Voces

Lucius y Sev lucharon un rato corto y después volvieron a la casa.

-Se acabó nuestro sábado… qué corto… - dijo Lucius.

-Cierto, aunque todavía nos queda la cena y el concierto.

-Pero ya no vamos a estar solos. Cómo me arrepiento, Snape, de haber perdido tanto tempo en Diagon, me he organizado fatal.

-En absoluto, Lucius, muchas cosas en poco rato, y lo más importante, nos hemos enterado de que no pagamos en ningún comercio.

-Habría podido enterarme el lunes igualmente, mientras estabas en clase.

-Pero por el camino se nos han ocurrido muchas nuevas ideas.

-Cierto, cierto… Ahora te lavas y te dejo ropa interior limpia para cambiarte.

-Vale, estupendo.

-Dúchate si quieres, le digo a Dobby que no sirva la cena todavía.

-Buf… Pero el risotto se enfriará o se pasará.

-El risotto no se pasa, es arroz meloso, puede aguantar un rato más en la cazuela.

-Vale, entonces díselo, sí. Me ducho ya que no lo he hecho esta mañana.

-¿Te va a dar tiempo a pasar por Hogwarts a ponerte tu atuendo punk?

-Sí, claro que sí. Recuerda que puedo llegar tarde a la prueba de sonido.

-Buaaah… Qué guapo, qué guapo, y hoy ya voy a poder lucirte, el novio del bajista. La semana pasada soñábamos con ello, mira qué pronto ha llegado.

-Cierto, es maravilloso, no lo había pensado, Lucius. Qué feliz voy a ser esta noche, va a ser una noche maravillosa también.

-Esta vez estaré en primera fila, bailando con los de Hogwarts.

-Claro que sí, y subirás a decir unas palabras, a explicar que tu misión de la semana pasada salió bien, y nos besaremos en el escenario para que ninguna chica me moleste.

-Estupendo.

Entraron en la casa, Lucius lo condujo por un pasillo hasta un cuarto de baño en la planta baja, le dijo:

-¿Cuánto tardas en ducharte?

-Cinco minutos, no me voy a lavar el pelo.

-Estupendo. Entonces vuelvo en cinco minutos, te traigo la ropa y te acompaño hasta el comedor.

-Vale.

Sev se duchó y en cuanto salió, mientras se secaba, llegó Lucius.

-Te he traído calcetines también.

-Gracias, Lucius. Me va a hacer mucha ilusión ponerme tu ropa.

-Vaya, a mí también me haría la tuya…

-Pues ya te daré para que lleves al Camino de Santiago.

-Ya no me devuelvas nada, tengo un montón. Buena noticia, tenemos invitados a cenar, Andrómeda y Ted han dejado a la nena con los padres de él, han venido a cenar y vienen ambos al concierto.

-Vaya… Ya me dijo Andrómeda que a Ted le gustaba mucho la música.

-Claro, ¿a quién no le gusta? Y es joven todavía, le va a encantar el punk, y deben aprovechar ahora que pueden salir. En cuanto tengan el otro bebé, a recluirse.

-Claro, claro…

-Narcissa también les ayudará a criarlo, pero mientras deba darle el pecho ha de estar ahí cada dos horas, ya sabes.

-Claro, claro…

-No sabes cómo me alegra haberme echado atrás con lo de Valerie. Liarme ya mismo con la crianza de un niño teniendo tantos años por delante y opción con otras mujeres que conozco mejor, no, por favor. Porque yo no hubiera aceptado lo que ella me proponía, habría querido estar ahí en todo momento.

-Cierto. No te preocupes, no tendrá su primer hijo contigo pero sí el segundo o tercero, verás.

-Ahora a ver cómo se lo contamos. Ya se lo cuento yo en cuanto termine el concierto.

-O cuando llegues al Club 100, antes del concierto, más tranquilos.

-Claro, claro… Con suerte llegaremos antes de que abran.

