Compromiso

Charlaban en el reservado para vips del Club 100, Sev dijo a Lucius:

-Lucius, desvincúlate de los demás, necesito hablar a solas contigo.

-Si quieres salimos fuera ya.

-No, cuando salgamos fuera será a charlar con la gente, si no quizá no nos dejen en paz.

-La chica ya les ha dicho que lo hicieran, seguro que no nos entran si no lo hacemos nosotros, Snape. Vamos fuera y así nos dejamos ver.

-Está bien…

-Además, necesito ir al baño.

-Y yo.

-Pues vamos juntos.

-Vamos. Nos vemos dentro de un rato, chicos.

Salieron del reservado, fueron al baño y después a la zona del bar donde había mesas. No había ninguna libre, así que cogieron sillas que había vacías, las pusieron juntas y se sentaron en ellas. De inmediato tres chicas se les acercaron.

-Lo que te decía, Lucius.

-Espera…

-Os dejamos nuestra mesa, nosotras ya llevamos mucho rato sentadas – les dijo una de las chicas.

-¿Has visto? Confiar, Snape.

-Vale, muchas gracias – dijo Sev.

-Es ésa de allí – dijo la chica, señalándosela - Por cierto, muchas gracias por lo que habéis hecho, nos morimos de ganas de enterarnos de más cosas mañana. Ya vamos a llamar a todos nuestros amigos de la facultad para ir con ellos, y también las familias.

-Maravilloso, muchas gracias.

-Vamos a conocer por fin a las familias de todos, gracias a vosotros – dijo otra de las chicas.

-Vaya… estupendo…

-Por cierto, qué desperdicio que seáis gays – dijo la tercera – Porque estáis muy buenos los dos.

-Somos bisexuales, chica, quizá algún día caigamos contigo, tú tampoco estás nada mal – le dijo Lucius.

-Gracias, guapo. Eso, viniendo de ti, es un piropazo.

-No les des alas, Lucius – dijo Sev.

-Nada, nada, esta noche os dejamos en paz, pero preparaos para sucesivas. Pensamos seguir viniendo todas las semanas mientras toquéis aquí, después seréis demasiado famosos y no habrá quien os pille – y vehemente y desafiante - Si te pillo solo, moreno, me lanzo sobre ti. Me gustas más y me pone que te hagas el difícil, me apasionan los retos.

-Wow… Te doy un morreo de premio, me has puesto.

-¡Toma ya!

Sev se puso en pie.

-Yo voy a sentarme a la mesa, que no nos la roben – dijo Lucius – Pasaos a charlar dentro de un rato si queréis, chicas.

-Eso haremos – dijo la primera que había hablado.

Sev tomó a la chica por la cabeza y la besó con pasión, como sólo él sabía. Pronto jadeaban ambos. Ella se separó, sus amigas se habían marchado.

-Cómo besas, tío… vaya tela… - dijo ella - No me conformo sólo con esto. ¿Lo demás también lo haces así de bien?

-Desde luego que sí.

-Wooow… He de catarte, me quedan casi dos meses para seguir intentándolo.

-Pues inténtalo, quizá lo consigas.

-Por el momento quiero más.

-Todo lo que quieras.

Esta vez ella también lo tomó por la cabeza y se esmeró en besarlo mucho mejor. Al rato fue él quien se separó.

-Buf… tú también besas muy bien…

-Acabo de aprender de ti. Voy a confesarte algo para motivarte para la próxima e incluso para ahora. Sólo he tenido dos novios y no he pasado de besos y magreo porque no me gustaban demasiado, tengo diecinueve años y soy virgen todavía, ni siquiera la he mamado nunca, serías el primero para mí.

-¡Vaya tela! Sin saber siquiera nuestros nombres…

-Pues sí, tío, pues sí, historias que contar a los nietos, que me estrené con el héroe del mundo mágico. ¿Te parece poco?

-¿Es por eso por lo que me aprecias?

-En absoluto, ya te digo que me pones mucho más que tu novio, y más después de haber probado un beso tuyo. Si como dices, en lo demás también estás a la altura, ¿quién mejor para una primera vez?

