NOTAS DEL AUTOR:

Los paréntesis son un pensamiento de los personajes ().

Los asteriscos son textos o carteles que leen los personajes **.

Las letras cursivas indican flashback.

Los corchetes son comentarios del narrador que también están en negrita {}.

Capitulo 6 Visita inesperada

- Yo…yo… -estaba sorprendida y nerviosa por la escena que estaba presenciando.

Se había metido en la habitación de Kakuzu y encima en acababa de salir de la ducha. Se quedó paralizada a ver a ese criminal de rango S que generalmente iba cubierto de la cabeza a los pies, con una toalla como única prenda y que solo llegaba a tapar su virilidad. Todo su torso, aunque muy musculoso, estaba llenó de suturas, al igual que parte de su rostro. Las gotas le resbalaban por su cabello negro y por todo el cuerpo acabando en su toalla y en el suelo. Ino se había adentrado más de la cuenta en el cuarto de Kakuzu, pues estaba junto a la estantería, que estaba en el fondo de la misma junto al escritorio. No esperaba una situación semejante y se sentía atrapada.

- Te he dicho que, ¿Qué haces aquí niñata?

-Yo me he equivocado de habitación, yo no quería…-se notaba el nerviosismo de Ino, ella nunca había estado en una habitación con un hombre que estaba prácticamente desnudo y encima era uno de sus mayores enemigos. - (Tengo que salir de aquí).

El único pensamiento de Ino era escapar de ahí, la situación en la que estaba era surrealista y su intuición le decía que debía salir de ahí cuanto antes. Sin mediar palabra con Kakuzu, salió corriendo por uno de sus lados con tan mala suerte de no fijarse en el suelo que estaba mojado y resbaló justo a su lado. Al verla caer, Kakuzu intentó sujetarla del brazo, pero al girarse corrió la misma suerte que ella, cayendo los dos al suelo. Cuando Ino abrió los ojos, no se esperaba esa escena. Ella tumbada en el suelo, con Kakuzu encima de ella, apresándola completamente contra el suelo. Sus cuerpos estaban pegados uno contra el otro, Kakuzu sentía los suaves pechos de Ino en su pecho y miraba fijamente a los orbes azules de ella, iluminados por la sorpresa. Ino sentía su ropa un poco mojada por el contacto con el cuerpo mojado de Kakuzu, pero que rápidamente fue sustituido por el calor que el emanaba. Además, sentía una presión en su vientre.

- ¿Pero qué demonios...? – cuando Ino miro hacia abajo no podía creer lo que veía, el akatsuki empezaba a tener una erección.

Ino se descontrolo en ese momento y sacando una fuerza que ni siquiera ella sabía, quito a Kakuzu de encima de un empujón y salió corriendo directa a su habitación cerrando la puerta de un golpe. Kakuzu continuaba en el suelo, incluso él estaba sorprendido por la reacción de su cuerpo, hacía mucho tiempo que no le pasaba algo así con una mujer, aunque también es cierto que hacía mucho que no estaba con ninguna. Pero ella era una niñata, una cría, como es posible que un hombre adulto y experimentado como él perdiera el control de semejante manera.

Kakuzu se apartó la toalla y miro su abultado miembro. En ese momento tenía su instinto masculino descontrolado, se sentía caliente y pesado, así que no lo pensó más y agarró su miembro con una de sus manos y empezó a sacudirlo de arriba hacia abajo. Primero eran movimientos suaves, que aumentaban gradualmente la velocidad a medida que crecía su excitación. Él estaba sentado en el suelo con la cabeza apoyada en el filo de la cama y con los ojos cerrados. Los movimientos rápidos fueron sustituidos por otros algo más lentos, pero apretó su miembro para profundizar las sensaciones. En ese momento, su imaginación le hacía ver a esa niñata que segundos antes estaba debajo de él. Su piel tersa y blanca, sus suaves piernas, sus bien formados pechos y, se la imagino gimiendo bajo él, pidiéndole más, disfrutando de las sensaciones. Ante ese tipo de pensamientos, no pudo aguantar más.

