Compañera
Cuando Sev se cansó dejó de invocar su Patronus.
-Déjalo ya, Lucius, ya han tenido suficiente.
-Pero yo no, ¿quién sabe cuándo podremos volver a conjurarlos?
-Cuando nos dé la gana, Lucius. Podemos ir a tu casa cuando nos dé la gana, lo hacemos en tu jardín.
-Claro, claro…
-¿Has visto? Déjalo ya, sigamos con la noche. Tengo sed y ahí están los que me traen el whiskey, con otro vaso para ti.
-Vale…
Lucius también dejó de invocar.
-Vamos a beber uno tranquilos, charlando, y a dejar que la gente comente las últimas jugadas, darles tiempo de asimilar.
-Vamos, vamos…
-Nos sentamos en la escalinata. Me agobia tanto protagonismo, sentirme observado todo el tiempo. Y así charlamos con Hipólita, que es quien lleva nuestros vasos.
Bajaron unos peldaños y se sentaron, Hipólita se acercó a ellos y les tendió los vasos.
-¿Con hielo, Malfoy? – le preguntó.
-Sí, sí. Vaya presentación – dijo Lucius.
-Perdón, soy un maleducado – dijo Sev – Lucius, Hipólita, Hipólita, Lucius.
-Encantado de conocerte, Hipólita.
-Más encantada estoy yo – dijo ella.
Se besaron en la cara e Hipólita se sentó un escalón más abajo, del lado de Lucius y girada hacia ellos.
-No os he presentado porque ya sabéis mucho el uno del otro, sois viejos conocidos – dijo Sev – ¿Tú no tienes nada para beber, cariño?
-No voy a beber esta noche, quiero resistir hasta la madrugada. Estoy bebiendo agua porque Tom no tiene tónica.
-Jo…
-¿Sólo te gusta la tónica? – le preguntó Lucius.
-Sí.
-Como a mí.
-Bueno, también te gusta el whiskey.
-Pero al menos podrías beber cerveza de mantequilla – le dijo Sev.
-Ya he bebido unas cuantas esta tarde pero ya se han agotado.
-Claro…
-El bobo de Tom, que no contaba con algo así. Pudiendo contratar a alguien para hoy nos ha tocado a nosotras ayudarle hasta que se han ofrecido otras dos brujas a hacerlo. Al menos a ellas va a pagarles.
-¿A vosotras no?
-Bueno… nos lo ha ofrecido y le hemos dicho que no. Hemos estado apenas un rato y ya nos ha invitado a todo, incluso a las habitaciones.
-Claro, claro… Muy rica la cena que me habéis hecho, ¿eh?
-¿Te ha gustado? La he hecho yo, he inventado la receta en el momento con lo que tenía a mano, me he hecho lo mismo para mí.
-Estupendo, he estado cenando con tus padres.
-Ya, ya me lo han dicho.
-¿Has estado con ellos?
-Sí, sí, van a quedarse también hasta la madrugada y dormir con Reparadora, quieren escucharnos cantar.
-Claro, claro…
-Y no perderse la fiesta, claro que no.
-¿Con quién vas a dormir, Hipólita?
-Hemos cogido una habitación de dos camas para Shelley, Ariel y para mí. Ella dormirá con Ariel o conmigo según le apetezca.
-Muy bien. ¿Ariel estaba bebiendo?
-Cerveza muggle.
-Vale. Mañana tendrá resaca pero bueno, que se entere de lo que es. Tú te quedas a dormir conmigo, Lucius, tengo una habitación para mí solo.
-¿Y la cama?
-No es de dos plazas pero es más grande de lo normal.
-Vale, vale...
-Sí, como las nuestras, pienso que todas las camas del Caldero son iguales – dijo Hipólita.
-¿Ha habido habitaciones para todos los que querían quedarse? – le preguntó Sev.
-Sí, sí, porque tiene muchas dobles y van a compartirlas, tres o cuatro en cada una.
