TITULO: Amnesia

Capitulo: This is my life?

Serie: Gundam Wing

Resumen: Después de un repentino ataque, despiertan sin recordar nada. Sin embargo una impactante noticia cambiará el rumbo de sus vidas para siempre.

Pairings: Zechs/Duo

Category/Raiting: Slash/Yaoi. Angs, Drama, Romance, Humor. PG

Disclaimer: Yo no poseo a los personajes de Gundam Wing, pertenecen a sus creadores y respectivos socios comerciales. Ésta solo es una historia escrita de fan para fans, sin fines lucrativos.

Lo único mío es la historia y OCC (Personajes originales).

De todas maneras si te gusta la historia y quieres publicarla, te pediría que antes lo consultes conmigo.

CAMPAÑA LE FAY No permitamos que el PLAGIO se lleve nuestro trabajo, así que si conoces una historia Robada, por favor denúnciala a sus respectivos dueños. No es justo que nuestras horas de dedicación se vayan a la basura y se vean inmiscuidas en una total falta de respeto para el Autor y los lectores. Entre más luchemos, más saldremos adelante. ALZA LA VOZ, NO TE QUEDES CALLADO ANTE EL PLAGIO.

Tiempo: En calidad de Universo Alterno.

Lugar: Planeta Tierra

FEEDBACK: la necesidad de abrir los ojos pero algo se lo estaba impidiendo.

Se sentía tan cansado que no podía explicar el por qué. Solo quería continuar durmiendo, y sin embargo otra parte de él le decía que debía abrir los ojos en el acto.

Se rindió a este último sentimiento. Debía despertar ya.

Sus ojos borrosos contemplaron el lugar, mismo que no le indicó nada.

Con cuidado se incorporó de la cama y miró que de su brazo izquierdo corría un hilillo cristalino, conectado a su vez a un monitor que marcaba ondas insonoras.

Parpadeó para enfocar mejor su vista, y esa vez lo logró. Era de día y las cortinas en las ventanas impedían que la luz del sol entrara por completo a la habitación.

El inmueble era bastante aceptable, con un par de acogedores sofás frente a la cama, un televisor en un bonito estante de madera y otras tantas cosas que no le importaron demasiado.

Lo verdaderamente interesante, pensó un poco aturdido, era saber en dónde estaba y que hacía él ahí con varios vendajes y heridas.

Trató de levantarse pero no pudo. Esto lo sacó de quicio y con fuerza se arrancó la agujita que dejó caer al piso sin consideración.

Sus pies descalzos percibieron la frialdad del piso, pero no le importó. Tambaleándose un poco recorrió la habitación, y mientras lo hacía tuvo la impresión de que algo bastante grave ocurría ahí.

Un pequeño ruido lo hizo virar hacia donde se encontraba la cama que acababa de dejar, encontrándose con que a un lado, existía otra con un ocupante en ella.

Se acercó con sigilo, tratando de no despertar a quien fuera que estuviese ahí, encontrándose con un muchacho delgado pero al parecer bien proporcionado, de rasgos exquisitos y cabello castaño esparcido con delicadeza casi planeada sobre la almohada, el cual, al igual que él hacía momentos, conectado se encontraba a un monitor por medio de una agujita.

Eso si le pareció extraño y la ansiedad estaba poco a poco logrando inquietarlo.

¿Qué hacía él en esa habitación, con ese muchacho en la otra cama?

Era algo que debía descubrir en el acto. Y debía hacerlo antes de que comenzara a hiperventilar.

Se acercó a la puerta y antes de tomar el pomo de la misma, este fue girado para dar paso a un hombre vestido de blanco que leía atentamente sobre una tablilla.

Cuando el hombre desvió sus ojos del papeleo y miró la habitación, realmente se sorprendió al encontrar a su paciente fuera de cama y caminando.

-¡Oh, Monsieur Marquise. No debería estar de pié!. Exclamó alarmado el médico, se suponía que su delicado paciente no debería de hacer eso.

El muchacho, aturdido, se alejó un paso del hombre. ¿Cómo lo había llamado?

-Es sorprendente que se haya levantado. Realmente sorprendente. Pero regrese a la cama. Vamos, puede hacerle daño.

Él obedeció por mero reflejo, encontrándose una vez más sobre la cama en pocos minutos.

-Le haré una revisión, Monsieur Malquise. Esto es un verdadero milagro.

El hombre sonreía abiertamente y con mucha felicidad, lo que él aprovechó para despejar algunas dudas.

-Disculpe. -Dijo escuchando el seguro timbre de su voz. -Pero, ¿me podría decir en dónde me encuentro?

El hombre, quien se colocaba el estetoscopio, entornó los ojos esperando que aquello fuera una broma. Pero la incertidumbre en el rostro del muchacho le hizo saber que estaba hablando en serio.

-¡Santo cielo! -Murmuró sorprendido el evidente médico. -¿Me está hablando en serio, monsieur?

-No tendría por qué no hacerlo. Realmente me gustaría saber en dónde estoy y sobre todo, quien soy yo.

