Capítulo 20: Burlar a la muerte.

El viejo Aquintiax ultimaba los últimos preparativos para seguir las instrucciones de Brássica. Sabía que era algo sumamente arriesgado, pero total, el ya no tenía mucho que perder, había vivido bastante y si alguien descubría el plan que estaba siguiendo no tendría problemas en inventar cualquier tonta traición de viejo chocho que ha servido a los saiyanes toda la vida. Dió una última mirada cariñosa a los bebes que aguardaban aún por nacer.

- Vosotros tendreis que esperar un poco... y tú. - Señaló a Broly. - No te agites tanto pequeñuelo, aún te queda un poco de tiempo para nacer, pero tu destino no será el mismo que el de los bebes de mi lista. Aprende de tu compañero de al lado, Kakarotto está muy tranquilito... -

Con una sonrisa de abuelo cariñoso se alejó de las urnas regeneradoras que contenían los bebes aún en desarrollo.

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- Alteza. - Sullión la esperaba escondido en un recodo de la habitación.

La Reina no se sorprendió sin embargo y comenzó a despojarse de su disfraz. - ¿Qué quieres?. -

- Ha llegado el momento, me han pedido que yo mismo termine con vuestra vida. - Pronunció bajando la mirada y con pena evidente en la voz.

- Bien, entonces... dame una semana, debo organizar algunas cosas... - Ella habló como si nada.

- Debeis partir de misión inmediatamente, es la única forma de que... - Contestó alterado.

Fue interrumpido por unos ojos que se le clavaron firmemente y una voz que cortó su respiración. - No voy a partir de misión Sullión. - El saiyajin abrió los ojos asombrado y alarmado.

- Están dispuestos a acabar conmigo sea como sea, y no podemos evitarlo, si no eres tú será otro el encargado, debes cumplir lo que te han pedido. - Los ojos de Sullión se abrieron más si cabía.

- JAMAS. - Renegó con rabia. - Por mi honor que... -

Brássica sonrió interrumpiéndole. - No te apures mi fiel amigo, sólo fingiremos mi muerte, pero debes prepararlo todo para que suceda dentro de una semana. - Después de unos segundos de choque, el aire volvió a sus pulmones aliviados.

Los pasos detrás de la puerta alertaron a ambos. - Alteza, debeis presentaros ante el Rey, ha descubierto que estabais fuera de palacio y querrá una buena explicación, os estais arriesgando demasiado. -

- He permanecido todos estos años aguardando, ya no puedo seguir haciendolo. Hay momentos para esperar y momentos para actuar. Ahora es el momento de actuar, luego será demasiado tarde. Sólo espero que ya no sea demasiado tarde... - el saiyajín cabeceó algo turbado por la última parte del discurso casi inaudible, pero inquietante.

Brássica caminó con paso firme escoltada por Sullión hasta la sala del trono donde su compañero y su hijo la esperaban en un silencio cortante, y en una tensión abismal.

- Déjame adivinar... estabas de nuevo probando el sistema de seguridad... - Escupió el Rey nada más escuchar sus pasos. Pero cuando se volvió a verla hizo un esfuerzo sobresaiyajin para seguir enojado con ella. Era tan hermosa, sus ojos azules tan brillantes, tan puros... ¿Cómo podía enojarse con una criatura tan celestial?.

Ella miró a su hijo. - Vegeta, déjanos sólos por favor. - Su sonrisa cariñosa adornó un rostro curtido de experiencias dolorosas, queriendo reconfortar al pequeño niño, que parecía asustado.

- Madre yo... - Quiso explicarle que no pretendió meterla en ningún lío, pero no pudo continuar hablando.

- Ya has escuchado a tu madre, déjanos sólos ahora mismo. - El tono rudo del Rey retumbó en la habitación. Brássica angostó los ojos, a veces quisiera que Vegeta olvidara su puesto de Rey perpetuo y tratara a su hijo como un padre, sin títulos, sin formulismos, y sin estupideces.

Nappa escoltó al pequeño fuera de la sala junto con Sullión, quedando sus progenitores dentro. El chibi permaneció cerca de la puerta esperando la salida de su madre. Se sentía muy mal por lo sucedido.

- ¿Dónde estabas?. - Sus ojos azabaches se clavaron en los de ella más incrédulos que nunca.