- Ah…ah…Ino…- tras un sonido ronco que salió del fondo de su garganta, escurrió su semilla por el suelo y por sus manos. Y abriendo los ojos, opacados por el placer y mirando lo que había hecho, solo se le ocurrió una cosa –(Tendré que ducharme otra vez.)

Mientras Kakuzu daba rienda suelta a sus fantasías sexuales, Ino ya había llegado hace rato a la habitación y ahora se encontraba conmocionada por la situación anterior. Esta era la primera vez que presenciaba algo así. Ella ya sabía que en la villa había hombres que la consideraban atractiva e incluso en alguna ocasión, oyó conversaciones subidas de tono, sobre lo que algunos de ellos les gustarían hacerla. Pero presenciar una erección, sentirla en su vientre, era algo muy diferente. Y con él, encima con él. Unos de sus peores enemigos se habían puesto cachondo solo con estar encima de ella durante unos segundos. Sinceramente, no sabía cómo reaccionaría cuando le tocara verlo al día siguiente. Con esos pensamientos en la cabeza, Ino se acurrucó en la cama hasta que se quedó profundamente dormida.

Al día siguiente…

Ino se levantó de la cama se sentía pesada y agotada con infinitas ganas de encerrarse en la habitación y no querer hablar con nadie. Tenía una mezcla de furia y de inseguridad. La primera porque como mujer no era capaz de tolerar un comportamiento así de un enemigo, y la segunda, porque estaba asustada de la relación que llevarían a partir de ahora. Se preguntaba cómo iba a poder mirarlo a la cara sin sentir vergüenza o frustración, y ¿la forma en la que reaccionaría con ella?

No tenía ganas de pensar en eso, así que cogió la ropa que Konan había dejado en su armario y se metió a la ducha. Por supuesto cerró la puerta pues no quería que nadie la importunara en ese momento, o mejor dicho no quería toparse con Kakuzu en ese momento. Ino se puso debajo de la ducha relajándose y evadiéndose de todo lo demás.

- (Lo mejor es que vaya a desayunar en cuanto salga de la ducha, no quiero toparme con él todavía…)- tras pensar eso cerró en grifo y salió.

Después de secarse, vestirse y peinarse, salió de su habitación cerrando la puerta y se dirigió hacia la cocina. No pudo evitar pararse frente a la habitación de Kakuzu, quizá deseando que esa puerta no se abriera en ese instante, así que continuo su camino, contenta de no encontrase con el moreno. Sin embargo, cuando abrió la puerta no se esperaba esa escena; Kakuzu estaba sentado leyendo el periódico mientras tomaba un café.

Ino se quedó petrificada, no sabía qué hacer, debía avanzar o marcharse, pero no quedarse hay parada. En el momento en que abrió la puerta, él la miro, lo que hizo que ella se pusiera aún más nerviosa, pero para sorpresa de ella, Kakuzu pasó despectivamente de ella. Eso extraño aún más a la chica, pero decidió entrar a la cocina de todas formas.

Kakuzu sentía como daba pesados pasos por la cocina preparándose su desayuno, aunque en ningún momento levantó los ojos del periódico. Ino acabo sentándose frente a él con una taza de café y una manzana que había cogido. De vez en cuando miraba con nerviosismo y precaución a Kakuzu, como esperando alguna alusión a lo sucedido el día anterior. Pero él continuaba ignorándola y actuando como si no le interesara en absoluto el asunto. Esa solo hacía que Ino se cabreara más.

- ¿No crees que deberías disculparte al menos? –ella sujetaba el café con la cara ensombrecida esperando su respuesta.

- No tengo porqué –Kakuzu no le dio importancia al comentario y siguió leyendo como si nada.

