Heaven is a Place on Earth
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Syaoran Li, de la aldea oculta del Trueno, heredero de su clan, era uno de los candidatos favoritos para aprobar el examen de selección chunin.
Se encontraba en la segunda fase, dentro del Bosque de la Muerte, junto a sus compañeros de equipo: Eriol Hiiragizawa y Meiling Li. Habían pasado las primeras horas explorando el terreno para armar una estrategia de ataque y ahora buscaban un lugar seguro para pasar la noche.
Todo estaba marchando relativamente bien hasta la trigésima cuarta vez que Syaoran tuvo que escurrirse de entre los brazos de Meiling para escapar de uno de sus típicos abrazos sofocantes. No sabía qué era peor, tener que soportar a esa pesada que se concentraba más en entrometerse en su espacio personal que en aportar a la misión o tener que aguantar las miradas divertidas y enigmáticas sonrisas que Eriol parecía dirigirle durante todo el trayecto.
–Deberíamos separarnos, –sugirió Syaoran, a punto de volverse loco.
–¡Excelente idea! –secundó Meiling con los ojos llenos de estrellas que sugerían que ya se le estaba llenando la cabeza de escenarios románticos en los que podrían participar una vez que Eriol estuviera fuera de su vista.
–Hiiragizawa, tú ve por provisiones –prosiguió Syaoran, ignorando a su prima. –Meiling, tú deberías quedarte a armar el refugio. Yo iré a poner trampas en los alrededores por si algún otro equipo intenta emboscarnos.
–A la orden, adorable sucesor. –Eriol hizo una pequeña reverencia sin dejar de sonreír con ese júbilo que a Syaoran le crispaba los nervios.
–¡Ya deja de decirme así! –gruñó Syaoran dándose la vuelta y echándose a correr antes de que Meiling pudiera protestar.
Estuvo corriendo a máxima velocidad por unos cuantos minutos hasta que estuvo lo suficientemente lejos para poder respirar mejor. Aminorando un poco el paso, soltó un largo suspiro. Quienquiera que hubiera armado los equipos, seguramente estaba jugando con su paciencia.
Se había detenido frente a un arroyo para enjuagarse la cara cuando sintió una presencia acercarse. Instintivamente asumió una pose de ataque, con la mano rozando sobre la bolsa de kunais que llevaba atada al muslo.
Una rama crujió a sus espaldas.
Con un movimiento fluido y elegante, Syaoran se posicionó detrás de un árbol para observar mejor.
De entre los árboles salió una figura esbelta que avanzaba con cautela, aunque sus movimientos delataban inexperiencia. Después de una rápida evaluación, Syaoran estaba seguro de que no tendría problemas para dejarla fuera de combate si llegaran a enfrentarse.
Fue por eso que se permitió observarla unos momentos más.
Era una chica que no había visto antes, probablemente de alguna de las aldeas del noreste. Tenía el cabello corto color castaño claro, vestía ropa rosa pastel, y tras un segundo vistazo le pareció que iba mucho más despreocupada de lo que había creído en un principio. Casi podría pensar que estaba a punto de tropezarse en cualquier momento, pero de cualquier forma, ese no era su problema.
Syaoran estuvo a punto de retroceder para desaparecerse silenciosamente entre el follaje hasta que reparó en el pergamino que la chica llevaba colgado a la cadera. El pergamino del Cielo.
Exactamente el que necesitaba para que su equipo completara la prueba.
Syaoran frunció el ceño, evaluando sus opciones.
Encarar a la chica de frente significaba poner en riesgo su propio pergamino de la Tierra que llevaba atado al cinturón. Sin embargo, atacarla por la espalda sería ruin y vergonzoso, especialmente tratándose de una kunoichi de rango bajo como ella aparentaba ser.
Syaoran dio un paso para mostrarse de lleno frente a la chica.
–Dame el pergamino –ordenó de forma altanera.
–¿Eh? –la chica alzó la vista para mirarlo a la cara.
Tenía los ojos verdes más bonitos que hubiera visto nunca.
–Disculpa, –dijo la chica mientras sonreía tímidamente. –No puedo hacer eso.
Syaoran cerró los ojos un momento, para resoplar. Por supuesto que no sería tan fácil.
Sin darle tiempo a nada, se precipitó hacia la chica con intenciones de arrancarle el pergamino y volver con su equipo lo más rápido posible.
Lo que no esperaba es que ella lo esquivara con tal agilidad que lo hizo reevaluar su valoración previa.
Dando un par de pasos para ajustar su postura, se encontró con que la kunoichi ya había asumido una posición de pelea, con el kunai en la mano. Parecía temblar ligeramente y su rostro denotaba cierto nerviosismo pero su postura era clara. Si Syaoran quería ese pergamino, tendría que luchar por él.
Syaoran no dudó esta vez, lanzando un par de golpes y patadas que la kunoichi esquivó sin dificultad. No pudo evitar notar que aunque tuvo oportunidad de usar el kunai, no lo había hecho. Esto solo hizo que Syaoran se sintiera aún más irritado.
Esta chica resultó ser mucho más hábil de lo que había anticipado. Su técnica era un poco rudimentaria, pero su determinación era implacable.
