Los verdaderos héroes

Sev regresó al Club 100 recordando y llorando, fue al servicio a lavarse la cara y de ahí directamente a la mesa que les reservaban, donde estaban Hipólita, Deborah y Lauren. Se vinculó con ellas y les preguntó:

-¿Los otros no han salido del camerino todavía?

-Parece que no – respondió Lauren - ¿Quieres que vaya a buscarlos?

-A Sirius, necesito a Sirius.

-Quizá te valga yo, Sirius me ha contado los planes que había hecho para ti durante el concierto.

-Estupendo – se desvinculó de Deborah e Hipólita - ¿Qué toca ahora?

-Los Clash si te apetece, de lo contrario, los tres al colegio Apareciéndonos.

-Sí… al colegio…

-¿Has tomado la Estimulante?

-No.

-Muy bien, entonces vamos cuando quieras. Voy por él mientras se lo explicas a Hipólita.

-Gracias, Lauren.

Lauren se desvinculó de Sev, que se vinculó con Hipólita.

-Hipólita, me marcho a Hogwarts.

-Muy bien, ¿puedes dejarme la guitarra para que me apañe yo con los Clash y no se decepcionen?

-Tú no vas a saber tocar las canciones.

-Claro que sé, Prince, las temporadas que pasaba sola tocaba mucho, mucho.

-Claro…

-A medida que ibas componiéndolas.

-Estupendo.

-Venga, pues saca la guitarra con disimulo.

Él lo hizo debajo de la mesa y se la dio.

-Bien… tienes la mía en el Fidelius si quieres tocar más esta noche.

-Gracias… aunque voy a dormir. Voy a pasar una temporada sin dormir contigo ni con nadie, Hipólita.

-Tranquilo, ya nos lo han explicado Sirius y Lauren y me han encargado que hable con Audrey mañana en el entrenamiento. No te preocupes por nada, ya volverás si quieres cuando quieras.

-Gracias, Hipólita, gracias…

-Quédate en el Fidelius.

-No, no, quédate tú.

-No, Prince, no. Me traslado al dormitorio de cuarto con mis amigas, ya me avisarás cuando quieras que vuelva.

-Vale…

-Mañana me llevaré mis cosas.

-Si tengo tiempo te haré un bolsito para que hagas la mudanza, de lo contrario te dejo el mío.

-Maravilloso, Prince. ¿Estás muy cansado?

-Estoy, muchas emociones hoy, y lo que me espera.

-Ya me lo huelo todo, ya.

-Desde luego que te lo hueles.

-Pero no hablaré de ello, me llega con oler.

-Estupendo, Hipólita.

-Te lo digo sólo para que estés tranquilo. Te has ido de la boca en el escenario pero nadie dirá nada.

-Lo sé. Debía hacerlo, Hipólita.

-Claro que sí, lo has hecho bien.

Lauren volvió con Sirius, se vincularon con Sev.

-¿Vamos? Te abrimos paso.

-Genial, ya he tenido que salir y volver a entrar a empujones.

-Vamos entonces.

-Hasta mañana, Hipólita.

-Hasta mañana, Prince.

Se desvinculó de Hipólita y salió del Club 100 precedido por Lauren y Sirius, que le abrieron paso. Llegaron a la calle y se encaminaron al callejón.

-Te cubrimos la espalda y nos desvinculamos – dijo Lauren.

-Maravilloso.

-Disfruta del paseo.

Fue por delante de ellos, desvinculado, recordando, recordando. Llegaron al callejón y Lauren les dijo de viva voz:

-Formemos para no caer unos sobre otros.

-Muy bien.

Formaron y se Aparecieron ante la verja de Hogwarts.

-Arriba – dijo Lauren.

Comenzó a trepar la puerta, los chicos también lo hicieron, pasaron al otro lado y se encaminaron hacia el castillo.

-¿Vas a hablar ya con Minerva? – le preguntó Lauren.

-Quizá esté durmiendo.

