Capitulo 30. Misterio desvelado

Kakuzu abrió los ojos cansinamente, la luz que entraba por la pequeña ventana del cuarto le rociaba la cara de una claridad que le impedía continuar su sueño. Lo último que recordaba fue haberse encerrado en su habitación y haberse bebido media botella de absenta de una tirada. Se dejó caer en la cama y se durmió recordando los dolorosos sucesos que aún le ataban al fantasma de Harumi. Sin quererlo, la discusión que tuvo con Ino le hizo recordar el día en que esa mujer le confesó sus planes, y sobre todo lo que realmente sentía hacía él. Sin siquiera proponérselo Ino pronunció las mismas palabras que Harumi le dijo antes de abandonarlo.

Dudo que haya una mujer en todo el mundo que pueda mostrar interés por un monstruo como tú.

Esas mismas palabras le destrozaron una vez, e irremediablemente sentía que su corazón volvía a quebrarse de nuevo. Había pasado mucho tiempo y después de la muerte de Harumi, Kakuzu se prometió así mismo que jamás volvería a creer en una mujer. Por supuesto, era un hombre y nunca descartó la posibilidad de divertirse con alguna, pero nunca volvieron estar en juego los sentimientos sino todo lo contrario. Sus encuentros hasta el momento habían sido sesiones de puro sexo animal sin el menor resquicio de amor en ellos. Pensar que después de tanto tiempo una simple chiquilla lograría meterse tan dentro de su mente y de su cuerpo era algo inconcebible y si en el momento en que la conoció hubiese sabido lo que pasaría tiempo después, la hubiese matado la primera sin dudarlo. Por un momento, creyó que quizás podría conseguir algo con ella, pero estaba claro qué por parte de la muchacha, no quería ni siquiera tenerlo cerca. Al fin y al cabo, ella misma le dijo que jamás podría haber conseguido nada con ella.

Kakuzu se levantó lentamente y se irguió para avanzar hacia el baño. Sin embargo, al dar el primer paso, sintió unos agudos pinchazos en los pies y se los miró. Por lo visto, los trozos de cristal del vaso que rompió están totalmente esparcido por la habitación, concretamente de los pies de la cama hasta el cuarto de baño. Toda la habitación, estaba desordenada. Papeles por el suelo, la silla tirada, los cristales… Luego tendría que recogerlo todo. Además, tenía varias heridas en las plantas de los pies, así como varios trozos de cristal adheridos a los mismos. Se quitó los trozos de cristal y sin más se fue al baño. Se metió en la ducha y limpió la sangre que había brotado de sus pies con la mirada perdida en algún punto de la bañera.

Los sucesos ocurridos la noche anterior en la habitación de la rubia, lo golpeaban y atormentaban una y otra vez. La furia de sus ojos, sus crueles palabras, su expresión de desprecio… Nada de eso podía dejar de emerger en la mente de Kakuzu y no pudo evitar dar un fuerte golpe con el puño cerrado en la pared.

- (Maldita niñata estúpida) – pensaba mientras terminaba de su ducha y buscaba la toalla con la mano izquierda mientras que con la derecha se escurría su melena mojada.

Salió de la ducha, colocándose la toalla alrededor de la cintura, se puso frente al espejo. Este estaba empañado por el vaho que ocupaba todo el cuarto. Deslizó su mano derecha sobre el espejo, descubriendo en él su rostro y se observó atentamente. Prestó especial atención a las suturas que adornaban su rostro alrededor de su boca y las que había en la parte alta de su cuerpo. Pasó sus dedos por la rugosa superficie de sus hilos. Primero por su pecho y después por su rostro. Soltó un suspiro y se apoyó con ambas manos en el fregadero. Quedó fijamente mirando el sumidero y después levantó la vista volviendo a mirar su propio reflejo. Pensó en lo último que le dijo Harumi antes de abandonarlo en esa cueva con Ryuu.

Mirate, no pensé que el Jiongu te iba a dejar así. Esas horribles suturas te hacen parecer un monstruo. Das grima, deberías cubrirte de la cabeza a los pies, sino la gente saldrá corriendo al verte, Jajaja… que asco acostarme con un hombre así.

