TITULO: Amnesia
Capitulo: A Whiter Shade of Pale
Serie: Gundam Wing
Resumen: Después de un repentino ataque, despiertan sin recordar nada. Sin embargo una impactante noticia cambiará el rumbo de sus vidas para siempre.
Pairings: Zechs/Duo
Category/Raiting: Slash/Yaoi. Angs, Drama, Romance, Humor. PG
Disclaimer: Yo no poseo a los personajes de Gundam Wing, pertenecen a sus creadores y respectivos socios comerciales. Ésta solo es una historia escrita de fan para fans, sin fines lucrativos.
Lo único mío es la historia y OCC (Personajes originales).
De todas maneras si te gusta la historia y quieres publicarla, te pediría que antes lo consultes conmigo.
CAMPAÑA LE FAY : No permitamos que el PLAGIO se lleve nuestro trabajo, así que si conoces una historia Robada, por favor denúnciala a sus respectivos dueños. No es justo que nuestras horas de dedicación se vayan a la basura y se vean inmiscuidas en una total falta de respeto para el Autor y los lectores. Entre más luchemos, más saldremos adelante. ALZA LA VOZ, NO TE QUEDES CALLADO ANTE EL PLAGIO.
Tiempo: En calidad de Universo Alterno.
Lugar: Planeta Tierra
FEEDBACK: las inmediaciones de Zurich y Austria se encontraba una villa bastante pintoresca, recubierta de montañas nevadas en invierno y flora abundante en verano. Ahí se había edificado una construcción, lo suficientemente grande para albergar una mansión y vivir cómodamente en ella, fuera la estación del año que fuera.
Bajó la ventanilla del auto y sintió su corazón encoger. Jamás había visto algo tan grande; o al menos eso quiso pensar. Mas él sabía que hablar del pasado significaba evocar una pálida sombra a su alrededor.
Suspiró pesadamente tocándose la cabeza. Aun le dolía, al igual que el cuerpo completo pero, a pesar de que el doctor Lanz había querido retenerlo más tiempo en observación, simplemente se negó a permanecer un día más en el hospital.
Necesitaba salir y encontrarse con el mundo verdadero e ir sobre todo, conociendo lo que era "su vida".
-¿Te sientes bien?
Zechs le habló al oído y él asintió alejándose del muchacho.
-Si, solo me duele un poco la cabeza. Es todo.
El rubio asintió, abriendo la puerta del auto para bajar.
Habían salido de Toulouse, Francia hacía unas horas y después de arribar a Zurcí, habían viajado por auto una hora más hasta esa villa donde Bautista decía, vivían.
Le parecía un pintoresco lugar sacado de uno de esos programas de televisión que había visto en la habitación del hospital pero, pese a la belleza de la casa que se alzaba frente a él, no le afectó en lo más mínimo. Simplemente porque no sentía suyo lo que por derecho le pertenecía.
-¿Y bien? –Preguntó Bautista al tiempo que ayudaba a Duo a bajar del auto.
-¿Algún recuerdo?
Ambos jóvenes movieron negativamente la cabeza.
-Bueno, en algún momento sucederá. No es cuestión de acordarse de todo inmediatamente.
El hombre era optimista. Mientras el chofer bajaba las maletas de la cajuela, los muchachos afectados continuaban mirando la mansión y alrededores con bastante aprehensión.
-Es tan extraño. -Susurró Duo, y Zechs le dio la razón.
Mirar el lugar que contenía su pasado era realmente muy ajeno.
-Por favor, por aquí. -Indicó Bautista haciéndoles subir los tres escalones que los separaba de la puerta de entrada.
Tanto el castaño como el rubio caminaron un poco rezagados del hombre de ojos negros.
Lo admiraban todo como quien ve por primera vez una escultura, y al atravesar el umbral de aquella impresionante construcción, retuvieron el aliento.
En el recibidor los esperaban al menos diez personas. Todos ellos empleados suyos, al servicio y cuidado de la casa, quienes con una reverencia les sonrieron a los dueños.
-Bienvenidos sean, señores. -Pronunciaron en un Alemán fluido que si bien Duo pensó no entender, así lo hizo.
Ninguno respondió pero al menos Zechs había tenido la delicadeza de mover la cabeza en símbolo de "cortesía".
-Todos ellos se encuentran a su servicio. Lo que sea que necesiten solo pídanselo. -Comunicó Bautista, lo que les hizo suponer que ya había advertido a la servidumbre de su condición.
-Gracias. -Murmuró Duo y al parecer había hablado en alemán pues las diez personas sonrieron complacidas.
Después de ese tramo, Bautista despidió a las personas, enviándolas a sus respectivos deberes, quedando entonces una atmósfera casi solitaria.
-Les daré un tour por la casa. -Sonrió el hombre.
Zechs miraba con cierto interés crítico todo a su alrededor.
Podía decir entonces que realmente tenían mucho dinero. El labrado del pasamano de la enorme escalera y los marcos preciosos de los cuadros en las paredes no eran cualquier adquisición.
Se trataba de objetos valiosos y al mirar a Duo, quien caminaba a su lado, se percató de que este pensaba igual que él.
Bautista recorrió la planta baja donde las cocinas, el comedor y un gran estudio se encontraban ubicados. Estas eran las habitaciones más importantes en aquel enorme piso.
-El señor Marquise dispuso este espacio para él. –Señaló el improvisado guía en cuanto entraron al estudio. -El de usted se encuentra en la segunda planta, joven Duo.
El aludido asintió, sintiéndose cohibido ante tanto materialismo.
Con las rodillas temblando y la deseosa incógnita de saber lo que el otro piso guardaba, el castaño siguió a sus acompañantes, quienes charlaban sobre la administración y manejo de la casa.
-Como obviamente ambos trabajan, la señora Thezz, que es el ama de llaves, lleva todo con maestría y sabiduría.
En ocasiones el joven Duo es quien llega a quedarse uno o dos días en casa, pero créanme, con la señora Thezz nada sale mal.
-Se diría entonces que es un lugar muy bien organizado.
-Ni que lo diga. -Sonrió Bautista al rubio.-Nunca he visto nada más organizado que esto. Por supuesto toda la casa cuenta con su sistema de seguridad y varios accesos de comunicación, tanto en las cocheras como en la reja de entrada.
Si me piden mi opinión, es la casa más segura del mundo.
Zechs se sintió satisfecho por alguna extraña razón. Después de mirar los noticieros se sintió seguro de aquella protección.