-Siempre duerme después de recibirnos. Ve a verla ya y una cosa que te quitas de la cabeza.

-Buf… estoy muy cansado, Lauren…

-Puedo ir yo – dijo Sirius.

-Claro…

-Voy yo, Sev.

-Estupendo.

-Por si considera conveniente avisar ya al viejo o al menos despertarlo para que también tome Reparadora y esté fresco a las cinco y media.

-Claro, claro… Y así ella también puede dormir este rato.

-Eso, Sev. Si los otros llegan antes igualmente pueden salir del despacho aunque no esté ella para recibirlos.

-Desde luego.

-Lo hacemos así. Simplemente le cuento el plan, te adelanto trabajo, ya lo debatiréis vosotros.

-Muy bien. No hay nada que debatir, ya no podemos echarnos atrás.

-¿Le hablo de la premonición?

-Yo no lo hice cuando hablé con ellos del tema el domingo pasado.

-¿Por qué no?

-Porque son cosas muy íntimas.

-Cierto, cierto… Entonces no le digo nada, se lo dices tú luego si quieres.

-Vale.

-¡Les ganamos por la mano, Sev! – exclamó Sirius, de viva voz, muy emocionado.

-Buf… qué descanso dentro de seis horas.

-Ya te digo, para todos. ¿A qué hora le digo a Minerva que vas a verla?

-A las cinco y media.

-Muy bien. ¿Algo más de lo que tengamos que hablar?

Ninguno respondió.

-Entonces dejémoslo tranquilo de nuevo, Lauren.

Se desvincularon de él y ya no volvieron a hacerlo ni cuando entraron en el castillo, Sirius fue directamente al despacho de Minerva y Lauren y Sev bajaron a las mazmorras. Ella le preguntó de viva voz por el corredor:

-¿Te apetece charlar?

-No, Lauren, nada. Déjame tranquilo, ya te lo ha dicho Sirius.

-Vale, vale… No es bueno guardarse las cosas, Severus, tú me enseñaste a no hacerlo.

-Lo sé, pero esto ha sido muy fuerte para mí, me ha sacudido, está por encima de mi control. Hasta que sepa que está a salvo no voy a vivir tranquilo y no quiero preocuparme más que por la obligación, el deber que he de realizar, la parte que me toca.

-Desde luego.

-He de estar a su altura, Lauren, merecerlo. Por fin he encontrado a alguien que me supera.

-Cierto.

Llegaron hasta la casa Sly en silencio.

-Subo contigo, voy a dormir con Sirius – dijo Lauren.

-Quedaos en mi cama grande del dormitorio si queréis, yo voy al Fidelius, Hipólita se traslada.

-Gracias, Severus.

Llegaron al dormitorio de chicos de sexto y Sev fue hasta su Fidelius. Se desvistió, se metió en la cama y tomó Reparadora para tres horas, se durmió poco después.

Se despertó a las cuatro y media, muy descansado y despejado. Lo primero que hizo fue organizar todo lo que llevaba en el bolsito y la ropa que se había quitado el día anterior, vistiéndose ya de uniforme para combatir.

Después se sentó con la guitarra de Hipólita y continuó durante un rato con la canción que había dejado a medias la noche anterior, y a las cinco y diez fue hasta las cocinas a comer algo, no demasiado pues no tenía cuerpo, ya estaba muy nervioso. Desde allí subió al despacho de Minerva y llamó a la puerta. La profesora le abrió y se vinculó con él.

-Prince, hora hache. Tus amigos acaban de marcharse, ¿no te los has cruzado?

-No, vengo de las cocinas.

-Muy bien, vamos al despacho de Albus, ya está al corriente del plan y lo aprueba.

Se encaminaron hacia allí.

-Estupendo.

-Tenemos una hora entera para destruir los Horrocruxes, más que suficiente. ¿Cómo andas de nervios?

