Saga de Kakuzu Capitulo 29. Cortando con el pasado.
Ryuu no daba crédito a lo que veían sus ojos. Ese hombre, ese hombre al que había matado en la cueva seguía vivo.
- Como es posible que estés vivo, Kakuzu…
- No tengo porque ocultártelo… -entonces Kakuzu comenzó su relato.
FLASHBACK DE KAKUZU…
Kakuzu estaba atado a los postes de madera, estaba buscando una salida a sus ataduras, pero las cadenas eran demasiado fuertes para romperlas. Estuvo observando detenidamente la cueva, pero no parecía haber nada a su alcance para ser utilizado. Tampoco tenía las manos lo suficientemente cerca la una de la otra para ejecutar ningún sello. No podría usar ninguno de sus jutsus, o quizás… Miro las suturas de sus brazos y se le ocurrió una cosa, el Jiongu. Tenía poco tiempo con este jutsu, pero lo poco que sabía de él, es que no precisaba de sellos para mover los hilos o para ejecutar jutsus básicos con los monstruos de su espalda. No llevaba camiseta así que si hacía salir uno de sus monstruos de la espalda no notarían la diferencia. El problema eran las máscaras que estos portaban. Sin embargo, estas solo eran un complemento del Jiongu y solo servían para proteger el corazón que había en su interior.
- (¿Podre sacar uno de mis corazones y dejar la máscara en la espalda para no llamar la atención?) -decidió intentarlo y salió de dudas – (¡Bien!) – pensó al ver que podía dejar el corazón por separado.
Debía darse prisa. Lo más inteligente sería esconderlo, y hacer creer a Ryuu que estaba en desventaja, hasta que averiguara sus verdaderas intenciones y lograba salvar a Harumi. Entonces, si el intentaba matarlo, le haría creer que lo había conseguido y en cuanto se descuidara, acabaría con él. Si por alguna casualidad remota, no tenía intenciones de matarle, utilizaría el monstruo que estaba libre para quitarle las cadenas y derrotar a Ryuu y sus secuaces. Así no solo lograría proteger a Harumi sino también a la aldea. Pero debía esconder bien ese corazón.
- (¿Dónde podría…?) -quedo unos minutos observando la cueva hasta que oyó unos pasos que se acercaban, produciendo un eco cada vez más nítido – (¡Viene alguien debo darme prisa!) -echo un último vistazo a la cueva y vio que muchas de las paredes, tenían grietas. Decidió pues esconderlo en una de ellas, con los hilos envueltos alrededor para protegerlo, para que no sufriera daño. Finalmente vio acercarse a Ryuu.
La ira le consumió tanto al verlo, que por poco echa a perder el plan de interrogarlo y le hubiera estrangulado con los hilos. Sin embargo, él no había llegado a ser un ninja de élite siendo idiota. Debía averiguar sus verdaderas intenciones. Tenía que averiguar que quería realmente, si quería atacar la villa. Pero primero debía asegurarse de que Harumi estaba bien, así que no dudo en exigirle que la llamara, a lo cual, él acepto. Si hubiera sabido lo que ella le tenía preparado, jamás hubiese pedido verla, pero lo hizo y sus confesiones le hirieron tanto daño que se olvidó por completo del plan. Tan destrozado estaba por su traición que ni siquiera tuvo fuerzas para levantarse y cuando Ryuu estaba dispuesto a matarle, fue una suerte haber decidido esconder un corazón fuera.
En ese momento, Ryuu creó una hoja de chakra alrededor de su mano y esbozando una malévola sonrisa, perforó uno a uno los corazones de su espalda. Tal fue su frenesí de apuñalamientos que le dio a Kakuzu que no notó apenas diferencia cuando atravesó la máscara vacía, pues a pesar de no haber corazón, si tenía algunos de sus órganos ubicados en ese lugar. Dejo su propio corazón para el final, sin embargo, a pesar del dolor que sentía, este no era nada comparado con la carga de la traición de Harumi. Aun así, se desplomó en el suelo. Ryuu por su parte creyó que estaba muerto y cuando este se fue esperó e hizo que su monstruo volviera a su interior. Quiso utilizar sus hilos para librarse de las cuerdas, pero oyó que unos ninjas se acercaban. Fingió entonces estar muerto y esperó que le rodearan. Por lo visto, Ryuu les había ordenado deshacerse del cadáver. Lo que ellos no sabían, es que él de cadáver tenía bien poco. Para cuando se dieron cuenta de ese matiz, Kakuzu ya los había matado. Salió sigilosamente de la cueva y siguió a los subordinados de Ryuu hasta su campamento.
FIN DEL FLASHBACK DE KAKUZU.
-Ya veo, seguramente has venido a vengarte… -su mirada se fijó levemente en Harumi y después regreso a Kakuzu -…de los dos.
- He venido a impedir tus planes…
- ¡Jajaja! No podrás hacerlo…tengo todo un ejército de ninjas, Kakuzu. No podrás hacer nada.