-Estupendo. ¿Dónde has dejado a Narcissa, Lucius?
-Hemos venido los dos con Andrómeda. Está con ella, me he separado de ellas para subir a la escalinata cuando has conjurado el dragón – respondió Lucius.
-Vaya… ¿Ha venido Andrómeda?
-Sí, no quería perdérselo. Su marido se ha quedado con la nena, mañana no trabaja.
-Pues quiero conocerla, ¿eh?
-Luego, luego. Me vinculo con ellas y las llamo cuando vayamos al Caldero.
-Muy bien.
-Que sepas que cuando he subido la escalinata estaba llena de gente y han bajado todos para que se me viera, me han reconocido.
-Vaya…
-Claro, estaban mirándote a ti desde lo alto.
-Claro, claro, no me he fijado.
-Pues sí.
-¿Los ratones?
-En sus camas temprano, hemos llegado a las nueve.
-Maravilloso.
-¿Ya has hecho el repaso completo, Snape? – le preguntó Lucius.
-Sí.
-No estás cumpliendo mi plan de vida, ¿eh? ¿No puedes preocuparte sólo de lo tuyo y dejar que charlemos Hipólita y yo, que acabamos de conocernos y nos morimos de ganas de hacerlo?
-Cierto, soy un maleducado, disculpad.
-Disculpado, pero ve aprendiendo, ¿eh?
-Si me hubiera dedicado a preocuparme sólo de lo mío hasta ahora no estaríamos donde estamos, Lucius. Tú tampoco lo has hecho, preocuparte sólo de lo tuyo.
-Toda la razón.
-Pues te callas.
-No me callo, ve aprendiendo a partir de ahora que ya no está en tus manos el destino del mundo mágico, ya has cumplido con tu labor. Debes aprender a desconectar para disfrutar, tener tus horas de preocuparte y después olvidarte, delegar y confiar.
-Vale, Lucius, vale… tienes razón. No voy a volver a ponerme pesado en toda la noche, sólo una última cuestión.
-A ver, di.
-Esto va a llegar a oídos de los Mortífagos. Las esposas leerán El Profeta y se lo contarán cuando vayan a visitarlos a las celdas del Wizengamot.
-Ya sé, Snape, ya sé, pero a cambio van a resultar condenados todos, todos, con lo que ha ocurrido hoy, y así no necesito esconderme más.
-Desde luego, Prince – dijo Hipólita – No vivir con miedo, como cuando conjuramos nuestros halcones en la fiesta de la casa Rave.
-Ya hemos dejado todo zanjado, a ver si es verdad que no sigues poniéndote pesado. Anoche ya te pusiste con lo del Camino de Santiago, preocupándote por todo.
-Pero era necesario, Lucius, te di muy buenas ideas – dijo Sev.
-Cierto, cierto, ya viste que no te lo recriminé.
-¿Vas a hacer el Camino de Santiago, Lucius? – le preguntó Hipólita.
-Sí, bonita, para expiar mis culpas.
-Vaya…
-Dos meses, desde Bélgica u Holanda. Pasaré a veros por el festival de Francia.
-No te va a dar tiempo en dos meses, son por lo menos mil quinientas millas.
-Me da, me da. Caminando veinticinco millas al día me da.
-Pero eso es muchísimo.
-Expiación, pequeña, he de pagar muchas deudas.
-Buf… Lucius… te vas a reventar…
-Es lo que me toca. Ya he vivido regaladamente toda mi vida, enterarme de lo que es el esfuerzo real.
-Vaya tela… ¿Estás acostumbrado a caminar?
-No, no lo estoy.
-Pues comienza poco a poco, no comiences con veinticinco millas los primeros días, no lo soportarás.
-Voy a entrenar de aquí hasta que salga, lo soportaré. Soy un hombre de veintiún años, estoy en la plenitud de mis capacidades físicas, esta mañana he caminado tres horas.