- Probaba las nuevas medidas de seguridad, tal y como pensabas. - Replicó tranquila.

- ¿Por qué no me informaste de que ibas a hacer eso?. - Su mirada se angostó.

- No me lo solicitaste. - Sonrió.

- Eres la reina de Vegetasei y no puedes desaparecer así sin más. - Gruñó.

Brássica sonrió algo melancólica, su única manera de burlar la muerte era fingiendo su propia muerte, desapareciendo, y tarde o temprano tendría que hacerlo, pero antes debía dejar algunas cosas organizadas, y sobre todo esperar que Aquintiax cumpliera adecuadamente con su cometido. - Mi compañero, no debes preocuparte por mi, se cuidarme sóla, ninguno de nuestros soldados podría hacerme un daño real. -

Por supuesto, el Rey no estaba preocupado por eso, sino por sus extrañas escapadas y sus indumentarias de tercera clase al hacerlo, pero algo en la voz encantadora de su compañera, algo en sus ojos, en sus labios hermosos, en la dulzura de su tono, en la sensualidad de su cuerpo pequeño y perfectamente proporcionado, algo en su alma no podía más que desear abrazarla contra su pecho y amarla.

Como si hubiera adivinado lo que quería, Brássica se le acercó y lo besó sujetando la cara de su compañero con sus manos. - Vegeta... - El estaba aturdido al principio, aún enojado, pero pronto cedió y correspondió el beso añadiendo una pasión extra.

POM POM POM

Los golpes en la puerta resonaron en la habitación. El Rey y la Reina se separaron gruñendo al unísono. Zorn apareció detrás con cara de alarma en sus ojos.

- Magestad. - Se inclinó. - Lamento interrumpir su reunión, pero es muy urgente. -

- ¿De qué se trata?. - Ambos sintieron a la vez una especie de sacudida en el pecho, como un presentimiento extraño, una mala sensación.

- Freezer... - Brássica no pudo evitar un leve 'ah' casi inaudible, y Vegeta frunció el ceño. - Viene hacia aquí... ahora mismo, estará llegando en apenas 10 minutos más. -

- Freezer... Debía venir la semana que viene, ¿Por qué habrá adelantado su visita?. ¿Ha dado alguna explicación?. -

- Ninguna. -

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Un rato después, los monarcas estaban vestidos con sus mejores galas esperando en la sala del trono la llegada de su temible invitado. Sullión y Zorn cada uno a un extremo. Chibi Vegeta, permanecía con Nappa fuera de la habitación por orden de sus padres. Dos hileras de 12 soldados cada una, la guardia Real, adornaban los laterales de la sala con gesto marcial y rostro impasible.

Zarbón y Dodoria caminaron a los lados del Lord, el cual iba subido en un trono volador. - Saludos, Rey Vegeta, Reina Brássica... -

Los modales refinados del lagarto tenían iban acompañados esta vez de una sonrisa burlona detrás de una mirada que se clavaba en la Reina. Vegeta gruñó en lo bajo al notar la mirada penetrante y lasciva que el lagarto sostenía en su compañera. Ella frunció el ceño al notarlo. Era asqueroso. Procuró mirar en otra dirección.

- ¿A qué se debe su visida Lord Freezer?. - Preguntó el Rey con tono algo molesto por el recorrido visual del monstruo por todo el cuerpo de su compañera.

- Negocios. - El desconcierto estaba en la sala. - Nuestra alianza es un gran negocio para ambos de nosotros, debo velar por la misma. - Sus ojos volvieron a mirar a la Reina mientras hablaba ignorando la presencia del Rey, y una sonrisa sádica se instaló en sus labios finos.

- Bien, en ese caso, se realizarán los preparativos para la cena. Podremos hablar más tranquilos mañana. - En realidad esto era una estrategia diplomática muy efectiva. Durante la comida podría sonsacar algo de información acerca de su visita y así podría luego negociar con él mejor en su siguiente reunión. Quizás lo que quería era renegociar algún punto de su acuerdo, o... Bah, congeturas, durante la cena descubriría el por qué de su repentina y extraña visita.

- Por favor, pueden pasar a unos aposentos de descanso antes del almuerzo. - Sugirió Zorn acercándose a los invitados.