Sin quererlo comenzó a chirriar los dientes de la rabia, pero pronto paso a proferir un gemido y de un puñetazo rompió el espejo del baño, hiriéndose los nudillos. Al salir del baño, se dirigió al armario y comenzó a vestirse. Al terminar de vestirse, cogió su máscara y se la quedó mirando. Harumi tenía razón. Un ser horrible como él, con esas espantosas suturas no podía gustar a nadie. Él mismo lo había comprobado en su juventud, cuando al principio de adquirir el Jiongu, paseaba por las aldeas sin máscara alguna. Los niños corrían asustados y las mujeres proferían muecas de asco y se volvían para no mirarlo, mientras cuchicheaban entre ellas. Por eso, decidió ocultar sus suturas y cubrírselas completamente. Ninguna mujer querría estar con un hombre así.

- (Una mujer hermosa como Ino, jamás querría estar con un hombre tan repulsivo como yo, ¿Cómo he sido tan estúpido de creer que ella podría…? No, claro que no… Además, ella misma lo dijo. Nunca estaría con un hombre como yo…Nunca) – sin más se puso la máscara.

Cogió el botiquín y se vendó la mano. Cuando terminó, comenzó a recoger todos los enredos que había tirado anoche. Al terminar de recoger los papeles y el resto del mobiliario, recogió los cristales del suelo de la habitación y del baño, dispuesto a tirarlos, por lo que salió de su habitación. Al salir, quedó mirando la puerta de la rubia. Había sido una estupidez de su parte, haber intentado algo con ella. Era su prisionera, su enemiga, un experimento de Akatsuki, nada más. Ella lo sabía perfectamente, él único imbécil que por momentos lo olvidaba era él. No podía haber nada más entre ellos, que la relación que se puede tener entre presa y carcelero. Así debía ser y a partir de ahora sería así. La trataría como debió tratarla desde el primer día que la secuestro en su casa, de la misma forma a la que trataba a los demás Akatsuki, de la misma forma a la que trató a las demás mujeres que se cruzaron en su camino en el transcurso de alguna misión. Era su prisionera y no debía olvidarlo. Se dio la vuelta y se perdió en el pasillo.

Ino se había despertado hace ya unas cuantas horas. Sin embargo, continuaba tumbada boca arriba en la cama con la mirada clavada en el techo. Ella también le había dado muchas vueltas a la pelea que tuvo con Kakuzu. Por alguna razón, sentía que había sido demasiado severa con lo que le dijo, que sus palabras le habían herido y no podía evitar sentirse culpable por ello. Hubo un momento en que pensó que había conseguido hacer explotar al ninja y que la iba a matar, pero no lo hizo. Según él, para preservar su puesto de tesorero de Akatsuki, aunque ella no estaba muy convencida de ello. Ahora Ino podía pensar fríamente, y dándole vueltas al asunto, cayó en la cuenta de la actitud de Kakuzu en el momento en que ella le gritó de esa manera. Parecía como si ese hombre, que nunca mostraba sentimientos ante nadie, estuviese angustiado e incluso dolido por sus insultos y eso era algo, que para Ino no podía dejar de ser sorprendente. El caso, es que ahora se sentía mal, decaída y avergonzada. Tanto, que incluso pensó en ir a la habitación de Kakuzu a disculparse, pero no era capaz de hacerlo. Su orgullo y su temor hacía la reacción del ninja eran demasiado grandes para vencerlo y de todas formas no serviría de nada. Antes de que le dijera todas esas cosas, siempre se estaban peleando y probablemente eso ya no cambiaría, aunque le fuera a pedir disculpas. Además, Kakuzu no era el tipo de hombre al que podías insultar un día y pedir disculpas al otro, así sin más. Lo poco que conocía de él, le dejaba claro que no olvidaba fácilmente las ofensas y tampoco tenía fuerzas para enfrentar uno de sus ataques de cólera. Estaba cansada, muy cansada. Estaba claro, que la relación entre ambos no sería igual a partir de ahora, y eso la estaba inquietando. Maldita sea, hubiera deseado que su amiga Sakura estuviera allí con ella para desahogarse con alguien. Lo cierto, es que no quería salir de la habitación. No quería verlo en ese momento, aunque en el fondo sabía que no podía evitarle durante mucho tiempo.

Al fin al cabo, tenían una misión que cumplir. Pronto partirían los dos junto con Hidan, hacía la villa de la Arena. De sopetón, Ino recordó todo lo que Pein les dijo en la reunión. Tendrían que intercambiar a uno de esos clones por el auténtico Kazekage. Ojalá, estuviera en posición de avisar de alguna manera a Gaara, pero no era así. Ella era una prisionera y ella sola no podría hacer nada contra Akatsuki. Lo único que le alegraba de esta situación, es que Pein dio la orden de no matar a los Kages. Eso significaba que Gaara viviría y aunque fuera sustituido, tendría la oportunidad de ayudarlo. Utilizaría contra Gaara sus jutsus mentales para que ni Hidan ni Kakuzu le hicieran daño. Quizás hubiera esperanza para sus amigos, solo tendría que seguir reuniendo información de Akatsuki y pensando como escapar con ella. Eso no iba a ser sencillo. Por ahora seguiría el juego y seguiría fingiendo estar de parte de Akatsuki.