-Buf… fatal…

-Prince, sangre fría. Ya nada depende de ti, no por el momento, ponte nervioso si quieres a las seis y media, pues debes controlar el Fuego Maligno. Tú eres más indicado que Albus para destruir los Horrocruxes, tienes menos deudas que pagar y te atormentan menos fantasmas.

-Cierto, cierto…

-¿Quieres contarme en confidencia por qué estás tan nervioso? Quizá te ayude a relajarte.

-Sí, Minerva, voy a contártelo porque vas a enterarte de todos modos dentro de algo más de una hora.

-Ya me lo huelo, ¿eh? Hay algo más entre Malfoy y tú que simple amistad.

-Eso.

-Buf… Por algo yo me he mantenido al margen de relaciones hasta ahora. No es bueno mezclar la lucha con las relaciones demasiado intensas.

-Desde luego. Qué sabia eres, Minerva.

-Todo va a salir bien, confía, Prince. ¿Ya lo has rastreado?

-No.

-Hazlo.

-Vale.

Rastreó a Lucius.

-Todavía está durmiendo.

-Muy bien, está tranquilo, no como tú. ¿Cuánto tiempo llevas despierto?

-Una hora.

-Prince… mal hecho…

-Cierto, cierto…

-¿Estás más tranquilo ahora?

-Sí.

-Muy bien, respira hondo para terminar de relajarte. Domínate, antes se te daba muy bien según me han contado.

-Cierto…

-Pues recuerda cómo eras antes, autocontrol, Prince.

-De acuerdo.

Respiró hondamente mientras llegaban ante la gárgola del despacho de Albus. Minerva le preguntó:

-¿Preparado?

-Sí, lo estoy. No te preocupes, Minerva, fui capaz de controlar el fuego en la misión de la cueva, en esa situación límite.

-Desde luego, no lo dudo, pero recuerda que los Horrocruxes van a defenderse de ti, van a sacar a la luz tus miserias, y son cinco a la vez.

-Cierto, cierto…

-Pues ya sabes, mucha seguridad en ti mismo para no fallar, no puedes fallarle, han de quedar destruidos todos a la vez.

-Lo haré, Minerva.

-Así me gusta, vamos allá.

Ella pronunció la contraseña del despacho de Albus y ambos subieron a la escalera de caracol que los condujo hasta la puerta. Pasaron sin llamar, Albus ya los esperaba en pie.

-Vaya, muchacho, cuánta precipitación, ¿estáis seguros de hacerlo? – le preguntó.

-Albus, no lo hagas dudar de sí mismo – dijo Minerva, duramente – Claro que van a hacerlo, cuanto antes mejor.

-Vale, Minerva, vale…

-Vinculémonos.

Se tomaron de las manos y se vincularon como Comunidad.

-Hay tiempo – dijo Albus – Sentémonos un rato y debatamos los pasos que seguir a continuación.

Se sentaron a ambos lados de la mesa del despacho.

-¿Hay noticias nuevas de la guerra?

-No, no han vuelto a reunirse – respondió Sev.

-Muy bien, es cierto que los vamos a coger desprevenidos.

-Eso, Albus.

-¿Habéis planeado la caza?

-Hemos de llevarla a cabo nosotros, Albus. Yo estaré al frente, me encargaré a partir de hoy de poner sobre aviso a todos en el entrenamiento.

-Estupendo.

-Tenemos las direcciones de muchos Mortífagos gracias a Black, y Malfoy nos proporcionará muchas más.

-Maravilloso.

-Él irá informándonos de los movimientos de los Mortífagos de los que se entere a través de Minerva, que debe quedar disponible para él, en su despacho, a todas horas del día o la noche. Minerva, vas a tener que dejar de dar clases.

-No es problema alguno, Albus me sustituirá – dijo Minerva.

-Claro que sí – dijo el director.

-No podremos comenzarla hasta que se haga pública la desaparición de Voldemort – dijo Sev.

-Entonces muchos escaparán.

