Capitulo 2 El secuestro

- ¡¿Qué?!, ¿esa niñata debilucha que se enfrentó a nosotros junto con su equipo y Kakashi Hatake?

- Veo que te acuerdas, si es ella- dijo sonriendo.

- No entiendo porque quieres que la secuestre, de nada puede servirnos una niña.

- Más de lo que crees...-dijo Pein mientras Kakuzu lo miraba extrañado esperando que prosiguiera con la explicación- esa chica es miembro del clan Yamanaka, un clan conocido en la Hoja por sus jutsus de control mental.

- ¿Control mental?

- Sí, se trata de una serie de técnicas que permiten controlar la mente del enemigo para sacarle información o bien para obligarle a hacer cualquier cosa.

- Interesante…

- Si, puedes imaginarte lo útil que sería para Akatsuki poseer una habilidad semejante, nos daría una gran ventaja, sobre todo ahora que las grandes naciones han decidido ponernos las cosas más difíciles con respecto a los jinchurikis- dijo Pein apoyando su rostro sobre una de sus manos.

- Entiendo la ventaja que supondría, pero dudo mucho que esa chica colabore. Además, no creo que sea el más adecuado para hacer de niñera- dijo Kakuzu entornando los ojos y mirando a Pein.

Después de unos segundos en los que domino el silencio, Pein entornó una sonrisa.

- Ja, entiendo a lo que te refieres, al fin al cabo, con tus antecedentes con respecto a la relación que tenías con tus antiguos compañeros y la forma en la que estos acabaron, no pareces la persona más idónea para el trabajo- dijo mientras levantaba la cabeza de la mano donde la tenía apoyada- Sin embargo, creo que sería más sencillo, para ti vigilarla ya que la conoces y puede que habiendo luchado contra ti te tenga el miedo suficiente para no hacer ninguna tontería. Además, puedo darte razones para que no hagas de las tuyas.

- ¿A que te refieres con eso? – dijo cruzándose de brazos.

- Me refiero a qué si por alguna razón a esa chica le pasa algo, durante el tiempo que este aquí tú serás el responsable y como castigo te quitare tu puesto de tesorero y con ello todo tu poder adquisitivo.

Kakuzu abrió los ojos sorprendido, sin duda Pein le conocía lo suficiente para saber que lo que más le importaba era el dinero y amenazarle con quitárselo era lo más inteligente para tenerlo bajo su mando. Pero eso no significaba que estuviese contento, sino todo lo contrario, detestaba que le sometieran a realizar misiones, a menos que ganara algo con ellas. Sin embargo, no veía ninguna ventaja en ese tipo de misión y aunque aún no estaba muy convencido, las razones que su líder le daba para obedecerle eran suficientes.

- Ah, se ve que no tengo elección- dijo cerrando los ojos- En fin, cuando debo partir.

- Mañana, te daremos un pergamino con información detallada de la chica para que puedas realizar la misión de la forma más discreta posible. Considero con hoy has tenido suficiente y deberías descansar- dijo mientras cogía el pergamino que le dio Konan y se lo daba a Kakuzu.

- ¿Crees que esta misión necesita una preparación especial? - dijo arqueando una ceja mientras cogía el pergamino.

- Te equivocas, sé que eres capaz de hacerlo y que eres mucho más prudente que tu compañero, pero creo que hoy has tenido bastante.

- Esta bien, mañana saldré a primera hora- dijo Kakuzu levantándose de la silla y saliendo de la habitación.

Se dirigió por los pasillos hasta llegar a su habitación en la cual entró, cerrando la puerta detrás de él. La habitación era sencilla, consistía en una cama grande de sabanas oscuras con una mesilla de noche de madera y sobre ella, una lámpara pequeña. Al lado, de la mesilla un armario y al otro lado de la habitación junto a la ventana un escritorio a juego con la mesilla. Finalmente, una estantería de caoba repleta de libros antiguos y una puerta que daba al cuarto de baño.