- Ah, así que te parece normal o simplemente te da igual, ¿no? -pero al no obtener respuesta… - ¡Púes a mí no me da igual!

- Y que entonces, ¿Qué quieres que haga?

- Que te disculpes y que me prometas que jamás vas a hacer nada parecido –ella miraba a Kakuzu con rabia y el ceño fruncido.

- No pienso disculparme, y tampoco voy a prometerte nada –le dijo mirándola al mismo tiempo que doblaba el periódico y lo dejaba en la mesa.

- ¿Pero...!?

- Lo de ayer fue una reacción bastante natural en un hombre, tu deberías saber de esto, ya que en parte eres doctora, aun así, la culpa es tuya.

- ¿¡Como que la culpa es mía?! –al mismo tiempo daba un golpe en la mesa, encarándose con Kakuzu.

- Si, fuiste tú la que entraste en mi habitación, ¿quién me dice que no venias buscando algo?

- Eso no es verdad, me equivoque de habitación y lo sabes.

Kakuzu sabía perfectamente que Ino decía la verdad, pero eso no le importaba, lo cierto es que adoraba molestarla y no perdía oportunidad para hacerlo. Parece que había encontrado un nuevo entretenimiento, si tenía que cuidar de la niñata al menos sacaría provecho de la situación y se divertiría a su costa. La verdad, le encantaba verla enfadada, cuando estaba en ese estado sus ojos brillaban aún más y tenía el suficiente coraje para desafiarle. Muy pocas mujeres se atrevieron a encararle en toda su vida y encontrar a una jovencita que lo hiciera le parecía irresistible. Al fin y al cabo, a él siempre le gustaron las mujeres fuertes, púes las que eran débiles y sumisas no otorgaban ninguna diversión. Por todo ello, le gustaba provocarla y además era una mujer lo bastante atractiva como para excitarle y, por supuesto, en momentos como ese la excitación era doble.

-Mmm, quizás debería comprobar eso…-entonces se levantó dando un rodeo a la mesa hasta donde estaba ella.

Ino por su parte se levantó de la silla en cuanto le vio levantarse, y por cada paso que él daba, ella retrocedía otro hasta que llegó un momento en el que chocó contra la pared. Aun así, él no se paró hasta que no llegó a pocos centímetros de ella, dejando escasos centímetros entre sus rostros.

- ¡Así que aquí estas Kakuzu! Te he buscado en tu habitación y no estabas… –Hidan entró en la cocina y al ver a la chica, mirándola con desprecio –Interrumpo.

- No, (lo cierto es que si, idiota) ¿qué quieres? –dijo apartándose de Ino.

- El líder quiere hablar con nosotros –mientras decía eso se dio la vuelta seguido por Kakuzu, pero antes de salir de cocina se volvió hacia Ino –con los tres.

Ino se quedó mirando sorprendida a Hidan en el momento que salía por la puerta e inmediatamente salió junto con ellos. Mentalmente agradeció que Hidan apareciera en ese momento. Aunque era claro que ese tipo no era para nada de su agradó, interrumpió un momento incomodo en el que realmente no sabía lo que Kakuzu estaba planeando. Lo único que sabía es que estaba demasiado asustada como para poder hacer algo para repelerlo y por ello lo único que se le ocurrió a su cuerpo fue retroceder. Si no hubiera aparecido Hidan, quién sabe lo que hubiese pasado. Con esos pensamientos en la cabeza, llegaron los tres al despacho donde les esperaba Pein, cerrando la puerta tras de sí, y acercándose a donde se encontraba su líder.

- Os he hecho llamar, porque tengo una misión para los tres, se trata de una misión de asesinato. –se levantó y rebuscó en el cajón del escritorio y le tiró a Kakuzu el pergamino con los detalles de la misión – Viajareis a la aldea Siakurako y buscareis a un ninja llamado Keito. Tenéis más información en el pergamino. Iréis los tres, os llevará unos tres días, quizás cuatro. Espero que no más. Preparaos lo necesario y salid cuanto antes.