-Bien, bien…
-Y por la tarde me he echado la siesta y después he estado en la agencia de viajes, también me ha tocado caminar un trecho por Londres.
-¿Cómo has ido? – le preguntó Sev.
-A una en Notting Hill, desde casa de Lauren. No empieces con tus preguntas, ¿eh?
-No, no.
-Tú también las llamas 'sus preguntas' – dijo Hipólita.
-Es la primera vez que se lo digo, para que no se ponga pesado – dijo Lucius.
-Yo se lo decía siempre, a mí ya no me las hace.
-Antes te ha acribillado.
-Deberías haberlo conocido cuando comenzamos. '¿Tienes hambre? ¿Tienes frío? ¿Tienes sueño?' a todas horas.
-Porque estabas enferma, cariño – dijo Sev.
-Cierto, cierto, tú me curaste. ¿Te lo ha contado, Lucius?
-Sí, sí, no con mucho detalle pero sí – respondió Lucius.
-Entonces sigue contándonos de la agencia de viajes.
-Ya tengo el billete de barco para ir desde Dover a Calais y el de avión para volver a Londres desde Santiago.
-Estupendo – dijo Sev – ¿Qué días sales y vuelves?
-Salgo el veinte de junio, lunes, para no perdernos el fin de semana, y vuelvo el diecinueve de agosto, viernes, por la tarde. Me da tiempo de volver a casa a una hora prudente, me Apareceré desde los servicios del aeropuerto. No había vuelos directos el sábado, lo que te decía, escapadas de fin de semana.
-Claro… ¿Sabes qué se me ha ocurrido?
-¿Qué?
-Que a Dover puedo llevarte yo Apareciéndonos.
-Claro… has estado allí…
-Claro, Lucius, claro…
-Lo pensaré, porque tengo el barco bastante temprano. De otro modo he de pasar allí la noche, no había transporte público tan temprano. ¿Me pierdo paisaje muy bonito?
-Nada, paisaje inglés que ya tienes visto de sobra de ir en el Expreso de Hogwarts.
-Vale, entonces me llevas.
-Estupendo. Haremos una excursión previa para estudiar el terreno, yo no vi el puerto cuando estuve.
-Vaya… Entonces si vamos antes ya no es necesario que me lleves, podré ir yo.
-Pero voy a despedirte.
-Si no tienes examen, Prince – dijo Hipólita.
-Cierto, estaré de exámenes… Voy con Giratiempo.
-Ni hablar – dijo Lucius.
-Que sí, quiero decirte adiós desde tierra, ver partir el barco, es muy romántico.
-Buf… odio las despedidas largas – dijo Lucius – Ni hablar, me das un beso, te das media vuelta y te largas, como nos despedimos la noche de la victoria.
-Vale…
-Que sí, Snape, ¿para qué sufrir? Estar viéndonos y no poder tocarnos.
-Ha visto demasiadas películas, por eso dice que es romántico. En las películas siempre se despiden así – dijo Hipólita.
-Buf… ya no sé si me va a gustar eso del cine, demasiado sensiblón.
-Cierto, a veces lo es – dijo Sev - ¿Sabes qué idea ha tenido el padre de Hipólita?
-¿Cuál?
-Que se ruede la historia de mis libros, de nuestros libros.
-Claro… - dijo Hipólita – Una buena película de espías, fantasía y aventuras.
-Tres películas, una por libro, rodadas con actores brujos y con magia rodada también, el destape definitivo ante el mundo muggle.
-Wooow… maravilloso – dijo Lucius.
-¿Os atreveríais a hacer de vosotros mismos en las películas?
-Buf… papel protagonista. Mucha responsabilidad.
-Sí, Lucius, por favor, algo más que hacer en común. De lo contrario deberé fingir que me lo hago con un actor.
-Claro… Venga, lo haré, ahora falta que valga para ello.
-Lucius, es fácil, has de hacer de ti mismo, no has de actuar.