Poco a poco comenzaba a entender la importancia de su trabajo y lo peligroso del mundo.
Duo por su parte solo percibía una sensación de agobio.
Todas aquellas palabras lo aturdían y se sentía asfixiado.
¿Por qué no podía ser libre?
Pero no mencionó nada, guardándose para si tan tremendo desconcierto.
-Por aquí es el área de habitaciones, las suyas quedan de esta lado y las de visitas…
-¿Las de nosotros? -Inquirió el castaño por primera vez, mirando con un dejo de bochorno el brazo derecho de su esposo.
-Oh, bueno. -Sonrió el hombre deteniéndose frente a un par de puertas casi contiguas.-Ambos son bastante diferentes en sus rituales y necesitan de espacios personales. Por eso mandaron construir estas habitaciones, para disfrutar de esa soledad un poco.
La suya es esa, joven Duo. La más espaciosa.
Duo caminó y tomó el pomo de la bonita puerta de caoba.
La mano le temblaba de tan solo pensar lo que le esperaría cruzando el umbral. Todo lo suyo, su esencia y sus gustos se encontraban del otro lado.
Tras respirar muy hondo y darse seguridad, entró a su propio espacio.
Olía a extracto de flores silvestres y agua marina. Una combinación maravillosa en tan pequeñas y ligeras cantidades.
La habitación realmente era muy amplia y provista de un mobiliario mucho más sencillo y rústico que en el resto de la casa.
Las paredes se encontraban tapizadas en azul, y en el librero a su derecha había libros de informática, robótica y prácticas manuales. Habilidades que obviamente poseía.
La cama grande al fondo, fue la que llamó su atención, misma que lo desconcertó un poco. Algo que no mencionó mientras miraba alrededor.
-¿Y bien?
-Es…cómoda. -Admitió sonriente, mirando la portátil y el estéreo que yacían intactos en un pequeño escritorio de roble.-¿Este es el espacio del que me hablabas?
-Si. Aunque su despacho está del otro lado de esa puerta. -Añadió Bautista, adelantándose para abrirles paso a sus patrones.
Duo se apresuró y se encontró con la misma cómoda atmósfera de la habitación contigua, solo que los papeles y ciertos objetos abundaban en ese lugar.
-Me agrada. -Concluyó el de ojos lavanda, sonriéndole a Zechs que lo miraba todo con ojos críticos.
-Es…agradable. -Asintió el rubio pensando que la extraña fragancia que olfateaba era la misma que Duo llevaba siempre impregnada en la piel.
Era deliciosa.
-Y su espacio se encuentra en la otra puerta, señor Marquise.
Sin presteza, los tres se dirigieron a la siguiente habitación, la cual era mucho más pequeña que la anterior, pero con el aire de lo que Zechs era.
Libros y libros de diversas ciencias y títulos se hallaban acomodados en perfecto orden alfabético sobre un amplio estante.
Una mesa pequeña con dos sillas, luz apacible entrando por un amplio ventanal y una cómoda cama en el fondo. Todo eso conformaba el espacio privado del rubio, el cual se sintió complacido con ello.
-Me gusta. -Susurró para Duo quien aprobó de inmediato la habitación.
Al parecer ambos eran bastantes sencillos en sus gustos personales y eso les agradó.
-Perfecto, entonces creo que la habitación del fondo no tiene ya por qué ser presentada. -Dedujo Bautista, indicándole al chofer que bajara las valijas que él mismo había llevado al hospital para el aseo de sus amos.
-¿Cuál otra habitación? -Indagaron ambos jóvenes, sorprendiéndose y sonriendo un poco por ese accidente de frases.
-La habitación principal, por supuesto. -Comunicó el hombre como si de lo más obvio se tratara.
Duo tuvo la gentileza de sonrojarse un poco cuando los ojos cerúleos de su marido se clavaron en los suyos.
Exactamente eso había estado temiendo el castaño desde que salieran del hospital.
Él aun no se sentía con la suficiente "confianza" como para quedarse con el rubio en una sola habitación, y esos cuartos separados lo facilitaban todo.
Al parecer Zechs opinaba lo mismo que el castaño, pues a pesar de que comenzaban a simpatizar un poco, dormir en la misma cama aun no estaba entre sus planes.
-Se que aun siguen aturdidos por todo esto y pensé que por el momento les sería más fácil interactuar estando un poco separados. Pero si gustan puedo ordenar que trasladen sus cosas para…
-¡NO! -Gritaron los muchachos y tanto Bautista como el chofer que salía, los miraron con asombro.
-Quiero decir… -Aclaró el rubio con voz un tanto ronca por lo sucedido.-Que para mí al menos es…
-Mejor estas habitaciones. -Sonrió Duo, terminando la frase que el Barón agradeció.
Bautista asintió ocultando la leve sonrisa que el sonrojo del señor Marquise y el joven Duo le causaron.
Ambos se encontraban realmente apenados y nerviosos.
-Me alegra haber acertado en sus gustos.
Ninguno dijo nada, el bochorno aun permanecía en sus rostros y en sus cabezas.
-La comida estará seguramente lista en un par de horas. ¿Por qué no aprovechan para descansar un poco e ir acostumbrándose a su hogar?
El matrimonio asintió y cuando Zechs se movió para caminar hacia la habitación que seguramente era el baño, no pudo evitar chocar su brazo con el de Duo, quien le miró levemente y después desvió los ojos con ese toque penoso que aun no desaparecía de su persona.
Bautista sonrió sin ocultar la mueca. A su parecer ambos tardarían bastante tiempo en habituarse el uno al otro.
Eran tan diferentes y sin embargo…
-Me alegra tanto que estén aquí de nueva cuenta. No saben la falta que nos hicieron.
Los chicos asintieron, mirando al hombre hacer una reverencia y salir de la habitación.
Ahí fue cuando el sonido inexistente de la soledad les golpeó el rostro.
Era la primera vez desde que habían salido del hospital que se quedaban completamente a solas, y eso en lugar de agradarles como la primera vez que se "conocieron", los incomodó bastante.
Duo cambió su peso de una pierna a otra más veces de lo que una persona normal lo haría. Miraba todo con cierto nerviosismo y cuidaba de no decir o hacer algo indebido.
Zechs se mantuvo a cierta distancia del castaño. Cualquier roce con él lo perturbaba bastante y no sabía si era para bien o para mal.
Después de enterarse de que eran…esposos, ninguno de los dos se había vuelto a ver con curiosidad o cierta empatía.
Ambos evitaban la mirada y cercanía del otro y el rubio no sabía si por pena o desagrado.