No había sido una pregunta, sino una sugerencia que debía tomarse en el acto. Esto desconcertó sobremanera al médico que lo miró y después al joven de la cama contigua.

-Esto es verdaderamente increíble. -Murmuró para si, esperando no sonar inoportuno.

-Lo es. Así que le pido me responda o busque a otra persona que pueda ayudarme.

La voz exigía con cierta tonalidad fría y altiva. Toda la personalidad sofisticada que aquel muchacho desprendía tan solo verlo.

El médico al final entendió que aquello en verdad era algo serio, así que pidió al paciente que se recostara un poco en la cama. De esta forma, habló lo más sinceramente que pudo.

-No sé si soy yo la persona indicada para hablarle de estas cosas, Monsieur.

-¿Me conoce?

-Por supuesto. -Sonrió el médico.

-Entonces hable. -Añadió el joven, que estaba comenzando a impacientarse.

El hombre de blanco midió sus alternativas, pero la exigente mirada azul de su paciente lo presionaba bastante. Así pues, habló lo mejor que pudo.

-Tuvo un accidente, a pocos kilómetros de aquí. Como ve, ha estado internado desde hace una semana. La verdad pensamos que no despertaría, pero ahora…

-Bien, avanzamos. -Medio sonrió el de ojos azules, tocándose la cabeza vendada.-Ahora dígame qué sucedió y quien soy yo.

El medico tragó en seco, pero respondió la cuestión.

-No se sabe exactamente por qué su jet se estrelló. La policía aun está investigando eso. Pero puedo asegurarle con total sinceridad que hemos hecho todo por usted y por su acompañante. -Dijo señalando al muchacho de rasgos bonitos que aun se encontraba dormido.

-¿Dice entonces que tenemos una semana dormidos? -Preguntó, dirigiendo su vista también hacia el muchacho a su lado.

-Así es. Como en estado de coma sin llegar a serlo. Los especialistas y yo creemos que fue por la intensidad del accidente. Créame que cuando lo he visto de pie, mi corazón ha comenzado a latir con más paz.

Intuyó que el hombre decía la verdad, pero aun no le respondía lo más importante.

-¿Quién soy? -Volvió a cuestionar. Necesitaba saberlo antes de que el dolor de cabeza acabara con su lucidez.

-Es el Barón Zechs Marquise. Un empresario brillante cuyos proyectos tienen al mundo y a las colonias hablando de usted.

-¿Zechs…Marquise?

-Así es. -Asintió el médico mirando la confusión en los cerúleos ojos del muchacho.

El dolor de cabeza entonces le hizo gemir de dolor y el médico se apresuró a atenderle.

Demasiada información tal vez; demasiadas cosas qué entender y otras que no recordaba.

Necesitaba ponerlo todo en orden o de lo contrario explotaría.

El sedante que el médico le administró por intravenosa estaba surtiendo efecto rápidamente. Sintió cómo su cuerpo se adormecía.

Lo que vio antes de cerrar los ojos fue al muchacho que continuaba dormido a su lado.

Si había sido su acompañante, entonces tal vez debía saber más acerca de él.

Debía esperar para interrogarlo, preguntarle sobre su vida y sobre todo, quién era él.

Entreabrió los ojos y una intensa punzada le perforó las sienes.

Ese taladrante dolor estaba expandiéndose a todo su cuerpo y lo peor de todo era que no podía hacer nada por desvanecerlo.

El médico le había inyectado ya tres intravenosas y según él, todo era secuela del dichoso "accidente".

No pudo más, así que se sentó en la cama. Al menos de esa manera podía tolerar más las cosas.

Todo seguía igual. Había pasado una noche intranquila, con dolor de cabeza y dolores musculares que en ocasiones lo llegaban a confundir más de lo que estaba.

El médico no había sido de mucha ayuda. Le había dicho su nombre y el por qué estaba ahí, pero no más, según él por no estar "capacitado" para la tarea.

Su enfado se debía más que nada a eso y a la enorme impotencia por estar totalmente en blanco.

No recordaba nada de nada, y eso en lugar de calmarlo lo alteraba seriamente.

¿Quién era en realidad? ¿A qué se dedicaba? ¿Tenía familia o alguien que lo buscaba? Todas esas preguntas y más las meditaba a cada segundo, y entre más pensaba, más dudas y dolores tenía.

El galeno había prometido regresar ese día con mayor información, pero era hora de que no aparecía y estaba comenzando a desesperarse seriamente.

Intuyó que era hombre de decisiones firmes y rápidas, por lo que incorporándose completamente de la cama, se dirigió a la pequeña cómoda cerca al ventanal del fondo. Necesitaba verse en el espejo, tal vez así podría al menos reconocer algo de sí mismo.

Con cuidado y cierta expectación, se miró fijamente por primera vez desde que despertara.

Su imagen lo impactó un poco, pues en realidad no se había puesto a pensar en cómo sería físicamente.

Tenía el cabello rubio platinado, bastante largo y un poco despeinado bajo la venda que cubría su frente.