- Vale –y sin mediar más palabra con su líder Kakuzu se dio la vuelta dispuesto a irse junto con Hidan, pero Ino se quedó atrás.

- Quiero hablar con usted –dijo Ino sin perder de vista al líder.

En cuanto Kakuzu la escuchó se dio media vuelta, mientras que Hidan volvía un poco la cabeza hacia ellos. En ese momento, el líder le hizo una señal a Kakuzu para que los dejara a solas y seguido por Hidan salió cerrando la puerta.

- ¿Qué quieres?

- ¿Por qué tengo que ir yo a acompañarles en la misión?

- Porque eres miembro de Akatsuki y debes hacer misiones como todos, ¿no pensarías que ibas a quedarte aquí todo el tiempo? ¿verdad ?, Además, me conviene que te vean en público con la capa para contribuir a desmantelar las buenas relaciones de las villas, como ya te expliqué, en su momento. Ahora te recomiendo, que te prepares.

- Muy bien –Ino se dio la vuelta y salió del despacho, hasta llegar a su habitación.

Una vez dentro, preparo todo lo necesario, y cargándose la mochila a la espalda, salió. Una vez fuera, vio que Hidan y Kakuzu ya estaban listos y la estaban esperando.

- Mira que sois lentas las mujeres, con el rollo de prepararos, ¿Eh? ¿Y esa mochila? Que no te vas un mes, nos vamos como mucho 4 días –Hidan tras terminar la frase se cruzó de brazos.

- Solo llevó lo necesario, además, ¿vosotros no os lleváis nada? –Ino les miro a los dos, pero no consiguió ver ni una bolsa ni nada.

- Lo necesario ya lo llevamos en la capa de Akatsuki, si no te has dado cuenta, es bastante amplia…En fin, vámonos ya…- Kakuzu ejecuto los sellos para abrir la puerta de la base y salió, seguido por Ino e Hidan.

Ino no podía creerse la escena, si hace unos días le hubiesen dicho que iba a formar equipo con esos dos Akatsuki jamás lo hubiese creído. No solo formaba parte de esa organización criminal, sino que además estaba viajando con los mismos hombres responsables de la muerte de Asuma. Ella no pudo evitar apretar el puño y prometerse así misma que cada cosa que hiciera a partir de ahora sería para ir en contra de los akatsuki. Fueron pasando las horas mientras atravesaban el bosque. Según Kakuzu había dicho la aldea Siakurako estaba bastante lejos y tardarían al menos un día entero en llegar. A lo largo del camino se pararon de vez en cuando, para tomar algo en los puestos dispersos que encontraban por el camino. A medida que anochecía, los akatsuki decidieron parar ya que estaban cansados de caminar y además aún les quedaba unas horas para llegar.

Entonces encontraron una cueva en donde quedarse y todos entraron, pero al notar el frio que hacia en la cueva decidieron que lo mejor sería encender un fuego, por lo que habría que buscar leña.

- Voy a ir a buscar leña para el fuego, tu vigila a la chica para que no se escape.

- Joder Kakuzu, ¿por qué yo?

- ¿Ves a alguien más por aquí? Tengo que poner unas trampas alrededor por si acaso, así que quedaos aquí. Y más te vale que para cuando vuelva no la hallas matado.

- ¡Joder que pesado! Mira mientras no me toque los cojones no la hare nada.

Kakuzu se fue de la cueva dejando a Hidan a solas con Ino, en realidad él no estaba muy seguro de dejarla con el jashinista, no solo por si este acababa matándola, sino que cabía la posibilidad de que esta lo derrotara y escapara. Así que a pesar de su cansancio decidió buscar la leña y volver lo más rápido posible.