-Es…me agrada tu habitación. Me parece bastante…cómoda.
-Al parecer lo es. -Asintió Zechs, agradeciendo la oportuna boca de Duo.
-La casa es enorme. No me imagino como pudimos haber vivido aquí.
-Debe ser herencia familiar o algo por el estilo.
-¿Por qué lo dices? -Preguntó intrigado el de ojos violetas, interesándose de pronto en lo que el rubio tenía que decir sobre todo aquel casi consorcio administrativo.
Tal vez el Barón también se sentía tan desubicado como él.
-Porque al ver nuestras habitaciones, he llegado a la conclusión de que tú y yo somos más… sencillos.
Zechs lo miró a los ojos y el lavanda brilló en asentimiento. Eso despejaba la duda de Duo.
-Pero me imagino que será bonito vivir aquí, rodeado de tantas…cosas.
-¿Tú crees? -La voz ronca del rubio indagó con bastante curiosidad. El castaño volvía a sonreír un poco.
-Si. Al menos yo veo esto como una gran aventura y mientras estemos así, con amnesia, lo menos que podemos hacer es conocer y…disfrutar.
El rubio no habría querido darle la razón a su compañero. Este continuaba tomándose todo con bastante ligereza, pero debía reconocer que nuevamente Duo acertaba.
No tenía caso abollarse la cabeza tratando de recordar cosas que por si solas llegarían.
Estaba vivo, y si Bautista no exageraba, era de milagro.
Una nueva oportunidad para retomarlo todo y con más calma.
Suavizó sus facciones y sonrió al castaño, quien extrañado devolvió el gesto.
Era la primera vez que veía relajación en el rostro del rubio.
-Entonces disfrutemos un poco. Creo que vale la pena hacerlo.
-Si, yo también lo creo.
La sombra de agobio dentro de sus corazones se debilitó ante esa decisión.
La amnesia podía traer desventajas, pero en su caso, bien podían aprovecharla para echarle un vistazo a todo eso en lo que ambos continuaban en blanco, y finalmente aprovecharlo de una manera eficaz e ideal .
Varios días pasaron antes de que pudieran recorrer la casa con más normalidad.
Sin embargo la sensación de estar viviendo en un lugar desconocido no podía irse con tanta rapidez de sus corazones.
Desayunaban, comían y cenaban con un cierto bochorno no oculto en sus rostros, y es que aun les costaba mucho alzar la mirada y comprender que frente a ellos su esposo se encontraba.
A veces pensaban que aquello no era más que una broma, pero la alianza que brillaba de tanto en tanto en sus dedos anulares, les recordaba que todo era tan real como la casa en la que vivían o sus cuerpos reflejándose en el espejo.
Duo descubrió con cierta alegría, tras un día particularmente estresante debido a sus continuos dolores de cabeza y cuerpo, una terraza con vista inmediata a los jardines. Desde entonces todos los días la visitaba para estar un momento en paz consigo mismo.
Zechs por otro lado, comenzó a inmiscuirse más en su trabajo y a averiguar todo lo concerniente al dichoso software que había diseñado, según los tantos halagos que escuchara sobre el mismo.
Se dio cuenta una tarde, cuando navegaba en su computador, de la complejidad de dicho sistema. Con cierta ayuda de Bautista descubrió que la tarea de entender los códigos era sumamente sencilla si se miraba con atención.
Sus vidas parecían tomar el cauce original y cotidiano en aquella casa, pero en el interior de sus corazones aun existían infinidad de preguntas sin resolver.
Una mañana, cuando Zechs salía de su habitación hacia el comedor, detuvo un momento su paso.
Frente a él se encontraba una puerta detalladamente laborada, cuyos dos pomos le hablaban silenciosamente, tratando de llamar su atención.
Con la normal curiosidad que solo la amnesia podía producir, se acercó a la puerta y la abrió.
Ambos pomos cedieron a la fuerza de sus manos, revelando entonces una majestuosa habitación, mucho más grande que cualquier otra que hubiera recorrido en esos días.
Esa era la habitación principal.
Hasta ese momento había evitado mirarla más de cerca, evadiéndola inmediatamente después de que el rostro de Duo aparecía en su mente. Pero esa mañana todo era distinto.
Las suaves cortinas de lino permanecían intactas en el enorme ventanal por donde se colaba la luz matutina.
Bajo ellas descansaba una pequeña mesa con dos sillas, y más allá podían contemplarse un enorme armario y un estante de madera, donde descansaba un amplio televisor.
La habitación se encontraba alfombrada de un color rojo cenizo que realzaba la belleza y brillo de las maderas finas que abundaban.
Dejó que su vista se deslizara hasta al fondo, donde una cama bastante amplia con doseles descansaba, bajo el peso liviano de una colcha adornada con cojines.
El ambiente era pacífico, demasiado, pero eso fue lo que le agradó realmente.
-Veo que tampoco pudiste soportar la curiosidad, ¿verdad?
No le sorprendió ver a Duo recargado en la cornisa de la chimenea a su derecha, desde donde le contemplaba con bastante curiosidad.
-No. Era inevitable al menos echarle un vistazo. -Asintió, acercándose al castaño que depositó una figurilla de cerámica en su lugar.
-Es bastante…hermosa.
-El decorado es aceptable. Me agrada la atmósfera.
-Si, a mi también.
Un momento de silencio, la sensación de pena continuaba en ellos.
-Veo que has decidido arreglar tu cabello de manera distinta. -Observó el rubio, sabiendo que era tonto no decir nada.
-Oh, si. ¿Te gusta? -Inquirió el aludido, tomando su larga cabellera para mostrarle a su consorte la trenza que había elaborado.-Me cansé de llevarlo siempre recogido en coleta. Me acaloro demasiado, además así es más práctico.
-Te ves…muy bien.
Duo no pudo evitar sentir calor en sus mejillas, por ello solo le regaló una débil sonrisa a aquel que le miraba con cierta perspicacia.
-¿Y tú no lo recogerás? Señaló el trenzado, refiriéndose al largo y sedoso cabello de su compañero.
-No, me siento libre sujetándolo solamente un poco. Me gusta este estilo.
El castaño asintió, dejando vagar su vista por la habitación.
Él también se había rendido ante la curiosidad de saber lo que las bonitas puertas adornadas ocultaban tras de si, llevándose una linda sorpresa al fisgonear por la habitación.
Además era inevitable no hacerlo cuando pasaba todos los días frente a esa puerta.