-Si los ratones están en sus ratoneras.

-Eso. Si cuando vayan a buscarlos no están, ¿cuál es el plan?

-Que los espera medio comando en cada dormitorio.

-Buf… Eso si han salido todos.

-Claro, de lo contrario los llevan al Wizengamot y vuelven.

-Claro, claro… Bueno, no pensemos en ello ahora. A poder ser, que Sirius haga como anoche, vaya de madrugada a Hogwarts a informarse.

-Buf… Yo paso de quedarme hoy hasta altas horas, ¿eh? Ya comienza a cansarme lo de los conciertos.

-Vaya… ¿Hoy que hemos despertado a las doce y media y podemos estar juntos, Snape?

-Bueno… ya veremos… Me agobia el ambiente del Club 100.

-Que nos metan en el reservado para vips como os hicieron con los Clash.

-Buena idea.

-Claro que sí. Y así, si Sirius vuelve con buenas noticias lo celebramos, la caza terminada por fin.

-Desde luego.

-Si no acabáramos de declararnos abstemios brindáríamos con champagne.

-Cierto.

-Lo haremos con tónica.

-Eso, eso. Ve pensando qué vas a decir en el escenario, Lucius.

-Claro… No, prefiero improvisar, he descubierto que se me da muy bien.

-Claro que sí. Yo te presentaré y te anunciaré. ¿Prefieres al principio o al final del concierto?

-Cuando prefieras tú.

-Prefiero al principio y volver a dedicártelo.

-Buf… Voy a emocionarme, Snape. La otra noche lloré cuando lo hiciste.

-Pues lo haces, emocionarse por algo así es muy bonito.

-Volveré a sentirme mal por lo que hemos hablado antes.

-Has de ir acostumbrándote, Lucius. Va a ser así cada vez que pises un lugar público del mundo mágico.

-Cierto.

-¿Sabes qué he pensado mientras me duchaba?

-¿Qué?

-Que seremos los guionistas también de las películas, escribiremos los diálogos con la memoria fidedigna.

-Claro…

-Autores de las novelas, asesores de los escenarios y casting, guionistas y actores. Vamos a hacernos de oro con eso, Lucius.

-Nosotros y todos quienes participen, un montón de brujas y magos.

-Cierto. Ya estoy, vamos.

-Vamos. Dobby ya recogerá las toallas, no te apures.

-Claro...

Salieron del baño, del pasillo, y cruzaron el vestíbulo.

-Vamos al comedor pequeño, somos seis y cabemos, de lo contrario deberíamos reunirnos donde hacíamos las reuniones con Voldemort, y paso de volver a entrar ahí por el momento.

-Claro que sí, Lucius. Cuando invitemos a mucha gente a comer ya le daremos otra onda.

-Es un lugar muy tétrico, además. No te gustaría.

-Estupendo, Lucius.

-Por aquí.

Se metieron por otro pasillo.

-Es la puerta del fondo, ve pasando y saludando, voy a avisar a Dobby de que ya puede traer el risotto.

-Muy bien.

Lucius se metió por una puerta a la izquierda y Sev fue hasta el comedor pequeño y pasó. Narcissa, Andrómeda y Ted ya estaban sentados.

-¡Hola! – exclamó Narcissa.

-Hola preciosa, un besito.

Se lo dieron.

-Otro a Andrómeda.

Se lo dieron también.

-Y tú eres Ted Tonks – le tendió la mano.

Ted se la estrechó pero también se levantó y lo abrazó.

-Gracias por contribuir tanto a librar a mi hija de una grave amenaza.

-De nada, Ted. No lo he hecho sólo por ella, la amenaza era general, todo el mundo estaba amenazado.

-Pero además ahora vais a poner remedio a que crezca sola en casa, no sabes cuán agradecidos estamos también por eso.

-Claro que sí, a mí también me acosaban en el colegio muggle, sé lo que es.

-Desde luego.

