Capítulo 11. Reflexiones

Kakuzu avanzó rápidamente hacia donde estaba Ino, al mismo tiempo que se quitaba por completo la máscara, dejando al descubierto su cabellera negra. Ino intento moverse hacia el otro lado de la cama por la parte izquierda para huir, y, con un poco de suerte, conseguir llegar al baño y encerrarse dentro. Pero él fue más rápido y la cogió de la muñeca cuando estaba a punto de levantarse de la cama, y de un tirón la volvió a tumbar. Sin darle tiempo a reaccionar se colocó encima de ella y le sujetó ambos brazos y se los puso por encima de su cabeza.

- ¿Qué pretendes? -ella forcejeaba con todas sus fuerzas, pero las manos de Kakuzu la aprisionaba con tanta fuerza que no logró moverse ni un centímetro.

- No permitiré que os riais los dos de mí, y tú vas a ser la primera en recibir tu merecido -sin más se abalanzó sobre su cuello.

Kakuzu besaba, chupaba y daba pequeños mordiscos a la piel blanca y suave del cuello de la rubia, mientras ella forcejeaba al mismo tiempo que ahogaba los gemidos que el moreno le provocaba. Ella se quejaba y le decía una y otra vez que no sabía a qué se refería y le suplicaba que la soltara, pero no él no la hacía caso y cada vez que ella abría la boca aprovechaba para besarla. Sus besos eran salvajes, húmedos y apasionados y duraban lo suficiente para dejar sin aire a ambos, por lo que al separarse los dos jadeaban con ansiedad. Llegó un momento en que el cuerpo le pedía más y fue entonces cuando se irguió y estando sentado encima de ella, cogió su camiseta con ambas manos y tiro de la prenda rompiéndola por la mitad. Lo mismo ocurrió con el sujetador de Ino y sus pechos quedaron totalmente expuestos ante el ardiente deseo del hombre. Sin perder ni un segundo, agarró los pechos de Ino y los masajeó con movimientos circulares y certeros, y con sus dedos aprisionaba sus pezones y los apretaba haciendo que ella emitiera sonoros gemidos. Oírla gemir solo encendió aún más a Kakuzu, que casi instantáneamente dirigió su boca al seno derecho y comenzó a chupar y succionar el pezón, dando a la vez pequeños mordiscos que producían descargas de placer y que se traducían en gemidos cada vez más continuos. Este proceso lo repitió con ambos senos, mientras que su lengua se encargaba de uno su otra mano atendía al otro, e incluso en ocasiones combinaba ambas técnicas para enloquecer de placer a la mujer que había bajo él y que, en ese momento, no hacía más que agarrar las sabanas y morderse los labios.

Ino había intentado zafarse de Kakuzu en el momento en el que entró, pero no tenía fuerzas suficientes para hacerlo y ahora que estaba tan fuera de sí menos todavía. Ni siquiera ella era dueña de sus pensamientos en ese momento, al principio quería que él se detuviera a toda costa y ahora, el placer que le provocaba Kakuzu era tan grande que había perdido el control de sí misma. No era capaz de reprimir sus gemidos y ahora que estaba tocando y besando sus pechos con esa maestría, mucho menos. Puede que Kakuzu no fuera el más atractivo de los hombres que conocía, pero sin duda conocía perfectamente la anatomía femenina y sabía muy bien dónde dirigir sus atenciones. Una parte de ella le decía que esto estaba mal, pero otra parte de ella disfrutaba de esas pecaminosas sensaciones y necesitaba más. Habría sucumbido al deseo si no fuera por el fuerte olor a alcohol que desprendía Kakuzu y la rudeza que comenzaban a adquirir sus acciones a medida que crecía su excitación. Se notaba que ya se había cansado de quedarse en la parte de arriba y comenzaba a bajar, construyendo un sendero de besos y caricias hasta el ombligo de Ino, caricias cada vez más demandantes y desesperadas.

