Las ratoneras

Sev volvió a meterse en su vivienda, en el comedor, a continuar escribiendo. Cuarenta minutos después escuchó el fogonazo en la chimenea y salió de la estancia.

-Lucius…

-Ya está, aquí estoy de vuelta, pero no me quedo, porque ya han mandado a los familiares a sus casas y en cualquier momento pueden comenzar a llegar Mortífagos a consultarme, los que quedan, así conseguiré cuanto antes las direcciones de los que huyan.

-De acuerdo.

Se sentaron en la sala de estar.

-¿Cómo ha resultado la caza? – le preguntó Lucius.

-De ciento dieciocho, cincuenta muertos y sesenta y ocho capturados.

-¿Todos? – asombrado.

-Sí, todos.

-¿Alguna baja inocente?

-Algún accidente, sí, pero nadie muerto, a San Mungo.

-Bueno…

-Ya sabes, esposas que intentaban defenderlos.

-Vaya…

-Historias muy duras esta noche, gran parte del Ejército va a necesitar apoyo psicológico muggle.

-Buf…

-Un montón de críos implicados.

-Claro, claro…

-Y de familias destrozadas, algo en lo que no habíamos pensado, muchas van a quedar desamparadas.

-Buf… es cierto…

-Claro, no se han cortado de tener hijos a pesar de la amenaza de guerra, pensando que iban a ganarla.

-Claro...

-Habrá que hablar con el Ministerio y que piensen en un fondo para ellas mientras se recuperan, y en buscar trabajo a las esposas.

-Claro, claro…

-Dentro de un rato hablo con el viejo del tema, cuando se despierte.

-Por supuesto. Cuando esté creado haré una aportación anónima.

-Claro que sí, Lucius. Ya iba a proponértelo al igual que voy a hacerlo con todos los que gozan de buena posición.

-De cualquier modo, que el ministro de magia pida dinero al gobierno muggle. Los hemos librado de una amenaza muy seria.

-Claro que sí, se lo diré a Albus. ¿Has visto a Bellatrix?

-Desde luego que la he visto, nos han metido solos en la misma celda.

-Vaya… no son muy listos, los dos juntos.

-Eso, y a nadie más por el momento, me he librado de los pesados antes de declarar, me han hecho pasar el primero.

-Bueno…

-Después me han devuelto a la celda a la espera de dejarme libre cuando terminara la operación, ahí sí que he tenido que soportarlos.

-Claro…

-Pero tenía la excusa de que ya había declarado, me los he quitado de encima.

-¿Qué tal con los jueces?

-Nada, de cachondeo, comedia para disimular.

-Buf… Seguro que más de uno se libra como tú.

-Pues sí, eso me temo, pero ella seguro que no.

-¿Te han pedido que declares contra ella?

-Sí. Les he dicho que lo pensaré.

-Muy bien. ¿Qué tal os ha tratado el comando que os ha detenido?

-Buf… la pequeñita es peleona, ¿eh? Nos ha tratado con mucho desprecio.

-Deborah… Lo siento mucho, Lucius, es la comandante y la he relegado de su puesto durante tu operación para que no os ocurriera nada.

-Claro, claro… No te preocupes, debía ser así. La otra chica mucho mejor, y el comandante, la han puesto en su sitio y han sido ellos dos quienes nos han acompañado a vestirnos, él a mí y la chica a Narcissa.

-Valerie y Paul, mis amantes, la cantante y el batería de Sly Snake. Paul era quien sabía de vosotros.

-Muy bien, sabes elegir bien a la gente de la que te rodeas, son fantásticos. Paul ha pasado todo el tiempo dándome ánimos, se le ha visto el plumero.

-Vaya…

-Y Valerie también ha tratado muy bien a Narcissa, muy empática.

-Claro que sí, Valerie es estupenda.

-Por cierto, es preciosa.

-Desde luego que lo es, deberías verla desnuda.

-Quizá algún día.

-Fácil, se lo hace con mucha gente.

-Una que puede.

-Esta noche le ha tocado matar en otra operación a un padre de tres niños en presencia de los mismos, estaba destrozada.

-Buf…

-Quiere que la Oblivie.

-Pobre…

-Ya te digo. Paul también ha matado a otro padre, también le ha afectado.

-Jo… Qué horrible es la guerra, cuánto me arrepiento, Snape, cuánto me arrepiento…

-No le des vueltas, Lucius, debes continuar muy seguro de lo que haces. ¿Siguientes pasos a seguir?