-Pero él nos informará adónde. Hay que dar tiempo a que nos organicemos y a que él unte a los jueces para librarse.

-Cierto.

-¿Piensan venir a vivir a Hogwarts? – preguntó Minerva.

-En principio no, Minerva.

-No importa. Por si acaso, hoy domingo, Albus, vas a emplear tu tiempo en construirles una vivienda adyacente a mi despacho, con todo lo necesario y a su altura.

-Desde luego – dijo Albus.

-Vas a comenzar en cuanto destruyamos los Horrocruxes. Yo te indicaré dónde debes colocar la puerta de entrada.

-Muy bien, Minerva.

-Si hay algo más que planificar en cuanto hablemos con Malfoy ya nos encargamos los tres.

-Me parece bien.

-Pues eso es todo por el momento, ¿o hay algo más, Prince?

-No, Minerva, no hay nada más.

-Estupendo. Me has dicho que venías de las cocinas, ¿has tomado algo caliente?

-No.

-Pide algo caliente para Prince, Albus, todavía hay tiempo. ¿Qué quieres?

-Un vaso de leche.

-Muy bien – dijo Albus.

El anciano llamó a un elfo y le pidió leche para Sev.

-En cinco minutos – dijo.

-Estupendo. Rastrea a Malfoy, Prince – dijo Minerva.

Él lo hizo.

-Sigue durmiendo.

-Muy bien, despertará a las seis, con tiempo para vestirse y desayunar. ¿Estás tranquilo?

-Lo estoy.

-Todo va a salir bien, Prince.

Minerva lo tomó de la mano y se la estrechó. Él se desvinculó de Albus y le dijo:

-En privado, Minerva, por favor.

-Desde luego – una breve pausa – Ya está. ¿Te ayudo?

-Sí, ayúdame, por favor.

-¿Ha sido muy reciente?

-Sí, ayer por la tarde, después de haber hecho todos los planes.

-Buf… habéis tenido muy poco tiempo…

-Hora y media, y veinte minutos más después del concierto.

-Vaya… No te apures, cuando venga dentro de un rato os dejaré a solas en cuanto acabemos con lo urgente si puede quedarse, os cedo mi dormitorio.

-¿En serio? – asombrado y emocionado.

-Desde luego, ya lo habrán arreglado los elfos, los he llamado antes de salir.

-Gracias, Minerva, gracias…

-Y la vivienda que va a construir Albus, si no la utiliza con su esposa, es para vosotros.

-Gracias, Minerva, gracias…

-No me las des, Prince. Cualquier cosa que pueda hacer por vosotros, merecéis cualquier cosa. ¿Estás mejor ahora?

-Mucho mejor.

-Te lo habría contado de camino a la Sala de Menesteres, ¿eh? Para darte ánimos.

-Claro que sí, Minerva.

-Probablemente los Horrocruxes van a atacarte con eso, un tabú.

-Cierto.

-No te arredres.

-En absoluto, nunca por eso. Lo amo con todo mi ser, como nunca lo había hecho a nadie.

-Ha ido a verte tocar.

-Sí, Minerva, le he dedicado el concierto.

-Muy bien hecho, él también debe estar muy alto de moral si justo ha sido hoy vuestra primera vez. Comienzo a pensar que no es tan mala idea apoyarse en las relaciones, te dan fuerza para luchar.

-Claro, Minerva…

-Tarde para mí.

-Tú no las necesitas, Minerva, ya eres muy valerosa por ti misma.

-Cierto, pero comienzo a estar cansada de estar sola. Si todo sale bien aceptaré la próxima proposición de matrimonio de mi amigo aunque siga dando clases en el colegio, tendremos boda antes de un año.

-Estupendo…

-Ya va siendo hora de comenzar a vivir, me habéis enseñado mucho. ¿Has pensado en más cosas con las que pueden atacarte los Horrocruxes para estar preparado?

-Desde luego, pueden atacarme por haber querido convertirme en Mortífago durante una temporada de mi vida.

