Dragones de Tierra

14: Sucesos

Pegasus estaba más que preocupado. Y no sólo por el llamado de las autoridades de Gartland. Weevil había sido todo un acontecimiento en Yiske, algo sin precedentes, y esto también lo era.

Hasta ése entonces, nunca había llegado una carta del mundo exterior a Yiske.

Pero ahora había llegado.

Para Weevil.

Pero Weevil no despertaba desde el día en que llegó a Gartland.

Mokuba había intentado despertarlo a medianoche, porque iban a hacer una excursión. Pero Weevil no despertó. Por un momento pensó que estaba muerto, pero aún respiraba. La excursión no se suspendió, pero trasladaron a Weevil a la enfermería. Mokuba se lo dijo a su hermano, quien se lo dijo a Pegasus por teléfono.

Cuando colgó, el teléfono volvió a sonar. Era la directora de Gartland, quien le informaba que solicitaban su presencia por asuntos con respecto a Weevil. Iba a salir en ése momento, cuando el cartero le entregó la carta.

Y Pegasus estaba doblemente preocupado. Por Weevil y por los remitentes de la carta.

Los padres de Weevil.

-No ha despertado desde el primer día en que llegó al colegio. Le informamos en cuento pudimos- le dijo la directora, apenada, conduciendo a Pegasus hacia la enfermería.

-¿Cómo está Weevil?- quiso saber Pegasus.

-Oh, fue un ángel desde que llegó… Pero cuando se durmió, sus compañeros de cuarto lo escucharon murmurar algo en inglés, y luego no volvió a despertar. No pudimos penetrar su piel para alimentarlo por vía intravenosa, así que decidimos hacerlo venir. Necesitamos su autorización para trasladarlo a un hospital, se requieren unos estudios... Y necesitan la aprobación de su tutor legal-

-Nadie tocará a Weevil mientras yo esté aquí- dijo Pegasus, con voz seca, y la directora calló.

Llegaron a la enfermería, y Pegasus les pidió que los dejaran solos. Ahí estaba Weevil, en una cama de la enfermería, respirando con dificultad. Estaba transpirando frío, y Pegasus lo comprobó cuando pasó su mano por el rostro del niño. Estaba teniendo una pesadilla, o un mal recuerdo…

-Weevil, ya vine- dijo Pegasus, con voz suave, tomando una de las manos de Weevil -¿Quieres verme?-

Weevil empezó a respirar más tranquilo, y su rostro recuperó algo de color. Pero aún seguía dormido, y no despertó sino una hora más tarde. Fue algo tan suave, que Pegasus no lo notó sino hasta que Weevil se le habló.

-¿Estás bien papá?-

Pegasus levantó la vista, sorprendido. Weevil nunca lo había llamado así, por más que él siempre le dijera lo orgulloso que estaba de ser su padre. Weevil estaba más pálido que de costumbre, pero al menos había despertado.

La voz se corrió por todo el lugar. Para revisarlo, fue necesario desvestir a Weevil. Y entonces habían encontrado el brazalete se Dragones de Tierra que llevaba en su mano izquierda. Las enfermeras se lo dijeron a los porteros, y de éstos se transmitió a todo el colegio. Y del colegio salió a la calle, y antes que llegara el día toda la ciudad de Yiske se enteró.

Las hipótesis variaban. Pero la curiosidad era general. ¿Era un detector? ¿Un amuleto? ¿El regalo de un mago? ¿La maldición de un Destripador? ¿La marca de una secta? ¿Algo que modificaba su energía y lo hacía invisible a cualquiera radar? ¿Un simple capricho para diferenciarse más? ¿La razón de su no despertar? ¿Un transmisor para hablar con sus padres, que habían muerto? ¿El signo del Fin Del Mundo?

Y las teorías seguían, una detrás de la otra. Toda la ciudad se llenó de murmullos, deseando saber qué era ése brazalete, nunca visto en Yiske. Y Mokuba no era la excepción.

-Y no lo vimos… Todo el tiempo frente a nuestras narices y no vimos ése brazalete… - le decía Marcos a Noa en el recreo.

-Ey, más respeto, Weevil está en la enfermería y no es nada lindo hablar a las espaldas de alguien- le dijo Mokuba.

-Como sea, es algo extraño… - dijo Noa –Para mí que es algo que tiene o tenía algo de magia, pro que ahora no funciona o funciona mal-

-¿En serio?- preguntó Mokuba, sin ánimos.