- De verdad estas tan seguro… -la seriedad en la mirada de Kakuzu hizó que Ryuu dejara de reírse.
- Pronto vendrán mis hombres y acabarán contigo y tu ridícula aldea…
- ¿Estás seguro de eso…? Yo dudaría de los ninjas que tienes para hacer lo que dices…
- ¿Qué quieres decir con eso? -dijo Ryuu intrigado.
- He matado a los ninjas del campamento.
- ¿¡Que!? -dijo sorprendido - ¿de qué diablos estás hablando?
- He matado a tus hombres durante la noche, mientras dormían. Por supuesto he tenido especial cuidado en no manchar nada de sangre para que no lo notaras. Aunque no hubiera podido ocultar algo así mucho tiempo – Kakuzu dio unos pasos en dirección a Ryuu y se paró a unos diez metros de él.
- Tu maldito… -gruño Ryuu.
- Ya no podrás invadir la villa de la Cascada, ni saquearla -dijo Kakuzu y Ryuu sonrió, lo qué extraño al primero.
- En eso te equivocas… algunos de mis hombres partieron anoche del campamento para encontrarse con algunos mercenarios que he contratado y para deshacerse de los ninjas de la Hierba. Ya estarán al llegar.
- ¿Ninjas de la Hierba?
- ¡Exacto! Esa zorra me traicionó… -dijo señalando al cuerpo de Harumi.
- Ya veo… -dijo el mirando a Harumi y después volvió su vista rápidamente hacia él – por eso la has matado…
- Si… tal parece que esa mujer tenía pensado traicionarme por una recompensa mayor, pero me temo que ya no podrá hacer nada...- dijo mirándola a ella y luego a Kakuzu – te he hecho un gran favor…deberías agradecérmelo -dijo el mientras se reía.
Kakuzu permanecía en silencio ante el reciente cadáver de Harumi y aunque a cualquiera le hubiera encantado la idea de liberarse de semejante arpía, a Kakuzu aún le oprimía fuertemente el corazón. Para él era imposible olvidar un amor tan grande en tan poco tiempo y aunque la odió por lo que le hizo, no podía evitar sentirse mal por su muerte. No se sentía satisfecho y por supuesto, no se sentía agradecido con Ryuu. Al contrario, su odio hacia se acrecentó al saber que Harumi le había engañado con él y aunque ella no lo quisiera, fuera malvada y quisiera traicionarle, le tenía muchísimo más aprecio que a Ryuu. Para Kakuzu, él era un intruso, un traidor miserable que se había burlado de él y que encima quería destruir la villa por la que tanto había luchado. Y porque no decirlo, sus ansias de venganza en ese momento eran aún mayores que su sentido de la justicia. Avanzó unos pasos hacia con la cara ensombrecida y le miró fijamente. Por su parte, Ryuu paró de reírse en cuanto le vio acercarse.
- Ya es hora de que te envíe de una vez por todas con Harumi y esta vez no pienso fallar -le dijo Ryuu.
- Él único que va a morir aquí, vas a ser tú. -dijo Kakuzu mirándole con odio.
Acto seguido, los dos hombres se abalanzaron el uno contra el otro. Comenzaron con un enfrentamiento a base de taijutsu. Muy pronto, comenzaron a utilizar el chakra viendo que sus golpes no afectaban en absoluto al otro, pues los dos tenían una complexión bastante fuerte. Ryuu por lo visto tenía jutsu de trueno y fuego, este último inútil contra Kakuzu que usaba el elemento agua. En cuanto al elemento trueno de Ryuu, este le confería una gran ventaja contra el elemento tierra de Kakuzu, por lo que en cuanto a ninjutsu estaban literalmente igualados. Paso un tiempo de constantes ataques lanzados a uno y otro y esquivados repetidamente, cuando Kakuzu se paró en seco.
- ¿Qué te pasa? ¿Ya has terminado? -preguntó con sorna Ryuu.
- Aún no he terminado contigo, pero parece que te informaron bien de mis jutsus y nuestras naturalezas del chakra tampoco son compatibles…
- ¿Significa que te rindes? Morirás aquí junto a tu asquerosa aldea. No podrás salvarles…
- ¿Quién te dice que quiero matarte solo por eso? -dejo extrañado a Ryuu.
- ¿Qué dices?
- Lo que quiero es matarte para vengarme, para hacerte pagar por todo lo que me has quitado, por todo lo que me has hecho hacer, por la villa y, sobre todo, por haberla matado.
- ¡Jajaja ¿te refieres a Harumi? Mira que eres patético, te traicionó y quieres vengar su muerte… Ella era la principal responsable del engaño, ella fingió durante años. Fue ella la que realmente se comportó como una traidora, hacía su villa y su prometido.
- Es cierto, que ella ha sido malvada conmigo, pero eso no le corresponde a nadie, salvo a mí juzgarlo, y hoy vas a pagar por todo… -dijo quitándose la capa y dejando al descubierto los monstruos de su espalda.