La comitiva se alejó lentamente, con un paso casi procesional, y algo en el ambiente se sentía hediondo y putrefacto después de que se marchasen de la habitación... sólo que no era un aroma, sino una sensación. Suciedad, oscuridad, putrefacción, maldad... maldad pura. La misma maldad pura que asesinó a Cárrotte, una niña inocente. La misma maldad pura que llevó a la tumba a Onionte, pudriéndola en sí misma. La misma maldad pura que acabó con la vida de la compañera de Páragus y de la madre de Kakarotto. El mal... deleitándose antes de dar su zarpazo magistral.

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- Ahora no, mocoso, vístete para la cena. - Ordenó el Rey.

- Quiero hablar con mi madre. - Le enfrentó el pequeño.

- ¿Cómo te atreves a desafiar mis órdenes?. - Gritó furioso. Brássica puso una mano en su brazo para calmar su ira.

- Vegeta, luego hablaremos, ahora ve a tu habitación, debes prepararte. - Su tono era suave, pero tenía un punto de amargura, de distracción, de avería. Una tormenta de ideas surcaba su cerebro, un presentimiento terriblemente nefasto la pulsaba al borde de sus nervios. - Mi Rey. - Exclamó súbitamente. - Creo que lo mejor es que el príncipe siga sus estudios. Aún tiene que cumplir un castigo que le impuse por no hacer los deberes. - Quitar al niño de los ojos del tirano, algo en su instinto de madre le decía que debía evitar que lo viera.

El chibi paró su caminata hacia la puerta y se volvió con cara compungida. ¿Pensaba castigarlo sin cenar otra vez?. Moriría de hambre a este paso... El Rey angostó los ojos en su compañera, luego miró al niño. - Bien, te servirá de lección, por faltar el respeto a tu Rey y faltar tus deberes en los estudios. Ve a la biblioteca ahora mismo y no saldrás hasta que tu madre te levante el castigo. -

El niño miró rabioso. El ya había cumplido el castigo la noche anterior, no podía pagar dos veces por la misma causa, pero todo en el ambiente era extraño y él podía sentirlo. Quizás estaban enfadados con él por lo que había causado, quizás se trataba de haber descubierto la extraña escapada de su madre. Debió haber desatado algo muy malo al hablar a su padre y decirle que la reina no estaba en el palacio. Debía ser por eso. - Yo... - De nuevo quería disculparse pero su boca orgullosa no encontraba palabras para eso.

La mano cariñosa de su madre en su cara le desconcertó. Le miró con tal ternura, con tal amor en sus ojos azul oscuro... - Vete... ahora... - Su padre no había visto la escena, ya estaba fuera de la habitación por suerte y el chibi se relajó en el tacto amoroso de su madre. La sonrisa de ella le indicó que estuviera tranquilo, pero la amargura de su rostro le desveló más cosas, cosas que le hicieron sentir culpable, triste, confuso, intrigado, asustado, rabioso, impotente... - Te quiero, hijo mío. - Su madre le abrazó fuerte, él no pudo moverse, estaba tan confuso, el tacto, las demostraciones de afecto habían sido tan escasas en todos sus años de vida, en sus cortos años de existencia... De nuevo quiso decírselo, qué sentía haberla espiado, que lamentaba haberla metido en un lío por su curiosidad, pero de sus cuerdas vocales no salieron más palabras que un balbuceo de niño avergonzado y sonrojado, su madre se marchó de la habitación dejándolo aún ensimismado en sus sentimientos.

- Espera... - Alcanzó a decir, pero el susurro fue inaudible. El púrpura de la capa de su madre asomó por el borde de la puerta antes de despedir del lugar su figura blanca. Es como si una fuerza le impidiera doblegar su orgullo inflado para decirle "lo siento, no quise meterte en problemas". Pero a la vez sentía tal necesidad de liberarse de esa carga que le estaba abrumando de un modo tan terrible... Quizás más tarde, cuando viniera a levantarle el castigo podría hablar por fin con ella. Quizás entonces estaría menos enfadada con él.