Ayer Pein dijo que utilizarían los jutsus de Tobi para trasladar lo necesario hasta la otra base, mientras que Deidara destruiría esta con sus bombas. Por ello, no podía quedarse hay tirada sin hacer nada. Debía prepararse. Salió de la cama y se dirigió al baño, donde se aseo y se vistió. Una vez que se hubo peinado se dispuso a hacer la cama, aunque en el fondo pensó que sería una estupidez arreglarla cuando Deidara iba a hacerla volar por los aires.

- ¿Quién es? -dijo después de escuchar como alguien tocaba la puerta.

- Soy Konan, ¿puedo pasar?

- Si – la puerta se abrió dejando ver a la peliazul, que llevaba una bandeja con el desayuno.

- Hola Ino, ¿espero que estés bien? – cerró la puerta y dejó la bandeja sobre la mesa.

- Si lo estoy, ¿Por qué lo preguntas?

- Bueno, anoche no quisiste venir a cenar. He pensado que quizás tendrías hambre…por eso te he traído el desayuno.

- Muchas gracias, lo cierto es que tengo hambre, Jajaja.

- De nada…además, he pensado… que quizá podríamos hablar.

- ¿Sobre qué? -dijo ella inclinándose sobre el desayuno y cogiendo la taza de café mientras se la llevaba a la boca.

- Sobre Kakuzu y tu -dijo sentada en el borde de la cama.

- ¡Cof, cof! – ella se sorprendió ante esa respuesta y no pudo evitar atragantarse con el café, por lo que se puso a toser. Cuando recuperó la respiración normal, continuó - ¿Por qué quieres hablar de nosotros? No lo entiendo.

- Ino, yo no soy estúpida. Está claro que pasa algo entre vosotros dos. Conozco a Kakuzu desde hace mucho tiempo y se cómo es -dijo ella al tiempo que Ino se sentaba dejando el café en la mesa – La forma en la que te trata, las cosas que hace, su comportamiento… es muy diferente a lo que solía ser antes de que estuvieras aquí.

- Bueno, por lo que yo sé, Kakuzu no ha tenido más gente a su cargo a parte de mí, ¿no?

- No desde luego, pero no me refiero exactamente a eso. Quiero decir… la manera de ser que tiene contigo, difiere mucho de la que tiene con el resto de Akatsuki, incluso con Hidan. Y, además, no puedo evitar pensar que tú también estás rara con respecto a él.

- ¿A qué te refieres? -dijo ella frunciendo un poco el ceño sin entender a qué se refería Konan.

- Bueno, son varias cosas, como, por ejemplo, lo de ayer -hizo una pequeña pausa y al ver la confusión de la rubia prosiguió – Me sorprende que cuando uno de los dos, no tiene hambre y no venga a cenar, el otro haga exactamente lo mismo. Y no es la primera vez que coincidís. Otras veces Kakuzu parece preocupado contigo e incluso amable, y tu pareces estar a gusto con su compañía y otras veces parece que os vaís a fulminar con la mirada – miró fijamente a Ino que había agachado la cabeza huyendo de la mirada de Konan – Es evidente que pasa algo… ¿De qué se trata Ino? -ella no obtuvo respuesta – Mira, si quieres desahogarte con alguien puedes hacerlo conmigo. Te prometo que sea lo sea, no se lo diré a nadie -dicho esto se acercó a ella y le puso una mano en el hombro.

Ino dudó momentáneamente en contarle a Konan todo lo que había pasado entre Kakuzu y ella. Se sentía algo avergonzada con sus continuos roces y peleas y aún se sentía algo insegura. Pero lo cierto es que no aguantaba más. Necesitaba desahogarse con alguien. Necesitaba contarle a alguien todo lo que había pasado entre los dos y recibir un buen consejo para lidiar con las circunstancias que la rodeaban. Sakura no estaba y Konan era de su mismo sexo y confiaba en ella, si alguien podría comprenderla era esa mujer.

- Esta bien, te contare todo. Quiero que me escuches, lo necesito… -dijo frotándose las manos.

- Muy bien… -dijo ella acercándose aún más a Ino y escuchando con suma atención.