- ¿¡Tú has…!?
- No pensarías que iba a venir sin una estrategia ¿verdad? – dijo al mismo tiempo que libero sus monstruos y ahí estaban, cuatro horribles monstruos con máscaras ocultando su único punto débil – Sabes cuales son todos mis jutsus, no tiene sentido seguir atacándote con ellos. Hiciste que aprendiera el Jiongu, ahora lo usare para matarte -hizo una pequeña pausa y se dio un paso al frente – La última vez, te fue muy fácil matarme porque estaba atado a unos postes, pero ahora tengo cuatro monstruos más y tú estás solo…
- En eso te equivocas, ninja de la Cascada… -Kakuzu se dio la vuelta y vio ante él al mismo hombre que le había traído a Harumi días antes cuando la pidió verla. Pero no solo él, por detrás aparecieron más siluetas, hasta que la linde del bosque se llenó de ninjas.
Kakuzu observó a todos aquellos hombres. No poseían ningún emblema ni símbolo que supusiera la pertenencia a ningún clan o villa, eran por tanto mercenarios. Su desaliñado aspecto y sus socarronas expresiones sugerían que eran ninjas desertores a los que no les importaba nada salvo conseguir fortuna. Gente capaz de cualquier atrocidad por conseguir satisfacer su malsana ambición. Al verlos no pudo evitar hacer una mueca de asco, mientras veía como le rodeaban.
- Ya era hora de que llegaras Nobu. ¿Lo has hecho…?
- Si, esos ninjas ya no serán un problema… -dijo al tiempo que lanzaba hacía los pies de Ryuu un protector frontal. Este calló justo entre Ryuu y Kakuzu, por lo que este último vio perfectamente el símbolo de la Hierba, así como notorias manchas de sangre en su tela.
- Perfecto -miro la cinta y después miró a Kakuzu -ahora solo nos queda librarnos de ti.
En ese momento un gran trueno sonó, iluminando el ennegrecido cielo y comenzó a llover mientras el viento zarandeaba los árboles. Este era tan fuerte que Kakuzu tuvo que plantar los pies bien en el suelo para no caerse para un lado, cosa que no consiguió algún que otro mercenario que cayó estrepitosamente a este. Sin embargo, aquellos cuya complexión no era fuerte usaron el chakra para mantenerse erguidos. Pronto avanzaron rodeando totalmente a Kakuzu y sus monstruos, ante la atenta mirada de este, que no perdía detalle de sus adversarios.
- Morirás aquí… no podrás hacer nada contra nosotros… -Ryuu miró fijamente a Kakuzu y sonrió - ¡Matadlo!
Al instante, gran parte de los ninjas que le rodeaban se abalanzaron contra él como una jauría de lobos hambrientos. Kakuzu utilizó sus monstruos para repeler a tantos como pudo y en algún que otro ataque consiguió acabar con unos cuantos. Sin embargo, sus enemigos eran literalmente un ejército, más de cien personas atacándole y él estaba solo. Fue un golpe de suerte que comenzara a llover en ese momento, pues gracias a eso, comenzaron a formarse pequeños charcos, que Kakuzu pudo utilizar para ocultarse y formar varios clones de agua. Sin embargo, eso no era suficiente. Necesitaba un jutsu más potente.
- (Solo un poco más. Solo necesito un poco más…) -pensó Kakuzu mientras esquivaba a unos ninjas. Le atacaron por detrás pero el utilizó uno de sus monstruos y les lanzó un jutsu de viento.
Ryuu observaba atentamente. En situaciones normales ya habrían acabado con cualquier ninja normal que luchara en solitario. Pero Kakuzu no era un ninja normal. Gozaba de la experiencia y la habilidad de un ninja de élite. Era rápido y fuerte. Y, además, era lo suficientemente inteligente como para coordinar los ataques de sus monstruos y sus clones, no solo para repeler a sus enemigos sino también para acabar con ellos. Aunque Kakuzu estaba en clara desventaja en cuanto al número, era bastante más poderoso que sus enemigos y el campo de batalla comenzaba a acumular gente herida o incluso muerta. El escaso tiempo en el que Ryuu estuvo conviviendo con Kakuzu y por los detalles que Harumi le contaba, basto para convencerle que Kakuzu no era ningún debilucho ni tampoco ningún idiota. Sería de necios seguir subestimándolo.
- (Tengo que acabar con él de una vez por todas…) ¡Esto se acaba aquí Kakuzu! ¡Atacadle todos con lo mejor que tengáis, entendido! -en ese instante, unas noventa personas se abalanzaron contra él, incluyendo a Ryuu y a Nobu.