-Voy a volver cada vez que obtenga una dirección, ahora sí que debéis estar atentos a mí en todo momento.

-Está bien, en las horas que yo no esté estará Minerva. Por el momento voy a continuar aquí hasta el desayuno, en el que tendré que bajar al Comedor para coordinarme con Sirius y Lauren. Antes de eso hablaré con Minerva.

-Muy bien. Por si tuvierais que hablar los cuatro no vendré de ocho y media a nueve.

-De acuerdo, Lucius.

-Besos para el camino.

-Claro que sí.

Se besaron con pasión durante unos minutos, al cabo Lucius se separó.

-Me marcho, no quiero dejar a Narcissa tanto tiempo sola, puede que ya haya llegado alguno.

-Claro, claro…

-Iba a hacerlos esperar, Narcissa es una excelente anfitriona, ya lo comprobarás cuando vengas a casa, a tu casa.

-Claro que sí. Lucius, si sólo te dan la dirección a ti y vamos enseguida por ellos van a deducir que te has chivado tú.

-Buf… Es un riesgo que he de correr, les seguiré la pista más estrechamente que a los demás y si no resultan condenados iré por ellos antes de que ellos vengan por mí.

-Jo… Lucius…

-El precio que he de pagar. Ya se me ocurre cómo, si quieren huir voy a mandarlos a hoteles por grupos, yo mismo les daré la pasta para que se inscriban.

-¿Cómo? Sin documentación muggle.

-Pensiones de mala muerte en las que no se la pidan, como las de Knockturn.

-¿Y cómo vas a conseguir las direcciones?

-En información telefónica, como lo hace Lauren.

-Claro…

-Voy a llamar de una cabina y las pido, en cuanto tenga un grupo de cuatro reunido en una misma pensión os mando por ellos.

-Estupendo.

-Ahí mandáis dos comandos de adultos y de noche, como hoy, que puedan pensar que alguno de ellos se ha chivado durante el día.

-Tendrán que buscarlos por las habitaciones.

-Cierto… déjame pensar… Si pudieran decirme por teléfono en cuáles están… Ya sé, que me llamen a casa de Lauren entre las ocho y las diez de la noche.

-De nuevo sospechas sobre ti, Lucius.

-No, no, yo voy a demostrarles que quiero estar en contacto con ellos para ayudarlos.

-Mejor que a casa de Lauren al club.

-Claro…

-No meter a Lauren en el ajo.

-Claro que no.

-¿Estamos entonces?

-Estamos. Me marcho, Snape, si ya están en casa aún voy a tener que hacerlos esperar mientras voy por las direcciones de las pensiones.

-Ve a casa de Lauren para llamar desde allí en lugar que desde una cabina.

-Cierto, cierto…

-Llama ya a las pensiones para preguntar si piden documentación.

-Claro…

-Y de noche puedes llamarlos tú también desde allí en lugar de que te llamen ellos.

-Claro que sí.

-Ya está, ahora sí que estamos.

-Estupendo. Entonces ya no vuelvo hasta las siete, cuando la mayor parte de los ratones estén en sus ratoneras.

-Muy bien, Lucius.

-¿Resistirás todo el día sin verme?

-Desde luego.

-Estupendo.

Lucius se marchó y Sev volvió a su libro hasta las ocho, que fue a ducharse y cambiarse de ropa. Después fue a buscar a Minerva y le comunicó los nuevos planes.

-Muy bien, entonces no hay nada más que hacer hasta las siete – le dijo la profesora – Olvida el tema hasta entonces, ya me encargo yo de hablar con Lauren y Sirius en el Comedor.

-Gracias, Minerva.

-Eres un campeón, sáltate alguna clase esta tarde y duerme la siesta, no se te descontarán puntos.

-Eso haré, claro que sí.

Sev fue a desayunar, en primera plana de El Profeta, la noticia de la caza de Mortífagos de la noche anterior, con su nombre, Severus Prince, como Comandante en Jefe a cargo de la misma. "Vaya, ahora que preferiría que continuaran llamándome Snape… qué pena… A partir de ahora usaré los dos apellidos, como hacen en España."

El día transcurrió tranquilo, faltó a la primera hora de la tarde para echarse la siesta y tras las clases acudió al despacho de Albus para hablar de las familias destrozadas de los Mortífagos.