-Que sepas que tú eres la primera chica que beso que no es bruja, también estoy estrenándome contigo en cierto modo.

-Vaya… fantástico… ¿Sigues caliente?

-Sí.

-¿Todavía?

-Claro que sí, me pones un montón.

-Buf… nunca lo habría soñado…

-No me idolatres, eso no me va. Me va que me retes y también me lo pongas difícil.

-Vale. Entonces hoy te dejo con las ganas, yo pienso guardarme para ti.

-Estupendo.

-El próximo sábado quedamos como hoy, en esta zona. Si te apetece, aunque sólo sean besos, me buscas.

-Vale…

-Te haré trabajártelo.

-Muy bien. Tus amigas se han marchado, ven con nosotros hasta que vuelvan y seguimos conociéndonos, no me va el aquí te pillo aquí te mato.

-Eres genial, genial, tío, no tienes idea de la cantidad de babosos que nos entran cuando andamos solas por ahí. Cualquier otro que no fueras tú ya estaría follándome en los servicios con lo fácil que te lo he puesto.

-Pues sí, pero yo no soy así, y si me lo hago contigo no será en unos servicios, sino en una cama y durmiendo juntos, como han de hacerse las cosas.

-Claro… Nunca he dormido con un chico…

-Vaya…

-Sin problema, diré en casa que me quedo a dormir con Evelyn, que es la chica que primero os ha hablado.

-¿Y tú cómo te llamas?

-Ethel.

-Qué nombre más bonito.

-El tuyo no lo recuerdo.

-Casi todo el mundo me llama por uno u otro de mis apellidos, Snape o Prince.

-¿Y tu nombre?

-Severus.

-Muy especial, único, latino. Te llamaré así, estudio Filología Hispánica.

-¿Qué dices? – asombrado y emocionado.

-Sí, hablo castellano perfectamente, la mejor de mi curso. Mi padre es español, vino de inmigrante, conoció a mi madre y se quedó aquí a vivir para siempre.

-Vaya… Yo sé un poco de castellano, aprendí el verano pasado.

-Estupendo, entonces podremos practicar mientras nos lo hacemos.

-Claro que sí, y aunque no nos lo hagamos, pasaremos mucho más tiempo charlando que haciéndonoslo, verás, ya te considero una persona muy interesante. Vamos a hablar con Lucius y le cuentas cosas de España. Va a viajar allí este verano, para hacer el Camino de Santiago. ¿Sabes lo que es?

-Desde luego que lo sé. Mi padre es leonés, de un pueblo minero por el que pasa el Camino, Ponferrada, y vamos allí todos los veranos a ver a mis abuelos cuando tiene vacaciones.

-Maravilloso, maravilloso… Vamos, vamos, esta noche la pasamos contigo hasta el cierre.

Fueron y se sentaron a la mesa con Lucius.

-Lucius, te presento a Ethel, tu nueva profesora de castellano.

-¿Qué dices? – asombrado.

-Lo que oyes, su padre es de Ponferrada.

-¿Del Camino?

-Sí señor.

-Wow… Un besito.

Lucius se levantó y se lo dio. Ella le dijo:

-En España se dan dos, uno en cada mejilla.

-Vale, vale...

Le dio otro.

-¿Qué queréis que os cuente?

-Todo lo que sepas.

-Ponferrada es un pueblo minero, ése fue el oficio de mi padre desde muy joven, hasta que decidió mejorar su vida, y como ya conocía el oficio vino a trabajar a las minas galesas hasta la reconversión, que se quedó sin trabajo. Mientras tanto conoció a mi madre y me tuvieron a mí, soy hija única porque no pudieron permitirse tener más hijos.

-Vaya…

-Y por suerte, porque le ha costado mucho encontrar un nuevo trabajo. Afortunadamente mi madre trabajaba en el negocio familiar de mis abuelos maternos, una posada, y tenía su oficio y ahorros, oficio que también tengo yo, pues vivíamos en la posada y ayudaba con todo desde pequeña, a arreglar las habitaciones, limpiar, cocinar y servir. Cuando mi padre se quedó sin trabajo vinimos a Londres, pensando también que yo asistiera a la universidad, y mi madre enseguida encontró trabajo de camarera en un buen hotel, bien pagado.

