un porte increble, pero a la vez, su cuerpo menudo, hacía que la vaporosidad de la indumentaria fuese aún más fantasmagórica. En sus manos sostenía su arma estratégica. Salir del palacio era tarea árdua ahora que ella había diseñado unas estrategias de defensa casi perfectas.
Se dirigió hasta la zona del terraplén, tal y como suponía los guardias la descubrieron y salieron en su dirección para retener al intruso. Pero al volverse, accionó una esfera luminosa, se trataba de una gema que había conseguido en una de sus misiones, y su luz era dorada e intensa. Los guardias al verlo retrocedieron asustados, dándole tiempo para conformar una huida perfecta. En apenas unos segundos, había desaparecido de su campo de visión y estaba ilocalizable por ellos. Cuando se alejó lo suficiente, desconectó el dispositivo de interferencia en los scuters, que su viejo amigo científico le había proporcionado. Era una arma sutil e interesante para burlar las guardias más avispadas. Se trataba de un aparatito que emitía ondas especificamente turbadoras que contenían la lectura de cualquier ki que estuviera a más de 5 metros de distancia de los localizadores electrónicos.
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Por su parte, Páragus, desesperado por el creciente nivel de poder de su hijo, había solicitado a Myu, la creación de una diadema que le sirviera para contener su poder al nacer. Había utilizado también un enturbiador de lecturas para ocultar el nivel de energía, pero en el momento del nacimiento ya no podría hacer nada. Tenía que evitar a toda costa que descubrieran la trama.
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La reunión con Bardok, Celipa y Turles fue fructífera, pero cierto pequeño príncipe, andaba a su vez reuniendose con cierto Rey obstinado. - Padre. -
- ¿Vegeta?. ¿Qué haces aquí?. Deberías estar estudiando o practicando. -
- Es mi tiempo libre, ya he terminado los deberes y prácticas. -
- Cuando seas Rey no tendrás tiempo de descanso, es mejor que te vayas acostumbrando, ve a estudiar con tu madre. -
- Es que no está. -
- ¿Qué?. ¿Cómo que no está?. -
El niño miró a su padre y en ese momento, por los ojos de furia que tenía, supo que lo mejor era callar y no decir nada más. - Nappa. -
El gigante, que era el capitán de la guardia real se cuadró en el acto. - Localiza a la Reina y dile que venga a mi presencia de inmediato. -
- Mocoso, ¿sabes donde está tu madre?. -
- N...no. - Mintió. Algo le decía que había sido una mala idea ir a decirle.
El silencio se hizo en la habitación insoportable.
Nappa volvió unos minutos después. - No hay manera de localizarla, he movilizado por scuter a toda la guardia Real y ninguno la ha visto ni sabe de su paradero. -
- ¿COMO?. - Gritó el Rey.
Nappa temblaba como una hoja, se arrodilló ante su monarca. - Señor, partiré a buscarla de inmediato. -
- Más te vale encontrarla... - Cuando Nappa se fue, Vegeta escuchó la voz amenazadora de su padre. - Y más te vale aparecer con una buena explicación... Brássica... -
El Chibi sintió una punzada de culpabilidad, mientras que su padre era frío y distante, su madre pasaba tiempo con él, le enseñaba cosas valiosas, se preocupaba de él, le hacía sentir querido. Tenía miedo de las consecuencias negativas que su delcaración pudiera haber acarreado, pero tampoco pasaría nada malo ¿verdad?. El no había dicho nada malo, sólo que no estaba localizable, eso no era tan terible. ¿Pero si no lo era, por qué su padre parecía tan enojado?.
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Otra reunión paralela se sostenía en un lugar apartado, con otras gentes muy diversas... - Los planes de Pepper y Cucumber han fallado miserablemente, es hora de tomar medidas claras. Sullión, esta vez tendrás que ser tú. -
- Convengo en ello. - Unas cuentas voces de aprobación resonaron en el lugar.
El saiyajin dió un paso al frente. - Ya expuse unos motivos claros la vez pasada, tengo una misión más importante que atender y... -
Un anciano habló con voz cascada y cruel. - Tu misión es esta y la acatarás sin rechistar, ¿has comprendido?. -
- Si, señor. - Sullión estaba entre la espada y la pared. ¿Qué podría hacer ahora?.
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- ¿Quién está ahi?. - La reunión del cuarteto de Brássica, Bardok, Toma y Celipa, se puso en guardia al notar el chasquido de una rama cercana.
- Ehhh, tranquiloooos. -
- ¡Turles!. - Gritó toma con recelo.
- ¿Qué haces aquí, hermano?. -
- Nada, Bardok, es que yo también quiero participar en vuestra misión. -
Celipa angostó los ojos. - ¿Y ese cambio repentino?. -
- Estoy cansado de que me traten como a una mierda, quiero ser alguien distinto, quiero sentirme guerrero, sin clases, sin injusticias. Y se que su magestad podrá ayudarme a hacer eso realidad. -
- Sea, Turles, ven... - ¿Quién iba a imaginar los terribles planes que ese saiyajin tramaba?. Lo lógico y lo inteligente era que desease que las ideas de justicia e igualdad de Brássica llenasen el planeta y formulasen el nuevo orden necesario. Sin embargo, la lógica muchas veces, obedece a la oscuridad de las almas, más que a la inteligencia de los cerebros.
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- Adelantaremos nuestra visita unos días Zarbón, pero no digas nada a los monos, quiero que sea una sorpresa, les avisaremos apenas media hora antes de descender a la superficie... oh, va a ser algo tan... gracioso... jajajajajaja - La risa del lagarto se fundió junto con la de sus dos hombres de confianza, Dodoria y Zarbón.
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Mientras tanto, en el palacio, en la habitación que compartían padre e hijo, la espera se hacía cada vez más tensa e insoportable. ¿Y si le pasaba algo malo a su madre por haber cometido la imprudencia de preguntarle a su padre?. Los remordimientos del niño eran terribles.
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