En ese momento, la tormenta arreciaba y la lluvia se había vuelto mucho más intensa que cuando empezaron a pelear. El campo de batalla estaba totalmente encharcado y Kakuzu se preparaba para la tralla final. De repente, hizo que sus monstruos volvieran a su cuerpo, lo que a pesar de extrañar a Ryuu no paró su carga sobre el ninja. Casi al instante, el chakra de Kakuzu aumento increíblemente, incluso la fuerza de su chakra hacia que su cabello se elevara hacia arriba. Ejecuto unos sellos y grito:
- ¡Jutsu acuático! ¡Empalamiento de la lluvia inversa!
Un agudo silbido surcó el cielo y podía diferenciarse desde la distancia, una gran ráfaga de agua que levantaba una enorme columna central de la que se distinguían cúspides más pequeñas. Iban acompañadas de un estruendo que se asemejaba al silbido que producen un mar de flechas surcando el cielo. Esto duro unos segundos. Cuando el sonido cesó, la forma de la columna desapareció siendo sustituida por una intensa neblina. Pasaron unos minutos cuando la niebla se disipó por completo dejando ver lo que había ocasionado semejante fenómeno. La gran mayoría de los ninjas que se habían abalanzado hacía Kakuzu yacían muertos en el suelo y aquellos que aún estaban con vida, agonizaban. La fuerza militar de la que Ryuu presumía había sido diezmada por un hombre cuyos ojos, ahora centelleaban de odio y sed de venganza. Kakuzu buscó con la vista al responsable de sus desgracias y al divisarlo se dirigió hacia él con paso firme.
Ryuu por su parte, estaba tumbado en el suelo, con la mitad del cuerpo perforado y su brazo izquierdo colgado literalmente de su hombro. El suelo estaba completamente encharcado en sangre y agua. Miró anonadado como su imponente ejercito de mercenarios había sido reducido a un puñado de agonizantes por la acción de un solo hombre. Alzó la vista al frente y vio que el responsable de esa masacre se acercaba. Sus pasos eran lentos e iban acompañados del clamor de los truenos y su figura se difuminaba por la intensa capa de lluvia que aún acrecentaba. La silueta desvirtuada de Kakuzu no parecía la de un hombre si no la de un demonio, lo que no pudo evitar que Ryuu intentara retroceder arrastrándose en dirección contraria. Cuando lo tuvo lo suficientemente cerca pudo comprobar en sus ojos el inmenso rencor que los carcomían y le hacían fruncir el ceño casi de forma antinatural.
- Esto se acaba aquí… -dijo dando un paso lentamente, lo que hizo que Ryuu retrocediera – Voy a disfrutar mucho esto…
- Crees que matarme va a solucionar algo… No podrás recuperar tu honor ni tu posición… La realidad es esta… Eres un hombre que escapó de la cárcel, que robó las técnicas prohibidas, que mató a los consejeros y también a ninjas de su aldea. Aunque regreses no te servirá de nada… Todos creen que eres un traidor… y todos los que saben la verdad están muertos…
- No, todos no… Tu aún sigues respirando… -en ese momento Ryuu esbozó una pequeña sonrisa.
- Tienes razón… por eso no puedes matarme… Escucha Kakuzu…no me mates… y te prometo que lo confesaré todo vale… les diré… a todos… que eres inocente, ¿sí?
- ¿Y qué ganarás tú con eso? -pregunto Kakuzu sin expresión alguna. Ryuu dejo de retroceder y Kakuzu también se paró a dos metros de él.
- Mi vida… yo confesare todo… y a cambio… me dejaras marchar. Desaparece para siempre, te lo prometo.
- ¿Y tus hombres? – esta pregunta fue acompañada de un "¿Qué?" De Ryuu – He matado a todos tus hombres, ¿no volverás para vengarte?
- No, claro que no. Ellos solo eran un medio para lograr un fin, no son de mi familia ni nada de eso. Sus vidas no me interesan…
- Por eso mataste a Nagashi…
- ¿Cómo?
- Tu mandaste a Nagashi a vigilar a Harumi, a sabiendas de que el muchacho no sobreviviría. Él era tu subordinado, cuando llegó a la cabaña malherido y te avisó, seguramente te sorprendiste. Al fin al cabo, Harumi y tú lo planeasteis. Sabíais que los de la Roca os estaban buscando a vosotros y que no os matarían sin interrogaros, pero si llevabais a cualquier otro con vosotros lo aniquilarían. Probablemente quisiste vigilar a Harumi y por otra parte darle más dramatismo a la historia para engañarme y lo enviaste con ella. No contabas con que el chico volviera, pero lo hizó -Ryuu lo observaba en silencio – Por eso, a pesar de ser también un ninja médico, no le curaste bien. Meditaste sobre la gravedad de la herida y se la cerraste lo suficiente para que sobreviviera unas horas hasta que yo volviera y lo viera. Pero lo hiciste premeditadamente y lo dejaste morir.
- ¿Cómo te has dado cuenta?