-¿Y tu padre?

-En la industria automovilística, bien pagado también. Todavía no pueden permitirse un coche, vaya paradoja, pero no lo necesita porque la empresa tiene transporte para los empleados. Trabaja a turnos, cada semana un turno distinto, de mañana, desde las seis a las dos, de tarde, desde las dos a las diez y de noche desde las diez a las seis. Cuando trabaja de mañana debe levantarse antes de las cuatro para coger el autobús para ir hasta la factoría.

-Buaaah… Qué vergüenza me da la vida que he llevado hasta ahora - dijo Lucius.

-No te apures, Lucius, la mina era mucho peor, también está enfermo de los pulmones.

-Vaya tela…

-Podría haberse conformado con el paro y retirarse, pero es joven todavía, dice que se aburriría.

-Vaya…

-Claro, no tuvo educación ni cultura, vivió la guerra y la posguerra española, pasó mucha hambre de niño, y si aprendió a leer y escribir fue porque sus propios padres le enseñaron.

-¿Cuántos años tiene? – preguntó Snape.

-Cuarenta y dos.

-Nacido en el '35.

-En el '34, cumple cuarenta y tres este año.

-Dos años antes de la guerra.

-Eso, una guerra que nadie se esperaba, aunque hubo revoluciones obreras anarquistas en ese tiempo en León y Asturias, entre los mineros. Mis abuelos eran anarquistas y por poco no los fusilaron durante la guerra, mi abuelo debió esconderse en el monte y a mi abuela la respetaron porque tenía hijos pequeños.

-Vaya, vaya…

-Si hemos venido esta noche ha sido por mí. Ya veis que yo no voy de punk, pero tengo la ideología porque la he mamado desde pequeña. Aquí, en Reino Unido, cuando fue la reconversión en las minas hubo mucha bronca también, y sigue habiéndola.

-Claro, claro… Los brujos no nos enteramos de nada.

-Bastante habéis tenido con vuestra guerra, imagino.

-Pues sí.

-Y hoy me habéis descubierto a Miguel Hernández, que no lo conocía, siendo que viajo a España cada verano y estudio Filología Hispánica. Sí os enteráis, sí.

-Gracias al disco de Serrat.

-A Serrat sí lo he escuchado en la radio en España, pero mis abuelos no tienen tocadiscos y en consecuencia no compran discos allí. Ni mis padres son aficionados a la música porque nunca han podido permitírselo, el tocadiscos que tenemos ahora es mío.

-Claro…

-De mis ahorros de dar clase de castellano a mis propios compañeros de clase.

-Vaya… muy bien.

-Y así es como puedo permitirme salir. Vivimos de alquiler y es muy caro, en el centro de Londres, cerca del hotel donde trabaja mi madre para que no tenga que recorrer toda la ciudad en autobús cuando sale tarde de trabajar de noche. Y el viaje a España mío y de mi padre cada verano cuesta un dineral, porque hemos de ir en avión para no perder tantos días.

-Buf… claro…

-Por algo no me veis borracha, porque llevo apenas dos cervezas en toda la noche. He de guardar para el taxi, vivo cerca pero mis padres no confían en que coja sola el autobús, mis amigas no viven cerca.

-Buf… cierto… Esta noche te acompaño yo caminando y damos un paseo, así ya sé dónde vives y en ocasiones sucesivas puedo llevarte Apareciéndonos. ¿Qué quieres tomar? ¿Otra cerveza? A mí me invitan.

-No quiero aprovecharme.

-No te aprovechas de mí sino del Club 100. Aprovéchate, has pagado la entrada y dos cervezas carísimas.

-Prefiero no beber más. Una Coca-cola para aguantar despejada, ya voy teniendo sueño, esta mañana he madrugado y dado clases.

