Para Blair del grupo de Club de lectura de Fanfiction. Este fic participa en el drabblethon. Primera vez que escribimos de esta pareja, Jhin nos parece un personaje muy misterioso de LoL, pero es genial. Nos encantaba jugarlo, lo mismo que que a Rakan. Probablemente hay OoC, lamentamos eso.
Tags: secuestro, síndrome de Estocolmo.
Las plumas doradas estaban esparcidas en el piso de su casa. Jhin se detuvo a contemplarlas, y recogió una de ellas. La miró con sumo cuidado, como si fuese lo más preciado —y en cierta parte así era— en su vida. Rakan debía estar en algún lado, quizá aseándose, cocinando algo para ambos, o simplemente descansando en la copa de un árbol. Sabia que Rakan volvería aunque le dejase libre: su plan había funcionado.
Fueron meses de arduo trabajo para Jhin, desde la primera vez que había visto al hermoso vastaya quedó tan prendado de él que se juró que sería suyo. Inmortalizarlo en sus cuadros no bastaría nunca, pues su talento en la pintura por excelente que fuese jamás captaría toda la majestuosidad y color en las plumas de Rakan, ni la elegancia de sus pasos o de sus aleteos, mucho menos la melodiosa y juvenil voz de su portador. Hubo que perseguirlo para intentar retratar al vastaya, y Jhin disfrutó la caza, pero el juego pronto le aburrió. Un experto en hechicería en Jonia le brindó la pócima que le dio la victoria, solo bastó con administrala a su presa; su precioso pájaro dorado.
Capturar a Rakan no fue sencillo, mucho menos con la odiosa de Xayah junto a su vastaya todo el tiempo. Le disgustaba profundamente a Jhin que Rakan encontrase atractivo en esa mujer. Puede que Rakan la buscase por compañera porque eran vastayas aves, pero Xayah no apreciaba verdaderamente a Rakan, ella no veía lo que Jhin veía en el; a una obra de arte de la naturaleza, y solo un artista como él le competía cuidar de tal obra. Alejarlo de Xayah fue la primera parte de su plan, y para su suerte la misma vastaya contribuyó a Jhin con cada uno de los regaños y discusiones; y Rakan se cansó de ser reprendido por su compañera y vagaba en tabernas, escondiendo su condición. Y entonces apareció el como si fuese su salvador, el que le escuchaba, el que le aceptó por lo que era, el que lo retrató para recordarle a Xayah que esa imagen sería la última de Rakan que vería de ahora en adelante. Bastó con que Jhin derramase unas gotas de aquel líquido en la bebida para raptar al vastaya. No importó que Rakan quisiera huir al enterarse de quien era él y lo que hacía, no importó que le implorara por su libertad a cambio de absoluto silencio. Nada importó más para Jhin que tener a Rakan a su lado.
Jhin se dedicó a cuidar de Rakan como si su vida dependiera de ello, le atendía dándole lo mejor de lo mejor aunque este rechazara todos sus cumplidos, Jhin sabía que algún día valdría la pena todo ese esfuerzo. No dejaba tampoco de suministrarle gotas de aquel extraño brebaje que consiguió, no le importaba de que estaba hecho, había funcionado y eso era lo que importaba. Día tras día se vacía el líquido de la botellita, y día tras día Rakan se mostraba más dócil hacia él a tal punto que el vastaya olvidó quien era. Jhin estuvo ahí para darle un nuevo propósito al vastaya, habían pasado meses desde entonces, y ahora Rakan ya no canturreaba para que le dejaran libre, sino para saber en que podía complacer a su amo. Rakan no solo era quien daba inspiración a Jhin, más allá de ser su modelo, era también quien se encargaba de cuidar y mantener en orden los aposentos de Jhin por iniciativa propia. ¿Qué obtenía Rakan a cambio?, a veces, los más dulces o apasionados besos, pero si cometía un error, Jhin le castigaba, y este siempre decía que le dolía más a él el castigo que al Rakan mismo. Rakan ya no cometía errores, el no decepcionaba más al maestro Jhin. Rakab quería que el maestro Jhin lo amara para siempre, su existencia le pertenencia solo a Jhin, y todo lo hacia por devoción a él.
Un aleteo proveniente del exterior se escuchó y Jhin abrió la puerta. Rakan dio un salto elegante para entrar a lo que era ya su eterna jaula.
—Baila para mí—ordenó Jhin.
El vastaya asintió sin rechistar y Jhin se quitó la máscara, dejándola en una mesita, solo ante Rakan mostraba su verdadero ser. Tomó asiento en un pequeño banco y dejó que Rakan se adueñara de la sala como su escenario. Sonrió complacido al ver cómo el vastaya danzaba para el, presumiendo de su plumaje y su flexibilidad para las piruetas.
—¿Le ha gustado, amo Jhin? —inquirió Rakan al terminar su acto.
—Precioso, como siempre.
«Precioso. Así es como debe mantenerse una obra, en exclusiva solo para quienes saben apreciarla», pensó al tiempo que recordaba que debía continuar su misión.
Esperamos que haya sido de tu agrado este pequeño fic. Se aceptan criticas y tomatazos. Gracias por la lectura y por la oportunidad de tomar tu pedido.