- Cuando lo enterramos… -Ryuu parpadeó - … intentaste sonar dolido, pero llevo muchos años como ninja, y se identificar unas palabras vacias. Reconozco que, a Harumi no pude descubrirla, pero tú, mientes peor que ella. Dudo que alguien como tu tenga sentimientos, por eso eres incapaz de aparentarlos. Harumi en cambio, si era buena antes de que se marchara de la aldea y por eso creo que pudo hacerlo. Tú siempre has sido criado para engañar y destruir, no creo que nunca hayas querido a nadie… Eres un miserable cobarde.
- Vale, lo reconozco. Deje que ese chico muriera, te engañe… pero Harumi es la que te traicionó realmente, ella te dijo que te amaba y no era cierto. Lo cierto, es que nos engañó a los dos… iba a traicionarme a mí también… ella es la culpable.
- No. Los dos sois culpables. Ella ya ha pagado, ahora te toca a ti – Kakuzu se dispuso a cortar la distancia que le separaba de Ryuu, cuando este empezó a retroceder.
- Espera… por favor Kakuzu… no puedes matarme… me necesitas para limpiar tu nombre… déjame vivir por favor… haré lo que tú quieras, déjame marchar…
- Maldito pusilánime… -dijo cogiéndolo del cuello y tumbándolo en el suelo.
- Kakuzu, te lo suplico… no me mates… ¡Por favor! ¡Aunque me mates no solucionaras nada! -dijo desesperado mientras veía que Kakuzu acorazaba su mano libre.
- No, pero es un comienzo… - al terminar la frase le atravesó completamente el corazón.
Sin más el cuerpo de Ryuu cayo definitivamente al suelo, dejando un enorme charco de sangre. Kakuzu observo la masacre que había producido su ataque. Desde el principio estaba pensando cómo utilizar los elementos a su favor y se dio cuenta de que su jutsu de la lluvia inversa podría salvarle. Para ello, sin embargo, necesitaba cargar chakra suficiente para ampliar su rango de ataque, para controlar el mayor número de gotas posibles y darles a estas las direcciones adecuadas para causar heridas mortales, lo cual era difícil debido al potente viento que soplaba en ese momento. Lo consiguió justo a tiempo. Si no hubiera cargado la suficiente energía habría acabado muy mal. Aunque tenía otro as en la manga por si acaso, pero no le había hecho falta utilizarlo. Su vista se dirigió ahora hacia el cuerpo de Harumi. Se acercó lentamente a ella y se arrodilló justo a su lado. Puede que le había traicionado, puede que le había intentado matar y que se sentía engañado, pero a diferencia de ella, él no podía olvidar tantas vivencias juntos, así como así. El dolor en el pecho que pareció desaparecer durante el combate volvió a surgir y no tuvo más remedio que cerrar los ojos.
- Kakuzu…
Kakuzu abrió los ojos de repente por la sorpresa, el débil hilillo de voz de Harumi llamó su atención. Estaba viva. El hombre observó detenidamente sus heridas, estaban justo encima del hígado. Probablemente Ryuu la había apuñalado el vientre justo por encima del hígado, para deleitar a su víctima con una muerte lenta y dolorosa en el momento que giró el kunai. Incluso para darle muerte por su traición había sido despiadado. Su piel era pálida y su cara era ojerosa. Ella extendió su brazo lentamente hacia Kakuzu, susurrando palabras ininteligibles. Kakuzu paso su mano por detrás de su cuello acercándola a él para escuchar mejor lo que le decía, pues con la intensidad de la lluvia y los truenos apenas se podía oír nada.
- Ayu…ayúdame… - no paraba de repetir lo mismo una y otra vez. Kakuzu miro sus heridas y aunque aún seguía viva, ya no había esperanza.
Sus heridas eran muy graves y él estaba lejos de poder curarla pues carecía de los conocimientos médicos necesarios para hacerlo. Teniendo en cuenta de que era un criminal a los ojos de su pueblo no podría llevarla a la aldea y aunque pudiera no llegaría a tiempo. Pero había algo más, ¿Cómo podría ayudarla después de lo que hizo?
- Solo hay una cosa que pueda hacer por ti y por mí, Harumi -ella abrió los ojos sin entender a qué se refería – No puedo salvarte, solo puedo liberarte – ella abrió los ojos aún más al entender lo que decía Kakuzu. Por si acaso, tales dudas fueron resueltas al ver que este sacaba un kunai de su bolsillo.
- Por favor… Kakuzu… tu decías… que… me… me amabas… - dijo mientras cogía la mano en la que Kakuzu tenía el kunai, intentando detenerlo, pero las fuerzas que tenía eran tan escasas que solo podía apoyar su mano sobre la de él.
- Yo te amo Harumi… pero tú a mí no… -dijo poniendo el kunai sobre el corazón de ella y mirándola a los ojos – Ya no volverás a hacer daño a nadie con tus mentiras… -hundió definitivamente el kunai, haciendo que sus pupilas se dilataran, al mismo tiempo que los ojos de Kakuzu se inundaban de lágrimas que se difuminaban con la lluvia.