-Siento como si esta habitación hubiera sido adornada con exquisito gusto. Añadió Zechs acercándose a Duo.
-Si, yo también me había dado cuenta de eso. Es como si ni tú o yo hubiéramos puesto una sola idea en esto.
-¿Eso crees? -Indagó curioso el rubio.
-Si. -Medio sonrió el trenzado al sentirse más cerca de su esposo.-La casa parece al menos decorada con ciertos gustos nuestros, hasta las habitaciones donde dormimos. Pero esta en particular me resulta tan…tan…
-¿Extraña?
-Si, eso. -Sonrió el castaño, llevándose la sorpresa de que el rubio también sonreía.-Esa es mi percepción.
Zechs echó un último vistazo a su alrededor para después posar sus cerúleos ojos en Duo, quien sonreía un poco más confiado que otras veces.
No podía describir con exactitud lo que era, pero comenzaba a sentir algo más que sólo aprecio por el de ojos violetas.
Era algo muy extraño pero lógico, dadas las circunstancias en las que estaban.
Sin permitirse pensarlo, alargó una mano hasta su compañero, el cual se estremeció ligeramente al percibir el delicado roce que Zechs le había hecho en la mejilla.
Duo también comenzaba a sentirse bastante atraído a ese muchacho que lo colmaba de sensaciones diversas.
-¿Esas son fotografías? -Preguntó el barón, antes de sentirse completamente abstraído por el imán que Duo emanaba.
-Si, las estaba viendo antes de que llegaras. -Fue la respuesta del trenzado que agradeció no ahondar en otro tema.
El rubio se acercó hacia la cornisa de la chimenea, donde varios portarretratos se enfilaban, dándole un aspecto más hogareño al lugar.
Vio, con cierta curiosidad, a las personas que sonreían a la cámara que había captado diversos e importantes momentos en esa vida que no recordaba.
Miró el rostro sonriente de un Duo niño, quien hacía muecas graciosas mientras él mismo, a escasos trece años, lo abrazaba con diversión reflejando una gran sonrisa en sus labios.
Sonrió al mirarse de joven. Lucía bastante jovial y con la inocencia de la infancia.
Recorrió un par más de fotografías dónde lo mostraban a él y a Duo dándole al tiempo su benevolencia. La transición de edades había obrado bien en ellos y en todas las imágenes aparecían sonrisas y juegos.
La que llamó mucho más su atención fue la última, dónde el castaño y él se encontraban abrazados, besándose lenta y amorosamente, demostrando el amor infinito que se profesaban.
Esa fotografía en especial llamó su atención y no pudo evitar tomarla y admirarla de cerca.
Habían crecido y por lo que Bautista había dicho, se habían enamorado. Nadie podía besarse con tanta ternura y pasión al mismo tiempo, y eso lo comprobaba en la felicidad que podía percibirse tan solo mirar el retrato.
-Parecíamos muy felices. -Murmuró sin dejar aun de ver la foto.
-Si, eso mismo pienso yo. -Respondió Duo, quien había seguido con atención los movimientos de Zechs.
-¿Por qué tuvo que pasarnos esto? -Fue la pregunta que el trenzado no se esperaba pero que sabía, era inevitable abordar.
-No lo sé. Es lo mismo que me he estado preguntando desde que desperté en el hospital.
-No es justo. -Comentó el de ojos azules, depositando la fotografía en su lugar. -Teníamos una vida y por lo que sé, era maravillosa, ¿por qué tenía que pasarnos esto a los dos? ¿Por qué?
Duo no pudo responder algo que efectivamente a diario se preguntaba.
A veces pensaba que todo eso era una broma cruel del destino, quien parecía jugar con ellos cual muñecos de hilos.
La impotencia de no recordar, y sobre todo de no poder hacer nada más que aguardar, lo estaban seriamente desesperando. Pero todo en la vida sucedía por algo, y al menos agradecía que sus habilidades motrices no se hubieran ido con la memoria.
-Tenemos que seguir. -Susurró el castaño, acercándose al rubio quien se veía realmente desesperado.-No podemos estancarnos en tratar de recordar algo que de seguro no podremos.
-¿Y qué propones? ¿Qué sigamos así como si nada?
-No. -Sonrió Duo y por primera vez se atrevió a tomar la mano izquierda de su marido.-Solo seguir. Estamos vivos Zechs, y creo que eso es lo que cuenta. Ni lo material o lo que fuimos, nos quitaran esta dicha de estar aquí en nuestra casa, tratando de empezar de nuevo. ¿No crees que es tiempo de procurar, o al menos, querer avanzar?
-No te entiendo. -Susurró el barón aferrándose a la mano que se entrelazaba a la suya.
-Yo también me devano el cerebro tratando de recordar todo lo que Bautista nos dice, pero al final solo termino con un horrible dolor de cabeza, y eso no me gusta. Me desespero. -Continuó, tratando de comunicar que estaba sintiendo exactamente lo mismo que el rubio.-Pero no puedo hacer nada. Solo sé que estoy aquí por un motivo y ese es seguir adelante.
Sabias palabras para alguien que se sentía y actuaba como él, pero la diferencia radicaba en esa bondad que Zechs percibía en Duo; eso lo cambiaba todo.
Suspiró sonoramente antes de halar al trenzado y abrazarlo con fuerza.
La soledad de su alma era casi asfixiante y ahora sabía que el de ojos violetas se sentía igual que él.
Pero en algo tenía razón el muchacho. Debían continuar.
De nada servía tratar de recobrar algo que tal vez con el tiempo llegaría solo, simplemente se dañaba más.
Había creído hasta ese momento que las decisiones importantes las tomaba él, pero se dio cuenta de que las realmente valiosas dependían del otro muchacho, que le devolvió el abrazó con mucha ternura.
Ahora comprendía que compaginaban perfectamente.
-Trataré de seguir. -Susurró, antes de inclinarse y besar la mejilla del castaño, quien se sintió cohibido pero feliz de escuchar aquel veredicto.
-Y yo contigo. -Fue la oración que se transformó en sonrisa cuando elevó el rostro hacia el que era su esposo.
Los dos se perdieron un momento en los iris del otro, tratando de comprender tantas cosas que por ahora no tenían explicación.
Solo sabían que mientras permanecieran juntos, la vida podía seguir sin ninguna complicación.
-Oh, si aquí están. Los he estado buscando por toda…
Bautista dejó sus palabras a medias al entrar en la habitación y encontrarse tan tierno cuadro.
-Veo que han venido a ver la habitación. -Inquirió, cuando el matrimonio se hubo separado con cierta vergüenza.