Ino comenzó a relatarle a Konan con lujo de detalles, todo lo que había sucedido entre Kakuzu y ella, desde el día en que la secuestro. Le contó, su primera misión, su ``castigo´´ cuando intentó escapar, como durmieron juntos, las peleas que tenía con él, su comportamiento con Sasori, la noche en la que entró borracho a su habitación, como la salvó del marionetista, la gentileza con que la curó las heridas, el beso en la frente, sus roces durante la última misión, y, sobre todo, la discusión que tuvieron justo la noche anterior, antes de que ambos se quedaran encerrados en su habitación.

- Lo cierto, es que no puedo evitar sentirme mal, por lo que le dije anoche… ¿Tu qué crees?

- Ciertamente no debiste decirle esas cosas… temo que esas palabras que le dirigiste le hayan recordado aún más a su pasado.

- ¿Te refieres a Harumi? -preguntó Ino a lo que Konan asintió – Konan, ¿no puedes decirme nada sobre esa mujer…?

- No debería, pero llegadas a este punto, creo que sería mejor que supieras quien era Harumi, pero sobre todo lo que hizo…

Ino escuchó con atención la historia que le relató Konan. Según ella, Pein había hecho una intensa investigación sobre Kakuzu antes de reclutarlo e interrogando a ciertos ancianos que habían sobrevivido a la batalla contra Kakuzu, cuando este se convirtió en un traidor, había averiguado la verdad sobre Harumi. Konan le comentó a Ino, como Harumi había enamorado y utilizado a Kakuzu para sacar dinero y como le había culpado a él de todo lo que ella provocó. Ino se quedó perpleja ante la historia que le estaban contando. Cuando Konan terminó con su relato, Ino necesitó unos minutos para analizar toda esa información.

- Como es posible… que una mujer pueda ser tan cruel… y fingir durante tanto tiempo…

- Ahora te haces una idea de porque Kakuzu es así. Puede que haya cometido muchos crímenes, pero no creo que se merezca que le hables así… Además, puede que le recuerdes más a Harumi de lo que crees…

- ¿Qué dices? Yo no soy un monstruo como lo era esa mujer.

- No me refiero a eso Ino… -Ino no comprendía lo que intentaba decirle Konan, por lo que esta siguió – No te has parado a pensar… ¿Por qué Kakuzu es así contigo?

- No entiendo…

- ¿Te has planteado el hecho de que Kakuzu esté interesado en ti, sentimentalmente…?

Ino se quedó sin palabras, es que acaso Konan estaba insinuando que Kakuzu, ese hombre al que solo le importaba el dinero, ¿estaba enamorado de ella?

- Estas insinuando que Kakuzu está enamorado de mí -Konan se la quedó mirando fijamente dando a entender que efectivamente pensaba eso – No, él no me quiere, te equivocas. A él no le importo, y si alguna vez le he interesado, ha sido para llevarme a la cama. ¡Eso es todo!

- Yo no estaría tan segura, eso explicaría muchas cosas Ino. En el fondo, lo sabes… -dijo regalándole una sonrisa de comprensión. Luego miró a la mesa y vio que el desayuno estaba completo – Parece que ya no vas a desayunar…

- No tengo hambre.

- Me lo imaginaba… -dijo ella levantando y cogiendo la bandeja – Tengo que volver con Pein, te dejare a solas. Al fin al cabo, creo que tienes muchas cosas en las que pensar. Nos vemos luego -dijo Konan abriendo la puerta y saliendo.

- Adiós -fue lo último que oyó de los labios de la rubia al cerrar la puerta.

Ino quedo sola en su habitación pensando en lo cruel que había sido con Kakuzu con sus palabras. Ahora podía entender un poco más al ninja y comprender porque había reaccionado así. Sin embargo, lo que más le escamaba era lo último que Konan le había sugerido. Kakuzu podría estar enamorado de ella… No, imposible. Una atracción física como le describió a Hidan podría ser, pero un amor sincero, jamás. Después de todo lo que había escuchado de Konan sobre esa tal Harumi, estaba claro que Kakuzu había recibido en su juventud un mazazo enorme que había alterado su personalidad. No obstante, era precisamente ese mazazo lo que convencía aún más a Ino de que Kakuzu no podría estar enamorado de ella. Al fin al cabo, una traición semejante habría provocado que Kakuzu dejara de creer en las mujeres y en el amor, por lo que no podría estar realmente interesado en ella. Por otra parte, estaban sus propios sentimientos. Antes de la conversación con Konan, estaba convencida de que detestaba a ese hombre con todas sus fuerzas, pero ahora no estaba tan segura. Su historia con esa mujer le había mostrado una faceta tierna, confiada y desinteresada del ninja, que chocaba mucho con su carácter codicioso y malhumorado, que actualmente exhibía. En cierta forma Ino se compadecía de él y comprendía algo mejor la forma de ser de ese asesino de rango S. Bien era cierto, que había cometido crímenes atroces, pero puede que ella no tuviera derecho a juzgarle. Por eso, las crueles palabras que le dijo la herían una y otra vez y le daban la sensación de que había sido demasiado injusta. Además, había otra cosa que la inquietaba.