Era alto, de blanca tez y desconcertante apariencia. Sin embargo sus ojos azules empañados por la duda y la incredulidad, le señalaron con desilusión que ni siquiera el espejo lo ayudaría a reconocerse.

-¿Quién eres? -Se preguntó a sí mismo, esperando que la respuesta llegara de inmediato, en vano.

Se tocó la cabeza con la mano izquierda y cerró los ojos un momento. El dolor se intensificaba de nuevo, lo que le hizo gemir con un poco de impotencia.

-Maldita sea. -Murmuró, deseando golpear algo. Pero otra cosa llamó su atención.

En la misma mano que sujetaba su frente descubrió un brillo repentino y fugaz, y al observar con más detenimiento su extremidad, notó un pequeño objeto que había ignorado hasta esos momentos.

Le miró con atención, llevándose sin lugar a dudas una enorme sorpresa. Pero ésta no duró demasiado pues el muchacho que dormía frente a él emitió sonidos que lo distrajeron.

Pensó en moverse y acudir a su lado, pero antes de hacerlo, poco a poco el joven que despertaba se fue incorporando en la cama, como él mismo lo hiciera el día anterior.

Marquise se inmovilizó unos momentos, ya que ante él una bella imagen se presentó.

Cabellos castaños, largos como los suyos. Tez admirable y difícil de confundir pero sobre todo, un par de ojos violeta que curiosos miraban alrededor buscando algún tipo de información.

-Ho-hola. -Saludó el joven, sonriendo repentinamente. Al final sus ojos lo habían localizado.

Él no habló. Sólo inclinó la cabeza a modo de saludo, lo que inesperadamente hizo sonreír más al recién despierto.

-Me duele mucho la cabeza… ¿en donde estoy?

-En un hospital. -Respondió Marquise sin darse tiempo siquiera de pensar.

-Ah. -Murmuró el de ojos lavanda con cierta ironía. -¿Y que hago aquí?

El rubio sonrió con ironía al escucharlo.

Había tenido su esperanza depositada en ese muchacho, pero ahora veía que se encontraba tan perdido como él.

-Tuvimos un accidente. -Dijo en el mismo tono seguro que utilizara el día anterior con el galeno. -Pero no me preguntes más, porque estoy en las mismas condiciones que tú.

-¿Si?... ¿cómo?

Su voz era agradable pero su curiosidad, temía, no lo sería tanto.

-¿No recuerdas nada, verdad?

El castaño asintió mirando cómo el muchacho rubio se acercaba a la cama a su lado.

Le parecía un sujeto bastante interesante, sobre todo por ese misterioso "algo" que lo envolvía cuando hablaba y caminaba.

-¡Pues sorpresa! Yo tampoco.

El de ojos violetas parpadeó un par de veces para después volver a mirar la habitación.

Había despertado con un terrible dolor de cabeza y después de sentarse para tratar de aminorarlo se encontró con que realmente no sabía nada de nada.

Su mente estaba en blanco, tal como el color de la pared. El encontrarse con el rubio a su lado había significado una pequeña luz en su cabeza, y sin embargo, escuchar que su compañero se encontraba en iguales condiciones no lo ayudaba en mucho.

Suspiró sonoramente y recargó su cabeza en la pared.

Estaba en el hospital, eso le había dicho el rubio. ¿Por qué?. Porque habían tenido un accidente.

Eso lo alentó en cierta forma, al menos no se encontraba tan solo como se sentía.

-¿Entonces nos accidentamos? ¿Cómo?

El rubio había estado viendo a su compañero de soslayo. Algo en él lo inquietaba un poco.

-Si. Al parecer en un accidente de avión o algo así. Eso fue lo único que me dijo el doctor.

-Ah. -Murmuró el castaño sonriendo un poco. -¿Y no te dijo nada más?

-No.

-Qué lastima. Yo quería saber al menos cómo te llamas. ¿Eso tampoco lo sabes?

El rubio dudó un poco en responder, pues ni siquiera él mismo estaba seguro de que todo fuera verídico.

-Zechs. Zechs Marquise.

Los ojos violetas se abrieron grandemente. Parecían sonreír y eso Zechs lo supo cuando el gesto infantil en los labios del muchacho se lo evidenció.

-Que bonito nombre. Suena muy…lindo.

El rubio sonrió un poco. Era la primera vez que lo hacía verdaderamente desde que despertara y eso le hizo sentir bastante bien.

-Gracias.

-¿Y yo cómo me llamaré? No puedo presentarme ante ti.

-Descuida, ya lo harás cuando sepas quien eres.

La frase quedó en el aire. Ambos pensaron con detenimiento en eso.

Cuando supieran quienes eran tal vez las cosas cambiarían.

La escena se vio interrumpida por el galeno, quien sonreía aun más que el día anterior. Evidentemente la causa era el castaño, quien miraba con algo de aprehensión al hombre de blanco.

-Oh pero… ¿Ha despertado? Que felicidad. Verdaderamente han sido días muy fructíferos.