-Claro…

-Claro, y dentro de poco comienzo los exámenes. No pierdo un minuto, mis padres y abuelos me han enseñado lo que es el trabajo duro.

-Qué vergüenza me da, qué vergüenza… - dijo Lucius.

-Venga, Lucius, no es culpa tuya, sino de la educación que recibiste – dijo Sev.

-Ya voy yo por las bebidas, a mí tampoco me van a cobrar. ¿Tónica para ti? – le preguntó a Sev.

-No, no quiero más gas. Voy a convocar Aquamenti, así le enseño algo más de magia a Ethel.

-Vale, entonces hazlo también para mí.

Lucius se marchó, Sev convocó dos vasos haciéndolos aparecer de la nada.

-Wooow… Es maravilloso, no has de comprar nada… - dijo Ethel.

-Ojalá fuera así, pero sólo puedo hacerlo con los objetos que conozco bien y no puedo hacerlo con la comida. Sí he de comprar muchas cosas, sí, sin ir más lejos, los libros, que adoro.

-Claro…

-Aunque ahora, en el resto de comercios del mundo mágico me regalan todo por ser quien soy. Somos muy famosos en el mundo mágico, tanto Lucius como yo. Cuando vuelva le pregunto si tiene diarios suficientes del que se publica en nuestro mundo, El Profeta, y te damos uno para que lo conserves de recuerdo y puedas leerlo y enterarte de toda la historia. Y el próximo sábado te traigo el de mañana, en el que aparecerán las historias de mi vida entera contada por mí mismo, y la de Lucius como espía.

-Vaya, maravilloso, las difundiré por la universidad, y mis padres en sus trabajos.

-Muy bien, Ethel, pero que no te robe tiempo de tus obligaciones.

-Para nada, se lo pongo de deberes a mis alumnos, traducir los artículos.

-Claro… Qué ingeniosa eres…

-¿Has visto? Hay que trabajárselo.

-Observa ahora, voy a llenar los vasos de agua, para eso necesito la varita - la sacó y tocó cada vaso diciendo - Aquamenti, aquamenti.

-Wooow… ¿Puedo probarla?

-Claro que sí.

Ethel bebió del vaso de Sev.

-Está fresquita, qué rica.

-Sí, es un agua de muy buena calidad.

-Y lo que pronuncias es latín.

-Sí, señora. Los conjuros son en latín.

-Vaya…

-Antes eran en gaélico, pero cuando nos invadieron los romanos cambiaron.

-Claro… ¿Me enseñas la varita?

-Claro que sí.

Se la dio y ella la observó atentamente.

-Es preciosa, preciosa… la talla… ¿Qué madera es?

-Pino negro. Cada varita es de una madera distinta y tiene diferente núcleo. No hay dos iguales, la mía tiene núcleo de nervio de corazón de dragón.

-¿Existen los dragones? – muy asombrada.

-Desde luego que existen. Las leyendas sobre ellos no son leyendas, son historias reales.

-Wooow… ¿Has visto alguno?

-Sí, aquí mismo, en Londres. El guardián de las cámaras de los ricachones en Gringotts, la banca mágica.

-Vaya… buf… se me acumulan los comentarios y las preguntas. Me hace mucha gracias que tengáis varita como los magos de mentira.

-Claro, los primeros magos de mentira eran brujos de verdad y las difundieron entre la profesión.

-¿Y cómo escoges tu varita? ¿La que más te gusta de todas las que hay en la tienda de varitas?

-No, la varita te escoge a ti. El fabricante intuye cuáles te pueden ir bien y te las hace probar hasta que alguna responde perfectamente.

-Wooow… Estás predestinado a una varita.

-Eso, quizá a una que ya existía desde mucho antes de que nacieras.

-Vaya tela... ¿Tú debiste probar muchas?

-Nada, ésta, la primera que probé, me acertó a la primera. Es muy especial, en tantos años que llevo en el colegio todavía no he visto otra varita negra.

-Vaya… es tu color. Adoro tus ojos, tu mirada, es una de las cosas que me ha enamorado de ti. Es muy difícil encontrar ojos negros en Reino Unido. En España no, en España hay muchos morenos de ojos negros.