- (¿Por qué diablos le doy tanta importancia? Se supone que es mi enemigo, uno de los responsables de la muerte de Asuma. Me había jurado odiarlo por siempre… entonces, ¿por qué no puedo…?)

EN LA VILLA DE LA HOJA…

Shikamaru y los demás, ya habían regresado de su misión y habían ingresado en el despacho de la Hokage. Esperaron unos minutos y el resto de ninjas de su promoción llegaron a su encuentro. Recibieron nada más entrar, una avalancha de preguntas que se distorsionaban unas con otras y de las que no se podía sacar ningún mensaje coherente.

- ¡Silencio! ¡Callaos de una vez! -grito Tsunade al tiempo que golpeaba la mesa con el puño cerrado – Todos queremos saber lo que ha pasado, así que manteneos en silencio y escuchad. Ya habrá tiempo para las preguntas -miro a Shikamaru, Chouji y Sakura – Bien que tenéis que decir…

- Bien, tal y como estaba planeado fuimos rastreando los posibles lugares por los que Akatsuki podría haber huido con Ino. Al principio, reconozco que nos dimos por vencidos, pero por suerte escuchamos una interesante conversación de unos ninjas en un bar. Por lo visto, habían tenido contacto con Akatsuki en la aldea Siakurako. Sin tener ninguna otra pista, decidimos ir a investigar. Una vez allí, preguntamos a los aldeanos y para nuestra sorpresa, supimos que Ino había estado por ahí, apenas unos días antes de nuestra llegada -esto produjo asombro en todos los presentes e incluso cuchicheos, pero ninguno interrumpió a Shikamaru – Investigamos un poco más y dimos con huellas de los Akatsuki y las seguimos hacía la parte sur del bosque de la Hoja. Finalmente hace tres días, tuvimos contacto con Akatsuki.

- ¿¡Qué!? -dijeron todos al unísono, a excepción de Tsunade que les indicó que continuaran.

- Entablamos combate con los akatsuki; Kakuzu e Hidan, y también…con… -todos estaban expectantes - …Ino.

- ¿Qué quieres decir con eso Shikamaru? Estas diciendo que Ino… -dijo Neji, a lo que Shikamaru asintió.

- ¿Qué diablos pasa con Ino? No lo entiendo… -dijo Naruto impaciente.

- Ino nos atacó como miembro de Akatsuki -dijo Sakura con cara ojerosa y cabizbaja.

- ¿¡Que!? ¡No es posible! -grito Naruto.

- ¡Ella no haría eso es nuestra amiga! – coreó seguidamente Kiba acompañado de un ladrido de Akamaru.

- ¡Debe ser una broma! -siguió Lee.

- No puede ser… Ino… – dijo Hinata en un susurro, mientras los demás se mantenían en silencio sin decir nada.

- Puede que parezca imposible, pero es cierto. Ino nos atacó y el akatsuki de las suturas, ese tal Kakuzu, estuvo a punto de matarnos a los tres de no ser por… -continuó Sakura.

- ¿Por quién? -pregunto Tenten.

- …ANBU -dijo Chouji finalmente.

- ¿Tuvisteis contacto con ANBU? -Tsunade vio como los tres asentían – Ya veo… ¿le enseñasteis el pergamino?

- Si – habló Shikamaru.

- ¿Funcionó?

- No se les veía muy convencidos, pero nos dejaron marchar sin más con la promesa de que regresáramos inmediatamente a la villa.

- Muy bien…

- ¿De qué pergamino hablan? – intervino Neji.

- Es una especie de permiso que nos dio Tsunade para inspeccionar todo el país en caso de que los ANBU nos encontraran antes que entráramos en contacto con Akatsuki. De esta manera no podrían arrestarnos ni acusarnos de traidores.

- Hmp… entiendo.

- Pues yo no entiendo nada… pero ¿Qué vamos a hacer ahora? Tenemos que ir tras Ino y los Akatsuki.