-Si, era inevitable. -Asintió el barón, percibiendo cierto enfado en las palabras del hombre.
-Si, claro. -Volvió a sonreír Bautista cuando miró al matrimonio distanciado.
-Pero me pregunto si habrán cambiado de parecer sobre dormir en…
-No, no, nada de eso. -Se apresuró Duo a agregar con algo de pena.-Solo echábamos un vistazo.
Zechs asintió, mirando el ventanal por donde se filtraba la luz.
-Excelente. Entonces todo sigue igual, ¿no es así?
Ni el castaño o el rubio supieron a qué se refería el hombre pero asintieron, dudando un poco de todo aquello.
-Bueno, entonces ya pueden bajar a desayunar. El señor Marquise tiene un día bastante largo. Hoy irá a las empresas y la junta directiva lo espera.
-¿Irá a la empresa? -Indagó Duo de repente.-¿Y yo no?
-Aun se encuentra delicado de salud, joven Duo. Preferiría que se quedara en casa a descansar un poco más. -Agregó el hombre, mirando a Zechs para tener su aprobación.
-Bautista tiene razón, aun estás muy pálido. Ya habrá tiempo de sobra para que vayas y te habitúes a todo lo demás.
El castaño habría querido responder que se sentía perfectamente, pero la mirada decidida de su marido se lo impidió.
-De acuerdo, me quedaré. Pero no piensen que se han librado de mi, ¿eh? Me aburro mucho en casa. -Añadió, efectuando un mohín que a Zechs le gustó.
-Lo sabemos, joven Duo. No se preocupe. Solo procure descansar para reponerse.
Sin más los tres hombres salieron de la habitación, descendiendo al comedor dónde un apetitoso desayuno los esperaba.
En poco tiempo Duo vio desaparecer a Bautista y a Zechs y se sintió un poco impotente de estar aguardando en casa.
Tenía la sensación de que la estabilidad no era su estilo de vida.
Cuando Zechs bajó del auto y se encontró de frente con un enorme edificio, supo que había llegado a su destino final.
-Bienvenido a las empresas Marquise. -Comunicó Bautista, quien le señaló con una sonrisa la puerta de entrada.
No vaciló en avanzar pero si sintió un pequeño estremecimiento de ansiedad en su interior.
Al adentrarse en la enorme construcción se percató de las sonrisas y saludos que le dirigían.
Su personal le daba la bienvenida con bastante familiaridad y se sintió más seguro cuando entró en el ascensor.
-Se que debe sentirse un poco confundido, pero ya verá que poco a poco vuelve a habituarse al ritmo de trabajo.
-¿Qué se supone que hago realmente aquí? -Inquirió mirando los ojos negros del hombre a su lado.
-Ya se lo había dicho. Trabaja en remodelaciones para el software y algunos otros proyectos que accionistas, socios comerciales, países y colonias le piden tras exhaustivas discusiones. Jamás hace algo sin consultarlo antes con el joven Duo o conmigo.
-Comprendo. -Asintió Zechs sin hacerlo en realidad. Pensaba que tanto protocolo era inútil.
-Pero no se desespere. Ya verá que entrando en contacto con su trabajo, se relaja y deja que todo fluya con regularidad.
Bautista palmeó con fraternidad la espalda del rubio, quien agradeció el tenerlo a su lado.
Si hubiera estado solo, no habría sabido que hacer.
Al llegar a su despacho, tras saludar al personal que laboraba en esa sección, se sintió un poco sobrecogido.
Aquella habitación era un mundo, y había en él miles y miles de documentos y cosas pendientes por hacer.
Realmente era bastante importante.
-Antes que nada póngase cómodo y tómese un momento para respirar. -Aconsejó Bautista cuando miró la indecisión en lo movimientos del rubio.-Es complicado, pero nada del otro mundo. Se lo aseguro.
Con un poco de renuencia Zechs hizo lo que el hombre le indicaba, sentándose tras el escritorio de cristal que se encontraba en medio de aquel enorme privado.
-Ahora, ¿listo para comenzar?
El barón asintió tardíamente, pero más valía tarde que nunca y así, bajo las instrucciones de Bautista, se sumergió en el detallado y delicado mundo del Software de seguridad más importante del planeta.
Duo miró por la ventana por tercera vez en ese minuto. Algo había en su sistema que no podía quedarse tranquilo con nada.
Él habría querido ir a las empresas con Bautista y su esposo, pero no, tenía que quedarse a descansar, algo que simplemente no estaba en su naturaleza hacer.
Pero Zechs le había lanzado esa mirada decidida que lo había hecho flaquera de inmediato y comprendió que ante ella, no podría hacer nada jamás.
-¿Se encuentra bien, joven Duo?
El aludido asintió, girándose para mirar a la señora regordeta y de simpáticas facciones que le llamaba.
-Si, gracias Señora Thezz.
-Me alegro. Recuerde que debe tomar sus medicinas. Me preocupa su salud.
En aquellos días Duo había visto en esa dama una gran bondad y real preocupación para con él y su esposo.
-No se preocupe. -Sonrió agradecido.-Las he estado tomando y me siento mucho mejor.
-Me alegro mucho. El doctor Lanz vendrá en estos días para revisarlos a usted y al señor Marquise.
-¿Vendrá hasta acá? -Inquirió curioso el muchacho.
-Así es. Bautista insistió en que él continuara su revisión. Y aquí entre nos, la cantidad de dinero que le da por viajar de Francia hasta aquí es bastante considerable.
El tono confidente de la mujer hizo sonreír al muchacho quien asintió a ello.
-Entonces lo esperaremos. Parece una buena persona.
-Bautista dice que es un médico muy competente, así que si él lo dice yo le creo.
-Al parecer Bautista tiene bastante autoridad aquí. -Inquirió sin enfado, solo por esa simple curiosidad que advertía en él.
-Oh si. -Sonrió la mujer, acercándose para reacomodar las cortinas que comenzaban a desajustarse.-Es un hombre muy responsable que siempre está al pendiente de usted y el señor Marquise. Aun en vida el padre de su esposo, que en paz descanse, le tenía mucha confianza. Persona más razonable y servicial no encontrará nunca.
La dama hablaba con verdadero deleite sobre Bautista y eso le dio más en que pensar.
-¿Entonces dice usted que el padre de Zechs le tenía confianza?
-Mucha. De ahí que sabe el funcionamiento de las empresas y de los negocios del señor Marquise.
-Comprendo. -Murmuró el castaño al sentarse en el sofá floreado a su lado.
