Disclaimer: Los personajes no son míos son de Naoko Takeuchi y yo solo los uso para contar mis locas historias.
Fanfic con motivo del cumpleaños de mi senshi favorita, Makoto Kino / Sailor Júpiter.
Espero que lo disfruten.
Catching Senpai
Diciembre 5, 1983.
Aquella tarde cuando su madre fue a recogerla del jardín de niños se topó con una sorpresa, la pequeña Makoto Kino de cinco años salía corriendo rumbo a sus brazos, llevando entre sus manos un pequeño ramo de lirios del valle.
Cuando la señora Kino la interrogó al respecto, la niña le dijo que un chico de otra clase en su colegio se las había obsequiado por su cumpleaños. Makoto estaba tan contenta que su madre le ayudó a hornear unas galletas para llevarlas al pequeño y galante caballero en agradecimiento al día siguiente.
Tadashi Kino es quien no estaba muy feliz, menos cuando su hija gritó a los cuatro vientos en medio de la sala que estaba enamorada de ese niño (que por cierto era mayor) y que solo creciera, se casaría con él.
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Diciembre 1, 2001. Actualidad.
-Entonces, ¿Cuál es el plan? -preguntó Minako mientras se dejaba caer en el sofá de Rei. Sus ojos brillaron cautivados por la nueva aventura.
-¿Plan? ¿Te refieres al festejo de cumpleaños de Mako-chan? -cuestionó Jedite mientras abrazaba a la desprevenida castaña que, hasta entonces, estaba absorta en sus pensamientos.
-¡Por supuesto que no! O sea, sí... pero no hablo de ese plan—el rubio la miró confundido. Mina gozó con aquel gesto y luego recorrió con la vista el resto de la sala, cada uno de los shittenou, recién integrados al grupo, la miraban con la misma expresión-. ¡Por supuesto! ! ¡Este año sí que lo lograremos!
Amy suspiró abatida mientras de su bolso sacaba su pequeño ordenador-. De acuerdo, no retrasemos lo inevitable-sentenció.
-¿Alguien puede orientarme al respecto? -insistió el ojiazul toda vez que no tenía idea de lo que las chicas hablaban.
-Pues verás, aquí nuestra querida Makoto tiene una vida entera llorando por un sujeto.
-¡Senpai! -exclamaron casi todos. Makoto se ruborizó de inmediato, pero como Jedite no la soltó, no pudo escapar como deseaba.
-¡Exactamente! Entonces, resulta que este chico Senpai le daba un ramo de flores desde los cinco años por su cumpleaños y continuó así cada año hasta los doce.
-Trece. -corrigió Makoto.
-Trece. -repitió la rubia-, y desapareció de manera misteriosa por años. Pero hace tres años volvió y dejó otro ramo en su departamento, y el año siguiente también. Esperábamos que apareciera al menos a saludar, pero solo llega y lo deja sin que nadie lo vea. Por dos años hemos intentado atraparlo y él se nos escapa, pero ahora que ustedes están aquí, estoy segura que lo atraparemos.
-¿Quieres que juguemos con ustedes a atrapar a un tonto escurridizo? -preguntó Neflyte que había escuchado todo desde su rincón cerca de la puerta. Mina lo miró con desagrado por la interrupción.
-No esperamos que tu ayudes, comprenderemos si te sientes menos. -Ahora fue Neflyte quien entrecerró los ojos, regalándole un gesto hostil a la rubia.
-¡Suena divertido! -exclamó Jedite-, ¿Qué dices Zoy? ¿Cazamos al Senpai?
Makoto tampoco había dicho nada, la idea de Mina de atrapar a Senpai siempre la estresaba. Tenía miedo que el chico volviera a desaparecer y le aterraba aún más que pudiera llegar a ver a ese grupo de apuestos e intimidantes hombres rondando su casa. Así que en lugar de emitir palabra solo suspiró hondo, más cuando se vio envuelta entre dos entusiastas rubios que la abrazaban traviesamente.
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Diciembre 5,1984.
Aquella era una mañana muy fría y nublada en Osaka, incluso algunas gotas de lluvia comenzaban a caer sobre el jardín de juegos de la casa hogar en donde la pequeña Makoto Kino, una pobre niña que tenía dos meses de haber quedado huérfana, se encontraba.