Mientras tanto Ino estaba a solas con ese hombre al que tanto detestaba, si a Kakuzu le odiaba, a este todavía más, pues había sido la mano ejecutora en el asesino del maestro Asuma. Ino decidió quedar en silencio y pensó que quizás, debido a la torpeza de Hidan, podría escapar hacia la Hoja y alertar a los de la villa sobre el escondite de los akatsuki. Pero antes debía deshacerse de Hidan, pero como…

Por su parte Kakuzu ya había terminado de reunir la leña y retrocedió por el camino que cogió para volver a la cueva. Al volver no se esperaba la escena, Hidan estaba desmayado, tirado en el suelo de la cueva y no quedaba ni rastro de la chica.

- ¿Qué ha pasado? –Kakuzu no obtuvo respuesta de su compañero, dejo la leña en el suelo y lo cogió sentándole en el suelo y apoyándolo en la pared –Maldita sea. –se dio cuenta que Hidan estaba inmerso en un genjutsu.

Hidan no era precisamente un genio, y su única habilidad palpable era su inmortalidad. Nunca aprendió ningún tipo de jutsu que no fuera su ceremonia, o mejor dicho por sus propias palabras, era una tontería que un hombre incapaz de morir, pensara en esas cosas. Su inmortalidad le había hecho demasiado confiado y eso producía la necesidad de tener un compañero que le apoyara en el combate, y hacia ver a Kakuzu como una especie de niñera. Sin más Kakuzu removió el chakra de Hidan, liberándose del genjutsu.

- Eh, ¿qué pasa? –Hidan parecía haberse despertado de una siesta, lo que irrito más a Kakuzu.

- Como que ¿Qué pasa, idiota? La chica se ha largado, te dije que la vigilaras –y le dio un capón a su compañero.

- Oye, yo la estaba vigilando lo que pasa es que esa zorra me ha engañado –mientras se frotaba el lugar donde había recibido el capón.

- ¿A qué te refieres?

No muy lejos de ahí una rubia con la capa de akatsuki se alejaba a toda velocidad de la cueva rumbo a la Hoja. Ya estaba bastante cansada por la caminata del día, pero debía llegar a la villa antes de que la siguieran, menos mal que ese tipo cayo a la primera.

Flash back

Ino estaba pensando en cómo librarse del jashinista hasta que se le ocurrió una idea. Le haría caer en un jutsu ilusorio para deshacerse de él, el tiempo suficiente para escapar. Pero para ello debía distraerle y hacerle bajar la guardia para que el genjutsu resultara a la primera.

- Hidan

- Hmp, ¿qué quieres ahora? –la miraba con el ceño fruncido

- Tengo sed, ¿tienes agua?

- ¿Que ha pasado con tu cantimplora?

- Me la he dejado en el último puesto en el que estuvimos…-dijo Ino simulando estar apenada por su torpeza.

- Por Jashin ¡qué torpe eres! Anda toma –Hidan le paso su cantimplora y volvió a cruzarse de brazos sentándose en el suelo.

Ino fingió beber y después se la devolvió a Hidan con la intención oculta de derrabarle todo el líquido encima fingiendo que se le caía.

- ¡¿Qué te pasa estúpida?! –él enseguida se levantó del suelo intentando secarse para repeler el frío que estaba haciendo.

- Oh lo siento… (La verdad es que te mereces esto y más, imbécil) –Ino aprovechó el momento y la distracción de Hidan para ejecutar rápidamente los sellos –Eh! ¡Capullo! –después de decir eso, Ino le puso la mano en la frente y este cayó en el genjutsu.

- Maldita…-fue lo último que dijo antes de caer al suelo, el plan de Ino había dado resultado.

Fin del flash back

No puedo bajar la guardia debo darme prisa.

DE VUELTA CON KAKUZU…

-Maldita sea, solo el idiota de Hidan podía ser tan torpe para caer en una trampa tan estúpida. Tengo que darme prisa y alcanzarla. Cuando la coja le daré una lección.

Inmediatamente Kakuzu aceleró la velocidad, supuso que solo sería cuestión de tiempo alcanzar a la niñata.