Ted se separó de él y le dijo sacando unos papeles del bolsillo:

-Te he ahorrado trabajo, he escrito un alegato para el ministro de magia a favor de un colegio para pequeños brujos en Diagon.

-Vaya… estupendo… Lo adjuntaré al mío, porque ahora el colegio no va a estar en Diagon sino en Godric's Hollow, y no va a ser sólo para brujos, también para elfos.

-Vaya…

-Han seguido surgiendo ideas.

-Claro, claro… ¿Y dónde queda Godric's Hollow?

-En West Country, al oeste de Inglaterra. Es un pueblo mágico muy agradable, sin tráfico y muchos bosques, para que los pequeños puedan salir a pasear y jugar. En Diagon no podrían, no hay espacio.

-Claro, claro… Pero allí hace frío en invierno.

-No más que en Hogwarts, así se van acostumbrando, también lo hace en Londres.

-Desde luego.

Lucius y Dobby entraron.

-¿Qué hacéis que no os habéis servido todavía? A Snape y a mí se nos va a hacer tarde – dijo Lucius.

-Vale, vale…

-Claro, id comiendo la ensalada, de lo contrario el risotto va a enfriarse y frío es incomible.

Se sentaron y Narcissa se sirvió ensalada, Lucius también lo hizo.

-Yo prefiero comer el risotto bien caliente e ir picando de la fuente de ensalada – dijo Sev.

-Sí, yo también – dijo Andrómeda.

-Y yo – dijo Ted.

-Entonces les sirvo – dijo Dobby.

-Dobby, no nos hables de usted, te lo hemos dicho decenas de veces – dijo Ted.

-Vale, vale…

Dobby se levantó, sirvió a Andrómeda, después a Sev y después a Ted, por último se sirvió él.

-Cuidado no os queméis la lengua, todavía humea.

-Gracias por la advertencia, Dobby – dijo Sev.

-Vosotros sí habéis leído El Profeta, ¿verdad? – preguntó Dobby.

-Sí, sí – dijo Ted – Completo. Narcissa y Andrómeda no, se han despertado muy tarde y han estado con la nena, sólo algunos artículos.

-Lo de mañana va a ser más interesante todavía, lo que dijeron Snape y el amo Lucius al pie de la letra. Me muero de ganas de que llegue el diario de mañana.

-Cierto, también yo. Esta noche dormiré con Reparadora para recibirlo en cuanto llegue.

-Nos he suscrito a todos a Corazón de Bruja también – dijo Lucius – Tendrás fotos a color y mucha más historia, Dobby. Mañana puedes pasar todo el día leyendo eso, deja las obligaciones no acuciantes para el lunes.

-Gracias, gracias, amo Lucius.

Sev atacó por fin su risotto.

-Wooow, Dobby… está de muerte, cocinas muy, muy bien, mucho mejor que los elfos de Hogwarts.

-Gracias, Snape, pero ten en cuenta una cosa, el risotto es muy difícil de cocinar y ellos deben hacerlo para mucha gente a la vez, mucho más difícil. Para seis es muy fácil.

-Claro, claro…

-Y para dos o tres más todavía.

-Desde luego.

-Tengo un trabajo muy fácil.

-Bueno, bueno, mantener una casa tan grande no es fácil, ¿eh?

-Con lo poco que ensucian los amos Lucius y Narcissa y con mi magia sí lo es, Snape. Me bastaría incluso aunque tuvieran niños, me queda un montón de tiempo libre.

-Vaya…

-Me pagan mucho más de lo que merezco, ahora me siento mal por haberle pedido más sueldo al amo Lucius, pero fue culpa suya por enseñarme a leer, ahora quiero tener libros y son muy caros.

-No te comas la cabeza, Dobby, el trabajo no se valora por el esfuerzo sino por lo útil que es y lo difícil de conseguir – dijo Lucius - No queremos perderte bajo ningún concepto, podrías marcharte a Hogwarts este verano y querer quedarte allí con los de tu especie, tendrías una vida más entretenida.