-Entonces mis padres también le tenían confianza. -Afirmó con seguridad.
-Mucha. -Ambas familias se conocían desde hace muchos años y yo, que llevo al servicio de esta casa más de dos décadas, puedo asegurarle que si los vieran a usted y al señor Marquise, se sentirían sumamente agradados con su enlace.
Duo sintió las mejillas enrojecer. Le pasaba siempre que pensaba en Zechs como su esposo.
-Bueno…tal vez tenga razón.
-No se preocupe, joven Duo. Su memoria regresará muy pronto y verá que la vida que lleva es realmente grandiosa.
Duo quería creerle a esa bondadosa mirada verde que lo veía con ternura. Pero aun había tantas cosas que no encajaban.
-¿Me…me podría entonces hablar de mis padres?
La señora Thezz asintió sin perder su sonrisa y con toda confianza se sentó frente a su patrón.
-Digamos que el difunto barón Marquise conoció a su padre, Neail Maxwell en uno de sus viajes a Norte América.
-Oh, ¿así que soy norteamericano?
-De raíces. -Explicó la mujer con paciencia.-Su padre se mudó a L2 después de que su abuelo consiguió un buen trabajo en las colonias. Así que ahí nació usted.
El trenzado asintió. Bautista les había explicado todo lo referente a las colonias y su actual independencia pacífica.
-Pero les gustaba mucho viajar a Norteamérica y ahí fue cuando después de unos negocios, su padre y el difunto barón Marquise se amistaron.
Desde entonces pasaban largas temporadas en esta casa. Fue así como usted y el señor Zechs llegaron a conocerse y a amarse mucho.
Nada más era cuestión de mirarles a los ojos para descubrir un gran amor.
Duo volvió a sonrojarse pero le agradaba escuchar de labios de esa mujer la historia que también con anterioridad Bautista les había contado.
-Fue muy trágico saber de la muerte de sus padres, pero mucho más lo fue enterarnos del deceso del barón Marquise. Fue un terrible año. -Suspiró la dama con pesar.
-¿Entonces los padres de Zechs y los míos murieron el mismo año?
-Así es. Una catástrofe que se extendió en todo el mundo. Aun conservo varios diarios, por si alguna vez quiere leerlos.
El trenzado asintió pero no estaba seguro de querer leer algo que de solo pensarlo le hacía doler el estómago.
-¿Y qué pasó entonces con Zechs y conmigo?
-Bueno. Con la muerte de sus padres el barón Marquise lo trajo a vivir aquí, obviamente. Ningún familiar quiso hacerse responsable de usted.
Eso si apesadumbró un poco al castaño.
-Pero no ponga esa cara. Los señores Marquise lo adoraban. De lo contrario no lo habrían admitido, ni rescatado el capital que su padre le dejó.
Duo vislumbró una pequeña sonrisa, sin embargo el enterarse de que ningún familiar había querido responder por él cuando más lo necesitó, le hizo recapacitar que, excluyendo a su esposo, verdaderamente estaba solo en el mundo.
-Meses después vino el otro trágico accidente y bueno, el señor Zechs tuvo que hacerse cargo de todo de inmediato; pero siempre contó en todo momento con su apoyo.
-Después de eso nos…nos…¿casamos? -Inquirió, procurando que su voz sonara normal.
-Un par de años más tarde decidieron casarse, pero como aun eran menores de edad, optaron porque el señor Marquise cumpliera la mayoría para ayudarle a usted a tramitar el acta.
Fue una celebración bellísima. Aun la conservo en mi memoria.
El trenzado suspiró y sonrió. Le habría gustado recordar aunque fuera, su boda.
-Desde entonces ambos trabajan y viven su vida de manera tranquila. No le mentiré al decir que todo es felicidad completa, pero en mi opinión, matrimonio más estable y bello no puede existir.
-Pero…¿qué dijo la sociedad con respecto a eso? Digo… -Se corrigió ante la mirada inquisitiva de la mujer.-¿No hubo escándalo o…algo?
-¿Por qué lo pregunta? Ustedes son figuras públicas, es verdad, pero no hubo ningún problema o percance.
Cierto que hay medios amarillistas que trataron de empañar la nota con desgracias, pero lo que uno ve no lo cuestiona.
-¿Y qué es lo que ve?
La señora Thezz se incorporó y le sonrió al muchacho que aguardaba con nerviosismo la respuesta.
-Amor, joven Duo. Un amor llano y puro que no se ve todos los días.
El corazón del castaño latió rápido y ni siquiera notó la sonrisita que se escapó de sus labios.
-En fin. Si no se le ofrece nada iré a vigilar que la comida esté lista muy pronto. No sabe lo que he sufrido al tener nueva cocinera. Es un desastre.
Duo rió ante la lamentación de la mujer pero apenas se retiró, expulsó todo el aire que almacenaba en los pulmones.
-Un amor que no se ve todos los días. -Repitió y por alguna razón lo creyó, pues las palabras y las fotografías no podían mentir.
Después de meditaciones y de comenzar a danzar de nuevo por toda la sala y la terraza, Duo volvió a recibir, más tarde, la visita de la señora Thezz, quien le informaba sobre alguien que deseaba verlo.
Como era de esperarse, el trenzado se tensó un poco, pero con la cordialidad que hasta ese momento había demostrado, asintió en recibir esa inesperada visita.
No conocía a nadie, o al menos no recordaba a nadie y el simple pensamiento lo hizo sonreír con gracia.
-Obvio, no recuerdas nada.
Apenas terminar la frase, la puerta de la sala volvió a abrirse, revelando la figura de un muchacho, quien con paso elegante y decidido llegó hasta él.
-Yo…
-Gracias a los cielos estás bien Maxwell. ¿Qué planeabas haciendo que todo el mundo se preocupara?
El trenzado se quedó con el brazo derecho estirado. Aquel joven de rasgos orientales y negra y larga cabellera, lo observaba con perspicacia desde su rígida postura.
-Yo…no…
-¿Vas a saludarme, o sólo continuarás tartamudeando?
Duo frunció el entrecejo, pero no tuvo tiempo de agregar nada, pues los brazos del chino ya estaban alrededor de su tronco.
-No debería estar haciendo esto, pero que conste que solo lo haré esta vez. Realmente me preocupaste, Maxwell.
-Yo…si…no…
-Cuando escuché en los noticieros que tu jet se había caído, pensé lo peor. No fue hasta ahora que me vuelvo a enterar por los medios de que estás bien.