-Buf… - le dijo el anciano – Va a ser difícil que el Ministerio quiera aportar dinero para eso…

-Han de hacerlo, Albus, para no crear resentimiento en ellos como pasó en Alemania tras la Primera Guerra Mundial, que más tarde se convirtió en el caldo de cultivo de la Segunda.

-Cierto, cierto…

-Preséntales el argumento de que hemos librado a los muggles de la amenaza, que pidan dinero al gobierno muggle. Y también lo recibirán de las familias pudientes, me encargaré de que todos aquéllos a quienes conozco aporten.

-Está bien, está bien… Pero no podré acudir hasta la próxima semana.

-Ve con Giratiempo, Albus, cuanto antes. Esos niños han quedado desamparados. Si es preciso que suspendan lo de poner electricidad en Hogwarts un año más.

-Claro, claro…

-Otro argumento, que estamos librándoles de los Mortífagos sin que hayan aportado un solo galeón.

-Tienes toda la razón.

-El fondo debe incluir una partida para aquéllos que han quedado afectados por haber tenido que matar, gran parte del Ejército, para que acudan a psicólogos.

-Desde luego. ¿Sabes cómo creo más fácil que nos lo concedan?

-¿Cómo?

-Si eres tú mismo quien lo solicita y lleva tu nombre. Fondo Severus Prince para la Reparación de los Estragos de la Guerra Mágica.

-Estupendo, Severus Snape Prince.

-Entonces vamos ambos mañana, ahora ya es seguro para ti moverte por el Ministerio. ¿Quieres recuperar tu primer apellido?

-Sí, porque Lucius me llama así.

-Claro… Si lo hubiéramos sabido lo habríamos mandado así al Profeta.

-Claro, claro, no importa… Al menos todavía no había hecho el papeleo para cambiármelo. Volverán a llamarme así, y más con lo del fondo.

-Desde luego, fue el nombre con el que te hiciste famoso. Te llamarán profesor Snape si tú se lo pides así a tus alumnos.

-Prefiero que sólo él siga llamándome así, un nombre especial sólo para él.

-Claro…

-¿Algún día me contarás tu historia con Grindelwald?

-Vaya… Ahora mismo, si quieres.

-Dale…

-Nos enamoramos, fue la primera experiencia para ambos.

-Vaya…

-Toda una sacudida, ninguno habíamos tenido experiencias con mujeres tampoco, y no lo esperábamos de nosotros mismos.

-Vaya, Albus…

-Nos veíamos en mi casa. Mi hermano se enteró y nos censuró también por eso.

-Claro…

-Tuvimos muy poco tiempo, menos de dos meses hasta que ocurrió la desgracia que ya conoces.

-Claro, claro…

-Quedé tan afectado que no he vuelto a estar con nadie más.

-Vaya, Albus… toda tu vida solo…

-Pues sí, muchacho, pagando mis errores.

-Jo…

-Además, ten en cuenta que si la homosexualidad todavía constituye un tabú hoy en día, imagina cómo debía ser a principios de siglo.

-Desde luego, muy difícil.

-Por eso nunca se lo conté a nadie ni me he permitido buscar pareja, no habría llegado donde estoy.

-Yo haré cambiar eso. Cuando sea seguro para ambos lo sacaremos a la luz, estoy escribiendo un libro sobre Lucius y yo e incluiré nuestra reciente relación en la historia.

-Desde luego, abriendo camino a los que vengan detrás, así es como hay que ser.

-Has de escribir tus memorias tú también, Albus, otro granito de arena que aportar.

-Lo haré, de lo contrario lo harán por mí cuando muera y me difamarán, muchos me tienen ganas.

-Claro…

-Tener poder implica vérselas con muchas envidias.

-Desde luego.

-Te voy avisando, cuando saques el libro El Profeta te difamará por esa razón y por haber estado a punto de convertirte en Mortífago, y a Lucius ya no te digo nada. Os pondrán en duda, deberéis ser fuertes para resistirlo.

-Lo haremos, por supuesto.

-Tendrás la ventaja de que tú ya habrás accedido al poder y lo tendrás también en el mundo muggle, mucho más tolerante.

-Desde luego.

-Espera hasta entonces para publicar, que ya hayas accedido a la Cátedra y seas subdirector al menos, estarás en posición de defenderte.

-Claro. Además, el libro va a ser una trilogía, el primero hasta que cambiamos ambos de bando en la Navidad del '75.

-Lo que te digo, espera. Un libro sobre un Mortífago y un aspirante, sin que cuente toda la historia.