-Amo Lucius, nunca, nunca los dejaría, bajo ningún concepto. Lo crie desde bebé, no podría vivir sin usted.

-Cómo me alegra oír eso, Dobby, porque yo sí que no merezco que me lo digas. Te trataba muy mal hasta hace año y medio, debiste soportarme veinte años.

-Era mi oficio, amo Lucius, y yo siempre lo amé aunque me pareciera mal lo del Señor Tenebroso, porque de niño era muy rico, lo pasaba muy bien jugando con usted hasta que entró en Hogwarts, y después lo eché mucho de menos cuando no estaba en casa. No lo soporté veinte años, apenas tres meses al año cuando volvía del colegio y después año y medio cuando se casó con la ama Narcissa y se unió al Señor Tenebroso, ahí sí que se puso insoportable, pero entiendo que fueron las malas compañías.

-Deja de llamarlo Señor Tenebroso, Dobby, ya no debemos aparentar, no va a volver. Llámalo por su nombre, Voldemort.

-Es la costumbre, amo Lucius.

-Pues que se te vaya quitando, y a poder ser menciónalo lo mínimo en mi presencia, quiero olvidarme de él.

-De acuerdo.

-Lucius, ése no es el camino para deshacerte de tus fantasmas, sino hablar normalmente de las cosas para acostumbrarte y que vayan perdiendo importancia – dijo Sev.

-Cierto – dijo Lucius.

-Así que deja a Dobby hablar de Voldemort cuando le plazca, lo ha hecho valorándote.

-Toda la razón.

-A quienes habéis leído El Profeta completo, Dobby y Ted, ¿qué artículo os ha gustado más?

-Responde tú primero, Ted – dijo Dobby.

-El principal, el de la pareja perfecta, con la foto de vuestro beso en la escalinata de Gringotts, que describía cómo os encontrasteis. Precioso, precioso, de película – dijo Ted.

-Cierto, hay que incluirlo en la película, Lucius, podría ser el final de la trilogía – dijo Sev.

-Cierto – dijo Lucius.

-¿Vais a hacer películas? – preguntó Ted.

-Sí, de los libros, cuando sean famosos en el mundo muggle – dijo Sev.

-Buaaah… Las verá todo el mundo, semejante historia de intriga y fantasía, serán buenísimas, buenísimas.

-¿Qué artículo te ha gustado más a ti, Dobby?

-Ése también, muy romántico – respondió Dobby.

-Vaya… En cuanto llegues al Club 100 y hables con Valerie, Lucius, pasa por el camerino y lo leemos juntos.

-Claro que sí, y más, lo que nos dé tiempo.

-Desde luego, seleccionamos lo más interesante. Quizá nos sigan surgiendo ideas para plantearle el lunes al ministro.

-Claro, claro… Mañana no daré clase de castellano, te echaré un cable. Lo de Knockturn se lo plantearé yo.

-De Knockturn ya no hay nada que plantearle con el anuncio que has puesto en El Profeta de mañana sobre la apertura de la oficina de empleo. Va a ser por completo iniciativa privada.

-Claro… Pero al menos decirle que nos mande allí a las viudas y a los Mortífagos jóvenes que se libren.

-Cierto.

-Nos perdemos, nos perdemos… – dijo Ted - ¿Oficina de empleo? ¿Mortífagos que se libran?

Se lo explicaron.

-Vaya… Claro, claro…

-Una deuda que he de pagar, yo los arrastré – dijo Lucius.

-Desde luego.

-¿Alguien va a servirse más risotto? – preguntó Sev.

Nadie respondió.

-Pues para mí lo que queda.

-Claro que sí – dijo Lucius – No te cortes un pelo, eres el único que todavía está creciendo y esta noche vas a tener mucho desgaste.

-No te lo comas frío, Snape, te lo caliento, así no vale nada – dijo Dobby.