Todavía usaba su vestido negro y sus zapatos de charol a juego como ropa de diario, a pesar que la cuidadora le insistía que quizá, por ser su cumpleaños, quisiera vestir algo más lindo y acorde a su edad. Pero ella se rehusó, salió al jardín y se sentó en una banca mirando como la llovizna salpicaba el césped bajo sus colgantes pies.
Y aunque la lluvia nunca había sido un problema para ella, quizá, debido a toda la tristeza que embargaba su corazón, aunado a que nadie en ese lugar parecía importarle que ese día cumplía seis años, la niña decidió levantarse cuando su hermoso vestido se vio empapado y se dirigió a su habitación. Estaba por entrar en el pasillo cuando una figura fuera de la reja del orfanato llamó su atención. Con toda su inocente curiosidad caminó hacía la puerta y vio a un chico tras ella. Sonrió al reconocer a su antiguo compañero de colegio, que estaba de pie ahí, con un ramo de lirios del valle en la mano.
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Diciembre 2, 2001. Actualidad.
El plan estaba trazado.
Curiosamente ese año había escases de lirios del valle en la ciudad, por lo que se toparon con la sorpresa que solo dos florerías tenían en existencia y estos, estaban ya apartados bajo dos nombres diferentes. La misión para Zoycite y Amy era sencilla, vigilarían una de las florerías mientras Rei y Jedite vigilaban la otra. Mina y Kunzite estarían fuera del edificio de Makoto, observando a todo aquel que entrara o saliera de él. Serena se había ofrecido a sí misma y por supuesto a Darien, para acompañar a Makoto durante la espera, algo que para el moreno era una pésima idea, ¿Qué tendrían que estar haciendo ahí si aquel hombre aparecía?
-¿De verdad te comportarás de esa manera por esto? -preguntó Rei al muy malhumorado castaño que parecía gruñir con cada parte de aquel plan maestro. Neflyte giró su rostro con desdén ante la pregunta.
-Es demasiado espectáculo y un desperdicio de nuestro tiempo por un cobarde que no se atreve a dar la cara—dijo-, ella ni siquiera parece querer nuestra ayuda.
-Ese chico es muy importante para Mako-chan, no es que yo apoye esto, ¿Sabes? Pero durante toda su vida él ha sido su lazo más fuerte con su infancia, probablemente su único recuerdo feliz. Si quieres acercarte a ella de una forma decente, deberías aprender un poco de él.
-¿Insinúas que debo ir a aventarle flores y correr? -argumentó molesto. Rei lo fulminó con la mirada.
-¡Hablo de los detalles! Idiota vanidoso... - contestó la sacerdotisa, aunque la última frase la dijo tan bajo que no estuvo segura si el general la escuchó, pero sí.
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Diciembre 5, 1987
Apenas amaneció, Makoto saltó de la cama y buscó su vestido verde que tanto amaba. Ella misma lo había escogido para usar ese día a pesar que no festejaría de ninguna manera trascendente. Sin embargo, estaba feliz, inquieta y desesperada por salir al jardín y esperar la visita de Nakamura Senpai, su antiguo compañero y ahora amigo ocasional que a veces la observaba desde el otro lado de la acera, cuando jugaba sola en el patio de recreo porque ningún otro niño en el lugar se juntaba con ella.
Y aunque al principio le dolía ser excluida por su edad y altura, que no concordaban con el resto de las niñas, ahora a ella no le importaba, porque Nakamura Senpai le decía que ella era muy linda tal como era y que, cuando crecieran, vendría y la sacaría de aquel lugar. Tachaba los años en el calendario esperando el momento.
Así que en cuanto lo vio corrió a su encuentro, el chico le sonrió ampliamente del otro lado de la reja, mientras alzaba el pequeño ramo de lirios del valle que llevaba en las manos. Makoto le agradeció con un tierno beso en la mejilla. Y aun cuando él estaba de un lado de la reja y ella del otro, ella contaría ese beso como el primero de su vida.
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Diciembre 3, 2001. Actualidad.