Al entrar dejo el pergamino encima del escritorio y se quitó la capa de Akatsuki, dejando ver todas las costuras que recorrían todo su cuerpo. También se quitó la máscara dejando suelto su largo cabello negro. Después entro en el baño, se quitó la ropa y se metió a la ducha. Una vez dentro cerro los ojos relajándose y sintiendo como el agua le recorría el cuerpo.

Empezó a recordar a la chica que tenía que secuestrar, con la que lucho en el pasado y que no había representado ningún reto, si no hubiera sido por el chico del jutsu de las sombras, ese tal Shikamaru, estaría muerta. ¿Por qué diablos le había tocado a él esa estúpida misión? Con la poca paciencia que se gastaba, no era el más indicado para ese tipo de trabajos y lo más probable es que acabara matando a la chica en un ataque de ira. Pero si la condición era mantener su posición de tesorero y su dinero, valía la pena intentarlo.

Salió de la ducha y se enrollo una toalla en la cintura. Se podía ver su contorneado torso repleto de suturas, con las gotas de agua resbalando hasta su ombligo y desapareciendo, bajo la tela de la toalla. Se dirigió hacia el armario y cogió su pijama que consistía en un pantalón largo simple de color gris oscuro con una camisa de gris más claro.

Después de secarse el cuerpo se puso el pijama y se secó el pelo, para después dirigirse al escritorio y coger el pergamino que contenía información sobre la chica a la que debería secuestrar. Se tumbó en la cama, con la espalda apoyada en la pared, se aseguró que la lámpara iluminara bien el pergamino y lo abrió para leer su contenido.

*Ino Yamanaka, hija de un jounin de la villa de la Hoja, llamado Inoichi Yamanaka, es una joven de 20 años de edad, de complexión esbelta, ojos azules y pelo largo rubio.

Su rango ninja es el de chunnin, forma equipo con Shikamaru Nara y Chouji Akimichi. Su maestro era Asuma Sarutobi.

Ha mejorado mucho como kunoichi en estos años, ha entrenado con la princesa Tsunade, la actual Hokage, su ninjutsu médico y sus habilidades de control mental son excelentes llegando a ser la líder de uno de los mejores escuadrones de interrogatorios de la Hoja. Una de las principales responsables de la filtración de información sobre Akatsuki gracias a sus habilidades.

Vive en una casa en la parte este de la villa, marcada por el emblema de su clan, y está viviendo sola. Trabaja a tiempo parcial en el hospital de la Hoja junto con otra kunoichi alumna de Tsunade, Sakura Haruno*

Kakuzu había terminado de leer el pergamino, esa era toda la información que tenían de esa niña, y si esa información era correcta debía reconocer que tenía mérito. Aunque eso no significaba que dejara de ser una debilucha en comparación con él. No sería difícil capturarla, sobre todo si vivía sola, lo único que tendría que hacer seria esperarla en su casa y llevársela por la noche. Así tendría mayor margen de tiempo para huir con ella antes de que los de la Hoja se dieran cuenta de su desaparición.

Bueno, ya fue suficiente planificación por hoy, ya era bastante tarde y si tenía que irse a primera hora lo más conveniente era acostarse. Cerró el pergamino, lo dejo en la mesilla junto con su protector frontal y apagó la luz. Se acomodó dentro de la cama y esbozo una sonrisa:

- Mañana será un día interesante- dijo cerrando los ojos e imaginando la cara de sorpresa que pondría esa niña al encontrarse con uno de sus peores enemigos, otra vez…

Al día siguiente Kakuzu se levantó temprano; se vistió, desayuno y realizó los últimos preparativos y salió de su habitación cerrando con llave tras de sí. Cabe citar que no se fiaba para nada de los demás miembros de Akatsuki y por ello cerraba la puerta con llave siempre que se iba.