- No haremos eso, Naruto.

- Y ¿por qué no?

- La villa esta en toque de queda. Además, se rumorea que la Hoja está conspirando con Akatsuki. Las naciones ninja desconfían de nosotros. Por mucho que nos aflija no podemos ir tras Ino, al menos no en este momento.

- Pero ANBU está detrás de ella, ellos no la conocen la trataran como una traidora y la acabaran matando… ¡No podemos permitirlo! ¡No pienso rendi…!

- ¡Naruto! -gritó Sakura con la cara ensombrecida – No podemos ir detrás de Ino en este momento, ANBU nos dejó claro que matarán a cualquier ninja que haga contacto con Akatsuki. En este momento, los ojos de todos los países están esperando que cometamos un error. Algo que puedan utilizar en nuestra contra para invadirnos. Si vamos a por Ino, pensarán que efectivamente tenemos algo entre manos con Akatsuki y atacarán la aldea. Debemos dejar esto a ANBU…

- Pero Sakura… tú…

- ¡Es la única opción Naruto! No podemos hacer nada por Ino directamente. Lo único que podemos hacer en este momento, es descubrir quien está esparciendo estos rumores y hacerlo hablar.

- Sakura tiene toda la razón. Si encontramos pruebas que demuestren que esto es una trampa y que nosotros no tenemos nada que ver con Akatsuki, se levantará en toque de queda y podremos salir a por Ino y recuperar el apoyo y la confianza de las otras naciones ninja.

- Sakura y Shikamaru están en lo cierto. Preparare una autorización oficial para que os dejen salir de la aldea…

- ¿Pero no nos tenían vigilados?, no nos dejaran salir… -dijo Sai.

- La razón por la que no os dejaban salir era porque estabais empeñados en ir tras Ino, pero esta misión será solo para recopilar información y demostrar la inocencia de la Hoja. Si con vuestra colaboración puede evitarse la guerra, los consejeros no lo impedirán. Yo me encargare -dijo Tsunade levantándose de la silla – Bien, vuestra nueva misión será demostrar la inocencia de la Hoja, ¿¡entendido!?

- ¡Si! -gritaron todos con determinación.

- Bien, entonces preparaos, escribiré a los Kage para avisarles de nuestras sospechas. Si no los avisamos podrían pensar que estamos tramando algo y eso afianzaría más su desconfianza. Vosotros mientras organizarlo todo -acto seguido, todos los ninjas desaparecieron del despacho dejando a Tsunade a solas con Shizune – Shizune, convoca a los consejeros, los esperare en la sala de reuniones.

- Si, Tsunade- sama.

EN LA BASE DE AKATSUKI…

Toda la organización estaba patas arriba y todos sus miembros estaban liados con la mudanza. Varias horas pasaron desde la conversación con Konan y para poder preparar sus cosas, Ino se vio obligada a salir varias veces de su habitación. Sin embargo, en ninguna de esas ocasiones se topó con Kakuzu. Según le había dicho Itachi, al que se encontró con el pasillo, se había reunido con Pein muy temprano para hablar de asuntos económicos y había pasado toda la mañana trabajando junto a Tobi para trasladar todos los papeles y pergaminos que tenía en su cuarto a la base del norte. Por lo que lo más probable, es que estaría libre ya bien entrada la tarde. Ya todo estaba preparado y eran aproximadamente las siete de la tarde. Ino se encontraba ahora en su habitación, pensando en lo que haría ahora. Una parte de ella quería disculparse con Kakuzu, pero, por otra parte, no se atrevía. Por primera vez en todo el tiempo que llevaba de Akatsuki, sentía que no tenía fuerza de voluntad para enfrentarlo y no sabía cómo actuaría con él cuando lo viera. Se dirigió a la cama y sin más se tumbó en ella, cerrando los ojos y escuchando atentamente a su alrededor, hasta que escucho el chirrido de la puerta al abrirse.

- Hola Ino… -dijo el hombre al tiempo que ella se levantaba.

- ¿Qué haces tú aquí?

- Solo quiero hablar contigo… ¿hay algo malo en ello?… -dijo mientras cerraba la puerta.

- Sobre qué quieres hablar….

- Bueno, he estado pensando durante bastante tiempo… desde que Sasori murió… y no puedo evitar pensar que pasa algo raro… -dijo dando vueltas por la habitación sin mirarla a ella.

- No entiendo a lo que te refieres Deidara.