Sin embargo, había algo raro en la forma de actuar de Kakuzu cuando comenzó a bajar por la tripa de Ino. Sus movimientos se volvían pesados e Ino sintió que algo iba a ocurrir en ese preciso momento. No tuvo que esperar mucho. Basto que Kakuzu comenzara a bajarle las bragas a Ino, para que se desplomara encima de ella, con la cabeza apoyada directamente en la intimidad de esta. Ino se asustó ante esa repentina acción y se irguió quedando sentada en la cama con él encima. Entonces ella dirigió la mano hacia la cabeza de Kakuzu apartándole en pelo y fijándose en la expresión de su rostro.

- Esta dormido -dijo para sí Ino.

Era sorprendente que después de todo el forcejeo, se quedara dormido como si nada. Sin duda se debía al efecto del alcohol, aunque interiormente quizás Ino hubiese deseado que no se durmiera…

A LA MAÑANA SIGUIENTE…

Kakuzu comenzó a despertar, observó a su alrededor y se dio cuenta de que esa no era su habitación, miró a un lado y la vio a ella, con una expresión de paz en el rostro que se reflejaba en sus relajadas y tranquilas facciones. Era sin duda una de las mujeres más bellas que había visto, sintió deseos de acariciarla, pero en ese mismo instante recordó de sopetón todo lo ocurrido la noche anterior. Al instante él se irguió rápidamente y sintió un punzante dolor de cabeza, sin duda producto de la borrachera de anoche y que hacía mucho que no sentía.

Ino se despertó en ese momento y no pudo evitar dar un respingo. Kakuzu pensó que ella le insultaría, abofetearía y quien sabe que más. Para su sorpresa, Ino lo miro fríamente, con una mezcla de indiferencia y desprecio, una mirada que Kakuzu jamás habría imaginado en ella y sin dirigirle la palabra se levantó y se metió en el baño. Esa gélida mirada petrificó a Kakuzu, algo grave debía haber hecho para que ella estuviera así, pero por mucho que lo intentara no conseguía recordar los detalles. Sabía que había entrado en la habitación dispuesto a hacerla suya y fue consciente de todo hasta que comenzó a besarla. Los fuertes impulsos de lujuria que le dominaron en ese momento, nublaron por completo el poco sentido común que había dejado el alcohol y le impedían recordar lo que sucedió después. Entonces solo se le ocurrió una cosa: la había violado. No pudo resistir ni un momento más, se vistió y sin perder tiempo se marchó de la habitación de Ino.

Ella que aún continuaba en el baño, había escuchado el ruido de la puerta y dedujo que Kakuzu se habría marchado de la habitación. Estaba enfadada con él por lo que había intentado hacerle y además estaba algo asustada. Estos roces que se producían entre ellos no eran normales y si seguían así acabarían yendo a mayores. Había tenido suerte de que se hubiese quedado dormido, pero sus abusos se volvían cada vez más violentos y no parecían que fueran a detenerse. Si esto continuaba así acabaría mal, muy mal. Ella nunca estimo demasiado a Kakuzu, y aunque a veces durante la misión le pareció que podía tener algo bueno en el fondo, esos pensamientos desaparecieron de su mente en el momento que Kakuzu entró a su habitación borracho y con aquellas intenciones. Para ella todo resquicio del buen carácter que podría llegar a tener Kakuzu se habían desvanecido y en este momento hasta Hidan le parecía mejor persona que él. Le detestaba, le temía, no quería tenerlo cerca, por eso lo mejor sería hablar con él lo mínimo posible. Y aunque pareciera que en algún momento disfrutó de sus caricias, profirió un gesto de asco y desechó completamente la idea. Cuando Kakuzu cayó dormido encima de ella, lo hecho a un lado e inmediatamente buscó algo que sustituyera la prenda que le había arrancado. Le hubiese echado de la habitación, pero era demasiado pesado y la idea de que la vieran sacándole de su habitación a rastras, tampoco la convencía. Opto pues por echarle a un lado e intentar dormir, cosa que no hizo en toda la noche, por si despertaba. Solo consiguió concebir el sueño cuando ya estaba amaneciendo. Y esta mañana cuando le vio, no pudo evitar mirarlo con el mayor de los desprecios. Solo había algo que le picaba la curiosidad y era lo que Kakuzu le había dicho antes de abalanzarse sobre ella.

FLASH BACK…

- Si fuera él, no te molestaría tanto -las palabras de Kakuzu fueron acompañadas de un incrédulo ¿Qué?, de Ino. – Pero yo soy mejor que él, y ahora…

(texto)….