-Pero he cambiado mucho de cómo era a cómo soy.
-Pero tienes memoria fidedigna, lo recuerdas y te metes en el papel. Además, tú puedes interpretarte a ti mismo en la totalidad del metraje, yo no. Para los primeros años, cuando nos conocimos, deberán buscar un niño que se me parezca.
-Buf… ¿Brujo?
-Claro, para que pueda hacer magia.
-Difícil, nadie se te parece.
-Ya…
-Para algo están las pelucas, si tiene los ojos negros llega – dijo Hipólita.
-Eso es precisamente lo difícil de encontrar en Reino Unido, no el cabello moreno, sino los ojos negros – dijo Lucius.
-Cierto, cierto… Todavía alucino cómo no se dio cuenta de que Ariel era su hermano hasta que se lo dijimos.
-Porque se cree muy perspicaz y no lo es en absoluto.
-Vaya que sí. Pues nada, un niño con ojos castaños también valdrá.
-Claro que sí, la gente no se fija tanto en esos detalles.
-Desde luego que no, no tiene importancia alguna si la historia es buena, lo importante es que el chico sea buen actor, porque va a tener papel protagonista durante la primera película casi entera.
-Cierto – dijo Sev.
-¿Cómo vas a enlazar la parte en que estabas con Lucius con vuestro cambio de bando?
-El primer libro tendrá tres partes: la primera, los tres años que pasé con Lucius en el colegio, con pinceladas de la amistad con Lily y del acoso de los Gryff para enlazar con la tercera, y por parte de Lucius sus relaciones con Narcissa y Lauren. La segunda, los años de Lucius como Mortífago, y la tercera comenzará cuando me atacaron en la Casa de los Gritos. Ahí ya haré de mí mismo, fue el detonante que me llevó a querer convertirme en Mortífago. Después la historia con Lily, y terminará con Lucius arrepintiéndose del camino que había tomado y con mi primer ritual en el abeto en mi cumpleaños, cuando juré al Universo acabar con Voldemort aun a costa de mi vida.
-Muy buen final, sí señor, queda todo en suspenso para enganchar al público a que lea la siguiente también. ¿Ya has pensado en el título individual del primer libro?
-No.
-Pues tenéis que pensarlo. 'La luz al final del túnel' es el título de la trilogía o en todo caso del tercer libro.
-Claro, claro… Piensa tú también, que tienes muy buenas ideas.
-Vale, lo haré.
-¿Qué es eso de que te atacaron en la Casa de los Gritos? – preguntó Lucius.
-Buf… Te vas a poner de muy mal humor, Lucius – respondió Sev.
-Me sirvo otro whiskey para soportarlo.
-Ya voy yo por la botella – dijo Hipólita, se levantó y fue por ella.
-Cuenta, cuenta…
-Nada, lo de siempre, los Gryff – dijo Sev - Lupin es licántropo y pasaba sus crisis en la Casa de los Gritos.
-¿Un licántropo en Hogwarts? – poniendo el grito en el cielo.
-Sí, víctima de Greyback y protegido por el viejo.
-Buaaah…
-Ahora ya lo sabe mucha gente, pero por entonces sólo lo sabían ellos cuatro.
Hipólita volvió y les sirvió.
-Yo me olía algo raro y una luna llena los seguí – continuó Sev - Sirius me descubrió y en lugar de alejarme de allí me animó a entrar por el pasadizo del Sauce Boxeador que comunica los terrenos de Hogwarts con la Casa de los Gritos, árbol plantado, pasadizo excavado y edificio construido con el fin de proteger a los alumnos de las crisis de Lupin.
-Claro… Aparecieron cuando yo comencé quinto, el año que ingresaste tú.
-Eso, yo no lo supe hasta que me lo contó él. El caso fue que me metí solo, él no se metió conmigo, y cuando llegué a la Casa de los Gritos me encontré con Lupin transformado.