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Brássica estaba radiante, vestía una armadura blanca como el nácar, con adornos dorados y el emblema de la familia real al lado del corazón. El conjunto de mayas era blanco también, inmaculado, en contraste con su capa púrpura, su pelo azul oscuro, sus ojos profundos del mismo color... sus labios rojos iluminando un rostro de ted tan clara y estoica. Su cuerpo diminuto asombraba por la energía que transmitía en cada movimiento. Sus manos delicadas y finas parecían imposibles para una aguerrida combatiente como era ella. Resplandecía en la habitación, parecía envuelta en una luz extraña, y todos los presentes no podían evitar hipnotizarse en el aura que calmaba y atraía sobremanera. Era como una diosa encarnada, bondad, bondad pura, pero recia, enérgica, una bondad fuerte y decisiva. Era la esencia de la bondad, la misma bondad que dió a luz un niño a sólas, la misma bondad que juró justicia día a día mientras estudiaba en su amada biblioteca, la misa bondad que permaneció años lejos de su hogar y quienes quería, sólo para protegerlos, la bondad pura... entregada, sensible, fuerte, intensa como un faro en la oscuridad. Eso era ella, la representación del bien...

Y frente a Brássica, el mal, sonriendo con anticipación de lo que sabía que vendría, y trabajando con su aura oscura las almas de la habitación para trastornar, y entumecer sus sentidos, sus pensamientos... ideando modos de manipulación deleznables, disfrutando su momento, esperando el momento oportuno.

- Estoy interesado en las costumbres de los planetas con los que tengo alianzas... - En la mesa estaban sentados los consejeros reales, Zorn, Sullión, El Rey y la Reina, varios ancianos del estamento de poder máximo, junto a Dodoria, Zarbón y Freezer. Todos atendieron las palabras del tirano.

- Por ejemplo, en el planeta Tanoslian, conformado también por castas de guerreros poderosos, las hembras de alta alcurnia son cedidas a los extranjeros poderosos cuando estas incurren en algún delito contra su casta. - Brássica estrechó los ojos y tragó saliba en repugnancia.

- Me complacería ilustrarle acerca de las costumbres de Vegetasei, Lord Freezer. - Aclaró Zorn, excelente diplomático.

- ¿Qué pena tiene la traición en sus leyes?. - Preguntó sonriendo ladinamente.

- La muerte, por supuesto. -

- ¿De que modo se lleva a cabo la pena?. -

- Puede realizarse en acto público o bien privado, y el encargado de ejecutar la sentencia es siempre de superior rango al ejecutado. -

- Qué interesante... - Una mirada cómplice fue intercambiada con Zarbón, que se rió entre dientes.

- ¿Tiene el mismo tratamiento atentar contra el Rey?. - Vegeta estrechó los ojos.

- La pena es la misma, pero en ese caso, el Rey es quien se encargaría de ejecutar la sentencia. -

La mente de Brássica daba vueltas y vueltas, analizaba, pormenorizaba, no daba con la clave. Algo era demasiado extraño. Y la conversación era aún más extraña. Sullión parecía tan ensimismado en sus pensamientos como ella misma lo era.

- ¿Cómo avanza la alianza que mantiene con los Tanoslianos, Lord Freezer?. - El Rey cambió el tema interesándose por el otro ejército de guerreros que luchaba bajo las órdenes del tirano.

- Oh, excelente, por suerte tienen una política interior bastante saneada y eso favorece el éxito de sus misiones. Hoy por hoy, después de los de mi clase Icejins, los Tanoslianos son los mejores guerreros en todo el Universo. - Todos los saiyajins miraron al tirano profundamente ofendidos por esa afirmación.

Brássica sonrió sin embargo interviniendo en la conversación por primera vez. - Es verdad que son poderosos, yo misma he dirigido una batalla en la que contaba con fuerzas de Tanoslianos a mi cargo. Lo recuerdo perfectamente, el planeta se les resistió de tal manera que estuvieron a punto de perder todo el grueso del ejército. Fue una verdadera suerte que mi nave se encontrase cerca de ellos para poderles socorrer. Gracias a la intervención saiyajin pudieron conpletar la misión. - Ahora todas las caras de los saiyajins eran sonrientes de un modo casi confidencial, mientras que los rostros del otro lado tornaron en un tono de astío.

- Veo que su compañera es muy elocuente, Rey Vegeta. -

- No sólo es una reina inteligente, sino que es la mejor de las guerreras de Vegetasei. - Alardeó orgulloso.

- Si, he escuchado algunas cosas muy interesantes acerca de ella... - El tono irónico en la voz era irritante.

- Y muy hermosa, debo añadir... - Zarbón miró hacia otro lado asqueado del cumplido dedicado a la 'monita'.