-Claro, claro…

-Espera hasta haber creado una buena fama, una buena opinión en toda la comunidad mágica. Que nadie haga caso de las noticias de El Profeta, que te quieran por lo que eres.

-Desde luego.

-Ahora ya vas a poder utilizar tu nombre en todos tus trabajos, también los de Medimagia, y vas a tener mucho más tiempo para desarrollarlos, hazte una fama también ahí.

-Claro…

-Vas a pasar a la historia, Prince, por muchas razones. Por descontado también aparecerás en el libro sobre mi vida, un papel primordial.

-Genial.

-Y en el que va a escribir Minerva sobre el Ejército Mágico.

-Desde luego.

-Espera a que los publiquemos nosotros para hacerlo con el tuyo, te abriremos camino. Ambos comenzaremos a escribirlos en cuanto nos dejen tiempo las obligaciones. Quizá para septiembre los tengamos, de nuevo gracias a vosotros, que nos habéis librado de la amenaza.

-Estaría bien que esperarais también a que sea seguro para Lucius para que aparezca también él.

-Cierto… sí, quizá sí. Iremos hablándolo, así podrían también aparecer los procesos contra los Mortífagos capturados.

-Desde luego.

-Y antes de que publiques deberemos conseguir una amnistía para Malfoy, para que no lo condenen una vez se sepa toda la verdad. Por eso es mejor que lo primero que contemos, antes de toda su historia oscura, sean sus actos de heroísmo.

-Por supuesto.

-Yo me encargaré de que se tramite esa amnistía, y tú también podrás abogar en ella.

-Estupendo.

-¿Qué tal le fue anoche?

-Te lo cuento, pero rápido. A las siete he de estar de vuelta para recibirlo.

-Dale, dale…

Se lo contó y se despidió.

-¿Cómo quedamos para mañana?

-Echa tres horas atrás el Giratiempo después de almorzar, acudiremos a media mañana al Ministerio.

-De acuerdo.

-Mantengo la contraseña.

-Muy bien.

Sev regresó a su vivienda. A los cinco minutos llegó Lucius.

-Todos, Snape, todos los que faltaban en sus ratoneras. He hecho bien en quedarme todo el día en casa, me ha tocado ir a Gringotts para poder darles dinero a todos.

-Lucius, no va a ser seguro para ti que los cacemos a todos esta noche, un cantazo.

-Cierto, cierto…

-Lo hacemos escalonado.

-Muy bien. Son treinta y dos, están en ocho pensiones, dos por noche, cuatro noches más.

-Estupendo.

-Yo seguiré llamándolos todos los días para mantener la coartada de que cuido de ellos.

-Muy bien.

-Ninguno de éstos se librará sobornando, ninguno es pudiente y la mayoría dejan familias, ya me han pedido que cuide también de ellos.

-Genial.

-Al menos les van a caer diez años a cada uno y no creo que ninguno los resista.

-Claro, claro…

-Estoy seguro, Snape.

-Maravilloso.

-Y aunque los resistieran, después de diez años en Azkabán no les quedarán ganas de venir por mí si no se han enterado de nada mientras tanto, mucho tiempo para reflexionar.

-Desde luego. Si hablamos ahora con Minerva podemos cenar juntos, ¿qué te parece?

-Genial, Narcissa ya se ha quedado tranquila, ve tú a hablar con Minerva y vuelvo a casa un momento para decirle que no voy a cenar, que vaya con Andrómeda. Aquí tienes las direcciones de las pensiones, faltan los números de habitación.

-De acuerdo.

Lucius se marchó por Red Flu y Sev fue hasta el saloncito de Minerva y se lo contó todo.

-Muy bien, entonces hay que movilizar a cuatro comandos esta noche, de adultos. Ya me encargo yo de avisarlos a partir de las diez, como ayer.

-Eso. Faltará que les demos los números de habitación.

-Y la operación terminará el sábado.

-Eso.

-Estupendo. Ve a cenar, anda.

-Allá voy.

Volvió a la vivienda, Lucius ya estaba allí.

-¿Tienes hambre ya? – le preguntó.

-Sí, y mucho sueño, anoche no dormí y hoy no lo he hecho.

-Claro… Hoy que me había echado una buena siesta…

-Lo siento mucho, Snape y todavía he de resistir hasta casi las diez para llamar a los ratones.

-Claro…

-Hoy duermo contigo, ¿eh? Me lo he ganado.

-Por supuesto, en cuanto vuelvas, y mañana duermes hasta la hora que te dé la gana.