El de ojos violetas miró al rubio con algo parecido al desconcierto.

-¿Se siente bien, Monsieur? -Preguntó el galeno acercándose al castaño quien negó con un gesto.

-Me duele la cabeza.

-Es normal, después del fuerte impacto que tuvieron. -Sonrió el médico tomando la presión del castaño. -Al menos le habrá dicho a monsieur Marquise algunas cosas. Al parecer el accidente fue tan fuerte que no recuerda…

El castaño río bajito, como si se acabara de decir algún chiste comprendido solo por él.

Esto causó sobresalto en el médico, y tras sus bigotes blancos una mueca de desconcierto se formo.

-¿Qué es lo gracioso?

-Lo lamento. -Murmuró el joven con un poco de pena.-Lo que sucede es que me hizo gracia lo que dijo. Que él… -Señaló al rubio que ocultaba una leve sonrisa cómplice. -No recuerde nada.

-¿Ah, si? ¿Por qué? -Quiso saber el hombre.

-Pues porque no creo que pueda serle de mucha ayuda a Zechs. Yo tampoco recuerdo nada. -Y volvió a reír, más en un gesto de ansiedad que realmente de diversión.

El médico miró en forma rápida a ambos muchachos, y después pronunció unas cuantas palabras en un idioma que el castaño no entendió, pero que intuyó sería el idioma natural de aquel hombre.

-Esto es…increíble, y también desconcertante. Amnesia conjunta. -Susurró el doctor en el lenguaje que hasta hacía momentos utilizaba para comunicarse con los enfermos.

-Eso parece. -Asintió Zechs procurando no quitarle de encima la mirada al médico. Intuía que sabía más de lo que les decía.

-Pero…no puedo explicarme cómo…

-Probablemente por el "accidente" que tuvimos. Si el choque fue tan tremendo, tal vez de ahí se derive esta "Amnesia".

-Si…si. -Admitió el médico volviendo a sentir color en las mejillas.-Eso debe ser. Tan brillantes deducciones como siempre, monsieur Marquise.

El rubio no quiso sentirse adulado, pero lo hizo. Aunque aquella deducción era más lógica que preguntarse por el vendaje que le cubría la cabeza.

El castaño lo escuchaba todo desde su posición. Un repentino sentimiento de impotencia lo invadió. Al menos ya no se sentía tan solo y sin embargo necesitaba aclarar ciertas dudas, cómo el quién era y el por qué viajaba con el muchacho rubio de ojos inmensamente tristes.

-Lo consultaré entonces con un especialista. Les prometo que haremos todo lo posible para que recuperen su memoria.

-Eso espero. -Señaló Marquise, sintiéndose importante.

-Disculpen. -Interrumpió el castaño de repente. -¿Pero podría entonces decirme quien soy yo?

-Oh, Cielos. Me había olvidado de usted. Discúlpeme por favor.

El castaño sonrió quitándole importancia al asunto. Estaba comenzando a pensar que su carácter era mucho muy diferente al del aparentemente serio Zechs Marquise, pero eso estaba por verse.

-Bueno, solo puedo decirle que su nombre, Monsieur, es Duo Maxwell. Es un genio en informática y mano derecha de Monsieur Marquise en su empresa.

Así que Duo Maxwell. El nombre no le decía nada, pero al menos ya tenía un poco de información sobre sí mismo.

-Gracias. -Sonrió Duo sintiéndose un poco mejor.

-Trataré de que la persona que les resolverá sus dudas esté aquí lo antes posible. Ahora debo ir a informar a mis colegas sobre este fascinante hecho. Con su permiso.

El galeno salió deprisa, murmurando aun palabras ininteligibles para los pacientes.

-Ese hombre me pone nervioso. -Admitió Zechs cuando la puerta se hubo cerrado.

-A mi me parece muy gracioso. Al parecer está mucho más desconcertado que nosotros mismos. -Advirtió el castaño sin borrar su sonrisa.

-Veo que te tomas todo esto con demasiada tranquilidad.

-No. Es solo que no tiene caso ponerse histérico. Yo creo que así no conseguiríamos nada.

Era oficial, Duo lo sacaba de quicio con su pacífica manera de ser. Por eso Marquise bufó y caminó hasta uno de los sofás. Al menos podría pensar un poco más en las millones de preguntas que aun tenía por hacer.

Duo por el contrario, se encontraba fascinado de saber su nombre. Le parecía que tenía un nombre interesante, pero no mayor al que Zechs Marquise podía representar.

Aun tenía muchas cosas que preguntar y saber, pero por el momento las dos únicas que había despejado el médico le bastaban para no sentirse desamparado.

El rubio suspiró en sus vanos intentos por recordar algo. Solo estaba consiguiendo que volviera a dolerle la cabeza.

Fue entonces que recordó cierto objeto en su mano, el cual volvió a mirar con mucho más interés.

Al parecer se encontraba casado, y si era así entonces tenía familia que lo estaba buscando o esperando en algún lugar.

Esa posibilidad lo hizo sentirse un poco más tranquilo. Lo suficiente como para no angustiarse más de la cuenta.