-Ni hablar, Dobby, está tan rico que voy a comérmelo tan a gusto como si estuviera caliente. Termina de cenar tranquilo o se te enfriará también a ti.

-Vale, vale…

Sev se sirvió el risotto que quedaba, no dejó ni un grano de arroz en la cazuela, y lo comió deleitándose.

-Qué feliz voy a ser este verano cuando pase por Hogwarts, Dobby, si me haces tú la comida.

-Deberás avisarme con tiempo, ¿eh? Para que te la haga yo, de lo contrario te la servirán recalentada de lo que hayan cocinado los demás elfos.

-Claro, claro…

-Depende de cada plato, al menos una hora antes.

-Claro que sí.

-Va a ser un placer hacerlo para ti, sabes apreciarlo.

-Desde luego que sí, harás comida para ti también y la comerás conmigo en mi vivienda para que no coma solo, es muy triste comer solo.

-Cierto, cierto…

-Y con tu elfina cuando la hayas encontrado.

-Claro…

-Así hacéis migas. ¿Qué otros platos te salen bien?

-Todos los arroces secos españoles.

-Vaya… Estupendo, porque en Hogwarts no los comemos, son complicados de hacer para tanta gente.

-Arroz al horno, arroz negro, paella de carne y de marisco…

-¿Y conseguís fácilmente los ingredientes?

-No tanto, pero los sustituimos – dijo Narcissa – Compraré lo difícil de conseguir si salgo de viaje y lo congelaremos, Dobby, así te lo llevarás a Hogwarts para cocinarlos para Snape.

-Vale, vale… - dijo Dobby – Quizá también deba llevarme de aquí cacharros pequeños.

-Claro que sí, te llevas lo que haga falta.

-¿Qué cacharros necesitas? – preguntó Sev.

-Para el arroz al horno cazuela de barro, y para los demás sartenes. El recipiente que usan en España, la paella, no lo venden aquí – dijo Dobby.

-Vaya, Lucius… un regalito que traer del Camino de Santiago.

-Buf… Es un armatoste, ¿eh? Si no me cabe en la mochila quizá no me dejen meterla en el avión – dijo Lucius.

-Claro… pues la mandas por correo.

-Vaya… Eso sí, claro que sí, desde una ciudad.

-Estupendo.

-Me tocará cocinarla con leña, la cocina que tenemos no es apropiada. Montar una barbacoa en el jardín o con un trípode en la chimenea en invierno, el cacharro es muy grande y poco profundo para que el arroz quede bien seco – dijo Dobby.

-Pues montaremos esa barbacoa para hacer paellas en el jardín, claro que sí, hay espacio más que de sobra - dijo Lucius – Yo también aprenderé a hacerlas, el recetario decía que las suelen comer los domingos cocinadas muchas veces por el cabeza de familia en su día libre, un plato especialidad de los hombres. Así descansas un día a la semana, Dobby.

-Gracias, amo Lucius.

-Maravilloso, yo también aprenderé – dijo Sev.

-Ni hablar, tú estarás tocando la guitarra, deleitándonos. Todavía no te lo he dicho, pero me encanta cuando estamos con gente con la que no estamos vinculados. Adoro escuchar tu voz, también hablando, tienes una voz preciosa.

-Vaya, Lucius, gracias, es la primera vez que me lo dicen.

-Pues vaya ineptos.

-A mí también me encanta la tuya, aguda y clara para ser de hombre.

-Sí, nuestras voces contrastan muy bien, la tuya es grave y profunda. He de aprender a cantar, haríamos un buen dúo.

-Claro que sí, ya lo haces bastante bien, tienes una voz preciosa también cantado.

-¿En serio?

-Sí, Lucius, sí. A partir de ahora te hablaré siempre aunque estemos vinculados.

-Vale… Y yo a ti, excepto cuando no queramos que nos oigan, estemos cansados o con la boca ocupada en otros quehaceres.

Todos rieron.

-Claro que sí.