-Lo haré, ya le he dicho a Narcissa que no me espere, ella tampoco durmió.

-Voy a pedir la cena, así vas cuanto antes a Notting Hill.

-De acuerdo.

Sev pidió la cena a los elfos y cenaron en el comedor de la vivienda. Después Lucius fue por Red Flu a Notting Hill, Sev fue después de las ocho a que Minerva le diera noticias.

-¿Qué tal ha ido todo?

-Muy bien, la operación comenzará más tarde, a las dos, para asegurarnos que están en la cama.

-Maravilloso.

-Hemos pensado que las de viernes y sábado deberían retrasarse a domingo y lunes por si les da por salir de noche.

-Claro…

-Más tiempo de tensión.

-Pues sí.

-Consúltalo con Malfoy. Si no les ha dado suficiente dinero no podrán hacerlo.

-Desde luego. ¿Algo más?

-Nada, nada, cuando tengas los números de habitación me los traes.

-Eso haré.

Volvió a la vivienda y continuó con el libro. Algo antes de las diez llegó Lucius.

-Buf… la mayoría habían salido a cenar.

-Jo…

-Aprovechándose de la pasta que les he dado. Ya les he dicho que la estiren, que no voy a poder darles más hasta la próxima semana, que coman bocadillos.

-Claro que sí. Hemos pensado en cancelar viernes y sábado por si salen de noche.

-No, no, no lo harán, no les llega el dinero, han de pagar la pensión y comer, estirar hasta la próxima semana.

-Vale.

-Aquí tienes los números de habitación.

-Ve acostándote, voy a llevárselos a Minerva.

Sev fue hasta el despacho de Minerva, le entregó los números de las habitaciones de los Mortífagos en las pensiones y le comunicó que no se cancelaban viernes y sábado.

-Estupendo, todo redondo. Dile a Malfoy de mi parte que es un verdadero héroe, ha cumplido a la perfección y ahora va a poder descansar por fin.

-A partir del domingo, Minerva.

-Eso, a partir del domingo.

Volvió a la vivienda, Lucius ya estaba en la cama.

-¿Duermo con Reparadora y así tenemos gran parte de la noche? – le preguntó.

-No, Lucius, yo llevo dos noches seguidas de poción y cuando despiertes ya me habrá entrado sueño a mí, tendremos el sueño cruzado. Lo dejamos para mañana.

-Está bien, Snape.

-Hoy me toca a mí abrazarte hasta que te duermas.

-A ver si resisto hasta que te metas en la cama.

-Lo hago rápidamente.

Se desvistió a toda prisa y se metió con él, abrazándolo, Lucius se durmió enseguida. Se desvinculó pero ya no volvió a levantarse, se quedó así, sintiéndolo, hasta que también le entró sueño y se durmió.

A la mañana siguiente se despertó antes que Lucius y no lo despertó, se preparó para desayunar y sus clases, bajó al Comedor y se vinculó con Minerva.

-¿Qué tal anoche?

-Redondo, ocho de ocho, desprevenidos en sus camas.

-¿Pudieron pasar sin problema al interior de la pensión?

-Pudieron, uno se quedó reteniendo al recepcionista.

-Muy bien.

-Para que no llamara a la policía muggle.

-Claro… menudo lío si no.

-Lo tomaron por un ajuste de cuentas de drogas, no se chivarán.

-Estupendo.

Esa mañana apareció de nuevo en el Profeta la noticia de más Mortífagos capturados, también en primera plana, pero esta vez con su nombre completo, Severus Snape Prince. Después de almorzar, con Giratiempo, fue con Albus al Ministerio. El anciano lo presentó al ministro de magia y dejó a Sev todo el protagonismo.

-Encantado de conocerlo, señor Prince - le dijo el ministro de magia - ¿Qué se les ofrece?

Sev le habló del Fondo para la Reparación de los Estragos de la Guerra Mágica. El ministro escuchó toda su argumentación sin interrumpirlo.

-Estoy de acuerdo con usted, hay que hacerlo, por supuesto que sí, si no queremos que los descendientes constituyan una amenaza en un futuro no tan lejano. Hoy mismo, en cuanto se marchen, lo pondré en marcha en el departamento correspondiente, llevará su nombre ya que ha sido suya la idea. Se lo plantearé al primer ministro británico y le daremos publicidad dentro de la comunidad mágica, estoy seguro de que muchos ciudadanos, ya no sólo los muy pudientes, harán aportaciones y también contribuirán a buscar trabajo a esas viudas. Lo solucionaremos, señor Prince, puede estar tranquilo.