-¿No te parece increíble? -Preguntó el castaño repentinamente.

-¿Qué?

-Que podamos recordar cómo hablar, el color y el nombre de las cosas, pero que no tengamos la menor idea de quienes somos y por qué estamos aquí. Es increíble la naturaleza.

Duo volvió a sonreír con mucha más libertad, cómo si aquel descubrimiento fuera a ser de mucha ayuda.

Zechs no dijo nada, pero muy en el fondo estaba de parte de aquella "maravillosa" conclusión. Si en verdad podía saber todo eso, significaba que su memoria solo se encontraba aturdida. Eso le dio más esperanzas.

-Ahora que lo pienso, si soy tu mano derecha en… ¿en qué?

-Según el doctor, en una empresa de fama mundial.

-Ah. -Pronunció el castaño con cierto aire soñador.-Bueno, si soy tu mano derecha, y según el médico soy un genio informático, entonces quiere decir que tú y yo compartimos una relación muy cercana. ¿No te da gusto?

El rubio prefirió no responder ni pensar en eso. Duo parecía una persona muy parlanchina y despreocupada, y eso en lugar de darle confianza lo alteraba.

¿Pero y si era cierto lo que el de ojos lavanda decía?

Sacudió la cabeza, aunque hacerlo le produjo un gran mareo. Era mejor no hacerse ideas absurdas hasta que lo tuviera todo claro.

Sin embargo no pudo conseguir la paz que necesitaba, pues Duo, con esa habilidad especial para hablar sin descanso que estaba demostrando tener, continuó divagando en cosas que nada tenían que ver con el enorme vacío que tenían en la cabeza.

Llegó a hartarlo, el Barón debía de aceptarlo. Pero en cierta forma agradeció no estar solo y sentirse de alguna loca forma acompañado por ese muchacho de desquiciante carácter.

Cerca de la hora de comer, cuando al parecer a Duo se le había acabado la batería, la puerta de la habitación volvió a abrirse, dejando entrar al médico y a un par de enfermeras con bandejas.

-Hora de comer. -Anunció el galeno con una amplia sonrisa y ese acento que al castaño le parecía gracioso.

-¡Que bien! -Se entusiasmó Duo. Desde hacía un rato estaba sintiendo un gran vacío en el estómago.

-No tengo hambre. -Denegó Marquise la bandeja, cruzándose de brazos para mirar a otra parte.

-Pero Monsieur Marquise, debe alimentarse. Tenga en cuenta que debe recuperar energías para volver a su vida normal.

-¿Vida normal? -Preguntó retador, haciendo brillar de manera peculiar sus ojos azules.

-Debe comer. -Fue todo lo que el médico indicó, omitiendo el hecho de sentirse intimidado con la presencia de ese hombre.

-Vamos Zechs, come. Te hará bien. -Invitó Duo, quien ya devoraba prácticamente todo lo que la bandeja contenía.

El aludido sonrió discretamente. Duo Maxwell era un espécimen extraño de ser humano, y pese a que en momentos deseaba estrangularlo o al menos tapar su boca con algo, le hacía sentir bien, renovado, con esa energía que deseaba mantener ante la desesperación de no saber nada.

Solo por el castaño fue que probó un par de bocados, aunque después terminó casi todo el alimento sin siquiera chistar.

El galeno mientras tanto, observaba todo desde una esquina, a veces sonriente, a veces con la mirada perdida, pero siempre con un nudo en la garganta por tener que ocultar lo que sabía.

No fue hasta que Duo se sintió conforme con el postre que el médico hizo retirar las bandejas, dejando nuevamente en paz la habitación.

-Deseo informales. –Habló el médico, esperando que la voz no le temblara.

-Que la persona que despejará sus dudas ha llegado. Si están listos y me lo autorizan, lo haré pasar.

Zechs de inmediato asintió, pero fue Duo quien tardó en responder esa vez.

-¿Es de confianza? -Inquirió, no muy seguro de las cosas.

-Totalmente. -Afirmó el médico con una sonrisa.

El castaño suspiró y se recargó en las almohadas que las enfermeras habían dispuesto para su espalda. Aun no estaba totalmente convencido.

-De acuerdo. Creo que entre más rápido nos enteremos de todo, más rápido desaparecerá este vacío en nuestras cabezas, ¿verdad? -La pregunta fue realizada no al hombre de blanco, sino al rubio que asintió rápidamente con un movimiento.

El médico comprendió y salió de la habitación, dejándola por vez primera en ese día totalmente en silencio y sin sonrisas.

Ambos muchachos se encontraban nerviosos y deseosos de aclarar todo lo que no podían siquiera imaginar.

Tenían toda una vida perdida, y lo único que les ayudaba a continuar de pie era que estaban juntos en todo ese desquiciante asunto.

La puerta no tardó en abrirse nuevamente, pero esta vez no fue el médico quien entró a la habitación, sino un hombre de edad media, de ojos negros cansados y de rasgos que involucraban algo parecido al respeto.