-Buaaah…
-Me quedé paralizado de terror, no me lo esperaba, y por fortuna, Potter, mi enemigo mortal, me había seguido y me sacó de allí antes de que Lupin me atacara.
-Te salvó la vida jugándosela él.
-Sí, dos veces, ya te conté lo del Mapa.
-Sí, eso sí.
-El caso fue que yo me lo tomé muy mal, quise vengarme de todos, de los cuatro, y fui a chivarme al viejo. No me hizo ningún caso, sólo me amenazó con expulsarme si se lo contaba a alguien.
-Vaya…
-Para proteger a Lupin.
-Claro…
-Y a raíz de eso comencé a pensar en hacerme Mortífago para vengarme algún día de ellos.
-Buf… ¿Pensabas que me iba a enfadar con ellos?
-Claro…
-Me enfado conmigo mismo por no haberte protegido de ellos mientras pude, Snape. Lo hice muy mal contigo, muy mal. Con mi respaldo te habrían respetado más, no se habrían cebado así contigo. Yo también me enteraba cada vez que acababas en la enfermería y nunca hice nada por tomarme la revancha. Yo habría podido arrastrar a más Slytherin.
-Mejor que no, Lucius, guerra en el colegio y mayores contra pequeños. Cuando te hubieras graduado habría sido peor.
-No, Snape, no, haberlos dejado encargados de que te protegieran en lugar de hacerlo de que te apretaran las tuercas para que dejaras a Evans, que acabó siendo la tabla de salvación de ambos. Estaba muy ciego, perdóname.
-Ya no tiene importancia, Lucius.
-La tiene. Estuviste a punto de morir y después de seguir el mal camino, no por seguirme a mí sino por protegerte. Estabas contra las cuerdas, solo, y yo mientras tanto dedicándome a hacer el mal.
-Ya no tiene importancia, Lucius.
-Va a ser desgarrador para mí tener que escribir ese libro o interpretar esa película. Ya lo sería simplemente leerlo o verla.
-Entonces no lo hagas si no quieres, Lucius.
-Lo haré, formará parte de mi proceso, las heridas no sanan si no se exponen al aire y al sol.
-Has de bañarte en playas mágicas, Lucius, tienen la propiedad de sanar heridas del alma.
-Vaya…
-La Magia Druida.
-Claro… La sal, muy simbólica.
-Vamos, Lucius, en este momento no pienses más en ello, ya pasó – dijo Hipólita – Hemos metido la pata sacando el tema y Prince contándotelo, debía haber esperado a otro momento. Anímate, es tu noche, la noche por la que has trabajado tanto.
-Vale, pequeña, vale…
-¿Puedo pedirte algo? Espero no meter la pata de nuevo, si te sienta mal me lo dices.
-Pide, pide...
-¿Me enseñas la Marca?
-Claro que sí.
Lucius se remangó.
-Wooow… es espectacular… Me encanta, me encanta… Qué pena me da no luchar en la guerra, ya nunca podré usar el Sectumsempra.
-¿Qué es eso?
-¿Prince no te lo ha enseñado?
-No hemos tenido ocasión, Hipólita, sólo pasamos una hora luchando – dijo Sev.
-Entonces no le cuentes nada, ya se lo enseñarás para que alucine.
-Vale, vale…
-Jo… Ahora me dejáis con la mosca detrás de la oreja, con las ganas de saber – dijo Lucius.
-Sorpresas, Lucius, sorpresas – dijo Hipólita.
-Mañana cuando vayamos a luchar te lo enseño – dijo Sev.
-Vale… - dijo Lucius.
-¿El Muffliato se lo has enseñado? – preguntó Hipólita.
-Sí, claro que sí – respondió Sev.
-¿Y el Levicorpus?
-No.
-Pues le enseñamos ése, así se ríe y se le pasa el disgusto.
-Pero aquí es peligroso.
-Nada de peligro, me lanzas Liberacorpus controlado y no me hago daño.