-¿Por qué no los detienes si tanto te incómoda? -preguntó el castaño a la chica frente a él. Makoto retorció la servilleta que llevaba en sus manos, nerviosa y abochornada.
-Porque... yo...
-¿Sientes algo por él todavía? -su voz desafiante terminó de romper a la chica.
-¡Sí, yo siento algo por él! -exclamó-. Y no creo que alguien como tú pueda entenderlo.
-¿Alguien como yo?
Estaban sentados en una de las mesas del Crown center, Makoto miró a su alrededor lleno de gente y el mundo pareció achicarse sobre ella.
-Nakamura Senpai fue lo único constante y real en mi vida durante años. Jamás pidió nada a cambio de alegrar mi vida al menos por un día, la vida de una pobre huérfana que no podía ser dada en adopción. ¿Sabes acaso lo que es pensar en alguien más que no seas tú? -Makoto lo miró con recelo esperando una respuesta que no llegó-. Tengo miedo que se asuste si los ve rondar por ahí, pero tengo más ganas de verlo y hablar con él.
-Es un cobarde que se esconde entre las sombras. ¿Dónde estuvo tantos años? ¿Por qué todavía lo quieres cuando dejó de buscarte? Tú mereces algo mejor que un tipo que no es capaz de enfrentarte, ¿Pretendes que cumpla su promesa de volver por ti?
-¿Algo mejor? ¿Te refieres a ti? -Neflyte no respondió, así que Makoto harta de la actitud del general que desde que lo conoció se había portado vanidoso y arrogante con ella, aunque nunca tanto, se puso en pie y caminó a la salida. Él la siguió de inmediato, la alcanzó afuera.
-Solo digo que tienes mucha fe en un pobre idiota que solo tiene el valor para buscarte una vez al año y que no pudo cumplir sus promesas.
-¿Qué sabes tú de promesas?
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Diciembre 5, 1990.
Ese día cumplía doce años y Makoto se sentía sumamente emocionada y nerviosa. Nakamura senpai vendría, estaba segura de eso.
Nunca supo cómo se las arreglaba el joven para dar con ella, incluso cuando cambió del orfanato a la casa de acogida donde la preparaban para vivir por su cuenta a partir del próximo año. ¡Pero lo hizo! ¡Nakamura Senpai era extraordinario!
Makoto se sentó en una banca del parque mientras la señora Sato la vigilaba un poco más lejos, después de todo aun no tenía edad para verse a solas con un chico mayor que ella, ni siquiera en un lugar tan público, aunque fuera de día. Ella llevaba un hermoso vestido rosa y su largo y ondulado cabello recogido en una coleta, el chico iba igual de formal, siempre con su ramo de lirios.
-El próximo año viviré por mi cuenta, podré invitarte a comer en mi cumpleaños. Sato-sama me ha enseñado a cocinar y a hornear, ¡Haré un pastel de cereza para ambos! -dijo un tanto apenada a su Senpai, quien con facilidad le llevaba cinco años. El joven sonrió ante la propuesta y revolvió el cabello de la frente de la niña. Era una ventaja que Makoto pareciera mayor debido a su altura, pero igual él siempre fue muy formal y atento, manteniendo su distancia.
-Esta ocasión traje algo más para ti, Mako-chan.
Ella sonrió apenada mientras miraba el hermoso resplandor de un par de sarcillos en forma de rosa que estaban dentro del estuche de joyería en sus manos.
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Diciembre 4, 2001. Actualidad.
Conforme el día iba muriendo los nervios estaban a flor de piel. Senpai nunca había tenido un horario establecido para hacer su aparición, así que estaría flanqueada por sus amigos toda la tarde hasta las siete, hora en que la misión terminaría y ellos irían a alistarse para ir de fiesta con ella.
Aparte del nerviosismo habitual ahora luchaba con la imagen de Neflyte y sus palabras rondando su mente. ¿Acaso tenía razón? ¿Dónde había estado Senpai y porque volvía después de tantos años?
Sí, el general era tosco y arrogante, pero no tanto como el día anterior. Mina le había dicho que seguro rabiaba de celos y que debía comprenderlo, después de todo el Senpai y el Shittenou disputaban su amor y este último tenía claramente las de perder. La ojiverde se ruborizó, Mina estaba exagerando, ¿O no?