- Seré más claro. Verás Kakuzu y Sasori vivían aquí durante mucho tiempo y se conocían bastante bien. No eran amigos ni mucho menos, pero al menos se toleraban y no tenían roces entre ellos. Eso era así, hasta que llegaste tú -dijo el rubio dándose la vuelta y mirándola.

- ¿Qué pretendes con todo esto?

- ¿Qué pasó realmente esa noche? -preguntó el mirándola fijamente.

- Sasori intentó matarme y Kakuzu me salvó…

- Y una mierda…

- ¿Qué dices? -dijo ella algo nerviosa al no conseguir que la creyera.

- Conozco muy bien a Sasori, y pasara lo que pasara esa noche, el no intentó matarte. No tendría sentido ser amable contigo y llevarte de paseo solo para matarte. Todos los miembros de la organización conocían a Sasori y la forma en la que los dos os tratabais no daba a entender que quisiera matarte -dijo acercándose más a ella – A esa conclusión podría llegar cualquiera. Paso otra cosa esa noche y tu tuviste la culpa de que Kakuzu lo matara -ya estaba a pocos centímetros de ella. Ino estaba prácticamente acorralada contra la pared, pues a cada paso que daba Deidara ella retrocedía y ahora ya no tenía escapatoria - ¿Qué paso esa noche? Dímelo… -dijo al tiempo que Ino se apoyaba en la pared y solo unos pocos centímetros le separaban de ese hombre.

- Sasori intento matarme…

- Mientes – le dio una bofetada.

- ¡Es cierto! Discutimos e intentó matarme… -con la mano puesta en su mejilla.

- ¡Mientes! -dijo cogiéndola del cuello – Puede que seas una akatsuki, pero mientes de puta pena. ¡Di la verdad de una jodida vez! -dijo mientras la apretaba todavía más.

- Esa… es la verdad… Sasori… intentó matarme… -dijo ella con el escaso hilo de voz que le dejaba el agarre de Deidara.

- ¡Maldita zorra! Di la verdad de una jodida vez o te mataré.

- Esa es la verdad… Agh… -dijo quejándose del agarre. Deidara ya había comenzado a asfixiarla.

- Como quieras, serás la primera a quién mataré y luego ira ese desgraciado de Kakuzu -dijo apretando el cuello de la joven lo más fuerte que pudo.

Ino definitivamente no podía respirar, intentaba zafarse de las manos de Deidara sin éxito alguno. Tenía las pupilas dilatadas por la falta de aire y la piel de su rostro se tornaba roja por el esfuerzo. Los ojos de Deidara estaban invadidos de un profundo rencor y estaban iluminados por la sed de sangre y su boca mostraba una sonrisa torcida. Ino ya estaba al límite de sus fuerzas y comenzó a cerrar los ojos lentamente. De repente, alguien agarró a Deidara del hombro y le obligó a darse la vuelta, soltándola. Sin mediar palabra, esa persona le propinó a Deidara un fuerte puñetazo, que hizo que este cayera a la cama y diera una especie de voltereta, cayendo definitivamente al suelo, al otro lado de la misma.

Ino cayó al suelo, tosiendo torpemente, intentando recuperar el aliento. Por ahora miraba al suelo y era incapaz de levantar la vista, lo único que podía ver eran los pies del hombre que la había salvado. Deidara por su parte se había levantado del suelo, con un hilillo de sangre saliéndole por la boca y mirando con rabia al que le había golpeado.

- ¡Tu… maldito cabrón!

- Pein ya te lo informó, pero volveré a repetírtelo, esta mujer es mi prisionera y estoy autorizado a matar a cualquiera que la toque. ¿Quieres terminar como el idiota de Sasori?

- Sasori no intento matarla… estoy seguro que lo mataste por otra cosa…

- No importa lo que tu creas. Pein te está buscando para organizar la retirada de la base. Te recomiendo que te reúnas con él, antes de que cambie de opinión y te envíe con Sasori al otro mundo.

- Pagaras por la muerte de Sasori, te lo juro -Deidara miró a Ino que aún tenía la respiración alterada – Los dos pagareis por esto -sin más se retiró de la habitación cerrando la puerta de un portazo.

Ino estaba ahora más tranquila y pudo por fin levantar la vista para mirar a Kakuzu. Este seguía con la mirada perdida en el lugar donde segundos antes había estado Deidara. Ino había tenido una gran suerte de que Kakuzu pasara por ahí en ese preciso momento, sino no lo hubiera contado. Ella se levantó a duras penas del suelo, llamando la atención de Kakuzu, que al ver que la rubia perdía el equilibrio e iba a caerse hacía un lado, la sujetó. Quedó en los brazos de él con la cabeza apoyada en su pecho. Ino levantó la vista hacia él, chocando su celeste mirada con la verdosa de él. Durante unos segundos todo quedó en silencio, hasta que Ino habló.