Apoyo delicadamente el cuerpo inerte de Harumi en el suelo y le cerró los ojos. Cogió la mano de ella entre las suyas y la beso repetidas veces mientras lloraba, gemía y gritaba igualando el clamor de la propia tormenta. Pero no tuvo mucho tiempo para ello, pues por la linde del bosque aparecieron los ninjas de la Cascada. Los ninjas vieron como los cadáveres ocupaban la totalidad del campo y como solo un hombre estaba en pie. Era Kakuzu, estaba arrodillado en el suelo con un kunai en la mano, y con el cuerpo de Harumi a su lado. No hizo falta mucha imaginación, él les había matado a todos, él era el culpable, él era el traidor.
- ¡Matadlo, matad a ese traidor y recuperar las técnicas ocultas! – los ninjas se iban a abalanzar sobre él. Kakuzu se levantó y miro al frente con sus extraños ojos verdes y sin más su cuerpo se volvió agua. Tras mirar por última vez a Harumi – (Adiós Harumi) – desapareció en uno de los innumerables regueros que formó la lluvia, perdiéndose en la tormenta.
UNOS MESES DESPUÉS…
Ya había pasado cinco meses desde la batalla contra Ryuu y la muerte de Harumi. Kakuzu huyo de allí incapaz de seguir luchando y durante un tiempo se internó en la cabaña secreta de Ryuu. No tardó mucho en macharse cuando descubrió donde guardaba este las técnicas prohibidas. Una vez las tuvo en su poder se marchó de allí, no sin antes quemar la casa. Se internó en lo profundo del valle, sin llamar la atención de nadie salvo de los animales salvajes que vivían allí. Tuvo varios meses de reflexión sobre todo lo que había pasado, sobre el giro tan dramático que había dado su vida y lo más importante, que haría a partir de ahora. En alguna ocasión, volvió a su antigua casa a autoabastecerse y pronto la abandono cuando creyó que tenía todo lo que necesitaba en la cueva donde ahora se escondía. Sus viajes a las aldeas cercanas, le habían proporcionado información fresca de los acontecimientos ocurridos meses atrás.
Tal y como dijo Ryuu, a los ojos de la aldea el artífice de todo el complot en contra de la villa de la Cascada, había sido él. Aunque tenían información sobre las acciones de Ryuu, habían degradado a este a ser un simple secuaz de Kakuzu, al que este había matado por alguna pelea entre ellos o algún interés cruzado. Harumi en cambio, quedó como una mártir. Nadie sabía el verdadero papel de Harumi en todo esto. Por tanto, supusieron que Kakuzu se había aprovechado de esa frágil mujer para sus planes y una vez que ella le descubrió la mató sin miramientos. Incluso pensaron que la villa de la Hierba estaba negociando con ella para salvar la villa de la Cascada. Por supuesto los dirigentes de la villa de la Hierba aprovecharon esa laguna de información para quedar como héroes y salvarse de las posibles represalias que podían llevar a cabo las otras naciones ninja. Como consecuencia, no tardaron en poner precio a su cabeza. En más de una ocasión tuvo que lidiar con algún caza recompensas que le perseguía, pero a pesar de haber acabado con todos ellos, la prima por su cabeza no disminuía, más bien al contrario. Cuanta más gente mataba más aumentaba la recompensa y acabó metiéndose en el libro Bingo junto con los criminales más buscados de la época.
Era increíble que después de todas las atrocidades que Harumi había cometido, no solo quedara absuelta de sus crímenes, sino que, además, también había sido enaltecida como la salvadora de la aldea y construido un altar en su memoria. En cambio, él que había hecho todo lo que pudo para pararle los pies era perseguido como un animal y tildado de traidor y asesino. Estos acontecimientos solo produjeron que Kakuzu comenzara a despreciar cada vez más a su aldea, hasta el punto de que ni siquiera le importaba nada. Ese desprecio, llegó a tal punto, que Kakuzu decidió vender las técnicas prohibidas que aún guardaba de su aldea en el mercado negro. Las vendió todas por un precio elevado, a excepción de una, el Jiongu. Esa técnica había sido el principio de todas sus desgracias y su sentencia como un reconocido criminal. Sin más la arrojó al fuego de su nueva guarida mientras veía como se consumía el secreto mejor guardado de su aldea. Después de venderlos, buscó nuevas formas de ganarse la vida y acabó convirtiéndose en un ninja renegado que aceptaba encargos de cualquier nación, independientemente de en qué consistiera el trabajo. Observaba atentamente, como los países hablaban de paz y compañerismo, pero al mismo tiempo, no dudaban en contratar a mercenarios y renegados para llevar a cabo los crímenes más atroces y desleales que se puedan imaginar en contra de cualquiera que supusiera una amenaza. Todo ello para satisfacer su propia codicia y si bien en algún momento Kenichi y los demás le parecieron ambiciosos, parecían misioneros al lado de semejantes buitres. En más de una ocasión observó la conversación de algún Kage con algún ninja renegado de élite al que ofrecía grandes sumas de dinero para librarse de un competidor de otra villa o aumentar su poder militar y político con alguna estratagema. Había pensado mucho como sería su nueva vida y tras meditarlo harto y tendido llegó a una conclusión muy clara. A la gente no le importaban los demás, todos se movían por un interés propio y lo único que importaba realmente era conseguir el poder para llevar a cabo sus fines. Tal y como le advirtió Harumi, el día que fue testigo de su traición, el mundo se regía por dinero y los estúpidos idealistas que pensaban que eso no era así acababan pereciendo. Tal y como le había pasado a él. Al cabo de un par de años, esa ideología egoísta, ambiciosa y desconsiderada acabó siendo una definición del carácter del nuevo Kakuzu, hasta el punto que sus ideales referentes al honor, la dignidad, y la bondad, habían desaparecido. Todo ello, había sido sustituido por dinero y decidió que ya era tiempo de dejar de ser un mediocre y ganarlo.