Todo empeoró aún más, para sorpresa de la senshi, cuando a su móvil llegó un mensaje del tenebroso castaño donde le decía que mañana la acompañaría en su departamento. Si ese tal Senpai la visitaba, él quería estar ahí para hablar con él y conocerlo.
Makoto se fue a dormir esa noche, deseando que al despertar fuera día 6.
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Diciembre 5, 1992.
Esa tarde llovía mucho, era realmente intensa la tormenta que caía sobre Tokio. Makoto esperaba, después de salir del colegio, en el kiosko donde se había concertado la cita. Estaba entusiasmada, segura que Nakamura Senpai llegaría pronto.
Y lo hizo, ese chico tan guapo que había robado su corazón desde que era una pequeña niña estaba ahí, con un pequeño ramo de lirios, pero una enorme tristeza en su rostro.
-¿A dónde? - preguntó intranquila y con los ojos centellantes de angustia, el ramo colgaba peligrosamente de sus manos abatidas.
-No puedo decírtelo, pero volveré por ti pronto, lo prometo.
-¡Prometiste no irte!
-Las cosas han cambiado Mako-chan, créeme es lo mejor.
-Senpai...
Y el chico se fue, se perdió en la esquina del parque donde alguien más lo esperaba. Makoto no pudo ver bien, pero estaba segura que era una chica, el cabello la delataba. Se quedó ahí llorando mientras el pequeño ramito era arrastrado por el agua de la lluvia.
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Diciembre 5, 1993.
Makoto Kino ahora tenía amigas y una misión en la vida, pero no su ramo de lirios.
Y no volvió a tenerlos por cinco años más.
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Diciembre 5, 2001. Actualidad.
10:00 a.m.
-¡Feliz cumpleaños Mako-chan! -gritó Serena tan efusivamente que la cansada y muy angustiada castaña despertó de inmediato, justo a tiempo pare recibir a su rubia amiga en brazos y soportar la embestida nada sutil que le daba. Tras ella Darien y Neflyte aguardaban su turno.
El moreno la felicitó con un gentil abrazo y un beso en la mejilla, mientras que el castaño la abrazó con tanta intensidad que ella juraba que se derretiría en sus brazos. Sus tibios labios se estamparon en su rostro, tan cerca de la comisura de su boca que la ojiverde se encendió ferozmente. Serena miraba emocionada mientras Darien buscaba desesperadamente salir de ahí.
Y los cuatro pasaron ahí la mañana, a la espera del bandido de los lirios.
Catching Senpai
2:00 p.m.
Jedite y Rei vigilaban desde el frente de la primera florería. Ella miraba con tanta intensidad a cada cliente que la encargada tuvo que pedirle que dejara de hacerlo ya que los asustaba. Jedite rio tan fuerte que la sacerdotisa lo golpeó para callarlo.
Tenían dos horas aguardando y nadie salía con el ramo apartado, pero si habían conseguido detener a un par de desprevenidos mensajeros y de disuadir a un hombre casado de comprarle flores a su amante. El rubio parecía un niño, solamente jugando mientras Rei intentaba mantener el orden sin éxito.
-Mako-chan está en deuda conmigo por tener que aguantarte tanto tiempo, ¡Eres un tonto!
-Lo sé cariño, también le agradeceré a Nef por esto.
-¿Qué has dicho?
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A la misma hora en otra parte de la ciudad, Amy estaba sentada en una banca afuera de la segunda florería. Zoycite paseaba por el jardín que la dueña tenía a un costado, revisando las flores en maceta y observando detenidamente los brotes de algunas de ellas.
-Es lindo que alguien tenga un detalle contigo por tanto tiempo, ¿No lo crees?
-Habla de que el chico está enamorado, me da gusto por Mako-chan, se merece un hombre así en su vida.
-¿Qué hay de Neflyte? -Amy alzó la vista ante la pregunta y puso un gesto que no solía usar mucho, como si aquello fuera una respuesta obvia.
-Él está bien, pero no para ella.