- Gracias por salvarme Kakuzu… -él no dijo nada, solo se la quedó mirando y de un rápido movimiento la sentó en la cama quedando de pie frente a ella.

- ¿Qué quería?

- ¿Qué? -dijo algo decepcionada por cómo había pasado él de su agradecimiento.

- Deidara… ¿Qué quería? ¿porque estaba en tu habitación? ¿Por qué quería matarte?

- Quería saber que paso con Sasori esa noche, vino a preguntarme eso. Yo no le dije nada. Solo que intento matarme, él no me creyó e intento acabar conmigo.

- Ya veo… -se la quedó mirando en silencio.

- Estaría muerta sino llega a ser por ti, gracias Kakuzu – intentó acercarse un poco a él, pero retrocedió un paso, lo cual sorprendió a Ino.

- No me des las gracias, no lo hecho porque me importes… -dijo él con un tono gélido de voz.

- Aun así… - dijo ella bajando el tono de voz, mientras bajaba la mirada hasta que vio que Kakuzu tenía la mano vendada - ¿Qué te ha pasado? -dijo ella haciendo que él se mirara la mano momentáneamente y luego a ella.

- Tuve un pequeño accidente esta mañana…

- Yo soy ninja médico, déjame echar un vistazo -dijo ella levantándose y cogiéndole la mano, a lo que él la apartó bruscamente.

- Suéltame. No quiero que me toques.

- ¿Qué? ¿Por qué dices eso? -dijo ella sorprendida.

- Debe ser horrible tocar a un monstruo como yo, ¿verdad?

- ¿Qué dices?

- Lo sabes muy bien… ¿o no recuerdas las amables palabras que me dedicaste ayer?

- Ah… Kakuzu… yo…

- No hace falta que digas nada. Ayer me dejaste bien claro lo que piensas de mí -dijo dándose la vuelta dispuesto a irse. Pero ella se agarró a su brazo, obligándolo a mirarla.

- Escúchame Kakuzu, por favor…

- No, escúchame tu a mi mujer -dijo cogiéndola fuertemente del mentón, acercándola a él tanto que lo único que veía ella en su campo de visión eran los ojos verdes de él – Eres mi prisionera, eres un experimento de Akatsuki, estas en esta organización para desmantelar la confianza entre la Hoja y las demás naciones ninja, y si aún sigues viva es por la amenaza de Pein de quitarme mi posición de tesorero. No me importas lo más mínimo y en cuanto dejes de ser útil para nosotros, yo mismo te enviaré al otro mundo. ¿Te queda claro? -ella simplemente se mordió los labios y asintió – Bien, pues a partir de ahora te comportarás como una niña obediente y lo que te ordene lo harás, sino quieres pasarlo mal. Ahora prepárate, porque partiremos mañana a primera hora y te recomiendo que no te duermas ni te retrases, porque Deidara destruirá la base a las siete de la mañana independientemente de quien quede dentro -la soltó de golpe, sentándola en la cama y desapareció.

Ino se desplomó sobre la cama y sin querer comenzó a sentirse tan absolutamente culpable que las lágrimas no tardaron en brotar de sus ojos. No le hacía falta decirlo, pero estaba claro que Kakuzu estaba dolido y enfadado por todo lo que ella le había dicho. Ahora era ella la que se sentía como la mujer más cruel del mundo y se sentía culpable por todo lo que le dijo. La forma en la que él la apartó con brusquedad cuando intentó curarle la mano, le demostró lo enfadado y dolido que estaba. Por otra parte, sus palabras, en cuanto que era su prisionera y no le importaba le hacían entrever como sería su relación con Kakuzu a partir de ahora. Antes hubiera deseado que no la tratara y la ignorase como hacía con el resto de akatsuki, pero después de todo lo que había pasado entre ellos y de conocer puntualmente la amabilidad del ninja, ya no deseaba que la tratara con indiferencia. Nunca debió haberle insultado de esa manera, y aunque estaba dispuesta a disculparse, Kakuzu dejo claro que no quería escucharla. Ni siquiera le dejo explicarse, de la misma manera que ella no le dejo hablar la noche anterior. A partir de ahora, su relación sería muy diferente. Sin más, se acurrucó en la cama y continuó llorando en silencio, pensando en la forma de cómo podría volver a acercarse de nuevo a Kakuzu.