-Si…que…bueno que…
-¿Y Marquise? ¿Dónde está ese cabeza hueca? Debo decirle también unas cuantas cosas antes de saludarlo como es debido.
-Pues él esta…
-Pero vamos, ¿acaso te cortaste la lengua en el accidente? Cosa que alabaría realmente, librarías al mundo de tu insistente charla.
El chino rió con deleite y eso lo aprovechó Duo para zafarse del repentino abrazo y guardar su distancia con el recién llegado.
No se sentía cómodo.
-En primera. -Habló sin tropiezos.-No me cortaron la lengua y en segunda…¿quién es usted?
El chino tardó un poco en responder. Repentinamente el trazo de felicidad sobre sus duros rasgos se congeló, disolviéndose cuando asintió con la cabeza.
-Lo olvidaba. Discúlpame por favor. -Habló, esta vez mucho más sereno.-Olvidé que habías perdido la memoria.
-Si, eso exactamente estaba apunto de decirle cuando me…me…abrazó.
Sin esperarlo el chino echó a reír, haciendo que Duo volviera a fruncir el entrecejo.
-Pero no cambias ni amnésico, ¿verdad? Siempre demandando respuestas cuando ni estas seguro de nada. Bien. -Aclaró tranquilizándose de improvisto.
-Me presentaré entonces. Mi nombre es Wufei Chang y como notarás por la confianza que empleo al hablarte, soy tu mejor amigo.
Eso si que no lo esperaba y la cara de confusión del trenzado se lo hizo saber al chino.
-Pero no pongas esa cara Maxwell, ya se que no soy del tipo que tendría una amistad contigo, pero lamentablemente así es.
-Mi…¿mi amigo?
-¿Te quedaste sordo a caso?
El castaño movió negativamente la cabeza. Más sorpresas cuando aun no se acostumbraba a nada.
-Bien, entonces siéntate hombre, ¿o te la pasarás así parado sin hacer nada?
Se dejó caer simplemente, mirando cómo el chino tomaba asiento frente a él.
Duo no podía aun digerir aquella sorpresa. Su mejor amigo acababa de llegar y por lo que él le había dicho, realmente no esperaba tener uno, ni mucho menos como él.
-Pero tampoco pedía un esposo. -Murmuró, observando las facciones del muchacho de cabello y ojos negros.
Su lenguaje era educado pero ciertamente guardaba mucha distancia con él.
Parecía elegante, su traje negro se lo hacía saber y además estaba ese enigma que toda la presencia del chino producía.
-¿Y bien? ¿Qué deseas saber?
-Pues en realidad, todo. -Admitió desconcertado.-Nadie me dijo que tenía un mejor amigo ni mucho menos que…
-¿Viniera a visitarte? Es obvio. -Aclaró, admirando el decorado de la habitación.
-Pero como te dije, me enteré por los medios de que estabas de regreso en tu casa y quise venir a verte.
-¿Por los medios?
-Maxwell, Maxwell. Tú y tú remedo de esposo son figuras públicas, por si nadie te lo había dicho, y cuando se supo que habían sobrevivido, solo fue cuestión de horas para que se enteraran de que salían del hospital.
-¡Ah! -Exclamó con verdadero interés.-¿Y cómo supiste de que estoy…?
-¿Amnésico? Bautista me lo dijo. -Confirmó el chino, volviendo a adoptar la seria actitud de un principio.-Él jamás me habría dejado venir sin antes prevenirme de todo. Te confesaré que no podía creer que tú hubieras perdido la memoria, pero cuando me confirmó que también Zechs lo había hecho…sí que me llevé una gran sorpresa.
-Ni que lo digas. -Bufó el castaño tras cruzar los brazos.-Todo esto es una locura. Es enterarse día con día de cosas nuevas, y también de pelear con la idea de creer o no en lo que me dicen. Es realmente agotador.
Wufei sonrió discretamente al mirar con detenimiento a su amigo.
-Me lo puedo imaginar. Sin embargo no me dirás que te quejas de esta vida, ¿verdad?
Duo miró las negras orbes del chino, quien indagaba con bastante seriedad.
-No. ¿Cómo podría? Te diré que es muy graciosa esta situación, pero jamás podría quejarme de algo que no puedo recordar.
-Tan elocuente como siempre. -Inquirió el chino tras sonreír un poco.-En fin. Por lo visto tenemos que empezar de nuevo, así que te diré algunas cosas sobre mi y nuestra amistad, ¿te parece?
El castaño asintió aun con el cosquilleo que le causaba enterarse de que tenía un mejor amigo y nadie se lo había mencionado.
Wufei entonces comenzó relatándole que radicaba en L5, donde su clan había habitado desde hacía muchos años.
Le dijo que tras haber recibido el cargo de mejor guerrero, se había embarcado en la búsqueda de nuevos conocimientos y horizontes, encontrándolo en L2, dónde había hecho escala por casualidad.
Le confesó que su padre, jefe de su clan, era dueño también de una de las mejores colecciones Chinas jamás vistas en todos los tiempos y que se dedicaba a exponerlas en los más importantes museos de la tierra y las colonias.
Le habló de su amistad y del como Neail Maxwell había contribuido con varios artefactos Chinos que se creían perdidos. Desde entonces su amistad había nacid, y aunque existían entre los dos notables diferencias en todo, la relación afectuosa y de amistad que se había forjado era simplemente irrompible.
-Cuando volví a L5 me encontré con la noticia de que padre deseaba aliarse a una compañía con visiones futuristas bastante buenas. Ahí fue cuando tú también entraste en acción.
-¿Yo? -Preguntó Duo sorprendido, sorbiendo detenidamente el té que la señora Thezz les había llevado.
-Así es. Padre hablaba sobre la compañía del Barón Marquise y por azares del destino tú conocías a la familia. Te confesaré que me llevé una gran sorpresa, pero solo bastó ver a tu esposo para saber el porqué de tu insistencia de venir a la tierra tan seguido.
Duo no tuvo que preguntar sobre las deducciones del chino, él ya las intuía.
-Fue agradable establecer alianzas con la ahora empresa de seguridad más grande del mundo, pero más agradable fue saber que querías casarte con el menor de la dinastía.
-¿Entonces tú ya sabías que yo estaba…?
-Por supuesto. -Afirmó el chino quien sostenía su taza con refinada elegancia.
-Después de conocer a tu ahora marido, me hablaste de los sentimientos que tenías por él y de que maravillosamente eras correspondido. No me sorprendió para nada que te hayas enamorado de Zechs Marquise, al contrario, me alegré bastante con ello y así fue como comencé también a tratar a tu ahora esposo.