Lo primero que Duo hizo fue apretar con fuerza la manta que cubría sus piernas, y no se dio cuenta hasta que el recién llegado llamó su atención, que miraba fijamente algo que en unos cuantos momentos sería una bomba total en su vida.

-¡Gracias al cielo que están con bien! -Fue la exclamación profunda del hombre, quien retirándose de la frente el cabello veteado de gris, fue al encuentro primero de Zechs a quien abrazó de manera fraterna, y después de Duo, quien quedó totalmente paralizado ante ese acto inesperado.

-El cielo escuchó mis oraciones. En verdad…en verdad me alegra verlos con vida.

El hombre pareció contener un gemidito de emoción pero su sonrisa era brillante y de verdadera felicidad.

-Dis-disculpe. -Habló el castaño interrumpiendo la emotiva escena. -Pero el doctor nos dijo que usted nos ayudaría a…

-Oh, si. -Asintió el hombre sonriendo aun más.-El doctor Lanz me lo explicó todo por teléfono ayer. Apenas me enteré y tomé el primer vuelo hasta aquí. No saben la alegría que sentí al recibir la noticia de que estaban con bien, ni el enorme desconcierto que me provocó saber que no recuerdan nada… Ninguno de los dos.

El hombre miró tanto a uno como a otro muchacho, los cuales asintieron con sus palabras.

-Es verdaderamente una pena. -Suspiró el hombre, sacando un pequeño pañuelo de su saco para pasarlo por su frente. -Pero lo importante es que están vivos. ¿No creen?

Zechs no dijo nada. Aun continuaba intrigado con ese sujeto, mientras que Duo asintió. Poco a poco iba recuperando su tranquilidad. El tipo parecía confiable.

-Bueno, ¿entonces, por donde quieren que comencemos?

-¿Le parece si nos dice su nombre y cómo es que nos conoce? -Sugirió el rubio con ese temple que hasta el momento no había perdido.

-Claro, claro. Que tonto soy. -Río el hombre y se apresuró a ayudar a Duo quien bajaba de su cama.

-Quiero estar junto a Zechs. –Explicó. El recién llegado no dijo nada, sólo le ayudó cordialmente.

Con dificultades llegaron al sofá al lado del rubio, quien supuso que las heridas del castaño eran más severas que las suyas. Pero eso por el momento no le importó. Él necesitaba ya de respuestas y las esperaba con grave ansiedad.

-Bueno. Ya puedo comenzar diciéndoles que mi nombre es Bautista Deheza y soy su…asistente personal. –Dijo el hombre, tomando una silla para sentarse frente a los muchachos que asintieron con cierto desconcierto. -Soy algo así como asistente-mayordomo-amigo y mano derecha en sus negocios.

-Pero… el doctor Lanz dijo que yo…

-Usted es el genio informático de todo, Señor Maxwell. -Afirmó Bautista sin prisa.-Yo soy quien lleva el manejo de ciertas cosas que el Barón no puede realizar, ya sea por falta de tiempo o disposición.

-¿Barón? -Indagó Duo con curiosidad. Eso se estaba poniendo interesante.

-Lo lamento. Creo que el doctor no les dio demasiados detalles, ¿Verdad?

-Lo esencial, supuestamente. -Aclaró Zechs reclinándose en el sofá. -Pero es momento en que comiences a decirnos todo, Bautista.

El tuteo fue más por un aire potencialmente de tensión que de verdaderos deseos de hacerlo. Esto lo entendió el hombre, que asintió apurándose a informarles de los hechos.

-Lo sé, solo que me es muy difícil mirarlos en esta situación, cuando salieron tan felices de casa hacia…Bueno, debemos comenzar de todas maneras.

Como les he dicho ya, soy alguien muy cercano a ustedes y me alegro por ello. Con ninguna otra familia me sentiría tan halagado de trabajar.

-¿Barón? ¿Familia? ¿A qué se refiere con exactitud, Bautista? -Preguntó el castaño, comenzando a sentir cierta familiaridad con ese hombre de facciones cansadas.

-El Barón Zechs Marquise, obviamente.

Duo miró al aludido, quien viró el rostro para ocultar el leve sonrojo que había aparecido en sus mejillas.

Antes el galeno le había dicho que era un Barón, pero hasta esos momentos no caía en cuenta de que el titulo era realmente muy alto.

-¡Vaya! Así que Barón. Eso debe darle mucha importancia. -Sonrió Duo, indicándole a Bautista que continuara.

-Si, de hecho ser un Barón de la familia Marquise es uno de los títulos nobiliarios más distinguidos en toda Europa. Generaciones completas lo han portado con gusto y distinción.

Ambos jóvenes comprobaron el orgullo con el que el hombre había pronunciado todo eso y en el caso de Zechs, no supo si reír o sentirse demasiado adulado.

-Los Barones Marquise han dejado un gran legado en el mundo, y actualmente en las colonias. Me enorgullece informarle que usted, Señor Zechs ha continuado con ese legado, llevando muy en alto el apellido de su familia.