-Claro… Tú también eres morena de ojos oscuros, tienes un pelo y ojos preciosos.

-Claro, salí a mi padr. Mi madre es rubia con ojos azules, genes recesivos.

-Desde luego, eres preciosa, con el pelo largo y rizado y muy suave, me encantas.

-Muchas gracias. Pienso que si me caso lo haré con un español, un minero, para traerlo aquí y darle una vida mejor.

-Pues yo me casaría contigo para darte una vida mejor a ti.

-¿Qué estás diciendo? – muy asombrada.

-Lo que oyes, yo también me he enamorado de ti. Vales un montón, Ethel, más que cualquier bruja o muggle que conozca, y voy a hacerlo oficial para no poder echarme atrás. Voy a hacer algo que ningún brujo puede hacer salvo yo mismo, lo comprenderás cuando te cuente o leas la historia de mi vida. Una de las cosas que no podemos hacer aparecer de la nada son los materiales preciosos, pero yo sí puedo, porque mi alma pasó por el crisol del alquimista sin quemarse al igual que pasaron las de tus abuelos y tu padre cuando vivieron la guerra y la posguerra y aun así salieron adelante. Si fueran brujos también serían capaces de hacerlo, hacer aparecer joyas de la nada.

-Vaya… Ya me estoy oliendo lo que vas a hacer y me estoy asustando.

-Desde luego que te lo hueles, no eres nada boba.

Sev convocó un anillo de oro y un diamante sobre la mesa, lo cogió y clavó una rodilla en tierra, tomándola de la mano izquierda.

-¿Quieres casarte conmigo, Ethel?

-Por supuesto que quiero.

Se lo puso en el anular de la mano izquierda, le quedaba a la medida perfecta.

-Wooow… ¿Cómo me has acertado la talla?

-Porque ya llevaba un rato fijándome en tu dedo, pensando que lo iba a hacer. Estaba esperando al momento oportuno.

-Bésame…

-Desde luego que sí.

Se besaron, él todavía arrodillado, ella sentada, durante mucho tiempo. Cuando se separaron, ella le dijo:

-¿Quieres que hoy durmamos juntos? Puedo no volver a casa si llamo a mi madre a las seis, cuando se despierte para ir a trabajar, para decirle que me he quedado en casa de Evelyn y no se preocupe por mí.

-Vaya, me encantaría, pero va a ser un sacrificio para ti.

-Esto cierra a las cuatro, aguanto un rato más y así nos lo hacemos, sería precioso sellarlo así.

-Entonces sí, pero te daré una poción para que aguantes despierta sin pasar sueño.

-¿Una droga? No, por favor.

-Vaya…

-Ni hablar, ni hablar.

-No es una droga, es medicina mágica, no engancha, no tengas miedo. Yo llevo más de un año tomándola a menudo y no me he enganchado, solamente hay que tener cuidado en no tomarla muy a menudo porque tiene efectos secundarios, pero si la tomas sólo de vez en cuando no pasa nada.

-Bueno… Si es así sí, de lo contrario voy a estar reventada y no voy a disfrutarlo igual.

-Claro, cariño, confía en mí, no te daría nada que te hiciera daño.

La abrazó.

-Claro que no, claro que no… Entiende que desconfíe, te he conocido hace menos de una hora.

-Y sin embargo has aceptado casarte conmigo.

Rieron.

-Siempre puedo romper el compromiso, te devuelvo el anillo y ya está.

-Cierto.

-Si lo rompes tú no te lo devuelvo, lo vendo para mi familia.

-Claro que sí, y harás bien, pero no pienso romperlo, ya he roto demasiados en mi vida.

-Vaya… ¿Has tenido muchos novios y novias?

-Demasiados en muy poco tiempo.

-Vaya… ¿Cuántos tienes ahora?

-Dos, Lucius e Hipólita, pero por el momento lo de Hipólita lo tengo aparcado.

-A mí no vas a poder verme muy a menudo por el momento. No me importa que estés con más gente siempre que estés limpio.