-¿Por qué no? -preguntó el rubio de ojos verdes mientras se sentaba a un lado de la peli azul. Amy se inquietó por la cercanía, sus mejillas sonrosadas la delataban.
-Senpai ha dejado claro que sus intenciones hacia Mako son serias.
-Si eso fuera, aparecería frente a ella, ¿No lo crees?
-Quizá tiene miedo. Después de todo, desapareció por mucho tiempo y seguro no sabe cómo acercarse.
-Quizá Neflyte tampoco.
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Minako daba vueltas militares frente a la entrada del edificio, incluso se aferró y revisó a Darien y a Neflyte cuando llegaron, aunque Serena estaba segura que era innecesario y que Mina lo había hecho solo para tener la oportunidad de tocarlos un poco. La rubia de coletas se ofreció a ayudarla, hizo lo propio con un muy pero muy apenado Kunzite.
-No sé si quieres atraparlo o evitar que entre.
-¿De qué hablas?
-Si yo fuera él, no entraría por aquí. No después de ver como revisas a todos.
-¿Celoso? -preguntó la rubia con los ojos brillantes de anhelo. El platinado se ruborizó un poco, pero al final le sonrió seductoramente.
-Es lindo lo que hacen por Makoto, aunque no creo que lo atrapemos.
-¿Por qué estás tan seguro?
-Él no quiere ser atrapado, se ha tomado demasiadas molestias para que ni ella pueda verlo. Lo que significa que algo lo atormenta y quiere que ella lo recuerde hasta que pueda mirarla de nuevo a los ojos.
-¿Realmente crees eso? -preguntó intranquila mientras se acercaba al altivo general que se había quedado de pie, mirando a la ventana de la ojiverde.
-Eso, o puede que entre por la puerta de atrás.
-¿Puerta de atrás? - Minako pensó un segundo y luego el recuerdo de aquella entrada la golpeó de lleno. Sus ojos se abrieron a tope mientras Kunzite la miraba con una sonrisa en los labios-. ¡Rayos, no puede ser!
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Rei entró intempestivamente en la florería y se dirigió hacia la asustada encargada, preguntando directamente por los lirios del valle reservados para ese día.
-El hombre que estuvo aquí hace unos minutos se los ha llevado, lo siento señorita no tengo más.
-¿Qué? ¿Cuál hombre? - preguntó la morena. Jedite soltó una sonora carcajada llevando la atención de las féminas a él.
-Ese tipo sí que sabe escurrirse.
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Cuando Amy entró en la florería acompañada de Zoycite supo que algo había pasado. El ramillete blanco de lirios ya no estaba en la vitrina y Zoycite la miraba divertido mientras ella se alarmaba a su manera. El rubio la tomó de los hombros y la encaminó a la salida.
-Hora de correr Mizuno, ¿Estás lista?
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Serena leyó los mensajes de Rei y Amy diciendo que las flores ya no estaban. Luego escuchó el audio de Minako, pero no logró entenderlo, así que miró a Darien con alarma.
De pronto alguien tocó la puerta del departamento y Makoto corrió a abrir. Lo hizo tan de prisa que resultaba imposible que no hubiera nadie detrás, ¡Ese chico no podía ser tan rápido!
-¡Pero, ¿Cómo?! -preguntó la rubia sorprendida al no ver a nadie detrás de la puerta.
Darien miró a Serena y la tomó del brazo. Todo aquello fue tan rápido que la rubia apenas sintió como era jalada hacia afuera.
-¿A dónde vamos?
-¡Por las escaleras! -gritó el ojiazul mientras salía con su novia por la puerta.
Makoto giró y pudo ver a Neflyte salir del baño, con el rostro confundido y el ceño fruncido ante tanto movimiento. Sus ojos marrones se fueron a las manos de la senshi que retorcían su ropa con fuerza, clara señal de lo nerviosa que estaba.
-Estuvo aquí. -susurró-. Serena y Darien se fueron por las escaleras.
-Bien, tú y yo iremos por el ascensor.
Neflyte sonrió a la par que tomaba a la chica de la mano y salían de su hogar. Llegaron al elevador en pocos pasos y este se abrió de inmediato. Ambos subieron y el general presionó el botón del lobby, la caja comenzó a bajar.