Usted es en la actualidad, uno de los inversionistas más grandes en la bolsa internacional de valores, y un empresario destacado que logró crear un Software lo bastante sofisticado como para cambiar la vida de muchas personas a niveles mundiales y coloniales.

-¿Y que tipo de Software es ese? -Indagó el rubio con repentino interés.

-Realmente sería complicado de explicar en sencillas palabras, pero debe creerme cuando le digo que gracias a usted, los sistemas de seguridad y tratados entre las colonias y la Tierra han permanecido conviviendo con excelentes resultados.

Marquise sintió de forma repentina que algo parecido al orgullo lo invadía. Jamás se hubiera imaginado que él, alguien sin memoria, realmente había hecho muchas cosas por la humanidad, sobre todo importantes mejoras.

Tal vez y al final de todo, su vida no era tan mala como lo había supuesto en uno de sus fugaces y malos pensamientos.

Sonrió un poco, no pudo evitarlo.

Mientras tanto, Duo sonrió por el muchacho a su lado. Lo que había escuchado sonaba muy bien, y se sintió muy feliz por él.

-En lo que a usted se refiere, joven Duo. -Sonrió el hombre al mirarlo. -Como lo dijo, es usted la mano derecha en los negocios del Barón, y es gracias a sus ideas y renovaciones que el software del Señor Marquise está vivo y con grandes promesas de progresos.

Bautista mostró un dejo de orgullo en su voz al enfatizar el trabajo del muchacho.

-Si mal no recuerdo tenía, un proyecto bastante interesante para atacar de lleno la hambruna y pobreza del mundo y colonias, uno que estaba siendo revisado por la ONU. Es simplemente, si me permite decirlo, un genio informático y férreo luchador en contra de la violencia y la pobreza.

Si Duo se sintió feliz por Zechs, el escuchar todo eso sobre él le causó mucha mayor emoción.

No había siquiera imaginado que alguien sin memoria podía tener de respaldo una agradable carrera y proyectos que beneficiaban a la humanidad.

Al parecer, él y el Barón Marquise hacían una buena mancuerna.

-¿Les satisface lo que son? -Indagó Bautista con un dejo de temor

-A mí si. -Afirmó Duo aun con emoción.

-Por el momento. -Asintió Marquise, guardándose su emoción para después.

-Eso es bueno de escuchar. Me alegra saber que aceptan lo que son tan bien.

-¿Tendríamos motivos para no hacerlo? -Quiso saber el rubio y a eso Bautista se puso rígido.

-No, no, por supuesto que no. Era solo un decir. -Sonrió el hombre, retirando nuevamente el sudor de su frente. -Es solo que esta situación es tan impactante y contradictoria, que me causa un poco de conmoción tener que hablarles de su pasado y de su identidad.

-De eso no se preocupe, Bautista. -Sonrió el castaño procurando no moverse demasiado para evitar el dolor de espalda. -Nosotros lo escuchamos y entendemos perfectamente.

-Siempre tan comprensivo, Joven Duo.

El aludido supo que al hombre había regresado la confianza que seguramente años de servicio lo respaldaban. Sin embargo aun no entendía muchas cosas.

-¿Qué más hace falta saber?

-Oh, Señor Malquise. Yo creo que toda una vida, pero eso se los aclararé poco a poco. El doctor Lanz dice que mucha información podría perjudicarles demasiado. De todas formas no creo que haya problemas. Tenemos mucho tiempo por delante para ayudarles a recordar.

Todo se escuchaba muy sencillo, pero a Zechs no le agradó eso. Necesitaba despejar sus dudas cuanto antes, sobre todo esa que le estaba carcomiendo el cerebro desde que se supo con una nueva esperanza de recuperar sus memorias.

-¿Qué hay de nuestra familia? -Indagó nuevamente procurando suavizar sus rígidas facciones.

-Bueno…están los dos aquí y no creo que…

-¿Qué quieres decir con eso? -Cuestionó el de ojos azules comenzando a impacientarse seriamente.

Bautista estiró y flexionó las manos un par de veces en señal de ansiedad. Antes de hablar miró tanto a uno como a otro, que aguardan su respuesta.

-Sus padres no viven. Los de ninguno de los dos. Y sus familiares más cercanos…bueno…digamos que nunca se reúnen. Cosa normal en todas las familias.

-¿Cómo que no viven? -Esta vez fue Duo quien preguntó. Eso retiraba una posibilidad que lo había estado manteniendo en vilo.

-Los de usted, joven Duo, murieron hace cinco años en un accidente de trasbordador. Se dirigían a L3 cuando las turbinas fallaron y…bueno. Fue un terrible suceso.

El de ojos lavanda tragó en seco. Eso se escuchaba terrible e imaginó que en su momento debió de ser traumático.

-Los de usted Señor Marquise, al igual que con el joven Duo, murieron en un ataque terrorista en el Cairo. Es por eso que creó ese sistema de seguridad y…creo que no hace falta que diga más.

Zechs asintió. Esa noticia era terrible, mas aun debía existir alguien familiar que lo esperara.