-Lo estoy, me hice pruebas hace menos de dos semanas y todos mis amantes con riesgo también lo hicieron.

-Pasa que si nos lo hacemos esta noche vamos a tener que hacerlo con condón, yo no tomo anticonceptivos.

-Claro… Pues esperamos si quieres, cariño, podemos disfrutar igualmente sin meterla.

-¿En serio? ¿Te conformarías con eso?

-Claro que sí, lo prefiero, ir despacio y conocerte poco a poco. Y más siendo virgen, mi amor, esperaremos a que vayas al médico y te recete la píldora si quieres tomarla, o de lo contrario, también existe una poción mágica anticonceptiva que toman las brujas, han de tomarla sólo una vez al mes y les elimina por completo el período y todos sus síntomas.

-Vaya… Qué bueno, porque es un incordio. Cuánto sabes de las cosas de las chicas.

-Claro, lo sé todo. Si ando con chicas me intereso también por sus cosas.

-Lo que sospechaba desde el principio. Qué buen ojo tengo, eres genial, genial. Pues sí, mejor así, porque nunca he tenido un orgasmo con un chico.

-Ah, ¿no?

-Claro que no, ya te he contado que sólo magreo, y mis novios eran unos ineptos.

-Vaya…

-Yo sí les hacía pajas, ¿eh? Pero nada más, mamársela me daba asco y ellos tampoco querían hacérmelo con la boca, aparte de que no teníamos dónde.

-Claro…

-En parques oscuros.

-Claro, claro… Pues conmigo no tienes por qué hacer nada que te dé asco.

-Cuando te la vea te diré si me da asco.

-Bien… Hasta ahora a ninguna ni ninguno de mis amantes le ha dado.

-Buf… qué ganas…

-Sorpresa.

-¿Nos marchamos ya y así tenemos más tiempo?

-Vale.

-Lucius está ahí, ya lleva un rato esperando sin atreverse a sentarse.

-Vaya…

Sev se levantó y se dirigió a Lucius:

-Hoy me abandonas, Snape…

-Acabo de comprometerme.

-Ya, ya te he visto. Enhorabuena, difícil encontrar a alguien mejor. Olvídate de la pelirroja de vida fácil, que era de lo que querías hablarme.

-Cierto.

-No sabes cuánto me alegro, alguien a tu altura.

-Vamos a marcharnos ya, ella debe llamar a su casa a las seis para que no se preocupen, la esperan a dormir.

-Claro… ¿Dónde la llevas?

-A Hogwarts.

-Muy bien, te doy las últimas noticias. He pasado por el reservado, ya había vuelto Sirius, ocho de ocho, terminó la caza.

-¡Estupendo!

-Ya podemos dormir tranquilos.

-No hemos dejado de hacerlo.

-Desde luego que no.

-¡Somos los mejores!

-Ya te digo. Esperaba celebrarlo contigo pero ya lo haremos mañana, aprovecha con tu chica.

-Es virgen también, Lucius, y nunca se ha ido con un chico.

-Vaya…

-Voy a tomármelo con mucha calma con ella.

-Desde luego que sí.

-Por eso nos marchamos ya, voy a darle poción Estimulante para que aguante.

-Claro, claro… Ha ido a buscar a sus amigas, estaban en la barra.

-Entonces sentémonos a esperarla.

Se sentaron.

-Has de ayudarme, Lucius, a saber mantener un compromiso.

-Es muy fácil, Snape, dejas de mirar a tu alrededor todo lo que se menea y ya está. Te enamoras muy fácilmente porque sabes apreciar lo mejor de cada uno.

-Claro…

-Todo el mundo tiene algo que encandila.

-Cierto.

-Lo de hoy ha sido un golpe de suerte muy gordo, ¿eh? Vacaciones en Ponferrada de por vida, que es lo más bonito del Camino de Santiago aparte de los Pirineos, el Bierzo, montañas impresionantes y llenas de bosques.

-Claro…

-Pero eso no es lo primordial, lo primordial es que es una persona excepcional y ha sabido demostrárnoslo en apenas un cuarto de hora.