-Vale…
-Él y sus eternas preocupaciones, Lucius.
-Cierto – dijo Lucius.
Hipólita subió hasta lo alto de la escalinata.
-¡Venga, lanza y me dejas un rato colgada!
Sev le lanzó un Levicorpus no verbal, Hipólita quedó colgando por los pies del aire, cabeza abajo, Lucius se carcajeó.
-¿Y ese hechizo?
-Inventado por mí, lo que te decía de los maleficios graciosos. Éste también lo inventé en tercer año, cuando todavía no sabía lanzarlos no verbales, y los Gryff me lo copiaron, fue con el que me rompieron el brazo justo antes del follón – respondió Sev.
-Vaya…
-¿Para qué le cuentas eso, Prince? – le dijo Hipólita - Y de nuevo se lo recuerdas.
-Eso ya se lo conté, Hipólita…
-En lugar de contarle algo agradable de este hechizo. Por ejemplo, lo bien que lo pasamos bañándonos con él y lanzándonos de cabeza al agua a la vez.
-Claro… - Lucius rio.
-O que fue el primer hechizo que utilizaste la mañana que cumplías los diecisiete, que me lanzaste de cabeza un montón de veces sobre la cama y no paramos de reír.
-Claro… - Lucius rio de nuevo – Has de hacérmelo a mí, Snape.
-Claro que sí, lo haremos – dijo Sev.
-O algo más, que se lo lanzaste al último aspirante a Mortífago que quedaba en Hogwarts y también le bajaste los pantalones y los calzoncillos delante de medio colegio – dijo Hipólita.
-Claro, claro…
-¿El último aspirante a Mortífago de Hogwarts? – preguntó Lucius.
-Sí, Pettigrew. Ya lo expulsamos, era animago no registrado, sus amigos se chivaron de él después de Obliviarlo durante casi un año cada vez que salía de Hogwarts.
-Vaya…
-Todos ellos excepto Lupin lo eran. Sirius y Potter ya se registraron, por suerte cumplían los diecisiete antes que Pettigrew.
-Wow… ¿Y cómo consiguieron hacerse animagos?
-Por su cuenta, para acompañar a Lupin en sus crisis. Les costó casi cuatro años conseguirlo, son ases en Transformaciones.
-Vaya… ¿Y qué animales son?
-Sirius un perro enorme, Canuto, Potter un ciervo, Cornamenta, Pettigrew una rata, Colagusano, a Lupin lo llaman Lunático y a su novia, que también se hizo animaga con instrucción de Minerva, una loba, Luparia. Los Merodeadores, los creadores del Mapa del Merodeador que me salvó la vida.
-Claro…
-Les he escrito una canción, me falta retocarla y ponerle música.
-Qué bueno.
-Gente interesante, no sólo acosadores.
-Increíble…
-Bájame ya, Prince, que me está bajando la sangre a la cabeza – le dijo Hipólita.
Sev le lanzó un Liberacorpus controlado y la hizo bajar suavemente. Ella volvió junto a ellos.
-¿Y así te rompieron el brazo? – le preguntó Lucius.
-No, ellos no sabían lanzarlo controlado – respondió Sev.
-Claro…
-Me elevaron mucho, puse los brazos para evitar golpearme la cabeza al caer y cuando me lanzaron el contra-hechizo di con el brazo contra el suelo y se rompió. No lo hicieron a propósito, se asustaron y arrepintieron un montón. Pienso que incluso aunque no nos hubiéramos hecho amigos no me habrían atacado nunca más.
-Claro, si fue el follón…
-No, aunque no lo hubiera sido. Cuando hablé con ellos estaban arrepentidos de verdad, muy agobiados, y son mis incondicionales desde entonces. Me gané dos amigos para siempre en algo más de una hora, incluso Potter dejó de andar detrás de Lily de inmediato.
-Vaya… Cuéntanos, Hipólita, que tú no nos has contado, ¿interpretarás tu papel en la película?