La última vez que la dejó abierta el idiota de Tobi se puso a jugar en su habitación y cuando Kakuzu regresó junto con Hidan de una misión, estaba haciendo figuritas recortables con los papeles de la contabilidad de Akatsuki. La reacción de Kakuzu fue colérica, persiguiendo a Tobi de un lado a otro con el puño en alto, gritándole de todo mientras que Hidan observaba como su compañero se alejaba dejando una estela de humo corriendo detrás de Tobi.

-Maldita sea- dijo al recordar la escena al mismo tiempo que quitaba la llave de la puerta.

Esa era la razón por la que Kakuzu no soportaba para nada a Tobi, por su culpa estuvo una semana encerrado arreglando todo el papeleo que Tobi había destrozado con sus manualidades, aunque la verdad es que nunca le cayó muy bien, le parecía demasiado infantil para ser un miembro de Akatsuki.

Eran las 6 de la mañana y Kakuzu ya se dirigía a la salida de la cueva, no se topó con nadie, a esas horas nadie estaba despierto a menos que tuvieran una misión que lo requiriera. Finalmente salió de la cueva y se dispuso a atravesar el bosque para ir rumbo a la Hoja.

Pasaron horas desde que salió y estaba a punto de llegar a los muros de la villa de la Hoja, decidió dar un rodeo para inspeccionar la zona y planificar su escape para cuando tuviera a la chica. No había demasiados guardias en las puertas, pero la Hokage había reforzado a los centinelas para avistar de lejos a cualquier ninja sospechoso que se acercara. Para Kakuzu eso no era un problema, sobre todo porque no tenía a Hidan molestándole, aunque debía reconocer que cuando no estaba este había mucho silencio, se podría decir que se había acostumbrado a sus gritos.

Sabido esto y después de haber planificado como entraría por una puerta trasera que había en los muros de la parte este de la aldea. Para pasar desapercibido mientras caminaba por las calles de la aldea, utilizó el jutsu de transformación para ocultar su aspecto y sobre todo su vestimenta.

Las villas ya tenían suficiente información de Akatsuki y pasearse a plena luz del día con la capa de la organización, era pedir a gritos que te arrestaran. Además, debía pasar desapercibido.

Después de darse una vuelta por la villa, decidió comenzar con el plan. Pensó varias alternativas, podía esperar que saliera del trabajo en el hospital o esperarla es su casa, sin duda la segunda opción era la más correcta. Esperaría a la kunoichi allí, y cuando regresara a casa, se la llevaría. Lo más apropiado era que creyeran que la chica estaba durmiendo plácidamente en su casa después de una dura jornada de trabajo, para que él tuviera toda la noche para alejarse con ella de la villa.

Así que fue directamente a su casa, ya había anochecido y las calles estaban lo suficientemente oscuras como para colarse dentro sin que nadie lo notara. Por suerte para él, la casa de la niña estaba bastante alejada del bullicioso centro de la aldea y no le costaría mucho colarse en la casa sin ser visto. Después de meterse se puso a observar cómo era por dentro.

Era casa sencilla, no muy grande, lo bastante cómoda para una persona. La verdad es que la casa estaba muy recogida y limpia, se notaba que la chica daba atención a la limpieza, y la casa olía muy bien, a flores…Por lo que había oído, su familia también tenía una floristería. Era un olor fresco y agradable, Kakuzu cerró los ojos inhalando ese embriagador aroma, cuando oyó unos pasos. Supuso que sería la chica, así que subió las escaleras dispuesto a esperarla en su habitación.

Las sospechas de Kakuzu fueron acertadas, la chica entró a la casa y quitándose los zapatos y dejándolos en la entrada se dirigió al comedor.

-Uff por fin, menudo día. Estoy reventada, me da la sensación de que me voy a dormir en seguida- dijo subiendo la escalera y entrando a la habitación.