-Quiero que aparezcan mis dos apellidos en el nombre.

-¿Severus Snape Prince? ¿Como ha aparecido hoy en El Profeta?

-Eso.

-Así será, que sepa que es un honor para mí haber conocido a una persona de su calado humano, que al tiempo que captura a quienes amenazaban la vida de todos se preocupa porque las familias no queden desamparadas. Si no llevara camino de ser director de Hogwarts lo consideraría seriamente como próximo ministro de magia, tiene usted todas las aptitudes.

-Gracias, señor ministro.

-No me las de, gracias a usted.

-Todas las iniciativas para mejorar la vida en el colegio han sido suyas – dijo Albus.

-Vaya…

-No es cierto, han sido mías y de mi equipo – dijo Sev.

-Pero eso también constituye una cualidad indispensable para ser un buen líder, saber rodearse de un equipo que funcione bien. Todos los grandes proyectos son como un engranaje muy delicado, si falla una pieza falla el conjunto. ¿Tienen tiempo?

-Tenemos, sí – respondió Albus.

-¿Pueden contarme cómo se las han ingeniado para tenerlo todo listo en cuanto saltó la liebre?

-Todavía no, señor ministro, quedan veinticuatro Mortífagos por capturar – dijo Sev.

-Está bien, está bien. Me avergüenzo de encontrarme en el puesto en que me encuentro y que haya tenido que ser usted quien esté cumpliendo la función que me correspondería. Ojalá pudiera tenerlo como colaborador y que el Ministerio funcionara mucho mejor.

-Cierto, pero no me interesa, tengo muchas otras cosas interesantes a las que dedicarme y no me llega el tiempo para todo.

-Qué pena, qué pena… Que sepa que seguiré insistiendo cada vez que nos veamos, que espero sean muchas veces a lo largo de mi mandato. No lo dejaré escapar mientras quede una mínima oportunidad de retenerlo.

-Te va a pasar lo que a mí, Prince – le dijo Albus – Vas a pasar toda tu vida rechazando proposiciones de ser ministro de magia, y ya has comenzado a los diecisiete.

-Pues sí – dijo el ministro – Si por mí fuera ya le cedía mi puesto en cuanto se graduara el próximo año. Piénselo bien, en esta posición podría hacer mucho, mucho bien.

-No tengo nada que pensar, prefiero dedicarme a la enseñanza durante toda mi vida y tener tres meses de vacaciones al año. Quiero viajar y vivir, lo tengo muy claro, no soportaría un trabajo de oficina. Sólo le pido que recuerde todo esto cuando en un futuro publique un libro que ya he comenzado a escribir sobre toda la verdad de lo que ha ocurrido, que en ese momento no me vilipendie por contarla.

-Desde luego que no lo haré habiéndolo conocido personalmente. Nada ni nadie me harán dudar de su altura moral.

-Eso espero. Y también que no intente impedir la publicación del mismo en el mundo muggle como novela de ficción.

-Vaya…

-Sí, porque comienzo a ser famoso también en el mundo muggle como músico y quiero que se me conozca también como literato.

-No lo haremos, desde luego que no, no privaremos al mundo muggle de sus aportaciones al mismo.

-Estupendo.

-He estado pensando en una recompensa económica para usted, señor Prince, la merece por todo el trabajo que ha llevado a cabo sin ser retribuido.

-Apórtela al Fondo para la Reparación, no quiero cobrar por ese trabajo.

-Ya me esperaba esa respuesta. Muy bien, irá a su nombre y mañana mismo aparecerá en El Profeta la cuantía económica que usted ha aportado como apertura del fondo y la cuenta en Gringotts a la que podrá aportarse dinero.

-Estupendo.

-Y todos los días sucesivos, lo incluiremos como anuncio habitual mientras exista la contingencia.

-Maravilloso, señor ministro. A esto se llama colaborar y ser eficiente.

-Intentando aprender de usted. El rato que tenemos, por favor, cuéntenme con detalle cómo se gestaron las iniciativas para mejorar la vida en el colegio. Me interesa mucho conocerlas para aprender de ustedes.

Así lo hicieron, le hablaron al ministro sobre las ideas que habían mejorado la vida de Hogwarts, y después regresaron al colegio.

-Qué futuro, muchacho, qué futuro te has forjado siendo todavía tan joven… - le decía Albus - Vaya vida apasionante vas a vivir…