Comenzó entonces a realizar todas aquellas misiones, que en un principio le habrían parecido abominables, ahora sabían cómo el mejor de los vinos y no dudaba en realizarlas en solitario o bien contratado por cualquiera, independientemente de la villa o afiliación a la que perteneciera. Estas misiones, le llevó a conocer a criminales mundialmente conocidos como los hermanos de Oro y Plata y trabajar en alguna misión como cooperante de armada Kinkaku. Durante este tiempo, ayudó a los hermanos a realizar alguna misión en contra del país del Rayo cuando este intento negociar con la villa de la Hoja durante la Primera Guerra Mundial Ninja. Él ya se había internado en la Hoja y había luchado contra el Mokuton por lo que sirvió de gran ayuda, pero después del golpe de estado se desvinculó de ellos. Al poco tiempo, supo que los hermanos habían muerto, por causas que aún hoy siguen sin respuesta, aunque se rumorea que fue una traición de algunos de sus subordinados, lo cual nunca se demostró. O, mejor dicho, a nadie le importaba, por lo menos para los criminales, que ninjas tan poderosos e indomables como ellos murieran no les molestó, pues permitía un abanico de negociaciones más amplio para los que quedaban vivos.
Aunque podía parecer que Kakuzu ya era todo lo contrario a un ninja honorable, no olvidaba la promesa que hizo y como último rescoldo de bondad que le quedaba viajo hacia el país del Fuego. Se dirigió al último lugar en el que recordaba haber recibido una benevolencia verdadera y desinteresada. Así que acabo visitando a esa anciana y a su nieta que le habían salvado la vida después de la pelea contra Hashirama. Se quedó con ellas en su casa algunos días, llevándoles una gran suma de dinero y ayudándoles a reformar la pequeña cabaña en la que vivían y que estaba aún más estropeada que la última vez que estuvo allí. Ambas mujeres se alegraron mucho de volver a verle y le preguntaron efusivamente sobre su prometida y ahora probablemente esposa. Kakuzu le relató los acontecimientos a la anciana que, al comprender la gravedad de los mismos, persuadió a su curiosa nieta de dejar de molestarlo con sus preguntas. Se quedó allí el tiempo justo para cumplir su promesa, no sin antes tener la obligación de prometerle a la dueña de la casa que algún día volvería a verla.
Pasaron los años y todos aquellos a los que Kakuzu conoció iban muriendo, dejando a Kakuzu con un rescoldo de una época pasada, como un monumento que ha sobrevivido el pasar del tiempo. Su carácter, por tanto, se fue endureciendo con los años y ahora, el dinero era lo único que importaba. El dinero era útil y al contrario de lo que pasaba con las personas no podía traicionarte. No podía decir que te amaba y después abandonarte, tú eras su dueño y hacías con él lo que quisieras. Llegó a un punto de que, con tal de conseguirlo, no le importaba incluso saquear tumbas.
Uno de esos monótonos días en los que buscaba una buena recompensa, se enfrentó a unos ninjas que se dirigían a la aldea de Nigari. Eran ninjas mediocres que nada pudieron hacer contra él. Solo quedaba uno de ellos, un viejo tuerto, que no aparecía ni siquiera en su libro de recompensas. Le tenía cogido del cuello y mientras este hombre pataleaba en el aire y inhalaba su último aliento, Kakuzu solo podía mirarlo con desprecio.
- No creo que valgas nada… Vaya desperdicio -al poco tiempo ese hombre dejo de moverse y Kakuzu dejo caer el cuerpo de ese hombre al suelo. Estaba dispuesto a darse la vuelta y marcharse.
- Has hecho una buena ¿eh? -dijo una sombra en el bosque.
- ¿Quién eres tú?
- Me llamo Zetsu. Encantado de conocerte… - dijo saliendo del límite del bosque hacia la luz.
Kakuzu observó atentamente al nuevo y vio en extraño aspecto de este. Era una fusión entre una planta carnívora y un hombre. Tenía una capa negra de nubes rojas. Era una de las cosas más raras que había visto, pero ¿Qué diablos quería?