(texto)….

- No permitiré que os riais los dos de mí, y tú vas a ser la primera en recibir tu merecido

FIN DEL FLASH BACK.

¿Quién era el hombre al que se refería?, ¿Qué es lo que había hecho para reírse de él?, eran preguntas que rebotaban en la cabeza femenina una y otra vez, pero decidió no darle más vueltas y darse un baño {un baño es la única forma que tenia de relajarse Ino, pues no la dejaban salir afuera a pasear pues aún no se fiaban de que no escapara}. Una cosa si quedaba clara, ante sus ojos Kakuzu había quedado como un monstruo y así sería siempre.

EN LA HABITACIÓN DE KAKUZU…

Kakuzu se sentía muy pesado, por una parte, estaba el punzante dolor de cabeza que tenía debido a la desorbitada ingesta de alcohol del día anterior y, por otra parte, los remordimientos que le estaban carcomiendo por dentro. Es cierto, que como ninja de la villa de la Cascada y como Akatsuki había tenido que ejecutar misiones auténticamente atroces, pero en ninguna de esas ocasiones había incluida una violación. Fuera de lo que pudiera parecer por el carácter frío y frecuentemente violento de Kakuzu, el desaprobaba esos comportamientos y detestaba con suma furia tanto a violadores como a pederastas. Ahora él mismo se veía como un violador asqueroso y cargaba con un enorme saco de culpa. Se reprochaba una y otra vez su comportamiento. Sin duda, si en lugar de ir a la habitación de Ino, hubiese ido tras Sasori y le hubiese matado, los sentimientos que sentiría en ese momento serían bien distintos. Pero en cambio había entrado a la habitación de Ino, le había arrancado la ropa y la había violado impunemente. La mirada fría y llena de rencor que le dedico la mujer, le había hecho ver la gravedad de lo que había hecho y si existía una ligera posibilidad de cortarle el camino a Sasori y ganarle la carrera, anoche el mismo se amputo sus propias piernas. Ahora que Ino le despreciaba, el muro que separa a esta de Sasori se había convertido en un pequeño hilillo de piedras. Con Kakuzu pareciendo un monstruo ante los ojos de ella, el pelirrojo acabaría pareciendo un ángel y todo lo que hiciera Kakuzu para desacreditar a Sasori no sería tomado en serio por ella. Tampoco podía amenazarla para que no se le acercara pues solo acabaría por perjudicase a sí mismo y parecer aún más despiadado. Para otros hombres, el camino para conquistarla podía pasar por ser amable y cariñoso con ella, lo cual era imposible para él por dos razones. La primera porque para Ino, Kakuzu era un violador violento y un cambio brusco en su comportamiento la alertaría y la haría desconfiar. Y, en segundo lugar, él nunca había sido un don Juan y la verdad es que, desde ese punto de vista, siempre había sido bastante tímido y taciturno, lo que chocaba de pleno con el desparpajo y la galantería de Sasori. Solo se preguntaba qué pasaría a partir de ahora.

EN LA HABITACIÓN DE INO…

Se encontraba ahora tumbada en la cama mirando al techo pensando en lo que había pasado cuando alguien toco a la puerta.

-Adelante está abierta -lo dijo levantándose de la cama.

- Hola Ino

- ¡Sasori! ¿Qué haces aquí?

- Solo quería saber cómo estabas, como ayer no te tomaste algo conmigo porque estabas cansada. Pero espero que hallas descansado suficiente para no negarte hoy.

- Lo cierto, es que no me dormido muy bien -mirando al suelo

- ¿Por qué? -la miro y vio que tenía la mirada perdida, ladeo la cabeza -Acaso, ¿ha sucedido algo esta noche?

- ¡NO! No, claro que no -dijo con una risa fingida.

- ¿Estás segura? -él se acercó a ella y le pregunto con su mano puesta en la mejilla de la chica y la levanto la cabeza para que lo mirara.