Aumentó la velocidad y fiereza de sus ataques, logrando conectar un buen par de golpes que estaba seguro le habían causado un daño considerable. No obstante, la chica no cedió terreno. Era evidente que estaba herida, pero lo estaba sobrellevando valientemente. Syaoran odiaba tener que lastimar a alguien que no le había hecho ningún mal pero no estaba dispuesto a dejarse vencer en la segunda fase del examen.
Sería una humillación terrible regresar a la aldea cargando con ese fracaso. Era algo que su clan jamás le dejaría pasar después de todas las expectativas que habían puesto en él. Aprobar ese examen era su responsabilidad como futuro líder del clan Li, y como tal debía estar a la altura, para eso lo habían preparado desde su nacimiento.
–Si te doy el pergamino del Cielo, mis amigos van a reprobar el examen –explicó la chica sonriendo tristemente. –No puedo hacerles eso. Tomoyo-chan y Yamazaki-kun, ellos cuentan conmigo.
Sus amigos, había dicho. No su equipo.
Syaoran se sintió desorientado por un momento. La chica respiraba agitadamente, visiblemente maltrecha y en desventaja a pesar de su inesperada proeza, pero en vez de preocuparse por sí misma, solo pensaba en el bienestar de sus amigos.
Por alguna razón, se sentía inclinado a terminar la pelea lo más rápido posible.
Con una complicada secuencia de sellos manuales, Syaoran invocó uno de sus jutsus favoritos. Quizá era un poco agresivo para usar contra una genin, pero si le bajaba la potencia, podría dejarla inconsciente sin lastimarla demasiado.
–¡Raitei shourai! –exclamó Syaoran, dirigiendo el trueno hacia la kunoichi.
Ella esquivó el primer ataque con dificultad, pero después hizo su propia secuencia de sellos para contrarrestar con un jutsu de escudo que Syaoran nunca había visto antes.
A pesar de su irritación, no pudo evitar sentirse impresionado.
–Me llamo Sakura Kinomoto, ¿y tú?
Syaoran se detuvo un momento, sobresaltado.
–Li –respondió mientras volvía a atacar aunque no llevaba ni la mitad de intención que sus intentos previos.
–Gusto en conocerte, Li.
Sakura le sujetó el puño para detener el golpe y sonrió de una forma tan genuinamente cálida que Syaoran pudo sentir claramente como se sonrojaba.
–¿Que tonterías estás diciendo? –protestó mientras retrocedía alarmado, –¿crees que esto es un juego?
–No, es solo que... –tomó aire mientras esquivaba los ataques que Syaoran lanzaba con renovado ardor. –No tenemos que ser enemigos, ¿no crees?
–¿Qué? –Syaoran volvió a perder la concentración de modo que estuvo a punto de tropezarse.
–Eres muy bueno. –De nuevo, esa sonrisa que lo deslumbraba. –Nunca había visto a nadie pelear así como tú.
Syaoran volvió a dudar. ¿Qué pasaba con esa chica? ¿Acaso esa era su estrategia? ¿Estaba tratando de distraerlo para quitarle el pergamino de la Tierra?
De ninguna manera. El futuro líder del clan Li no iba a permitir que una kunoichi sin nombre se pasara de lista con él. Enfocándose por completo en su misión, volvió a arremeter contra Sakura, esta vez sin perder de vista su objetivo y arrinconándola haciendo uso del entorno y las habilidades de estrategia con las que había impresionado hasta a los ninjas más veteranos de su aldea.
Después de unos cuantos minutos de intensa batalla, Syaoran Li finalmente se alzó victorioso, sosteniendo con orgullo el pergamino del Cielo que había conseguido con tanto esfuerzo.
Sakura lo miró, agitada y sudorosa, pero también parecía satisfecha.
A Syaoran no se le había ocurrido cuestionar esto último, hasta que notó que la kunoichi también sostenía el pergamino de la Tierra entre sus manos.
Por mucho que quisiera creerlo, no fue realmente el cansancio el que orilló a Syaoran a intercambiar una última mirada con aquellos vibrantes ojos verdes que seguramente poblarían sus pesadillas de ahora en adelante antes de darse la vuelta y correr de regreso al claro donde su equipo lo estaba esperando.
En cuanto Meiling notó que el pergamino no era el mismo, se abalanzó sobre Syaoran para acribillarlo con preguntas a las cuales el chico se limitó a responder con gruñidos malhumorados.
Para su mayor irritación, Syaoran no pudo reprimir el sonrojo que se extendió por todo su rostro cuando alzó la mirada y se encontró con la risita complacida de Eriol.
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Notas de la autora
Originalmente este iba a ser un pequeño drabble para el evento Drabblethon del evento del Club de Lectura de Fanfiction en FB, pero como no sé qué es sintetizar, pues aquí estamos, jajaja. Para mi compi Coky Andreasen que pidió algo de SCC con temática libre pero le gusta Naruto y los crossovers así que se me ocurrió un ninja au.
Solo quería decir que el comentario de que Sakura es de alguna aldea del noroeste es una referencia a la localización de Japón con respecto a Hong Kong (guiño, guiño).
También es importante destacar que es mi primera vez usando los dos puntos, así que estoy escalando a las grandes ligas escriturísticas, ozi ozi B)
Un abrazo,
LunaGitana