-¿Qué pasa si se asustó? -preguntó en un susurro.
-Yo no me preocuparía por eso.
El elevador se detuvo abruptamente entre dos pisos. Las luces parpadearon y Makoto, a punto de otra crisis miró a Neflyte por apoyo. Ahí estaba él, con un ramillete de lirios del valle en las manos.
-¿Qué pasa? -murmuró atónita.
-¡Atrapada! —le susurró al oído un segundo antes de desaparecer juntos.
Cuando la puerta del ascensor se abrió de golpe solo encontraron la caja vacía. Las chicas miraron asombradas sin poder creer que su amiga, quien se supone que bajaba en ese momento, había desaparecido.
-¿Qué ha pasado aquí? ¿Dónde está Makoto? -preguntó Mina con recelo.
-Sí bueno... creo que nos han engañado-respondió Darien bastante serio.
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Una brisa agradable y fresca movió sus cabellos y tiró de la falda de su vestido, haciendo que las ondas danzaran a su merced. Makoto abrió los ojos y lo que vio en definitiva no era su edificio.
Estaba de pie en medio de un campo de lirios del valle, que cubrían todo el lugar hasta donde sus ojos alcanzaban a ver, que era bastante. Se llevó una mano a la boca, conmovida por aquella exquisita visión que más que nada parecía un sueño.
Solo volvió en sí cuando sintió de nuevo los labios del general en su oído, estremeciendo su piel. Seguía agarrado a ella, justo a sus espaldas.
-Feliz cumpleaños Mako-chan.
Ella no dijo nada por unos minutos, se quedó mirando al horizonte tratando de entender lo que estaba pasando. Él tampoco habló, pero no la soltó.
-¿Por qué hiciste esto? - preguntó al fin, rompiendo un enigmático silencio.
-Por ti.
Makoto se soltó del cautivante abrazo y giró hacia Neflyte, a quien vio con coraje en los ojos.
-¡Este no eres tú! ¡No tenías el derecho! -le gritó-. Es hermoso, pero los lirios del valle es algo entre Senpai y yo, no tienes por qué interferir en esto.
Neflyte no respondió, simplemente sonrió. Makoto estaba por reunir más argumentos, pero entonces sintió los dedos de aquel siniestro hombre recorrer sus lóbulos, acariciar su piel y detenerse en los aretes de rosas, aquellos que Senpai le había obsequiado.
-Sabía que se te verían bien.
-¡No! -gritó impulsivamente mientras retrocedía un poco-, ¡Tú no!
Lo miró de nuevo, a detalle como nunca antes lo había hecho. Sus ojos marrones y el cabello un poco más oscuro, quizá mucho más largo... ¡Definitivamente mucho más largo! Esa arruga en su frente cuando fruncía el ceño y esa sonrisa serena y enigmática que demostraba alegría, pero no tanta. Se parecía a él, pero ¿Como?
-Lo siento, quería verte a la cara, pero no sabía que decirte. Yo...
-¡Tú no puedes ser Senpai! -sentenció tajante, empujándolo con ambos brazos para que se alejara-. Senpai se fue con una chica, yo lo vi.
-Zoycite puede pasar por una chica si no prestas mucha atención. No serías la primera en confundirlo—Makoto arrugó la nariz y Neflyte rio levemente, esperando la siguiente alegata.
-¿Dónde...? -preguntó de nuevo, pasando de lado el chiste que el hombre intentó hacer.
-Sabes donde fui. Lo siento tanto.
-¿Y fuiste a despedirte? ¡Ja, eso no te lo creo!
-No podía solo irme, me escabullí, aunque con guardaespaldas como pudiste ver-. Neflyte vio como Makoto estaba por hacer otra pregunta, pero se adelantó y la tomó de nuevo entre sus brazos, hundiéndola en su pecho con ternura y paciencia-. Las estrellas me avisaron que debía alejarme para no lastimarte. Alteré tus recuerdos para que no fueras a buscarme.