- Oh, exagerais Lord Freezer, estoy segura de que su 'compañera' debe ser mucho más 'hermosa' que yo. - La sonrisa de Brássica chocó con el fulgor de Zarbón sin descolorarse ni un ápice.

El Maestro miró a su derecha sonriendo en el guerrero de cabellos verdes de modo tranquilizador.

- No esperábamos su visita, ha sido toda una sorpresa. - Volvió a pinchar el Rey tratando de sonsacar un poco de información.

- Lo imagino... - Solo encontró la ambiguedad de una mirada que prometía desvelar el secreto, pero sólo en su debido momento.

El silencio se hizo incómodo durante unos minutos. - ¿Cómo es que estais en Vegetasei, Reina Brassica?. En mis anteriores visitas me informaron que se encontraba en misión permanentemente. -

- Me he tomado unas vacaciones... -

- Ha llegado a mis oidos que es muy querida por sus subordinados. - Brássica sólo asintió en reconocimiento. - Sobre todo entre los tercera clase. - Sullión miró como si le hubieran dado un latigazo de repente, pero enseguida disimuló el gesto que nadie pudo apreciar, por suerte, ya que estaban centrados entre la batalla dialéctica de Freezer y Brássica.

- Soy apreciada y respetada por todos los súbditos de Vegetasei... - Alguien apareció en una esquina de la habitación, intercambiando algo con uno de los guardias del lagarto, que permanecían de pie en la puerta, custodiándola. El corazón de Sullión dió un vuelco y comenzó a latir rápido.

- Si, eso me han dicho, y además he sabido que vuestras ideas son originales... - Sullión rozó su frente que sudaba profusamente.

- La originalidad es importante cuando se quiere derrotar al enemigo. - Acordó el Rey interviniendo en la conversación que le incomodaba por estar centrada y acompañada de miradas lascivas hacia el cuerpo de su compañera. El saiyajin respiró algo pesadamente. Zorn le miró comfidente preguntándole con la mirada si se encontraba bien. Sullión hizo un gesto leve para asegurarle que se encontraba perfectamente bien y se esforzó por controlarse.

- Sin duda, jajajaja. - La risa de Freezer contagió a sus dos secuaces.

Nadie más entendió el chiste que causó tanta gracia al terceto imparial, de modo que miraron a sus platos con tal de contener su ira creciente.

La cena transcurrió con semejantes tiranteces, y todos agradecieron que terminase pronto. - Ha sido un placer compartir esta cena con vosotros. -

- Igualmente Lord Freezer. - Añadió Zorn haciendo alarde nuevamente de su refinada diplomacia.

Vegeta se acercó hasta el Lord y cabeceó antes de retirarse. Brássica hizo lo mismo para seguir a su compañero que ya estaba vuelto de espaldas, pero en ese momento, Freezer le susurró algo con voz seductora que la dejó totalmente turbada. - Buenas noches Cárrotte. - Sin poder siquiera responder, se elejó com si no hubiera sucedido nada, incluso fingiendo no haber escuchado aquella declaración. Ella misma se preguntaba si no era una mala jugada de su cerebro la que la había hecho escuchar aquella frase, pero un nuevo susurro de Zarbón que hizo ademán de despedirse de ella para disimular, la llevó a la realidad y a la gravedad de la situación.

- Lord Freezer estará encantado de recibirla en sus aposentos esta noche, Cárrotte. - Sin mirar atrás, Brássica desapareció d ela habitación. Su corazón latía tan rápido que parecía querer salirse de su pecho.

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- Era mi misión. - Reclamó violentamente Sullión.

- Pues ahora ya no lo es. - Aclaró un anciano que había estado presente en la cena, miembro también de la sociedad secreta.

- ¿Por qué?. -

- Por qué hemos encontrado un modo mejor de solucionar esa pequeña molestia... -

- ¿Qué modo?. -

- Sólo observa, Sullión... -

- ¿QUE MODO?. - Gritó enojado. El anciano gruñó de coraje por sus malos modos.

- No es asunto tuyo. -

- Yo cumplo con mis misiones. Exijo saber de qué se trata o yo mismo me encargaré de llevar a cabo mi plan. -

- No tendrías tiempo para eso Sullión, los días de la reina están contados, o más bien debería decir... las horas. Valoro el entusiasmo que tomas en tus asignaciones, pero no será necesaria tu intervención. -

- Eso lo veremos... - El saiyajin se marchó contrariado. Finjir enfado era su última carta. Quizás podría hacer creer a los demás que había llevado a cabo su misión acabando con Brássica, cuando en realidad finjió su muerte antes de que la matasen los otros.