Sin duda Sasori era un hombre muy joven y guapo, y sus modales eran muy educados para ser un akatsuki. Se portaba muy bien con ella y era muy considerado. En cierto momento, pensó en contarle lo sucedido con Kakuzu la noche anterior, pero decidió no meterse en líos y se quedó callada. Se quedó mirándolo fijamente, hubo un silencio largo en el que Sasori fue acercándose poco a poco al rostro de la chica. Sus labios estaban a punto de juntarse, pero Ino miro hacia un lado en el último momento haciendo que el beso del hombre cayera en su mejilla.

- ¿A qué has venido Sasori?

- A invitarte, y esta vez no acepto un no por respuesta -dijo sonriéndole de forma encantadora y cogiéndole la mano.

Los dos se fueron por el pasillo sin darse cuenta que Kakuzu les había visto salir del cuarto cogidos de la mano.

EN LA HABITACIÓN DE KAKUZU…

Cerró la puerta después de ver a la "feliz pareja" alejándose por el pasillo y no pudo evitar sentir como un fuego interior le carcomía por dentro y subía poco a poco a hasta su cabeza. Una vez que subió hasta su cabeza, explotó y tiro de golpe el escritorio al suelo.

- ¡Maldito cabrón! -dijo al tiempo que el mueble caía al suelo.

Ese tipo no perdía el tiempo para avanzar en su relación con Ino y eso estaba empezando a desestabilizar la frialdad que siempre demostraba Kakuzu. Él siempre había conseguido dominar bien sus pasiones, pero en este momento era incapaz y se comportaba como un adolescente al que acababan de quitarle la novia en frente de sus amigos. Es cierto que no podía llamársele novios, pero para Kakuzu, las veces que ellos habían intimado {me refiero a los besos y tocamientos entre Ino y él, claro Jajaja} eran suficientes para que su cabeza maquinara una relación de ese tipo. La consideraba pues suya y no soportaba la cercanía de ningún otro hombre que no fuera él y por supuesto, tampoco podía tolerar que ella recibía con gusto la atención de otros. Por todo ello, no podía evitar dar patadas y golpes a cualquier objeto que pillara a su alcance, hasta que llegó al filo de la cama y se sentó. Apoyo sus codos sobre sus rodillas, ocultando su rostro con las manos y arrastrando estas hasta su nuca. Luego apoyó las manos en la cama, con la cabeza mirando hacia arriba.

Aunque no quisiera admitirlo, no podía culpar a Ino, ella era una mujer joven y bonita y era natural que se sintiese más atraída por un hombre como Sasori, que lo superaba a él tanto en juventud como en belleza. Además, Sasori era más galante que él y sus buenos modales le allanaban mucho el camino cuando se trataba de mujeres. Eso no quería decir que fuera un santo, más de una vez Kakuzu oyó historias sobre Sasori o incluso llegó a observarle haciendo alarde de sus dotes de don Juan con otras mujeres, que posteriormente abandonaba sin el menor miramiento, solo para divertirse. Por eso, no podía evitar pensar, que para Sasori, Ino era una conquista más en su lista y que la desecharía como hizo con todas las demás mujeres que se le cruzaron, en cuanto consiguiera lo que quería. Por ello, no quería que él se la acercara. Bien es cierto, que, en su juventud, Kakuzu también había tenido romances pasajeros, pero esa etapa la dejó ya muy atrás, y en eso aspecto, era más maduro. Pero Sasori a pesar de ser más joven que él, haber dejado atrás la adolescencia {La edad de Sasori no está clara, pero en esta historia le pondremos que tiene 35 años} y ser un adulto, no había madurado mucho en este aspecto. Lo único que había conseguido en estos años era mejorar sus tácticas de seducción. Esto le dejaba en clara desventaja a Kakuzu, pues aparte de no tener ninguna de las cualidades de su rival había cometido el error garrafal de atacar a Ino. Se podría decir que su oportunidad con ella se había esfumado y aunque le jodiera no podría apartar a este de Ino. Sin más, se tumbó en la cama y decidió que, si hacia algo para detener a Sasori sería mañana, pues hoy estaba demasiado avergonzado consigo mismo para enfrentar de nuevo la mirada de la muchacha. Hoy no saldría.

EN LA VILLA DE LA ARENA…

- Ahora nuestra misión es llegar a la villa de la Hoja y prestar apoyo a la Hokage y sus ninjas -dijo una mujer con el cabello rubio y un gran abanico atado a la espalda.