- Yo no estoy encantado de conocerte… ¿Qué quieres? -hizo una pausa y siguió- ¿eres amigo de estos gusanos?
- No, claro que no, solo hemos venido a proponerte algo.
- ¿Hemos…? -dijo Kakuzu. Este escuchó un ruido justo detrás de él y se fue hacía un lado, para observar mejor a los dos visitantes.
Vio entonces, a un hombre con el cabello naranja, con la cara llena de piercings y con las mismas ropas del hombre planta. Había algo más, sus ojos. Esos extraños ojos, jamás los había visto pero sin querer la intensidad y fuerza que emanaban le resultaban familiares, muy familiares. Sin querer recordó a ese hombre, Madara Uchiha. Los ojos de ese muchacho tenían un trazado muy diferente al Sharingan, pero, aun así, poseían un chakra enormemente parecido.
- Hola…mi nombre es Pein. Tu eres Kakuzu, ¿verdad?
- Si, así es. ¿Quién eres? ¿Qué quieres?
- Soy un dios que salvara el mundo y quiero que te unas a mi organización.
- ¿Organización? -dijo Kakuzu arqueando una ceja.
- Así es, soy líder de Akatsuki.
- Akatsuki, ¿Qué eso?
- Es una organización de ninjas renegados que luchan para despejar las tinieblas del mundo y traer la paz al mismo.
- Jajaja, ¿la paz? Eso no existe… debes estar loco, chico.
- Te equivocas, puede conseguirse, pero eso me llevara bastante tiempo y debo tener a mi disposición ninjas poderosos que me ayuden a conseguirlo. Ninjas como tú…
- Hmp, a mi… no me interesa la paz del mundo. Solo me importa el dinero. -le miró fijamente – Pareces poderoso, me pregunto si al ser el líder de una organización de ninjas renegados, habrá un buen precio por tu cabeza… Hoy mi día ha sido realmente decepcionante.
- Jajaja, ¿Quieres luchar? Está bien, hagamos un trato… Si te gano, te unirás a Akatsuki, ¿aceptas? -dijo dando un paso al frente.
- (Este chico… ¿Por qué parece tan seguro de poder ganarme?) Está bien… -se acercó poco a poco a Pein, mientras Zetsu desparecía dentro de la tierra. Sin más comenzó el combate.
Unas horas después, el sendero del bosque estaba completamente destrozado. El misterioso líder de Akatsuki estaba en pie, mirando fijamente a su contrincante, el cual estaba arrodillado en el suelo, con el cuerpo repleto de golpes y al límite de sus fuerzas. Esta era la primera vez que se veía en esa situación, desde que peleó contra Hashirama.
- (¿De dónde diablos ha salido este muchacho? ¿cómo alguien puede ser tan poderoso? Esos ojos…) -Eres muy fuerte…
- Has perdido Kakuzu, ¿te unes a Akatsuki? – en ese momento volvió a aparecer Zetsu.
- Akatsuki… Jajaja porque no… será interesante si hay gente como tú en esa organización, además todo esto… huele a dinero -dijo levantándose a duras penas, agarrándose un brazo.
- Bienvenido a Akatsuki - dijo Zetsu.
- Vámonos… -dijo Pein dándose la vuelta. Zetsu volvió a desaparecer. Kakuzu le siguió.
Pasaron los días, y llegaron a una cueva. Tras ejecutar una serie de sellos, la roca se movió dejando ver la entrada y se dirigieron a través de los pasillos hasta llegar a una sala. Una vez dentro, Kakuzu observó, que había cuatro personas más, tres hombres y una mujer. Uno de los hombres, tenía los dientes de sierra, portaba una gran espada a la espalda y tenía el protector frontal de la villa de la Niebla. Otro, era corpulento como él, y con tatuajes en el rostro, era de la villa de las Nubes. Por ultimo un paliducho con ojos de serpiente que respondía al nombre de Orochimaru. Por último, la mujer. Tenía el pelo azul con una rosa blanca decorando un pequeño moño que tenía a un lado de su cabeza, llamada Konan. Pein se acercó a donde estaba ella y la mujer se dio la vuelta y se puso a sacar algo de una caja.
- Hola, me llamo Orochimaru, bienvenido a Akatsuki.
- Hmp.
- A partir de ahora, serás miembro de Akatsuki. Podrás hacer lo que quieras, siempre que cumplas las misiones y obedezcas. Ponte esta capa y este anillo. Aquí tienes un protector frontal de la villa de la Cascada. Los miembros de Akatsuki hemos renegado de nuestras villas y como símbolo de ello, rasgamos nuestras cintas -dijo señalando la suya- Ahora te toca a ti.
Kakuzu se puso la capa de Akatsuki, el anillo y cogió la cinta con una mano y un kunai con la otra y la rasgo. Después se la colocó en la frente.
- Muy bien, ya eres oficialmente… un miembro de Akatsuki.