-¿Entonces no tenemos a nadie? -Fue la pregunta que Zechs habría querido hacer pero que por distintos motivos prefirió dejar en manos del castaño.

-Por supuesto. Se tienen el uno al otro y con eso siempre les ha sido suficiente. Constató el hombre con una sonrisa entre enternecida y triste.

-¿El uno al otro? ¿Qué quiere decir con eso?

-Oh, Señor Marquise, perdóneme pero no creo que a estas alturas no se haya dado cuenta ya de lo que usted y el Joven Duo son en realidad.

Como si de chispa se tratara los azules ojos del rubio viajaron hasta la argolla en su mano izquierda y después, cual gacela al viento se desviaron hacia la mano de Duo, quien hasta ese momento no comprendía demasiado.

De pronto, el entendimiento de una loca realidad llegó a la cabeza de Zechs, haciéndolo estremecer por completo.

-Estamos…casados. -Susurró mirando a Bautista, quien asintió complacido de las deducciones del muchacho.

-Así es. Usted y el joven Duo están casados desde hace un año y se conocen de toda la vida.

Ambos muchachos abrieron grandemente los ojos. Fue Duo, que había hecho los mismos movimientos que el rubio había realizado, quien entró en pánico total.

-¡¿QUÉ?¡ ¿CASADOS…LOS DOS?

-Así es. Pero cálmese joven Duo, no le hace bien exaltar…

-No…No…pero…pero… ¿cómo? -Indagó alternando su vista entre Bautista y su "esposo".

-Fue una decisión mutua que sus padres intuían, y que de haber podido, la habrían apoyado. Les he dicho ya que se conocen desde siempre porque sus familias eran amigas. Aunque el joven Duo sea menor que usted, señor Marquise, y se haya casado sin ser mayor de edad, a principios de este año se firmó un documento donde legalmente son un matrimonio estable y feliz. Y créanme que cuando digo feliz, es verdad.

El castaño comenzó a respirar agitado, mientras sus neuronas funcionaban aceleradamente. Demasiada información, demasiadas cosas de las cuales se enteraba de golpe. Demasiado barullo y demasiado…

¿Él, casado? Aun no podía creerlo.

-¿Se encuentra bien, joven Duo?

-Si… no… yo… ¿casado?... ¿Casado?

-Al parecer no te gustó la idea. -Refunfuñó Zechs al sentirse en cierta forma herido con esa reacción, pero igualmente confundido como el castaño a su lado.

No podía ser que estuviera casado con tan hablantín muchacho.

Pero era la verdad, y eso lo confundía más cada momento.

-Será mejor que llame al doctor. No me gusta la palidez que tiene, joven Duo.

Bautista se incorporó y salió rápidamente de la habitación, dejando a los muchachos más que desconcertados.

-¡Cielo Santo! -Musitó Duo, llevando una mano a su cuello. En el movimiento, encontró una cruz dorada pendiendo de una cadena, una que no había visto y que se alegró en tener. -Esto es…es…

Y miró a Zechs, quien había enarcado una ceja.

El rubio no parecía del tipo de personas que él buscaría para casarse. Demasiado serio tal vez. Muy diferente a él.

Pero estaban casados, y si Bautista había tenido razón, muy felices.

¿Cómo era entonces posible que la noticia le impactara tanto y no pudiera aceptarla?

-Yo...yo…

-Es la primera vez desde que despertaste que te quedas sin palabras. Esto realmente debe haberte conmocionado mucho, ¿no es así?

Duo asintió descubriendo una sonrisa en los labios del rubio.

-¿A ti no?

-Por supuesto, pero al parecer tengo temple en la sangre aunque…estoy confundido. Aun no me creo nada. -Añadió y su rostro serio desapareció para dar paso al sentimiento que estaba comunicando. -Es como si todo esto fuera en realidad la vida de otra persona, y no la mía.

-Lo sé... Yo me siento igual. -Afirmó Duo tratando de incorporarse sin lograrlo.

-¿Qué vamos a hacer?

-No lo sé. Es demasiada información y comienzo a tener dolor de cabeza. Admitió Marquise, sintiéndose tonto ante todo eso.

Ambos guardaron silencio y por un breve momento sus ojos se encontraron.

Estaban casados, felizmente casados. Y aunque se negaran en creerlo, ambos percibieron entonces que si habían dado ese gran paso cuando sus vidas eran mejores, había sido porque en realidad así lo habían deseado de corazón.

Aun quedaban cosas sin comprender, un largo vacío en sus corazones y mentes. Pero confiaron que éste se iría disipando conforme aceptaran lo que les estaba pasando.

Continuará…

Bien, el segundo chap arriba muchas gracias por sus reviews. Me son muy importantes para esta historia y aunque no sea una pareja muy común, agradezco realmente a quien me lee y me deja un comentario.

Y no, no estoy loca ni me fui a otra historia ya lo descubrirán a su tiempo, mientras espero que les haya gustado.

Estoy por el tercero así que gracias por su espera, nos vemos pronto, su amiga:

KLF