- Que le dijo exactamente el Kazekage, señorita Temari -esta vez hablaba un ninja de la Arena llamado Suren.

FLASH BLACK (TEMARI)…

El Kazekage estaba reunido en su despacho con sus hermanos Kankuro y Temari. Hizo que ambos se acercaran al escritorio y sacó un pergamino que le dio a Kankuro para que lo leyera, aun así, Gaara, el Kazekage habló en voz alta:

- Hemos recibido este mensaje de la villa de la Hoja. Por lo visto los akatsuki han secuestrado a uno de sus ninjas, una mujer. Se llama Ino Yamanaka.

- ¡¿Ino?!, esa es la compañera de equipo de Shikamaru. ¿Por qué la han secuestrado? -dijo Temari sorprendida. Gaara iba a darle las explicaciones pertinentes, pero se interpuso Kankuro.

- Según el pergamino, es probable que la hayan secuestrado por los poderes mentales de su clan -dijo Kankuro señalando la parte del pergamino en la que venía dicha información.

- Efectivamente eso es lo que piensa la Hokage, aunque no hay que descartar que también estén detrás del biju de Naruto. Sea como sea, la aldea de la Hoja nos ha pedido ayuda para encontrarla a la mayor brevedad posible. Tal como explica la señora Tsunade en esa carta, es muy peligroso que una organización criminal tenga a su alcance ese tipo de jutsus, así que debemos actuar cuanto antes -dijo Gaara quitando las manos de la mesa y apoyándose en la silla.

- Entonces debemos ir a la aldea de la Hoja, (Shikamaru debe estar destrozado…) -dijo Temari con decisión.

- Apoyareis a la Hoja, pero no ireís a la villa. La Hokage ha solicitado nuestra ayuda para encontrar a Ino en las tierras circundantes a la frontera con la villa de la Hoja, ya que los ninjas de allí ya han empezado a inspeccionar toda la parte sur del país del Fuego. Creen que Akatsuki debe tener alguna base en el país del Fuego, en la parte sur lo más probable, el problema es que el país es muy grande y está por completo compuesto de frondosos bosques y escarpes, que dan muchos lugares donde esconderse.

- Por eso necesitan más apoyo -dijo Kankuro.

- Exacto, lo que haremos será dirigirnos hacia la frontera con la Hoja y barrer el territorio desde el suroeste, hasta que os encontréis con los de la Hoja. Yo no puedo moverme de aquí porque soy el Kazekage, por eso os encomiendo encarecidamente esta misión a vosotros. Espero que por el bien de todos encontremos a los Akatsuki. Ahora partid e informarme de todo lo que suceda.

FIN DEL FLASH BACK(TEMARI)…

-Eso fue lo que dijo Gaara, inspeccionaremos toda la parte suroeste de la Hoja, mientras que los ninjas de la Hoja comienzan a barrer el terreno por la parte noreste hacia nosotros. Los encontraremos en algún punto

- Espero que encontremos algún rastro de los Akatsuki -dijo una kunoichi de la arena que caminaba tras Temari.

- Eso espero -sentencio la propia Temari

No muy lejos de allí…

La arena del desierto se mecía con el viento, lo único que podía oírse es el sonido que producía la arena al moverse, hasta el silencio fue roto por unas campanillas que se escuchaban en la distancia. Poco a poco se fue dibujando en el horizonte una silueta, al principio nada podía distinguirse de ella, salvo que vestía una capa oscura. La ropa fue tornándose cada vez más nítida hasta que se vislumbraba unos estampados de nubes rojas. Era una mujer, con la capa de akatsuki y un sombrero con las campanillas que sonaban con cada paso que daba. Sin embargo, esa persona no parecía tener vida pues parecía más un títere, que otro controlaba desde alguna parte. De repente se paró en lo alto de una duna, desde la que se veía la entrada a la aldea de la Arena.

- Por fin hemos llegado, visitemos al Kazekage-la voz salía de los labios de la mujer, aunque no parecía pertenecerle a ella y cuando termino la frase, la akatsuki parpadeo y una especie de luz azul cruzó sus ojos como si de una técnica se tratara y sin más continuo su camino.