-¿Entonces él también es tu amigo?
-No creo que lleguemos a tanto. -Reveló el chino adoptando una pose más seria.-Jamás te lo dije, pero cuando le mencioné que era tú mejor amigo…se puso celoso.
El castaño casi se atraganta con el té.
-¿Se puso celoso?¿De ti?
-Si Maxwell, de mi.
El tono de Wufei se vislumbró un poco ofendido por lo que Duo prefirió no agregar nada más.
-Él pensó que como pasábamos tanto tiempo juntos, podía existir algo entre nosotros. Así pues, me retó a varios duelos con espada que al final y por consideración hacia tí, yo perdí.
Obviamente comprenderás que mi ascendencia me hace un virtuoso espadachín, pero bueno, no deseaba que lloraras sobre los restos de tu futuro consorte.
El chino al parecer tenía un gran orgullo y un negro sentido del humor, y el castaño se alegró realmente de que no hubiera destrozado a su esposo.
-Aunque debo afirmar que tu marido es muy bueno con el florete, pero bueno, el asunto es que estás aquí, casado con él y lo demás sobra.
-¿Y tú asististe a mi boda?
-Fue el acontecimiento del año, Maxwell. Jamás me lo habría perdido.
Duo sonrió al saberse amigo de tan peculiar muchacho. Después de lo que le había relatado era obvio el porqué lo había elegido como mejor amigo.
Era sofisticado y gracioso, dependiendo del punto de vista con que se vieran las cosas, pero lo importante era ese sentimiento de amistad que tenía para con él.
Si antes llegó a sentirse un tanto solo, ya no más.
Tener un amigo en quien confiar y en quien apoyarse bien valía las memorias del mundo.
Se alegraba de que Wufei Chang estuviera con él en tan importante momento de su vida.
Esa noche cuando Zechs y Bautista arribaron, la noticia de que el mejor amigo de Duo había ido de visita fue escuchada con mucha atención por el rubio, quien había tenido un día sumamente estresante al tratar de poner en orden todo lo pendiente.
-Eso es excelente joven Duo. Sabía que el señor Chang lo haría sentir mejor.
-Si, bastante.
-Lamento no haberle dicho nada, pero él me pidió que todo fuera sorpresa.
-Y fue muy agradable. Lamentó no haberse quedado a cenar, pero me dijo que después vendría de nuevo para que Zechs lo "reconociera".
El rubio enarcó una ceja. Aquel juego de palabras realmente le molestaba. No solo por el "amigo" de su esposo, sino porque durante todo el día había estado tratando de "reconocer" todo a su alrededor.
-Por lo visto el color te ha regresado al rostro. -Inquirió el rubio cuando Bautista hubo abandonado el comedor.
-¿Tú crees? No me había dado cuenta. Lo que sucede es que estuve bastante entretenido charlando con Wu-Chan.
La leve molestia en el pecho de Zechs cuando escuchó sobre ese amigo de Duo, se acrecentó sobremanera cuando este lo llamó "Wu-chan". Si mal no tenía entendido, esa era una muestra de demasiada confianza que realmente no le gustó del todo.
-¿Sucede algo Zechs?
-Nada. Solo estoy cansado. Me iré a costar.
-Yo quería seguir charlando de todo lo que Wufei me dijo. -Inquirió el castaño con un puchero.
-Ya lo harás mañana. Después de todo dijo que volvería a venir, ¿no?
El trenzado asintió, mirando a su esposo incorporarse de la mesa.
-Entonces invítalo a comer un día de estos. A ver si por fin conozco a tú "Wu-Chan". Buenas noches.
Y Zechs Marquise caminó hasta su habitación sin mirar el rostro desconcertado de su esposo.
El rubio no había querido ser grosero, pero algo que no comprendía le había obligado a actuar de esa manera.
Duo por su parte continuó cenando. Tal vez el rubio había tenido un día muy pesado en la empresa.
Hasta ese momento Zechs había sido siempre todo oídos para él, pero como Wufei le había dicho: su boca era demasiado parlanchina.
-Ya haré algo para que se contente. -Se dijo, ensartando con dificultad una legumbre con el tenedor.
Había sido un día de muchas sorpresas y aun quedaban más.
El eco de pasos por el solitario corredor se detuvo junto a una puerta, a la cual tocaron con lentos movimientos.
-Adelante. -Respondió una voz gruesa y varonil, sabiendo a la perfección de quién se trataba.
-Señor. -Inquirió una voz de mujer con bastante respeto.-El diario de esta tarde.
El hombre que permanecía contemplando el vasto jardín a su espalda se giró, sonriéndole a la mujer que solo vivía para él.
Con elegantes movimientos tomó el diario, mientras depositaba su copa de ajenjo sobre el escritorio de caoba.
Sin mucho esfuerzo buscó con atención las noticias de esa tarde, manchándose los guantes blancos con la tinta de impresión.
Al final encontró lo que buscaba y tras una sonrisa satisfecha leyó en voz alta:
-"Millonario y su esposo regresan a su vida normal después de su desagradable accidente. Es solo cuestión de tiempo para que sus negocios retomen el control del mercado".
-Fascinante. -Objetó, volviendo a tomar su copa.
-¿Todo es de su agrado? -Preguntó la mujer sin apartarse un segundo del hombre.
-Por supuesto. Debemos prepararnos entonces para enviarles nuestros cordiales saludos a la feliz pareja. No podemos permitirnos que se olviden de nosotros, ¿verdad?
La decidida mirada de tonalidades azules del hombre hizo asentir a la mujer, quien tras una respetuosa inclinación de cabeza salió de la habitación, haciendo sonar de nueva cuenta los tacones de sus zapatos.
-Ahora, a preocuparnos por nuestro otro asuntito. Esperemos que las cosas no se compliquen demasiado.
Pronunció sonriente, mirando la fotografía de Zechs Marquise y Duo Maxwell en el diario vespertino.
Continuará…
Bueno, se que hay muchas dudas del por qué he cambiado tan drásticamente la historia.
Aun así les aseguro que se resolverá a su tiempo y que era debido hacerse así para que la historia tomara un curso diferente
Agradezco de todo corazón a las personas que leen este fic y sobre todo que se toman su tiempo para darme un review.
Realmente se los agradezco porque esta historia es diferente a lo que hago y totalmente especial.
Nos vemos en el próximo capitulo y bueno, ya verás mas sorpresas.
KLF