Y aquello, aunque desgarrador, le daba sentido a todos esos años en los que su memoria se rehusaba a cooperar cuando intentaba recordar su rostro o su voz. A que lo viera en todos y en nadie. Makoto negaba con la cabeza, completamente aturdida ante el golpe de realidad.
-Usabas un vestido negro la primera vez que te vi fuera del colegio. La señora Sato accedió a acompañarte aquella vez en el parque porque le demostré que mis intenciones eran serias y decentes contigo. Las galletas de tu madre son solo superadas por las tuyas y, por cierto, tu padre habló conmigo y me dio permiso para verte.
Makoto se separó para verlo a los ojos. Los de ella estaban inundados en lágrimas y su voz era ahora solo un sollozo. Neflyte no tendría forma de saber aquello si no fuera él, Nakamura Senpai.
-¿Qué hacemos aquí? -preguntó ahogadamente.
-Minako es persistente. No podía dejar que me atraparan... ¿Cómo se hubiera visto eso?
-¿Y los chicos?
-Cómplices. Nada baratos por cierto—Makoto sonrió. Neflyte vio de nuevo un brillo favorable en sus ojos y su corazón brincó de júbilo con eso.
Realmente le había costado trabajo acercarse a la chica que las estrellas, desde niño, le habían dicho que era para él. En un principio se rehusó, después de todo era una niña de cinco y él tenía diez, pero era linda. Tenía esos ojos verdes que asemejaban esmeraldas y que miraban todo, cada cosa, como lo más hermoso que hubiera visto jamás. Por eso cuando escuchó a unas niñas diciendo que sería su cumpleaños pronto, y en vista de que a su edad no tenía dinero, decidió recoger algunos lirios del parque cercano y dárselos. Esa niña había sonreído tanto como la chica que tenía en sus brazos ahora.
Cuando se enteró de su tragedia familiar su corazón se rompió en mil pedazos, un día esa niña de cabellos cobrizos no volvió al colegio y él, se sintió a la deriva e infeliz. Pero las estrellas fueron buenas y por años le dijeron como encontrarla.
Hasta que el mal llegó... y ellas le avisaron que debía despedirse, eso fue lo que hizo.
Neflyte tomó a Makoto por la barbilla y la hizo girar hacia su rostro. Ya no eran unos niños, pero sentía lo mismo que la primera vez que la vio, el corazón acelerado y sus sentidos alerta solo a su existir.
-Lamento ser un cobarde.
Él se inclinó un poco hasta rozar un poco sus bocas y se detuvo ahí por unos segundos. La besó lento y cadenciosamente, en medio de aquel prado lleno de lirios probó sus labios por primera vez. Sabían a cereza, un toque de vainilla y en definitiva, a lo que debía saber el amor.
-¿Por qué no querías que te encontrara? -preguntó ella contra el pecho del hombre del que ya no podía negar estar enamorada.
-Tenías demasiadas esperanzas en algo que ya no soy.
-¿Senpai?
-Un hombre sin un atroz pasado.
Makoto rio levemente. Él la abrazó aún más.
-Todos merecemos una segunda oportunidad.
El general la besó de nuevo, conmovido por el perdón que él mismo no había podido darse y que ahora sentía que podía merecer.
-¿Y este campo lleno de lirios? -lo interrogó una vez más, cuando volvieron a separarse para tomar aire.
-Todas estas flores son por todo el tiempo que no las recibiste, no pude cortarlas, realmente no tuve el corazón así que, si no podía llevarlas, tenía que traerte aquí.
Makoto sonrió bastante ruborizada, con el corazón radiante de dicha.
-Será un golpe muy fuerte para Mina saber que no pudo atraparte.
-Eso podemos arreglarlo.
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Diciembre 5, 2005.
Makoto Kino ahora tenía amigos, más que eso, una familia.
Tenía un novio que la amaba tremendamente y que no tenía reparo en demostrarlo.
Tenía un hermoso ramo de rosas rojas y blancas, tulipanes y azucenas que él le mandaba cada año en su cumpleaños.
También tenía la misión, junto con todas sus amigas, de capturar a aquel Senpai que cada año, sin falta, dejaba un ramito de lirios en la puerta de su casa.
FIN
A quien ande por aquí, muchas gracias por leer.
Saludos.