-Claro que sí, aunque ya estaré demasiado mayorcita, porque yo no apareceré hasta el final de la segunda, el día del follón.
-Claro… cuando os conocisteis.
-Pues sí, a ver si me aceptan para interpretar catorce recién cumplidos con casi veinte.
-Quizá no pase tanto tiempo.
-Eso espero.
-Os aceptarán a todos, lo pondremos como condición en el contrato, que los autores elegimos a los actores – dijo Sev.
-Claro.
-Deberás dejarte el pelo largo como lo llevabas, con la cola, así aparentas más ser una chiquilla.
-Claro… Ya no voy a poder rapármelo en cuanto cumpla los diecisiete, de lo contrario me tardará mucho en crecer.
-No te lo rapes, Hipólita, estás preciosa así.
-Déjala, Snape, que haga lo que quiera – dijo Lucius – Te lo rapas y cuando comience a rodarse la primera película dejas de rapártelo.
-Buf… El pelo tan largo como lo llevaba yo tarda dos años en crecer – dijo Hipólita.
-Claro…
-Lo llevaba más largo que lo llevas tú.
-Ya.
-Además, hay una escena fundamental, cuando te corté el pelo – dijo Sev – Eso ya es de la tercera película, deberás aguantar con el pelo largo hasta el rodaje de ésa.
-Buf… Qué agobio, pero tienes razón, esa escena es fundamental – dijo Hipólita.
-¿No existen hechizos para hacer crecer el pelo? – preguntó Lucius.
-No lo sé – dijo Sev – Si no existen quizá podría intentar crearlo.
-Claro, ahí tienes la solución.
-Claro, claro…
-Si lo inventas antes de que marche a caminar vale para mí también.
-Desde luego, entonces me pondré a la faena. Lo primero le preguntaré a Minerva, Transformaciones.
-Claro que sí, Prince, si existe Minerva debe saberlo – dijo Hipólita.
-Si lo olvido me lo recuerdas, Hipólita, ¿vale?
-Claro que sí, Prince. Cambiemos de tema, que no os he dicho nada, Lucius. Qué alucine los dragones, qué afortunada me siento de haberlos visto ya que nunca he visto uno real.
-Cierto, aunque me temo que también deben haberlos visto los muggles desde fuera del callejón – dijo Lucius.
-Claro… buf….
-Un cantazo.
-Ya te digo.
-Mejor, que se vayan acostumbrando a la magia – dijo Sev.
-A todo esto, he sacado ese tema para darte otra alegría, Lucius, para dárosla a los dos, porque por lo visto Prince no ha caído en la cuenta.
-Di, di – dijo Lucius.
-Por lo que antes hemos hablado de los animagos. ¿Sabías que es más fácil convertirte en animago en el animal de tu Patronus?
-No, no lo sabía.
-¿Y que Snape pensaba convertirse en animago y todavía no ha tenido tiempo de hacerlo?
-Tampoco.
-¿Y que a partir del año próximo ya va a tener tiempo, gracias a ti?
-Claro…
-Ya te hueles por dónde va el asunto, ¿no?
-Sí, sí.
-¿Tú habías pensado en ello, Prince?
-No – respondió Sev.
-Pero ya te lo hueles también, ¿verdad?
-Desde luego.
-Pues dilo tú, Lucius.
-Podremos convertirnos en dragones – dijo Lucius.
-¡Eso! Y volar cientos de millas en poco tiempo. Alucinante, viajar por todo el mundo volando, viéndolo todo desde el aire.
-Wooow…
-A tanto no habíais llegado.
-No, no.
-Pero yo sí.
Lucius se vinculó con Sev y le dijo.
-No la dejes escapar, Snape. Es fantástica, una compañera excepcional, como no vas a encontrar otra. Te ama con todo su ser sin esperar nada de ti a cambio, y por extensión a mí. Es por completo generosa y desinteresada y sabe llevarte, el contrapunto perfecto para tus preocupaciones, sabe sacarte de ellas y hacértelas olvidar. La quiero en nuestra vida.