-Vaya… ¿Cuándo?

-Hace dos años.

-¿Tan joven?

-Sí, Minerva. No sé de qué te extrañas, me relacionaba con toda la calaña.

-Claro, claro… ¿Lo superarás?

-Lo superaré, estoy preparado, mucha gente lo sabe y me lo ha perdonado.

-Desde luego, con la vida que habías llevado hasta entonces. ¿Más cosas?

-Sí, la gran cantidad de relaciones distintas que he mantenido, demasiadas en poco tiempo de mi vida. Eso es lo que más difícil me va a resultar de superar, y más en un momento así porque ahora me arrepiento, me habría gustado que la que comencé ayer hubiera sido la única.

-Vaya… ¿Tan fuerte te ha dado?

-Sí, Minerva. Ya te digo que lo amo con todo mi ser y que lamento no haberlo esperado hasta ahora.

-Vaya… Van a atacarte precisamente con eso, verás, tu punto débil.

-Buf…

Minerva le estrechó la mano de nuevo.

-Fuerza, Prince…

-Claro que sí, Minerva.

Llegó un elfo con la leche.

-Para Prince – dijo Albus.

El elfo la dejó ante él en la mesa de despacho.

-Tómala tranquilo, hay tiempo, todavía son las seis menos diez – le dijo Albus.

Fue tomándola a pequeños sorbos, Minerva le decía:

-No te arrepientas, Prince, no te esperabas lo que iba a ocurrirte ayer, hacía tres años que no lo veías.

-Claro que no lo esperaba, hace apenas una semana que comencé a tener relaciones con otro chico, nunca lo habría esperado de mí mismo.

-Claro, claro…

-Pero eso no quita para que me hubiera preservado más.

-No lo has evitado porque amas demasiado, Prince, te enamoras con mucha facilidad.

-Ahora siento que no he amado hasta ayer, lo que sentí ayer supera con creces todo lo que he sentido hasta ahora.

-Claro… siempre hay grados. Es lo que me pasa a mí con mi amigo, que no siento que lo ame lo suficiente.

-Claro… Entonces no te cases con él, Minerva, espera a conocer más gente y enamorarte de verdad.

-Y así quizá me quede sola para siempre.

-En absoluto. Eres una mujer muy interesante, cualquiera podría enamorarse de ti.

-Buf… con lo inexperta que soy a mi edad…

-Te enseñaríamos entre todos.

-Debería superar muchas reticencias que tengo para poder hablar abiertamente de eso ante cualquiera.

-Conmigo lo haces, aprende de mí, que me estoy abriendo a ti.

-Desde luego.

-Malfoy ha superado todas sus reticencias en apenas una semana. La pasada me llamó maricón por llevar pendientes y ésta se lo ha hecho conmigo.

-Vaya… Vaya sacudida para él.

-Por supuesto que lo ha sido, ya piensa incluso en dejar a su esposa por mí.

-Vaya… No lo hará por el momento.

-No, no, al menos hasta que salgan de peligro.

-Bien, bien… Vuelve a rastrearlo.

Sev lo hizo.

-Sigue durmiendo.

-Lo que te decía, se despertará a las seis.

-Cierto.

-¿A qué hora se marchó a casa?

-Alrededor de la una.

-Dos horas para planificar, tres para dormir. Estará descansado, lo tendrás en forma. ¿Su esposa se quedará segura mientras él viene?

-Sí, puede ir a casa de su hermana Andrómeda.

-Estupendo, entonces seguro que apura el tiempo al máximo. Pediré a Albus que haga una chimenea también dentro de vuestra vivienda para que no tenga que pasar por la mía cuando quiera venir.

-Gracias, Minerva, gracias…

-No me las des, Prince. Gracias a vosotros por el sacrificio en un momento así de vuestras vidas, en que podríais haber decidido echaros atrás y dedicaros a disfrutar. Sois unos verdaderos héroes.