-Desde luego que sí.

-Y es preciosa y ha sabido guardarse hasta que te ha encontrado, Snape, increíble. Vaya golpe de suerte, vaya, vaya, también para ella.

-Desde luego.

-¿Con Evans no aguantaste meses y meses sin ponérselos, viéndola muy poco y teniendo a Lauren muy a mano?

-Sí, así fue.

-Pues recupera ese sentimiento, Snape, y más con alguien que merece la pena mucho más.

-Claro…

Ethel llegó.

-Buf… Lucius… La Coca-cola, muchas gracias, voy a beberla de un trago, me muero de sed.

La cogió y se la bebió.

-¿Y por qué no has convocado Aquamenti para ella, Snape? – le preguntó Lucius.

-Porque todavía soy un inepto para muchas cosas, Lucius, parece que olvido cómo cuidar de la gente.

-No te lo ha pedido.

-No.

-Entonces no ha sido culpa tuya, no te comas la cabeza, cada uno ha de saber cuidar de sí mismo.

-Eso, eso.

-Ya te hemos encontrado un defectillo, Ethel, has de saber pedir las cosas cuando las necesites, sin cortarte un pelo.

Ethel dejó el vaso vacío y dijo:

-Cierto. Severus, si quieres nos quedamos hasta el cierre con Lucius, ¿eh? Y le sigo contando.

-Ni hablar, Ethel. Marchaos ya desde aquí mismo y haced las cosas con calma. No olvidarás esta noche en toda tu vida, que sea en verdad mágica. No pierdas el tiempo conmigo, tengo mucha más gente interesante con quienes estar, para empezar tus amigas, con quienes ya he estado un rato charlando mientras pedía.

-Claro...

-Ya estaremos si tienes tiempo de darme clase de castellano.

-Si puedes sábados o domingos, tengo.

-Muy bien, quedaremos a través de Severus. Para empezar esperamos verte mañana en Times Square, acércate a nosotros cuando terminemos de hablar para estar con Severus un rato más, le darás una alegría.

-Vale, lo haré.

-Enséñale el anillo, Ethel – dijo Sev.

Ethel mostró el anillo a Lucius.

-Vaya, la talla en forma de lágrima, nunca la vi, es precioso – dijo Lucius.

-Idea de Hipólita.

-A mis amigas también les ha encantado – dijo Ethel.

-¿Ya se lo has contado?

-Desde luego, presumiendo de que te he ligado de por vida en menos de una hora, han alucinado. Y a mis padres pienso contárselo mañana mismo. Yo no voy a cortar contigo, y si lo haces tú se llevan una alegría también, nos quedamos con el anillo.

-Vaya… Qué lista eres, Ethel, cada vez me gustas más.

-Y tú a mí. No es que me gustes, te amo con todo mi ser, en menos de una hora también, no te cambio por nadie.

-Vámonos, Ethel, quiero estar contigo y sólo contigo – poniéndose en pie.

-¿Y ese diario que ibais a pasarme?

-¿Hay suficientes Profetas, Lucius?

-Desde luego. Te paso dos, uno para ti y otro para tus padres, para que se alternen llevándolos al trabajo – respondió Lucius.

Lucius los sacó del bolsito y se los dio. Sev dijo:

-Ya te los llevo yo.

Los metió en su bolsito.

-¿Bolsitos mágicos también? – preguntó Ethel.

-Eso, ya te conseguiremos uno, preciosa.

-Buf… Qué chollazo haberte enganchado, me vas a arreglar la vida. Me da rabia que siempre te quedará la duda de si me he enganchado contigo por ser brujo y ser quien eres. Quiero que demos ese paseo hasta mi casa aunque no suba para contarte de camino todo lo que me gusta de ti y quitarte las dudas desde ya.

-Estupendo, así nos despejamos un rato, debe hacer muy buena noche.

-Claro que sí, un buen paseo por la ciudad vacía, de los que no suelo disfrutar más que cuando vamos también con amigos de la pandilla.

-Maravilloso. Nos marchamos, Lucius.

-Nos vemos mañana, Snape.