Kakuzu había ocultado su chakra completamente y esperaba el momento de abalanzarse sobre ella, se asomó para observar sus movimientos y en ese momento, la chica se estaba desvistiendo de espaldas a él. Una parte de su ser deseó inconscientemente que se diera la vuelta, aunque comparada con él fuera una cría, su cuerpo no tenía nada que envidiar al de una mujer adulta.

Su piel era blanca y la luz atenuada de la lámpara le daba un toque de sensualidad bastante sugerente y aunque Kakuzu fuera un ninja ambicioso y frío, seguía siendo un hombre. La silueta de sus pechos, dejaban ver que estos habían crecido desde la última pelea, pues durante la misma, el Akatsuki la había tenido lo suficientemente cerca a la chica como para notar esa diferencia. En cualquier caso, él no podía negar que verla así no era para nada un suplicio, puede que incluso le terminara gustando la misión. Sus pensamientos fueron apagados por el timbre de la puerta.

(¡Maldición! quién será ahora…)-pensó Kakuzu al mismo tiempo que la chica terminaba de vestirse y se dirigía hacia la puerta.

Ino se dirigía hacia la puerta, mientras que Kakuzu se dirigía a la entrada de la habitación para escuchar mejor lo que pasaba en la planta de abajo.

- ¿Qué haces tú aquí? – dijo Ino a la persona que estaba en la puerta.

- ¿Cómo que, que hago aquí?, ¿tú qué crees Ino cerda? – dijo Sakura con el ceño fruncido, ante la mueca de asco de Ino al abrirle la puerta.

- Pues no lo sé, ¿me lo vas a decir frentona? – dijo Ino en el mismo tono de voz que su amiga.

- He venido a traerte esto, te lo has dejado en el hospital- dijo Sakura mientras le daba a Ino su protector frontal- durante la operación cuando te cambiaste de ropa se te olvido cogerlo, desde luego, no sé dónde tendrás la cabeza- termino diciendo con una gotita en la cabeza.

- A lo mejor mi cabeza esta en tu frente, ya que hay sitio de sobra- dijo Ino riéndose de Sakura.

- ¡Cállate Ino cerda! Si lo piensas no es posible que la tenga en mi frente, a no espera, que las cerdas no tienen cerebro y no piensan- de nuevo se repitió la escena, pero ahora era Sakura quién se reía de Ino.

Siguieron por un rato lanzándose pullitas, Kakuzu estaba empezando a dudar de que fueran amigas y en cierta forma le recordó a la relación que tenían Hidan y él, pero no cabía duda de que, si la relación de estas mujeres era igual que la que él tenía con su compañero, acabarían a golpes. De repente se oyó un sinfín de carcajadas de parte de las dos, parece que ambas estaban bromeando desde el principio, algo natural en ellas, pues se habían tratado así la una a la otra desde que eran muy pequeñas.

- Jajaja, quieres pasar Sakura- dijo limpiándose las lágrimas.

- No Ino gracias, mañana tengo una misión y debo irme. Hasta mañana Ino cerda- dijo despidiéndose de su amiga mientras se alejaba de la puerta.

- Esta bien, adiós frentona- cerró la puerta, se quedó mirando el protector frontal, sonrió y subió las escaleras.

Kakuzu ya había vuelto a su posición inicial, y esperaba el momento propicio para abalanzarse sobre ella. Unos momentos después, Ino cayó profundamente dormida y fue en ese momento cuando Kakuzu se acercó lentamente a ella, siendo iluminado únicamente por la luz de la luna que entraba por la terraza. Se quedó observándola unos instantes, y fue entonces cuando ella abrió los ojos inconscientemente y lo vio.

- Tú...- Ino tenía los ojos totalmente abiertos por la sorpresa, al ver a unos de sus mayores enemigos frente a su cama, observándola.

- Cuanto tiempo, niñata- dijo Kakuzu con la cara ensombrecida y dibujando una sonrisa de medio lado, que fue ocultada por su máscara.