-¿Y qué te pasa ahora?- preguntó Marcos –Pegasus está aquí, y lo llevará a su casa. Tú volverás a verlo, pero nosotros no. Podrás preguntarle cuando quieras, incluso puedes ir a su casa. Pero ¿y nosotros qué? Supongo que sabes lo que le espera cuando vuelva a sus actividades normales… -

-Si es que vuelve- dijo Noa –No lo veo muy bien… -

-Tienes razón- dijo Mokuba –Lo noto agotado, y todo desde que se durmió. Algo le pasó mientras dormía, o soñó algo o alguien quiso estar en su sueño-

-Ey, volviendo al tema del brazalete ése- dijo Marcos, después de un rato -¿Nunca sospechaste nada?- a Mokuba.

-Una vez no se quiso sacar el saco del uniforme, pero después de eso… No. Siempre era muy amable con todos, pero era algo tímido al principio… Y después pasa esto. Algo raro le pasa… -

Pegasus llevó a Weevil a casa luego de que lo revisara su médico de cabecera. Estaba todo en orden, pero necesitaba descansar, dijo el médico, y Pegasus lo tomó al pie de la letra. Durante la semana siguiente no salió de la casa, pidió licencia en el trabajo y se dedicó a ciudad de Weevil, quien apenas podía caminar.

Se le trastocó el sueño. Dormía de a ratos, sin llegar al sueño profundo, y tenía pesadillas la mitad de las veces. Comía poco y no podía levantarse de la cama, necesitaba ayuda para bañarse y vestirse, y cuando estaba despierto se la pasaba viendo por la ventana, hacia el jardín de Pegasus. A veces pedía ir allí, y el mismo Pegasus lo llevaba, lo ponía en un sillón plegable y vigilaba que no tuviera pesadillas. Sólo entre las plantas Weevil parecía recuperarse, o cuando Pegasus o Cecilia lo abrazaban.

Weevil empezaba a recuperarse, o al menos así parecía. Sólo podía tomar agua, pero al finalizar la semana podía comer alimentos sólidos. Trataba de sonreír siempre, pero a veces estaba demasiado débil incluso para eso. Cuando pudo caminar y bañarse sin ayuda, Pegasus volvió a trabajar, dejándole órdenes explícitas a Cecilia de avisarle por cualquier cosa que pasara.

La carta de los padres de Weevil permaneció cerrada en un cajón de su mesa de luz, hasta que se sintió con los ánimos para leerla. Se sentía extraño por tener algo de su familia después de tanto tiempo de silencio. Desde que lo habían enviado al Instituto no habían vuelto a hablarle, y ésa era la primera muestra que se acordaban de él en años. Después de mucho pensarlo abrió el sobre. Tenía una sola hoja de papel, escrita de un solo lado, con letra cuidada y prolija. El mensaje era corto, pero muy claro.

Querían que Weevil volviera.

Los padres de Weevil lo querían de vuelta, a toda costa. Las palabras dulces, llenas de cariño y amor que nunca había oído de parte de ellos estaban allí, frente a sus ojos. En cada línea había un ruego, y al final de la carta Weevil no pudo leer bien los nombres de sus padres. No había podido contener las lágrimas, y tampoco pudo esconderle a Pegasus la razón de su llanto.

Pero él era su tutor legal, su padre adoptivo, y debía saber. Pegasus no le dijo nada, y tampoco intentó influirlo de alguna forma. Sabía que la decisión era de Weevil y sólo de Weevil, y que debía respetarla. Era su futuro, y él tenía la opción de decidir.

Pero pasaron muchas cosas antes de poder hacerlo.

Pasaron muchas cosas, pero ninguna le tocó directamente a Weevil.

Lo primero sucedió en el Centro de Recuperación. Yami ya había salido, y se había incorporado a la vida de Yiske, sin tratar de acercarse o alejarse de Weevil. Y fue toda una suerte que los médicos no estuvieran allí el día en que sucedió.

Todos lo que estaba dentro, desde los equipos hasta los pacientes, apareció molido y untado prolijamente en las paredes. No lo habían pintado, sino untado. Los cráneos estaban limpiándose en unos tanques de ácido que habían aparecido sin una huella y sin la más mínima pista. Incluso Asil se contó entre las víctimas. Lo encontraron colgando cabeza abajo en el patio, con las muñecas y el cuello cortados. Había muecrto desangrado, y ésa fue la primera señal de que algo no estaba bien. Y se encontraron con el espectáculo antes descrito.

Luego se encontró un sabotaje a la fuente de energía eléctrica y a la fuente de alimentación de Yiske, todo en un solo golpe. Los depósitos con sangre habían sido derramados sobre los generadores, y durante una noche y media no hubo electricidad en la ciudad. Y lo que nunca se supo era cómo habían podido hacerlo, ya que los generadores estaban en una punta de la ciudad y los alimentadores en la otra. La comida debió racionarse por dos días.

Pero lo que hizo reaccionar realmente a Weevil fue la desaparición de Mokuba.

El fin se acerca rápidamente, el reloj de arena corre y en el de Weevil la arena está por acabarse…

Nos leemos

Nakokun