-Tienes toda la razón, Lucius. Yo también, seguiré con ella.
-Bésala ya mismo, celébralo también con ella.
-Claro que sí, siempre que ella quiera.
Sev se desvinculó de Lucius.
-Hipólita, cariño, acabo de tomar una decisión.
-Dime, Prince – dijo Hipólita.
-Quiero seguir contigo.
-¿En serio? ¿Estás seguro?
-Lo estoy. ¿Me das un beso?
-Buf… Prince… Prefiero que lo pienses mejor, me mareas, me haces daño.
-Hipólita, no seas boba, hazlo, te aseguro que quiere de verdad – le dijo Lucius – Y yo me encargaré de que no vuelva a dejarte, celebrad también esta noche.
-No me vale esa alternativa, que seas tú quien lo convenza, me vale lo que quiera él.
-Lo entiendo, pero no perdáis esta noche, por favor. Hacedlo por mí, me sentiré muy culpable si lo hacéis porque he sido el causante de que volváis a separaros.
-A mí no me importa en absoluto, es vuestra noche.
-Pero a Snape sí va a importarle. ¿Te va a importar, Snape?
-Desde luego – respondió Sev.
-Lo dejamos para dentro de un rato si sigues pensando así. Ya me lanzaré yo ahora que sé que quieres. Ahora mismo ya no sería bonito habiéndote rechazado de entrada – dijo Hipólita.
-Vale… me da mucha pena…
-Jo… Prince… compréndelo, he de hacerme un poco la difícil para que me valores.
-Desde luego que lo comprendo.
-Ya sabes lo que hay, Snape. Ahora, si la quieres, deberás trabajártelo como ella se lo trabaja – dijo Lucius.
-Por supuesto.
-Ha sido culpa mía, Hipólita, comprende que lo del sábado pasado fue una sacudida muy fuerte para él, para ambos, y yo he estado exigiéndole fidelidad. Pero ahora que te he conocido personalmente entiendo que no deba guardármela, no debe renunciar a ti bajo ningún concepto.
-Y lo mismo pensarás de Valerie, Audrey y Paul en cuanto los conozcas, pero no puede estar con tanta gente a la vez. Se vuelve loco, no le sienta bien, descuida todo lo demás – dijo Hipólita.
-Claro, claro…
-Por eso debe pensar muy bien con quién seguir y con quién no, tener una estabilidad en su vida.
-Desde luego que sí.
-También porque de paso nos hace daño a los demás. Ahora ha dejado un montón de buenas relaciones en suspenso, incluso a Lauren había vuelto a ilusionarla.
-Cierto, cierto…
-Por suerte todos ellos tienen alternativas.
-Pero tú no, tú eres la única que le ha guardado fidelidad, para ti es tu primer y único amor y con quien más tiempo lleva, quien más lo merece.
-Yo no lo considero así, eso es lo de menos, y para mí no ha supuesto sacrificio alguno. Sé que no habría estado con nadie mejor que con él y si no volvemos no voy a echar en falta las relaciones, me bastará vivir con su recuerdo.
-¿Y no estarás con nadie más?
-No, yo apenas le doy importancia al sexo. Tengo un montón de cosas alucinantes a las que dedicarme en la vida, sé que con nadie será mejor que con él por las experiencias de los demás, no me conformaré con menos y no lo echaré en falta si no lo tengo a él. Más energía para dedicarla a todo lo demás.
-Vaya tela, Snape… Ya te digo que es quien más te merece, dispuesta a renunciar a algo así de por vida por guardar fidelidad a tu memoria. Trabájatelo con ella y vuelve a conquistarla, de lo contrario se quedará sola. Te dejaré espacio para que lo hagas.
-Lo haré, claro que sí – dijo Sev.