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Brássica sentía la presión encima, todo había sido demasiado rápido. Le quedaban horas. Tenía que organizarlo todo. La desesperación se apoderó de su alma por unos instantes. Era demasiado joven para morir, no podía morir, tenía un hijo por el que velar, tenía un compañero que amar. No podía morir... ¿Cómo burlar la muerte?.

- Brássica. - La voz ruda del monarca resonó en el pasillo llamándola. Ella cerró los ojos. Ahora no podía ir con él, tenía mucho que arreglar.

Se aproximó a la puerta de la habitación. - Voy a ver a nuestro hijo, volveré después. - Su voz sonó melodiosa a pesar de la tormenta interior.

- NO. Ordenaré que uno de nuestros soldados le informe de que su castigo ha finalizado. - Una sonrisa seductora vagó por sus labios mientras sus ojos la devoraban con anticipación.

- Vegeta, di mi palabra de ir personalmente a hablar con él y debo cumplirla. - El Rey gruñó.

- Se rápida. - Ella asintió con amargura y se marchó.

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Sullión la interrumpió en el pasillo. - Debemos hablar majestad. - Su cara era desencajada.

- Aquí no es seguro. Iremos a la biblioteca. -

- Príncipe. - Sullión saludó al pequeño que estaba leyendo un enorme tomo enciclopédico con cara compungida.

- Madre. - Ignorando al acompañante se dirigió hacia ella.

- Vegeta, ve a tu habitación. -

- Pero madre, deseo hablar contigo a solas. - Miró de reojo a Sullión.

- No ahora, ve a tu habitación. - Brássica se odió por parecer tan severa, pero no había tiempo que perder.

Cuando el niño se marchó de la sala enrabiado y pagándola con los guardias, quienes cobraron en golpes la frustración del pequeño príncipe, Brássica corrió hasta uno de los estantes tomando un libro en sus manos. - Ve a Aquintiax y pídele que cree esta fórmula. -

- ¿De qué se trata?. -

- Es un suero que me hará parecer muerta ante los ojos de todos. Dispondrás de esta otra fórmula. - Señaló otra página del libro. - Para devolverme a la vida después de mi funeral. -

- Tiene que ser esta noche. -

- No pierdas tiempo, ve con Aquintiax. -

- Tendremos que buscar un asesino. -

Brassica tembló de rabia. No quería culpar de su muerte a un inocente. - Culparemos a Zarbón. -

- ¿Cómo?. -

- Diremos que lo hizo por celos, porque Freezer se fijaba en mi. No será difícil de creer después de las miradas lascivas que me ha dedicado todo el día. Además, todos saben que Zarbón es el amante del maldito lagarto. -

- Si, pero cómo podrán probar que ha sido él quien te ha matado. El veneno es inocuo. -

- Finjiremos una lucha. Haré que me golpee. Procura que los análisis forenses los efectúe Aquintiax, él me es leal y elaborará un informe de muerte violenta. Su fuerza es mayor que la mía, así que no será difícil creer que me ha matado. Tomaré la fórmula mientras lucho con él. Su efecto es inmediato. Tú deberás estar al tanto para avisar al Rey de mi desaparición y de tus sospechas. Conviene que me encuentren en los aposentos de Zarbón. Nos encontraremos en la biblioteca dentro de dos horas más. Procura traer contigo la fórmula que te he solicitado. -

- Es arriesgado para tí. -

- ¿Se te ocurre un plan mejor?. -

Después de una mirada intensa Brássica se alejó y fue a las estancias reales. Esa noche iba a ser complicada, larga e intensa.

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Enzi, chibi Vegeta me da mucha penilla, pero en esa época era un mocoso y no le tenían en cuenta. Sin embargo en el último capítulo va a protagonizar una emotiva escena...

Bulnatt, aquí está el plan magistral de Brassica para escapar de la muerte. ¿Podrá lograrlo?.

Karo, feliz día de la mujer para tí también. Y eso de portarse mal... no lo dudes, jejejejeje.

Shadir, creo que ya no te deben quedar uñas, jajajaja